Hacerle al amor a Camila es un trabajo exigente. Ella tarda en llegar al orgasmo, y hay que trabajar mucho la zona de los muslos internos, lamer, gemir y decirle cositas para que se excite. Pero verla alcanzar el climax, escucharla acabar, verla quebrar la espalda a la vez que jadea y gime es algo que no tiene precio. Inclusive si el orgasmo es muy intenso su vagina despide flujo con fuerzas sobre mi cara o mis manos. Me encanta hacerle el amor.
Siempre comienzo besándole los labios, suaves, pequeños piquitos secos que hacen ruido. Ella cierra sus ojos y sabe lo que se aproxima. Sonríe. Luego comienzo a besarla con besos más húmedos, abro bien la boca y dejo que el interior de mis labios mojen los suyos. Nos saboreamos, nos gusta hacer ruiditos con los besos, los generamos a propósito. La abrazo por la nuca y ella de la cintura y dejamos que nuestras lenguas tibias se entrelacen, intercambiamos saliva, la saliva al unirse y mezclarse hace ruido, eso nos gusta, nos excita, ese ruido ya no lo hacemos a propósito, se da de forma natural. Ella suspira, yo tomo aire. Jadeo. Ella me besa con una sonrisa constante en su rostro. Yo permanezco seria, concentrada. Acaricia mis glúteos y yo jadeo a la vez que la sujeto con fuerza de sus cabellos.
Nos desvestimos con suavidad. Por momentos la ayudo a quitarse su remera, rozando su piel fría. A veces me gusta alejarme un poco para ver como se desviste ella misma. Veo como se desabrocha el pantalón, sus dedos se deslizan con suavidad sobre los botones, me mira con ojos encendidos y lame sus labios con la lengua. Me provoca. Me gusta. Me muerdo el labio inferior y acaricio mi clítoris mientras veo como su jean baja suave dejando sus muslos al aire. Su bombacha es blanca, diminuta, y veo que ya hay un pequeño círculo más gris, Camila está mojada. Yo sigo masturbándome. Seguimos mirándonos a los ojos. Ella ve mi cara de placer. Yo veo su cara de puta. Nos gusta vernos en esa situación.
Ella desabrocha su corpiño y lo deja caer. No llego a ver sus pechos porque los tapa con sus manos. Veo que se los toca, los aprieta, los mueve. Juega con sus pezones sin enseñármelos. Yo separo más mis piernas para que la masturbación sea más cómoda. Ella me pide que deje de acariciarme el clítoris y que me introduzca los dedos. Yo obedezco. Me introduzco dos dedos y los saco con lentitud. Realizo ese movimiento varias veces hasta que mi cavidad de acostumbra y amolda a mis dedos, y entonces sí, arremeto contra mí misma con más fuerzas. Camila ahora si deja ver sus pezones, se los pellizca, se los lame. Moja sus dedos y juega con ellos. Se acerca a mí y una de sus manos toca mi vagina. La lleno de mi flujo que ella utiliza para seguir estimulando sus pezones. Están parados. Son enormes. Esta muy excitada. Su bombacha está cada vez más mojada. Me pide que me meta tres dedos. Soy una perrita obediente y lo hago. Me pide que me chupe los dedos bañados en flujo. Lo hago. Mi flujo sabe a metal, es pegajoso. Meto los dedos nuevamente. Me los chupo. Le encanta que haga eso.
Me ordena que le chupe la concha. Me obliga. Sin previo aviso me agarra con fuerza de los pelos y lleva sin delicadeza mi cabeza entre sus piernas.
- Chupá putita, chupá… - me dice.
En la intimidad nos decimos putita y trolita. Yo soy putita. Ella es trolita. Nos gusta.
