Hola mis poringuer@s!! Como saben mi nombre es Clari, tengo 20 añitos y acá les cuento sobre mis encuentros sexuales con mi novio, unos años menor que yo.
Esta vez quiero contarles sobre una de las noches más desenfrenadas que tuvimos con mi novio.
Esa noche él se quedaría en mi dpto a dormir, por lo que cenamos y nos tiramos en la cama a ver televisión. Todo transcurría por demás tranquilo, él hacía zapping, yo me limitaba a observarlo. Entonces vi algo en él que jamás había visto: era casi un niño. Su piel blanca y suave, sus labios rosados, sus rasgos sutiles, su cuerpo... bello y demasiado tentador.
Sin pensarlo me tiré encima suyo, arrancándole la ropa, casi desesperada. Lo desnudé por completo, mientras admiraba detalladamente cada centímetro de su cuerpo ante su mirada de sorpresa. Comencé a besar su cuello, sus hombros, su pecho, mientras lo oía suspirar. Lo tomé firmemente del pelo y le susurré al oido que se entregue solo a mí, que era mi nene, mío y de nadie más. No quería que hiciese nada, solo que me dejara hacerlo mío. El se tendió sobre la cama y cerró lentamente los ojos. Empecé haciéndole sexo oral hasta terminar de generarle una erección, para luego sentarme sobre ella, metiéndola completamente en mi vagina. Entonces me di cuenta que estaba completamente a mi merced. Comencé a acelerar mis movimientos hasta sentir como su pene latía hinchado dentro de mí. Salí de esa posición sentándome a su lado mientras él me miraba con desconcierto. "no quiero que te toques", le ordené, al mismo tiempo que introducía mi dedo en su ano, moviéndolo lentamente. Durante varios minutos jugué con él hasta lograr meterle tres dedos, al mismo tiempo que buscaba ese punto q lo hace explotar de placer. Acabó entre jadeos para luego besarme con pasión y apoderarse de la situacion. Me practicó sexo oral durante minutos provocándome dos orgasmos. En total fueron 6 horas de sexo, descansando y volviendo a satisfacernos el uno al otro. Solo constaba en mirarnos y exitarnos de nuevo, probando nuevos juegos y cumpliendo fantasías pendientes. Llegamos a lastimarnos la piel por los mordicos, a jadear hasta quedarnos sin aire, a llorar por tanto placer. Él era mío y lo sabía.
Esta vez quiero contarles sobre una de las noches más desenfrenadas que tuvimos con mi novio.
Esa noche él se quedaría en mi dpto a dormir, por lo que cenamos y nos tiramos en la cama a ver televisión. Todo transcurría por demás tranquilo, él hacía zapping, yo me limitaba a observarlo. Entonces vi algo en él que jamás había visto: era casi un niño. Su piel blanca y suave, sus labios rosados, sus rasgos sutiles, su cuerpo... bello y demasiado tentador.
Sin pensarlo me tiré encima suyo, arrancándole la ropa, casi desesperada. Lo desnudé por completo, mientras admiraba detalladamente cada centímetro de su cuerpo ante su mirada de sorpresa. Comencé a besar su cuello, sus hombros, su pecho, mientras lo oía suspirar. Lo tomé firmemente del pelo y le susurré al oido que se entregue solo a mí, que era mi nene, mío y de nadie más. No quería que hiciese nada, solo que me dejara hacerlo mío. El se tendió sobre la cama y cerró lentamente los ojos. Empecé haciéndole sexo oral hasta terminar de generarle una erección, para luego sentarme sobre ella, metiéndola completamente en mi vagina. Entonces me di cuenta que estaba completamente a mi merced. Comencé a acelerar mis movimientos hasta sentir como su pene latía hinchado dentro de mí. Salí de esa posición sentándome a su lado mientras él me miraba con desconcierto. "no quiero que te toques", le ordené, al mismo tiempo que introducía mi dedo en su ano, moviéndolo lentamente. Durante varios minutos jugué con él hasta lograr meterle tres dedos, al mismo tiempo que buscaba ese punto q lo hace explotar de placer. Acabó entre jadeos para luego besarme con pasión y apoderarse de la situacion. Me practicó sexo oral durante minutos provocándome dos orgasmos. En total fueron 6 horas de sexo, descansando y volviendo a satisfacernos el uno al otro. Solo constaba en mirarnos y exitarnos de nuevo, probando nuevos juegos y cumpliendo fantasías pendientes. Llegamos a lastimarnos la piel por los mordicos, a jadear hasta quedarnos sin aire, a llorar por tanto placer. Él era mío y lo sabía.
1 comentarios - Clarisse~ Anécdota n° 11 Perversión