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Sueño de adolescente

Desde ya pido disculpas porque puede parecer un poco extenso, pero me pareció que el argumento lo valía. Espero que disfruten.


A punto de casarme, los recuerdos vienen a mi mente como flashes.
Hoy con 28 años, no puedo menos que recordar mis inicios en el sexo. Y es que dentro de horas, habré contraído matrimonio con Elsa, y me convertiré en un hombre que solo vivirá para su familia.
Ahhh, que recuerdos......
A los 16 me había convertido en un experto en masturbarme. Salía con amigas y nunca podía pasar mas allá de un beso o alguna caricia apresurada y poco excitante. Sin embargo era suficiente para que al volver a casa me sacudiera unas pajas bestiales, soñando con lo que haría si me dejaran. Pero nunca me dejaban.
Recién a los 17 conseguí que una compañera de escuela famosa por su velocidad, me permitiera estrenar el sexo. No fue nada del otro mundo, pero al meterla por primera vez, me pareció tocar el cielo con las manos. Fue un rapidito en el baño de un boliche pero gocé como un poseso. Ahora ya sabía de que se trataba.
Claro que mi falta de experiencia era un problema, pero presumía con mis amigos como si fuera todo un experto.
Terminé la secundaria y empecé la facultad. La intensidad del estudio y el lugar donde vivía alejado de todo, hizo que durante ese primer año no tuviera oportunidad de intimar con ninguna jovencita. De más está decir que a mitad de año estaba cargado como una dínamo.
Como sea, un problema familiar hizo que mis padres necesitaran viajar a la casa familiar que estaba en Córdoba y yo como estaba estudiando no podía acompañarlos. Mi madre, preocupada de mi ropa y mi comida, arregló con una de sus amigas para que viniera a casa de vez en cuando a ocuparse de esas cuestiones. Rita, que ese era su nombre, tenía un par de años menos que mi madre que pisaba los 45. Había estado viviendo lejos durante muchos años, y hacía poco había vuelto a la zona. Realmente no me causaba gracia tener una desconocida vigilándome todo el día, y a pesar de que juré y perjuré que podía arreglarme solo, mi madre no quiso escuchar razones y arregló para que su amiga viniera.
Un lunes partieron no sin antes dejarme un rosario de recomendaciones y cuando por fin se fueron quedé agotado de tantos consejos e indicaciones.
Tenía clases de lunes a jueves, y seguí con mi rutina habitual. Salía a media mañana, comía en la facu, me quedaba hasta la tardecita y cuando volvía encontraba la comida preparada que me dejaba la amiga de mi madre, que había pasado a la tarde. Por la noche, infaltablemente mi madre llamaba para ver como estaba. Uno de esos días me comentó que tendrían que quedarse una semana más, a lo que le dije que no había problema. Me preguntó por su amiga y le dije que todavía no la había visto, pero que me preparaba puntualmente la comida, todas las noches. Siguió esa rutina hasta el jueves, y el viernes, como no tenía que salir, me quedé en mi cuarto estudiando, con mi pijama puesto. Fui a la cocina a prepararme algo para desayunar y luego volví a mi cuarto. Como desayuné tarde, al mediodía pasé de largo sin darme cuenta y cuando a media tarde sentí apetito volví a la cocina. Estaba allí revisando la heladera, cuando sentí abrir la puerta de frente y de golpe recordé que la pesada de la amiga de mi madre llegaba a esa hora. Maldiciendo por no haberlo recordado y ante la imposibilidad de escaparme de la cocina sin que me viera, mequedé allí.
- Ohh, me asusté al escuchar ruidos en la cocina, dijo una voz a mi espalda, pero me imagino que tu eres Nacho.
- Si dije, sin darme vuelta e imagino que tu eres Rita.
- Exacto, pero vaya vaya, eres todo un hombre ya. La última vez que te ví tu mamá te tenía en brazos.
Saqué la cabeza de la heladera y me di vuelta, justo en el momento en que Rita me abrazaba y me besaba en la mejilla. Mis manos haciendo equilibrio con dos platos con comida, no me permitieron responder a su saludo, pero si sentí dos tetas duras que se clavaron en mi pecho. Cuando se alejó recién pude verla con detenimiento. Era una verdadera belleza. Pelirroja, cabello largo enrulado, pecosa, una cintura pequeña, un vaquero ajustado que dibujaba dos piernas que parecían columnas griegas y dos tetas que parecía que iban a reventar la remera que las cubría. La miré de arriba abajo y me quedé mudo.
