Desde muy joven vivo con mi Tía, apenas cumplí los 18 me trasladé a la ciudad a vivir con ella y si han leído mis anteriores relatos sabrán que es una tremenda perra hija de puta. Madura tetona y que le gusta andar desnuda por su casa. Así nos acostumbramos a desayunar juntitos y desnudos, y desde esa época cada mañana me despierto con una erección monumental que necesito calmar sea como sea.
Ella ya lo sabe y generalmente deja mi verga hinchada un largo rato hasta que me empiecen a doler los huevos, mientras fumamos y nos miramos mutuamente sin decir nada. Sin rozarnos siquiera. Es hermoso calentarse de esa manera. Ella lubrica de una manera increíble hasta llegar a enloquecer de calentura, se le nota en la cara que se le va poniendo colorada y los ojos vidriosos.
Habíamos llegado a la conclusión que era mejor empezar el día bien cojidos que seguir así muertos de calentura.
Cuando terminábamos de desayunar y mientras su sirvienta limpiaba la casa, nosotros nos recostábamos en el sofá y nos franeleábamos un buen rato más.
Rita, la mucama, ya estaba acostumbrada a vernos. Era una yegua de 50 años que trabajaba en casa de mi Tía desde hace más de 15 años y mi Tía la había conocido como su futura suegra. Era la madre de su primer novio.
Habían hecho buenas migas y eran igual de putas.
Un día de estos, al pasar Rita por el living nos saludó y se quedó charlando un rato mientras nosotros desnudos y excitados fumábamos.
- Hola Señora, hola nene....
-Hola Rita...- respondimos
- Qué tal?- preguntó la vieja puta
- Muy bien, aquí descansando- contestó mi Tía con mi verga hinchada en su mano.
- Ya veo..! - dijo Rita sonriendo .
- Es que este sobrino mío..., ya no sé que hacer, mirá como está!- exclamó la puta de mi Tía mientras le enseñaba mi nabo venoso e inflamado.
- Es muy joven señora! lo entiendo pobrecito...
- Ya no sé que hacer con este chico!- respondió Tía masajeando cada vez más fuerte.
- Jajajaa...- rió la sirvienta madura- me voy a limpiar la cocina...
Con su uniforme de tela fina que dejaba imaginar las curvas abundantes de carne dura, hecha a base de pija, Rita se retiró moviendo el orto sensualmente.
- Andá a la cocina y cogétela...- ordenó mi Tía
- Estás loca? es la empleada de años....- respondí
- Es muy puta, le encanta- afirmó Tía.
Dudando me dirigí a la cocina y al llegar Rita estaba limpiando la mesada, apenas se giró su vista se clavó en mi chota húmeda y siguió como si nada.
- Rita, necesito un favor...
- Dígame niño...
- Te la puedo poner?- pregunté mientras le levantaba el uniforme por detrás y notaba que debajo no llevaba nada la muy zorra.
- Jajajaa...niño! cómo se le ocurre?- rió mientras movía el orto en círculos...
Sin más, me le afirmé por detrás y le enterré la chota que estaba a punto de explotar.
Chilló como una hiena en celo y se abrió de piernas todo lo que podía.
Tía había aparecido sigilosamente y desde un rincón, sentada y fumando, observaba la situación.
- Tomá, tomá, tomá....- le susuraba al oído mientras le apretaba las tetas redondas de yegua madura por debajo del uniforme.
- Aghhhh, ahhhhh, dele niño...- la puta empapaba mi pija hasta los huevos con sus efluvios de gata en celo.
- Señora... su sobrinohhh es terribleahhhh - alcanzó a decir en el mismo punto que mi pija descargaba un ración importante de leche en su concha rosa y lubricada.
Se la dejé un buen rato adentro, mientras ella seguí limpiando y yo charlando con mi Tía.
- Qué tal sobri, estás más tranqui...- preguntó la muy puta de mi Tía, mientras se pajeaba a destajo.
- Sí Tía, lo necesitaba...
- Jajajaa, siempre decís lo mismo amor- rió mientras con las piernas bien abiertas se metía los dedos de una forma animal...- vení un ratito con tu Tía, la más puta...
- Sacando la verga semi hinchada, me dirigí hacia donde estaba ella y me quedé de pie, con mi nabo a la altura de su boca.
