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Dicen que el a la suerte hay que saberla acompañar. Y creo que en esta historia, fue así.
Ocurrió en un boliche, el lugar mas propicio para lograr algún encuentro. Al menos, el lugar en el cual, la mayoría de los que vamos, vamos en busca de eso. Encuentros, conocer gente, explorar. No hacía mucho que había entrado, pedí un trago y junto a un amigo, hablamos de todo un poco, mientras íbamos mirando cómo se presentaba la escena en ese lugar. No pasó mucho tiempo que mi amigo ya había encontrado una mujer y se puso a charlar con ella. Yo, en cambio, quedé solo. Y de alguna manera, mas expuesto a buscar a alguien. Y ese alguien no demoró en aparecer.
Sentados junto a la barra, comenzamos a hablar. Por lo general, esos diálogos no suelen ser muy profundos. Son más bien la llave para llegar un poco más lejos. Charla va, charla viene, se generó un buen clima. Obviamente, que si uno está dispuesto a querer mas, hay que ir tanteando como viene la situación. Mientras hablábamos, yo buscaba acercar mi mano a la suya, acompañando algún chiste que se hacía. Pero más que nada para ver si tenía posibilidad de aspirar a más. Y si, no hubo ningún tipo de problema. Tal es así que fue ella la que me propuso que fuésemos a bailar, es decir, irnos de la barra a la ?pista de baile? (término ochentoso si es que los hay).
No soy Travotla ni Fred Astaire. Pero tampoco soy de madera bailando. Es decir, me defiendo. Y como en un boliche importa más la onda que uno le ponga y las sonrisas que puedan conectarte con la otra persona, el ritmo te lleva solo.
No bien tenía oportunidad, trataba de acercar mi cuerpo al de ella. Al principio no resultó tan sencillo, pero al poco tiempo ya estábamos rozándonos, y mis manos rodaban su cintura. Ni me acuerdo qué fue lo que le dije, pero ya ahí estábamos besándonos. La cosa venía más que bien, porque nos sentíamos cómodos, el lugar agradable, la música era un 10. Pero inevitablemente, diría que por una cuestión química, los cuerpos se atraen, y cada vez buscan ir un poco más allá. Intenté besar su cuello, y no tuve resistencia. A partir de ahí, seguimos bailando, pero mis manos buscaron su cola, linda? a la que pude acariciar y acercar su cuerpo mas aun al mío.
Para esta altura, ya estaba con una gran erección, y buscaba apoyar mi pene en su vagina. No bien logré mi cometido, me miró firme (Pensé que se me pudría el rancho) y me encajó un beso de lengua, como nunca me habían dado. La cosa se puso cada vez mas caliente. Fuimos a pedir un trago y de ahí nos fuimos a un lugar que tiene el boliche. Algo así como un reservado, oscuro. Ahí nos sentamos en un sillón y comenzamos a besarnos y meternos mano a más no poder. Mis manos acariciaron sus pechos, bajaba, tocaba la panza y llegue hasta la entrepierna. Ahí cerro sus piernas y me dijo: ?no, acá no?. Esa fue la clave. No dijo que no. Dijo que no en ese lugar. Así que le propuse ir a un hotel que quedaba ahí cerca. Lo pensó. Dudó. Pero al ratito aceptó. Y de la mano nos fuimos juntos hasta ese lugar.
Llegamos. Obviamente que pagué yo la habitación, y nos fuimos como disparados hacia la misma. No bien entramos, nos tiramos en la cama y empezamos a besarnos y a tocarnos. Ella estaba boca abajo. Mientras nos besábamos, yo bajé mi mano hacia su vagina, pero por encima del pantalón. Volví a subir mi mano, y la metí por debajo de la remera y acaricie su corpiño. En ese momento, tomó la posta, se subió encima mío y se quitó la remera y el corpiño, dejando sus tetas al aire libre. Eran lindas. El tamaño era algo normal, pero era excelente su forma. Bien puestas. Yo ya me había sacado la remera, y ella me bajó el pantalón y me acaricio el pene sobre el slip. Comenzó a morderme suavemente la cabecita, y a bajarme el slip con la boca. Ahí nomás empezó a chuparmela con muchas ganas. Al rato, medio como que me miró y entendí perfectamente lo que me quería decir: ?Te toca a vos?.
