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Es lindo reir último ( 1ra. parte)

Carlos y Ramón eran amigos de toda la vida. Juntos habían hecho la escuela primaria y la secundaria. Luego se habían separado en sus estudios pero siguieron juntos para todo lo demás. Carlos era abogado y Ramón contador.
Con ser tan amigos, sin embargo tenían grandes diferencias. Para empezar Carlos era el afortunado en el amor. Su estampa, su picardía, su humor y su sensibilidad para entender a las mujeres lo había puesto siempre un paso adelante de Ramón, quién mas introvertido, serio y no tan dotado fisicamente, había siempre tenido que transpirar mucho para conseguir una mujer.
Cuando salían, era siempre Carlos el que ligaba, y cuando eran 2 chicas, una lo acompañaba a él a pedido de la amiga que quería acercarse a Carlos, con lo cual, nunca pasaba mas allá del baile y la charla. Mientras Carlos siempre encontraba la manera de llevar a su pareja ocasional a los reservados donde terminaba a sus órdenes.
Ramón ya estaba acostumbrado.
Pero había cosas que Ramón no sabía.
Por esas cosas de la vida, algunas veces Ramón conseguía hacerse de una pareja, e inclusive algunas veces hasta eran hermosas. Especialmente así le ocurrió con Fiama. Morena, 1,70 , piernas torneadas, buenas tetas, y un culo respingón. Una verdadera belleza. Le costó mucho a Ramón conseguir que ella le hiciera caso. Carlos, que en ese momento estaba de novio mas o menos formal con Lucía, le ayudó para que consiguiera su objetivo y así, al tiempo, las dos parejas compartían salidas y encuentros.
Algunas veces después de estas salidas, Ramón conseguía llevarse a Fiama a la cama, y ella que era muy severa en su conducta, apenas si se permitía acariciarlo, y luego se dejaba penetrar, pero sin demostrar mayor interés ni actividad. Sin embargo, Ramón la quería, y se sentía bien teniendo sexo con ella, a pesar de su pasividad.
Pasaron así varios meses.Las relaciones iban bien. Lo único que le molestaba a Ramón era cierta incomodidad que notaba entre Carlos y Fiama. Se trataban correctamente, pero se notaba que entre ellos no había feeling. Preocupado le preguntó a su novia el porqué de esa actitud y también le preguntó a Carlos. Fiama le dijo que no era una compañía que le agradara para él, pero que como era su amigo ella iba a tolerarlo siempre. Carlos, en cambio le dijo que no tenía nada en contra de Fiama, pero si era cierto que ella se mantenía distante, pero que no había problema. Ellos seguirían siendo amigos siempre.
Mas tranquilo, siguieron las cosas adelante, hasta la noche de lluvia. Esa noche que ya no se borraría de la mente de Ramón.
Tenían que salir los cuatro. Ramón y Carlos se encontraron temprano en un bar y comenzó a llover a cántaros.
- Uhh, que pena, y yo tenía que pasar por casa a buscar el auto para salir con Fiama.
- Pues te vas a hacer sopa con esta lluvia, le dijo Carlos, menos mal que yo traje mi auto. Puedo llevarte, le dijo complaciente.
- Se me ocurre algo mejor. Yo ya estoy cambiado. Que tal si vas a cambiarte y pasas a buscar a Lucía y Fiama y no encontramos aquí, en , digamos 90 minutos? Total podemos salir los cuatro en el mismo auto, dijo Ramón .
- No se, tengo que cruzar la ciudad, cambiarme, pasar de Lucía, de Fiama, volver aquí hmmmm, va a ser muy justo el tiempo, dijo Carlos meditando la idea.
- Vamos que puedes hacerlo. Mientras yo me pondré al día con los diarios, dijo Ramón sonriendo.
Carlos terminó aceptando y salió de allí a cumplir con lo pactado.
Pero quiso la desgracia entrar en el juego y no habían pasado 5 minutos de la ida de Carlos, cuando Ramón recordó que sus documentos y el dinero estaban en la casa de Fiama. Trató de comunicarse con ella y no pudo. Tampoco pudo dar con Carlos, quien seguramente estaba bajo la ducha, e insultando a todos los santos, salió del bar y tomó un taxi para ir hasta la casa de Fiama.
10 minutos después se estaba apeando en la puerta de su edificio. Ingresó y se dirigió al departamento de su novia. Abrió la puerta y entró.
