Le tenía ganas al vecino

Yo tenía 19 años. Él tenía unos cuarenta y tantos. Hacía dos años que le tenía ganas. Siempre me han gustado los maduros y él me estaba rompiendo la cabeza. Hacía cualquier cosa con tal de que me viera y se diera cuenta, pero nada. Me saludaba, me sonreía, pero de otra cosa, nada. Yo ya tenía un buen par de tetas, grandes y firmes, y tenía un buen culo también. Desde mi terraza podía ver la de él y cada vez que subía, hacía algo para provocarlo. Él tenía un cuerpazo de aquellos. Bien trabajado, con la justa cantidad de vello en el pecho y el abdomen. Tenía el pelo corto pero no mucho. Como era carpintero y trabajaba mucho al sol, siempre tenía un color fenomenal. Tenía unas manos enormes y a mi me encantaban. Todos los días, hacía algo para que me dijera algo y yo me pudiera agarrar de eso y tener lo que quería.
Un día, cuando volvía a casa al mediodía, él estaba en la puerta, que recién llegaba también. Me vio y me saludó como siempre, y como siempre, yo me quedé mirándolo, esperando algo mas. El tenía las llaves en la mano y me miraba también. Fue entonces cuando me dijo que me acercara. ¡Por fin! Me acerqué y miró para todos lados, como queriendo asegurarse que no había nadie mirando. Me dijo: siempre me estás mirando...¿te gusto? Claro que sí, le respondí. Y agregué enseguida. 'Y te tengo unas ganas terribles...' Él se rió bajito y me respondió. 'Yo también te tengo unas ganas bárbaras, pero no sabía si estábamos en el mismo canal.' Le dije que estaba sola durante todo el día y que si tantas ganas me tenía, que se las sacara ya mismo. Él se volvió a reír. '¿Estás segura que no va a venir nadie y a extrañarse que no estés?' Le aseguré que no iba a pasar nada, así que me invitó a entrar. Ni bien entré, me agarró las tetas con firmeza y me habló al oído. 'Tus tetas me vuelven loco. No sabes las veces que me pajeé pensando en tus tetas...' Yo tenía ganas de decirle que yo también me había pajeado pensando en su verga, pero no me salía nada. Me manoseaba las tetas tan bien que no podía hablar. Me sacó la remera y el corpiño. Me miró las tetas un rato y se puso a chuparlas. ¡Que bien lo hacía! Las apretaba, las chupaba, las lamía...y yo estaba cada vez mas mojada y cada vez mas ansiosa de sacarle la verga del pantalón y chupársela hasta que le saltara la leche. '¿Sos virgen?' Preguntó él. Le respondí que no y después me dijo. '¿Querés ver mi pija? Hace rato que la tengo dura...' Le dije que sí, que me dejara sacarla. '¿Me la vas a chupar? Porque yo te voy a chupar bien la conchita...seguro que la tenés toda mojadita...'Y le saqué la verga dura de los pantalones. Era de largo medio, pero la tenía muy gorda y la cabeza era amplia y estaba roja como una frutilla. Un poco de líquido ya asomaba de la punta y yo no aguanté las ganas y me arrodillé delante de él para pasarle la lengua y lamerle el jugo. Él me detuvo y me dijo que si se la chupaba ahora me iba a dejar la boca llena de leche. No tenía problemas con eso. Había estado fantaseando con chuparle la verga desde hacía un buen rato. ‘Primero te quiero ver toda desnudita.’ Me dijo él. Me llevó hasta un sofá que tenía en la habitación y me sacó la ropa que me quedaba, pero no me sacó la bombacha. Me frotó la concha a través de la tela. ‘Estás tan mojada que empapaste la bombachita…mmmmmm…¡cómo te voy a lamer esa conchita calentita!’ Me sacó la última prenda y me pasó los dedos por la concha. Me la frotaba despacio al principio y después empezó a moverlos mas rápido, pero no me dejó acabar. Me pidió que me acostara en la cama y que abriera bien las piernas. ‘Tengo muchas ganas de pasarte la lengua en esa concha y en ese culito…¿te hicieron la cola alguna vez? ¿Me dejás que te lo chupe un poco?’ Y yo me moría de ganas de dejarlo hacerme lo que quisiera. Nunca me la habían metido en el culo, pero con ese tipo estaba dispuesta a hacerlo si me lo pedía. Le dije que lo mucho que me habían hecho en el culo era meterme uno o dos dedos, pero nunca me lo habían cogido. ‘Bueno, hoy no te la voy a meter por el culo, pero a lo mejor, otro día podemos empezar a jugar de a poquito, querés?’ Claro que quería, pero en ese momento, lo que mas quería era que me metiera esa pija gorda en la concha y me hiciera gritar como una puta. Y así se lo dije. El me respondió, ‘¿No querés que juguemos un ratito? Vos podés acabar varias veces seguidas, pero yo tengo que esperar un rato entre leche y leche.’ Sin decir mas, me abrió la concha con los dedos y me pasó la lengua de abajo hacia arriba, me chupó el clítoris y empezó a meterme los dedos, pajeándome mientras me chupaba. Sin sacarme los dedos, ya tenía tres metidos, me empezó a chupar el culo. ‘¿Me dijiste que te habían metido los dedos en el culo? Entonces, yo también te puedo meter un dedo, no?’ Ni le tuve que decir que si ni nada. Sacó los dedos de la concha y mojados como estaban me metió el índice adentro, mientras me seguía comiendo la conchita y me cogía con la lengua. Sacó el índice y me metió el pulgar. Al ratito nada mas, acabé y él me chupó un poquito mas. Me dejó descansar un ratito y después me dijo, ‘ponete en cuatro…ya te cogieron en cuatro, no?’ La verdad era que nunca me habían cogido mas que estando abajo, así que me encantó la idea. Me puse en cuatro y él me abrió las piernas. Me frotó un poco la verga sobre la concha y el culo y después me la empezó a meter despacito. Yo lo miré sobre el hombro y le dije, ‘si me vas coger, cogeme como a una puta…me gusta que me cojan fuerte.”
Él se rió y me contestó, ‘¿Te gusta que te cojan como a una puta? ¿Y te gusta que te digan putita también?’ Lo miré, le sonreí y le dije, ‘eso es lo que me gusta. Nada de dulzuras, me cogés fuerte y me decís lo muy puta que soy.’
‘Bueno, si así te gusta…’ Y me la enterró hasta el fondo, hasta los huevos. Grité, pero no de dolor, así era como me gustaba coger. Me la metió un rato así, agarrándome del pelo y metiéndola con fuerza y metiendo uno o dos dedos en el culo de vez en cuando. Cuando se cansó de meterla así, me hizo acostarme boca arriba de nuevo, me abrió bien las piernas y me la puso de nuevo. Dijo que quería verme la cara cuando acabara y que quería echarme la leche en las tetas o en la boca. Yo quería mamársela, así que le dije que me dejara chuparla cuando estuviera por acabar, para poder tragarme toda la leche que le saliera. Cogimos unos diez minutos mas así hasta que me dijo, ‘ya viene la leche, putita, chupame bien la verga y haceme saltar la lechita…’
Se la chupé con ganas, me metí tanta pija como pude en la boca. Él empezó a gemir mas fuerte y enseguida, lanzó una buena cantidad de leche espesa y blanca. Me tragué todo lo que no me chorreaba. Cuando se calmó un poco, me miró y me dijo. ‘¡Que buena mamada, puta! ¿Te gustó mi leche? ¿Te gustó chuparme la pija, putita?’
Me había encantado.
Ese día no pudimos coger mas porque se había hecho tarde y yo tenía que volver a casa antes que mis tíos volvieran de trabajar.
Pero nos seguimos viendo durante dos años hasta que él se mudó. En esos dos años, hicimos de todo, pero esas historias las dejo para otros relatos.