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Volvi al trabajo

Primer día de trabajo. ¡Uf, cuantas cosas pasaron! No sé si contarlas todas porque algunas son simplemente anecdóticas y no quiero que se aburran, pero bueno, allá vamos. El recibimiento por parte de mis compañeras, en especial Irene, fue emocionante. Se nota que me extrañaron. Me cantaron, me vitorearon, me abrazaron, después Irene me llamo a su oficina. Supuse que me iba a recriminar por haberme pasado varios días más de la última licencia que me otorgó, pero no, en vez de retarme me dijo que era bienvenida, se me acercó, puso sus manos en mi cintura y me besó. Sí… me besó. Pese a la sorpresa inicial nos enredamos en un beso intenso y jugoso que parecía querer rememorar aquellos apasionados momentos que pasamos juntas.
-Me da gusto verte- me dijo al despegarse de mis labios.
-A mí también- le dije, sabiendo que en algún momento debería pagarle, en especias, claro, toda la paciencia que durante este tiempo tuvo conmigo. Otra me hubiera echado.
Luego de tan… fogoso reencuentro, retorné a mi puesto de trabajo. Ya desde el primer tachero que cruzó la puerta de la oficina, todos se venían para mi escritorio, para saludarme, para preguntarme por mi hijo, y, por supuesto, para mirarme el escote. Es que me había puesto el mismo uniforme que había dejado antes de tomarme la licencia por maternidad, me lo puse así como estaba, sin hacerle ningún retoque, y como es lógico desde entonces aumenté unos gramos (bueno, uno poco más en realidad… jaja), pero sobre todo, a causa de la lactancia, me engordaron las tetas, por lo que el escote de la camisa se me hacía mucho más pronunciado. Obvio que los tipos se quedaban babeando mirándome el surco que se abría entre mis carnes, pero pobres, no era culpa de ellos, sino mía, así que al décimo ya que no me sacaba los ojos de encima, me puse un pañuelo en el cuello, como para disimular un poco. Y es que aparte de darme un poco de vergüenza, mis compañeras se me cagaban de la risa. Ellas felices, claro, total todos me buscaban a mí, yo era la que laburaba.
Luego la mañana transcurrió de lo más normal. Un par de clientes aprovecharon, al devolverme el duplicado del recibo firmado, para anotarme en el dorso del mismo sus respectivos celulares. Si bien nunca rechazo una buena cogida, tampoco estaba tan desesperada como para llamarlos, aunque ante la ausencia de Enrique, el policía, un eventual y más que efectivo amante para esos momentos, debo admitir que guarde los números, solo por las dudas.
Al mediodía salí a almorzar, como siempre lleve mi tuper y mi yogurt a la plaza de la vuelta. Antes pase por lo de Julio, el mecánico, para saludarlo. El guacho me recibió dándome una tremenda palmada en la cola.
-A ver cuando te das una vuelta, tengo un amigo que se muere por saludarte- me dijo tocándose groseramente los genitales.
Por supuesto que se me ocurrió que esa misma tarde sería un buen momento para hacerle una visita. No se lo dije, pero la idea ya estaba. Ya en la plaza, luego de terminar con mi almuerzo, me puse a mandar mensajitos, nada sexual, solo a algunas amistades. Llame también a casa, para saber cómo estaba mi bebé. Todo Ok. Ya estaba volviendo cuando lo veo cruzar la calle, el mismo chico de aquella vez, hace más de un año. Entonces lo había visto vestido con ropa de calle y andando en skate, ahora estaba con uniforme de colegio y mochila. Él también me vio y por un momento, al cruzar nuestras miradas, ambos nos sonreímos. Pero ya era tarde, mucho más no podía hacer, aunque a veces una mínima señal alcanza. Debo decir que me quede bastante caliente con el pendejo, por el recuerdo de esa vez que me escucho hablando cosas chanchas con Bruno, por la forma en que me miraba, por cierto brillo en sus ojos, tanto es así que a la tarde, al salir del trabajo, pasé de nuevo por la plaza pero no tuve suerte, no lo volví a ver. No me iba a quedar otra que aguantarme la calentura, el taller mecánico estaba cerrado y en la oficina Enrique estaba haciendo adicionales en otras empresas. Que suerte la mía. Entonces… me acordé de los números que sin demasiada esperanza había guardado. Elegí al que recordaba como el más atractivo y lo llame.