Unos gemidos que llegaban del dormitorio, hizo que se paralizara. Sin hacer ruido se acercó al lugar y por la puerta entreabierta pudo ver a Carlos sentado en la cama totalmente desnudo y a su novia, su severa novia, haciéndole una fellatio de campeonato.
Carlos era quien gemía ante el tratamiento que le estaban dando.
- Sigue putita sigue, eso, que bien la chupas putita que bien, decía Carlos entre dientes.
- No tenemos mucho tiempo hoy, apenas para un rapidito así que levantate y date la vuelta, le dijo a su novia.
Fiama dejó la verga de Carlos, se levantó y apoyando sus manos en el colchón separó sus piernas y se quedó allí esperando.
Carlos se levantó, se acomodó a su grupa, y de una la ensartó por completo, haciendo que Fiama gritara.
- No exageres, si te la estás comiendo todos los días. No me vas a decir que ahora te duele.
- Sabes que me duele cuando me la pones así. Ten mas cuidado, dijo ella enojada.
- Si te la hubiera puesto en el culo como la semana pasada te lo acepto, pero mira, ya te baila adentro. Te la estoy dejando bien abierta de tanto cogerte, le dijo Carlos riendo.
- La verdad que sí, dijo ella también contenta.
- Eres bien perra. No hacía falta que te pusieras de novia con Ramón.
- Si no lo hacía tu novia sospecharía, y no me podría acercar a tí. En cambio de esta forma, todos contentos, dijo Fiama entre sacudida y sacudida, además debo confesarte algo, la tiene mas larga y gruesa que vos, aunque vos la usás mejor, no temas
- Pero Ramón es mi amigo. Está bien que yo ya te clavaba de antes de que lo conocieras, pero la verdad que me molesta esta situación , dijo Carlos sin que pareciera que le molestara demasiado.
- Shhh, tu calla y disfruta, le dijo Fiama comenzando a mover su espléndido culo en círculos.
- Ahh, no tenemos tiempo, ahí te va todo, todo, todo, dijo Carlos clavándola hasta el fondo.
- ¡¡¡ Me corro, hijo de puta, me corro¡ Gritaba Fiama acompañando la lluvia de semen que la inundaba.
Cayeron los dos sobre la cama y quedaron allí despatarrados.
Ramón volvió al comedor, tomó sus documentos y salió sin hacer ruido.
Lo habían engañado vilmente. Pero ¿ Qué ganaría con hablar?. A través del tiempo siempre Carlos se le había adelantado, y ahora lo estaba usando para ocultar su amante ante su novia. Prefirió no decir nada.
Esa noche salieron como siempre y al volver buscó de tener sexo con Fiama, quien al principio se mostró desganada, pero al final consiguió poseerla. La penetró con toda su furia, cosa que extrañó a la hembra, ya que el era siempre muy suave. Y más le extrañó cuando el comenzó a tratar de sodomizarla. Quiso negarse, pero era tal el ímpetu de Ramón, que en cuestión de minutos, la tenía adentro hasta los huevos. Por otro lado, era evidente que ese trasero estaba acostumbrado a recibir visitas bastante seguido. Ella trató de disimular diciendo que le dolía, pero Ramón sabiendo la verdad, se daba cuenta que bastante seguido le daban por atrás. La bombeó y llenó a su voluntad.
De a poco se fue distanciando de Fiama y unos meses después rompió con ella.
- Pero ¿ estás seguro? Le preguntó Carlos
- Si Carlos. No da para más. No somos compatibles
- Una lástima. Hacían buena pareja, dijo Carlos disimulando ante su novia.
Sin que se notara, también se fue distanciando de Carlos, y es que en el fondo no podía olvidar como lo había visto montando a Fiama y llenándola sin misericordia.
Pasaron varios años.
Carlos se había casado perdidamente enamorado y vivía en un barrio privado en las afueras de la ciudad. Ese matrimonio lo había convertido en un hombre fiel que solo pensaba en su esposa. Carina lo había conquistado. Se había acercado a él como una más y al poco tiempo lo tenía comiendo de su mano. Era realmente bonita. Rubia, ojos verdes, cabello largo y un cuerpo de escándalo, con un par de tetas fenomenales. Ramón seguía con su vida habitual, soltero, y como si las experiencias vividas lo hubieran despertado, se había convertido en un tipo muy interesante para las mujeres, teniendo a su disposición todas las que quería. Si bien no mantenían contacto, Ramón había seguido la vida de Carlos y la conocía al dedillo. Cuando consideró que las condiciones estaban dadas, se encontró casualmente con él. Concurrió al bar donde Carlos iba habitualmente y allí se vieron.
