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De Vacaciones (relato real)

Vacaciones de invierno. Yo agotada por los estudios. Lorena agotada por el trabajo. Viaje de placer a Mar del Plata, de ahí a Capital. Viaje con mi pareja. Viaje de placer.
Nos quedamos en un hotel muy lindo. Lorena no se anda con chiquitas a la hora de agasajarme. Siempre me dice que soy su princesa y me lo demuestra. Llegamos al mediodía, y antes de salir a almorzar ya habíamos hecho el amor sobre la cama, sin destenderla. Sexo tranquilo, suave, como nos gusta a nosotras en una situación de intimidad.
Por la tarde paseamos mucho. Fuimos a algunos museos. Me gustan los museos. En esa ciudad hay personas muy lindas. Tanto hombres como mujeres. Cada vez que pasaba por nuestro lado alguien lindo yo le hacía algún gesto a Lorena, que ella me lo devolvía. Nos reíamos mucho.
Ya de noche, luego de la cena en el hotel, nos dimos cuenta que algunos ya se estaban dando cuenta de nuestra situación sentimental. No me importó. En la habitación tuvimos relaciones. Ella es muy suave conmigo. Sabe como acariciarme, como hacerme sexo oral, sabe la forma en que me gusta que muevan la lengua, sabe besarme. Yo por mi parte trato de devolverle el placer que ella me da, y siempre tengo el miedito o inseguridad que ella esté fingiendo, porque Lorena es muy ruidosa en la cama, y me sube el ego saber que soy yo la encargada de generar esos sonidos tan excitantes. Luego de gozar cada una de un orgasmo yo la abrazo y me quedo dormida en sus brazos mientras ella mira la tele.
Por la mañana, mientras Lorena se daba un baño yo bajé a desayunar. Mis sospechas se hicieron ciertas. Todos en el salón me miraban raro. Seguramente nos habían oído la noche anterior. Yo en fi afán de ser como Lorena puedo llegar a ser tan ruidosa como ella. Pero bueno, eso era un hotel, que esperaban, las parejas van a tener sexo. De todas formas me sentí muy incómoda. Mientras me servía café acomodé un mechón de pelo detrás de mis orejas, ese flequillo me estaba volviendo loca.
Lo peor ocurrió cuando Lorena bajó la escalera para llegar al salón. Cuando el resto de los pasajeros la vio llegar se produjo un murmullo enorme, y la gente se codeaba entre ellos para que nadie se perdiera el show. Mi cara se puso roja de vergüenza. Lorena se acercó a mí y me besó en la boca.
- Buen día – me dijo – No les des bola. No nos conocen.
En nuestra ciudad jamás nos besamos en público. Ni siquiera caminamos de la mano. Pero estábamos de vacaciones, y ella tenía razón, no nos conocían, y ese beso en la boca era todo un desafío a los turistas, como una estrella de rock que dice y hace lo que su público quiere oír. ¿Así que sospechan que somos lesbianas? Bueno, las lesbianas se besan en la boca, acá tienen.
Por la tarde ella hizo un par de llamados. Yo sospechaba que algo estaba tramando.
- Listo. En Capital ya tenemos fiestita…
Lorena me había dicho que durante nuestras vacaciones tenía ganas de hacer algo, alguna orgía o algo que se saliera del protocolo. Yo a esta altura ya no le iba a decir que no, así que le dije que contara conmigo. Los elegidos eran dos chicos que ella conoció por Internet, y se concretó una cita en la casa de uno de ellos. Las cosas serían sin presión, o hacíamos una orgía los cuatro, o formábamos dos parejas, se vería en el momento.
El viaje hacia Capital fue lindo. Me dejó ir del lado de la ventanilla. Y me tomó por la mano durante todo el trayecto.
Los chicos estaban esperándonos. Serían nuestros guías de turismo. Uno se llamaba Patricio, era alto y de cuerpo bien formado, de pelo corto, en edad era el mayor de los dos, era el más lindo, supe de inmediato que si no hacíamos una orgía, ese chico sería de Lorena, ella siempre se come el mejor bombón. El otro era Gustavo, un poco más bajo, tendría un par de años más que yo, tenía el pelo un poco largo y ojos claros, también era bonito y sus pantalones ajustados remarcaban su bulto, yo se lo miré, sabía que ese chico iba a ser el mío.
