Hola comunidad, una vez mas, primero agradecer todos los puntos recibidos... y los comentarios!!... Y bueno como no solo de imagenes vive el hombre JaJaJa... traigo 2 Posts con unos relatos calientes...
Por varias semanas, entre mi secretaria y yo había aumentado la confianza al nivel que nuestras charlas se tornaban cada vez más calientes y dirigidas al sexo. Ella es una chica hermosa, blanca, de cabello negro, lacio y largo, con ojos color miel y unas tetas ricas y enormes, una cintura pequeña y unas nalgas pequeñas pero duras y levantadas, en fin, una ricura.
En una ocasión, le enseñé unas fotos porno en el Internet y pensé que se molestaría pero para mi sorpresa, me dijo que se veían muy ricas, enseguida le pregunté si le habían hecho lo que veía, que era una chica siendo penetrada por el culo, ella respondió que sí y que le encantaba el sexo anal. Así, todos los días teníamos nuestra sección de fotos porno.
Una mañana, entré al Internet y la invité a leer los relatos de otros amigos, así transcurrió la mañana, viendo y leyendo varios. Después, tuve que salir por varias horas de la oficina, tardé un buen rato y pensaba que todos los empleados habían salido pero para mi sorpresa, mi oficina estaba aún con la luz encendida pero con la puerta cerrada con llave y me molesté un poco, pensando que mi loca secretaria se había largado dejando las luces encendidas. De todas formas, entré sin hacer mucho ruido, como acostumbraba y pasé directamente a mi escritorio, cuando para mi sorpresa, encontré a mi secretaria con la ropa interior en las rodillas, masturbándose leyendo algo en la computadora.
Ella se asustó tanto que dio un brinco enorme pero si se asustó, lo hice más yo, pues no me esperaba semejante espectáculo. De inmediato, ella trató de subirse su ropa interior y de apagar la computadora pero con el susto, se volvió una confusión entre hacer las dos cosas hasta que se cayó y se dio por vencida. Yo me le quedé mirando perplejo y ella tenía una cara de entre susto y excitación, lo que me puso a mil.
Empecé a reírme y le dije "¡qué bonito!, así es que tu trabajas", ella me contestó "no es lo que tú crees" pero le aclaré "dejémonos de cuentos que tú y yo sabemos lo que estabas haciendo", realmente los segundos que pasaron al verla tocándose su chochito fueron sabrosos. Entonces le dije "dale, sigue haciendo lo que hacías y de una vez, te acompaño", ella estaba aturdida todavía pero creo que estaba demasiado excitada, así que aceptó en silencio, se bajo su ropa interior y se subió la minifalda, comenzando a acariciarse tímidamente, luego con más confianza; por mi parte, yo ya tenía mi cosa de fuera y dura como roca.
Al vérmelo, ella se sorprendió, ya que nunca lo había visto y no es por nada pero es bastante grande y gordo, lo que pareció no molestarle para nada, ya que se le quedó viendo e intensificó su masturbación, abriendo las piernas hacia mí, por lo que pude ver totalmente tu chochito afeitado completamente y con tres de sus dedos en su interior. Era una visión paradisíaca observar a una hembrota como esa masturbándose y metiéndose los dedos, ¡wow!, casi me vengo al verla así.
Estuvimos así un rato, masturbándonos y mirándonos uno al otro hasta que no pude más y reemplacé sus dedos por los míos mientras ella hacía lo mismo con su mano por la mía, entonces empezamos a masturbarnos uno al otro, su chochito se sentía rico, mojadito y apretadito. Ella se aferraba a mi falo como loca y me dijo "caramba, nunca me hubiera imaginado que la tenías tan rica, papi" y le contesté "ni yo tu chochito". Maniobramos todavía un poco más, luego caímos al piso hasta que nuestros sexos quedaron a la altura de la boca del contrario, formando un rico “69”. Instintivamente, ella abrió su boca y se la metió de un golpe, llegándosela hasta la campanilla y dejando afuera unas cuantas pulgadas, casi no podía cubrirlo con sus manos. Por mi parte, le abrí los labios de su chochita con mis dedos y le comencé a chupar y a lamer el clítoris, al tiempo que ella se revolcaba del gusto mientras me chupaba mi pene como una loca.
