Anoche decidí quedarme en mi depto., tranqui. Picada, cerveza y temporada de "Juego de Tronos" fueron mi compañía nocturna. Se hicieron las 2 am y mi sueño ni pintaba por ningún lado. En la tele no encontré nada interesante, salvo cuando el zapping llegaba a Playboy o Venus. Mirando un rato esos canales me dieron ganas de jugar. Cuando uno tiene ganas de quedarse un viernes solo en su casa, sin querer tener esas noches enteras de sexo con una mujer, suele pasar que durante la noche siempre pintan esas ganas de tener a una chica al lado para coger. Pero ya se había ido la noche del viernes y la madrugada el sábado parecía que era todo calentura y ganas de jugar. El cuerpo me lo pedía luego de ver una película porno de sexo anal duro.
El año pasado descubrí un chat telefónico que me habían recomendado en el laburo, pero al que nunca había ingresado. Una madrugada estaba caliente y entre para ver qué onda. Y no la pase nada mal. Tuve una interesante charla caliente con una mujer casada a la que el marido la había dejado sola para irse con unos amigos al casino flotante, en Buenos Aires. Y ella, aburrida y sola, había entrado para jugar un rato con un desconocido. Por suerte, me la crucé yo y tuvimos un "sexo telefónico" inolvidable para mi primera experiencia en la línea. Esa noche descubrí lo que puede generar una voz femenina de una mujer dispuesta a todo. Siempre lo real se posiciona primero en las preferencias, obviamente, pero el sexo telefónico tiene algo especial que a mí me atrapa.
Es por eso que anoche volví a esa línea y en mi presentación dije: "Por acá Nacho, muy caliente y con ganas de que me tomen la leche".
Para los que no la conocen, esta línea te hace crear una presentación de diez segundos para que los demás te escuchen y, en caso de interesarles, te envíen un mensaje o te inviten a hablar en privado. A los 10 minutos de pasar presentaciones sin que alguna me den ganas de apretar el "2" para invitar a una mujer a hablar en privado, suena una campanita y una voz de locutor me dice que tengo un mensaje. Decía: "Hola Nacho, yo también estoy caliente y solita en casa. Me das tu leche?". Todo eso dicho por una voz femenina que al escucharla me hizo sentir que era la mujer que yo buscaba.
Ni bien terminó el mensaje apreté el "2" y la invité al privado. Ella y yo, nadie más. Y cuando aceptó, la charla empezó así:
-Hola
-Hola Nacho
-No te voy a preguntar cómo estás, solamente voy a decirte que mi leche es toda tuya.
-Es lo que quiero, por eso te mandé el mensaje.
-Estás sola?
-Sí, estos días suelo estar sola en casa. Mi marido trabaja y yo aprovecho para jugar con desconocidos. Me calienta mucho jugar con hombres que no conozco.
-Parece que es mi noche de suerte entonces. Hoy vas a ser toda mía. Por teléfono, pero mía igual.
-Qué confianza que te tenes Nacho. Vamos a ver si logras calentarme tanto como para que no te corte antes.
-Veamos.
En ese momento sabía que cualquier silencio o palabra mal dicha podía terminar en que ella toque cualquier tecla de su teléfono y termine la charla. No había vuelta atrás en ese caso. Y yo quería sacar mi leche.
En ese momento ella me dijo que quería que hagamos un cuento infantil versión porno. Que quería saber si yo podía calentarla con un cuento. Yo acepté y elegí "Caperucita Roja y El Lobo".
Caperucita llegó a la casa de la abuelita y la vio en la cama. Al acercarse notó que algo no estaba como debería y comenzó a preocuparse. Ella quería saber cómo estaba su abuela, por eso se paró al lado de la cama y le preguntó si estaba bien. La abuelita agarró su mano y la puso sobre el acolchado justo debajo de su panza. En ese momento Caperucita notó que algo no esta bien. Metió la mano por debajo del acolchado y sintió que había algo, que por su forma y tamaño, se parecía a una pija. Ni bien sintió eso sacó la frazada y descubrió que en lugar de su abuela había un hombre disfrazado de Lobo Feroz. Ni bien lo vio pegó un grito. Pero el Lobo no le dio tiempo a nada, le tapó la boca y la puso sobre la cama boca abajo. A los segundos, ella ya estaba con las manos atadas en el respaldo de la cama.
-No te quiero hacer nada malo Caperucita. Le dijo el Lobo al oído.
-Y entonces por qué me ata a la cama?
-Porque de otra forma te hubieses ido corriendo y no hubieses dejado que te muestre lo que tengo para vos.
-Lo que tiene para mí? Y usted sabe si lo que tiene para mí me va a gustar? Esto es casi una violación.
-Vas a ver que no Caperucita. Cuando esto empiece te vas a olvidar de eso y vas a sentir mucho place. Y te aseguro que vas a querer más y más y más...
