Soy incorregible...

Hola poringueros y poringueras. Tal como el título lo indica mi personalidad putañera hace estragos en todas mis relaciones. Le fui infiel a mi ex mujer Tamara desde la misma noche que festejamos nuestra boda. Es desde esa época y por esa razón que ella está peleada con su hermana Martina. Con mis hermanos la cosa no me va mejor. Pedro, el mayor, me enganchó cuando le estaba dando murra a su mujer; en tanto que Adrián, el más chico, no me dirige la palabra desde que le robé a su novia Tamara, mi ahora ex mujer. En el secundario me trajo más de un problemas. En esa época, una preceptora, la profe de biología que partía la tierra de buena que estaba, varias compañeras e incluso una madre de ellas que vino a quejarse con mis padres sobre mi conducta y al no encontrarlos termino en cuatro patas sobre el sillón del living. Como ustedes verán las minas me pueden, sin importarme causas o consecuencias, trato de seducir a todas. Mi ex mujer me prohibió que me acerque a buscar a mi hijo a la escuela cuando se enteró que la maestra del jardín de infantes fue una de mis víctimas y que cayó en un pozo depresivo al sentirse usada por mi (la muy pobre se enamoró de mi!!!!).
Sin embargo un día no pudo buscar al nene a la escuela y me pidió que lo busque y "que me comporte debidamente", cosa que accedí y prometí.
Y juro que costaba, mi hijo va a una colegio privado en San Isidro y las mamis que iban a buscar sus hijos estaban una más buena que la otra. Sin embargo me quedé atento a otra madre que estaba separada del grupo de madres amontonadas en la entrada del colegio. Ella era morena, de pelo ondulado y piel brillante, una cintura pequeña pero una cola grande y firme. Vestía una blusa de color rosa clara, un pantalón blanco, sandalias con plataformas y unos ray ban oscuros cubrían sus ojos. Atraído por la dama morena me acerque a ella obviando la promesa a mi ex mujer.
Con un "Hola, que tal" empecé a desplegar mis dotes seductores con aquella dama. Conversando me contó que su nombre era Aglaiz, de 25 años, casada, cubana y madre de una niña llamada Celia. Cuando estaba en lo mejor salieron los chicos y nuestra charla se vio interrumpida. Al día siguiente me la encuentro en el aeropuerto de San Fernando que acababa de despedir a su esposo, la saludo y la invito a tomar un trago por el Tigre que tiene lindos lugares para la trampa. Las cosas iban de maravilla, poco a poco estaba logrando mi cometido; al poco tiempo estábamos bromenado, haciéndonos cosquillas y comentarios con doble sentido. Nuestra mesa se estaba impregnando de una tensión sensual fuerte.
- ¿Te parece de ir a un lugar "más tranquilo"? - le sugiero indiscreto.
- ¡Dale! -respondió sin dudar.
Tomamos el auto y fuimos a un hotel alojamiento que, irónicamente, estaba próximo al aeropuerto donde nos encontramos. Apenas ingresamos a la suite ella empeiza a quitarse la ropa, primero se quita sus zuecos, luego su jeans azul y por último su blusa quedando en ropa interior muy sugerente. Yo fui más rápido y para cuando ella se quitó todo yo la esperaba desnudo admirando tanta belleza. Por sorpresa la tomé por detrás y con mis manos recorría toda su anatomía, deteniéndome en sus zonas erógenas. Ella con sus uñas largas acariciaba mis testículos logrando que una extraña electricidad recorra mi cuerpo hasta estremecerlo. La di vuelta y nos besamos apasionadamente mientras descubro sus pechos pequeños pero turgentes. Sus pezones me apuntaban esperando ansiosos que jugara con ellos. A ellos les dedico un delicioso tiempo con besos, chupadas y leves mordiscos que inquietaban a la bella dama. Muy excitada se desprendió de su diminuta tanga y se empezó a acariciar su zona vaginal. De pronto quito una funda de la almohada, la doy vuelta boca abajo, le pongo los brazos atrás suyo y se los ato de modo tal que quede absolutamente entregada. Ella en un principio se asustó pero al poco tiempo se entregó para someterla a mi voluntad. Tenía su vagina y su ano a mi disposición es por ello que con mi lengua y con mis dedos la estimulaba simultaneamente. Poco después aproximé mi pene y lo introduje en su vagina con mucha facilidad dado que estaba perfectamente lubricado. Las violentas sacudidas que le daba no hacía más que transformarla en una mujer insaciable que pedía que lo hicierqa con más fuerza a los gritos. Ver su cola era un estimulante que me empujaba a cumplir con el deseo de mi fogoza amante. A los gritos y con movimientos espasmódicos evidenciaba sus orgasmos, lo que hacía que me volviera loco, dándole con más fuerza y ritmo. Poco después le dejé mi esperma caliente dentro de su convulsionada vagina. Quedó extasiada al punto que unas caricias ya le provocaban otros orgasmos que los hacían evidentes con más gemidos y movimientos rítmicos. Aun seguía maniatada, es por eso que la levanté y le pedí que se ponga sus zuecos, cosa que hizo con cierta dificultad. Cuando lo logró la empujé contra una mesa de mármol alta apoyando sus tetas contra ella y empecé a jugar con su ano. Verla tan expuesta, tan entregada y tan sumisa no hacía más que estimularme. Mi pene aún firme estaba preparado para hacer de esa cola algo de mi propiedad. Lentamente penetro su ano con mi grueso pene y la sacudo con firmeza. La cadenita de oro que colgaba de su cuello hacía un movimiento pendular que variaba en velocidad de acuerdo al ritmo que le imprimía a ese ano hermoso. Minutos más tarde mi esperma llenaba su ano y el excedente chorreaba por sus piernas. A los dos nos temblaban las piernas, la desaté, nos besamos y nos fumamos un cigarrillo. Nos fuimos a bañar junto y en la ducha seguimos dando rienda suelta a la pasión...
¿Cómo siguió la historia? Pues simple, nos seguimos viendo a escondida de su marido hasta que la hizo seguir por un detective privado y bue'... Para que seguir. Ahora estamos en pareja, tenemos muy buen sexo, pero no por eso voy a cambiar mi naturaleza infiel. Ahora me estoy por ver con una pendeja de 18 recién cumplidos, hija de una empleada mía que por cierto ya le bajé la caña. Nos es mi culpa, no puedo ir contra mi naturaleza...