Decidí darme un chapuzón para refrescarme y poco a poco me acerqué por detrás de la trola de mi Tía, afirmándole la pija en el orto bronceado y redondo.
La imagen era hermosa, y estabamos gozando como animales. Lentamente le baje el tanguita de hilo dental, y le metía la punta de mi chota en la concha empapada, dejándola quieta. La hija de puta gozaba lubricando mi nabo con su papo baboso de yegua madura...
Kitita, decidio darse vuelta y empezar a besar a mi Tía desesperadamente, con la boca abierta al máximo de sus posiblidades y entrecruzando las lenguas, babeándose, con las tetas chocándose entre ellas. Gozábamos, y nuestros deseos se hacían realidad. Estuvimos así un rato más hasta que decidimos ir directamente al living, ahí nos relajamos un momento, fumamos un rato y Tía además trajo una botella de champagne francés.
Las dos putas, mojaditas y desnudas en el sofá blanco eran un poema, fumando excitadas, besándose poco a poco, lubricadas, algo celosas...era un cóctel molotov. Serví el champagne y brindamos los 3 de pie, las abracé y las besé apasionadamente, jugabamos con las lenguas y el sabor de la espumante bebida que empezaba a hacer efecto.
Reían como locas, les dije que antes de amarse mutuamente me tenían que agradecer el que se conocieran, así que por favor: - Chupenme bien la pija...
No hizo falta decir nada más, las dos trolas hijas de puta se arrodillaron a mis pies y empezaron una mamada antológica, bestial. Era un privilegiado por tener a esas dos putitas para mí, y si hacía las cosas bien, serían mías por un largo tiempo.
Dejé que la chuparan, mientras se metían el dedo en la la concha mutuamente y se cojian, mirándose con mi poronga hasta el fondo de la garganta.
De alguna manera mi pija era como un juguete más en sus juego de seducción, un aparatito en este caso humano...
La usaban como querían, se embadurnaban los labios de la babita que salía de la punta de mi chota, se escupían se culeaban, en definitiva: se estaban amando.
Antes de retirarme y dejarlas solas, introduje alternadamente mi verga en sus conchas, rítmicamente, la metía una sola vez por trola y la sacaba. Hasta acabar lenta y abundantemente. Reservé la mitad de la leche para cada una de mis putitas preferidas, se la solté en la conchita húmeda y caliente, y así me retiré a descansar.
Desde arriba podía observar como se tragaban mi lechita haciendo un hermoso 69 en el sofá....
La imagen era hermosa, y estabamos gozando como animales. Lentamente le baje el tanguita de hilo dental, y le metía la punta de mi chota en la concha empapada, dejándola quieta. La hija de puta gozaba lubricando mi nabo con su papo baboso de yegua madura...
Kitita, decidio darse vuelta y empezar a besar a mi Tía desesperadamente, con la boca abierta al máximo de sus posiblidades y entrecruzando las lenguas, babeándose, con las tetas chocándose entre ellas. Gozábamos, y nuestros deseos se hacían realidad. Estuvimos así un rato más hasta que decidimos ir directamente al living, ahí nos relajamos un momento, fumamos un rato y Tía además trajo una botella de champagne francés.
Las dos putas, mojaditas y desnudas en el sofá blanco eran un poema, fumando excitadas, besándose poco a poco, lubricadas, algo celosas...era un cóctel molotov. Serví el champagne y brindamos los 3 de pie, las abracé y las besé apasionadamente, jugabamos con las lenguas y el sabor de la espumante bebida que empezaba a hacer efecto.
Reían como locas, les dije que antes de amarse mutuamente me tenían que agradecer el que se conocieran, así que por favor: - Chupenme bien la pija...
No hizo falta decir nada más, las dos trolas hijas de puta se arrodillaron a mis pies y empezaron una mamada antológica, bestial. Era un privilegiado por tener a esas dos putitas para mí, y si hacía las cosas bien, serían mías por un largo tiempo.
Dejé que la chuparan, mientras se metían el dedo en la la concha mutuamente y se cojian, mirándose con mi poronga hasta el fondo de la garganta.
De alguna manera mi pija era como un juguete más en sus juego de seducción, un aparatito en este caso humano...
La usaban como querían, se embadurnaban los labios de la babita que salía de la punta de mi chota, se escupían se culeaban, en definitiva: se estaban amando.
Antes de retirarme y dejarlas solas, introduje alternadamente mi verga en sus conchas, rítmicamente, la metía una sola vez por trola y la sacaba. Hasta acabar lenta y abundantemente. Reservé la mitad de la leche para cada una de mis putitas preferidas, se la solté en la conchita húmeda y caliente, y así me retiré a descansar.
Desde arriba podía observar como se tragaban mi lechita haciendo un hermoso 69 en el sofá....
0 comentarios - Mi Tía quiere innovar (Episodio final!)