-Estoy atada y de espalda a usted. Quiero que al menos me suelte!
Ni bien terminó de decir eso, el Lobo comezó a bajarle la tanga sin sacarle la pollera que llevaba puesta. Se la bajó hasta los tobillos. Luego comenzó a besarla por sus piernas hasta llegar a entrepierna. Justó ahí, sacó su lengua y la pasó por los labios de su concha. La probó. La sintió. Aún estaba sequita. Seguramente por el miedo de Caperucita ante esa situación. Ella seguía atada y acostado sobre la cama. El Lobo tomó sus piernas y la puso en posición de cuatro. En ese momento levantó la pollera sobre la espalda de Caperucita y empezó a chuparle el culo mientras metía dos dedos mojados con su saliva en la concha. Mientras pasaba su lengua por el agujero del culo, la masturbaba suavemente. Ella comenzó a sentir placer. Se estremecía cada vez que los dedos se movían dentro suyo. Le empezaba a gustar la sensación. El Lobo salivó el culo de ella y empezó a meter un dedo. Ella lo sintió y soltó un gemido. Siguió haciendo lo mismo hasta que lo dilató un poco. En ese momento tomó un gel caliente que estaba sobre la cama y lo derramó sobre el agujero del orto de ella. Se lo llenó de gel. Tomó un paquete y lo abrió. Se lo mostró a Caperucita y le preguntó si conocía lo que había dentro. Ella dijo que no. Y le preguntó: "Para que sirve eso? No quiero que me lastime". "Tranquila, esto más que lastimarte, va a hacerte gozar como loca".
Dentro del paquete estaban unas bolas chinas tamaño chico. Para esos culos que recién arrancan a explorar el sexo anal. El Lobo las sacó y empezó a probar con una bola. Entró despacito, mientras Caperucita gritaba. Suavemente metió la segunda, la tercera y llegó la cuarta. Ella mostraba dolor y placer. Ese combo tan hermoso que da el sexo anal en la mujer. Cuando ingresó la cuarta y ella pegó un grito y dijo "Ay no! Me duele, me duele" El Lobo dejó cuatro bolas chinas dentro de su culo. Se paró y se puso detrás de ella. Tenía una visión privilegiada. Caperucita en cuatro, con las bolas chinas en su culo y la concha pidiendo pija. El Lobo arrancó la pollera, le sacó los zapatos, las medias y la tanga. Tiró todo al piso. Le pegó tres nalgadas, la agarró del pelo y le dijo "Ahora, gozá pendeja". Ni bien terminó de decirlo, Caperucita largó un gemido intenso, placentero, acompañado de una sonrisa. El Lobo ya le había metido la pija en la concha. Se la empezó a coger desenfrenadamente, haciéndole sentir cada momento. Caperucita tenía cuatro bolas chinas en su culo y la pija del Lobo metida toda en su concha. Ella atada a la cama y en cuatro. Indefensa. Aunque en ese momento lo que menos quería era defenderse. Solamente quería gozar. "Cójame así Lobo, démela toda, quiero toda su pija adentro". El Lobo la agarró de los pelos y la siguió cogiendo. Mientras subía el placer y el gozo de Caperucita, con el dedo gordo de su mano metió una bola china más. "Ayyyyyy hijo de putaaaaa" se sintió de la boca de Caperucita. Y la cogió más, le metío la pija bien al fondo de la concha. Se sentía los huevos golpeándola. Se la dio toda. Fuerte, salvaje. Como solamente el Lobo podía cogerla. Ella quería más, le había encontrado el gustito a la pija. Ahora pedía más. El Lobo se daba más y más. Se la garchaba sin parar. Los gemidos y gritos aumentaban. Caperucita no daba más. Tenía una combinación de dolor y placer que la dejaban al borde del llanto y de la risa al mismo tiempo. Nunca había vivido esa sensación. Pero le encantaba sentirla. El Lobo notaba eso. Y al momento de darle toda la leche, sacó las bolas chinas del culo, sacó su pija de la concha y ni bien observó lo dilatado que estaba agujero negro, puso la pija adentro del orto de Caperucita y la empezó a coger por ahí. Los gritos eran imparables. Ella solamente atinaba a decir "Ay ay ay ayyyyyyyyyyy" "Me duele, me duele hijo de puta. Pero no pares, no pares, seguí seguí, seguí hijo de puta". El Lobo siguió y siguió dándole por el culo hasta que llegó el momento de dejarle la leche adentro. Y acabó en el culo de Caperucita. Le dejó toda le leche en su culo. Y ella teriminó exaltada, con un gemido de mucho placar y giró su cabeza para mirar al Lobo. El la miró y le desató. La tomó de su brazo dereche y la bajó de la cama. Ella parada frente a él le dijo "Me encantó. Voy a tener que venir a visitar a la abuelita más seguido". Se comieron la boca, se mataron a besos. Mientras la leche del Lobo caía por las piernas de Caperucita...
