Ya tarde a la noche y como siempre yo la esperaba al pie de la ventana el cual daba justo a su habitación. Hasta que por fin llega pensaba yo. Esa hermosa silueta femenina se asoma vestida de secretaria, esa falda ajustada, esa camisa blanca, ese escote tan provocador, tan sensual, que despertaban las fantasías de cualquier hombre. El solo hecho de imaginar mis manos acariciando su suave y delicada piel me estremecía de pies a cabeza.
Estaba obsesionado, soñaba con ella, me calentaba de una manera inexplicable; cada vez que la miraba mientras ella se vestía sentía una revolución en todo mi cuerpo, era algo inexplicable, algo que nunca nadie me había provocado. Sentía como la pija se me iba poniendo dura lentamente a tal punto que sentía que iba a explotar.
Ese pelo lacio Rubio que le llegaba hasta la cola, esa boca carnosa, esos pechos redondos pequeños pero perfectos a la vez, esa cinturita, esa cola redondita y maciza; como me calentaba.
Cada mañana la cruzaba cuando iba rumbo al trabajo y nunca cruzamos ni una palabra, más allá de un hola buen día. Ese día me dispuse a hablarle pero no encontraba las palabras; fue cuando entonces la vi que venía, las piernas se me pusieron duras, se me trababa la lengua a tal punto que no podía ni pronunciar una palabra, se me cruzo por adelante me miro y se sonrió, algo adentro mío me decía “dale seguila, no dejes pasar esta oportunidad”. Y fue así que la segui, caminaba apuraba para llegar a la estación del subte, yo la seguía por detrás con mucha cautela, tenía miedo que se diera cuanta y se asuste. Me sentía un adolescente a pesar de mis 26 años.
La segui hasta la estación y subí tras de ella al subte el cual estaba repleto, no cabía un alfiler, levante la mirada y ahí estaba ella en un rincón escuchando música con sus auriculares y mirando por la ventana, fue abriéndome paso entre la gente para poder llegar a ella, sentía mucha adrenalina, me la imaginaba desnuda en el vagón ahí esperándome sin nadie alrededor. Fue cuando llegue hasta ella y con mucha sutileza comencé a apoyarla, sentía que la verga se me iba endureciendo cada vez más, estaba muy excitado, tenía ganas de levantarle la pollera, correrle la tanguita y penetrarla muy lentamente, pincelar su clítoris con la punta de mi pene, sentir como se le mojaba toda la conchita. Era algo que me excitaba mucho, fue cuando no aguante mas y la apoye sin ningún tipo de disimulo, al principio se asusto, pero después sintió mi pija (que para esto ya era como una especie de fierro caliente) y me miro… paro la colita me miro y me dijo… “Segui me encanta”. Me puse como loco, la tome por la cintura y comencé a apretarla contra mi pija cada vez más, ya no me importaba si la gente me veía o no. Puse mis manos frente a ella, comencé a acariciarle la pierna lentamente hasta llegar a su entrepierna, le acariciaba la conchita la cual estaba muy húmeda y para mi sorpresa no llevaba ropa interior, primero le metí un dedito y después dos, la pajeaba lentamente, mientras ella me apretaba la pija contra su culo. Le suspiraba por la espalda y le susurraba al oído lo mucho que me calentaba. Le decía que me encantaba lo putita que era y cuantas veces la había cojido en mis pensamientos. Le encantaban mis palabras, cada vez se calentaba más y más, su conchita parecía una laguna, mis dedos la seguían pajeando cada vez más y más rápido, mientras ella me apretaba fuertemente la pija por encima del jean y me pedía por favor que se la metiera y yo le decía que no… que quería cojerla como ella se merece ser cojida. Sentía como se estremecía, como se le aflojaban las piernas, me daban ganas de cojerla ahí delante de todo el mundo.
En un momento notamos que todo el mundo nos estaba mirando, a mi no me importaba mucho, pero ella parece que se sintió incomoda porque me pidió que parara.
