Esto sucedió hace tres años. En ese entonces mi mujer Silvia y yo teníamos 38 y veníamos de un año muy duro de trabajo y stress por lo cual decidimos escaparnos sin los niños, en la primera oportunidad disponible, una semanita a Florianópolis, en Brasil.
Finalmente ocurrió a mediados de diciembre, previo a la temporada turística, por lo cual el resort hotel en el cual nos alojabamos estaba prácticamente vacio. Los pocos turistas eran brasileños de San Pablo y sólo otra pareja como nosotros eran argentinos, aunque de una ciudad distinta a la nuestra. Con estos últimos, Alejandro y Verónica, entablamos conversación en la primer noche, cuando disfrutábamos de la piscina cerrada.
Ellos son una pareja muy agradable y simpática, siempre de buen humor y buenas personas.
Desde la primer charla vimos que pasaban por una situación similar a la nuestra: la imperiosa necesidad de viajar sólos para reencontrarse con su pareja y la búsqueda de un lugar apacible para disfrutar del sexo, el cual con el stress diario se vuelve cada vez más esporádico.
En la conversación, que cada vez se hacía más amena y divertida, las chicas comienzan a hablar más de la cuenta y nos dejan en evidencia: confiesan que los dos maridos les habíamos pedido que en esas minivacaciones usaran tanguita y ropita supersexy, ya que en la vida diaria a ninguno se le ocurriría pedirles algo así.
- “Ja,ja ! ” comentamos nosotros – “parece que no somos nada originales!”
- “Bueno, bueno…” – dice Alejandro, y haciéndome una guiñada me pregunta :
- “¿ Y a vos como te fue? ” , preguntándole luego a mi esposa:
- “¿ Silvia, le vas a dar el gusto ? ”
- “Si”, dijo mi mujer, “Espero no morirme de verguenza, pero todo sea por complacer al señor, ja ja!”
- “¿ Y ya tienen los disfraces, jaja ?”, preguntó Alejandro
- “No, no… vamos a ver si mañana compramos algo.”
- “Bueno, si quieren vamos juntos” , dijo Verónica, -”Yo tampoco tengo ese tipo de ropita.” Ellos habían rentado un auto para toda la semana así que quedamos para ir de compras al día siguiente.
La mañana amaneció bastante nublada por lo cual, mientras desayunábamos en el restaurant, decidimos aprovechar esas horas para ir a hacer las compras. Alejandro que es el más zafado, averiguó con una de las chicas del personal del resort donde se podía comprar esas mallas. Cerca del mediodía partimos.
En la tienda había de todo y ya te infartabas en la vidriera con las tangas que tenían.
-”Bueno señoras, pasen sin miedo, no se me achiquen”, dije bromeando.
-”Con mucho gusto”, sonrió Verónica.
-”Muy amable caballero”, agregó Silvia.
En los probadores surgieron los problemas para Silvia : ella tiene los senos de tamaño 120 y las mallas brasileñas son todas como para adolescentes de quince, por lo cuál ni siquiera le prendía el sujetador. La vendedora subió al depósito a ver si encontraba algún talle más grande.
Mientras tanto desde el probador Verónica llama a Alejandro :
- “Mirá papi, ¿ como me queda ? ” Alejandro bromea que se desmaya y dice:
-” Vení Juanjo que me quedé sin palabras… decile vos como le queda.”
La superdiminutatanga de Verónica era azul, me dí cuenta del color por el soutien, ya que si voy por la parte de abajo era casi imposible de ver: se le perdía adentro de su enorme cola. El culo de Vero es divino : es enorme, casi desproporcionado para su físico, pero bien parado, las piernas son firmes y torneadas, sin dudas debe haber algún trabajo de gimnasio en ellas.
Me acerqué al probador y seguí el juego: no dije nada, me limité a aplaudir.
-” Jaja, jaja ! “, explotaron los dos.
La vendedora llega con una malla algo más grande para Silvia.
- “Queremos ver, queremos ver” , bromea Alejandro.
Ese sujetador por lo menos le prendía pero le dejaba las tetas muy expuestas ya que las apretaba y se las levantaba.
- “Otro número mayor no tengo”, dijo la vendedora.
- “No importa, la llevamos” , supliqué.
- “Vení Juanjo.” Alejandro me estaba llamando desde otro sector de la tienda. Allí habían unos catalógos de unas bombachitas muy especiales : unas con tajos, otras superdiminutas que sólo tapan los labios de la vagina, etc.
-”¿Que te parecen ?”, preguntó.
-”Se las compro todas”, contesté.
-”Dejame algunas para Vero, por favor, jaja!”
-” Y chicas, ¿están contentas?”
- “Si si, mucho…malditos, ¡nos quieren prostituir!…pero igual estamos refelices”, respondió Verónica sarcásticamente.
- “Jaja”, reímos todos.
En otros locales compramos unos vestiditos cortos y escotados, minifaldas de lycra y algodón y unas blusitas bastante transparentes. Ellas bromeaban que en venganza nos iban a comprar unas mallas tipo nadador. Nos opusimos de inmediato: No somos gays!
-”Bueno todo listo para la función, hoy hay que estrenar chicas. eh ?” , dijo Alejandro.
El cielo comenzó a abrirse y la tarde pintaba para playa. Decidimos almorzar ligero en el centro y allí tuvimos una charla muy distendida. Convinimos que todo esto que estabamos compartiendo era una locura de hacer con recién conocidos en condiciones normales. Pero todo se debía a la buena onda que se había generado desde el inicio entre nosotros, la enorme simpatía de Alejandro y Verónica y el compartir las mismas inquietudes.
Sin duda alguna el desprejuicio que te da el estar lejos de tu ciudad, de tus conocidos, jugó un papel importante.
Sin mencionarlo explícitamente, nos estabamos asociando para disfrutar juntos de una especie de juego de ver vestidas a nuestras esposas como no nos animamos a mostrárlas nunca.
- “Para seguir compartiendo este buen clima -dijo Alejandro- “con todo respeto y sinceridad, que es lo que corresponde, si la respuesta es no, no pasa nada, podemos seguir siendo amigos, y compartiendo actividades en la semana… les quiero proponer si nos quieren acompañar esta tarde a una playa …”(a esta altura a mi ya se me estaba parando)
- “¿ Nudista ?” , se adelantó Silvia.
- “Bueno, no quiere decir que tengamos nosotros la obligación de desnudarnos… es más Vero en este momento me está mirando como para matarme… Nosotros pensabamos ir y yo… bueno, quizás me adelanté, disculpen…”
- “No, está todo bien”- le interrumpí- “a mi me gustaría, no creo que me desnude, pero ir a mirar aunque sea, que decís Silvi, te animás, vamos y vemos.”
-”Yo que sé, no sé…”
-”Dale, animáte” -dijo Vero- “yo por lo pronto digo ahora que no me voy a sacar todo, pero me gustaría ver como es una playa así. Es lo que decíamos recién: hay muy buena onda entre nosotros y somos prácticamente desconocidos, vamos y si algo nos molesta nos volvemos y listo, hagamos un pacto de decirnos todo abiertamente, con absoluta sinceridad, si algo nos incomoda lo planteamos y listo, que les parece ? Dale va a estar divertido, y veremos algo que por lo menos yo no conozco.”
-”Bueno, dale” – dijo Silvia – “vamos”.
-”Entonces brindemos”, dije yo Chin, chin, chocamos los cuatro vasos de plástico con refresco.
Cuando llegamos a la playa el sol ya estaba a pleno, sin embargo no había mucha gente ( aún no era la temporada ) La mayoría eran parejas de hombres.
-”Che, esto está lleno de maricas!, caímos en cualquier lado, jaja!, vamos para otro lado!”. Entonces nos dirigimos a la otra punta de la playa donde había seis o siete parejas “normales”. Ahí las mujeres estaban todas en topless, incluso una se había desnudado completamente.