-Hola, sí, hoy me dejaste tu número… jaja… sí, esa misma, la tetona… sí, ya salí… estoy en (la esquina donde me encontraba)… dale, te espero-
A los 15 minutos lo veo aparecer, me subo al taxi y… no era el más fachero, era el otro, me equivoqué de número. Definitivamente no era mi día de suerte. Igual la piloteé como pude, tampoco le iba a decir al pobre hombre, ah, perdona, me confundí, creí que había llamado a otro.
-No pensé que me llamarías tan rápido- me dijo al ponerse en marcha.
-Y…- no sabía que decirle -… siempre es bueno hacer nuevas amistades- dije finalmente.
-Claro- asintió –y supongo que ésta va a ser una amistad que va a ir mucho más allá que cualquier otra amistad, ¿no?- y diciendo esto comenzó a acariciarme una pierna.
-Claro- asentí –Si no, no te hubiera llamado- agregué yo, agarrándole la mano y llevándola mucho más cerca de mi entrepierna.
Él se encargó del resto, metiendo la mano entre mis muslos y apretando esa zona tan caliente de mi cuerpo. Ya con solo sentir esa incitante presión, me olvide que no era el más atractivo, me olvide de todo y llevando también una mano hacia su entrepierna, le froté por encima del pantalón el prometedor abultamiento que ya se le estaba formando. No señor, no estaba nada mal lo que allí se gestaba. En cuestión de segundos nos pusimos tan calientes que el telo nos parecía cada vez más lejos. Me preguntó si conocía alguno cerca, le mencioné el primero que se me vino a la cabeza, el que habíamos estado con Jorgito hacía unas pocas semanas. Estábamos cerca, así que hacia allá fuimos, solo que ahora en vez de entrar caminando por Medrano, como había hecho con Jorge, entramos con el taxi por el garaje de Bartolomé Mitre. Y parece obra del destino, pero no se imaginan qué… me tocó la misma habitación que habíamos ocupado con Jorge aquella vez.
Apenas entramos, y sin decirnos nada, nos comimos a besos, más que besos chupones largos y desenfrenados, que parecían absorber todo el aire de nuestros pulmones. Sin dejar de besarnos, de chuparnos, de lamernos, nos tocábamos por todos lados, por su parte se focalizaba especialmente en mi cola, a la que trataba con singular respeto, aunque yo quería, deseaba que me maltratara.
-Apretámela… pellizcámela… haceme lo que quieras…- le dije entre excitados suspiros.
Me agarro entonces la cola con las dos manos y comenzó a estrujármela, como comprobando su consistencia, mientras yo me restregaba contra su pelvis, sintiendo ese endurecimiento que presagiaba un goce supremo, de esos a los que soy tan aficionada. Por supuesto que yo no me quedaba atrás, también se la tocaba, siguiendo con mis dedos toda la extensión que se marcaba férreamente por debajo de su pantalón. No quería adelantar conclusiones, pero lo que alcanzaba a palpar parecía ser un digno catalizador para la calentura que tenía en ese momento. Sin dejar de besarlo, le baje el cierre de la bragueta y metí una mano adentro, sintiendo ahora sí con mayor nitidez la contextura del caramelo en barra que me estaría comiendo en pocos instantes. No estaba nada mal, les diré… ustedes saben, en cuanto a pijas no tengo preferencias, me gustan todas… jaja… pero la de este tachero me sorprendió muy especialmente, digo, soy optimista por naturaleza, siempre veo el lado bueno de las cosas, pero después del error que había cometido al llamarlo, no esperaba gran cosa, estaba ahí solo por cumplir y enmendar de alguna forma la metida de pata que me había mandado, pero ahora, con esa herramienta en la mano, sintiéndola palpitar y engrosar su volumen a cada momento, sentía que el error se había convertido de pronto en un acierto, de lo cual estuve mucho más segura cuando se la saque afuera y pude contemplarla en toda su generosa extensión.
