Pues me anime a contar la historia de mi primera vez, Adriana.
Adriana era una chica bajita y delgadita, con las tetas pequeñas y un buen culo.
A las dos semanas de relación Adriana empezó a buscar un lugar en el que poder hacerlo, yo hacía como que estaba tranquilo pero la verdad es que no me atraía nada la idea de perder la virginidad.
No fue hasta los tres meses que llego la oportunidad, un sábado por la tarde, sus padres se iban al hospital y ella se quedaba sola en casa, así que quedamos en que iría a su casa y nos dejaríamos llevar.
Al llegar a su casa, Adriana me recibió en la puerta con un vestido amarillo y el pelo suelto, me dio un beso y yo la abrace, así entramos a la casa y fuimos hasta el salón.
Le puse la espalda contra la pared y la comencé a besar apasionadamente en la boca y en el cuello, ella me quito la camiseta. Acaricie su cuerpo por encima del vestido, no llevaba sujetador, eso me calentó muchísimo, provocándome una erección inmediata, ella lo noto y se rio.
-Te alegras de verme, eh – dijo Adriana.
-Yo? Que va. – mentí.
Metí mis manos bajo su vestido y le acaricie la cadera con las dos manos mientras ella me agarraba el paquete. Lleve mi mano derecha hasta su tanga para descubrirlo empapado. La toque por encima y ella cerró los ojos, echo la cabeza hacia atrás, suspiro y empezó a gemir bajito.
Oírla así me ponía como loco, le baje las bragas, moje mi dedo anular en su fluido y le toque el clítoris de lado a lado, empezó a gemir más fuerte. Seguí así hasta que tuvo su primer orgasmo, pero no me detuve, seguí masturbándola, más rápido si cabe y ella siguió gimiendo, se quedaba sin aire y siguió así hasta alcanzar un increíble segundo orgasmo. En este momento ya casi no era capaz de tenerse en pie, se sujetaba en mis hombros.
-Me vengare por esto. – dijo Adriana.
Rápidamente se puso de rodilla y me bajo los pantalones, liberando a la bestia. La sujeto con la mano derecha y me miro con cara de viciosa.
-Mira lo que tenias escondido. – me dijo.
Empezó a chupar la punta de mi polla con ansia, yo me apoye en la pared y la deje hacer mientras disfrutaba de la mamada. Se metía la punta en la boca y me masturbaba con la mano derecha, de vez en cuando intentaba metérsela más en la boca pero no pasaba de la mitad de la polla. Cuando ya no me aguantaba más la levante, me la lleve hasta la mesa del salón y la senté sobre ella, saque un condón de la chaqueta que había tirado encima de la mesa al entrar.
Lo rompí intentando ponerlo, así que saque otro. Con este hubo mas suerte.
Me lo puse y le acerque la polla al coño, la restregué contra su coño, mojándola con su flujo, hasta que ella me agarro y me atrajo hacia ella metiéndosela toda de golpe. Era una sensación nueva, una oleada de placer inundando mi ser, empecé a follármela, sin pausa pero sin prisa, ella soltaba algún gemido que otro, sin ser demasiado escandalosa, así que acelere el ritmo, Adriana se tumbo en la mesa incapaz ahora de contener sus gemidos.
-Quítate el vestido. – le dije.
Se lo quito mientras yo me ponía sus piernas sobre los hombros, me ponía muchísimo ver sus tetitas moviéndose al ritmo de mis embestidas. Tras varios minutos en esa postura la baje de la mesa, le di la vuelta y la apoye contra la mesa, poniendo ese culito a merced de mi polla, le di un azote y soltó un gemido, volví a hundir mi polla en su coño mojado, acometí con violencia durante unos minutos hasta que acabe con un orgasmo increíble dentro de ella(del condón) y me quede apoyado encima de ella, los dos estábamos exhaustos pero satisfechos.
Espero que os haya gustado.
Adriana era una chica bajita y delgadita, con las tetas pequeñas y un buen culo.
A las dos semanas de relación Adriana empezó a buscar un lugar en el que poder hacerlo, yo hacía como que estaba tranquilo pero la verdad es que no me atraía nada la idea de perder la virginidad.
No fue hasta los tres meses que llego la oportunidad, un sábado por la tarde, sus padres se iban al hospital y ella se quedaba sola en casa, así que quedamos en que iría a su casa y nos dejaríamos llevar.
Al llegar a su casa, Adriana me recibió en la puerta con un vestido amarillo y el pelo suelto, me dio un beso y yo la abrace, así entramos a la casa y fuimos hasta el salón.
Le puse la espalda contra la pared y la comencé a besar apasionadamente en la boca y en el cuello, ella me quito la camiseta. Acaricie su cuerpo por encima del vestido, no llevaba sujetador, eso me calentó muchísimo, provocándome una erección inmediata, ella lo noto y se rio.
-Te alegras de verme, eh – dijo Adriana.
-Yo? Que va. – mentí.
Metí mis manos bajo su vestido y le acaricie la cadera con las dos manos mientras ella me agarraba el paquete. Lleve mi mano derecha hasta su tanga para descubrirlo empapado. La toque por encima y ella cerró los ojos, echo la cabeza hacia atrás, suspiro y empezó a gemir bajito.
Oírla así me ponía como loco, le baje las bragas, moje mi dedo anular en su fluido y le toque el clítoris de lado a lado, empezó a gemir más fuerte. Seguí así hasta que tuvo su primer orgasmo, pero no me detuve, seguí masturbándola, más rápido si cabe y ella siguió gimiendo, se quedaba sin aire y siguió así hasta alcanzar un increíble segundo orgasmo. En este momento ya casi no era capaz de tenerse en pie, se sujetaba en mis hombros.
-Me vengare por esto. – dijo Adriana.
Rápidamente se puso de rodilla y me bajo los pantalones, liberando a la bestia. La sujeto con la mano derecha y me miro con cara de viciosa.
-Mira lo que tenias escondido. – me dijo.
Empezó a chupar la punta de mi polla con ansia, yo me apoye en la pared y la deje hacer mientras disfrutaba de la mamada. Se metía la punta en la boca y me masturbaba con la mano derecha, de vez en cuando intentaba metérsela más en la boca pero no pasaba de la mitad de la polla. Cuando ya no me aguantaba más la levante, me la lleve hasta la mesa del salón y la senté sobre ella, saque un condón de la chaqueta que había tirado encima de la mesa al entrar.
Lo rompí intentando ponerlo, así que saque otro. Con este hubo mas suerte.
Me lo puse y le acerque la polla al coño, la restregué contra su coño, mojándola con su flujo, hasta que ella me agarro y me atrajo hacia ella metiéndosela toda de golpe. Era una sensación nueva, una oleada de placer inundando mi ser, empecé a follármela, sin pausa pero sin prisa, ella soltaba algún gemido que otro, sin ser demasiado escandalosa, así que acelere el ritmo, Adriana se tumbo en la mesa incapaz ahora de contener sus gemidos.
-Quítate el vestido. – le dije.
Se lo quito mientras yo me ponía sus piernas sobre los hombros, me ponía muchísimo ver sus tetitas moviéndose al ritmo de mis embestidas. Tras varios minutos en esa postura la baje de la mesa, le di la vuelta y la apoye contra la mesa, poniendo ese culito a merced de mi polla, le di un azote y soltó un gemido, volví a hundir mi polla en su coño mojado, acometí con violencia durante unos minutos hasta que acabe con un orgasmo increíble dentro de ella(del condón) y me quede apoyado encima de ella, los dos estábamos exhaustos pero satisfechos.
Espero que os haya gustado.
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