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Jorge (mi mejor polvo)

Lo que más me gustaba de Jorge era su mirada pícara, sus ojos hablaban. Por ejemplo, me miraba de determinada forma y yo ya sabía que debía sentarme en su regazo. O depende su mirada yo ya sabía que tenía que abrazarlo. Sus ojitos eran pícaros. Esa noche comenzamos a besarnos suave, bien lento. Empezamos con piquitos secos estando de pie, yo lo abracé y le di esa clase de besos. Luego nos dirigimos a los sillones, donde los picos se convirtieron en pequeños besos húmedos, sin utilizar la lengua todavía, solo los labios, y cada vez que nuestros labios se unían se generaba en el ambiente un suave chasquido.
Él comenzó a acariciarme la cintura, yo me incliné hacia adelante para dejar mis glúteos a su disposición, pero él fue todo un caballero, y antes de tocarme el culo acarició mi cadera, cosa que me excita mucho. Mi boca se abrió dejando que su lengua ingresara y acariciara la mía. Su carne estaba tibia, mojada, era linda, yo movía mi lengua lo mejor que podía, tratando de satisfacerlo, de darle placer, yo ya me sentía algo excitada y sentí como mis labios vaginales se iban humedeciendo, me pregunté si su miembro también estará sufriendo un cambio físico. Pensé en tocárselo, pero me daba vergüenza quedar como una puta, aunque sabía que tocárselo era cuestión de minutos, no solo se lo tocaría, lo chuparía con mucha pasión y frenesí, lo tendrá dentro de mi boca y también dentro de m vagina. Mientras lo besaba me imaginaba las posiciones que haríamos, lo imaginaba dentro de mí y lancé el primer gemido sin dejar de mover mi lengua. Cuando gemí, él se decidió a apoyar su mano sobre mi glúteo y acariciarlo en círculos.
Ahí fue cuando yo tomé la iniciativa de acariciar su pene por encima del pantalón, lo hice delicadamente, sin apretarlo, solo una leve caricia como para incitarlo. Él hacía movimientos circulares sobre mi glúteo, moviendo a la vez su dedo que iba introduciendo de a poco entre ambos cachetes buscando llegar a la puerta de mi ano. Eso me calentó mucho, por lo que de manera natural e inconsciente incremente mis movimientos sobre su miembro, estaba masturbándolo por encima de su ropa, todo esto sin dejar de besarnos apasionadamente con la lengua. Por momentos yo debía respirar y dejaba los besos unos segundos, sentía su saliva tibia sobre mis labios, y arremetía otra vez sobre su boca.
Jorge se abalanzó sobre mí, me tomó por sorpresa, y en menos de un segundo yo estaba recostada en el sillón boca arriba y el encima de mí. Sentí por primera vez su pene erecto apoyarse sobre mi cuerpo. Mi vestido ya se había levantado, por lo que mi diminuta bombacha estaba a la vista. Continuamos besándonos, él seguía acariciando mis piernas y mis glúteos, y yo me digné a apretarle el culo con ambas manos, era musculoso, firme, me gustó. Cuando lo hice él me miró, acarició mi pelo, me miró pícaro una vez más, y bajó sus besos a mi cuello, inundándome de éxtasis.
En un momento de extrema calentura y sin decirnos nada, solo con una mirada, nos dimos cuenta que debíamos desvestirnos, él se sentó en el sofá y lo primero que se quitó fue su remera ajustada, dejando sus músculos a la vista, su cuerpo estaba tan bien formado. Yo quedé desnuda antes que él, solo tuve que quitarme el vestido y la bombacha, porque esa noche había decidido no usar corpiño. Jorge quedó solo en slip, por algún motivo prefirió no sacárselo, yo me sentí incómoda, yo si estaba realmente desnuda, pero no tuve tiempo de hacer nada, él se lanzó sobre mis pechos y comenzó a lamerlos. Me encanta que me chupen las tetas, y más cuando saben hacerlo, él lamía con su lengua la aureola de mis pezones, luego los chupaba con sus labios, les daba pequeñas mordidas con sus dientes y los estiraba y pellizcaba con sus dedos. Yo me limité a gozar, gemía a con cada lamida. Mientras se dedicaba a darme placer con su boca en uno de mis pechos jugaba con el otro con su mano, también sabía cómo tocar una teta, la apretaba fuerte y con su dedo gordo estimulaba m pezón. No pude evitar decir las primeras palabras de la noche.
- Ay, dale papi, así, así me gusta, no pares…
A él parecieron gustarle mis palabras porque continuó haciéndolo con más pasión y dedicación todavía de lo que lo estaba haciendo. Bajé mi vista para verlo, a los hombres les gusta que les miremos la cara cuando les hacemos sexo oral, a nosotras también nos gusta eso, yo tenía sus ojos cerca, él estaba en mis pechos, chupándolos.
- Mirame – le dije.