Después, comencé a lamer con mi lengua desde su clítoris hasta su culito y cuando pasé la lengua por su ano, su cuerpo se puso rígido como cuerda de guitarra; al sentir esa reacción, le di más atención a esa parte, lo que parece haberle gustado demasiado ya que empezó a moverse como loca mientras le metía mis dedos. Luego de unos minutos, sentí como llegaba a un sabroso clímax, mismo que fue seguido por mi rica venida en su boca, donde mi leche le llenó toda la garganta, saliéndosele varias gotas, luego se lo tragó y pasó su lengua, para no dejar afuera ni una gota.
Al final, empezamos a reírnos como locos y nos mezclamos en un rico beso, en ese momento me acordé de una de las pláticas de días anteriores, en la que ella me decía que le encantaba que le mamaran las tetas, lo que puse rápidamente en práctica dándole tiempo a mi pene a recuperarse. Amigos, ¡qué par de tetas!, duras, paraditas, con unos pezones medianos, de color marrón claro, los que estaban casi por explotar de lo parados.
Enseguida, comencé a pasarle la lengua por las orejas y por el cuello, bajando lentamente hasta las tetas, primero la izquierda mientras le masajeaba la derecha con mi mano libre, incluso comenzando a dar círculos por toda la extensión de la teta y entre ellas hasta llegar al pezón. Instintivamente, me lo metí en mi boca, chupándoselo y poniéndoselo más duro de lo que ya estaba en un momento dado, le pedí "cógelas tú misma y dámelas", ella obedeció rápidamente mientras yo bajaba mi mano derecha y empezaba a masturbarla, introduciéndole dos dedos.
A los pocos minutos, ella se comenzaba a excitar como loca, recibiendo ese rico tratamiento, entonces me acordé que esas cosas vienen en pares, enseguida le dejé su teta izquierda y tomé la derecha, dándole el mismo tratamiento, esta vez dándole pequeñas mordiditas, lo que la hacía brincar de gusto y de placer. Luego de un rato de estar así, ella me gritó "carajo, acaba y méteme esa cosota tuya, rómpeme, hazme tuya, papiiiiiiiiii"; esas palabras fueron como órdenes, enseguida le abrí las piernas y le introduje mi pene, poco a poco al principio, ya que ella la tenía estrecha y cuando se la metí completa, se la dejé un rato adentro, sin moverme, para que su canal se fuera acostumbrando a mi pene.
Luego, comencé el bombeo al ritmo de sus caderas y se lo sacaba casi por completo, embistiéndola luego completamente y con más fuerza hasta que pasados unos minutos así, ya se la estaba metiendo durísimo, tan duro que me dolían las bolas cuando chocaban con su ano. A continuación, me subí sus piernas a mis hombros pero entonces vi su cara de miedo, diciéndole "relájate y déjate hacer". Entonces, le metí mi miembro suavemente, poco a poco, ya que en esa posición, la penetración es completa y profunda, de manera que ella se gozaba cada pulgada, cada movimiento.
Pasados unos minutos, empecé a acelerar mi bombeo hasta que prácticamente se lo estaba metiendo tan duro como antes; obviamente, ella no tardó en llegar al clímax por segunda vez, fue algo de locos, incluso comenzó a gritar palabrotas y a gemir, haciéndome pensar que en la calle, alguien podría escucharnos pero no me importó. Después, ella me señaló que quería estar arriba, entonces me recosté boca arriba y como una jinete, se me montó, agarrándomela por la base y de un solo sopetón, se dejó caer desde arriba mientras le agarraba las nalgas y le introducía la punta de mi dedo anular, provocándole un gemido de placer y comenzando a moverse con más rapidez.
De esta forma, se formó una combinación entre mi dedo y mi pene que parecía ponerla demasiado excitada, así seguimos por unos minutos hasta que le dije que quería verla como una perrita, a lo que ella accedió de inmediato. Lo que vi a continuación, fue la visión más sabrosa que he tenido en mi vida, ella estaba en cuatro patitas, con su chochito mojado y rojo por el uso, enseguida se pasó una mano por su chochito, señalándome "¿te gusta?, es tuyo, papi, métemelo así que me gusta".