La chica del chat nunca cortó y al final dijo: "Termine empapada". Y quedamos en que el chat nos vuelva a cruzar en alguna noche caliente...
El año pasado descubrí un chat telefónico que me habían recomendado en el laburo, pero al que nunca había ingresado. Una madrugada estaba caliente y entre para ver qué onda. Y no la pase nada mal. Tuve una interesante charla caliente con una mujer casada a la que el marido la había dejado sola para irse con unos amigos al casino flotante, en Buenos Aires. Y ella, aburrida y sola, había entrado para jugar un rato con un desconocido. Por suerte, me la crucé yo y tuvimos un "sexo telefónico" inolvidable para mi primera experiencia en la línea. Esa noche descubrí lo que puede generar una voz femenina de una mujer dispuesta a todo. Siempre lo real se posiciona primero en las preferencias, obviamente, pero el sexo telefónico tiene algo especial que a mí me atrapa.
Es por eso que anoche volví a esa línea y en mi presentación dije: "Por acá Nacho, muy caliente y con ganas de que me tomen la leche".
Para los que no la conocen, esta línea te hace crear una presentación de diez segundos para que los demás te escuchen y, en caso de interesarles, te envíen un mensaje o te inviten a hablar en privado. A los 10 minutos de pasar presentaciones sin que alguna me den ganas de apretar el "2" para invitar a una mujer a hablar en privado, suena una campanita y una voz de locutor me dice que tengo un mensaje. Decía: "Hola Nacho, yo también estoy caliente y solita en casa. Me das tu leche?". Todo eso dicho por una voz femenina que al escucharla me hizo sentir que era la mujer que yo buscaba.
Ni bien terminó el mensaje apreté el "2" y la invité al privado. Ella y yo, nadie más. Y cuando aceptó, la charla empezó así:
-Hola
-Hola Nacho
-No te voy a preguntar cómo estás, solamente voy a decirte que mi leche es toda tuya.
-Es lo que quiero, por eso te mandé el mensaje.
-Estás sola?
-Sí, estos días suelo estar sola en casa. Mi marido trabaja y yo aprovecho para jugar con desconocidos. Me calienta mucho jugar con hombres que no conozco.
-Parece que es mi noche de suerte entonces. Hoy vas a ser toda mía. Por teléfono, pero mía igual.
-Qué confianza que te tenes Nacho. Vamos a ver si logras calentarme tanto como para que no te corte antes.
-Veamos.
En ese momento sabía que cualquier silencio o palabra mal dicha podía terminar en que ella toque cualquier tecla de su teléfono y termine la charla. No había vuelta atrás en ese caso. Y yo quería sacar mi leche.
En ese momento ella me dijo que quería que hagamos un cuento infantil versión porno. Que quería saber si yo podía calentarla con un cuento. Yo acepté y elegí "Caperucita Roja y El Lobo".
Caperucita llegó a la casa de la abuelita y la vio en la cama. Al acercarse notó que algo no estaba como debería y comenzó a preocuparse. Ella quería saber cómo estaba su abuela, por eso se paró al lado de la cama y le preguntó si estaba bien. La abuelita agarró su mano y la puso sobre el acolchado justo debajo de su panza. En ese momento Caperucita notó que algo no esta bien. Metió la mano por debajo del acolchado y sintió que había algo, que por su forma y tamaño, se parecía a una pija. Ni bien sintió eso sacó la frazada y descubrió que en lugar de su abuela había un hombre disfrazado de Lobo Feroz. Ni bien lo vio pegó un grito. Pero el Lobo no le dio tiempo a nada, le tapó la boca y la puso sobre la cama boca abajo. A los segundos, ella ya estaba con las manos atadas en el respaldo de la cama.
-No te quiero hacer nada malo Caperucita. Le dijo el Lobo al oído.
-Y entonces por qué me ata a la cama?
-Porque de otra forma te hubieses ido corriendo y no hubieses dejado que te muestre lo que tengo para vos.
-Lo que tiene para mí? Y usted sabe si lo que tiene para mí me va a gustar? Esto es casi una violación.
-Vas a ver que no Caperucita. Cuando esto empiece te vas a olvidar de eso y vas a sentir mucho place. Y te aseguro que vas a querer más y más y más...
-Estoy atada y de espalda a usted. Quiero que al menos me suelte!
