Hacía un tiempo que me sentía mal con mi trabajo. Innumerables horas extra sin paga, muchísima presión y nulas posibilidades de ascenso, entre otras cosas. Necesitaba el dinero, por lo tanto tenía asistencia perfecta y jamás me quejé con mis jefes. Mi insatisfacción laboral me llevó en ese momento a buscar con ahínco nuevas posibilidades. En ese entonces, me postulé a toda oferta laboral que tuviera algo que ver con mi perfil, pero pasaba el tiempo y no conseguía nada.
En general, los "selectores de personal" tenían poca paciencia conmigo, ya que me resultaba imposible acudir a entrevistas en horario laboral (los jefes de mi trabajo no sabían que yo estaba buscando trabajo en otro lado). En ese momento yo mantenía una suerte de noviazgo con una mina del edificio donde yo vivía, Soledad. En realidad no era una relación formal, pero de alguna manera había quedado implícito entre nosotros que "nos debíamos fidelidad". Cierto día, Soledad se apareció en la puerta de mi departamento muy sonriente y con una gran noticia: Su mejor amiga, Natalia, había conseguido trabajo como selectora de personal en una gran empresa alimenticia. Pero eso no era todo. En la empresa estaban en medio de un proceso de selección y buscaban incorporar gente en el área de finanzas... un puesto ideal para mi.
Ese día fuimos a visitar a Natalia, que aún vivía con sus padres, y ella aceptó ayudarme de inmediato. Pero me advirtió que debíamos "trabajar" en mi postulación, lo cual me pareció muy raro, pero no dije nada.
Al día siguiente me llama y me cita en su casa. Me hace pasar a su cuarto. Me asegura que me ayudará, pero que yo tendría que ayudarla a ella también.
- "Sólo te voy a pedir que hagas por mi pequeñas cositas", me dice Natalia, ruborizándose notoriamente.
Natalia tenía sólo algunos años menos que yo. Pero su aspecto era más bien infantil, de cabellera dorada y ojos celestes, piel blanquecina y nariz algo respingada. Tenía algo de sobrepeso, cintura algo ancha y abdomen un poco saliente. Sus tetas eran como dos melones gigantes, pero siempre bien guardadas bajo su ropa, ya que no recuerdo que usara nunca algún escote. Sus caderas daban paso a unos muslos importantes, tenía un culo bien abultado y que siempre apretaba fuerte su pantalón. Su estaba cuarto pintado de color rozado, abigarrado de ositos y juguetes decorativos.
-"Por hoy me conformo con unos masajitos", me dice. Era obvio por donde iba el asunto, y yo no quería lastimar a Soledad. De todos modos, le seguí el juego.
Ante mi sorpresa, se acuesta de golpe, boca abajo en la cama, y me señala la parte posterior del muslo, justo abajo del bulto del culo. Empiezo a masajearle suavemente la zona, y ella me va llevando con sus indicaciones, poco a poco, a ambos cachetes de la cola.
-"No pienses mal", me dice, "te molesta si me saco el pantalón? Es que me aprieta mucho".
Antes de que yo pueda decir una palabra, Natalia se incorpora de espaldas en la cama y se saca el pantalón, agachándose bien, y mostrándome bien la enorme raya del culo. Sus glúteos enormes se mostraban bien firmes y redondeados. La bombacha se le clavaba bien en la raya.
-"Seguí con el masajito", me dice, como dándome una orden y sin cambiar de posición. El contorno del ano se dejaba entrever por los bordes de la bombacha, en un color tornasol.
-"Hay si... ahí me duele. Apretame ahí", me dice. En ese momento sentí que el corazón me bombeaba a mil. Mi pene aguantaba una erección furiosa. No podía dejar de mirarle el ano, tan cerca. Me imaginaba llenándolo con mi pija. Pero algo me detenía, y yo seguía "masajeando".
Al instante, ella empieza a hacer un movimiento hacia atrás y adelante, apoyando bien fuerte y sacando el culo contra mi pija. Yo ya no aguanté más. Me bajé el pantalón y el boxer ahí nomás. Tenía el pene duro como una estaca. Le corrí un poco la bombacha y empecé a frotarle todo el largo de mi pija entre los cachetes del culo. Su bombacha estaba notoriamente mojada en la zona de la vagina. Le froté poco a poco la vulva mientras seguía masajeándole la raya del culo con mi pene. Mi pija estaba a full, tanto que ya le había lubricado todo el otro. El corazón me latía a mil. Empiezo a puertearle el ano y cuanto estaba por empezar a hacer fuerza ella se incorpora y me dice:
-"Creíste que iba a ser tan fácil? No señor!", me dice mientras yo la miro atónito. "Chupame BIEN las tetas". A todo esto yo no había dicho una palabra aún, y seguí así. Nunca había sido tan sumiso y servicial. Natalia tenía algo natural en el mando, y lograba darme órdenes que yo cumplía sumiso.