Nos presentamos y nos invitaron a tomar algo. Nos dijeron que pensaban que se trataba de una broma. No iba a ser mi primer encuentro con desconocidos, un poco sé cómo se manejan esas situaciones, lo primero que se dejó en claro fue que no estábamos obligadas a nada, y que el no significa no, y todas esas cosas que la gente que se dedica a tener sexo y organizar orgías con desconocidos hace y dice en la primera charla. Aun así me daba vergüenza hablar de eso, saber que al menos uno de esos chicos iba a estar dentro de mí me excitaba, pero me dejaba muy sumisa frente a ellos.
Fuimos temprano al departamento de Patricio. Reunión en el baño con Lorena para ver que íbamos a hacer.
- ¿Te va una orgía?
- No sé, ¿y si mejor una para cada una?
- Bueno, pero juntas…
Les comunicamos la decisión a los amantes.
- No vamos a hacer una orgía – dijo Lorena que era la voz cantante – Una para cada uno, y en la misma habitación o lugar.
Ellos asintieron. Y apenas confirmaron que estaban de acuerdo, Lorena se dirigió caminando lento hacia Patricio. Se colgó de su cuello y comenzó a besarlo. A mí me excita mucho ver a Lorena en acción, verla hacer el amor o con cualquier cosa referente al sexo es lindo, es una artista, su forma de moverse, de gemir, es perfecta.
Permanecí observando cómo Patricio la tocaba la cola, esa cola tan hermosa, redonda y carnosa. Me lamí los labios. Gustavo me abrazó por la cintura por detrás, apoyando su miembro en una de mis nalgas. Por suerte mi amante parecía estar bien dotado. Comenzó a besarme el cuello y acariciarme la vagina por encima del pantalón. Lorena ya había desnudado su torso y el de su compañero. Sus pechos aun estaban en movimiento porque al quitarse la remera y el corpiño se movieron hacia arriba, y todavía estaban rebotando. Patricio se quitó el pantalón y Lorena se arrodilló y lo ayudó a quitarse los calzoncillos. Él también poseía un pene grande, demasiado, tanto que me alegré de no haberlo escogido, ese miembro me habría partido literalmente al medio, sus testículos eran redondos y daban la sensación de estar bien cargados. Estaba depilado en su totalidad, al igual que Lorena, por un breve instante sentí vergüenza de ser la única en la habitación de no tener sus partes íntimas depiladas a cero, yo utilizo un triangulo de vello, o una línea, pero nunca a cero. Supliqué que mi chico no esté depilado. Aun con él detrás de mí con su miembro ya erecto, yo de espaldas introduje una mano en su pantalón para tocarlo, más que para tocarlo para ver si tenía pelos. Nada, depilado también. Sentí vergüenza antes de quedar desnuda.
Giré. Me arrodillé. Desnudé por completo la parte baja del cuerpo de mi chico mientras él se quitaba la remera. Su pene ya estaba bien duro. Era largo, no muy grueso y con la curvatura hacia abajo. Me excitó. Me gustan esos penes. Miré de reojo a Lorena, ella ya estaba chupándose a su hombre, yo hice lo mismo. Tenemos estilos diferentes para mamar. Ella lo hace rápido, fuerte, con agresividad. Yo todo lo contrario, lo hago suave, lento, saboreándola. Comencé a chupar sin utilizar las manos, para poder desvestirme. A los hombres les excita que se las chupen sin utilizar las manos, todo depende de tus cualidades como mujer, la que sabe hacer lindos petes no necesita de las manos.
Quedé desnuda. Ahora estábamos todos iguales, salvo por el detalle de mi triangulito de vello púbico.
Lorena propuso un jueguito. Consistía en lo siguiente, a Lorena le fascina jugar con el sexo, y más aun competir. Los dos chicos de pie, un al lado del otro. Nosotras arrodillas frente a sus penes, cada una con el suyo. Comenzábamos a chupar. Las chicas tendríamos nuestra propia competencia, debíamos hacer que nuestro macho acabara, la que lo conseguía primero ganaba. No ganaba nada, solo el orgullo de haber hecho acabar antes a su chico. Los hombres por el contrario, ganaba quien acababa después, es decir, el que acaba primero pierde.
