A la mañana siguiente, Felina, la hija de Angélica y Bruno, hermana de Leo, se despertó relativamente temprano. De hecho, fue la única que no había consumido energías extras, de toda esta familia, era la única que había descansado, a través de un sueño reparador. Recuerden que los padres habían tenido actividad genital, y Leo de alguna manera también.
Se incorporó en la cama, sentándose en ella. Advirtió cierta tirantez en su mejilla izquierda, llevó su mano hacia su rostro y sintió como una película plástica, estaba adherida a él. Dudo, no supo bien que pensar.
Se levantó, tomó una muda de ropa y se dirigió, como todas las mañanas a efectuar su ducha matinal.
Aunque su higiene corporal era impecable, no siempre lavaba su cabello diariamente. Sin embargo, sintió con sus dedos, también en la parte izquierda de su cabeza, que en esa zona de su melena estaba como pegada. Se mojó un poco, pero igual, no se lavó con champú la cabeza.
Recordó, que ese día tenía deportes, así que después lo haría (lavar su cabello) con el baño vespertino.
En ese mismo momento, en la habitación de sus padres, Angélica, la mamá se desperezaba, mientras pensaba en la faena de hacía escasas horas, la que le había requerido un esfuerzo físico, pero también mental. Pensó que ya no estaba para "esos trotes". Sin embargo, todo había sucedido por su hijo (Leo "ese es mi hombre" recordó) y todo lo acontecido con él, en el baño, el día anterior.
Rememoró que fue eso lo que la calentó tanto, que buscó a su marido. Tal vez creyó que con la fantasía le iba alcanzar para pasarla bien. Pero, no fue así, y tuvo que esforzarse en el trabajo, manteniendo latente la imagen de su hijo mentalmente y aplicándose en lo físico, para que su marido respondiera sexualmente.
Estaba cansada y una ducha le sería reparadora. Su marido, es decir, el padre de esa familia, ya se había marchado hacia el trabajo.
Se levantó de la cama, en traje de Eva. No se había vestido, luego del sexo con su marido, eso la transportó a otras épocas con él, cuando se conocieron y se sentían atraídos sexualmente. De hecho, fue tan agotadora la labor, que luego de hacerlo llegar al orgasmo, quedó rendida y se durmió, aún con el semen en su interior, el que se había deslizado hacia afuera, corriendo entre sus piernas e impregnándolo en las sábanas.
De allí, que al ponerse de pie, lo advirtió claramente y retiró las sábanas, se dirigió al lavadero de su hogar para ponerlas en el lavarropas.
Cruzando el vestíbulo, se encontró con su hija que salía de ducharse.
¡Qué hacés desnuda mamá! Exclamo Felina (su hija)
¡Perdón, pensé que aún dormías y aprovechaba para bañarme y lavar la ropa de cama! Respondió ella a la defensiva, excusándose. Su hija se sonrió irónica y preguntó en forma capciosa ¿Qué, ahora dormís desnuda?
¡Mirá, después te enojás cuando lo hago yo! Se quejó Felina
Felina. su hija, tenía por costumbre pasearse con poca ropa o sin ella. Antes era gracioso y/o pasaba desapercibido porque era la menor, sin embargo, hacía ya tiempo que no lo era y mantenía esa mismo mal hábito, no se la podían quitar, y su madre se enojaba con ella.
Angélica, la observó, iba a dejarle pasar el comentario (era muy temprano para discutir) aunque no se llevaban muy bien, y en virtud de los años, según pasaban los mismos, cada vez era peor. Sin embargo, no lo hizo y respondió:
¡No compares! ¡Vos lo hacés, sin que te importe quien está en la casa, en cualquier horario! Recriminó la madre
¡Yo lo hice, porque pensé que dormían! ¿Qué hacés levantada tan temprano? Preguntó su mamá
¡Hoy tengo voley y quedé con las chicas de juntarnos a desayunar en el shopping! ¡Ya me voy! Dijo y se marchó hacia el cuarto que compartía con su hermano, se vistió mientras este (Leo) parecía desmayado, volvió a salir casi de inmediato, y aún su madre estaba en el vestíbulo. Cuando Felina la volvió a encontrar en el mismo lugar, utilizó otro sarcasmo ¡Che, "Coca Sarli" abrigate y dejá de hacer el ridículo, en bolas, con esa grasa en medio del paso!
¿Tu hermano? Alcanzó a preguntar Angélica antes que Felina cerrara la puerta de calle, y ella dijo ¡Duerme!
Angélica, la madre, entonces aprovechó a entrar al dormitorio de sus hijos, para retirar las cobijas de la cama de Felina y las prendas que había dejado tiradas en el suelo para lavar, otro mal hábito de la joven.
Angélica, temía que su hijo se despertara en ese momento y la encontrara desnuda en la habitación, eso sería complicado, máxime luego del evento entre ambos, sucedido el día anterior y que originó una serie de reacciones, bah, no era precisamente la palabra temor, sino culpa, remordimiento de su sentir y todo lo que eso conllevaría. Por ejemplo, entre las cuales, la noche anterior, desembocaron en la actividad sexual con su marido Bruno, al que tenía abandonado, desde que se enterará de una aventura amorosa de este, con una compañera de trabajo de la oficina donde este prestaba servicios.
