Todo comenzó en una reunión. Mi esposa llevaba un pantalón de manta que se transparentaba a contraluz, un amigo en común de ambos tenía mucha confianza con ella y le dijo al pasar "no traes calzones". Yo alcancé a escuchar y el amigo me miró serio. Seguimos bebiendo cervezas y cuando oscurecía él insistió y volvió a decirle cuando pasaba junto a él "no traes calzones", me acerqué a ellos y le dije a mi esposa, "enséñale, sácalo de la duda" el amigo me miró interrogante, pensaba que me había molestado por sus comentarios, pero no era así. Mi esposa estiró el elástico del pantalón de manta y le enseñó el pequeño tirante de la tanga blanca que llevaba puesta ese día, nuestro amigo miró al interior del pantalón queriendo ver más allá, me volteó a ver una vez más y le dije "adelante". Metió su mano para jalar el resorte de la tanga, mi mujer protestó porque se le metía entre los labios de su vagina —más tarde en el camino a casa me lo dijo—, pero al final sonrío y le dijo al sorprendido amigo "¿ves que si traigo?" y se alejó contoneando las nalgas, provocativa y sensual.
Esto me excito de sobremanera, el ver que mi mujer se exhibiera aunque sea un poco, me puso la verga bastante dura. Después de la reunión, al llegar a casa, rápidamente en la recámara, le quite el conjunto de manta y empecé por mirar su tanga y como le cubría apenas la concha y se perdía seductoramente entre sus nalgas. Comencé dándole unos lengüetazos en el clítoris, haciéndola gemir, le encantaba que la chupara sin quitarle la ropa interior, me decía que se sentía violada y eso le excitaba mucho. Le metí mi verga hasta lo más profundo de su garganta y después me pidió que la penetrara por atrás cuando ya su conchita rezumaba de jugo.
-¡Métemelo!, ¡más fuerte, duro, duro! ¡pégame con tus huevos en el clítoris! ¡cógeme! ¡cógeme!
Mi mujer es una cachonda en la cama, detrás de su imagen de ejecutiva se esconde una puta de las más putas.
Pasaron algunas semanas y encontré al amigo de aquella vez en la reunión en un bar, platicamos un poco y me empezó a hacer preguntas sobre mi mujer. De inmediato adiviné sus intenciones. Me hizo referencia a ese día y me preguntó si no estaba enojado por haberse propasado con ella. Le dije que no, que estuviera tranquilo. Más tarde, después de muchas cervezas, le pregunté que si mi mujer le parecía atractiva.
—¡Hombre! y a quien no. Tiene un buen par de tetas que lucen mucho cuando no lleva sostén, se le ven los pezones y ese culo lo ha de mover bastante bien a la hora de coger. —Me dijo bastante desinhibido por el efecto de la cerveza—
—¿Tú si le dabas? —Le contesté
—¡Qué si no hombre!
En ese momento me imaginé a mi mujer con toda esa lujuria al momento de coger pero con mi amigo, nuevamente la verga se me paró sólo de pensar como sería presenciar algo así.
En los días que siguieron, se me ocurrió tomarle una foto a sus tetas con el celular. La guardé y me olvidé algunos días de ella. En una noche en que estaba revisando mi correo electrónico, mi amigo se conectó por el mensajero y chateamos un poco. A medida que avanzaba la conversación, se me iba ocurriendo algo que me excitó.
—Oye compadre, ¿te gustaría ver una foto de las tetas de mi mujer?
No escribió nada por un rato. De pronto la alerta de sonido me indicó que había un mensaje no leído.
—A ver mándala. —Se la envié vía mail y espere su repuesta por el mensajero.
—¡Que ricas las tiene! Si se las mamaba y le daba una buena cogida —Me contestó—
Tenía que advertirle que esto quedaba estrictamente limitado a nosotros dos, ella obviamente no sabría nunca de este asunto. Mi amigo se entusiasmo cuando le mencioné que le mandaría más fotos de mi mujer.
No hubo problema para seguir tomando fotos, mi mujer posaba mostrando el culo o abriéndose la concha, metiéndose los dedos, mamándome la verga y metiéndosela. Mi amigo estaba ávido de las fotos, nunca se imagino ver así a mi esposa, voluptuosa, chorreando lujuria por la concha.