Practicarle sexo oral a la mujer es una de las cosas que mas me gustan del sexo. Baje su pantalón, y quede contemplando su tanga blanca, mínima, muy hot. Se la bajé suavemente y su vagina era realmente muy hermosa. Velluda, pero con prolijidad. Empecé a besar el bajo vientre, baje dando besos al vello, y cuando llegué a su vagina, mi lengua empezó a jugar con todo. Era un ventilador chupando esa vagina que se mojaba cada vez más. Luego de un buen rato, los gemidos se iban incrementando, se convertían en gritos, hasta que aprisionó con sus manos mi boca contra su vagina y me dijo: ?Dame con todo que estoy por acabar, por favor?. Y así hice. Con la lengua apoyada en su vagina, dejé de hacer el jueguito de lengua, y comencé a hacer un movimiento como negando, para que mi lengua frotase su vagina y el movimiento sea así mas intenso. Pegó un grito increíble, orgásmico. Me pidió que parara por un minuto, pero al ratito se repuso, me la volvió a chupar, me puse el preservativo, y se subió sobre mí a cabalgar como loca. Saltando como perra, tuvo su segundo orgasmo, por lo que estaba cansada, pero quería seguir. Ahí tomé el control.
Le propuse ponerse en cuatro, lo que aceptó gustosamente. Penetre su vagina y empecé a moverme de a poco. Entraba y salía, sin desesperarme, pero continuamente. A medida que pasaba el tiempo, la velocidad aumentaba. En un momento, me detuve, la tome de las caderas y la puse boca arriba, mirándonos. Se abrió de piernas, pero lo que hice fue colocar sus piernas sobre mis hombros. Y ahí si, fue increíble. Yo cerca de acabar, y ella también. Porque en esa posición, el clítoris logra un mejor roce con el pene. Estuvimos así hasta que di un grito terrible de placer, de eyaculación, de orgasmo. Ella no. Por lo que decidí dejar el preservativo a un costado y seguir acariciándole su vagina con mi mano, hasta que pegó otro grito más, otro orgasmo más. Y ahí si. Nos relajamos, descansamos. Lo volvimos a hacer, y nos despedimos.
Dicen que el a la suerte hay que saberla acompañar. Y creo que en esta historia, fue así.
Ocurrió en un boliche, el lugar mas propicio para lograr algún encuentro. Al menos, el lugar en el cual, la mayoría de los que vamos, vamos en busca de eso. Encuentros, conocer gente, explorar. No hacía mucho que había entrado, pedí un trago y junto a un amigo, hablamos de todo un poco, mientras íbamos mirando cómo se presentaba la escena en ese lugar. No pasó mucho tiempo que mi amigo ya había encontrado una mujer y se puso a charlar con ella. Yo, en cambio, quedé solo. Y de alguna manera, mas expuesto a buscar a alguien. Y ese alguien no demoró en aparecer.
Sentados junto a la barra, comenzamos a hablar. Por lo general, esos diálogos no suelen ser muy profundos. Son más bien la llave para llegar un poco más lejos. Charla va, charla viene, se generó un buen clima. Obviamente, que si uno está dispuesto a querer mas, hay que ir tanteando como viene la situación. Mientras hablábamos, yo buscaba acercar mi mano a la suya, acompañando algún chiste que se hacía. Pero más que nada para ver si tenía posibilidad de aspirar a más. Y si, no hubo ningún tipo de problema. Tal es así que fue ella la que me propuso que fuésemos a bailar, es decir, irnos de la barra a la ?pista de baile? (término ochentoso si es que los hay).
No soy Travotla ni Fred Astaire. Pero tampoco soy de madera bailando. Es decir, me defiendo. Y como en un boliche importa más la onda que uno le ponga y las sonrisas que puedan conectarte con la otra persona, el ritmo te lleva solo.
No bien tenía oportunidad, trataba de acercar mi cuerpo al de ella. Al principio no resultó tan sencillo, pero al poco tiempo ya estábamos rozándonos, y mis manos rodaban su cintura. Ni me acuerdo qué fue lo que le dije, pero ya ahí estábamos besándonos. La cosa venía más que bien, porque nos sentíamos cómodos, el lugar agradable, la música era un 10. Pero inevitablemente, diría que por una cuestión química, los cuerpos se atraen, y cada vez buscan ir un poco más allá. Intenté besar su cuello, y no tuve resistencia. A partir de ahí, seguimos bailando, pero mis manos buscaron su cola, linda? a la que pude acariciar y acercar su cuerpo mas aun al mío.
