You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Noches de Placer (Primera parte)

Hola, ¿como andan?, para empezar les cuento que no me gusta dividir los relatos por partes, pero el que sigue era demasiado largo como para postearlo de una sola vez. Todo lo que sigue a continuación y en las siguientes dos partes sucedio la semana pasada y en apenas un par de noches, apenas paso lo escribi de corrido y de un tirón, pero ahora, mientras Rodrigo me da un descanso, me puse a corregirlo y a dividirlo en estas tres partes que les presento. Espero que lo disfruten, tanto como lo disfrute yo al vivirlo, y que sientan, tanto como yo sentí, la intensidad de esas noches de placer.... Besitos y buenos polvos para todos...

Mariela

Debo admitir que en circunstancias normales jamás lo hubiera elegido como amante, ni siquiera para echarme un polvo rápido, de esos que después decís, si te he visto no me acuerdo, tampoco es que estuviera tan necesitada, está bien que el bebé me consume casi todo el tiempo, pero siempre puedo hacer un momento para darle a mi cuerpo la libertad que tanto necesita… además, si hubiese estado necesitada, tenía mejores prospectos para elegir. Por ejemplo la plaza del barrio, cuando lo llevaba a Rodrigo de paseo, era un buen lugar en donde saciar mi búsqueda. Ahí ya tenía a varios anotados: el tipo que corría extrañamente cerca cada vez que me ponía a darle el pecho a mi bebé, los pendejitos que en igual situación se ponían a pelotear casi pegados a mi banco, sin sacarme los ojos de encima, o el degeneradito que al verme pasar ponía a sus perros (un macho y una hembra) a montarse justo frente a mí. No tenía escasez de pretendientes precisamente, y eso sin contar los que me decían cosas por la calle sin importarles que fuera empujando un cochecito de bebé, y que ese bebé fuera mi hijo. De ser él uno de ellos, sin dudas sería el último, pero el último lejos de la lista. Lejos, muy lejos. Pero hubo un par de situaciones que, casi imperceptiblemente, lo pusieron al principio. La primera fue un viaje de trabajo que tuvo que hacer mi marido a Rosario para controlar algunas franquicias de la empresa, se trataba de un viaje relámpago, iba y venía al otro día, lo cual significaba que por lo menos una noche la pasaría sola… bueno, no tan sola, ya que tengo a mi bebé, pero ustedes saben a que me refiero. Ni bien mi marido me avisa por teléfono del abrupto viaje, para que le fuera preparando un bolso, recibo otra llamada. Era Bruno, seguramente la mayoría ya sabe de quién se trata, para los que no, les cuento que es compañero de trabajo de mi marido, y además es mi amante y posible padre de mi hijo. Ni bien se enteró del viaje me llamo para hacerme una propuesta que me fue imposible rechazar:
-¿Qué te parece si le meto algún cuento a mi esposa y pasamos la noche juntos, en tu cama?-
-Me parece una idea excelente- asentí.
Ya habíamos cogido en mi cama, pero pasar toda una noche juntos me resultaba por demás excitante y morboso, dormir con otro hombre cuando mi marido está de viaje… mmmm…
Arreglamos todos los detalles y luego de que se fuera mi marido me puse a preparar una cena especial para los dos. Cuando ya estuvo listo, agarre a Rodrigo y me fui a comprar un champagne en el mercado de los chinos que está a la vuelta. Volví, puse la mesa, con dos velas como debe ser y fui a ducharme. Me puse un vestidito sexy que tengo guardado para ocasiones especiales, me perfumé y me dispuse a esperar viendo algo de tele, por suerte Rodrigo dormía profundamente. A las 00.15 me manda un mensaje para avisarme que está llegando, que baje a abrirle. Bajo toda entusiasmada, ansiosa por disfrutar de esa noche de cuernos y lujuria, llego al hall de entrada y… me había olvidado del tipo de seguridad, sí, recientemente el consorcio había incorporado a un guardia de seguridad para que resguardara el edificio durante la noche. No era de ninguna empresa en especial, creía recordar que habían dicho que era un ex gendarme o algo así. La puta madre, pensé, ¿y ahora que hago?
-Buenas noches señora, que raro usted por acá a estas horas- me dijo al verme.
Por supuesto que al estar vestida con ese vestidito tan sexy que me había puesto sus ojos me recorrieron de arriba abajo.
-Es que…- empecé a decir aunque no supe terminar, quedándome titubeando mientras miraba hacia la puerta.
-¿Hizo algún pedido, espera un delivery?- me preguntó.
-No, es que…- justo en ese momento se asomaba Bruno a la puerta, y entonces le largué de corrido: -es que mi marido se fue de viaje y mi hermano viene a acompañarme para no quedarme sola-
-Ahh… mire usted, que buen hermano- dijo mientras abría para que entrara Bruno.
Obvio que no se tragó el cuento, pero me sirvió para zafar durante ese momento. Me saludé con Bruno como se saludarían dos hermanos y subimos al ascensor, yo sintiendo en todo momento la amenazante mirada del guardia sobre mí.