-”Bueno, acá si que hay mejor ambiente”, comentamos.
Sin embargo a mi esposa Silvia se la seguía notando incómoda.
Nuestras mujeres se quitan la pollera y blusa y quedan en tanga, con el sujetador puesto.
Vero comenta: -”Debería depilarme.” En efecto, unos cuantos pelos se le escapaban por adelante de la diminuta tanga azul.
Nadie comenta nada.
Al rato, Alejandro y Vero se abrazan y comienzan a besarse de a poquito, hasta llegar a besos apasionados de lengua, mientras algo se hablan al oido.
Alejandro pregunta :
-”No les molesta si…?” , mientras amaga que le saca el soutien a su esposa.
-”Por favor, estamos entre amigos” , respondo.
Y así es que con dulzura y lentamente le saca el sostém a su mujer.
Vero sonríe.
Sus tetas son chiquitas, pero muy firmes. Con los pezones muy grandes y paraditos parecen las tetitas de una adolescente. Su carita es preciosa, ojos grandes y verdes, pelo muy negro, lacio y largo. En realidad toda ella parece una chica más jóven, no representaba en absoluto los 37 años que tenía en ese entonces.
Alejandro comienza a pasarle filtro. Yo ya la tengo parada y me tiro en la arena para disimular.
Silvia, mi mujer, permanece callada, sigue un poco cortada. La abrazo entonces e intento besarla. Le hablo entre susurros para que también se anime…
-”Me da verguenza”, me corta, – “vos conocés mi trauma…” Mi mujer tiene el “trauma” de tener unas tetas enormes y pasa su vida ocultándolas; desde muy jovencita sabe que con ellas enloquece a cualquiera y como es algo tímida, siempre tiende a esconderlas.
Silvia es castaña clara y usa el pelo cortito. Mide 1,70 pero tiene todo grande en su cuerpo, parece una vedette, aunque tiene una tendencia a engordar.
- “Dale Silvi”, dice Vero – “si me dejas sola me va a dar verguenza.”
- “Sabés que pasa”, contesta Silvia,-”con toda esta gente me da verguenza, si estuviéramos solos los cuatro no tendría problema.”
La respuesta me sorprendió tanto como me excitó. Lo mismo sucedió con Alejandro, noté que esa frase le desencadenó una erección inmediata.
-”Bueno…”, dijo Alejandro agarrándo la frase al vuelo y sin pérdida de tiempo,
-”…si es por eso no te preocupes, como somos buenos amigos podemos esperarte, que te parece…digamos algo así como…una horita, hasta las 17:00 hs no más!, jajaja! , en la pieza del resort nos las mostrás y listo!”
Silvia sonrió.
Las barbaridades que decía Alejandro no quedaban mal debido a su poderosa simpatía; la misma frase en otra persona hubiera resultado grosera.
-”Jaja!” , reaccioné mientras abrazaba a mi esposa, dándole entonces un beso grande, que se transformó luego en beso de lengua.
Le pregunté luego a Silvi al oído, si hablaba en serio, si se animaría a mostrárselas a nuestros amigos, si lo haría por mí.
Respondió con un “puede ser” y sonrió pícaramente.
Para apurar los hechos, dije en voz alta:
-”Bueno chicos, Silvia promete acompañar a Vero, pero va a tener que ser en la habitación, ¿ están de acuerdo ?”
- Siiiiii!!!, respondieron a dúo.
- ” ¿ Vamos al agua ?” preguntó Silvia
- “Dale, las mujeres primero…” Las chicas caminaron adelante, nosotros de atrás quedamos espectadores de dos atractivas colas con las tangas que se perdían bien adentro de ellas.
- “Délen, chicos, vengan! Hace rato que nos dimos cuenta como las tienen. Dale Juanjo!, estamos entre amigos o no ?, jaja!”, dijo Verónica, bastante excitada.
Así fue que marchamos al agua con las pijas paradas atajadas por el bañador. La situación era un tanto surrealista, pero muy agradable.
En el agua a las chicas se les iban los ojos a los penes de la otra pareja, pero intentaban disimularlo. Por mi parte estaba babeado con las tetitas adolescentes, desnuditas y paraditas de Vero.
Alejandro en tanto ¿bromeaba? con tono teatral:
-”Silvia, acordáte… ¡a las cinco de la tarde!”
Finalmente nos fuimos quedamos en la playa y ya estaba cerca de caer el sol. Desde las 17:00 Alejandro bromeaba que se sentía estafado.
Silvia, gracias a la enorme simpatía de nuestros amigos, para ese entonces había entrado en mucho más confianza, y respondía que ella siempre cumple sus promesas. Alejandro vuelve a la carga y jugando que está ofendido pide entonces una muestra de buena voluntad.
Silvia sonríe y dice:
- “Bueno, señor Alejandro , acá tiene una prueba de que voy a cumplir.” Dicho esto, se baja los breteles , el sujetador se le baja un poco, de tal forma que le quedan las tetas desnudas hasta donde comienzan los pezones, incluso se le notaba un pedacito de ellos.
La situación se estaba tornando incontrolable, la calentura en el ambiente era brutal.
De camino al hotel pasamos por un supermercadito y compramos whisky y algo para picar. En el auto hablamos del trabajo de cada uno y temas alejados del sexo. Al llegar al resort, sin decir palabra alguna, nos metimos automáticamente los cuatro en nuestra habitación. Prendimos la luz y por un momento se hizo un silencio, estabamos todos como serios, hasta que Alejandro, siempre zafado, rompió el hielo:
- “Llevamos exactamente tres horas con cuarenta y tres minutos de vencido el plazo, así que brevemente diré que intímo en este acto a la señora Silvia a cumplir con lo prometido”
- “Jaja!”, nos distendimos todos.
- “Bueno, por lo menos podrían cerrar las cortinas”, pidió mi esposa, ahora mucho más confiada.
Nos sentamos en un sillón en este orden : Alejandro, mi esposa y yo. En la cama marinera de enfrente se sentó Verónica.
“Proceda usted”, le dije a Alejandro.
Con indisimulable erección le quitó primero la blusa. Silvia me miraba como pidiéndo permiso. Yo le tomé la pollera y le hice un gesto para que se la sacara, entonces ella solita se la terminó de bajar, quedando con la tanguita rosada.
Alejandro, con las manos temblorosas continúa ahora muy despacio bajando el sostén. Silvia se recuesta sobre mi pecho, cierra los ojos y apoya sus manos cerradas a milímetros de mi pija.
-”Divinas… divinas” , exhala Alejandro.
Vero agrega:
-”Silvia te envidio, ¡que hermosas tetas tenés!”
Vero se une a nuestro sillón sentándose al lado de su marido. Quedamos los cuatro realmente apretados.
Vero se recuesta sobre su marido y comienza a besarlo ofreciéndole su lenguita. Por momentos y disimuladamente le pasaba la mano por encima del short, sobre el pene erguido.
Yo le digo a Vero:
-”Ahora la única que está en tetitas es Silvi, ¿te animás a acompañarla ?” Vero contesta que después de ver las tetonas de Silvi se siente disminuida.
Le respondo:
-”Tus tetas también son divinas, bien paraditas… divinas, como vos… hacen juego con esa carita preciosa de nena que tenés.”
Vero me agradece el cumplido y sin dudarlo deja sus tetitas al aire, pero no se saca la minifalda amarilla de algodón recién estrenada.
-”Que bien estamos pasando, esto es increíble, parece un sueño”, comenta Alejandro.
-”Un sueño maravilloso”, agrego.
Silvia se levanta y se dirige con su tanguita rosada bien metida en la cola, al frigobar, a buscar hielo. Sus enormes y pesadas tetas desnudas se bamboleaban delante de todos.