Le quito la bombacha que está completamente mojada. Su aroma es fuerte, rico, delicioso, dan ganas de hundir la cabeza allí y moverla. Dan ganas de perfumarme con su flujo por toda la cara. Lo hago. Froto mis mejillas sobre su vagina empapada. Apoyo mi nariz y la frente. Los labios y la lengua. Toda mi cara está bañaba con los flujos de Camila. Hago eso nuevamente. Ella presiona su cuerpo contra mi cara.
- Que putita hermosa que sos – me dice.
Sus palabras me hacen gemir y arremeter contra su agujero con más fuerza. Le sale cada vez más flujo y sin darme cuenta percibo que ella ya está jadeando con los ojos cerrados y su cabeza inclinada hacia atrás.
Lamo su rayita desde abajo hasta alcanzar su clítoris hinchado. Me quedo jugando allí unos segundos, lamiendo con la punta de mi lengua y con velocidad ese clítoris que perece tener vida propia. Ella no soporta el placer y grita, tiembla, y finalmente tiene que apoyar su mano sobre mi frente para alejarme. Observo en primer plano su vagina latir, la soplo, ella jadea. Vuelvo a lamer con la lengua. Ella vuelve a alejarme. Está por acabar, es cuestión de segundos. La escupo y ella me insulta.
- Hija de puta – me dice.
Continuo chupándosela. La sujeto con las dos manos de sus glúteos. Ella hace fuerzas para alejarme. Está gritando, gime como una yegua y su mano en mi frente no tiene la fuerza suficiente para alejarme. Sus muslos tiemblan tratando de escapar de esa tortura de placer. Siento como sus glúteos se contraen cada vez más. Cae rendida y quita sus manos de mi cabeza y se resigna. Está recostada sobre el sillón gritando y jadeando como nunca. Se mueve como una serpiente en sus últimos intentos por escapar de mi lengua. Siento como mi boca se llena de flujo espeso y pegajoso a la vez que ella lanza un sonoro alarido. Clava sus uñas sobre mi nuca y queda inmóvil. Me acaricia la cabeza y me agradece.
Sus ojos se apagaron. Su rostro me muestra tranquilidad. Voy al baño a lavarme la cara y la boca. Cuando regreso ella ya está dormida con una sonrisa en su boca. Me acuesto a su lado y me duermo. También con una sonrisa.
Siempre comienzo besándole los labios, suaves, pequeños piquitos secos que hacen ruido. Ella cierra sus ojos y sabe lo que se aproxima. Sonríe. Luego comienzo a besarla con besos más húmedos, abro bien la boca y dejo que el interior de mis labios mojen los suyos. Nos saboreamos, nos gusta hacer ruiditos con los besos, los generamos a propósito. La abrazo por la nuca y ella de la cintura y dejamos que nuestras lenguas tibias se entrelacen, intercambiamos saliva, la saliva al unirse y mezclarse hace ruido, eso nos gusta, nos excita, ese ruido ya no lo hacemos a propósito, se da de forma natural. Ella suspira, yo tomo aire. Jadeo. Ella me besa con una sonrisa constante en su rostro. Yo permanezco seria, concentrada. Acaricia mis glúteos y yo jadeo a la vez que la sujeto con fuerza de sus cabellos.
Nos desvestimos con suavidad. Por momentos la ayudo a quitarse su remera, rozando su piel fría. A veces me gusta alejarme un poco para ver como se desviste ella misma. Veo como se desabrocha el pantalón, sus dedos se deslizan con suavidad sobre los botones, me mira con ojos encendidos y lame sus labios con la lengua. Me provoca. Me gusta. Me muerdo el labio inferior y acaricio mi clítoris mientras veo como su jean baja suave dejando sus muslos al aire. Su bombacha es blanca, diminuta, y veo que ya hay un pequeño círculo más gris, Camila está mojada. Yo sigo masturbándome. Seguimos mirándonos a los ojos. Ella ve mi cara de placer. Yo veo su cara de puta. Nos gusta vernos en esa situación.