Lo invité a tomar unas cervezas a mi casa, esa noche llegó con más cervezas de las que pudiéramos tomar en una semana. Nos sentamos en la mesa de afuera, en el jardín, disfrutando del clima veraniego. Platicábamos animadamente de nuestras aventuras mientras trabajábamos para una constructora en otra ciudad, cuando por las escaleras baja mi mujer con tremendas zapatillas de tacón y una diminuta minifalda de mezclilla, se veía sumamente sexy. Sus piernas eran blancas, bien formadas, no gordas no delgadas, llevaba una chamarra también de mezclilla y una blusa negra con un escote bastante atrevido.
—Iré con mis compañeras del trabajo a beber un trago —No se había percatado de que teníamos visitas—
Saludo efusivamente a nuestro amigo, cuando se inclinó para besarlo en la mejilla, vi como se asomaban las curvas de sus nalgas. No le dije nada porque ya de verla me estaba excitando. Ahora fui yo quien le dijo "no traes calzones" Sonrío y nos preguntó ¿Me invitan una cerveza? El amigo muy acomedido le alcanzó una y me di cuenta de como la miraba, con deseo, con todas las ganas de meterle la verga por todos los orificios naturales de su cuerpo. Se sentó frente a nosotros dos, ninguno podíamos quitar la vista de sus piernas o del escote, lucía bastante bien. Se quedó con nosotros, dejó plantadas a sus amigas aceptando que se estaba divirtiendo más con nuestra compañía. Sé acomodó en la silla y me acerqué para decirle "no traes calzones"
—¿Qué quieres apostar a que sí? —me replicó—
—Déjame pensar... ¡no! vas a perder —Se volteó a mirar al amigo y le pregunto:
—¿Tú qué crees? ¿Traigo calzones o no?
El amigo titubeante, logró decirle
—Es difícil saber...no se alcanza a ver —El juego había comenzado, ella se levantó de la silla y camino dos pasos hacia el jardín.
—¿Se me ve el culo? —le preguntó coqueta al amigo— Él sólo logró decir "sí" me miró con intención de pedir permiso, le asentí con la cabeza y caminó hasta donde estaba mi mujer, la puso de espaladas y le indicó que se agachara un poco, ella accedió y nos mostró a ambos como la tanga se perdía entre sus nalgas y apenas sí cubría su ano, habíamos perdido la apuesta.
—¿Cuál va a ser el pago? —Le pregunté—
—Ella paseaba la mirada de uno a otro y por fin dijo:
—Quiero que los dos me cojan. —Solté una carcajada y el amigo me volteó a ver nervioso y consternado—
—Es en serio, ya me di cuenta de como me miran y quiero sentir dos vergas al mismo tiempo. —Diciendo esto se acercó al amigo y le empezó a acariciar la verga por encima del pantalón. Yo estaba excitadísimo, jamás pensé que cumplir una fantasía resultara tan fácil como en aquel momento así que no lo dudé y dije estar de acuerdo. De inmediato mi esposa se abalanzó sobre el amigo, lo besaba metiéndole la lengua, gimiendo de tan caliente que se sentía, nuestro amigo metía su mano por debajo de la minifalda acariciaba todas las nalgas de mi mujer, ese estupendo culo iba a ser de él por fin.
Miraba la escena y sentía marejadas de excitación, mi mujer se quitó la chamarra dejando ver que debajo de la blusa no llevaba sostén, le encantaba andar así, sus grandes tetas se comprimían con la blusa marcando la protuberancia de sus pezones, se levantó la blusa y le ofreció los pechos al amigo
—¡Muérdelos! ¡fuerte! ¡más! ¡Lastímame! —Nuestro amigo obedecía dándole el placer que pedía mi mujer, ella se restregaba contra él, lo estaba disfrutando tanto como yo.
Mientras los veía me masturbaba desde mi silla. Cayo la minifalda, dejándonos ver su diminuta tanga que apenas si le cubría la concha, yo no quería acabar todavía pero la escena me obligaba. Tuve que bajar el ritmo, estaba por venir lo mejor.