Vero sigue abrazada con su brazo izquierdo a su marido, mientras posa la otra mano sobre el short de su marido, tocándole con total naturalidad el miembro por encima de la malla. Su mirada, sin embargo, estaba clavada en mi pija.
-”¿Porque no te sacás la pollerita?, le pregunté.
-”Es que estoy pensando en sacarme la tanguita, porque me aprieta mucho, por eso no me bajo la mini.”
-”Tenés razón”, dice Silvia mientras sirve el whisky -”como aprieta esta tanga…”
-”Vení entonces Silvita, mi amor”- le digo -”para que no te aprete más, dejame que te la aflojo un poquito?
-”¿De que forma, no ves que no es de tiritas?”
-”Así” , dije, y comencé a bajarle la parte de atrás de la tanga sin llegar a sacarla, dejando la cola para afuera y quedando tapada solo la conchita, aunque algunos pelitos le quedaron expuestos.
-”Pará, pará ! Estás loco!… me muero de verguenza!…”
-”Estamos entre amigos”, dijo Alejandro, tranquilizándola. -”Porque te va a dar verguenza, si tenés uma cola hermosa…Además Vero no te va a dejar solita…” Dicho esto Alejandro levanta a su mujer del sillón y sin sacarle la minifalda, le baja la tanga a la altura de las rodillas. Luego le sube la minifalda de tal forma que cubre bien la cotorrita pero deja la mitad de los cachetes de la cola afuera.
Vero se agacha luego a la mesita para alcanzar los platitos y convidarnos con la picada, mostrándonos “sin querer” toda la cola, incluso el ojete.
Comento :
-”Vero, tu cola es un monumento…”
-”Viste?” dice Alejandro.
Mientras Vero tenía las dos manos ocupadas con los platitos, Ale da otro paso y le remanga completamente la minifalda de algodón sobre la cintura, dejándo ahora totalmente al aire el inmenso culo y la concha peluda de su esposa.
Silvia había quedado paralizada con todo esto y me mira con ojos inexpresivos. Yo le sonrío, me levanto y la abrazo de atrás para tranquilizarla.
-”Bueno chicas” – dice Alejandro -”yo ya tengo un dolor de huevos insoportable, necesito liberarlos un poco, ¿me das permiso Silvi?”
-”Es un juego, Silvi, dale…decile que si”, le susurro al oido.
Silvia sin decir palabra, asiente con la cabeza y baja inmediatamente la mirada a la zona genital de Alejandro. Alejandro se saca la malla. Su pija es más larga que la mía, aunque más finita, calculo que le debe medir 20 cm. o más. Silvia no le puede quitar la mirada.
Vero dice :
-”Ahora me toca a mí ver algo… Silvi,¿le puedo mirar la pija a tu maridito ?” Silvia, sin apartar la vista del miembro erguido de Alejandro, vuelve a asentir con la cabeza.
-”Ayudáme”, le digo a Vero.
Mientras sigo de pie abrazando a Silvia, Vero se acerca y me baja rápidamente el short.
- “Guau !, que gruesa la tenés!
Silvi me mira y se sonroja, yo sonrio y le digo:
- “Vení mi amor, vamos a sentarnos al lado de Ale así se la podés ver mejor.” Le meto la mano en la cola y la siento al lado de Alejandro. Como hipnotizada Silvi obedece.
-”¿Y a mi no me decís nada?” , bromea Alejandro.
-”Es linda”, responde timidamente Silvia.
Alejandro toma la mano de Silvi y la pretende arrimar a su pene. Silvia duda y me mira como aterrorizada, apartando violentamente la mano.
- Perdoná!, dice inmediatamente Alejandro.
Silvia me abraza y me besa.
Silencio.
Vero entonces se sienta en la falda de su marido y comienza a masturbarlo.
-¿Les incomoda ? – pregunta Alejandro.
-”No, al contrario”, digo yo,-”sigan por favor”.
Al rato, tomo la mano de Silvi y la llevo a mi pija. Silvi, que seguía hipnotizada con la pija de Alejandro, se anima y comienza también a pajearme. En tanto le froto sus enormes pezones que ya estaban totalmente duros.
Vero comenta :
-”Silvi, yo estoy muy calentita, necesito tenerla adentro, no te molesta si Ale me la pone acá mismo?”
Silvi me mira con ojos inexpresivos. Luego suma su otra mano a mi pija y con voz baja dice:
-”Dalé” Vero abre los gajos de su peluda cotorra y, de espaldas a su marido y frente a nosotros, se mete todo el tronco en tres enviones.
La escena era fabulosa : en el mismo sillón mi mujer pajeándome con las dos manos, mientras otra pareja cogia recontracaliente.
Los movimientos de Vero comienzan lentos pero se van haciendo más y más rápidos.
-”Me gusta, como me gusta!”, dice Vero.
-”Y a vos Silvi, ¿también te gusta la pija?”, pregunta Ale
-”Mucho”, se anima Silvia.
-”¿ Y porque no hacés como Vero ?” Silvia se desinhibe :
-”A mi primero me gusta chuparla… ” Dicho esto, Silvi se inclina y comienza a recorrerme con la lengua desde las bolas hasta la punta. Luego comienza una fellatio de película.
-Vení, le digo a Silvi, vamos a la cama marinera ( que se encontraba en frente al sillón ) así Alejandro te puede ver bien la cola.
Silvi no me soltó la pija y así, con el pene en su mano nos dirigimos a la cama marinera.
-¿Está rica la pija Silvi?, pregunta Verónica.
-”Mmmmmm…iiiiiii”, responde Silvia con la boca llena.
Cuando estoy por acabar, Silvi acerca las tetas. Ahí quedan totalmente encremadas, chorreando semen por los pezones.
Al rato Vero se mueve y gira, dejando su cara a centímetros de la pija de su marido. Abre sus carnosos labios dejando la lenguita afuera. Alejandro descarga y ella se traga lo posible, pero parte del semen le cae en las pestañas y mejillas.
Todos nos miramos y sonreimos. Luego más tranquilos, después de haber desagotado la libido, comentamos que lo que nos está pasando es de locos, pero es sumamente erótico, reconfortante. Nos sentimos contentos como chicos con juguetes nuevos. Nunca nos había sucedido algo así.
De noche y ya sólos con Silvia, volvemos a hablar sobre lo acontecido. La experiencia a mi me recontracalentó, pero yo quería saber que pensaba Silvia realmente. Ella me manifestó que también le gustó, excepto cuando Ale buscó que le tocara el pito. Silvia no estaba preparada para tanto.
Al día siguiente nos encontramos desayunando con Ale y Vero en el restaurant.
Nos miramos y con la mirada nomás nos preguntamos acerca de como estábamos, de como habíamos seguido procesando los hechos de anoche.
Ellos sonrieron, dijeron que confirmaron que se aman y que están dispuestos a seguir la relación, si nosotros estabamos de acuerdo, esto es, entendían que fue algo que se dio sin buscarlo y que las oportunidades no hay que desaprovecharlas, que si en algún momento se plantean dudas, entonces con la misma sinceridad decirlo y cortar, que llegaríamos hasta donde se diera.
Lo mismo pensabamos nosotros (aunque realmente yo no sabía que pasaba por la cabeza de Silvia ).
Volvimos a brindar, esta vez con las tasas de café.
De tarde vamos a la playa, pero esta vez a una con más onda, esto es, no a una de gays. Ni bien llegamos, con total naturalidad, las chicas se sacan el sujetador. Alejandro y yo comenzamos a ponderar los físicos de ellas. Todos sonreíamos.
A unos metros se forma un partido de volley ball, era un partido mixto y las chicas que participaban estaban en topless.