Ella desabrocha su corpiño y lo deja caer. No llego a ver sus pechos porque los tapa con sus manos. Veo que se los toca, los aprieta, los mueve. Juega con sus pezones sin enseñármelos. Yo separo más mis piernas para que la masturbación sea más cómoda. Ella me pide que deje de acariciarme el clítoris y que me introduzca los dedos. Yo obedezco. Me introduzco dos dedos y los saco con lentitud. Realizo ese movimiento varias veces hasta que mi cavidad de acostumbra y amolda a mis dedos, y entonces sí, arremeto contra mí misma con más fuerzas. Camila ahora si deja ver sus pezones, se los pellizca, se los lame. Moja sus dedos y juega con ellos. Se acerca a mí y una de sus manos toca mi vagina. La lleno de mi flujo que ella utiliza para seguir estimulando sus pezones. Están parados. Son enormes. Esta muy excitada. Su bombacha está cada vez más mojada. Me pide que me meta tres dedos. Soy una perrita obediente y lo hago. Me pide que me chupe los dedos bañados en flujo. Lo hago. Mi flujo sabe a metal, es pegajoso. Meto los dedos nuevamente. Me los chupo. Le encanta que haga eso.
Me ordena que le chupe la concha. Me obliga. Sin previo aviso me agarra con fuerza de los pelos y lleva sin delicadeza mi cabeza entre sus piernas.
- Chupá putita, chupá… - me dice.
En la intimidad nos decimos putita y trolita. Yo soy putita. Ella es trolita. Nos gusta.
Le quito la bombacha que está completamente mojada. Su aroma es fuerte, rico, delicioso, dan ganas de hundir la cabeza allí y moverla. Dan ganas de perfumarme con su flujo por toda la cara. Lo hago. Froto mis mejillas sobre su vagina empapada. Apoyo mi nariz y la frente. Los labios y la lengua. Toda mi cara está bañaba con los flujos de Camila. Hago eso nuevamente. Ella presiona su cuerpo contra mi cara.
- Que putita hermosa que sos – me dice.
Sus palabras me hacen gemir y arremeter contra su agujero con más fuerza. Le sale cada vez más flujo y sin darme cuenta percibo que ella ya está jadeando con los ojos cerrados y su cabeza inclinada hacia atrás.
Lamo su rayita desde abajo hasta alcanzar su clítoris hinchado. Me quedo jugando allí unos segundos, lamiendo con la punta de mi lengua y con velocidad ese clítoris que perece tener vida propia. Ella no soporta el placer y grita, tiembla, y finalmente tiene que apoyar su mano sobre mi frente para alejarme. Observo en primer plano su vagina latir, la soplo, ella jadea. Vuelvo a lamer con la lengua. Ella vuelve a alejarme. Está por acabar, es cuestión de segundos. La escupo y ella me insulta.
- Hija de puta – me dice.
Continuo chupándosela. La sujeto con las dos manos de sus glúteos. Ella hace fuerzas para alejarme. Está gritando, gime como una yegua y su mano en mi frente no tiene la fuerza suficiente para alejarme. Sus muslos tiemblan tratando de escapar de esa tortura de placer. Siento como sus glúteos se contraen cada vez más. Cae rendida y quita sus manos de mi cabeza y se resigna. Está recostada sobre el sillón gritando y jadeando como nunca. Se mueve como una serpiente en sus últimos intentos por escapar de mi lengua. Siento como mi boca se llena de flujo espeso y pegajoso a la vez que ella lanza un sonoro alarido. Clava sus uñas sobre mi nuca y queda inmóvil. Me acaricia la cabeza y me agradece.
Sus ojos se apagaron. Su rostro me muestra tranquilidad. Voy al baño a lavarme la cara y la boca. Cuando regreso ella ya está dormida con una sonrisa en su boca. Me acuesto a su lado y me duermo. También con una sonrisa.
3 comentarios - Dándole placer a Camila
Me encanto! Muy caliente!
Que bueno volverte a leer!
Gracias por compartir
Me encanto... 😉
Te dejo puntitos y besitos...