El amigó ya se había despojado de toda su ropa, estaba sentado en la silla, mi mujer se puso en cuatro patas y como una gata en celo, se acercó al amigo, con la lengua le fue lamiendo desde la rodilla hasta la entrepierna, despacio, pausadamente, le lamió los huevos e introdujo sin ayuda de sus manos, la verga erecta que tenía enfrente. El amigo pegó un brinco al sentir que le tragaban toda la pija, ella hacia movimientos suaves, rítmicos, sí que sabía que hacer con una verga, muchas veces me hizo acabar antes de que la penetrara, sabía mover su lengua, sabía como lubricar con su saliva aquel pito. El amigo se dejaba llevar por el placer. Después de un rato de mamadas, ella pidió para sí lo mismo, se hizo a un lado la tanguita y dejo ver los labios de su concha, apretaditos, totalmente depilada, escurriendo ese rico jugo, el amigo no dudó, le abrió los labios con delicadeza, buscó el clítoris de mi esposa y empezó a estimularlo con su lengua, ella se arqueaba de vez en vez con los ojos entrecerrados. Cuando ya no pudo más, se montó sobre el amigo, agarró su verga y se la metió lo más adentro que pudo, se movía como una puta profesional, se dejó caer sobre el pecho del amigo pidiéndole nuevamente le mordiera los pezones, el tamaño de sus tetas cubrían por completo la cara de él, me miró con una sonrisa maliciosa, nuevamente se acomodó sobre él y me dijo:
—Chúpame el culo. —Me puse en posición, metí mi cara entre sus nalgas, lamía su ano y percibía el olor de su vagina y el sudor mezclados.
—Méteme la lengua. —Le gustaba que le metiera la lengua en el ano porque decía que los dedos o mi verga la lastimaban, lo tenía muy apretado, igual que su concha.
Mi compadre metía y sacaba su verga de aquella exquisita concha. Lástima que me había perdido lamerla cuando empezaba a fluir su jugo, era verdaderamente delicioso hacerlo.
—Dame un beso le dijo al amigo —Le voy a mamar la verga a mi marido hasta que se venga en mi boca— Así que lo beso casi con desesperación, movía su lengua furiosamente, así como movía el culo. Cambió de posición, ahora le daba la espalda a él y quedaba frente a mí, le metí la verga en la boca y empezó a mamármela como nunca lo había hecho, se notaba que estaba al límite de la excitación, sus pezones parecían que iban a reventar, me gustaba como me ensalivaba, como movía su boca de arriba a abajo, como tragaba mi verga, como la dejaba salir. Al cabo de un tiempo, recibió dos descargas de semen, una en la concha por parte de el amigo otra en su boca por parte mía. Se estremeció en un orgasmo que se prolongo hasta que ya no pudo moverse más. Apretaba la verga del amigo con su concha y hacia lo propio con la mía en su boca. Fue muy intenso. Así fue cómo sin querer se cumplió una fantasía con mi esposa y nuestro amigo.
Esto me excito de sobremanera, el ver que mi mujer se exhibiera aunque sea un poco, me puso la verga bastante dura. Después de la reunión, al llegar a casa, rápidamente en la recámara, le quite el conjunto de manta y empecé por mirar su tanga y como le cubría apenas la concha y se perdía seductoramente entre sus nalgas. Comencé dándole unos lengüetazos en el clítoris, haciéndola gemir, le encantaba que la chupara sin quitarle la ropa interior, me decía que se sentía violada y eso le excitaba mucho. Le metí mi verga hasta lo más profundo de su garganta y después me pidió que la penetrara por atrás cuando ya su conchita rezumaba de jugo.
-¡Métemelo!, ¡más fuerte, duro, duro! ¡pégame con tus huevos en el clítoris! ¡cógeme! ¡cógeme!
Mi mujer es una cachonda en la cama, detrás de su imagen de ejecutiva se esconde una puta de las más putas.
Pasaron algunas semanas y encontré al amigo de aquella vez en la reunión en un bar, platicamos un poco y me empezó a hacer preguntas sobre mi mujer. De inmediato adiviné sus intenciones. Me hizo referencia a ese día y me preguntó si no estaba enojado por haberse propasado con ella. Le dije que no, que estuviera tranquilo. Más tarde, después de muchas cervezas, le pregunté que si mi mujer le parecía atractiva.
—¡Hombre! y a quien no. Tiene un buen par de tetas que lucen mucho cuando no lleva sostén, se le ven los pezones y ese culo lo ha de mover bastante bien a la hora de coger. —Me dijo bastante desinhibido por el efecto de la cerveza—
—¿Tú si le dabas? —Le contesté
—¡Qué si no hombre!
