Leo, escuchaba desde el cuarto, a su madre llorando acongojada en la sala, los sollozos y llantos le taladraban el cerebro y le generaban un sentimiento de culpa.
Si había alguien a quien no quería hacer sufrir, esa persona era su madre.
Aún en contra de su voluntad salió de la habitación y fue hasta ella, estaba bañada en lágrimas, su rostro bellísimo cubierto, inundado, por una lluvia que drenaba por sus mejillas, de líquidos salados que corrían el carmín y el rímel de su maquillaje. Al verlo aparecer le dijo:
¡Leo, creeme, yo no hice nada! Balbuceaba quejándose en un gimoteo entrecortado y acongojado.
Aunque su hijo la miraba con piedad, no podía olvidarse del incidente, se le aparecía la imagen del tío Prados abalanzándose sobre ella, y su madre no oponiéndose, de la manera que hubiese querido él que ella lo hiciera.
Sin embargo, Leo es un flojo, no pudo con la situación, al verla estremecida y lloriqueando, la perdonó, y suavemente la besó en los labios. ¡Qué quieren, es mi madre! Se excusó
Igual, eso no terminó así, que Leo la hubiese disculpado, no la eximía de darle las explicaciones necesarias, pero haciéndolo ambos, más tranquilos, un poco más serenos los dos.
¡Bueno, te escucho, hablame claro, si no querés que te ignore para siempre! Advirtió
Nuevamente sus ojos se llenaron de lágrimas ¡No se que querés que te diga, hijo!
¡Vos sabés, hace rato te diste cuenta como es tu tío! Aseguró ella
¡Sin embargo, siempre fueron insinuaciones, un flirteo de él, nunca correspondido por mi! Aseguró su madre
¡Un juego unitario (de uno sólo) de seducción! Confesó la madre
¡Y hoy, porque yo lo vi que se te fue al humo! Exclamó volviendo a ponerse nervioso
¡Qué si no estaba yo sucedía algo más! Aseguró enojado
¡Es más, nadie me quita la certeza que te tocó, jurámelo que no fue así! Exigió Leo
Angélica miró a su hijo y le mintió ¡No, no me tocó, si, se abalanzó sobre mi, y no creo que hubiera pasado a mayores, aún no estando vos! Aseguró la madre, dándole paz mental a su hijo
¿Y por qué no se lo decís a papá? Preguntó su hijo
¡Porque no le importa! Aclaró ella
¡Se lo dije y me tomó en broma! Aseguró la madre
¡Le parece gracioso, lo festeja y se burla del tío! Aclaró Angélica a su hijo
¡Un boludo importante mi padre! Calificó críticamente a su progenitor
¡No tiene dignidad! Sentenció furioso con él
¡Deja que a su mujer se le tire un gil! Comentó ofuscado Leo
¿Y a la tía? ¡Por qué no se lo decís a ella, es tu hermana! Planteó Leo
¡Por eso mismo, este problema es recurrente con ella! Dijo Angélica
¡No entiendo! Respondió Leo
¡Desde chicas existen problemas de celos, envidia de ella para conmigo! Comentó su madre
¡Siempre me facturó, que sus novios, sus pretendientes, me miraban con deseos, yo les gustaba! Aclaró ella
¡Muchos salían con ella, para acercarse a mi, en el pueblo de donde somos! Testimonió la mamá
¡Y para ella es una verdad absoluta, siempre la culpa es mía, porque según ella yo los incito! Confesó la mamá
¡Se lo voy a decir yo! Amenazó su hijo
¡No Leo, vas a generar un problema mayor del que tenemos con ellos, además con este incidente imagino que se calmarán los ánimos exacerbados de tu tío! Aseguró Angélica la madre
¿Pero, cómo es eso de los celos desde chicas, de los novios? Inquirió deseoso de comprender y con algo de morbo su hijo Leo
¡Es largo de contar! Respondió Angélica, la madre de Leo, intentando mantener un viejo secreto familiar oculto.
¡Tenemos tiempo, te escucho! Advirtió su hijo
¡Bueno, Lola (la hermana, la tía de Leo, unos años mayor que su madre) estaba enamorada de un muchacho! Comenzó con la historia familiar, a desgano y sin otra alternativa.
