Hola Poringueros: les traigo otro capitulo de esta historia. Para que nuestros sabados sigan tan calientes como siempre.
Los últimos encuentros entre Ivana y Emilio habían dejado más que claro que Miguel quedaba definitivamente fuera de la vida sexual de su mujer. Pero también despertó en el la necesidad de gozar de esa humillación a la que era sistemáticamente sometido. Ver a su mujer gozar con otro hombre fue una afrenta para su machismo y su ego. La que era una simple chica de pueblo que viajaba dos horas para ir a trabajar al empleo que el le había conseguido, la que conoció un mundo fuera del pueblito gracias a el, la que antes lo idolatraba, ahora era una perra en celo que no tenia ojos ni sentimientos para dedicarle. De esa esposa que el consideraba ideal no quedaba nada. En cambio, esa mujer que el consideraba inalcanzable, era un juguete a merced de un compañero de trabajo que la elevaba al placer infinito. Y ver ese placer ajeno, desató un goce desconocido, que lo hacia acabar cada vez que la humillación era extrema.
En el trabajo, Miguel ya era señalado por los pasillos como “el cornudo de los controles”. Las risas y apodos por detrás de el eran moneda de todos los días. En cambio, nadie intentaba rotular a Ivana. Sabían que hacerlo equivalía a meterse en problemas con Emilio, y nadie estaba dispuesto a hacerlo. Era vox populi que su ex mujer, al intentar jugarle una mala pasada con otro tipo, solo consiguió que su amante terminara con una golpiza que le sacaron las ganas de todo, y sin el pretendiente. En cambio, Miguel se hacia el que no entendía a quien se referían y aceptaba calladamente la situación.
Un día, luego de un día complicado, mientras se dirigía al transporte para volver a su casa, vio a Ivana a lo lejos subiendo al auto de Emilio. No le prestó demasiada atención porque ya estaba acostumbrado a que hicieran lo que quisieran sin consultarle. Cuando el colectivo pasó frente al hotel donde los había visto entrar en mas de una ocasión, instintivamente corrió un poco la cortina para deleitarse con su morbosa humillación que lo hacia gozar en solitario. Para su sorpresa y frustración no vio nada. Decidió relajarse y descansar tranquilo en su casa.
Luego de bajar, camino las cuadras que mediaban. Cuando se disponía a entrar, le llamó la atención que estuviera el auto de Emilio. Pensó que estarían teniendo sexo en su casa, situación que lo excitó. En lugar de intentar entrar, decidió dar la vuelta y probar espiar por la ventana del dormitorio. Cuando llegó vio la cortina corrida y se fue asomando despacio para poder deleitarse. Al ver la escena delante de sus ojos, sintió algo parecido a una explosión en su pecho. Su mujer, la que era una tímida chica de pueblo, estaba en la cama con otra mujer. Como un autómata llevo su mano a su bragueta y empezó a tocarse como un poseído. La otra mujer estaba de espaldas, pero tenía una figura de ensueño. Mas alta que Ivana, de cabello largo rubio rojizo, delgada con unas tetas medianas paradas y firmes, y una cola que era el comienzo perfecto de unas piernas torneadas esculturales. Esa mujer estaba haciendo gozar a Ivana con un sexo oral que la hacia gemir y cerrar el puño contra las sabanas. Cada tanto, con una mano delgada con dedos largos, le propinaba una buena paja en el clítoris, para coronarlo con una chupada que hacia acabar a Ivana entre alaridos que se oían desde afuera perfectamente.
Miguel, estaba con una calentura que no podía más. Por un momento, pensó que era la oportunidad para dejar el morbo y pasar a la acción. Entró a la casa lentamente, procurando no hacer ruido, se fue desvistiendo en el camino al dormitorio. Al llegar y ver la puerta entre abierta, pensó que tendría la fiesta asegurada. Pero cuando pudo ver nuevamente dentro de la habitación, la sorpresa lo hizo acabar en seco nuevamente. Adentro, Ivana había cambiado de posición. Mientras la extraña la penetraba con un arnés, Emilio le estaba haciendo la cola llevándola al éxtasis.
Miguel no podía moverse. Los gritos de Ivana eran ensordecedores. Le decía a Emilio que era su puta, que le partiera el culo para que no pudiera sentarse en una semana, que le llenara el culo de leche. Mientras, la otra mujer develaba el misterio de su identidad. Se trataba de Romina, una chica de administración que tenía fama de fiestera a la que todos le tenían ganas. Romina la embestía con un consolador negro unido al arnés, que parecía no tener fin. Cada salida y entrada estremecían a Ivana. Y cada vez que iba hasta el fondo, unía sus tetas con las de Ivana y buscaba su boca para fundirse en un beso lujurioso.