Aunque todavía, no se había puesto a pensar o reflexionar detenidamente lo acontecido con Leo, recordaba que su hijo, ingresó al baño para tranquilizarla, y terminó con la pija de su hijo en sus manos, recibiendo una carga de leche en ellas.
Leo, entre sueños escuchó algún sonido que lo despabiló y entre dormido vio una figura femenina sin ropas deambulando en el dormitorio. Sin embargo, el sueño lo dominó y se durmió.
Angélica, entró a pie juntillas a la habitación, retiró las ropas, pero antes de salir contempló a Leo, y notó que este como de costumbre, estaba con una erección, se retiró rápidamente. Puso las cosas a lavar, regresó a su dormitorio, tomó unas prendas limpias y se dirigió al cuarto de baño, antes encendió el motor de la cisterna, para hacer subir agua al tanque. De no hacerlo, seguramente se quedaría sin el vital elemento, ya que conocía lo que demoraba su hija en el baño duchándose, ya le había sucedido más de una vez, verla a ella deambulando por la casa mojada, enjabonada, yendo a encender el motor porque se había quedado sin agua. Además a ella también le había pasado, era algo recurrente, no sólo por el excesivo uso de agua para la ducha, sino que el tanque de agua, al estar en la terraza de una casa de dos plantas, estaba muy alto, y la presión del agua no traía tanta fuerza, para hacerla llegar a este.
El ruido del motor de la cisterna despertó a Leo, ahora si totalmente despejado, recordó la silueta desnuda, pero no estaba seguro, si fue real o de haberlo soñado. También apreció con curiosidad, que desde que estaba alborotado por las mujeres de la casa, vivía al palo, a cada rato se le paraba, a toda hora y en cualquier lugar, era en algunos momentos un fastidio, un incordio, pensó, es directamente proporcional al uso, más la usas más gimnasia tiene, pensó él.
Sin embargo, esta vez era que tenía ganas de orinar, y eso le producía habitualmente una erección, vio que faltaba Felina, no estaba en la cama.
Sentía curiosidad también, por conocer como reaccionaría su hermanita con el guascazo por él propinado, o si lo había percibido, o no se había percatado de ello.
Se levantó y sigilosamente se dirigió al cuarto de baño, la puerta estaba entre abierta. Dudó, ya que su hermana le ponía llave. Con cautela espió, hacia el interior y avistó a su madre en la ducha.
Se encontraba erecto y al acecho, su corazón se disparó en palpitaciones viendo el fabuloso cuerpo de su madre.
Sin embargo, reflexionó críticamente, pero no desde un planteo moral o ético, sino se cuestionó, se preguntó si había alguien más en la casa. Así que, con el mismo cuidado, hizo un reconocimiento por todas las habitaciones y los lugares de la casa, la inspección fue negativa, no había nadie, estaban solos, pensó ¡Y ahora qué!
Retornó hasta la puerta del cuarto de baño y admiró a su madre de espaldas a él, duchándose, su voluptuoso cuerpo desnudo.
¡Es ahora o nunca! Se dijo, y teniendo como excusa la propia conducta de su madre como para justificarse, un subterfugio, pero una coartada al fin y para el caso que se produjera un percance o contratiempo. Lo conmovía el recuerdo de su madre, y la actuación que lo tuvo como testigo, como fisgón de un acto sexual en vivo y en directo. La había visto como habitualmente un hijo no ve a su madre, cojiendo, actuando como una hembra, como una mujer en celo, como algo femenino que se pierde en la consideración dentro de la familia, hasta hacía muy poco tiempo atrás, tanto a su hermana como a su madre, las veía como familia, algo asexuado, ahora a ambas las veía como objetos de deseo sexual.
Sin mediar otras evaluaciones, se quitó el slip y se mandó de una a la ducha.
La tomó por detrás, y Angélica dio un grito de sorpresa, dándose vuelta velozmente, vio a su hijo desencajado por la lujuria, él quiso besarla sin emitir palabra, ella lo esquivó y quiso escapar, también sin siquiera exhalar.
Leo la retuvo y la empujó contra la mampara vidriada de la ducha.
Los pechos de Angélica se aplastaron contra el acrílico y temió que estos se rompieran ante la presión de su hijo contra su cuerpo y las embestidas que ejecutaba.
Ella se excitó, se relajó, Leo lo advirtió y la poseyó por detrás, aunque le costó, no por la resistencia que ella hubiera ofrecido, no lo hacía, sino por atropellado, metía su pene entre las cachas voluminosas de ella y no encontraba orificios, por atolondrado.
A partir de ese momento todo se descontroló entre ambos.
26 comentarios - Incitación, concupiscencia y concreción incestuosa 5ª
contestame los mp...daaale