En la próxima me bajo me dijo pero esto no va a quedar así sábelo.
Con la cabeza a gachas y con mucha timidez se bajo del subte, se paró a mitad de la estación me miro y me tiro un beso…
Estaba obsesionado, soñaba con ella, me calentaba de una manera inexplicable; cada vez que la miraba mientras ella se vestía sentía una revolución en todo mi cuerpo, era algo inexplicable, algo que nunca nadie me había provocado. Sentía como la pija se me iba poniendo dura lentamente a tal punto que sentía que iba a explotar.
Ese pelo lacio Rubio que le llegaba hasta la cola, esa boca carnosa, esos pechos redondos pequeños pero perfectos a la vez, esa cinturita, esa cola redondita y maciza; como me calentaba.
Cada mañana la cruzaba cuando iba rumbo al trabajo y nunca cruzamos ni una palabra, más allá de un hola buen día. Ese día me dispuse a hablarle pero no encontraba las palabras; fue cuando entonces la vi que venía, las piernas se me pusieron duras, se me trababa la lengua a tal punto que no podía ni pronunciar una palabra, se me cruzo por adelante me miro y se sonrió, algo adentro mío me decía “dale seguila, no dejes pasar esta oportunidad”. Y fue así que la segui, caminaba apuraba para llegar a la estación del subte, yo la seguía por detrás con mucha cautela, tenía miedo que se diera cuanta y se asuste. Me sentía un adolescente a pesar de mis 26 años.
La segui hasta la estación y subí tras de ella al subte el cual estaba repleto, no cabía un alfiler, levante la mirada y ahí estaba ella en un rincón escuchando música con sus auriculares y mirando por la ventana, fue abriéndome paso entre la gente para poder llegar a ella, sentía mucha adrenalina, me la imaginaba desnuda en el vagón ahí esperándome sin nadie alrededor. Fue cuando llegue hasta ella y con mucha sutileza comencé a apoyarla, sentía que la verga se me iba endureciendo cada vez más, estaba muy excitado, tenía ganas de levantarle la pollera, correrle la tanguita y penetrarla muy lentamente, pincelar su clítoris con la punta de mi pene, sentir como se le mojaba toda la conchita. Era algo que me excitaba mucho, fue cuando no aguante mas y la apoye sin ningún tipo de disimulo, al principio se asusto, pero después sintió mi pija (que para esto ya era como una especie de fierro caliente) y me miro… paro la colita me miro y me dijo… “Segui me encanta”. Me puse como loco, la tome por la cintura y comencé a apretarla contra mi pija cada vez más, ya no me importaba si la gente me veía o no. Puse mis manos frente a ella, comencé a acariciarle la pierna lentamente hasta llegar a su entrepierna, le acariciaba la conchita la cual estaba muy húmeda y para mi sorpresa no llevaba ropa interior, primero le metí un dedito y después dos, la pajeaba lentamente, mientras ella me apretaba la pija contra su culo. Le suspiraba por la espalda y le susurraba al oído lo mucho que me calentaba. Le decía que me encantaba lo putita que era y cuantas veces la había cojido en mis pensamientos. Le encantaban mis palabras, cada vez se calentaba más y más, su conchita parecía una laguna, mis dedos la seguían pajeando cada vez más y más rápido, mientras ella me apretaba fuertemente la pija por encima del jean y me pedía por favor que se la metiera y yo le decía que no… que quería cojerla como ella se merece ser cojida. Sentía como se estremecía, como se le aflojaban las piernas, me daban ganas de cojerla ahí delante de todo el mundo.
En un momento notamos que todo el mundo nos estaba mirando, a mi no me importaba mucho, pero ella parece que se sintió incomoda porque me pidió que parara.
En la próxima me bajo me dijo pero esto no va a quedar así sábelo.
Con la cabeza a gachas y con mucha timidez se bajo del subte, se paró a mitad de la estación me miro y me tiro un beso…
5 comentarios - La vecinita