Yo no soporté más, al instante la agarré por la cintura y le metí bien rico, mi pene súper duro, se sentía sabroso, inclusive la agarré por el cabello, jalándola fuerte mientras ella levantaba su culito, buscando ser penetrada más fuerte, lo que hacía extasiado. En esos momentos, volvía a mi mente la primera plática sexual que tuvimos donde me dijo que le gustaba el sexo anal y con los mismos jugos de su chochito, comencé a lubricarle el ano con mis dedos hasta que lo sentí algo dilatado.
Acto seguido, se lo saqué del chochito y comencé a pasárselo por su ano y por los labios de su vagina hasta que sentí que mi pene estaba lo suficientemente mojado, le puse mi glande en la entrada de su ano; al sentirle, ella me preguntó "¿qué vas a ha...?" pero era muy tarde, ya la cabeza de mi pene había entrado a su estrecho ano y continué hasta que le metí casi la mitad, quedándome sin moverme un rato, para que no le doliera mucho, entonces se lo metí completo y ella gritaba de placer y de dolor.
Posteriormente, empecé a sacárselo con la idea de metérselo otra vez pero ella me advirtió "si lo sacas, no me lo vuelves a meter", enseguida me empecé a reír, así que se lo saqué hasta la cabeza y al instante, arremetí con más fuerza, metiéndoselo completo, al tiempo que ella gritaba y yo se lo metía más duro y más rápido. Así seguimos hasta que ella ya me gritaba "rómpeme el culo, papi, así, dale duro con ese bichote grande, dale duro, duro, asíííííí", le estaba dando tan duro que mi excitación aumentó tanto que me vine, llenándole el culito de mi leche caliente.
Al final, caímos los dos cansados y nos abrazamos, así descansamos unos minutos, luego nos vestimos sin decir palabra y de la misma manera, nos fuimos cada cual a su casa. Al otro día, no hablamos durante toda la mañana hasta que no pude más y le pregunté si le había gustado lo que hicimos el día anterior, ella me contestó que le encantó y que quería volverlo a hacerlo.
(Aclaro que no soy el protagonista del relato... lamentablemente)
Ardiente Secretaria
Por varias semanas, entre mi secretaria y yo había aumentado la confianza al nivel que nuestras charlas se tornaban cada vez más calientes y dirigidas al sexo. Ella es una chica hermosa, blanca, de cabello negro, lacio y largo, con ojos color miel y unas tetas ricas y enormes, una cintura pequeña y unas nalgas pequeñas pero duras y levantadas, en fin, una ricura.
En una ocasión, le enseñé unas fotos porno en el Internet y pensé que se molestaría pero para mi sorpresa, me dijo que se veían muy ricas, enseguida le pregunté si le habían hecho lo que veía, que era una chica siendo penetrada por el culo, ella respondió que sí y que le encantaba el sexo anal. Así, todos los días teníamos nuestra sección de fotos porno.
Una mañana, entré al Internet y la invité a leer los relatos de otros amigos, así transcurrió la mañana, viendo y leyendo varios. Después, tuve que salir por varias horas de la oficina, tardé un buen rato y pensaba que todos los empleados habían salido pero para mi sorpresa, mi oficina estaba aún con la luz encendida pero con la puerta cerrada con llave y me molesté un poco, pensando que mi loca secretaria se había largado dejando las luces encendidas. De todas formas, entré sin hacer mucho ruido, como acostumbraba y pasé directamente a mi escritorio, cuando para mi sorpresa, encontré a mi secretaria con la ropa interior en las rodillas, masturbándose leyendo algo en la computadora.
Ella se asustó tanto que dio un brinco enorme pero si se asustó, lo hice más yo, pues no me esperaba semejante espectáculo. De inmediato, ella trató de subirse su ropa interior y de apagar la computadora pero con el susto, se volvió una confusión entre hacer las dos cosas hasta que se cayó y se dio por vencida. Yo me le quedé mirando perplejo y ella tenía una cara de entre susto y excitación, lo que me puso a mil.