Ella me miró y sonrió.
- Si, ya eres todo un hombre, Nacho, y seguramente debes tener mucha suerte con las jovencitas, dijo dándose vuelta de inmediato para ponerse a sacar alimentos de una bolsa que había dejado en el piso.
Cuando se agachó pude ver el mejor culo que había visto en mi vida. Ese jean le quedaba de muerte. Sentí que mi verga comenzaba a latir y rápidamente me senté en una silla ocultándome bajo la mesa, mientras simulaba prepararme para comer algo.
- ¿ No has ido hoy a la facultad? Preguntó mirándome con una sonrisa pícara que terminó de calentarme.
- No Rita, los viernes no curso, dije con la voz temblorosa, sin saber que mirar primero, si esos ojos verdes, su piel suave, ese cuello largo y estilizado, sus pechos, su cintura o sus caderas.
- Cierto que tu madre me comentó que había un día que no cursabas, pero no recordaba cual. Si quieres estar solo, no hay problemas eh, yo se que los jovenes necesitan intimidad. Me voy y vuelvo el lunes, dijo siempre con esa sonrisa compradora.
- No hay problemas. Por el contrario, no quiero ser una pega. No quiero que por atenderme a mí, descuides tus asuntos, dije tratando de saber mas de su vida sin llamar la atención.
- No te preocupes Nacho. Vivo sola y hace un tiempo que trabajo de mañana, así que por la tarde tengo todo el tiempo del mundo.
- Bueno, pero me imagino que tienes amigas o amigos con quienes salir, dije disimuladamente.
- Amigas, unas que otras. Amigos, no en este momento, así que como lo pidió tu madre, estos días estoy a tu entera disposición, dijo riendo alegremente.
Mientras yo comía un pedazo de queso no podía apartar mi vista de esta mujer. Debía tener unos 38 años y trataba de recordar los comentarios que mi madre hacía de ella. ¿ Se había casado? No estaba seguro. ¿ Pareja? Tal vez antes sí, pero ahora evidentemente no.
- ¿ Y tú? ¿ No aprovechas los días libres con tus amigos?
- No. Tengo que estudiar. El primer año es muy complicado, así que estoy o cursando o leyendo.
- hmmmm, que pena para un joven tan vital, dijo pensativa, pero bueno, piensa que lo que cuesta vale, dijo mientras se sentaba frente a mí.
Charlamos un buen rato. Yo estaba totalmente embobado. Esa mujer era además de atractiva, inteligente y tenía toda la experiencia que a mi me faltaba. Hubiera dado lo que no tenía por poseerla, pero justamente por su forma de ser, resultaba inalcanzable. No era la tontita que uno podía engañar con alguna triquiñuela boba. Cuando yo iba, esta hembra había vuelto cuatro veces.
El tiempo pasó volando. Me preparó la cena, la convencí de que cenara conmigo ya que estaba solo todo el día, lavó los trastos y luego de preparó para irse.
- Bueno Nacho, el lunes vuelvo, en la heladera tienes comida. Trata de salir un poco, reunirte con tus amigos, conseguir compañía femenina, dijo juntando todas sus cosas.
- No Rita, este finde no puedo salir. Tengo mucha tarea atrasada. Pero sabes que, si no es mucha molestia y tienes tiempo, pero sin compromiso, por favor, me gustaría que vinieras mañana a cenar aquí conmigo. Podemos mirar una peli y pasar un rato tranquilo, dije disimulando mi desesperación.
- No creo que la compañía de una vieja sea lo que necesitas, dijo sonriendo.
- No estoy invitando a una vieja. Te estoy invitando a tí, dije sonriendo.
- Es lo mismo. Mira, no tengo nada pensado. No quiero aburrirte. Si no surge nada especial, entonces te aviso , si? Dijo mientras cargaba sus cosas y se inclinaba para besarme en la mejilla.
- Y no me acompañes a la puerta que tengo llave. Nos vemos, dijo , saliendo con la misma energía con la que había entrado.
Fue una suerte que no tuviera que acompañarla. Mi verga había construído una carpa en mi pijama, el cual estaba empapado por mi líquido preseminal. No había forma de evitar que ella lo notara si me hubiera levantado.