- ¡ Ramón¡ Pero cuanto tiempo compadre, dijo Carlos alegre cuando lo vio, ¿ Qué haces por acá?
- ¡ Carlos¡ Que alegría. Pasaba y decidí entrar a tomar un café. Se confundieron en un abrazo.
- Sientate conmigo, ven y cuéntame de tu vida, dijo Carlos.
Charlaron un largo rato y Ramón le contó lo que le parecía pertinente. Que tenía un buen pasar, que no se había casado, y que seguía teniendo problemas con las mujeres , lo que era mentira.
Carlos, condescendiente, le contó el cambio de su vida y luego de un buen rato, le invitó a que fuera a cenar a su casa, así conocía a su mujer. Ramón tenía un expediente completo con información de Carina. Fotos, gustos, horarios, etc. Aceptó gustoso y combinaron para el sábado.
Cuando Carlos volvió a su casa, le comentó a Carina del encuentro y ella se puso muy contenta de que su esposo recuperara el contacto con algunos de sus amigos. Le causaron gracia las historias que Carlos contó sobre Ramón y su negación para el sexo opuesto, a pesar de ponerle ganas, y como se tenía que conformar con las sobras de Carlos para acercarse a una mujer. Mentalmente Carina se armó el prototipo. El tímido, estudioso, sin gracia. Esos que ella había conocido en su época de estudiante y que no se atrevían ni a hablarle. Se conformaban con mirarla con deseo y ella sonreía pensando en las pajas que esos muchachos se habían en su honor, mientras ella se desfogaba con los héroes del deporte, los guapos, los listos. Había abandonado esa vida de cambio permanente cuando lo conoció a Carlos, que ella pensó sería uno más en su lista, pero al tiempo descubrió que él la amaba realmente y Carina pensó entonces que era el momento de sentar cabeza. Había días que extrañaba esas épocas de cacería permanente, pero bueno, era el precio que tenía que pagar para ser una feliz mujer casada. Amaba a Carlos, aunque en realidad lo que la había conquistado era el otro Carlos. El arriesgado, el que avanzaba ante una mujer que le gustaba, el que vivía de conquista en conquista. Este nuevo Carlos, debía reconocer que había momentos en que la aburría.
Llegó el sábado y como volviendo a sus buenas épocas, Carina se arregló con cuidado y vistiéndose con ropa sexy. Íntimamente quería que Ramón se paralizara y quedara sin palabras. Carlos al verla vestida con esa mini tan corta y esa remera de cuello amplio donde se podían ver perfectamente no solo el nacimiento de sus tetas, sonrió.
- Vaya vaya, Carina. Piensa que el que viene es un amigo y no un prospecto de conquista, dijo sonriendo.
- Ya lo sé, querido. Pero me gusta que tu amigo vea la mujer que tienes en casa, no te parece?
- Está bien, pero recuerda que Ramón debe hacer tiempo que no está con una mujer, y después de verte no podrá dormir, dijo riendo.
Si que podrá, pensó Carina, después de la tercera paja.
A las 9 de la noche sonó el timbre. Carlos abrió.
Ramón, vestido con un pantalón sport y una chomba rayada estaba en la puerta.
- Adelante amigo, dijo Carlos franqueándole el acceso.
Ramón entró y elogió la casa.
- Vaya, es una preciosura Carlos. Te felicito
- No es nada, hombre, ven siéntate que mi mujer ya baja.
Se sentaron en el living. Frente a ellos una escalera caracol de hierro y madera conducía a los dormitorios en planta alta. Mientras estaban allí charlando. Carina apareció en lo alto de la escalera.
El aspecto de ella era extraordinario. Ramón que tenía fotos de ella, simuló no verla y siguió conversando. Carina bajó la escalera y llegó adonde estaban los hombres. Carlos hizo las presentaciones.
- Ramón, te presento a Carina mi esposa. Recién en ese momento Ramón levantó la vista y se levantó para saludar y las miradas se cruzaron.
