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Una roja belleza

Les comparto una última creación. Es propia, asi que no tiene muchas luces, pero salió y quería compartirla con uds.


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Nos mirábamos seguido, en cada pliegue de las conversaciones. De reojo, nos relojeábamos, nos mediamos, nos curioseábamos, nos intuíamos, nos deseábamos, nos recorríamos, ratoneábamos, en silencio, cuando estábamos en grupo, con nuestras parejas al lado, nos incendiábamos.

Unos ojos verdes, delicados, el contorno enrulado de su pelo rojo. Una roja, blanca, luminosa. Una hermosura. De piel hermosa, esas a las que el viento apenas acarició. Y una sonrisa amplia, con unos labios prometedores, que daban ganas de hacer jugar.

El cuerpo en cambio no era lo que más me atraía. Sin embargo daban ganas de recorrerlo, besarlo. Suave y musical, así se me aparecía. Siempre ida, silenciosa, sonriente, intrigante, una artista. Me volvía loco, y ella también me prestaba atención. Hay cosas que no se sabe cómo, pero se saben.

Sin embargo tardamos tiempo en hablarnos. Pasó un día, casi de noche. De esos que hacen la idea de que ya es viernes, pero si entrás en el espejismo tarde te acordás que al día siguiente hay que ir a trabajar. La vi breve. Me saludó. Dijo mi nombre. Estábamos sólos… va con gente alrededor, pero desconocidos. Me detuve a pensar las veces que la escuche decir mi nombre. Pude oler su perfume, eso me enloqueció un poco más.

Ella en realidad no tenía mucho motivo para estar ahí, yo menos. Ambos lo sabíamos, eso nos desconcertó, y rápidamente nos gustó. Con alguna excusa más que obvia terminamos de cerveza en un bar pequeño escondido que hay detrás de esa facultad. Cuando menos nos dimos cuenta estábamos en su habitación, besándonos con intensidad. Dejando entrar al otro por todos los poros. Jadeábamos de las ganas contenidas.
Cogimos despacio, para sacarle más el jugo a nuestros cuerpos y a la imaginación.

Cada centímetro fue delicioso. El sabor de lo prohibido, su piel suave, delicada, joven, rosada.
Estaba depilada entera. La bese por todos sus rincones. El sabor de su concha me arrobó, no pude parar. Hasta que entre lengua y lengua, después de unos largos minutos, empezó a gritar. Entonces lentamente le fuimos dando lugar a otras variantes, y prontamente terminó devolviéndome el gesto.

Su boca envolvió mi pija muy lentamente. Ambos estábamos húmedos y ardientes. Duro, durísimo estaba también yo, ella lo aprovecho. Recorrió mi verga mientras me miraba. La roja me chupaba la pija mirándome a los ojos. Con su cara de adolescente. Su pelo enrulado, corto, su picarezca, su desnudez, me daban ganas de dejarle todo adentro, vaciar los huevos enteros en su garganta, o ver su cara manchada de leche. Otro momento más para el descontrol. Ella me contuvo, y cuando se acercó el momento del estallido, se alejó. La odié, y la amé.

En eso, palpitando, en carne viva, se subió arriba mio y agarrando la verga con mucha maestría la metió dentro suyo de un solo tirón. Estaba hecha un solo agua. Riquísima. Ambos suspiramos de lo mucho que veníamos aguantando, y me cabalgó. Sus movimientos eran muy precisos, con mucho ritmo, y lo más importante, se reía bastante, Eso me encanta.

Cojímos muy rico. Un rato largo. No escuchamos ni los celulares, ni el timbre. Sólo cojímos, nos perdimos el uno dentro del otro. Alternamos posiciones, nos bebimos nuestros jugos, nos seguimos riendo. Acabé dentro suyo, no pasa nada, me dio a entender, y confié.

Eso si, hablamos poco. Mejor, pensé, la palabra no ayuda en estos casos. Cuando salimos del ensueño la noche había avanzado, con pasos largos. El bullicio de los autos se calmó, y el fresco del día dio lugar a una húmeda noche de focos amarillentos, y estudiantes universitarios saliendo a comprar cerveza. Se había puesto lindo. Nos prometimos volver a encontrarnos, y nos dijimos lo bien que la habíamos pasado. Hablamos de las mutuas ganas que nos teníamos. No dijimos nada, explícitamente, sobre nuestras parejas.

Para despedirnos la bese hondo, un rato. Me encanto. La recorrí con una caricia también, su piel me delira. Y me grabé el recuerdo de su cuerpo completamente desnudo, suave, acompañando mis embestidas. Me hechizó.

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