-"Ahora frotame la verga por los pesones, quiero que me queden bien pegajosos", me dice mientras se saca lo que le queda de ropa. Sus tetas eran gigantes. Le paso mi pene con fuerza. Pero en seguida me pellizca el brazo con fuerza: -"Sacate la ropa!", me grita.
-"Te portaste mal, nene!" "Ahora a chupar la concha!" Me exige con tono grave. Mi pija estaba a mil y tenía una ganas increíbles de penetrarla. Pero cumplí. Ella se acostó en la cama boca arriba. Yo me arrodillé y hundí mi cabeza entre sus piernas.
-"Dale! Lamé! Lamé!" Decía mientras gemía como loca. Me agarró del pelo con ambas manos y hacía fuerza presionando mi cabeza contra su vulva totalmente mojada. Cada vez tiraba más fuerte de mi pelo. Al mismo tiempo presionaba tanto mi boca contra su vagina, que por momentos yo sentía ahogarme.
-"Ahhh sí. Seguí!" gritaba. Yo obedecía y para mi sorpresa (nunca había estado en una situación así) yo seguía excitadísimo, con mi verga infladísima.
-"Ahora ponela bien fuerte!". Me subí arriba enseguida. La empecé a cabalgar con furia, mientras le mordía las tetas. Ella me agarraba del culo con fuerza, clavando las uñas.
-"Más duro! Más duro!" Me exigía a los gritos. Yo estaba fuera de mi. Sentí como se achicaba la vagina mientras ella empieza a gritar de placer. Su vagina empezó a apretar tan fuerte que yo mismo empecé a gemir y estaba con correrme, cuando ella me empuja hacia atrás, parándome en seco.
-"Pará. Chupame el culo." Se pone en cuatro. Yo cumplo obediente. Cuando no aguanto más, le apoyo mi verga en el ano y empiezo a hacer fuerza.
-"Dame duro". Yo empecé a bombear mi verga por su culo, primero algo lento pero enseguida le estaba dando con todo. Mientras, le agarraba una de las tremendas tetas con una mano, le masajeaba el clítoris con la otra. Le daba tan duro que sus glúteos estallaban al chocar contra mi piel. Yo sentía un placer enorme pero la pija me empezaba a arder un poco. Ya estaba desaforado. Mi pija estaba gordísima, dura como estaca, y yo se la clavaba en el culo cada vez con más fuerza, descontrolado... hasta que estallé de placer llenándole el ano de semen.
"Dame leche!!" Gritaba ella como loca.
Cuando terminó todo quedé exhausto. Los días siguientes me siguió pidiendo cositas... y aunque al trabajo no lo conseguí, la experiencia fue increíble.
En general, los "selectores de personal" tenían poca paciencia conmigo, ya que me resultaba imposible acudir a entrevistas en horario laboral (los jefes de mi trabajo no sabían que yo estaba buscando trabajo en otro lado). En ese momento yo mantenía una suerte de noviazgo con una mina del edificio donde yo vivía, Soledad. En realidad no era una relación formal, pero de alguna manera había quedado implícito entre nosotros que "nos debíamos fidelidad". Cierto día, Soledad se apareció en la puerta de mi departamento muy sonriente y con una gran noticia: Su mejor amiga, Natalia, había conseguido trabajo como selectora de personal en una gran empresa alimenticia. Pero eso no era todo. En la empresa estaban en medio de un proceso de selección y buscaban incorporar gente en el área de finanzas... un puesto ideal para mi.
Ese día fuimos a visitar a Natalia, que aún vivía con sus padres, y ella aceptó ayudarme de inmediato. Pero me advirtió que debíamos "trabajar" en mi postulación, lo cual me pareció muy raro, pero no dije nada.
Al día siguiente me llama y me cita en su casa. Me hace pasar a su cuarto. Me asegura que me ayudará, pero que yo tendría que ayudarla a ella también.
- "Sólo te voy a pedir que hagas por mi pequeñas cositas", me dice Natalia, ruborizándose notoriamente.
Natalia tenía sólo algunos años menos que yo. Pero su aspecto era más bien infantil, de cabellera dorada y ojos celestes, piel blanquecina y nariz algo respingada. Tenía algo de sobrepeso, cintura algo ancha y abdomen un poco saliente. Sus tetas eran como dos melones gigantes, pero siempre bien guardadas bajo su ropa, ya que no recuerdo que usara nunca algún escote. Sus caderas daban paso a unos muslos importantes, tenía un culo bien abultado y que siempre apretaba fuerte su pantalón. Su estaba cuarto pintado de color rozado, abigarrado de ositos y juguetes decorativos.
-"Por hoy me conformo con unos masajitos", me dice. Era obvio por donde iba el asunto, y yo no quería lastimar a Soledad. De todos modos, le seguí el juego.
Ante mi sorpresa, se acuesta de golpe, boca abajo en la cama, y me señala la parte posterior del muslo, justo abajo del bulto del culo. Empiezo a masajearle suavemente la zona, y ella me va llevando con sus indicaciones, poco a poco, a ambos cachetes de la cola.