Miguel no podía detener el placer que le producía ser un mero espectador. Totalmente petrificado, solo observando, desnudo en el pasillo delante de su dormitorio, sentía como se ponía al palo y la necesidad de saciar la calentura con una paja más. Cada vez que acababa, trataba de ahogar el grito para no delatar su presencia.
En el cuarto, Emilio controlaba todo. En un momento le ordenó a Romina que le cediera el arnés a Ivana. Todo hacia pensar que era el turno de la doble penetración a Romina. Pero una vez que Ivana empezó a bombearla con el consolador, Emilio se acercó por atrás y le fue hundiendo la verga en la concha a Ivana, que empezó a acabar en ese solo movimiento. Los gritos de Ivana se empezaron a acompañar con mayores sacudidas a Romina, que al ver esa posición también empezó a acabar y a gritar que se la pusieran en la concha y el culo. Emilio decidió darle el gusto y acostó a Ivana boca para arriba. Le ordenó a Romina que se clavara el consolador en el culo. Cuando Romina estaba terminando de hundírselo entre quejidos, se lubricó bien la verga con gel, se la apoyó en la entrada y le preguntó a Romina:
-¿Estás preparada para gozar?
Los ojos de Romina tomaron una expresión entre miedo y súplica, pero contestó que si. En una sola estocada, la poronga se hundió hasta los huevos y el grito aturdió a todos. Romina lloraba diciendo:
- Hijo de putaaaaaaa, me hacés mierdaaaaaa!!!!!!!!!!!! Ayyyyyyy!!!!!!! Me rompes todaaaaaaaa!!!!!!!!
Sin piedad, Emilio la bombeó con furia hasta hacerla acabar. Mientras, Ivana seguía dándole al culo de Romina. Emilio, ciego de calentura, empezó a sacar la verga de la concha de Romina para meterla en la de Ivana, y después de un par de cogidas, sacarla para volver a meterla en la concha de Romina. Estuvo así un rato hasta que no aguantó mas, sacó a Romina a un costado, que ofrendó su concha a la boca de Ivana, le sacó el arnés a Ivana y le hundió la verga para cogerla con furia hasta acabar a los gritos los tres.
Afuera, Miguel no aguantó más. Todo ese espectáculo le consumió la cabeza. La última paja hizo que se lastimara debajo del glande, debido a la furia y la fuerza con que se la sacudió. Una mezcla de dolor y placer se adueño de el y terminó acabando a los gritos. Dentro del dormitorio, todos se dieron vuelta al descubrirlo y cuando Miguel recobró el sentido, escucho las risas y los comentarios.
- Negro, que pajota que te hiciste, boludo!!!! - se reía Ivana.
- Jajajaja, con esa paja tenés que estar más que conforme - se burlaba Romina.
- Bien Miguel, por fin te animaste a hacer algo con la calentura. Pero bueno, conformate con esto - lo sobraba Emilio.
Miguel empezó a sentir cada vez más dolor en su verga. Se fue al baño, se lavó bien y se vistió nuevamente con la ropa que traía del trabajo. Al salir, escuchó la charla de los tres en el living, que no le prestaban mayor atención.
- Por ser tu primera vez con mujeres, lo hiciste muy bien, sin inhibiciones - le decía Romina a Ivana.
- Es que con Emilio descubro todo el tiempo placeres que estaban dormidos en mí - contestaba Ivana.
- Ivi, vos sabes que conmigo tenés que estar preparada para todo, porque mi placer no es solo que yo goce, sino elevar tu goce al infinito - fanfarroneaba Emilio.
- Si Emi, pero te quiero decir algo. Hoy, además de gozar como nunca, sentí que cuando me acabaste, me llenaste como nunca. Como si me hubieras embarazado.
La respuesta de Ivana demolió a Miguel. Y nuevamente hacia crecer su maltrecho miembro.
Con el correr de los días, el dolor no se iba, cosa que empezó a preocupar a Miguel. Un día, decidió ir al médico de la familia, para que lo examinara y le diera alguna pomada. Después de verlo, el médico le dijo:
- Bueno Miguel, si te vas a seguir masturbando, más vale que seas más cuidadoso, mirá que tenés nueve meses por delante.
Miguel completamente confundido, no atinaba a responder. El médico completó la información que lo paralizó:
- Felicidades Papá. Ivana está embarazada.
Un dolor acompaño la sensación amarga que lo invadía. Su verga lastimada volvía a responder a la nueva humillación.