Ale, Vero y yo pedimos para jugar, pero Silvia no se anota y prefiere quedarse al costado de la cancha, con el resto del público. Se notaba que le daba verguenza porque se sentó e inclinó los hombres hacia adelante, cubriéndose todo lo posible con sus brazos.
Luego del juego nos fuimos a refrescar al mar.
Allí permanecimos con el agua un poco más arriba de la cintura esperando , quietitos, las olas para zambullirnos.
En un momento me arrimo y disimuladamente debajo del agua le toco la cola a Vero. Ella se queda quietita y sigue hablando con todos normalmente. Cuando Alejandro y Silvi se zambullen en una ola y quedan a nuestras espaldas, Vero comienza a refregarse la cola contra mi pija, mientras me comentaba en voz bajita lo gruesa que la tengo. Así estuvimos un tiempito absortos en esos menesteres cuando de pronto para mi sorpresa, veo a Silvi muy pegadita a Alejandro.
Él le preguntaba no se que tontería acerca de los problemas de Silvi con los sujetadores; ella le respondía seriamente enseñándoselas descaradamente y con detalle, para explicarle mejor. Por momentos, las tetas de mi esposa parecían rozar el cuerpo de Alejandro.
Vero me comenta que el verlos conversar así tan animadamente la reconforta, porque después del episodio de anoche Alejandro había quedado preocupado, porque no quería pasar por abusador.
Le dije que no se preocupara porque a esta altura ya estabamos entre amigos. Cuando nuestras parejas comienzan a mirar hacia donde estábamos nosotros, Vero me toma de la mano y me lleva a la arena, como si fueramos novios. Con la pija bien parada, pasamos por al lado de mi mujer y de Alejandro, quién no se quedaba atrás en cuanto a la erección.
Al rato llegan correteando como dos adolescentes, Silvi y Alejandro.
Vero propone salir a cenar juntos esa noche. Silvia muy amablemente se disculpa y pide que por favor no se incomoden ni lo tomen como un desplante, pero preferiría estar sola conmigo. Los hechos fueron muy fuertes y necesita un poco de respiro.
Ale y Vero parecieron entender. Silvia recalcó que por favor no se enojaran, que aceptaba la salida para la noche del día siguiente…
Esa noche nos quedamos Silvia y yo en la piscina climatizada hasta la hora de cierre. Luego en la habitación cenamos muy ligero unos sandwiches. Más tarde Silvia se va a bañar y sale con uno de los vestiditos que habíamos comprado el cual le lucía algo chico, esto es, si se cubría la cola y la rajita, las tetas le quedaban prácticamente afuera. Viceversa, si cubría las tetas, al sentarse se le subía mucho, exponiendo claramente la bombachita nueva, la del tajito abierto. Mi erección no se hizo esperar.
Silvia se lanzó a chupármela. La invité a coger de la misma manera que lo habían hecho añoche nuestros amigos. Encantada, se sentó, de espaldas, en mi pija.
Al rato le digo :
-”Saludá a Alejandro que está atrás tuyo… lo tenés muerto al pobre” Silvia voltea la cabeza y dice:
-”Hola Ale, como andás ? “, luego me besa, sacando toda la lengua para afuera, enloquecida, recontracaliente.
Entonces mientras la sigo cogiendo, comienzo a meterle mi dedo índice en el ojete.
- “Dice Ale que te abrás más sino no te la puede meter bien en la colita.” Inmediatamente Silvia levanta más la cola y con sus manos se abre los cachetes:
-”Tené cuidado Ale, porque con ese vergón enorme que tenés me podés desgarrar la cola… mo quiero que mi maridito se enoje después.” Esa frase me calentó aún más, entonces la coloqué en cuatro patas y comenzé a dársela por el culo. La acabada fue espectacular, hacía años que no cogíamos por atrás. El chorro de leche voló como cuando tenía 20 años. Fue increíble.
A la mañana siguiente fue a Silvia a quién se le ocurrió llamar a nuestros amigos por teléfono a su habitación, para ver como les había ido anoche.
Ellos recién se estaban despertando, por lo cuál nos invitan a su habitación para desayunar juntos.
-” Che, que mañana de m…!, está lloviendo y el pronóstico es que siga así todo el día. Hoy nos quedamos sin playa. ¿Qué podemos hacer?”, pregunté
Todos nos miramos sin decirnos nada.
-Jajaja!, reímos al unísono.
-”¡Cómo nos tienen las vacaciones!” , bromeó Vero
Mientras le guiñaba un ojo a mi esposa contesté:
-”Y si, algo habrá que hacer. Después de lo que hizo Silvi anoche, hoy no puede negarse!”
-”No seas así!…”, dijo Alejandro haciéndose el santito, “…aparte Silvia no se negó, acordáte que quedamos en salir hoy de noche…
Silvia sonreía y me miraba con ojos pícaros.
-”Bueno, no hagamos planes. Que salga lo que salga…”, se animó Silvia, calentando el ambiente.
-”Ok”, dijo Ale. “Yo tengo algo que quizás les guste…”
-”Qué es?”, preguntó Vero
-”De tarde se los digo, los dejo con la intriga, sólo les adelanto que debemos estar todos de acuerdo…
Bueno, porque no vamos mejor ahora a la piscina cerrada? , para matar estas horitas de la mañana no se me ocurre nada mejor,,,” Habitualmente la piscina la habilitan recién al anochecer, pero en vista de la lluvia nos dejaron utilizarla en la mañana. Por lo visto fuimos los únicos en darnos cuenta ya que no había nadie. Los cuatro solos: la ocasión era propicia para seguir “jugando”.
Así fue que comenzamos con una pelotita de goma que alguien debió haber olvidado. Formamos dos equipos: Ale y Silvia y Vero y yo.
El juego consistía simplemente en tirar la pelotita e intentar atajarla. Dicho jueguito propició de a poco todo tipo de roce con la pareja de equipo. Todos reíamos muy contentos y nos gastábamos bromas.
Vero cuando nuestras parejas estabas distraídas, insistía en refregarse la cola a mi pija. Silvi, en cambio, se zambullía permanentemente y cuando se levantaba ahí estaba Alejandro esperando que la cara y tetas de mi esposa pasaran a milímetros de su pija. Ale la ayudaba a incorporarse y de vez en cuando le tocaba como sin querer alguna teta.
Estabamos en pleno jolgorio cuando llega otra pareja, por lo cuál debimos cortar abruptamente.
Les pedimos a las chicas que salieran de la piscina para reponernos. Al largo rato pudimos salir decorosamente con los penes en reposo. Desde las sillas reposeras nuestras esposas no paraban de reír.
Después del mediodía salimos a almorzar. LLegamos cerca de las 16:30 y en la sala de televisión pasaban un programa con los mejores goles y jugadas del campeonato brasilero. Con Alejandro nos sumamos a un grupo de tres hombres que estaban viéndolo. Las chicas protestaron :
-”No puede ser, ni en las vacaciones dejan el fútbol..! Chau, nos vamos a la peluquería!” Dos horas después y vestidas para el infarto llegan peinadas con las minifaldas de lycra y tacos altos.
-”Y chicos…van a seguir viendo la tele?”, nos preguntan maliciosamente.
Nos abalanzamos sobre ellas y nos dirigimos sin más trámite a la habitación.
En el ascensor Ale le pidió a su mujer que le mostrara la bombachita que tenía puesta.
Vero nos pide permiso y con ambas manos se levanta la minifalda de lycra negra. Tenía una bombachita caladita color celeste, que le tapaba sólo los gajitos de la conchita dejando sin cubrir toda la mata espesa de pelos. Nuestras pijas volaron.
-”Silvi, porque ahora no nos mostrás la tuya?”, preguntó Alejandro
-”Ya la conocen, es la de anoche”, respondió Silvi mientras me miraba sonriendo.
-”Dale, dale, no seas mala”, dijo Ale, sin entender nada.