Sabía que perdería, Lorena puede hacer acabar hasta a un muerto. Aun así di lo mejor de mí. Lamí el tronco de ese pene. Jugué con mi lengua. La escupí. La bañé de saliva. La limpié. Mordí despacito su cabeza. Le metí hasta que tocó el fondo de mi garganta. Lo masturbaba. Su ojito comenzó a despedir ese flujo pre seminal, saladito. Pensé que estaría a punto de acabar, así que intensifiqué mi velocidad de mamar. Mi chico gemía. El chico de Lorena gemía. Lorena gemía. Yo gemía. El lugar era un concierto de gemidos y jadeos. Todos distintos, cada uno tenía su forma de manifestar su placer. Yo cuando chupo pronuncio muchas M juntas, mmmmm, mmmmm, chuik, chuik, chuik, la saliva hace chasquidos.
Lorena comenzó a acariciar la entrada del año de su amado. Esto lo calentó mucho, y se vino. Le llenó la boca de leche en un gemido grave, como el de un oso. Lorena permaneció con los ojos cerrados. Mi chico, al ver que había ganado, me acabó también a mí. Su semen se depositó en mi boca como agua.
Ambas teníamos la leche de nuestros machos en nuestra boca. Comenzamos a besarnos y a intercambiar el semen con nuestras lenguas. Ella me metió dos dedos en la vagina. Yo le devolví el favor. Mientras nos masturbábamos transábamos. Pude distinguir el semen de mi chico del chico de Lorena. El del mío era un semen líquido, agrio, con poca contextura; el del macho de Lorena era espeso, bien salado y blanco amarillento, parecía gelatina. Me lo tragué. Tragué el semen de dos hombres, un cóctel maravilloso. Terminé teniendo un orgasmo sobre la mano de mi amiga, mojándosela toda. Ella hizo lo mismo.
Nos recostamos en el sillón de dos plazas. Una plaza para cada una. Boca arriba. Separando nuestras piernas, como si estuvieses en una camilla del ginecólogo. Nuestras vaginas estaban muy pero muy mojadas producto de la masturbación, y abiertas de par en par. Nuestros hombres se acercaron y comenzaron a penetrarnos.
A mí me la dieron primero. Traté de aguantar el gemido, más por vergüenza que por otra cosa, pero no pude, gemí. Lorena me dio la mano y segundos después ella también fue penetrada. Yo miraba la pija de mi macho entrar y salir de mi cuerpo. Miraba la pija del macho de Lorena. Las formas en que entraban eran distintas. La de mi chico se metía hacia abajo por la curvatura que su pene tenía, la de Patricio entraba hacia arriba. Mi chico me estaba cogiendo suave, metía su miembro hasta el fondo y lo retiraba en su totalidad para volver a arremeter. A Lorena se la estaban dando más fuerte, solo la sacaba hasta la mitad y atacaba con fuerza, con movimientos rápidos.
Producto de estos distintos movimientos eran nuestros gemidos. Los míos eran largos.
- Aaaahhhh…..aaaahhhh…….aaaahhhhh……
Los de Lorena eran al ritmo de los movimientos de su amante.
- Ah, ah, ah, ah, ah, ah…
Como si se hubiesen puesto de acuerdo hubo un cambio de roles. Entonces fue a mí a quien cogieron con más fuerza y velocidad, y a Lorena a quien se le dieron suave, para que disfrutara. Nos encanta a las mujeres que nos cojan suave, bien lento, que entre el miembro de a poco, así podemos sentirlo, y que lo saquen también suave, así sentimos como abandona nuestro cuerpo, el placer que sentimos cuando nos hacen esto inmenso.
Los gemidos suaves de Lorena son los más excitantes que escuché en mi vida. Una mezcla entre la A y la O que calientan a cualquiera.
Luego de varios minutos que estar en esa posición cambiamos. Fuimos al suelo. En perrito. Nos pusieron frente a frente, iba a ver la cara de Lorena perfectamente. Estábamos bien en cuatro patas, con las palmas de las manos apoyadas y los brazos extendidos, no apoyando los codos, bien perras. Vi como Lorena paró su culo. Yo hice lo mismo.
Comenzaron a penetrarnos. La ventaja de garchar en cuatro patas es que se goza sí o sí. La penetración es más profunda, además los huevos golpean contra la vagina y el clítoris, generando un placer enorme.