-Que buena pija que tenés- le dije mientras se la acunaba entre mis dedos.
Me salió del alma decírselo, cuando me quise dar cuenta ya las palabras habían salido de mi boca.
-Vos me la estás poniendo así- me aseguró él, sin dejar de acariciarme ahora las tetas, todavía por sobre la blusa.
Aquello me parecía por demás injusto, yo con su pija en la mano y él teniendo que lidiar todavía con mi ropa. Así que se la solté momentáneamente, y comencé a desvestirme. Primero el saquito, luego la camisa, quedándome con el corpiño puesto, para proseguir después con la pollera, sacándomela muy lentamente, como en un improvisado Striptease. El tipo no me sacaba los ojos de encima, siguiendo todos y cada uno de mis movimientos, siempre con la pija en la mano, meneándosela, sosteniendo esa erección que, según él, yo misma había contribuido a forjar. La pollera terminó en el suelo, como el resto de la ropa, y así, en ropa interior, sin sacarme aún los zapatos, volví a él. La pija seguía esplendorosa, en su punto más álgido, se la agarré y le volví a dar un pico.
-Cuando llegaste esta mañana a la oficina, ¿te imaginaste tenerme a la tarde en un telo?- le pregunté mientras se la frotaba lentamente.
-¡Jaja!- se rió -¿Sabés lo que pensé al verte? Que esas gomas se merecían una buena turca- me dijo apretándomelas por sobre el corpiño.
-¿Qué esperás entonces?- repuse dándole a entender que estaba de acuerdo con lo que había pensado.
Llevo sus manos hacia mi espalda y me desabrochó el corpiño. Mis tetas emergieron pletóricas ante él, rebosantes de lujuria, debido a la excitación estaban hinchadas y calientes, los pezones duros y erguidos. Mirándolo siempre a los ojos, me puse de rodillas, le di un besito en la punta de la pija y yo misma me la puse entre las gomas, apreté una contra otra, y comencé a moverme, arriba y abajo, suavemente, haciendo que la carne del tachero se deslizara por entre el surco que formaba mi propia carne. Tal como dije, pese a que en persona el tipo no valía dos pesos, me había sorprendido con una pija muy bien dotada, con una longitud que superaba por varios centímetros la media. Eso permitía que la cabeza sobresaliera largamente por entre mis pechos, dándome la posibilidad de lamerla o chuparla según mis propios requerimientos. Ahora era el tachero quién se movía entre mis tetas, mientras yo le brindaba la lubricación necesaria escupiéndome yo misma en la profunda canaleta que formaban mis pechos. En un momento, hirviendo ya de calentura, levanté la cabeza, y abriendo la boca, le dije:
-Me quede sin saliva-
Comprendiendo mi reclamo, me escupió varias veces dentro de la boca, mantuve las escupidas por un momento en mi paladar y luego la derramé sobre mis pechos y su verga, bañando todo ese rejunte de carne con la baba de ambos. Siguió con la turca un rato más, hasta que debido a un fuerte envión, la pija se salió de su cauce, y tratando de contenerla terminé con la cabeza metida entre sus piernas. Él supo aprovechar ese movimiento para frotarse contra mi cara, no me resistí, por el contrario, saque la lengua y lamí toda esa parte de su cuerpo, la más íntima, la que no ve nunca el sol. Al comprobar que no me apartaba, dio un giro, y quedo con sus nalgas pegadas a mi cara, incitándome a hacer algo que generalmente no hago, y no porque no quiera, sino porque no me lo piden.