La puerta del ascensor se abre; por suerte no había nadie esperándolo.
Rápidamente con las pijas paradas y riéndo entramos los cuatro en la habitación.
Finalmente ocurrió a mediados de diciembre, previo a la temporada turística, por lo cual el resort hotel en el cual nos alojabamos estaba prácticamente vacio. Los pocos turistas eran brasileños de San Pablo y sólo otra pareja como nosotros eran argentinos, aunque de una ciudad distinta a la nuestra. Con estos últimos, Alejandro y Verónica, entablamos conversación en la primer noche, cuando disfrutábamos de la piscina cerrada.
Ellos son una pareja muy agradable y simpática, siempre de buen humor y buenas personas.
Desde la primer charla vimos que pasaban por una situación similar a la nuestra: la imperiosa necesidad de viajar sólos para reencontrarse con su pareja y la búsqueda de un lugar apacible para disfrutar del sexo, el cual con el stress diario se vuelve cada vez más esporádico.
En la conversación, que cada vez se hacía más amena y divertida, las chicas comienzan a hablar más de la cuenta y nos dejan en evidencia: confiesan que los dos maridos les habíamos pedido que en esas minivacaciones usaran tanguita y ropita supersexy, ya que en la vida diaria a ninguno se le ocurriría pedirles algo así.
- “Ja,ja ! ” comentamos nosotros – “parece que no somos nada originales!”
- “Bueno, bueno…” – dice Alejandro, y haciéndome una guiñada me pregunta :
- “¿ Y a vos como te fue? ” , preguntándole luego a mi esposa:
- “¿ Silvia, le vas a dar el gusto ? ”
- “Si”, dijo mi mujer, “Espero no morirme de verguenza, pero todo sea por complacer al señor, ja ja!”
- “¿ Y ya tienen los disfraces, jaja ?”, preguntó Alejandro
- “No, no… vamos a ver si mañana compramos algo.”
- “Bueno, si quieren vamos juntos” , dijo Verónica, -”Yo tampoco tengo ese tipo de ropita.” Ellos habían rentado un auto para toda la semana así que quedamos para ir de compras al día siguiente.
La mañana amaneció bastante nublada por lo cual, mientras desayunábamos en el restaurant, decidimos aprovechar esas horas para ir a hacer las compras. Alejandro que es el más zafado, averiguó con una de las chicas del personal del resort donde se podía comprar esas mallas. Cerca del mediodía partimos.
En la tienda había de todo y ya te infartabas en la vidriera con las tangas que tenían.
-”Bueno señoras, pasen sin miedo, no se me achiquen”, dije bromeando.
-”Con mucho gusto”, sonrió Verónica.
-”Muy amable caballero”, agregó Silvia.
En los probadores surgieron los problemas para Silvia : ella tiene los senos de tamaño 120 y las mallas brasileñas son todas como para adolescentes de quince, por lo cuál ni siquiera le prendía el sujetador. La vendedora subió al depósito a ver si encontraba algún talle más grande.
Mientras tanto desde el probador Verónica llama a Alejandro :
- “Mirá papi, ¿ como me queda ? ” Alejandro bromea que se desmaya y dice:
-” Vení Juanjo que me quedé sin palabras… decile vos como le queda.”
La superdiminutatanga de Verónica era azul, me dí cuenta del color por el soutien, ya que si voy por la parte de abajo era casi imposible de ver: se le perdía adentro de su enorme cola. El culo de Vero es divino : es enorme, casi desproporcionado para su físico, pero bien parado, las piernas son firmes y torneadas, sin dudas debe haber algún trabajo de gimnasio en ellas.
Me acerqué al probador y seguí el juego: no dije nada, me limité a aplaudir.
-” Jaja, jaja ! “, explotaron los dos.
La vendedora llega con una malla algo más grande para Silvia.
- “Queremos ver, queremos ver” , bromea Alejandro.
Ese sujetador por lo menos le prendía pero le dejaba las tetas muy expuestas ya que las apretaba y se las levantaba.
- “Otro número mayor no tengo”, dijo la vendedora.
- “No importa, la llevamos” , supliqué.
- “Vení Juanjo.” Alejandro me estaba llamando desde otro sector de la tienda. Allí habían unos catalógos de unas bombachitas muy especiales : unas con tajos, otras superdiminutas que sólo tapan los labios de la vagina, etc.
-”¿Que te parecen ?”, preguntó.
-”Se las compro todas”, contesté.
-”Dejame algunas para Vero, por favor, jaja!”
-” Y chicas, ¿están contentas?”
- “Si si, mucho…malditos, ¡nos quieren prostituir!…pero igual estamos refelices”, respondió Verónica sarcásticamente.
- “Jaja”, reímos todos.
En otros locales compramos unos vestiditos cortos y escotados, minifaldas de lycra y algodón y unas blusitas bastante transparentes. Ellas bromeaban que en venganza nos iban a comprar unas mallas tipo nadador. Nos opusimos de inmediato: No somos gays!
-”Bueno todo listo para la función, hoy hay que estrenar chicas. eh ?” , dijo Alejandro.
El cielo comenzó a abrirse y la tarde pintaba para playa. Decidimos almorzar ligero en el centro y allí tuvimos una charla muy distendida. Convinimos que todo esto que estabamos compartiendo era una locura de hacer con recién conocidos en condiciones normales. Pero todo se debía a la buena onda que se había generado desde el inicio entre nosotros, la enorme simpatía de Alejandro y Verónica y el compartir las mismas inquietudes.
Sin duda alguna el desprejuicio que te da el estar lejos de tu ciudad, de tus conocidos, jugó un papel importante.
Sin mencionarlo explícitamente, nos estabamos asociando para disfrutar juntos de una especie de juego de ver vestidas a nuestras esposas como no nos animamos a mostrárlas nunca.
- “Para seguir compartiendo este buen clima -dijo Alejandro- “con todo respeto y sinceridad, que es lo que corresponde, si la respuesta es no, no pasa nada, podemos seguir siendo amigos, y compartiendo actividades en la semana… les quiero proponer si nos quieren acompañar esta tarde a una playa …”(a esta altura a mi ya se me estaba parando)
- “¿ Nudista ?” , se adelantó Silvia.
- “Bueno, no quiere decir que tengamos nosotros la obligación de desnudarnos… es más Vero en este momento me está mirando como para matarme… Nosotros pensabamos ir y yo… bueno, quizás me adelanté, disculpen…”
- “No, está todo bien”- le interrumpí- “a mi me gustaría, no creo que me desnude, pero ir a mirar aunque sea, que decís Silvi, te animás, vamos y vemos.”
-”Yo que sé, no sé…”
-”Dale, animáte” -dijo Vero- “yo por lo pronto digo ahora que no me voy a sacar todo, pero me gustaría ver como es una playa así. Es lo que decíamos recién: hay muy buena onda entre nosotros y somos prácticamente desconocidos, vamos y si algo nos molesta nos volvemos y listo, hagamos un pacto de decirnos todo abiertamente, con absoluta sinceridad, si algo nos incomoda lo planteamos y listo, que les parece ? Dale va a estar divertido, y veremos algo que por lo menos yo no conozco.”
-”Bueno, dale” – dijo Silvia – “vamos”.
-”Entonces brindemos”, dije yo Chin, chin, chocamos los cuatro vasos de plástico con refresco.
Cuando llegamos a la playa el sol ya estaba a pleno, sin embargo no había mucha gente ( aún no era la temporada ) La mayoría eran parejas de hombres.
-”Che, esto está lleno de maricas!, caímos en cualquier lado, jaja!, vamos para otro lado!”. Entonces nos dirigimos a la otra punta de la playa donde había seis o siete parejas “normales”. Ahí las mujeres estaban todas en topless, incluso una se había desnudado completamente.
-”Bueno, acá si que hay mejor ambiente”, comentamos.