Miré un rato de televisión, pero no podía sacarla de mi cabeza. Mi herramienta latía con furia, pero decidí no masturbarme. Me fui a acostar y con esfuerzo conseguí dormirme. Me desperté unas horas después cuando me fui en seco y manché toda mi ropa, ahora sí definitivamente.
Ese sábado estuve perdido todo el día. Caminé alrededor del teléfono. Pensaba que era una locura suponer que ella viniera. Además el hecho de que viniera no significaba nada. Era amiga de mi madre, había prometido cuidarme, así que podía verse en el compromiso de venir a cenar. Y yo nada podía hacer para insinuarme. Era un niño para esa mujer
De a poco me fui tranquilizando y para la tarde ya estaba convencido de que nada pasaría. Cuando a las 5 sonó el teléfono supuse que era mi madre llamando como siempre.
- Hola, dije al atender
- ¿ Nacho? Soy Rita
-Ho,hola Rita no esperaba que llamaras. Perdón, no es que no esperara tu llamado sino que pensé que era mi madre.
- Entiendo, entiendo. Quería saber si tu invitación sigue en pie, dijo dulcemente.
- Por supuesto, contesté esperanzado.
- Pues a las 8 estaré por allí. ¿ Qué tengo que llevar?
- Nada, no te preocupes, compraré algo
- Me imagino que no bebes alcohol.
- Muy poco, en realidad
- ¿ Y la peli?, preguntó
- Pues tengo muchas que he comprado. Si quieres la elegimos juntos después de cenar.
- Ok. Nos vemos, y colgó.
Rápidamente encargué en una rotisería dos porciones de carne al horno con papas, y luego me bañé y arreglé prolijamente. A las 7,30 estaba esperando a mi invitada.
8,10 se abrió la puerta y Rita entró. Traía un vestido a la rodilla beige de seda que le quedaba como un guante. Entró y me besó en la mejilla.
- Hola Nacho. Te ves muy bien esta noche. Mucho mejor que ayer, dijo sonriendo
- Pues tu también te ves bien, pero no puedo decir que me gustas mas que ayer. Siempre estás espléndida.
- Vaya con el piropo, niñato. ¿ Qué vamos a cenar ?
Conversamos un buen rato, hasta que trajeron la comida. La mesa ya estaba preparada, Ella sacó de su bolso una botella de malbec de buena marca, diciendo que le gustaba tomar una copa de vino en la cena.
Ya en plena comida, me ofreció vino, y yo acepté.
- Espero que no le cuentes a tu madre. No quiero que piense que te he emborrachado, dijo.
Mientras charlábamos tomé un par de copas, lo que me mareó un poco, ya que no estaba acostumbrado. Rita, en cambio, sin darse cuenta terminó con toda la botella, lo que coloreó sus mejillas y la puso muy alegre y distendida. Mas que de costumbre.
Terminamos de cenar. Eran pasadas las 10 de la noche. Recogimos los trastos y lavamos lo poco que había. En la cocina, que era pequeña, los dos juntos no podíamos evitar rozarnos permanentemente. A propósito mas de una vez me ubiqué detrás de ella como si estuviera haciendo algo y aproveché para rozarla con mi cuerpo, sin que ella reaccionara de ninguna forma. Parecía que no se daba cuenta, o que no le importaba.
Por fin, volvimos al salón.
- Es un poco tarde, dijo mirando el reloj.
- Quedamos en ver una peli, y mañana es domingo. Yo no tengo problemas de horario, pero no quiero complicarte los tuyos, dije inocentemente.
- No tengo nada que hacer mañana. El domingo es un día particularmente aburrido para mí.
En ese momento sonó el teléfono. Era mi madre.
- Hola mamá. Si, estoy bien no te preocupes. Ahora iba a mirar una película. Miré a Rita quien me hacía señas desesperadamente dándome a entender que no dijera nada de que ella estaba allí.
- Por supuesto que estoy solo, dije mirando a Rita que respiró aliviada, Si mamá, pero no me llames temprano porque voy a aprovechar para dormir hasta tarde mañana. Nos hablamos por la tardecita, si?. Yo te llamo, no te preocupes, y colgué.
- Me vas a tomar por tonta, dijo Rita tratando de explicarse, pero era mas fácil mentir que explicarle a tu madre que estaba haciendo aquí a esta hora.
- No hay problemas. Ven conmigo y elegiremos la pelicula, dije tomándola de la mano y llevándola a mi habitación.
- Es que tu madre es muy estricta con algunas cosas, dijo mientras caminábamos, siguiendo con la justificación.