Ni bien terminó de decir eso, el Lobo comezó a bajarle la tanga sin sacarle la pollera que llevaba puesta. Se la bajó hasta los tobillos. Luego comenzó a besarla por sus piernas hasta llegar a entrepierna. Justó ahí, sacó su lengua y la pasó por los labios de su concha. La probó. La sintió. Aún estaba sequita. Seguramente por el miedo de Caperucita ante esa situación. Ella seguía atada y acostado sobre la cama. El Lobo tomó sus piernas y la puso en posición de cuatro. En ese momento levantó la pollera sobre la espalda de Caperucita y empezó a chuparle el culo mientras metía dos dedos mojados con su saliva en la concha. Mientras pasaba su lengua por el agujero del culo, la masturbaba suavemente. Ella comenzó a sentir placer. Se estremecía cada vez que los dedos se movían dentro suyo. Le empezaba a gustar la sensación. El Lobo salivó el culo de ella y empezó a meter un dedo. Ella lo sintió y soltó un gemido. Siguió haciendo lo mismo hasta que lo dilató un poco. En ese momento tomó un gel caliente que estaba sobre la cama y lo derramó sobre el agujero del orto de ella. Se lo llenó de gel. Tomó un paquete y lo abrió. Se lo mostró a Caperucita y le preguntó si conocía lo que había dentro. Ella dijo que no. Y le preguntó: "Para que sirve eso? No quiero que me lastime". "Tranquila, esto más que lastimarte, va a hacerte gozar como loca".
Dentro del paquete estaban unas bolas chinas tamaño chico. Para esos culos que recién arrancan a explorar el sexo anal. El Lobo las sacó y empezó a probar con una bola. Entró despacito, mientras Caperucita gritaba. Suavemente metió la segunda, la tercera y llegó la cuarta. Ella mostraba dolor y placer. Ese combo tan hermoso que da el sexo anal en la mujer. Cuando ingresó la cuarta y ella pegó un grito y dijo "Ay no! Me duele, me duele" El Lobo dejó cuatro bolas chinas dentro de su culo. Se paró y se puso detrás de ella. Tenía una visión privilegiada. Caperucita en cuatro, con las bolas chinas en su culo y la concha pidiendo pija. El Lobo arrancó la pollera, le sacó los zapatos, las medias y la tanga. Tiró todo al piso. Le pegó tres nalgadas, la agarró del pelo y le dijo "Ahora, gozá pendeja". Ni bien terminó de decirlo, Caperucita largó un gemido intenso, placentero, acompañado de una sonrisa. El Lobo ya le había metido la pija en la concha. Se la empezó a coger desenfrenadamente, haciéndole sentir cada momento. Caperucita tenía cuatro bolas chinas en su culo y la pija del Lobo metida toda en su concha. Ella atada a la cama y en cuatro. Indefensa. Aunque en ese momento lo que menos quería era defenderse. Solamente quería gozar. "Cójame así Lobo, démela toda, quiero toda su pija adentro". El Lobo la agarró de los pelos y la siguió cogiendo. Mientras subía el placer y el gozo de Caperucita, con el dedo gordo de su mano metió una bola china más. "Ayyyyyy hijo de putaaaaa" se sintió de la boca de Caperucita. Y la cogió más, le metío la pija bien al fondo de la concha. Se sentía los huevos golpeándola. Se la dio toda. Fuerte, salvaje. Como solamente el Lobo podía cogerla. Ella quería más, le había encontrado el gustito a la pija. Ahora pedía más. El Lobo se daba más y más. Se la garchaba sin parar. Los gemidos y gritos aumentaban. Caperucita no daba más. Tenía una combinación de dolor y placer que la dejaban al borde del llanto y de la risa al mismo tiempo. Nunca había vivido esa sensación. Pero le encantaba sentirla. El Lobo notaba eso. Y al momento de darle toda la leche, sacó las bolas chinas del culo, sacó su pija de la concha y ni bien observó lo dilatado que estaba agujero negro, puso la pija adentro del orto de Caperucita y la empezó a coger por ahí. Los gritos eran imparables. Ella solamente atinaba a decir "Ay ay ay ayyyyyyyyyyy" "Me duele, me duele hijo de puta. Pero no pares, no pares, seguí seguí, seguí hijo de puta". El Lobo siguió y siguió dándole por el culo hasta que llegó el momento de dejarle la leche adentro. Y acabó en el culo de Caperucita. Le dejó toda le leche en su culo. Y ella teriminó exaltada, con un gemido de mucho placar y giró su cabeza para mirar al Lobo. El la miró y le desató. La tomó de su brazo dereche y la bajó de la cama. Ella parada frente a él le dijo "Me encantó. Voy a tener que venir a visitar a la abuelita más seguido". Se comieron la boca, se mataron a besos. Mientras la leche del Lobo caía por las piernas de Caperucita...
La chica del chat nunca cortó y al final dijo: "Termine empapada". Y quedamos en que el chat nos vuelva a cruzar en alguna noche caliente...
2 comentarios - Chat Telefónico y Caperucita Roja