Para esta altura, ya estaba con una gran erección, y buscaba apoyar mi pene en su vagina. No bien logré mi cometido, me miró firme (Pensé que se me pudría el rancho) y me encajó un beso de lengua, como nunca me habían dado. La cosa se puso cada vez mas caliente. Fuimos a pedir un trago y de ahí nos fuimos a un lugar que tiene el boliche. Algo así como un reservado, oscuro. Ahí nos sentamos en un sillón y comenzamos a besarnos y meternos mano a más no poder. Mis manos acariciaron sus pechos, bajaba, tocaba la panza y llegue hasta la entrepierna. Ahí cerro sus piernas y me dijo: ?no, acá no?. Esa fue la clave. No dijo que no. Dijo que no en ese lugar. Así que le propuse ir a un hotel que quedaba ahí cerca. Lo pensó. Dudó. Pero al ratito aceptó. Y de la mano nos fuimos juntos hasta ese lugar.
Llegamos. Obviamente que pagué yo la habitación, y nos fuimos como disparados hacia la misma. No bien entramos, nos tiramos en la cama y empezamos a besarnos y a tocarnos. Ella estaba boca abajo. Mientras nos besábamos, yo bajé mi mano hacia su vagina, pero por encima del pantalón. Volví a subir mi mano, y la metí por debajo de la remera y acaricie su corpiño. En ese momento, tomó la posta, se subió encima mío y se quitó la remera y el corpiño, dejando sus tetas al aire libre. Eran lindas. El tamaño era algo normal, pero era excelente su forma. Bien puestas. Yo ya me había sacado la remera, y ella me bajó el pantalón y me acaricio el pene sobre el slip. Comenzó a morderme suavemente la cabecita, y a bajarme el slip con la boca. Ahí nomás empezó a chuparmela con muchas ganas. Al rato, medio como que me miró y entendí perfectamente lo que me quería decir: ?Te toca a vos?.
Practicarle sexo oral a la mujer es una de las cosas que mas me gustan del sexo. Baje su pantalón, y quede contemplando su tanga blanca, mínima, muy hot. Se la bajé suavemente y su vagina era realmente muy hermosa. Velluda, pero con prolijidad. Empecé a besar el bajo vientre, baje dando besos al vello, y cuando llegué a su vagina, mi lengua empezó a jugar con todo. Era un ventilador chupando esa vagina que se mojaba cada vez más. Luego de un buen rato, los gemidos se iban incrementando, se convertían en gritos, hasta que aprisionó con sus manos mi boca contra su vagina y me dijo: ?Dame con todo que estoy por acabar, por favor?. Y así hice. Con la lengua apoyada en su vagina, dejé de hacer el jueguito de lengua, y comencé a hacer un movimiento como negando, para que mi lengua frotase su vagina y el movimiento sea así mas intenso. Pegó un grito increíble, orgásmico. Me pidió que parara por un minuto, pero al ratito se repuso, me la volvió a chupar, me puse el preservativo, y se subió sobre mí a cabalgar como loca. Saltando como perra, tuvo su segundo orgasmo, por lo que estaba cansada, pero quería seguir. Ahí tomé el control.
Le propuse ponerse en cuatro, lo que aceptó gustosamente. Penetre su vagina y empecé a moverme de a poco. Entraba y salía, sin desesperarme, pero continuamente. A medida que pasaba el tiempo, la velocidad aumentaba. En un momento, me detuve, la tome de las caderas y la puse boca arriba, mirándonos. Se abrió de piernas, pero lo que hice fue colocar sus piernas sobre mis hombros. Y ahí si, fue increíble. Yo cerca de acabar, y ella también. Porque en esa posición, el clítoris logra un mejor roce con el pene. Estuvimos así hasta que di un grito terrible de placer, de eyaculación, de orgasmo. Ella no. Por lo que decidí dejar el preservativo a un costado y seguir acariciándole su vagina con mi mano, hasta que pegó otro grito más, otro orgasmo más. Y ahí si. Nos relajamos, descansamos. Lo volvimos a hacer, y nos despedimos.
2 comentarios - un poco de suerte