Lentamente con su lengua empezó a limpiar cada gota de leche que quedaba hasta dejar mi chota reluciente y dura nuevamente mientras se pajeaba y acababa gritando como una yegua hija de puta.
Lo que era.
Ella ya lo sabe y generalmente deja mi verga hinchada un largo rato hasta que me empiecen a doler los huevos, mientras fumamos y nos miramos mutuamente sin decir nada. Sin rozarnos siquiera. Es hermoso calentarse de esa manera. Ella lubrica de una manera increíble hasta llegar a enloquecer de calentura, se le nota en la cara que se le va poniendo colorada y los ojos vidriosos.
Habíamos llegado a la conclusión que era mejor empezar el día bien cojidos que seguir así muertos de calentura.
Cuando terminábamos de desayunar y mientras su sirvienta limpiaba la casa, nosotros nos recostábamos en el sofá y nos franeleábamos un buen rato más.
Rita, la mucama, ya estaba acostumbrada a vernos. Era una yegua de 50 años que trabajaba en casa de mi Tía desde hace más de 15 años y mi Tía la había conocido como su futura suegra. Era la madre de su primer novio.
Habían hecho buenas migas y eran igual de putas.
Un día de estos, al pasar Rita por el living nos saludó y se quedó charlando un rato mientras nosotros desnudos y excitados fumábamos.
- Hola Señora, hola nene....
-Hola Rita...- respondimos
- Qué tal?- preguntó la vieja puta
- Muy bien, aquí descansando- contestó mi Tía con mi verga hinchada en su mano.
- Ya veo..! - dijo Rita sonriendo .
- Es que este sobrino mío..., ya no sé que hacer, mirá como está!- exclamó la puta de mi Tía mientras le enseñaba mi nabo venoso e inflamado.
- Es muy joven señora! lo entiendo pobrecito...
- Ya no sé que hacer con este chico!- respondió Tía masajeando cada vez más fuerte.
- Jajajaa...- rió la sirvienta madura- me voy a limpiar la cocina...
Con su uniforme de tela fina que dejaba imaginar las curvas abundantes de carne dura, hecha a base de pija, Rita se retiró moviendo el orto sensualmente.
- Andá a la cocina y cogétela...- ordenó mi Tía
- Estás loca? es la empleada de años....- respondí
- Es muy puta, le encanta- afirmó Tía.
Dudando me dirigí a la cocina y al llegar Rita estaba limpiando la mesada, apenas se giró su vista se clavó en mi chota húmeda y siguió como si nada.
- Rita, necesito un favor...
- Dígame niño...
- Te la puedo poner?- pregunté mientras le levantaba el uniforme por detrás y notaba que debajo no llevaba nada la muy zorra.
- Jajajaa...niño! cómo se le ocurre?- rió mientras movía el orto en círculos...
Sin más, me le afirmé por detrás y le enterré la chota que estaba a punto de explotar.
Chilló como una hiena en celo y se abrió de piernas todo lo que podía.
Tía había aparecido sigilosamente y desde un rincón, sentada y fumando, observaba la situación.
- Tomá, tomá, tomá....- le susuraba al oído mientras le apretaba las tetas redondas de yegua madura por debajo del uniforme.
- Aghhhh, ahhhhh, dele niño...- la puta empapaba mi pija hasta los huevos con sus efluvios de gata en celo.
- Señora... su sobrinohhh es terribleahhhh - alcanzó a decir en el mismo punto que mi pija descargaba un ración importante de leche en su concha rosa y lubricada.
Se la dejé un buen rato adentro, mientras ella seguí limpiando y yo charlando con mi Tía.
- Qué tal sobri, estás más tranqui...- preguntó la muy puta de mi Tía, mientras se pajeaba a destajo.
- Sí Tía, lo necesitaba...
- Jajajaa, siempre decís lo mismo amor- rió mientras con las piernas bien abiertas se metía los dedos de una forma animal...- vení un ratito con tu Tía, la más puta...
- Sacando la verga semi hinchada, me dirigí hacia donde estaba ella y me quedé de pie, con mi nabo a la altura de su boca.
Lentamente con su lengua empezó a limpiar cada gota de leche que quedaba hasta dejar mi chota reluciente y dura nuevamente mientras se pajeaba y acababa gritando como una yegua hija de puta.
Lo que era.
4 comentarios - Cada mañana con mi Tía...
Espectacular el relato, fue grandioso, me calento a morir. Inpresionante¡¡¡