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Fantasía... ¿O realidad? Capítulo 6

¿Una película? Una película, pero porno, iba a hacer yo con Mar. Pero intrigado como estaba, decidí seguir el juego, a ver hasta dónde me llevaba esta vez.
Pusimos, efectivamente, una película y nos sentamos en el sofá. Nos recostamos, más bien. Uno en cada lado. Y se puso juguetona. Sus pies empezaron a recorrer mi paquete que, adivinadlo, se empalmó de forma exagerada enseguida. Yo, encantado, me dejaba hacer, y mientras uno de sus piececitos recorría mi polla, yo acariciaba el otro, lo masajeaba, me lo llevaba a la boca y jugueteaba con él… La verdad es que los dos estábamos excitándonos muchísimo, y la película había dejado de importarnos hacía tiempo, así que decidimos acercarnos un poco más. La tomé en brazos, de hecho. Se sentó sobre mi y pude notar su coño empapadísimo. La cogí con firmeza de las nalgas y empezamos a besarnos de forma apasionada. Daba pequeños saltitos sobre mi, y cada vez me tenía más cachondo, así que simplemente me saqué el rabo, aparté la braguita apenas y la penetré. Cómo cabalgaba. Era una potrilla salvaje. La despojé de la camiseta a tirantes, que pudiésemos sentir nuestros pechos en contacto y seguí follándola con lujuria. Se dio la vuelta por completo, sin permitir que saliese de ella, y esa “vuelta de tuerca” me puso más caliente todavía. Casi medio año compartiendo piso, y yo perdiéndome esto, pensaba… De repente se levantó, me miró a los ojos fijamente, y me preguntó… ¿Te has follado a Elena? Derechazo directo a la mandíbula. Esa sí que no me la esperaba. Hasta aquí llegó la fiesta, pensé.
No como a ti, mentí a medias (de hecho, a Elenita le estuve dando por el culo, y de eso ya hacía un tiempo).
¿Cómo? Gancho a la izquierda. De esta me tumba, no salgo vivo. Así que decidí coger el toro por los cuernos, y decirle la verdad. Le estaba follando el culo en la ducha el día que me pillaste corriéndome en sus bragas, le confesé.
Igual que no me esperaba sus preguntas, tampoco esperaba su reacción. Las cosas con Mar nunca eran previsibles.

Sonrió, se arrodilló y se llevó a la boca mi polla, que seguía inquieta tras haber sido expulsada del paraíso hacía un rato con tanta brusquedad. Era toda una experta, cada vez que su mano bajaba, me acariciaba los huevos llevándome a la locura. Y tomaba de mi sin empacho; de hecho, cada mamada me transportaba al cielo. Cuidado, le advertí. Se la sacó de la boca, sonrió mirándome a los ojos… Y volvió a metérsela en la boca, chupando con mayor intensidad si cabe. La corrida fue de impresión, y como gatita hambrienta, no desperdició una gotita. Me había dejado más que satisfecho, y me dispuse a corresponder tanta generosidad. De hecho, desde la noche en que compartimos cama (el día del trabajo) no había dejado de pensar en su coño y me moría por comérselo. Espera, me dijo… Quiero que nos pille.

¿Qué nos pille? ¿Qué nos pille quién? Esta chica cada vez me sorprendía más… Que nos pille Elena.

Continuará…

¿Fantasía o realidad?

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