- Rita, no hace falta que me expliques nada. De hecho yo hubiera dicho que estaba solo así no me hubieras hecho señas, dije mientras comenzaba a revisar los VHS, de cine clásico que había comprado en una colección producida por una revista.
Ellla quedó pensativa. Me gusta el cine clásico y recorrimos muchos films que ella no había visto y que siempre había sentido mencionar.
El salario del miedo, que deseché por ser muy larga; Rita dijo que prefería alguna más romántica y pasatista, ya que después de cenar no tenía ganas de pensar mucho. Miramos comedias románticas como Adivina quien viene a cenar, que tampoco le gustó, y por fin eligió El Graduado ya que le gustaba Dustin Hoffman. La verdad que yo no la había visto, así que acepté.
Volvimos al salón puse la peli, y nos sentamos en el sofá a mirarla. Rita estaba pensativa.
Mientras pasaban los títulos me miró.
- ¿ Y porqué ibas a decirle que estabas solo? Preguntó
- Porque no quería que pensaran pavadas, dije sin apartar mi mirada del televisor.
- ¿ Pavadas?, preguntó.
- Rita, eres una mujer hermosa. Estamos aquí los dos solos. No quiero que se hagan un mundo.
Comenzó a reirse.
- No puedo creer que tu madre suponga que entre nosotros.... ja, ja, ja., dijo, y se enfrascó en la pelicula.
Al rato comprendí el argumento. Un jovencito comienza a ser acosado por una mujer mayor muy atractiva. Noté que Rita se movía incomoda por el cariz que iba tomando el film.
- hmmm, me parece que es muy aburrida. ¿ Quieres mirar otra? Me preguntó.
- No, dejala un rato más. Me parece un argumento interesante, dije inocentemente.
- Es muy irreal. No puedo creer que un jovencito enloquezca con una mujer que podría ser su madre, dijo.
Se había descalzado y sus pies estaban sobre la mesa ratona. Su vestido se había subido unos 10 cm. por encima de su rodilla, dejando ver un par de piernas hermosas y sensuales.
Mi brazo, lentamente había rodeado el respaldo del sofá y estaba detrás de su cabeza.
- No te creas Rita, por el contrario, me parece muy normal, dije mirándola serio.
Ella me miró y me sostuvo la mirada.
- ¿ Que te parece normal? Se llevan más de 20 años. No tienen nada en común, dijo justificando su opinión.
- Veamos. De un lado tienes un joven inexperto con todo por aprender, y del otro lado una hermosa mujer experta en hombres. Ella puede darle a él la experiencia que le falta, y el le puede dar la virilidad inagotable que solo tienen los jóvenes. No me parece una mala sociedad, dije volviendo a mirar la pelicula.
Rita quedó pensativa. Se estiró en el sillón y su falda subió unos centímetros más, cosa que de reojo yo no dejaba de observar, y apoyó su cabeza en mi brazo. Sentir el calor de ella, hizo que comenzara a excitarme. En cuestión de minutos mi verga estaba dura como una piedra, pero esta vez, en lugar de ocultarla, la dejé bien a la vista. Incluso la acomodé de forma que se marcara mas de lo habitual. Me recosté en el respaldo y seguí con la tele.
De reojo, observaba a Rita. Sus mejillas mas sonrojadas que de costumbre, mostraban claramente el efecto del vino, y también de nuestra charla. En un momento dado giró para hablar conmigo y quedo estática al notar mi bulto. Rápidamente volvió a mirar al frente, y noté como se mordía el labio inferior, para cada tanto dar una rápida mirada a mi entrepierna. Sentí en mi brazo como su cuello se tensaba.
- Necesito tomar algo, dijo levantándose ¿ quieres? Me preguntó.
Yo, sin dejar de mirar la tele, le dije que sí.
- ¿ Que traigo?, preguntó.
- La verdad, no me gustaría tomar un jugo, pero como tomamos vino, no es conveniente que mezclemos con otras bebidas alcohólicas. Mi padre tiene whisky, pero nos puede hacer mal, dije como pensando en voz alta.
Un minuto de silencio.
- ¿ Sabes que ?, le dije, me parece que en el refrigerador hay una botella de vino blanco que quedó de hace unos días. En definitiva es vino, y está frio. Creo que sería una elección acertada, no te parece? Pregunté inocentemente.
- Hmmm, no sé, voy a ver que encuentro.
