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Dominada por el padre de un alumno

Preceptora dominada por padre de alumno

Soy Sandra, tengo 33 años, soy lo que se puede decir una linda chica, con mis cabellos morochos, ojos marrones claros, pechos normales, unos labios gruesos y una cintura algo fina con una cadera que da paso a mi cola redonda, bien grande y parada.

Había conseguido empezar a trabajar de preceptora en un colegio un poco alejado pero muy lindo, era un secundario de zona medio marginal en las afueras de la ciudad.

Tenia a cargo el curso de chicos de 13 años aproximadamente, todos bastantes humildes, bastante mirones, pero muy buenos.

Luego de los primeros meses, me percate de Ariel, era un chico muy rebelde en la clase y con un carácter duro.

Yo le llamaba la atención regularmente, pero el como si nada seguía con su comportamiento medio agresivo a veces.

Un día lo empecé a interrogar un poco pero el no me contestaba, entonces le pregunte por su familia, y el se quedo callado y bajo la mirada ante mi pregunta. Cosa que me pareció muy extraño.

Pero insistí tanto que por fin accedió a contarme.

-Preceptora, me da vergüenza hablar de mi familia, vivo con mi madre y mi padrastro. Mi hermano mayor fue echado de mi casa y como hace un año que no lo se nada de el. Mi madre es muy buena e inocente. Pero mi padrastro no es buena persona.

Yo lo escuchaba con atención y el seguía contándome casi entre lagrimas.

-Mi padrastro toma mucho, no hace nada, vive del trabajo de mi madre, es violento, ya que estuvo 4 años preso y después salió y comenzó a vivir con nosotros.

El relato desgarrador de Ariel me daba mucha pena mientras lo miraba, entonces le dije

-Escúchame Ariel, quiero hablar con tus padres, deciles que vengan mañana a la salida del colegio para charlar.

El me miro fijo, aunque medio sonriente pero no dijo nada y se fue a su casa.

Al otro día, yo como siempre vestía un jean apretado celeste, como yo siempre usaba y marcaba mis curvas, y una remera negra media ajustada, como se usaban.

Ya en la salida del colegio apareció el padre de Ariel, su nombre era Julio, alto, de unos 50 años, morocho y con el cabello negro pero con varias canas, vestido con una camisa blanca y pantalones marrones, bastante arrugados no cuidaba en lo más mínimo sus modales.

Me presente ante el, y el casi ni me miro a la cara solo me miro dos o tres veces de abajo arriba, desnudándome con una mirada penetrante.

Luego de explicarle el porque lo había llamado, el solo contesto

-Puede que tenga razón preceptora Sandra, ya le voy a dar una paliza para que se ponga a estudiar.

Yo me asuste y le recrimine eso diciéndole

-No estamos hablando de eso, estoy hablando que lo incentive más.

El agarro del brazo a Ariel, se dio vuelta y me dijo

-¡Yo se como educo a este pendejo, vos metete en tus cosas que para eso te pagan!

Y se fue caminando casi llevando a la rastra a Ariel, me quede helada, enojada, indignada por culpa de ese maleducado viejo.

Todo el día estuve perturbada por esa situación.

Al otro día cuando termino la clase, detuve a Ariel para hablar, pero el me dijo

-No puedo me tengo que ir a mi casa.

Pero lo detuve de todas maneras, mire su cuello y tenia una marca roja, le pregunte

-¿Qué te paso en el cuello Ariel?

El miro para abajo y solo me dijo

-Nada, me caí jugando.

Obviamente no le creí, me indigne y fuera de su apuro por irse, lo retuve y escribí en un papel, pidiéndole una reunión con la madre.

Le di el papel y le dije

-Ariel, por favor, dale esta nota a tu mama.

A la próxima clase, Ariel llego y me dio otra nota, con una letra un tanto desprolija, decía

Por favor preceptora Sandra, no tengo tiempo para ir, pero podría si quiere usted venir a nuestra casita el día viernes, la esperamos al almuerzo. Saludos

No se si de novata en asuntos como este, o que Ariel me daba mucha pena, lo consulte con una profesora con la cual nos habíamos hecho muy amigas, y ella me recomendó no ir, pero que hiciera lo que creía conveniente.

Al terminar la clase, le dije.

-Ariel, el viernes al salir del colegio te llevo a tu casa para ir a hablar con tus padres.

El me miro con una cara rara y me miro como siempre un poco de mirón, típico de la pubertad, luego dio una afirmación tibia, que no comprendí. Pero supuse que era temor a que su padrastro le volviera a pegar por mi intromisión.