En ese momento me imaginé a mi mujer con toda esa lujuria al momento de coger pero con mi amigo, nuevamente la verga se me paró sólo de pensar como sería presenciar algo así.
En los días que siguieron, se me ocurrió tomarle una foto a sus tetas con el celular. La guardé y me olvidé algunos días de ella. En una noche en que estaba revisando mi correo electrónico, mi amigo se conectó por el mensajero y chateamos un poco. A medida que avanzaba la conversación, se me iba ocurriendo algo que me excitó.
—Oye compadre, ¿te gustaría ver una foto de las tetas de mi mujer?
No escribió nada por un rato. De pronto la alerta de sonido me indicó que había un mensaje no leído.
—A ver mándala. —Se la envié vía mail y espere su repuesta por el mensajero.
—¡Que ricas las tiene! Si se las mamaba y le daba una buena cogida —Me contestó—
Tenía que advertirle que esto quedaba estrictamente limitado a nosotros dos, ella obviamente no sabría nunca de este asunto. Mi amigo se entusiasmo cuando le mencioné que le mandaría más fotos de mi mujer.
No hubo problema para seguir tomando fotos, mi mujer posaba mostrando el culo o abriéndose la concha, metiéndose los dedos, mamándome la verga y metiéndosela. Mi amigo estaba ávido de las fotos, nunca se imagino ver así a mi esposa, voluptuosa, chorreando lujuria por la concha.
Lo invité a tomar unas cervezas a mi casa, esa noche llegó con más cervezas de las que pudiéramos tomar en una semana. Nos sentamos en la mesa de afuera, en el jardín, disfrutando del clima veraniego. Platicábamos animadamente de nuestras aventuras mientras trabajábamos para una constructora en otra ciudad, cuando por las escaleras baja mi mujer con tremendas zapatillas de tacón y una diminuta minifalda de mezclilla, se veía sumamente sexy. Sus piernas eran blancas, bien formadas, no gordas no delgadas, llevaba una chamarra también de mezclilla y una blusa negra con un escote bastante atrevido.
—Iré con mis compañeras del trabajo a beber un trago —No se había percatado de que teníamos visitas—
Saludo efusivamente a nuestro amigo, cuando se inclinó para besarlo en la mejilla, vi como se asomaban las curvas de sus nalgas. No le dije nada porque ya de verla me estaba excitando. Ahora fui yo quien le dijo "no traes calzones" Sonrío y nos preguntó ¿Me invitan una cerveza? El amigo muy acomedido le alcanzó una y me di cuenta de como la miraba, con deseo, con todas las ganas de meterle la verga por todos los orificios naturales de su cuerpo. Se sentó frente a nosotros dos, ninguno podíamos quitar la vista de sus piernas o del escote, lucía bastante bien. Se quedó con nosotros, dejó plantadas a sus amigas aceptando que se estaba divirtiendo más con nuestra compañía. Sé acomodó en la silla y me acerqué para decirle "no traes calzones"
—¿Qué quieres apostar a que sí? —me replicó—
—Déjame pensar... ¡no! vas a perder —Se volteó a mirar al amigo y le pregunto:
—¿Tú qué crees? ¿Traigo calzones o no?
El amigo titubeante, logró decirle
—Es difícil saber...no se alcanza a ver —El juego había comenzado, ella se levantó de la silla y camino dos pasos hacia el jardín.
—¿Se me ve el culo? —le preguntó coqueta al amigo— Él sólo logró decir "sí" me miró con intención de pedir permiso, le asentí con la cabeza y caminó hasta donde estaba mi mujer, la puso de espaladas y le indicó que se agachara un poco, ella accedió y nos mostró a ambos como la tanga se perdía entre sus nalgas y apenas sí cubría su ano, habíamos perdido la apuesta.