Empecé a reírme y le dije "¡qué bonito!, así es que tu trabajas", ella me contestó "no es lo que tú crees" pero le aclaré "dejémonos de cuentos que tú y yo sabemos lo que estabas haciendo", realmente los segundos que pasaron al verla tocándose su chochito fueron sabrosos. Entonces le dije "dale, sigue haciendo lo que hacías y de una vez, te acompaño", ella estaba aturdida todavía pero creo que estaba demasiado excitada, así que aceptó en silencio, se bajo su ropa interior y se subió la minifalda, comenzando a acariciarse tímidamente, luego con más confianza; por mi parte, yo ya tenía mi cosa de fuera y dura como roca.
Al vérmelo, ella se sorprendió, ya que nunca lo había visto y no es por nada pero es bastante grande y gordo, lo que pareció no molestarle para nada, ya que se le quedó viendo e intensificó su masturbación, abriendo las piernas hacia mí, por lo que pude ver totalmente tu chochito afeitado completamente y con tres de sus dedos en su interior. Era una visión paradisíaca observar a una hembrota como esa masturbándose y metiéndose los dedos, ¡wow!, casi me vengo al verla así.
Estuvimos así un rato, masturbándonos y mirándonos uno al otro hasta que no pude más y reemplacé sus dedos por los míos mientras ella hacía lo mismo con su mano por la mía, entonces empezamos a masturbarnos uno al otro, su chochito se sentía rico, mojadito y apretadito. Ella se aferraba a mi falo como loca y me dijo "caramba, nunca me hubiera imaginado que la tenías tan rica, papi" y le contesté "ni yo tu chochito". Maniobramos todavía un poco más, luego caímos al piso hasta que nuestros sexos quedaron a la altura de la boca del contrario, formando un rico “69”. Instintivamente, ella abrió su boca y se la metió de un golpe, llegándosela hasta la campanilla y dejando afuera unas cuantas pulgadas, casi no podía cubrirlo con sus manos. Por mi parte, le abrí los labios de su chochita con mis dedos y le comencé a chupar y a lamer el clítoris, al tiempo que ella se revolcaba del gusto mientras me chupaba mi pene como una loca.
Después, comencé a lamer con mi lengua desde su clítoris hasta su culito y cuando pasé la lengua por su ano, su cuerpo se puso rígido como cuerda de guitarra; al sentir esa reacción, le di más atención a esa parte, lo que parece haberle gustado demasiado ya que empezó a moverse como loca mientras le metía mis dedos. Luego de unos minutos, sentí como llegaba a un sabroso clímax, mismo que fue seguido por mi rica venida en su boca, donde mi leche le llenó toda la garganta, saliéndosele varias gotas, luego se lo tragó y pasó su lengua, para no dejar afuera ni una gota.
Al final, empezamos a reírnos como locos y nos mezclamos en un rico beso, en ese momento me acordé de una de las pláticas de días anteriores, en la que ella me decía que le encantaba que le mamaran las tetas, lo que puse rápidamente en práctica dándole tiempo a mi pene a recuperarse. Amigos, ¡qué par de tetas!, duras, paraditas, con unos pezones medianos, de color marrón claro, los que estaban casi por explotar de lo parados.
Enseguida, comencé a pasarle la lengua por las orejas y por el cuello, bajando lentamente hasta las tetas, primero la izquierda mientras le masajeaba la derecha con mi mano libre, incluso comenzando a dar círculos por toda la extensión de la teta y entre ellas hasta llegar al pezón. Instintivamente, me lo metí en mi boca, chupándoselo y poniéndoselo más duro de lo que ya estaba en un momento dado, le pedí "cógelas tú misma y dámelas", ella obedeció rápidamente mientras yo bajaba mi mano derecha y empezaba a masturbarla, introduciéndole dos dedos.
A los pocos minutos, ella se comenzaba a excitar como loca, recibiendo ese rico tratamiento, entonces me acordé que esas cosas vienen en pares, enseguida le dejé su teta izquierda y tomé la derecha, dándole el mismo tratamiento, esta vez dándole pequeñas mordiditas, lo que la hacía brincar de gusto y de placer. Luego de un rato de estar así, ella me gritó "carajo, acaba y méteme esa cosota tuya, rómpeme, hazme tuya, papiiiiiiiiii"; esas palabras fueron como órdenes, enseguida le abrí las piernas y le introduje mi pene, poco a poco al principio, ya que ella la tenía estrecha y cuando se la metí completa, se la dejé un rato adentro, sin moverme, para que su canal se fuera acostumbrando a mi pene.