Llego el viernes, yo como siempre ese día vestía un pantalón de jean celeste claro ajustado y una remera negra, subimos al auto con Ariel rumbo a su casa.



El me fui indicando como llegar, sin sacarme a veces la mirada de mis piernas, cosa que por su edad y me daba gracia.

Cuando llegamos a su casa mire que se trataba de un barrio bastante humilde, pero parecía tranquilo.

Luego de estacionar, golpeamos la puerta y abrió la puerta su madre, que era una mujer de unos 40 años, pero muy avejentada, con las arrugas prematuras de quien lleva una vida fatigosa.

Adentro estaba sentado con un vaso de vino el padrastro, que ni bien me vio, comenzó a devorarme con la mirada, como un león que ve entrar a un cordero a su cueva.

Sin que se levantara le di un beso en la mejilla sintiendo su aliento a alcohol, mientras él me seguía clavando con la mirada.

Estábamos los cuatro comiendo y yo sentía molestia de tener permanentemente la mirada del tipo encima, hasta que dijo "Que linda es tu preceptora Ariel, es muy bonita".

Contesté dando las gracias y lo observé bien aunque disimulando.

Yo empecé a explicarle tanto a la madre de Ariel como al padre, la situación que notaba en Ariel, que tal vez necesitaba mas contención, por su comportamiento, etc.

Lo cual ellos escucharon y no me refutaron nada, Julio lo único que hacia, se metía constantemente su dedo en la oreja, como rascándola, y cada tanto en la nariz, se rascaba la entrepierna, o directamente el culo, era bastante repulsivo, y su mirada era tan lujuriosa que parecía que me tocaba con ella.

Terminamos de comer, mientras el tipo se ocupaba que mi vaso estuviera siempre lleno de vino. Cuando se levantaron Ariel y su mamá a lavar los platos el tipo me dijo que me quede sentada pues yo era la invitada quedando a solas con él.

Entonces me pregunto

-¡¿Y usted esta casada Sandra?!

Yo dude que contestar, porque pensé todo en un minuto, pero termine diciéndole la verdad.

-No, va soy divorciada.

-¿Cuántos años tenes!?

-33 recién cumplidos le conteste.

En su cara se le hizo una sonrisa vil, entonces me pidió si le podía alcanzar los cigarrillos que estaban en un aparador atrás de donde estaba yo sentada.

Yo me levante, me gire para buscarlos, los cuales estaban bastante arriba y tuve que ponerme casi en puntas de pie, y por un espejo pude ver como el me miraba descaradamente el culo.

Luego de volverme a sentar, el estaba como alterado luego de su observación, y una mano de el, estaba bajo la mesa.

Ya me estaba yendo, salude a Gladys (madre de Ariel) y a Ariel y me dirigí hasta la puerta, mientras Julio venia detrás mío, seguramente sin perder detalle de mi culo, cuando me abrió la puerta me dijo

-¡Sandra, mañana a la noche hacemos un asado acá, nos encantaría que viniera!

Estaba a punto de rechazar su oferta, cuando vino Ariel corriendo insistiéndome que por favor, y déle déle. Entonces acepte.

Llego el sábado y dado que su mirada me intimidaban un poco, decidí ponerme algo mas suelto, un pantalón mas deportivo y una remera negra, pero lo que no me di cuenta es que ese pantalón era muy liviano y se transparentaba un poco mi tanga, fui a la casa de Ariel.

Estábamos los cuatro en el fondo, donde estaba la parrilla, y mientras Julio hacía el asado tomaba mucho vino. Y en un momento le dijo a Ariel y a su madre

-¡No va a alcanzar el carbón, vayan a comprar! Por supuesto de manera imperativa a lo que ellos mansamente accedieron.

Yo quedándome sola con el, tenia un poco de miedo, por lo cual me fui adentro a limpiar la verdura para la ensalada, estaba parada en una mesita limpiando cuando él se puso atrás mío apoyándome levemente el bulto en mi cola, haciendo él que buscaba una cosa, me corrí pero él me siguió, y cuando me volvía a correr me dijo al oído con aliento a alcohol.

-¿No te gusta tener algo en serio apoyado? Sé que te falta pasar una buena noche, con un hombre verdadero.

Me salí a un costado y le dije furiosa

-¡¡Déjeme en paz!! ¿Qué se cree que soy? ¡¡Ahora les voy a contar todo cuando vuelvan a su mujer y a Ariel!!