Ramón simuló una frialdad que no sentía, y Carina sintió un temblor. Ese hombre que estaba frente a ella tenía un magnetismo especial. No podía ser que no consiguiera mujeres. Por el contrario, tenía todo el aspecto de poder obtener lo que quisiera de cualquier mujer. Ramón se acercó y la besó en la mejilla, y un nuevo temblor imperceptible la recorrió.
Carina, un gusto conocerte. Carlos me habló muy bien de tí, pero debo reconocer que se quedó corto, eres realmente muy hermosa, dijo sin que de su voz pudiera inferirse una segunda intención.
Ella agradeció y se quedó allí congelada. De inmediato Ramón retomó la conversación con Carlos y la ignoró totalmente, cosa que a ella la golpeó. No podía haber pasado desapercibida para ese hombre, si como decía Carlos no atraía mujeres. Por el contrario. Ella sabía de esas cosas, y Ramón era un hombre de cuidado, capaz de hacerla caer en cualquier momento. Mientras los hombres conversaban ella se sentó en otro sillón. Cruzó las piernas, y notó que Ramón ni la miraba lo que la amoscó aún más. Separó un poco sus piernas y ni así consiguió que ese hombre que estaba frente a ella le dedicara ni una mirada de reojo.
Ramón, mientras seguía la conversación y se esforzaba por no mostrar interés alguno en la hembra que estaba frente a él. Tenía claro que eso era lo único que ella no esperaba.
La cena transcurrió plácidamente y los hombres pudieron ponerse al día con el tiempo transcurrido, y ella participó de la conversación haciendo observaciones y disfrutando de los relatos cuando eran graciosos. Por fin, la noche terminó y Ramón se retiro, abrazando efusivamente a Carlos y dándole un tibio beso en la mejilla a Carina.
Esa noche, Carina se sorprendió al sentirse tan caliente y excitada, como hacía mucho tiempo que no estaba, e hizo el amor con Carlos con desesperación. Mientras lo hacía no podía sacarse de la cabeza a Ramón, desnudo, allí, sobre ella.
Al día siguiente, por la tarde, sonó el móvil de Carlos.
- Hola, si, ah Ramón que alegría escucharte.
- Hola Carlos perdona que te moleste, pero quería saber si no encontraste en tu casa mis documentos que no puedo hallarlos y pienso que tienen que haberse caído anoche.
- No Ramón, no ví nada, pero me comunico a casa. Llámame en 10 minutos. Gracias.
De inmediato Carlos llamó a su mujer.
- Hola mi amor, ¿ cómo estás?
- Bien mi amor.
- Mira, me acaba de llamar Ramón preocupado porque no puede hallar sus documentos. ¿ Tu no encontraste nada en casa?
- No, pero espera que me fijo, dijo Carina dejando el teléfono.
Dos minutos después volvía al aparato.
- Si mi vida, estaban entre los almohadones del sofá.
- Bueno, gracias, le aviso a Ramón entonces, un beso, y colgó.
Cuando Ramón volvió a llamar le dio la buena nueva.
- Ahh, menos mal. El problema es que los necesito para la tardecita. ¿ Dónde los tienes?
- Están en casa. El problema es que yo no puedo volver allá hasta la noche. Que problema. Únicamente que tu pases a buscarlos. Lo único que tendría que confirmar en que hora está Carina para que te abra, dijo .
- Si, puedo pasar a buscarlos, pero no quiero molestar. Averigua en que horario estaría bien que pase
- Ok, te llamo en unos minutos. Y volvió a marcar el teléfono de su casa.
- Carina, Ramón los necesita y pasaría a buscarlos por casa en el horario que te quede bien.
Carina quedó en silencio. No quería encontrarse a solas con Ramón. Su corazón se aceleró y comenzó a transpirar.
- Lo que pasa es que hoy tenía que ir al gimnasio y de compras, dijo tratando de evitar el encuentro.
- Pero será solo un minuto. Dime en que hora te queda bien.
- Bueno si es solo un minuto, dile que venga antes de las 3, dijo Carina atrapada entre dos sensaciones. Por un lado, que era un amigo de su esposo al que tenía que ayudar. Por otro lado, que era una clase de macho que ella conocía bien y que siempre la habían sometido. Pero bueno, Ramón no había mostrado el mínimo interés por ella así que en ese sentido estaba un poco más tranquila.
Y así se convino la cita.

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