Partió hacia la cocina. Me acomodé la ropa. Mi verga estaba a reventar. De pronto empecé a pensar que tal vez.... tal vez..... Quizás los dioses oyeron mis plegarias.
Volvió Rita con dos vasos y la botella de vino blanco por la mitad. Sin querer, o queriendo, se ubicó frente al televisor a servir las bebidas. Su cuerpo quedó a contraluz de la pantalla y su fino vestido transparentó su cuerpo. Sus largas y torneadas piernas, sus caderas, en fin, su sensual cuerpo se mostró sin tapujos ante mí. Seguramente me hubiera empalmado si no lo hubiera estado ya desde hacía un rato largo. Quizás por eso pude controlarme y no mostrar reacción alguna.
Tomé la copa que me ofreció y le dí un sorbo, para dejarla luego sobre la mesa, volviendo a acomodarme en el sillón, colocando ex profeso mi brazo sobre el respaldo para que ella lo viera. Tomó su copa y se sentó. Mientras se inclinaba levantó un poco su vestido, y cuando colocó sus pies sobre la mesa, este quedó a la altura de sus muslos. Se apoyó con confianza sobre mi brazo y siguió con la tele mientras bebía plácidamente su copa de vino blanco.
Por fin, la peli terminó, y el actor se quedó con la jovencita.
- Bueno, al menos el final fue lógico, dijo ella.
- Si, no podía ser de otra forma. Los dos sabían que era una relación casual que no podía durar, pero la disfrutaron mientras duró, dije volviendo a servirle vino.
- ¿ Te parece que la disfrutaron? ¿ Y que les dejó?
- Es una relación perfecta. Los dos saben que no tiene futuro ni tampoco compromiso. Solo placer. Si ella hubiera buscado alguien de su edad, su matrimonio hubiera tambaleado, y de no estar casada, por ejemplo, hubiera tenido que asumir una serie de compromisos, dije
- ¿ Y el? ¿ Qué obtuvo?
- Vamos Rita, está a la vista. Se tiró una hermosa mujer, hizo un curso intensivo sobre sexo, y de ahora en más podrá satisfacer a cualquier jovencita que se le acerque. Los dos ganaron, dije mirándola a los ojos.
- Cualquiera pensaría que te gustaría estar en el lugar de él. Que te gustan las mujeres maduras.
- No es problema de edad. No pasa porque sean maduras. Deben ser atractivas y sensuales, por sobre todas las cosas. Si me hablas de una madura como la mujer que hace la limpieza aquí, te digo que no. Si hablamos de una mujer como tú, por ejemplo, entonces la respuesta es sí. Muero por tenerla en mis brazos., dije tomando un sorbo de vino.
- bueno, bueno. No parece que tengas tanta experiencia como para hablar de esa manera, y por otra parte, a las mujeres de mi edad no siempre le gustan los jóvenes, dijo mirando su copa.
- ¿ No siempre? ¿ Y cuando si?, pregunté rápidamente.
- Es una forma de decir. Mi fantasía no es tener relaciones con un muchachito, dijo seria.
Me acerqué a ella, mientras mi mano la tomaba del hombro del lado opuesto.
- Estamos hablando de hipótesis. Tu sabes mejor que yo que la vida no es tan lineal, dije mientras acercaba mi rostro al suyo, uno cambia con el tiempo, y a veces descubre cosas que le gustan y que antes ni siquiera las consideraba.
Mi cara quedó a centímetros de la suya. Se la notaba nerviosa.... y excitada. Era evidente que había una lucha dentro suyo que trataba de resolverse. ¿ Cómo resolverla a mi favor?
- El mayor problema es que alguien se entere. Imáginate que sería muy llamativo que te vieran con un jovencito mucho menor que tú, salvo que hubiera una explicación convincente de porque estás con él, como por ejemplo que sea el hijo de tu mejor amiga, dije mientras el revés de mi mano acariciaba suavemente su mejilla. Ella cerró los ojos. Su cuerpo se tensó ante el roce de mi mano. Mi mano giró y bajó a su cuello. Lo aferré y me acerqué hasta posar mis labios en los suyos, suavemente, como si fuera un pájaro que pudiera volarse. Realmente no sabía como actuar. Pensé que en cualquier momento ella reaccionaría. Y lo hizo.
Bajo sus pies de la mesa, y de un envión se puso de pie. La sala estaba en penumbras, la única luz era la de la pantalla del televisor que había quedado con lluvia al terminar la pelicula. El ruido a fritura era suave pero ante la tensión sonaba como una tormenta.