—¿Cuál va a ser el pago? —Le pregunté—
—Ella paseaba la mirada de uno a otro y por fin dijo:
—Quiero que los dos me cojan. —Solté una carcajada y el amigo me volteó a ver nervioso y consternado—
—Es en serio, ya me di cuenta de como me miran y quiero sentir dos vergas al mismo tiempo. —Diciendo esto se acercó al amigo y le empezó a acariciar la verga por encima del pantalón. Yo estaba excitadísimo, jamás pensé que cumplir una fantasía resultara tan fácil como en aquel momento así que no lo dudé y dije estar de acuerdo. De inmediato mi esposa se abalanzó sobre el amigo, lo besaba metiéndole la lengua, gimiendo de tan caliente que se sentía, nuestro amigo metía su mano por debajo de la minifalda acariciaba todas las nalgas de mi mujer, ese estupendo culo iba a ser de él por fin.
Miraba la escena y sentía marejadas de excitación, mi mujer se quitó la chamarra dejando ver que debajo de la blusa no llevaba sostén, le encantaba andar así, sus grandes tetas se comprimían con la blusa marcando la protuberancia de sus pezones, se levantó la blusa y le ofreció los pechos al amigo
—¡Muérdelos! ¡fuerte! ¡más! ¡Lastímame! —Nuestro amigo obedecía dándole el placer que pedía mi mujer, ella se restregaba contra él, lo estaba disfrutando tanto como yo.
Mientras los veía me masturbaba desde mi silla. Cayo la minifalda, dejándonos ver su diminuta tanga que apenas si le cubría la concha, yo no quería acabar todavía pero la escena me obligaba. Tuve que bajar el ritmo, estaba por venir lo mejor.
El amigó ya se había despojado de toda su ropa, estaba sentado en la silla, mi mujer se puso en cuatro patas y como una gata en celo, se acercó al amigo, con la lengua le fue lamiendo desde la rodilla hasta la entrepierna, despacio, pausadamente, le lamió los huevos e introdujo sin ayuda de sus manos, la verga erecta que tenía enfrente. El amigo pegó un brinco al sentir que le tragaban toda la pija, ella hacia movimientos suaves, rítmicos, sí que sabía que hacer con una verga, muchas veces me hizo acabar antes de que la penetrara, sabía mover su lengua, sabía como lubricar con su saliva aquel pito. El amigo se dejaba llevar por el placer. Después de un rato de mamadas, ella pidió para sí lo mismo, se hizo a un lado la tanguita y dejo ver los labios de su concha, apretaditos, totalmente depilada, escurriendo ese rico jugo, el amigo no dudó, le abrió los labios con delicadeza, buscó el clítoris de mi esposa y empezó a estimularlo con su lengua, ella se arqueaba de vez en vez con los ojos entrecerrados. Cuando ya no pudo más, se montó sobre el amigo, agarró su verga y se la metió lo más adentro que pudo, se movía como una puta profesional, se dejó caer sobre el pecho del amigo pidiéndole nuevamente le mordiera los pezones, el tamaño de sus tetas cubrían por completo la cara de él, me miró con una sonrisa maliciosa, nuevamente se acomodó sobre él y me dijo:
—Chúpame el culo. —Me puse en posición, metí mi cara entre sus nalgas, lamía su ano y percibía el olor de su vagina y el sudor mezclados.
—Méteme la lengua. —Le gustaba que le metiera la lengua en el ano porque decía que los dedos o mi verga la lastimaban, lo tenía muy apretado, igual que su concha.
Mi compadre metía y sacaba su verga de aquella exquisita concha. Lástima que me había perdido lamerla cuando empezaba a fluir su jugo, era verdaderamente delicioso hacerlo.
—Dame un beso le dijo al amigo —Le voy a mamar la verga a mi marido hasta que se venga en mi boca— Así que lo beso casi con desesperación, movía su lengua furiosamente, así como movía el culo. Cambió de posición, ahora le daba la espalda a él y quedaba frente a mí, le metí la verga en la boca y empezó a mamármela como nunca lo había hecho, se notaba que estaba al límite de la excitación, sus pezones parecían que iban a reventar, me gustaba como me ensalivaba, como movía su boca de arriba a abajo, como tragaba mi verga, como la dejaba salir. Al cabo de un tiempo, recibió dos descargas de semen, una en la concha por parte de el amigo otra en su boca por parte mía. Se estremeció en un orgasmo que se prolongo hasta que ya no pudo moverse más. Apretaba la verga del amigo con su concha y hacia lo propio con la mía en su boca. Fue muy intenso. Así fue cómo sin querer se cumplió una fantasía con mi esposa y nuestro amigo.
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