¡Y ese joven tuvo algo conmigo! Confesó su madre
¡Entonces tiene razón la tía para estar enojada con vos y desconfiarte! Aseguró Leo
¡No, no tiene razón y ella lo sabe, pero nunca quiso aceptarlo! Afirmó la madre de Leo
¡Pero como fue? ¡Contame! Exigió su hijo
¡No, no quiero! ¡Es una fea historia, muy desagradable! ¡Vergonzosa, patética, inmoral y promiscua! Alertó ella
Cada cosa que decía aumentaba la morbosidad, y hacía que su hijo deseara saber lo sucedido.
¡Dale, decime, así puedo entenderte! Exigió Leo
¡Ella estaba enamorada de Ernesto! Dijo como una confesión esclarecedora, pero que Leo no entendió.
¿Quién es Ernesto? Preguntó inocente su hijo
¡Nuestro hermano, tu tío! Esclareció avergonzada Angélica
¡La tía estaba enamorada del hermano! Exclamó como un pacato hipócrita
¡Si! ¡Por eso! ¡Ya está! ¡El resto imaginátelo! Afirmó la madre
¡No, no, contame bien todo, con lujo de detalle! Demandó Leo
La madre no respondía, mientras Leo esperaba que continuara, reflexionaba sobre sus dichos y le cayó otra ficha
¡Entonces quiere decir, que vos también estuviste "metida" con tu hermano! Exclamó cínicamente sorprendido
¿Qué tuvo con vos? Recriminó su hijo a la madre
¡Sexo! Dijo y rompió a llorar desconsoladamente nuevamente la madre
Leo, no sabía si contenerla o golpearla, le parecía indigna, enferma, era un sentimiento ambiguo, entre la ira y los celos, no caía del asombro.
¡Hablá, seguí! Presionó Leo
¡Todos nosotros, mi familia (prosiguió la madre) vivíamos hacinados en un rancho en la provincia, de un sólo ambiente! La madre de Leo, era de Santiago del Estero, eran ocho hermanos, cinco varones y tres mujeres.
¡Todo lo que te puedas imaginar se hacía en ese ámbito! Continuó ella
¡Mi padre tenía sexo con mi madre en presencia de todos nosotros, sin intimidad alguna y con el mal ejemplo que eso conllevaba a todos sus hijos, fundamentalmente con los varones! Denunció Angélica, su mamá.
Mi padre, durmiendo, compartiendo la cama con mi madre, mi hermana mayor Lola y Ernesto, mi hermano el mayor de todos, y yo no lo veía... Testimoniaba Angélica, la madre a su hijo Leo
¡Yo era una ingenua, nunca me había dado cuenta de la relación entre mis hermanos, hasta el día del hecho! Dijo
¿Qué hecho? Preguntó ansioso su hijo
¡La violación y mi pérdida de la virginidad! Afirmó su madre
¡Mi hermano Ernesto, a la hora de la siesta, a plena luz del mediodía, en ese único ambiente donde todos dormíamos la siesta, me poseyó!
¡Eso ya lo había hecho con mi hermana Lola unos años antes, en ese momento me tocó a mi y después sería, Lidia, mi hermana menor, tu tía! Le dijo entre sollozos
Leo se imaginó la escena sin emitir comentario alguno.
Se hizo un silencio incómodo entre ambos, lo había convencido, su madre, tenía esa carita de indefensión, con sus lágrimas corriendo por las mejillas.
Eso lo re contra calentó, ella lo miró tiérnamente y se dio cuenta del estado de exaltación de su hijo, le murmuró con su voz característica de madre sobre protectora
¡Cojeme!
Y prácticamente Leo, le arrancó las ropas, la desnudó e hicieron el amor apasionadamente.
Luego del frenesí, Leo no se podía olvidar de lo confesado por su madre, quería continuar conociendo esa historia, sin embargo, sabía que su madre no quería continuar con el tema. Igual insistió..
¡Contame más sobre tu juventud en la provincia, con tu familia, bah, nuestra familia! Precisó su hijo
¡No, te conté esto, porque era necesario, para explicarte una confusión, un malentendido nuestro, bah, tuyo! Aclaró Angélica, toda sudada, transpirada por la actividad sexual con su hijo.
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