“Así que resultaste bastante puerquito”, pensé, a la vez que le agarraba la pija por delante y se la meneaba, mientras por detrás, comenzaba a lamerle el agujero del culo. Podía sentir sus estremecimientos de placer a medida que mi lengua y mis labios se deslizaban en torno a ese ceñido orificio. Por lo visto le gustaba, así que decidí seguir. Le solté la pija, me acomodé bien detrás de él, todavía de rodillas, y separándole las nalgas con mis manos, escupí copiosamente en su agujero. De a poco comencé a puntearlo con la lengua, mínimos toquecitos que lo hacían saltar, hasta que le metí toda la punta y comencé a empujar hacia adentro, le solté entonces uno de los cachetes de la cola y le volví a agarrar la pija, no se podía creer lo dura que estaba, y además hervía de calentura. Le saque entonces la lengua del culo y me corrí para adelante, yendo directamente y sin dilaciones hacia esa empinada poronga que se merecía la mejor de las mamadas. Se la empecé a chupar con todo mi entusiasmo, comiéndomela entera, a la vez que llevaba una mano hacia su cola y le seguía hurgando el culito, ahora con un dedo, presionando suavemente, deslizando todo ese tronco nervudo por entre mis labios. El jugo que brotaba de esa poronga era impresionante. Jugo que formaba una espesa espumita que yo trataba de absorber en su totalidad, o bien la tragaba o bien la esparcía por sobre la verga y los huevos, intensificando la mamada a cada instante, haciéndole unos cuantos “garganta profunda” que le arrancaban unos suspiros por demás exaltados. Ya totalmente desquiciado, me agarro fuerte de los brazos (tan fuerte que me dejo dos moretones bien marcados), me levantó de un tirón y metiéndome la mano entre las piernas me llevo hacia la cama. Mientras me iba empujando hacia atrás, me hacía sentir sus dedos a través de la bombacha, haciendo que la misma se humedeciera con los fluidos que incontenibles brotaban de mi interior. Me tumbó de espalda sobre el colchón, me arrancó sin delicadeza alguna la única prenda que impedía mi completa desnudez, y como una fiera salvaje en busca de su presa arremetió contra mi desprotegida conchita. Me abrió las piernas de par en par, y se lanzó de cabeza como si estuviera ante la misma fuente de la juventud y cada sorbo, cada chupada significara un año menos… La forma en que me chupó la concha solo puede describirse como… bestial. Hasta llegó, en medio de su excitación, a morderme un par de veces el clítoris, lo que me llevo a estremecerme toda y tratar de cerrar las piernas, pero él lo evitó manteniéndomelas bien separadas, mientras con lengua, labios, dientes y hasta dedos me exploraba hasta lo más recóndito. Yo ya no daba más de la calentura, me frotaba yo misma las tetas, tratando de aguantarme las ganas mientras él se despachaba de lo lindo con mi conchita, haciendo uso y abuso de todo lo que tenía a su alcance. Entonces se levantó, se colocó el preservativo y apuntando tan generosa herramienta hacia el mismo objetivo, me lo paseó por toda la concha, no me la metió enseguida, solo se limitó a frotármela por sobre toda la raya, arriba y abajo, aplastándome los labios con tan portentoso volumen. Yo se la agarraba con una mano y trataba de metérmela por mis propios medios, pero él me la sacaba, se trataba de un jueguito cruel pero francamente efectivo, porque me ponía todavía mucho más caliente de lo que ya estaba… y eso es mucho decir.
-Por favor… metémela ¡YA!- le pedí casi desaforada, la voz ronca de excitación, los nervios de punta, ansiosa y desesperada por sentir cuanto antes ese delicioso pedazo palpitando en mi interior.
Por suerte se apiadó de mí y comenzó la punzante y anhelada penetración, llenándome de pija hasta el último rincón de la concha. De un solo empujón me la metió hasta lo más profundo, iniciando de inmediato un violentísimo y enérgico mete y saca, sacudiéndome toda con enviones firmes y acelerados, yo por supuesto lo recibía con entusiasmo, abriéndome toda para él, desde abajo lo rodeaba con mis piernas, moviéndome con él, contra él, disfrutando cada empuje, cada deslizamiento, cada metida, cada sacada, dejándome impactar hasta lo más recóndito.