-No sabía que tenían seguridad por la noche- me comenta Bruno en el ascensor-
-Yo tampoco- le digo –Bueno, sí sabía, solo que me había olvidado-
-¿Algún problema?- quiso saber.
-No, le dije que eras mi hermano, creo que se lo creyó- le dije, aunque no estaba tan segura.
-Jaja… la idea del incesto ya me está gustando, hermanita- me dijo risueño mientras me tomaba de la cintura y atrayéndome hacia él me besaba en la boca.
Apenas entramos al departamento fui a constatar que Rodrigo estuviera bien, dormía de lo más bien, así que volví con Bruno y serví la cena. Cenamos a la luz de las velas, con música de fondo, y tras el postre, nos sentamos en el sofá a disfrutar de una copa de champagne. Brindamos, por nosotros, por esa noche, y nos besamos… nos besamos largamente, saboreándonos sin apuro, disfrutando el uno la boca del otro, mordiéndonos, chupándonos, babeándonos, intercambiando no solo saliva, sino también el champagne de nuestro paladar. Bruno deja entonces su copa y la mía sobre la mesa, me baja dulcemente la parte superior del vestido, también el corpiño, e inclinándose sobre mí comienza a gozar de mis maternales pechos… los besa, los lame, los chupa, los muerde suavecito, me aprieta una teta y me sale un chorrito de leche…
-¡Mmmm… te sienta bien esto de ser mamá!- me dice mientras saborea el alimento natural que fluye de mis glándulas mamarias.
Lo agarro de la cabeza, lo retengo contra mí y yo misma me aprieto el otro pecho, apuntando el chorrito de leche hacia el centro de su boca abierta. Vuelve a disfrutar ese manjar lácteo, mordiéndome, retorciendo mis pezones entre sus dientes. Me reclino contra el respaldo del sofá, y separo mis piernas, Bruno aprovecha el movimiento para meter una mano por debajo de mi vestido y comenzar a recorrer los incitantes bordes de mi concha.
-¡Mmm… ¿Qué pasa mamita, acaso estás caliente?!- me pregunta al sentir la humedad en mi tanga.
-¡¡¡Muy caliente!!!- le digo con la voz ronca y excitada.
Un dedo se filtra por entre el finísimo elástico de la tanga y sigue su camino hacia las profundidades de mi sexo, otro dedo lo acompaña y otro más, son tres los que me exploran con absoluta libertad, empapándose con el flujo que fluye desde mi más recóndito interior. Luego de moverlos varias veces dentro mío, Bruno los saca y los acerca a mi boca para que se los chupe, lo hago, se los chupo saboreando con avidez mi propio fluido íntimo. Ahora me saca la tanguita, me desnuda de la cintura para abajo, dejándome el vestido puesto, se acomoda en el suelo, entre mis piernas, colocando ambas sobre sus hombros y comienza a pasar su habilidosa lengua por sobre el contorno de mis labios, me estremezco al sentirlo, se me eriza toda la piel, no me chupa todavía, solo se dedica a observarme, a analizar mi intimidad como si la tuviera bajo un microscopio, la recorre con la mirada, como encandilado, separa apenas los labios con sus dedos, y me huele el interior…
-¡Mmmm… que aroma… exquisito…!- exclama.
Con la punta de la lengua se dedica a lamer el denso fluido que aflora por los costados de mi conchita, de un lado y del otro, subiendo y bajando, dando vueltas y vueltas alrededor de esa abertura mía que ya se abre toda para él. Entonces se detiene en el sitio indicado, me lengüetea el clítoris, me lo sacude, me lo muerde, me lo chupa, me lo re chupa, me lo vuelve a morder, provocando en mi interior pequeñas descargas eléctricas que me sacuden todo el cuerpo. Estoy en llamas y esa chupada que me está prodigando me pone más perra todavía. Me abro bien de piernas, le agarro la cabeza con las dos manos y lo atraigo aún más hacia mí, hacia esa parte de mi cuerpo que necesita de toda su atención. Es tanto el placer que me está dando que me pongo a temblar, no puedo controlar las sacudidas que estremecen mi cuerpo, echo la cabeza hacia atrás, arqueo lo más que puedo la espalda y suelto un estruendoso suspiro… pura exhalación de placer… Bruno me hizo acabar solo con chuparme la concha. Entre plácidos jadeos me desmorono en el sofá, estoy como en el limbo, totalmente ida, navegando en las aguas del goce más intenso. Mi hombre, mi macho, mi amante sabe que estoy a punto caramelo, totalmente entregada, a su total merced, sabe que en ese momento le pertenezco en cuerpo y alma. Se levanta, se limpia la boca con el dorso de la mano, se desnuda en cuestión de segundos, pelando una pija maravillosa, exacerbada de vigor, se me acerca “arma” en mano y me la pone en la boca. Todavía estoy disfrutando mi orgasmo, por lo que comienzo a chupársela por instinto, mi instinto natural… siento algo en la boca y lo chupo… pero cuando me doy cuenta de lo que en verdad se trata, me concentro en devolverle la atención, en chuparlo y re chuparlo, como él me chupo y re chupo a mí. Los gemidos y expresiones de Bruno me