Jorge sin dejar de lamer y jugar con sus manos levantó la vista de reojo, y allí estaba su cara que explotaba de placer, me excitaba saber que mis gestos serían similares a los de él, mi rostro estaría haciendo muecas de placer, y me encanta que me vean en esa situación.
Bajó a besarme la panza, cosa que me provoca muchas cosquillas pero a la vez placer. Cuando empezó a separarme las piernas suavemente me di cuenta lo que estaba por venir, iba a darme un poco de sexo oral, y me alegré el haberme depilado en su totalidad para que él pudiera realizarlo bien. Él quedó arrodillado en el piso, yo recostada sobre el sillón. Él sostenía mis piernas elevadas y abiertas, dejando toda mi vulva a su disposición.
Lo que más me gusta del sexo oral es cuando el hombre no necesita utilizar sus manos. En este caso sus manos estaban ocupadas sosteniéndome las piernas. Comenzó a lamerme la vagina desde abajo hacia arriba, sacándome un gemido bastante sonoro. Al llegar arriba jugó un poco con la punta de su lengua. Hizo ese mismo movimiento varas veces, yo podía sentir como mi vagina se abría y comenzaba a expulsar flujo. Sin darme cuenta yo estaba moviendo mi cadera al ritmo de sus lamidas y con mi mano sujeté su nuca y acariciaba su pelo.
- Ay, papi, que rico… - murmuré entre susurros.
Introdujo su lengua y frotó mi clítoris y sentí que el orgasmo se estaba formando. Con sus labios besaba mis labios vaginales, y con su lengua estimulaba mi clítoris. Me estaba transando la concha y eso me hacía retorcer de placer. Movía su cabeza hacia ambos lados y mi placer llegó al punto máximo.
- Acabo, ah, acabo, no pares que acabo…
Con un fuerte alarido y arqueando mi espalda lo sujeté con ambas manos de su nuca y lo apreté contra mi concha para que no se escapara. Sin dejar de gemir sentía como mi vagina latía y expulsaba mi acabada, flujo que Jorge estaría tragando, su cara estaba llena de mis jugos. Él seguía lamiendo, haciendo que mi orgasmo fuese más largo.
Subió de golpe a mi boca y continuó besándome, yo sentía en sus labios y lengua el dulce sabor a mi conchita y mi pegajoso flujo vaginal que estaba por toda su cara. Bajé mi mano y acaricié su tronco, grande y duro, musculoso. No soporté más las ganas, comencé a masturbarlo, él gemía y movía su cadera al ritmo de mis movimientos, como si me estuviese cogiendo la mano. Quería ver cuánto aguantaba antes de pedirme que se la chupara, pedido que vino un par de minutos después, y al que yo accedí sin protestar.
Me arrodillé en el suelo. El se puso cómodo, con las piernas abiertas sentado en el sofá. Sus testículos colgaban y eran grandes, eso me excitó. Su pene estaba tan erecto que latía, con la curvatura hacia abajo e inclinado hacia la derecha. Acaricié sus huevos sin depilar, bien macho, no me gustan los hombres que se depilan. Besé su tronco, pequeños piquitos. Pasé mi lengua desde la base hasta la punta, donde me quedé jugando unos segundos en el ojito. Lamí la parte baja de la cabeza del pene, robándole el primer gemido. Finalmente introduje hasta la mitad ese duro pedazo de carne y moví la lengua. Cuando el colocó una de sus manos sobre mi nuca supe que había llegado el momento de chupar completo, así que me metí todo su miembro, mi cabeza bajaba y subía por su pija. Lo miré para ver si estaba disfrutando, a pesar que sus jadeos me decían que sí. Su cabeza estaba tirada hacia atrás. Con una mano acariciaba sus bolas y con la otra pellizcaba su pecho. Se chuparla sin usar las manos, y a los hombres les calienta mucho que una mujer sepa hacer eso. Me miró y nuestras miradas se cruzaron, su cara de placer era hermosa, la mía sería igual, pero de todas formas traté de actuar y poner mi mejor cara de puta para excitarlo aun más. Creo que lo conseguí por habló.
- Que puta que sos pendeja… - dijo Jorge.
Sus palabras me estimularon a seguir chupando con ganas. Él se excitó tanto que se puso de pie, dejándome a mí de rodillas con su pene dentro de mi boca. Me sujetó con ambas manos por la nuca y comenzó a hacerle el amor a mi cara. Metía y sacaba su pija de mi boca como si me la estuviese cogiendo. Supe que me acabaría en algún lugar de mi cuerpo. Jorge comenzó a gemir como un toro y sus movimientos se apaciguaron, al instante sentí como en mi paladar golpeaba un espeso chorro de cremoso semen, y luego otro. Sacó su pija de mi boca pero su miembro continuaba expulsando leche, que cayó desparramada en mi cara un poco y en mis tetas otro poco. Su leche era tan espesa que podía masticarla. Hice buche y abrí la boca para que el pudiera verla y verme a mí en esa situación.