Con cada embestida yo me movía hacia adelante. Gritaba como loca. Lorena estaba igual. Se movía con cada golpe. Preste atención a su cara. Las muecas de placer que manifestaba me súper calentaron. Su boca abierta, los ojos entrecerrados, la frente fruncida. Cada tanto cerraba sus ojos por completo y elevaba su mentón, mordía sus labios inferiores, sacaba su lengua y se relamía los labios. Me miraba fijo a los ojos, nosotras cuando hacemos el amor nos miramos a los ojos, pero esto era distinto, era otro el que se la estaba cogiendo. Nos mirábamos fijo, humilladas las dos, gritando de placer, encima por momentos nos daban nalgadas, cosa que no robaba un grito un poco más fuerte, me calentó muchísimo que Lorena viera como me estaban cogiendo, y a mí me volvió loca ver lo sumisa que podía llegar a ser mi novia.
- Así, así, no pares, no pares que acabo… - pidió Lorena, y su macho mantuvo el ritmo de los movimientos para hacerla llegar al orgasmo.
El jadeo de Lorena me puso la piel de gallina. Fue agudo, y vi como sus piernas temblaron, sus brazos se aflojaron y cayó rendida al suelo, aun con su culo parado y el miembro de su amante en su interior.
Desde el suelo me miró. Sumisa como un gatito. Yo estaba mordiéndome los labios, gimiendo con la boca cerrada. Ella no retiró su vista de mí. Eso hizo que mis ganas de acabar vinieran. Iba a dedicarle mi orgasmo a ella. Tuve que hablar.
- Así, mi amor, cogeme así…- dije sin retirar la mirada de los ojos de Lorena, que seguía recostada.
Sentí cosquillas intensas. Sentí mis flujos rebalsar de mi vagina. El suelo estaría todo mojado de mis jugos y la leche de mi chico. Procuré acabar con los ojos abiertos, para seguir mirando a Lorena. Pero el placer fue tan grande que mis ojos se fueron entrecerrando de a poco hasta estar cerrados por completos. Al igual que ella en el momento máximo de placer tiré mi nuca hacia atrás, mi espalda se arqueó y caí rendida al suelo. Mi macho sacó la pija de mi orificio y mi cuerpo de desplomó. Quedé acostada en el suelo.
Los chicos se sentaron en el sillón. Sus pijas no bajaban, seguían paradas, duras y gordas, con ganas de más. Mis piernas estaban entumecidas. Nos llamaron. Era el momento de una buena cabalgata.
Montamos esas vergas. Yo me concentré en mis movimientos. Me encanta cabalgar, y sé que lo hago bien, todos alagan mis movimientos. Me moví en círculos. Solo movía mi culo. Luego salté sobre él. Hacia adelante y hacia atrás.
Miré a Lorena. Ella estaba cabalgando bastante duro, pero con movimientos sensuales, nada de brusco y obsceno. Miré su cara, otra vez esas muecas de infinito placer. Sin darme cuenta yo estaba imitando sus rasgos. Cuando le hago la paja a un chico este abre la boca de placer, y yo sin darme cuenta me encuentro con la boca abierta también, imitándolo inconscientemente, eso era lo que estaba ocurriendo. Y mejor aun, sin darme cuenta mis movimientos eran iguales a los suyos. Estábamos cabalgando idénticas. Cogíamos al mismo ritmo. Le di la mano. Nos besamos. Sabíamos lo que queríamos, queríamos acabar juntas. Ella presionó mi mano, fue una señal que se estaba por venir, no sé por qué, pero supe que era así. En ese momento mi orgasmo también se acercó. Las los jadeamos, llamativamente también de la misma forma.
Caímos vencidas sobre los cuerpos de nuestros machos, que seguían cogiéndonos, ellos tenían que acabar. No tardaron en hacerlo porque nos dieron bastante duro y fuerte y rápido. Mi concha estaba llena de semen nuevamente.
Nosotras fuimos cada una a un sillón de una plaza, ellos permanecieron allí, sentados. Al cabo de unos minutos de descanso y recuperar el aire fuimos al baño para darnos una ducha. Nuestra calentura aun continuaba. Hicimos el amor suave mientras nos bañábamos.
Nos despedimos de nuestros amantes.
Continuamos con nuestras vacaciones en una visita guiada a la Casa Rosada.

7 comentarios - De Vacaciones (relato real)

EL_PROFE25
Muuy bueno!
Muuy caliente!
Gracias por compartir
MrSinister
"mmmmm, mmmmm, chuik, chuik, chuik, la saliva hace chasquidos" todo bueno pero esa parte 🤤 🤤 🤤
MxtroniKa
Por dios chicas!!!!!!!!!!!!! Caliente caliente, me encanto!
Pato1984
muy bueno!!!

no soy de leer pero no pude parar

+10

que bueno estaría formar parte de una de esas historias

Saludos!
SebastianSzabo88
La verdad que este relato es realmente muy bueno.
Te felicito, +10
elchapela
Un relato muy bueno no pude dejar de leerlo hasta el final.