confirman que le estoy correspondiendo, que lo estoy haciendo gozar tanto como él a mí, no me cuesta nada complacerlo, me encanta chupar y más aún chupársela a él, me encanta sentirla deslizándose entre mis labios, palpitando en mi garganta, endureciéndose en mi paladar… no hay nada que me complazca más que satisfacer a mi hombre, que sentirlo gemir por mí. Porque eso es lo que una mujer debe hacer, satisfacer a su hombre, ser su puta, entregarse por completo a él, como yo en ese momento, no tenía voluntad propia, la única voluntad que predominaba era la de esa pija que podía hacer conmigo lo que quisiera. Y lo que quería ahora, era, aparentemente, hundirse hasta mi esófago. Con los ojos desorbitados, Bruno me agarraba por los lados de la cabeza, como si mis orejas fuesen un par de manijas, y maniobrando a su gusto me la mandaba hasta lo más profundo de mi garganta. Estaba como poseído, nunca lo había visto así de excitado, pero ¿Qué podía decirle?, me gustaba que estuviera así, que no me tuviera respeto, que me usara y abusara a su antojo, mi boca y mis glándulas gustativas más que agradecidas. En cierto momento, cuándo pareció darme un respiro, baje y le chupé los huevos, me entretuve un rato con ellos, besándolos, lamiéndolos, mordiéndolos suavecito, a propósito le agarraba un manojo de pendejos con los dientes y se los tiraba… ¡Ahhhhh…!... se estremecía, aunque no me apartaba de ahí, mis mordiditas parecían gustarle, pese a ser en una parte tan sensible de su anatomía.
Cuando recuperó el aliento volvió a cogerme por la boca, me atravesaba repetidamente la garganta, golpeándome la campanilla con su glande ya hinchado y enrojecido… una mezcla de saliva y fluidos preseminales se derramaba por las comisuras de mis labios… como si la pija de Bruno se deshiciera en mi paladar. Por la forma en que suspiraba y por cómo se tensaban sus venas, ya estaba a punto de acabar, lo presentía, lo presagiaba, la descarga era inminente. No pensaba soltarlo, estaba dispuesta y ansiosa por llegar hasta el final, por saborear las mieles de sus testículos, esos que con una mano estimulaba para que me dieran todo de sí. Sus gemidos se hacían más intensos, sus movimientos más frenéticos, todo se encaminaba hacia un final a toda orquesta y yo estaba en primera fila, no solo como espectadora privilegiada sino también como partícipe fundamental y necesaria. Ambos sabíamos muy bien como terminaría aquello, y en donde se derramaría su néctar, ni él ni yo querríamos que se desperdiciara. Unos cuántos embistes bucales más y en medio de exaltados jadeos, me la dejo atravesada en la garganta soltándome chorro tras chorro de semen, confirmo que esa debió ser la acabada de su vida, en ninguna de las anteriores veces en que estuvimos juntos había sentido tal cantidad de esperma, era una manguera que no se cerraba y yo me tragaba todo, hasta la última gota. En un momento me resultó tanta la leche, que me ahogué, un montón de guasca se había acumulado en mi garganta y no pude tragar más, por suerte Bruno me la sacó, permitiéndome disponer de un poco de aire, gracias a lo cual me tragué todo lo demás. Cuando ya no hubo más que tragar, me volví a abalanzar sobre su pija, todavía en posición de ataque, y se la recorrí con la lengua, de arriba abajo, degustando los restos de aquel banquete que había quedado impregnado en su piel. Le chupe incluso los pendejos que estaban pegoteados por la leche que les había caído encima. Ya con la pija bien limpia y lustrada, Bruno se derrumbó en el sofá, a mi lado, exhalando complacidos suspiros… se lo notaba conmocionado.
-¡Que… que pete me hiciste Mary… estuvo… estuvo increíble!-
-Sí, me di cuenta de que te gustó por lo que descargaste- le dije a la vez que me relamía incitante los labios.
Nos besamos como para agradecernos mutuamente el momento que compartimos y entonces me dice:
-¿Vamos a dormir?-
-¿En serio crees que vamos a poder dormir?- le replico con una sonrisa cómplice.
Bruno se sonríe también y vuelve a besarme. Nos levantamos y vamos al baño. Mientras él se pone a mear, yo me enjuago la boca con enjuague bucal y me lavo la cara. Me estoy secando cuando lo veo a través del espejo del botiquín, soltando esos chorritos intermitentes tan característicos y habituales después de una eyaculación.
-¿Necesitás una mano amiga?- le pregunto en tono de broma.
-Y, mal no me vendrían algunas sacudiditas- me dice siguiéndome el juego.
Dejo la toalla, me acerco, y ni bien termina de mear, se la agarro y se la sacudo, soltando en el inodoro las últimas gotitas de orina, seguramente mezclada con algunos restos de esperma. Mientras se la estoy sacudiendo él aprovecha la cercanía para acariciarme el culo.
-¡Mmmm… así da gusto venir al baño!- exclama.
Nos reímos, y cuando él termina me toca mear a mí. Ahora sí, nos vamos a la cama. ¿A dormir? Jaja… seguro que no.