- Tragatela puta – fue su orden.
Obedecí. Me tragué su lechita tibia y rica.
Sin darme lugar a limpiarme ni nada de eso me sujetó por las caderas y me dio vuelta por encima del sillón, dejándome en cuatro patitas, y antes que pudiera decirle algo sentí como si pene ingresó en mi vagina. Entró de una porque su tronco estaba bastante lubricado al igual que mi conchita, que además ya estaba algo abierta producto de la calentura. Aun así que te metan algo duro de una duele, y ese dolor me hizo gritar, aunque también fue un grito de placer.
Sus penetraciones no eran rápidas, se tomaba su tiempo para hacerme sentir toda su carne, al meterla presionaba hacia abajo y cuando la sacaba se movía hacia arriba, para rasparme las paredes vaginales. Hacía eso mismo pero también hacia los costados, la metía presionando hacia la derecha y la sacaba presionando hacia la izquierda, me encantan esos movimientos circulares. Además a pesar de no ser penetraciones veloces eran con fuerza, metía suave hasta le mitad y la última parte de su tronco ingresaba con fuerza, haciendo que sus bolas golpearan contra mi vientre y sus muslos chocaran contra mis glúteos, haciendo un ruido bastante erótico que acompañaba mis gemidos y sus jadeos, en una hermosa sinfonía de placer.
Llegó la hora del cambio de posición. Él volvió a sujetarme de las caderas y sin consultar me dio vuelta, dejándome boca arriba. Me agarró las piernas y las puso sobre sus hombros y se inclinó sobre mí. Yo tengo buena elongación, pero la presión que estaba ejerciendo era mucha. Mis piernas estaban sobre sus hombros, y su boca podía besar a la mía, además de tener su pija adentro. Pero yo tengo orgullo femenino, no le iba a pedir que se detenga o que me dejara al menos bajar una pierna. Clavé mis uñas en sus glúteos. Los pellizcaba. Hice algo que no hago con frecuencia, con uno de mis dedos comencé a estimular la entrada de su ano. A él pareció gustarle porque me gemía al oído y me decía que no me detenga.
Ahora sí que me estaba cogiendo fuerte. Nada de movimientos circulares. Su pija entraba con fuerza, salía casi por completo para volver a ingresar con brusquedad. Yo gemía de placer cuando salía y gritaba de dolor cuando entraba. Mis piernas estaban acalambradas por la posición erótica para él pero incómoda para mí, mi concha estaba dormida, por el placer y los orgasmos que había tenido y por el dolor. Para mí interior pensé que quería que acabara pronto, Jorge me estaba partiendo al medio. Su espalda estaba empapada en sudor. Mi cara y mi frente también estaban toda transpirada. Roja.
- ¿Te gusta puta?- preguntó.
- Si.
Yo no podía hablar mucho. Estaba tan agitada que mis palabras no salían. Volvió a cambiarme de posición. En realidad volvimos a la anterior, volvió a ponerme en cuatro patas y supe que me iba a hacer la cola.
Me separó las nalgas y escupió allí. Introdujo dos dedos y luego de unos segundos metió la cabeza de su miembro. Mis jadeos a esa altura eran los de una loba en celo. Ya no eran gemidos ni suspiros, eran gritos, pensé que de esa forma gemiría un gorila. Cuando su pija entro en mi culo el dolor fue tremendo, pero yo estaba tan caliente que no me importó. Con cada penetración que él hacía yo sentía como mi culo se abría. Hablé otra vez.
- Dale papi, rompeme el culo – exigí.
Jorge cumplió. Se sus movimientos ya eran fuertes, luego de escucharme decir eso comenzó a cogerme como si tuviera ganas de matarme. Yo gritaba cada vez que sus muslos golpeaban mis glúteos. Mi dolor quería que él acabara pronto. Mi placer quería que él estuviese allí un rato largo. Jorge jadeo y detuvo sus penetraciones, dejando todo su pene adentro, haciendo un pequeño e imperceptible movimiento pélvico. Se inclinó sobre mí y besó mi cuello transpirado. Al instante sentí como por mi muslo comenzó a chorrearse un líquido espeso proveniente de mi culo. Se trataba de su semen, había acabado adentro de mi culo.
Caí vencida sobre el sillón. Permanecí recostada un largo rato hasta poder recuperar el aire. Jorge fue el primero en irse a bañar. Luego me bañé yo. Cenamos y luego de la cena volvimos a tener sexo, esta vez en la cama, para después dormir juntos. Por la mañana él se fue a trabajar y yo a cursar a la Universidad.

6 comentarios - Jorge (mi mejor polvo)

EL_PROFE25
Muy bueno!
Como me pusiste hermosa!
Gracias por comparitr
Atra
MUY BUENO::!!!!
Neotete
me dejaste la pija a punto caramelo!