Luego, comencé el bombeo al ritmo de sus caderas y se lo sacaba casi por completo, embistiéndola luego completamente y con más fuerza hasta que pasados unos minutos así, ya se la estaba metiendo durísimo, tan duro que me dolían las bolas cuando chocaban con su ano. A continuación, me subí sus piernas a mis hombros pero entonces vi su cara de miedo, diciéndole "relájate y déjate hacer". Entonces, le metí mi miembro suavemente, poco a poco, ya que en esa posición, la penetración es completa y profunda, de manera que ella se gozaba cada pulgada, cada movimiento.
Pasados unos minutos, empecé a acelerar mi bombeo hasta que prácticamente se lo estaba metiendo tan duro como antes; obviamente, ella no tardó en llegar al clímax por segunda vez, fue algo de locos, incluso comenzó a gritar palabrotas y a gemir, haciéndome pensar que en la calle, alguien podría escucharnos pero no me importó. Después, ella me señaló que quería estar arriba, entonces me recosté boca arriba y como una jinete, se me montó, agarrándomela por la base y de un solo sopetón, se dejó caer desde arriba mientras le agarraba las nalgas y le introducía la punta de mi dedo anular, provocándole un gemido de placer y comenzando a moverse con más rapidez.
De esta forma, se formó una combinación entre mi dedo y mi pene que parecía ponerla demasiado excitada, así seguimos por unos minutos hasta que le dije que quería verla como una perrita, a lo que ella accedió de inmediato. Lo que vi a continuación, fue la visión más sabrosa que he tenido en mi vida, ella estaba en cuatro patitas, con su chochito mojado y rojo por el uso, enseguida se pasó una mano por su chochito, señalándome "¿te gusta?, es tuyo, papi, métemelo así que me gusta".
Yo no soporté más, al instante la agarré por la cintura y le metí bien rico, mi pene súper duro, se sentía sabroso, inclusive la agarré por el cabello, jalándola fuerte mientras ella levantaba su culito, buscando ser penetrada más fuerte, lo que hacía extasiado. En esos momentos, volvía a mi mente la primera plática sexual que tuvimos donde me dijo que le gustaba el sexo anal y con los mismos jugos de su chochito, comencé a lubricarle el ano con mis dedos hasta que lo sentí algo dilatado.
Acto seguido, se lo saqué del chochito y comencé a pasárselo por su ano y por los labios de su vagina hasta que sentí que mi pene estaba lo suficientemente mojado, le puse mi glande en la entrada de su ano; al sentirle, ella me preguntó "¿qué vas a ha...?" pero era muy tarde, ya la cabeza de mi pene había entrado a su estrecho ano y continué hasta que le metí casi la mitad, quedándome sin moverme un rato, para que no le doliera mucho, entonces se lo metí completo y ella gritaba de placer y de dolor.
Posteriormente, empecé a sacárselo con la idea de metérselo otra vez pero ella me advirtió "si lo sacas, no me lo vuelves a meter", enseguida me empecé a reír, así que se lo saqué hasta la cabeza y al instante, arremetí con más fuerza, metiéndoselo completo, al tiempo que ella gritaba y yo se lo metía más duro y más rápido. Así seguimos hasta que ella ya me gritaba "rómpeme el culo, papi, así, dale duro con ese bichote grande, dale duro, duro, asíííííí", le estaba dando tan duro que mi excitación aumentó tanto que me vine, llenándole el culito de mi leche caliente.
Al final, caímos los dos cansados y nos abrazamos, así descansamos unos minutos, luego nos vestimos sin decir palabra y de la misma manera, nos fuimos cada cual a su casa. Al otro día, no hablamos durante toda la mañana hasta que no pude más y le pregunté si le había gustado lo que hicimos el día anterior, ella me contestó que le encantó y que quería volverlo a hacerlo.
Espero que le haya gustado y calentado... y como siempre si gusto puntitos y comentarios y si no gusto comenten que con la critica se crece...
1 comentarios - Ardiente Secretaria