11 comentarios - Noches de Placer (Primera parte)

MIsko-Jones +1
guauuu una trilogia 🤤 🤤 , Que bueno espero que publiques pronto la segunda parte .
Que buen pete le hiciste y como te gusta jugar con fuego jajaja ,con todo cariño sos una atorranta hermosa , lindo detalle la sacudida cuando termino de mear 🙂

besos Misko ,vuelvo con puntos

Noches de Placer (Primera parte)
maritainfiel
Gracias... por pasar y por lo de atorranta hermosa... jajaja...
MIsko-Jones
@maritainfiel volvi con los puntos prometidos
mimilau +2
Muy bueno!! Quiero las otras partes!! Lo quiero todo, entero...
Gracias por compartir..
danymaguna
🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤
enzosantiago
excelente relato Mariela , espero la continuacion , te dejo algunos puntitos , besos que envidia a ese pibe jaja
garrote2373
Wow!!!!! Sentí como si me la estubiera chupando a mi (Me hago una paja en el baño y vuelvo para darte los puntos.
garrote2373
Listo, ya estoy de vuelta. Van los punticos. 😉 😉 😉 😉 😉 😉
milanesasecret
muy bueno!! +2 y esperamos la segunda parte.
Date una vuelta por mis relatos que espero tu opinión 😉
Guiyote07
putita

Me autografias esta foto...................REINA!!!!!!!!!!!!!!!
Te dejo puntos.
P.D: me calienta lo puta que sos.
alex_carrasco22
http://images3.backpage.com/imager/u/medium/101658864/Picture_161.jpg
Si-Nombre
Muy buen relato!! Gracias por compartir
jufear
Escribir un comentario...