Sin embargo a mi esposa Silvia se la seguía notando incómoda.
Nuestras mujeres se quitan la pollera y blusa y quedan en tanga, con el sujetador puesto.
Vero comenta: -”Debería depilarme.” En efecto, unos cuantos pelos se le escapaban por adelante de la diminuta tanga azul.
Nadie comenta nada.
Al rato, Alejandro y Vero se abrazan y comienzan a besarse de a poquito, hasta llegar a besos apasionados de lengua, mientras algo se hablan al oido.
Alejandro pregunta :
-”No les molesta si…?” , mientras amaga que le saca el soutien a su esposa.
-”Por favor, estamos entre amigos” , respondo.
Y así es que con dulzura y lentamente le saca el sostém a su mujer.
Vero sonríe.
Sus tetas son chiquitas, pero muy firmes. Con los pezones muy grandes y paraditos parecen las tetitas de una adolescente. Su carita es preciosa, ojos grandes y verdes, pelo muy negro, lacio y largo. En realidad toda ella parece una chica más jóven, no representaba en absoluto los 37 años que tenía en ese entonces.
Alejandro comienza a pasarle filtro. Yo ya la tengo parada y me tiro en la arena para disimular.
Silvia, mi mujer, permanece callada, sigue un poco cortada. La abrazo entonces e intento besarla. Le hablo entre susurros para que también se anime…
-”Me da verguenza”, me corta, – “vos conocés mi trauma…” Mi mujer tiene el “trauma” de tener unas tetas enormes y pasa su vida ocultándolas; desde muy jovencita sabe que con ellas enloquece a cualquiera y como es algo tímida, siempre tiende a esconderlas.
Silvia es castaña clara y usa el pelo cortito. Mide 1,70 pero tiene todo grande en su cuerpo, parece una vedette, aunque tiene una tendencia a engordar.
- “Dale Silvi”, dice Vero – “si me dejas sola me va a dar verguenza.”
- “Sabés que pasa”, contesta Silvia,-”con toda esta gente me da verguenza, si estuviéramos solos los cuatro no tendría problema.”
La respuesta me sorprendió tanto como me excitó. Lo mismo sucedió con Alejandro, noté que esa frase le desencadenó una erección inmediata.
-”Bueno…”, dijo Alejandro agarrándo la frase al vuelo y sin pérdida de tiempo,
-”…si es por eso no te preocupes, como somos buenos amigos podemos esperarte, que te parece…digamos algo así como…una horita, hasta las 17:00 hs no más!, jajaja! , en la pieza del resort nos las mostrás y listo!”
Silvia sonrió.
Las barbaridades que decía Alejandro no quedaban mal debido a su poderosa simpatía; la misma frase en otra persona hubiera resultado grosera.
-”Jaja!” , reaccioné mientras abrazaba a mi esposa, dándole entonces un beso grande, que se transformó luego en beso de lengua.
Le pregunté luego a Silvi al oído, si hablaba en serio, si se animaría a mostrárselas a nuestros amigos, si lo haría por mí.
Respondió con un “puede ser” y sonrió pícaramente.
Para apurar los hechos, dije en voz alta:
-”Bueno chicos, Silvia promete acompañar a Vero, pero va a tener que ser en la habitación, ¿ están de acuerdo ?”
- Siiiiii!!!, respondieron a dúo.
- ” ¿ Vamos al agua ?” preguntó Silvia
- “Dale, las mujeres primero…” Las chicas caminaron adelante, nosotros de atrás quedamos espectadores de dos atractivas colas con las tangas que se perdían bien adentro de ellas.
- “Délen, chicos, vengan! Hace rato que nos dimos cuenta como las tienen. Dale Juanjo!, estamos entre amigos o no ?, jaja!”, dijo Verónica, bastante excitada.
Así fue que marchamos al agua con las pijas paradas atajadas por el bañador. La situación era un tanto surrealista, pero muy agradable.
En el agua a las chicas se les iban los ojos a los penes de la otra pareja, pero intentaban disimularlo. Por mi parte estaba babeado con las tetitas adolescentes, desnuditas y paraditas de Vero.
Alejandro en tanto ¿bromeaba? con tono teatral:
-”Silvia, acordáte… ¡a las cinco de la tarde!”
Finalmente nos fuimos quedamos en la playa y ya estaba cerca de caer el sol. Desde las 17:00 Alejandro bromeaba que se sentía estafado.
Silvia, gracias a la enorme simpatía de nuestros amigos, para ese entonces había entrado en mucho más confianza, y respondía que ella siempre cumple sus promesas. Alejandro vuelve a la carga y jugando que está ofendido pide entonces una muestra de buena voluntad.
Silvia sonríe y dice:
- “Bueno, señor Alejandro , acá tiene una prueba de que voy a cumplir.” Dicho esto, se baja los breteles , el sujetador se le baja un poco, de tal forma que le quedan las tetas desnudas hasta donde comienzan los pezones, incluso se le notaba un pedacito de ellos.
La situación se estaba tornando incontrolable, la calentura en el ambiente era brutal.
De camino al hotel pasamos por un supermercadito y compramos whisky y algo para picar. En el auto hablamos del trabajo de cada uno y temas alejados del sexo. Al llegar al resort, sin decir palabra alguna, nos metimos automáticamente los cuatro en nuestra habitación. Prendimos la luz y por un momento se hizo un silencio, estabamos todos como serios, hasta que Alejandro, siempre zafado, rompió el hielo:
- “Llevamos exactamente tres horas con cuarenta y tres minutos de vencido el plazo, así que brevemente diré que intímo en este acto a la señora Silvia a cumplir con lo prometido”
- “Jaja!”, nos distendimos todos.
- “Bueno, por lo menos podrían cerrar las cortinas”, pidió mi esposa, ahora mucho más confiada.
Nos sentamos en un sillón en este orden : Alejandro, mi esposa y yo. En la cama marinera de enfrente se sentó Verónica.
“Proceda usted”, le dije a Alejandro.
Con indisimulable erección le quitó primero la blusa. Silvia me miraba como pidiéndo permiso. Yo le tomé la pollera y le hice un gesto para que se la sacara, entonces ella solita se la terminó de bajar, quedando con la tanguita rosada.
Alejandro, con las manos temblorosas continúa ahora muy despacio bajando el sostén. Silvia se recuesta sobre mi pecho, cierra los ojos y apoya sus manos cerradas a milímetros de mi pija.
-”Divinas… divinas” , exhala Alejandro.
Vero agrega:
-”Silvia te envidio, ¡que hermosas tetas tenés!”
Vero se une a nuestro sillón sentándose al lado de su marido. Quedamos los cuatro realmente apretados.
Vero se recuesta sobre su marido y comienza a besarlo ofreciéndole su lenguita. Por momentos y disimuladamente le pasaba la mano por encima del short, sobre el pene erguido.
Yo le digo a Vero:
-”Ahora la única que está en tetitas es Silvi, ¿te animás a acompañarla ?” Vero contesta que después de ver las tetonas de Silvi se siente disminuida.
Le respondo:
-”Tus tetas también son divinas, bien paraditas… divinas, como vos… hacen juego con esa carita preciosa de nena que tenés.”
Vero me agradece el cumplido y sin dudarlo deja sus tetitas al aire, pero no se saca la minifalda amarilla de algodón recién estrenada.
-”Que bien estamos pasando, esto es increíble, parece un sueño”, comenta Alejandro.
-”Un sueño maravilloso”, agrego.
Silvia se levanta y se dirige con su tanguita rosada bien metida en la cola, al frigobar, a buscar hielo. Sus enormes y pesadas tetas desnudas se bamboleaban delante de todos.
Vero sigue abrazada con su brazo izquierdo a su marido, mientras posa la otra mano sobre el short de su marido, tocándole con total naturalidad el miembro por encima de la malla. Su mirada, sin embargo, estaba clavada en mi pija.