Se alejó un paso mirándome fijamente. Movió su cuello aflojando la tensión. Su mirada era indescifrable. Había furia y deseo. Se acercó a mí. Sus manos tomaron mi cara. Cerré los ojos esperando la bofetada. En lugar de eso su boca se estampó contra la mía y su lengua pugnó por entrar. Separé mis labios y la dejé. Mis manos buscaron sus piernas y ascendieron por ellas hasta sus caderas, por debajo del vestido.
Sus manos recorrieron mi rostro y mis cabellos. Por fin, se separó y me miró.
- Nadie tiene que saberlo, Nacho. Nadie
- Nadie lo sabrá, Rita, te lo juro.
Volvió a besarme, esta vez de manera mas posesiva. Estaba claro que iba a tomar la iniciativa, y yo, iba a limitarme a darle placer, y seguramente a gozar como nunca. Se sentó sobre mis rodillas sin dejar de besarme, y al girar mi mano se perdió entre sus piernas, trepando por sus suaves muslos, y llegando hasta su centro de placer. Mis dedos frotaron su sexo a través de su tanga, para terminar apartándola y tomando contacto directo sin ropas. Ella gimió de gusto y luego de separar sus labios vaginales, mi dedo medio penetró su sexo, húmedo y caliente.
En ese momento Rita se separó y tomando mi remera la sacó por mi cabeza, obligándome a dejar lo que estaba haciendo para facilitar que me la quitara. Cuando quedé desnudo de la cintura para arriba, tomé los breteles de su vestido y los bajé por sus brazos, dejando el nacimiento de sus suculentas tetas al descubierto. Mis manos comenzaron a acariciar sus pechos. Notaba lo duro de sus pezones.
- De costado hay un cierre, me dijo al oído. Busqué y encontré el cierre y lo baje, consiguiendo que su vestido se aflojara. Ella se levantó y hábilmente lo dejó caer al suelo, quedando solo con su ropa interior. La miré, disfrutando del espectáculo. Tenía un cuerpo espectacular. Parecía mucho mas joven de lo que era.
- Eres preciosa, dije sinceramente, tirándome hacia atrás en el sillón.
- Shhh, hizo un mohín ordenándome que callara. Se arrodilló frente a mí y comenzó a desabrocharme las zapatillas, para seguir luego con mi vaquero. Por fin, lo aflojó y lo bajó hasta mis pies, para luego sacarlos completamente. Sus manos acariciaron mis hombros mirándome fijamente; bajaron por mi pecho, jugueteando con mis pezones, pasó por mi estómago lentamente, y por fin tomó posesión de mi bulto, por encima de mi slip. En ese momento cerré los ojos y suspiré de deseo. Su boca comenzó a recorrer el mismo camino que sus manos. Su lengua chupó mis pezones, mi cuerpo y hábilmente llegó hasta mi herramienta mientras sus manos bajaban mi slip. Su lengua lo recorrió completo y sus manos lo apretaron. Debo decir que tengo una buena verga. No que sea algo fuera de lo común, pero sus buenos 18 cm., y un grosor proporcionado.
- No estás nada mal, tu tampoco, dijo antes de capturarlo con su boca y comenzar a succionarlo sensualmente.
La sensación era indescriptible. Nunca me la habían chupado. Era mejor que lo que había imaginado en mis noches de calentura y masturbación. Cuando unió a su lengua, las maniobras con sus manos masturbándome, pensé que tocaba el cielo con las manos. Mis gemidos eran incontrolables. De pronto se detuvo.
- No quiero que te corras, todavía, dijo levantándose de las cuclillas. Y quiero estar más cómoda, dijo. ¿ Dónde podemos ir?.
Me levanté y terminé de quitarme el slip, y tomándola de la mano la llevé hasta el dormitorio de mis padres.
- ¿ Estás seguro? Preguntó
- Necesitaremos una cama lo más grande posible, dije sonriendo, mientras la abrazaba por detrás y besaba su cuello mientras sobaba sus tetas. Su mano buscó detrás de su cuerpo y capturó mi verga, comenzando a masturbarla suavemente. Una de mis manos buscó entre sus piernas y nuevamente mi dedo la penetró.
- Necesito tenerte, dije con una voz ronca poseída por el deseo. Rita se desprendió, me tomó de la mano y me llevó a la cama, acostándose boca arriba.