-¡Sí… sí… así… cogeme… cogeme toda…!- le pedía, ebria de morbo y lujuria.
Aunque estaba debajo, aplastada por el peso de su cuerpo, ya que el tipo no era precisamente delgado, le pedía más, más y más… no quería que se detuviera, ni siquiera para cambiar de posición.
-¡Dale… dale… dale!- lo apuraba, abrazándolo con brazos y piernas, totalmente entregada a ese tachero que recién había conocido por la mañana.
Por suerte, y pese a que no parecía poseer un físico privilegiado, el aguante del tipo era por demás meritorio. Me siguió dando, duro, firme, conciso, hasta que llegue a mi primer orgasmo, y digo primero porque estaba segura que ese sujeto me haría gozar de más de uno. Al llegar al clímax me desarme por completo, afloje la tensión de brazos y piernas, y me estire aliviada, suspirando plácida y gozosamente. El tachero se detuvo en ese preciso instante y disfruto conmigo tan mágico momento.
-¡Que manera de acabar!- exclamó, visiblemente sorprendido por la intensidad de mi orgasmo.
Soltando una risotada, le dije:
-¡También, me estás pegando flor de cepillada!-
-Y eso que recién estoy empezando- se ufano.
-¿Ah sí?-
-Sí- asintió.
Me agarró de las pantorrillas, me empujo las piernas hacia delante, contra mi pecho, y decidido a ratificar con hechos sus palabras, entro a darme de nuevo, cogiéndome con todo, impactando contra mi cuerpo como si quisiera meterme adentro también los huevos. Yo gritaba en una forma por demás descontrolada, por más que lo intentaba no podía dejar de gritar y estremecerme como si me estuvieran destripando, sintiendo que con cada empujón me abría un poco más la concha. Me estuvo dando un buen rato así, a todo trapo, hasta que me la sacó (me la arrancó, mejor dicho) y me hizo un ademán para que me ponga en cuatro. Así lo hice, me puse de perrita, la espalda bien arqueada, para dejarle la cola bien en pompa, y de nuevo siento que me la mete con esa furia desmedida con la cual tanto me estaba haciendo gozar. Me la clavó bien adentro y prácticamente de pie, empezó a cogerme a lo bestia, dándome duro y parejo, reventándome la cola con unas fuertes y prepotentes nalgadas. Por el espejo de la pared veía su panza peluda colgando sobre mis nalgas y, créase o no, eso me excitaba mucho más todavía.
-¿Te acabo en la espalda?- me preguntó agitado, cuándo ya pareció estar próximo al final.
No me pude negar.
-Sí, dale- le dije.
Unos cuantos combazos más y en medio de un fuerte alarido, me la sacó de adentro, se arrancó el forro de un tirón y apuntó hacia su objetivo.
-¡Ahhhhhh…!- me estremecí al sentir los latigazos de semen marcarme la espalda como si de un estigma se tratase.
Fueron varios, unos lechazos largos, tibios, espesos, que me llegaron incluso hasta el pelo. Mientras él me embadurnaba de leche, me toque un poquito y acabe también, acompañándolo en ese éxtasis supremo que, pese a nuestras diferencias, nos unía en una forma única e irrepetible. Tras el polvo caímos los dos agotados y empapados de sudor (además de leche en mi caso, claro), satisfechos a más no poder, con una cara de felicidad ambos que delataba el buen garche que acabábamos de disfrutar.
-¡Estuvo… increíble!- exclame entre risas y suspiros, besándome los dedos y haciendo un gesto como quién elogia un delicioso manjar.
-Vos sos increíble- me dice él -Coges bárbaro-
-Mérito de mi acompañante- le digo, dándole un jugoso beso de lengua a modo de agradecimiento.
Y pensar que no lo iba a llamar a él sino al otro, bendita confusión de números, jaja.

PD: Ah, me olvidaba. Ya se arreglo el asunto de quién cuida a mi hijo, lo cuida mi suegra, una santa la pobre… si supiera lo que hace su nuera mientras ella se queda con el nieto… NO, mejor que no se entere, jaja. Chau, besos.