El me miro de abajo arriba, empezó a reír a carcajadas y me dijo

-¡¡Contales, lo que vas a lograr es que los estropee a golpes a los dos. La vieja me tiene podrido y el pibe no sirve para nada!! Me darías la excusa para darles una patada en el culo a los dos y mandarlos a la calle, porque esta casa es mía. Maldita la hora que salí de la cárcel y me metí con la vieja esta. A pesar que la corneo cuando se me canta, hasta los putos que me morfé en el penal son mejores que ella cogiendo. Cuatro veces hizo la denuncia a la policía de que le pegaba, ellos no le dan bola. Aparte si entro de nuevo en cana, cuando salga los reviento. Pensá bien lo que vas a decir, pero si no me dejas sacar las ganas una noche, ellos la van a pasar muy mal y vos serás la culpable, pensalo bien, porque si el martes a la noche no venís a cenar prepara tu casa para recibirlos, van a ir un poco estropeados, pensalo bien.

Se dio media vuelta y volvió a cuidar el asado y a chupar vino.

Quedé helada y con miedo ante el tono de sus palabras, era un tipo realmente enfermo, pesado y yo estaba en el medio.

Si decía algo seguro cumpliría sus amenazas, y yo realmente no quería eso que había amenazado y por otro lado lo que quisiera de mi esa porquería me daba repugnancia y mucho miedo a la vez. Sentí que yo también caía bajo su dominio. Vinieron ellos y yo no dije nada, y veía que el tipo me miraba como recordándome sus palabras.

Casi no comí aduciendo que me sentía mal, que tenía un malestar en el estómago, mientras el tipo me miraba con una sonrisa sarcástica.

Me fui a mi casa y yo no dejaba de pensar, en el lío que estaba metida.

Al otro día en el colegio estaba muy nerviosa, y mi cabeza daba vueltas para todos lados, no sabia que hacer, entonces decidí que lo mejor era contarle a mi amiga, la Profe de matemáticas.

Le dije que tomáramos un café a la salida, luego ahí le conté todo con lujo y detalle.

Viviana, es su nombre, ella se sorprendió y no lo podía creer mientras yo le contaba, ya que Ariel era alumno suyo también.

Me dijo en tono imponente

-¡Denuncialo a ese hijo de puta, ni se te ocurra ir el martes!! Y un montón de consejos mas.

En mi casa mi cabeza era un barullo total, no sabía que hacer, pero sinceramente temía por Ariel y su madre, y decidí juntar fuerzas e ir el martes, pese al enojo de mi amiga, y le pararía el carro a ese sujeto para que quedara claro que lo podía denunciar si quería.

Sentía el deber de hacerlo.

Luego de irse la mañana y la tarde volando, a la noche fui a cenar a la casa de Ariel, y mientras lo hacíamos, pensaba qué seguiría ahora.

Yo había ido igual que con la ropa del colegio de ese día, un pantalón de jean como siempre y una remera.

El tipo me miraba como sabiendo lo que me haría.

Ariel y su madre se levantaron a lavar los platos, y el tipo enseguida me dijo en tono imperativo

-¡Sandra acompañame al patio a buscar más vino!

Accedí con resignación esperando que la madre o Ariel dijeran algo, pero no lo hicieron.

No se porque ese tipo podía imponerse tan fácil, sabia que no debía ir pero su tono y su aspecto violento me intimidaban.

Cuando salimos al patio, cerro la puerta, estaba bastante oscuro, y me tomó de la cintura llevándome hacia él e intento comenzar a besarme.

Aguantando el horrible aliento a vino, me resistí, lo que lo excitaba me parece, no grite porque tenía miedo.

De pronto, puso una mano sobre mi culo y lo acariciaba por arriba del pantalón, le tomé el brazo con que agarraba mi culo y lo apreté, intentando sacarlo de ahí.

Julio estaba como alterado y eso me asusto un poco, pero me soltó, fui caminando hacia la puerta y antes de entrar, vino hacia mí que estaba parada, me tomó de la cintura colocándose por detrás mío, me apoyo bien su bulto bien duro en mi cola, y mientras me decía al oído

-¡¡Que linda estas muñeca, que grande y precioso orto tenes, que tesoro mi amor!! ¿Sentís como tengo la pija de dura?

Yo no le conteste, pero sentía su bulto muy duro y casi como hirviendo sobre mi pantalón.