-”¿Porque no te sacás la pollerita?, le pregunté.
-”Es que estoy pensando en sacarme la tanguita, porque me aprieta mucho, por eso no me bajo la mini.”
-”Tenés razón”, dice Silvia mientras sirve el whisky -”como aprieta esta tanga…”
-”Vení entonces Silvita, mi amor”- le digo -”para que no te aprete más, dejame que te la aflojo un poquito?
-”¿De que forma, no ves que no es de tiritas?”
-”Así” , dije, y comencé a bajarle la parte de atrás de la tanga sin llegar a sacarla, dejando la cola para afuera y quedando tapada solo la conchita, aunque algunos pelitos le quedaron expuestos.
-”Pará, pará ! Estás loco!… me muero de verguenza!…”
-”Estamos entre amigos”, dijo Alejandro, tranquilizándola. -”Porque te va a dar verguenza, si tenés uma cola hermosa…Además Vero no te va a dejar solita…” Dicho esto Alejandro levanta a su mujer del sillón y sin sacarle la minifalda, le baja la tanga a la altura de las rodillas. Luego le sube la minifalda de tal forma que cubre bien la cotorrita pero deja la mitad de los cachetes de la cola afuera.
Vero se agacha luego a la mesita para alcanzar los platitos y convidarnos con la picada, mostrándonos “sin querer” toda la cola, incluso el ojete.
Comento :
-”Vero, tu cola es un monumento…”
-”Viste?” dice Alejandro.
Mientras Vero tenía las dos manos ocupadas con los platitos, Ale da otro paso y le remanga completamente la minifalda de algodón sobre la cintura, dejándo ahora totalmente al aire el inmenso culo y la concha peluda de su esposa.
Silvia había quedado paralizada con todo esto y me mira con ojos inexpresivos. Yo le sonrío, me levanto y la abrazo de atrás para tranquilizarla.
-”Bueno chicas” – dice Alejandro -”yo ya tengo un dolor de huevos insoportable, necesito liberarlos un poco, ¿me das permiso Silvi?”
-”Es un juego, Silvi, dale…decile que si”, le susurro al oido.
Silvia sin decir palabra, asiente con la cabeza y baja inmediatamente la mirada a la zona genital de Alejandro. Alejandro se saca la malla. Su pija es más larga que la mía, aunque más finita, calculo que le debe medir 20 cm. o más. Silvia no le puede quitar la mirada.
Vero dice :
-”Ahora me toca a mí ver algo… Silvi,¿le puedo mirar la pija a tu maridito ?” Silvia, sin apartar la vista del miembro erguido de Alejandro, vuelve a asentir con la cabeza.
-”Ayudáme”, le digo a Vero.
Mientras sigo de pie abrazando a Silvia, Vero se acerca y me baja rápidamente el short.
- “Guau !, que gruesa la tenés!
Silvi me mira y se sonroja, yo sonrio y le digo:
- “Vení mi amor, vamos a sentarnos al lado de Ale así se la podés ver mejor.” Le meto la mano en la cola y la siento al lado de Alejandro. Como hipnotizada Silvi obedece.
-”¿Y a mi no me decís nada?” , bromea Alejandro.
-”Es linda”, responde timidamente Silvia.
Alejandro toma la mano de Silvi y la pretende arrimar a su pene. Silvia duda y me mira como aterrorizada, apartando violentamente la mano.
- Perdoná!, dice inmediatamente Alejandro.
Silvia me abraza y me besa.
Silencio.
Vero entonces se sienta en la falda de su marido y comienza a masturbarlo.
-¿Les incomoda ? – pregunta Alejandro.
-”No, al contrario”, digo yo,-”sigan por favor”.
Al rato, tomo la mano de Silvi y la llevo a mi pija. Silvi, que seguía hipnotizada con la pija de Alejandro, se anima y comienza también a pajearme. En tanto le froto sus enormes pezones que ya estaban totalmente duros.
Vero comenta :
-”Silvi, yo estoy muy calentita, necesito tenerla adentro, no te molesta si Ale me la pone acá mismo?”
Silvi me mira con ojos inexpresivos. Luego suma su otra mano a mi pija y con voz baja dice:
-”Dalé” Vero abre los gajos de su peluda cotorra y, de espaldas a su marido y frente a nosotros, se mete todo el tronco en tres enviones.
La escena era fabulosa : en el mismo sillón mi mujer pajeándome con las dos manos, mientras otra pareja cogia recontracaliente.
Los movimientos de Vero comienzan lentos pero se van haciendo más y más rápidos.
-”Me gusta, como me gusta!”, dice Vero.
-”Y a vos Silvi, ¿también te gusta la pija?”, pregunta Ale
-”Mucho”, se anima Silvia.
-”¿ Y porque no hacés como Vero ?” Silvia se desinhibe :
-”A mi primero me gusta chuparla… ” Dicho esto, Silvi se inclina y comienza a recorrerme con la lengua desde las bolas hasta la punta. Luego comienza una fellatio de película.
-Vení, le digo a Silvi, vamos a la cama marinera ( que se encontraba en frente al sillón ) así Alejandro te puede ver bien la cola.
Silvi no me soltó la pija y así, con el pene en su mano nos dirigimos a la cama marinera.
-¿Está rica la pija Silvi?, pregunta Verónica.
-”Mmmmmm…iiiiiii”, responde Silvia con la boca llena.
Cuando estoy por acabar, Silvi acerca las tetas. Ahí quedan totalmente encremadas, chorreando semen por los pezones.
Al rato Vero se mueve y gira, dejando su cara a centímetros de la pija de su marido. Abre sus carnosos labios dejando la lenguita afuera. Alejandro descarga y ella se traga lo posible, pero parte del semen le cae en las pestañas y mejillas.
Todos nos miramos y sonreimos. Luego más tranquilos, después de haber desagotado la libido, comentamos que lo que nos está pasando es de locos, pero es sumamente erótico, reconfortante. Nos sentimos contentos como chicos con juguetes nuevos. Nunca nos había sucedido algo así.
De noche y ya sólos con Silvia, volvemos a hablar sobre lo acontecido. La experiencia a mi me recontracalentó, pero yo quería saber que pensaba Silvia realmente. Ella me manifestó que también le gustó, excepto cuando Ale buscó que le tocara el pito. Silvia no estaba preparada para tanto.
Al día siguiente nos encontramos desayunando con Ale y Vero en el restaurant.
Nos miramos y con la mirada nomás nos preguntamos acerca de como estábamos, de como habíamos seguido procesando los hechos de anoche.
Ellos sonrieron, dijeron que confirmaron que se aman y que están dispuestos a seguir la relación, si nosotros estabamos de acuerdo, esto es, entendían que fue algo que se dio sin buscarlo y que las oportunidades no hay que desaprovecharlas, que si en algún momento se plantean dudas, entonces con la misma sinceridad decirlo y cortar, que llegaríamos hasta donde se diera.
Lo mismo pensabamos nosotros (aunque realmente yo no sabía que pasaba por la cabeza de Silvia ).
Volvimos a brindar, esta vez con las tasas de café.
De tarde vamos a la playa, pero esta vez a una con más onda, esto es, no a una de gays. Ni bien llegamos, con total naturalidad, las chicas se sacan el sujetador. Alejandro y yo comenzamos a ponderar los físicos de ellas. Todos sonreíamos.
A unos metros se forma un partido de volley ball, era un partido mixto y las chicas que participaban estaban en topless.
Ale, Vero y yo pedimos para jugar, pero Silvia no se anota y prefiere quedarse al costado de la cancha, con el resto del público. Se notaba que le daba verguenza porque se sentó e inclinó los hombres hacia adelante, cubriéndose todo lo posible con sus brazos.