- Estás muy caliente. Me parece que lo mejor es que nos tranquilicemos un poco, dijo. Ven poseeme, dijo separando sus piernas, y no te controles. Ya habrá tiempo para juegos.
Subí a la cama y me ubiqué entre sus piernas. Ella rodeó mi cintura con ellas y me tomó de los hombros.
- Ahora tienes que dirigirla a su lugar, me dijo, asumiendo el papel de maestra. Tomé mi verga y la apoyé entre sus labios vaginales.
- Bien, ahora empuja un poco, me ordenó. Y despacio avancé consiguiendo que la cabeza de mi lanza entrara en su cueva.
- Ahhhhh, bien, que lindo, vamos, empuja otro poco, vamos, exigió y yo avancé otro poco. Ahora la mitad de mi verga había desaparecido dentro de ella. Yo sentía que mi desesperación crecía. Una rara sensación me invadía. Un temblor se apoderaba de mi cuerpo. No podía creer que estaba penetrando una mujer hermosa, a la que tanto deseaba. La tomé de los hombros y sin esperar mas instrucciones la clavé hasta el fondo. Un gemido me indicó que ella la sintió. Una vez adentro me quedé quieto gozando de cada sensación . Despacio, me retiré un poco, y volví a hundirme en ella. Un fuego bajaba hasta la punta de mi verga. No iba a poder aguantar mucho, pero estaba dispuesto a controlarme hasta lo imposible. Despacio volví a salir y entrar y pude tomar un ritmo de mete y saca interesante, que la hizo suspirar de placer.
- Muy bien Nacho, muy bien, sigue, sigue, sigue, decía Rita entre dientes. Sus piernas subieron desde mis riñones hasta debajo de mis brazos, para hacer mas profunda la penetración. Ahora en cada viaje, sentía toda su vagina rozándome la verga. Cuando entré hasta el fondo y quedé totalmente acostado sobre ella, se giró ágilmente y sin darme cuenta quedé bajo ella, sin que mi verga se saliera.
En esa posición, ella tomó la iniciativa. Se apoyó en mis hombros obligándome a quedar acostado y comenzó a subir y bajar sobre el mástil, dándome unas sensaciones increíbles. Yo me quedé quieto, luchando por no correrme, mientras ella me cogía.
- ¿ No quieres correrte? ¿ No quieres llenarme, pendejo?, me decía mientras se movía.
- Si, si que quiero.
- Pues vamos entonces, dijo mientras su boca se pegaba a la mía, se metía hasta el fondo mi verga, y su mano comenzó a apretar mis huevos. Fue demasiado. Gemí en su boca y espesos y calientes chorros de semen la inundaron, 1, 2 3, 5 veces. Quedé allí temblando mientras mi corrida física terminaba pero la psíquica siguió por largos minutos, haciendo que mi cuerpo convulsionara. Ella acostada sobre mí me besaba suavemente y me acariciaba el cabello con sus manos.
- Shhh, tranquilo, nene, tranquilo, ya está, goza, goza, me decía dejándome acabar hasta el final.
Luego de unos minutos se levantó, fue al baño a lavarse y al volver trajo una toalla húmeda con la que no solo limpió mi verga, sino que frotó mi cuerpo transpirado, refrescándome.
- ¿ Estás mejor? Dijo besándome en la boca.
- Nunca me sentí así, dije sincero.
- Bueno, ahora vas a aprender a satisfacer a una mujer. Se acostó nuevamente en la cama.
- Ahora me vas a chupar bien la vagina y el culo, dijo separando sus piernas. Nunca lo había hecho, pero me ubiqué entre sus piernas y hundí mi cara, recorriendo con mi lengua su sexo.
- Así,así, suave, suave, decía entre dientes mientras con sus manos dirigía mi cabeza.
Durante un buen rato le dí el gusto y de a poco, comencé a darle placer. Sus gemidos aumentaron y por fin alcanzó un orgasmo violento, aunque seguramente mas por su imaginación que por mi trabajo oral que era bastante pobre.
Cuando se recuperó, me hizo subir a la cama y acostarme boca arriba. En esa posición subió sobre mí y comenzó a hacerme una fellatio de campeonato. Su sexo a la altura de mi boca invitaba a chuparlo y fue lo que hice, antes que me lo ordenara. Por un buen rato seguimos así. Mi verga ya estaba dura como al principio. En ese momento ella desmontó.