-"No pienses mal", me dice, "te molesta si me saco el pantalón? Es que me aprieta mucho".
Antes de que yo pueda decir una palabra, Natalia se incorpora de espaldas en la cama y se saca el pantalón, agachándose bien, y mostrándome bien la enorme raya del culo. Sus glúteos enormes se mostraban bien firmes y redondeados. La bombacha se le clavaba bien en la raya.
-"Seguí con el masajito", me dice, como dándome una orden y sin cambiar de posición. El contorno del ano se dejaba entrever por los bordes de la bombacha, en un color tornasol.
-"Hay si... ahí me duele. Apretame ahí", me dice. En ese momento sentí que el corazón me bombeaba a mil. Mi pene aguantaba una erección furiosa. No podía dejar de mirarle el ano, tan cerca. Me imaginaba llenándolo con mi pija. Pero algo me detenía, y yo seguía "masajeando".
Al instante, ella empieza a hacer un movimiento hacia atrás y adelante, apoyando bien fuerte y sacando el culo contra mi pija. Yo ya no aguanté más. Me bajé el pantalón y el boxer ahí nomás. Tenía el pene duro como una estaca. Le corrí un poco la bombacha y empecé a frotarle todo el largo de mi pija entre los cachetes del culo. Su bombacha estaba notoriamente mojada en la zona de la vagina. Le froté poco a poco la vulva mientras seguía masajeándole la raya del culo con mi pene. Mi pija estaba a full, tanto que ya le había lubricado todo el otro. El corazón me latía a mil. Empiezo a puertearle el ano y cuanto estaba por empezar a hacer fuerza ella se incorpora y me dice:
-"Creíste que iba a ser tan fácil? No señor!", me dice mientras yo la miro atónito. "Chupame BIEN las tetas". A todo esto yo no había dicho una palabra aún, y seguí así. Nunca había sido tan sumiso y servicial. Natalia tenía algo natural en el mando, y lograba darme órdenes que yo cumplía sumiso.
-"Ahora frotame la verga por los pesones, quiero que me queden bien pegajosos", me dice mientras se saca lo que le queda de ropa. Sus tetas eran gigantes. Le paso mi pene con fuerza. Pero en seguida me pellizca el brazo con fuerza: -"Sacate la ropa!", me grita.
-"Te portaste mal, nene!" "Ahora a chupar la concha!" Me exige con tono grave. Mi pija estaba a mil y tenía una ganas increíbles de penetrarla. Pero cumplí. Ella se acostó en la cama boca arriba. Yo me arrodillé y hundí mi cabeza entre sus piernas.
-"Dale! Lamé! Lamé!" Decía mientras gemía como loca. Me agarró del pelo con ambas manos y hacía fuerza presionando mi cabeza contra su vulva totalmente mojada. Cada vez tiraba más fuerte de mi pelo. Al mismo tiempo presionaba tanto mi boca contra su vagina, que por momentos yo sentía ahogarme.
-"Ahhh sí. Seguí!" gritaba. Yo obedecía y para mi sorpresa (nunca había estado en una situación así) yo seguía excitadísimo, con mi verga infladísima.
-"Ahora ponela bien fuerte!". Me subí arriba enseguida. La empecé a cabalgar con furia, mientras le mordía las tetas. Ella me agarraba del culo con fuerza, clavando las uñas.
-"Más duro! Más duro!" Me exigía a los gritos. Yo estaba fuera de mi. Sentí como se achicaba la vagina mientras ella empieza a gritar de placer. Su vagina empezó a apretar tan fuerte que yo mismo empecé a gemir y estaba con correrme, cuando ella me empuja hacia atrás, parándome en seco.
-"Pará. Chupame el culo." Se pone en cuatro. Yo cumplo obediente. Cuando no aguanto más, le apoyo mi verga en el ano y empiezo a hacer fuerza.
-"Dame duro". Yo empecé a bombear mi verga por su culo, primero algo lento pero enseguida le estaba dando con todo. Mientras, le agarraba una de las tremendas tetas con una mano, le masajeaba el clítoris con la otra. Le daba tan duro que sus glúteos estallaban al chocar contra mi piel. Yo sentía un placer enorme pero la pija me empezaba a arder un poco. Ya estaba desaforado. Mi pija estaba gordísima, dura como estaca, y yo se la clavaba en el culo cada vez con más fuerza, descontrolado... hasta que estallé de placer llenándole el ano de semen.
"Dame leche!!" Gritaba ella como loca.
Cuando terminó todo quedé exhausto. Los días siguientes me siguió pidiendo cositas... y aunque al trabajo no lo conseguí, la experiencia fue increíble.
7 comentarios - Recursos Humanos
Al menos valió la pena la experiencia que se oye bien buena....
Muy buen relato amigo, si la ves otra vez pidele una foto y la compartes... jajaja 😉
Igual, no puedo decir que no lo disfruté 😀
Gracias por los comentarios!