Luego del juego nos fuimos a refrescar al mar.
Allí permanecimos con el agua un poco más arriba de la cintura esperando , quietitos, las olas para zambullirnos.
En un momento me arrimo y disimuladamente debajo del agua le toco la cola a Vero. Ella se queda quietita y sigue hablando con todos normalmente. Cuando Alejandro y Silvi se zambullen en una ola y quedan a nuestras espaldas, Vero comienza a refregarse la cola contra mi pija, mientras me comentaba en voz bajita lo gruesa que la tengo. Así estuvimos un tiempito absortos en esos menesteres cuando de pronto para mi sorpresa, veo a Silvi muy pegadita a Alejandro.
Él le preguntaba no se que tontería acerca de los problemas de Silvi con los sujetadores; ella le respondía seriamente enseñándoselas descaradamente y con detalle, para explicarle mejor. Por momentos, las tetas de mi esposa parecían rozar el cuerpo de Alejandro.
Vero me comenta que el verlos conversar así tan animadamente la reconforta, porque después del episodio de anoche Alejandro había quedado preocupado, porque no quería pasar por abusador.
Le dije que no se preocupara porque a esta altura ya estabamos entre amigos. Cuando nuestras parejas comienzan a mirar hacia donde estábamos nosotros, Vero me toma de la mano y me lleva a la arena, como si fueramos novios. Con la pija bien parada, pasamos por al lado de mi mujer y de Alejandro, quién no se quedaba atrás en cuanto a la erección.
Al rato llegan correteando como dos adolescentes, Silvi y Alejandro.
Vero propone salir a cenar juntos esa noche. Silvia muy amablemente se disculpa y pide que por favor no se incomoden ni lo tomen como un desplante, pero preferiría estar sola conmigo. Los hechos fueron muy fuertes y necesita un poco de respiro.
Ale y Vero parecieron entender. Silvia recalcó que por favor no se enojaran, que aceptaba la salida para la noche del día siguiente…
Esa noche nos quedamos Silvia y yo en la piscina climatizada hasta la hora de cierre. Luego en la habitación cenamos muy ligero unos sandwiches. Más tarde Silvia se va a bañar y sale con uno de los vestiditos que habíamos comprado el cual le lucía algo chico, esto es, si se cubría la cola y la rajita, las tetas le quedaban prácticamente afuera. Viceversa, si cubría las tetas, al sentarse se le subía mucho, exponiendo claramente la bombachita nueva, la del tajito abierto. Mi erección no se hizo esperar.
Silvia se lanzó a chupármela. La invité a coger de la misma manera que lo habían hecho añoche nuestros amigos. Encantada, se sentó, de espaldas, en mi pija.
Al rato le digo :
-”Saludá a Alejandro que está atrás tuyo… lo tenés muerto al pobre” Silvia voltea la cabeza y dice:
-”Hola Ale, como andás ? “, luego me besa, sacando toda la lengua para afuera, enloquecida, recontracaliente.
Entonces mientras la sigo cogiendo, comienzo a meterle mi dedo índice en el ojete.
- “Dice Ale que te abrás más sino no te la puede meter bien en la colita.” Inmediatamente Silvia levanta más la cola y con sus manos se abre los cachetes:
-”Tené cuidado Ale, porque con ese vergón enorme que tenés me podés desgarrar la cola… mo quiero que mi maridito se enoje después.” Esa frase me calentó aún más, entonces la coloqué en cuatro patas y comenzé a dársela por el culo. La acabada fue espectacular, hacía años que no cogíamos por atrás. El chorro de leche voló como cuando tenía 20 años. Fue increíble.
A la mañana siguiente fue a Silvia a quién se le ocurrió llamar a nuestros amigos por teléfono a su habitación, para ver como les había ido anoche.
Ellos recién se estaban despertando, por lo cuál nos invitan a su habitación para desayunar juntos.
-” Che, que mañana de m…!, está lloviendo y el pronóstico es que siga así todo el día. Hoy nos quedamos sin playa. ¿Qué podemos hacer?”, pregunté
Todos nos miramos sin decirnos nada.
-Jajaja!, reímos al unísono.
-”¡Cómo nos tienen las vacaciones!” , bromeó Vero
Mientras le guiñaba un ojo a mi esposa contesté:
-”Y si, algo habrá que hacer. Después de lo que hizo Silvi anoche, hoy no puede negarse!”
-”No seas así!…”, dijo Alejandro haciéndose el santito, “…aparte Silvia no se negó, acordáte que quedamos en salir hoy de noche…
Silvia sonreía y me miraba con ojos pícaros.
-”Bueno, no hagamos planes. Que salga lo que salga…”, se animó Silvia, calentando el ambiente.
-”Ok”, dijo Ale. “Yo tengo algo que quizás les guste…”
-”Qué es?”, preguntó Vero
-”De tarde se los digo, los dejo con la intriga, sólo les adelanto que debemos estar todos de acuerdo…
Bueno, porque no vamos mejor ahora a la piscina cerrada? , para matar estas horitas de la mañana no se me ocurre nada mejor,,,” Habitualmente la piscina la habilitan recién al anochecer, pero en vista de la lluvia nos dejaron utilizarla en la mañana. Por lo visto fuimos los únicos en darnos cuenta ya que no había nadie. Los cuatro solos: la ocasión era propicia para seguir “jugando”.
Así fue que comenzamos con una pelotita de goma que alguien debió haber olvidado. Formamos dos equipos: Ale y Silvia y Vero y yo.
El juego consistía simplemente en tirar la pelotita e intentar atajarla. Dicho jueguito propició de a poco todo tipo de roce con la pareja de equipo. Todos reíamos muy contentos y nos gastábamos bromas.
Vero cuando nuestras parejas estabas distraídas, insistía en refregarse la cola a mi pija. Silvi, en cambio, se zambullía permanentemente y cuando se levantaba ahí estaba Alejandro esperando que la cara y tetas de mi esposa pasaran a milímetros de su pija. Ale la ayudaba a incorporarse y de vez en cuando le tocaba como sin querer alguna teta.
Estabamos en pleno jolgorio cuando llega otra pareja, por lo cuál debimos cortar abruptamente.
Les pedimos a las chicas que salieran de la piscina para reponernos. Al largo rato pudimos salir decorosamente con los penes en reposo. Desde las sillas reposeras nuestras esposas no paraban de reír.
Después del mediodía salimos a almorzar. LLegamos cerca de las 16:30 y en la sala de televisión pasaban un programa con los mejores goles y jugadas del campeonato brasilero. Con Alejandro nos sumamos a un grupo de tres hombres que estaban viéndolo. Las chicas protestaron :
-”No puede ser, ni en las vacaciones dejan el fútbol..! Chau, nos vamos a la peluquería!” Dos horas después y vestidas para el infarto llegan peinadas con las minifaldas de lycra y tacos altos.
-”Y chicos…van a seguir viendo la tele?”, nos preguntan maliciosamente.
Nos abalanzamos sobre ellas y nos dirigimos sin más trámite a la habitación.
En el ascensor Ale le pidió a su mujer que le mostrara la bombachita que tenía puesta.
Vero nos pide permiso y con ambas manos se levanta la minifalda de lycra negra. Tenía una bombachita caladita color celeste, que le tapaba sólo los gajitos de la conchita dejando sin cubrir toda la mata espesa de pelos. Nuestras pijas volaron.
-”Silvi, porque ahora no nos mostrás la tuya?”, preguntó Alejandro
-”Ya la conocen, es la de anoche”, respondió Silvi mientras me miraba sonriendo.
-”Dale, dale, no seas mala”, dijo Ale, sin entender nada.
La puerta del ascensor se abre; por suerte no había nadie esperándolo.
Rápidamente con las pijas paradas y riéndo entramos los cuatro en la habitación.
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