- Bueno, bebé, ahora me vas a cabalgar y quiero que te esmeres, ya no estás pasado de calentura así que podemos gozar mucho, dijo mientras se ponía en cuatro patas.
Me levanté y me coloqué detrás suyo, tomé mi lanza y la apunté a su cueva. Cuando estuvo bien dirigida, mis manos tomaron sus hombros y de una la guardé hasta el fondo.
- Ahhhhhh, bruto, despacio, papi, despacio, dijo ella agachando la cabeza. Cuando me retiré, mi mano izquierda tomó su largo cabello rojizo, lo envolvió como si fuera una rienda, y comencé a penetrarla usando su cabellera como palanca. Fue hermoso. Ella gritaba y gemía.
- ¿ Así querías que te montara, yegua? Le dije con furia.
- Siiiii, así, fue su respuesta.
Mi otra mano dejó su hombro y comenzó a juguetear con sus tetas, mientras mis piernas se plegaban para quedar en cuclillas mientras la perforaba. Sus pezones estaban duros , y mis dedos los pellizcaban y acariciaban alternativamente. Ella metió una de sus manos entre las piernas y comenzó a juguetear con mis pelotas que estaban duras y distendidas.
Durante un largo rato tiramos de esa forma, hasta que por fin ella alcanzó su clímax. Cuando terminó de acabar se derrumbó sobre la cama quedando apoyada en sus rodillas y su cara, y en ese momento se la enterré hasta el fondo y me vacié por completo dentro suyo, gritando y gimiendo. Los dos nos derrumbamos uno sobre el otro. Luego de un momento giré hasta quedar boca arriba y tratando de recuperar el aire. Ella respiraba agitada también.
Durante largos minutos nadie habló. Por fin, ella se levantó y fue al baño.
Yo me quedé acostado recordando lo ocurrido. No podía creerlo. Solo cuando vi la silueta de Rita salir del baño, me convencí de que todo era cierto.
- Bueno bebé, por hoy tuvimos suficiente. Es hora de que vayamos a descansar.
- Quedate conmigo, Rita, por favor, no te vayas.
Ella me miro con cariño. Luego miró el reloj. Eran las 2 de la mañana.
-Quizás sea lo mejor. No es facil conseguir un taxi a esta hora, dijo, y volvió a acostarse a mi lado.
La abracé y lentamente nos ganó el sopor post-coito, y en algún momento nos dormimos.
A la madrugada me despertó una rara sensación. Nunca había dormido con una mujer, y en la oscuridad de la habitación desperté de costado abrazado a Rita, también de costado y con nuestros cuerpos en una conjunción perfecta. Mi mano buscó sus tetas y las acaricié sin que ella despertara. Yo estaba nuevamente excitado. Mi verga estaba entre sus piernas, rozando su sexo. Ese trasero de ensueño se aplastaba contra mi ingle, y cuando mis caricias se hicieron más posesivas, aún dormida, ella comenzó a mover el culo como si estuviera tirando. Mi lanza rozaba su sexo cada vez mas íntimamente.
En un momento ella se despertó un poco y levantando su pierna la colocó sobre la mía. Su mano tomó mi verga y la apuntó debidamente. Un simple empujón y la había empalado por completo una vez mas.
Así, entredormidos, tiramos un rato largo, con movimientos lentos y sensuales. Suaves y cariñosos. Como si fuera un sueño delicado. Como si fueramos novios amantes. Y así suavemente, nos corrimos. Primero yo, y ella al sentir mi semen caliente regándola, llegó a un orgasmo pleno y dulce. No puedo recordar si nos dormimos apenas acabamos o ya nos estábamos durmiendo mientras nos vaciamos, pero la sensación fue tan placentera que nunca pude olvidarla.
Ese domingo lo pasamos juntos. Charlamos, reímos, miramos la tele, hicimos el amor por toda la casa.
El lunes yo ya no era el mismo. Había madurado varios años en 24 horas. Y una nueva vida se habría para mí. Quizás algún día les cuente como siguió. Ahora, ya es tarde, y Elsa me espera en la Iglesia.

5 comentarios - Sueño de adolescente

Neotete
largo pero bueno
megamotomel2
Que lindoo!!! Ojala mi vieja tuviera una amiguita tam buena como esta
Te felicitoo!!!
smigolif
Esta tan bien contado que no se si es real y si no lo es ganarias mucho si escribieses relatos eroticos