18 comentarios - Volvi al trabajo

Guiyote07 +1
Me descerebraste Marita!!!...lo de la chupada de orto.... increíble...merecidos puntines para vos!!!
maritainfiel
Debo admitir que nunca se me dio por chuparle el culo a un tipo, pero bueno, como te habras dado cuenta cuando estoy caliente se me suelt la cadena... jaja...
fachelo1
Maritaaa...que no se diga....mujer de millones de batallas (volteadas) y nunca ta habían pedido esa cochinada?...jajaja
maritainfiel
Creelo o no jamas me lo pidieron, obvio que conozco el beso negro, se lo que es, pero esta fue l aprimera vez... y no estuvo mal, jaja.
danymaguna
excelente 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥
maritainfiel
Gracias...
bachamos
siempre, pero siempre calentura asegurada con tus relatos marita! me enloqueces!

Volvi al trabajo
maritainfiel +1
Gracias... creo que en el estado del Facebook voy a ponerme: siempre caliente!!! Jaja
bachamos
@maritainfiel jajaja y por lo visto (y lo leido) seria muy apropiado... segui asi de caliente y asi de compartidora jajaja! 😘
navarete37
tremenda.... sos parte de todas y cada una de mis fantasias!
maritainfiel +1
Gracias... lo que deben ser esas fantasias... jaja... Besos
navarete37
@maritainfiel no te das una idea!!!!!
xxxdios
🤤 🤤 🤤 🤤 🤤
MIsko-Jones
como siempre digo sos una atorranta hermosa 😘 😘
felicitaciones por la vuelta al trabajo ,eso es muy bueno por que vas a tener mucho para contarnos
un beso para vos , otro para rodri

besos misko
maritainfiel +1
Gracias... espero tener tiempo, porque entre el laburo, Rodrigo, mi marido y demas voy a necesitar dias de 48 horas, pero bueno siempre trato de hacerme un tiempito para disfrutar de la vida... sino, para que estamos, ¿no?
EL_PROFE25
Excelente!!
Muuuy caliente!!
Me dejaste a full hermosa!
Gracias por compartir
maritainfiel
Gracias Profe... ¿sera Profesex?
garrote2373
Excelente!!!! Excelente!!! No se si aplaudir u pajearme. No te preocupes por si lo sabe o no tu suegra, ella estará feliz de hacer el papel de abuela chocha cuidando al nieto. Vos disfrutá de tu sexualidad que nosotros lo disfrutamos en cada uno de tus relatos.
Me dejaste la pija como un garrote, o sea como yo!!!!!!!
Luni_91
Sos tremenda Marita...no dejas uno con cabeza...jajaja
Hermoso relato calentito hiciste...me encanto...
Te dejo puntitos y besitos...
KaluraCD

Marita querida, tus aventuras me enloquecen, que hermosa puta y como te gusta coger.
Cada relato tuyo es un manual de enseñanzas, te adoro ❤️
Recomiendo y dejo merecidos puntitos.

puta
La mejor forma de agradecer es comentando a quien te comenta.
maritainfiel
Gracias Kalu... Besos
Barish3
Por dios, que pedazo de relato. Super excitantes tus aventuras, me mato de principio a fin.
MrSinister
mas vale tarde que nunca lo comento y lo recomiendo porque al igual que mi amigo omar me quedo sin manos
fabro304
que relato nenaa!! me dejaste re loco, que manera de calentarme!
Soleles
muy buen relato sos más putita que yo jaja. ya me pongo a leer el resto de tus relatos. besitos humedos, espero leas los mios y los comentes. te dejo los puntos que me quedan
roman200511
Entre perverso y erotico. sos lo mas. No tenes idea como me caliento en la oficina leyendo tus aventuras. Te felicito.
drf_yo
Idola, me extraña lo del culito, y si le metías el dedito y le tocabas la próstata acababa como un caballo. Lo que pasa que según con quien estemos no lo pedimos porque nos interpretan mal (piensan que somos putitos) un beso grande seguí así.