Los últimos encuentros entre Ivana y Emilio habían dejado más que claro que Miguel quedaba definitivamente fuera de la vida sexual de su mujer. Pero también despertó en el la necesidad de gozar de esa humillación a la que era sistemáticamente sometido. Ver a su mujer gozar con otro hombre fue una afrenta para su machismo y su ego. La que era una simple chica de pueblo que viajaba dos horas para ir a trabajar al empleo que el le había conseguido, la que conoció un mundo fuera del pueblito gracias a el, la que antes lo idolatraba, ahora era una perra en celo que no tenia ojos ni sentimientos para dedicarle. De esa esposa que el consideraba ideal no quedaba nada. En cambio, esa mujer que el consideraba inalcanzable, era un juguete a merced de un compañero de trabajo que la elevaba al placer infinito. Y ver ese placer ajeno, desató un goce desconocido, que lo hacia acabar cada vez que la humillación era extrema.
En el trabajo, Miguel ya era señalado por los pasillos como “el cornudo de los controles”. Las risas y apodos por detrás de el eran moneda de todos los días. En cambio, nadie intentaba rotular a Ivana. Sabían que hacerlo equivalía a meterse en problemas con Emilio, y nadie estaba dispuesto a hacerlo. Era vox populi que su ex mujer, al intentar jugarle una mala pasada con otro tipo, solo consiguió que su amante terminara con una golpiza que le sacaron las ganas de todo, y sin el pretendiente. En cambio, Miguel se hacia el que no entendía a quien se referían y aceptaba calladamente la situación.
Un día, luego de un día complicado, mientras se dirigía al transporte para volver a su casa, vio a Ivana a lo lejos subiendo al auto de Emilio. No le prestó demasiada atención porque ya estaba acostumbrado a que hicieran lo que quisieran sin consultarle. Cuando el colectivo pasó frente al hotel donde los había visto entrar en mas de una ocasión, instintivamente corrió un poco la cortina para deleitarse con su morbosa humillación que lo hacia gozar en solitario. Para su sorpresa y frustración no vio nada. Decidió relajarse y descansar tranquilo en su casa.
Luego de bajar, camino las cuadras que mediaban. Cuando se disponía a entrar, le llamó la atención que estuviera el auto de Emilio. Pensó que estarían teniendo sexo en su casa, situación que lo excitó. En lugar de intentar entrar, decidió dar la vuelta y probar espiar por la ventana del dormitorio. Cuando llegó vio la cortina corrida y se fue asomando despacio para poder deleitarse. Al ver la escena delante de sus ojos, sintió algo parecido a una explosión en su pecho. Su mujer, la que era una tímida chica de pueblo, estaba en la cama con otra mujer. Como un autómata llevo su mano a su bragueta y empezó a tocarse como un poseído. La otra mujer estaba de espaldas, pero tenía una figura de ensueño. Mas alta que Ivana, de cabello largo rubio rojizo, delgada con unas tetas medianas paradas y firmes, y una cola que era el comienzo perfecto de unas piernas torneadas esculturales. Esa mujer estaba haciendo gozar a Ivana con un sexo oral que la hacia gemir y cerrar el puño contra las sabanas. Cada tanto, con una mano delgada con dedos largos, le propinaba una buena paja en el clítoris, para coronarlo con una chupada que hacia acabar a Ivana entre alaridos que se oían desde afuera perfectamente.
Miguel, estaba con una calentura que no podía más. Por un momento, pensó que era la oportunidad para dejar el morbo y pasar a la acción. Entró a la casa lentamente, procurando no hacer ruido, se fue desvistiendo en el camino al dormitorio. Al llegar y ver la puerta entre abierta, pensó que tendría la fiesta asegurada. Pero cuando pudo ver nuevamente dentro de la habitación, la sorpresa lo hizo acabar en seco nuevamente. Adentro, Ivana había cambiado de posición. Mientras la extraña la penetraba con un arnés, Emilio le estaba haciendo la cola llevándola al éxtasis.
Miguel no podía moverse. Los gritos de Ivana eran ensordecedores. Le decía a Emilio que era su puta, que le partiera el culo para que no pudiera sentarse en una semana, que le llenara el culo de leche. Mientras, la otra mujer develaba el misterio de su identidad. Se trataba de Romina, una chica de administración que tenía fama de fiestera a la que todos le tenían ganas. Romina la embestía con un consolador negro unido al arnés, que parecía no tener fin. Cada salida y entrada estremecían a Ivana. Y cada vez que iba hasta el fondo, unía sus tetas con las de Ivana y buscaba su boca para fundirse en un beso lujurioso.