Luego me dijo

-¡El sábado linda, el sábado! ¡Escúchame bien, el sábado, Ariel y la vieja van al interior a ver a un hermano! ¡¡Vos venite para acá a las ocho y vestite bien para mí, todo bien apretadito, tomamos unas copas y vamos a conocernos muy bien, te espero!!

Me soltó, y volvimos, mientras Ariel y su madre seguían en la cocina.

Al rato ellos terminaron y se sentaron a la mesa, yo puse una excusa y me retire, quería irme rápido, mi cabeza daba vueltas y no sabia que hacer que pensar, que decir.

Al otro día en el colegio, Viviana me pregunto que había hecho, si había ido, etc.

Mentí, no se si por miedo a sus reproches o ser tan estupida y le dije que no había ido.

Llegó el sábado, como a las seis me bañé, me puse mi ropa interior blanca, un pantalón blanco que dejaba notar mi tanga de tan ajustado y una remera marrón.

Mientras manejaba a la casa de Ariel mi corazón latía con fuerza, tenia miedo, me estaba arrepintiendo, cuando recordé las amenazas sobre Ariel y su madre e instintivamente maneje hasta su casa.

Llegué, me abrió la puerta y me hizo sentar sirviéndome vino blanco puro.

El estaba con un short azul, zapatillas y nada más, todo su torso desnudo, que por cierto era muy velludo.

Luego de la primera botella donde casi no hablamos, solo lo miraba, con intriga y temor, abrió otra y seguimos tomando.

Yo ya estaba media mareada, y él lo notó. Se levantó, vino a mi lado y me levantó.

Me tomó de la cintura, comenzó a besarme como nunca moviendo a todo lo que da su lengua con la mía, me tomó fuerte de los cachetes de mi culo apretándome contra él y comenzó a mover su bulto para abajo y arriba refregándome entera.

Julio, me desabrochó el pantalón, con esfuerzo por lo ajustado que me quedaba, lo bajó un poco, hasta la mitad de mis nalgas y empezó a manosear con mucha fuerza la vagina y el culo.

El efecto del vino y esa situación, me había empezado a excitar, el trabajaba muy bien para llevarme a calentarme mas y mas

Después de un tiempo de calentarme y calentarse bien, me dijo al oído susurrando

-¡¡Sácate los pantalones linda!!

Yo aleje un poco y dejándome los zapatos y empecé a sacarme los pantalones, mientras él se refregaba el bulto mirándome y yo a él.

El se vino sobre mí para apoyarme su bulto en mi vagina y con la otra mano, comenzó a inspeccionarme las tetas.

Sin decirme nada, me saco la remera y el sostén, quedando mis tetas al aire.

Se abalanzó sobre ellas y chupaba y chupaba, mientras yo intentaba ocultar mis gemidos pero era imposible, me estaba volviendo loca, no podía mantenerme en pie casi, entonces le dije

-¡¡Basta hijo de puta, hasta cuando vas a seguir!!

Se separo de mí riéndose y me dijo

-¡¡Veni para acá, arrodillate, sacala y chupala un buen rato!!

Yo como autómata lo hice, me arrodillé, tiré de su short para abajo y apareció un terrible pedazo enorme, muy grueso, colorado que me hizo parar.

Mientras él se sacaba el short totalmente me dijo

-¡¡No me digas que te asusta, es lo que necesitas en el estado que te encontrás, vamos chupala bien y ya te la doy!!

La calentura volvió a ganarle a la razón y con las dos manos la agarré y abriendo bien grande mi boca me la metí y se la empecé a chupar.

Me tomó la cabeza con las dos manos y empezó a cogerme la boca con un movimiento que me lastimaba al ser tan gruesa. Con las manos le hacía señas que parara y él empujando me dijo

-¡¡No bonita, ahora no!! ¡¡No querías pija, ahora la tenes!! Y siguió.

Los costados de mi boca ya me dolían de tan estirados que estaban y yo no podía frenarlo con mis manos.

Comenzó a tirarme de los pelos, mientras movía mi cabeza para adelante y atrás violentamente, aumentando el dolor.

No se cuanto tiempo estuvo así, pero fue un buen rato y con un gemido fuerte, me sujeto mi cabeza contra su pija y empezó a largar cantidad de su liquido apestoso en mi boca.

Parecía que me ahogaba mientras me entraba el semen directo al estómago y me tuvo un buen tiempo así para asegurarse que tragara todo su asqueroso líquido.