Miguel no podía detener el placer que le producía ser un mero espectador. Totalmente petrificado, solo observando, desnudo en el pasillo delante de su dormitorio, sentía como se ponía al palo y la necesidad de saciar la calentura con una paja más. Cada vez que acababa, trataba de ahogar el grito para no delatar su presencia.
En el cuarto, Emilio controlaba todo. En un momento le ordenó a Romina que le cediera el arnés a Ivana. Todo hacia pensar que era el turno de la doble penetración a Romina. Pero una vez que Ivana empezó a bombearla con el consolador, Emilio se acercó por atrás y le fue hundiendo la verga en la concha a Ivana, que empezó a acabar en ese solo movimiento. Los gritos de Ivana se empezaron a acompañar con mayores sacudidas a Romina, que al ver esa posición también empezó a acabar y a gritar que se la pusieran en la concha y el culo. Emilio decidió darle el gusto y acostó a Ivana boca para arriba. Le ordenó a Romina que se clavara el consolador en el culo. Cuando Romina estaba terminando de hundírselo entre quejidos, se lubricó bien la verga con gel, se la apoyó en la entrada y le preguntó a Romina:
-¿Estás preparada para gozar?
Los ojos de Romina tomaron una expresión entre miedo y súplica, pero contestó que si. En una sola estocada, la poronga se hundió hasta los huevos y el grito aturdió a todos. Romina lloraba diciendo:
- Hijo de putaaaaaaa, me hacés mierdaaaaaa!!!!!!!!!!!! Ayyyyyyy!!!!!!! Me rompes todaaaaaaaa!!!!!!!!
Sin piedad, Emilio la bombeó con furia hasta hacerla acabar. Mientras, Ivana seguía dándole al culo de Romina. Emilio, ciego de calentura, empezó a sacar la verga de la concha de Romina para meterla en la de Ivana, y después de un par de cogidas, sacarla para volver a meterla en la concha de Romina. Estuvo así un rato hasta que no aguantó mas, sacó a Romina a un costado, que ofrendó su concha a la boca de Ivana, le sacó el arnés a Ivana y le hundió la verga para cogerla con furia hasta acabar a los gritos los tres.
Afuera, Miguel no aguantó más. Todo ese espectáculo le consumió la cabeza. La última paja hizo que se lastimara debajo del glande, debido a la furia y la fuerza con que se la sacudió. Una mezcla de dolor y placer se adueño de el y terminó acabando a los gritos. Dentro del dormitorio, todos se dieron vuelta al descubrirlo y cuando Miguel recobró el sentido, escucho las risas y los comentarios.
- Negro, que pajota que te hiciste, boludo!!!! - se reía Ivana.
- Jajajaja, con esa paja tenés que estar más que conforme - se burlaba Romina.
- Bien Miguel, por fin te animaste a hacer algo con la calentura. Pero bueno, conformate con esto - lo sobraba Emilio.
Miguel empezó a sentir cada vez más dolor en su verga. Se fue al baño, se lavó bien y se vistió nuevamente con la ropa que traía del trabajo. Al salir, escuchó la charla de los tres en el living, que no le prestaban mayor atención.
- Por ser tu primera vez con mujeres, lo hiciste muy bien, sin inhibiciones - le decía Romina a Ivana.
- Es que con Emilio descubro todo el tiempo placeres que estaban dormidos en mí - contestaba Ivana.
- Ivi, vos sabes que conmigo tenés que estar preparada para todo, porque mi placer no es solo que yo goce, sino elevar tu goce al infinito - fanfarroneaba Emilio.
- Si Emi, pero te quiero decir algo. Hoy, además de gozar como nunca, sentí que cuando me acabaste, me llenaste como nunca. Como si me hubieras embarazado.
La respuesta de Ivana demolió a Miguel. Y nuevamente hacia crecer su maltrecho miembro.
Con el correr de los días, el dolor no se iba, cosa que empezó a preocupar a Miguel. Un día, decidió ir al médico de la familia, para que lo examinara y le diera alguna pomada. Después de verlo, el médico le dijo:
- Bueno Miguel, si te vas a seguir masturbando, más vale que seas más cuidadoso, mirá que tenés nueve meses por delante.
Miguel completamente confundido, no atinaba a responder. El médico completó la información que lo paralizó:
- Felicidades Papá. Ivana está embarazada.
Un dolor acompaño la sensación amarga que lo invadía. Su verga lastimada volvía a responder a la nueva humillación.
1 comentarios - Cuernos en el trabajo. Real (Parte 4)