Cuando la saco, yo tome aire desesperada, mientras mis ojos tenían lagrimas de humillación y dolor. Pero el como si nada me dijo

-¡¡Ahora vamos a la pieza, linda, que todavía la tengo dura y quiere comerte!!

Yo temblaba con esas palabras, pero sabía que no tenía opción.

Cuando llegamos a su cuarto todo desordenado por cierto, me tiro sobre la cama, quedando boca arriba, luego agarro mis piernas y se las coloco sobre su cadera.

Me estuvo manoseando, metiendo un dedo y sacándolo, chupando mis pechos, mientras me miraba con esa mirada enfermiza, desencajado, hasta que luego de un rato.

Puso la cabeza de su miembro en mí y me empezó a penetrar, al principio, cuando entró, me dolió e intenté mover la pierna, pero él la tenía sujeta con su mano y bien tirada hacia su espalda, yo con mis manos le apretaba la espalda.

Como estaba bien lubricada, la metido con toda facilidad, pero igual yo me quejaba, no estaba acostumbrada a eso tan grueso y desde mi separación que no estaba en forma y menos para recibir cosa semejante.

Una vez toda adentro me dijo,

-¡Ya está mi amor, ya está, ya te la comiste toda, ahora disfrútala bien adentro tuyo!!

Y comenzó a moverse a un ritmo normal, gritando a cada empujón. Yo al rato también gritaba a cada empujón y me movía como él. Me soltó la pierna y quedamos los dos abrazados moviéndonos.

Me daba con mucha fuerza, llegando hasta el fondo de mi haciéndome doler un poco, aunque el placer era indescriptible, no se cuanto tiempo estuvo así, pero de pronto empezó a gemir como loco y con un grito, acabo en mi sin dudarlo y sin dejarme opción.

Mi orgasmo no había llegado aun y sentía mucho calor en mí, me fui a lavar al baño, viendo como salía semen de adentro de mi vagina, volví, y él fumaba, me acosté a su lado tímidamente sin decir ni una palabra.

Pasó un buen rato, cuando me miro y me dijo

-¡¿Te ha gustado Sandrita!?

Yo me sonroje y no conteste, pero ese silencio fue más que evidente.

Entonces estando el boca arriba me dijo

-¡¡Veni y montame putita, que quiero seguir gozandote!!

Aunque ese trato era humillante, logro seguir calentándome, así que lo hice sin dudar.

Me introduje su gorda pija y superando el dolor inicial, lo empecé a cabalgar.

La parte de arriba de mi cuerpo la tenía volcada contra él, mientras Julio tenía sus dos manos en mis nalgas, apretándolas mientras acompañaban el ritmo.

Yo empecé cada vez a cabalgar mas rápido, haciéndome salir gemidos incontrolables

-¡¡Ahhhh!! ¡¡AAhhhh!! ¡¡Siii!! ¡¡Siiiiii!! ¡¡Aaaaaahhhhh!! ¡¡Siiii!!

Eso lo calentó mas a Julio que estrujaba mis nalgas y movía su pelvis acompañando mis movimientos, hasta que me dijo

-¡¡Putita bajate rápido que voy a acabar de nuevo y quiero que te lo tragués todo!!

Me salí sin dudar, poniendo mi boca en la cabeza de su miembro, tragándome otra buena dosis de semen.

Fue increíble, hace tiempo que no estaba tan excitada, con vergüenza y sin mirarlo, me levante y volví al baño.

De regreso él me dijo

-¡¡Bueno bonita, yo voy a dormir, porque fueron tres acabadas casi seguidas!! ¡¿Vos, te quedas o te vas a tu casita!?

Yo dude por unos instantes, pero pensé que la situación ya se me había escapado mucho de las manos y que tenía que salir de ahí urgente. Con voz firme le dije

-¡Yo me voy!

El sonrío y me dijo

-¡Bueno putita has estado deliciosa, nos veremos pronto, deja la puerta sin llave cuando te vayas! Jajaja

Me vestí lo más rápido posible y me marche, un poco enojada por como el tipo me trataba y pensaba que iba a haber otra ocasión.

Fui directo a mi departamento a bañarme y dormir, debía admitir que ese sujeto era un semental y sabía lo que podía hacer con una mujer.

Valoraciones y/o Comentarios por favor.

"Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia"

2 comentarios - Dominada por el padre de un alumno

liono +1
uuuuuu no tengo mas puntos sino te dejo
Soleles
Muy buen relato, una pena que al final aclares que es tu imaginación pense que te había pasado en realidad, cosa que me excito mucho,