Soraya me hizo una sonrisa de complicidad y me guiño un ojo, se volteo y le dijo a la vecina:
“Ana, eso de ver y no participar no es muy cortés, pero puedes ver si gustas, pero te vas hasta que terminemos...” La vecina se dio la vuelta y se fue hacia su apartamento, cerramos la puerta y volvimos a lo nuestro, cuando otra vez el timbre, al abrir estaba la vecina con una bolsa en la mano, entro un poco nerviosa y dijo:
“Me gustaría que usen lo que tengo aquí...” Soraya tomo la bolsa y sonrío, diciéndole a Ana: “Muy bien, pero debes prometer que Ana la soltera mojigata y amargada se queda fuera de esta puerta, si entras lo harás como una nueva Ana, sin remordimientos o culpas, ¿Estás de acuerdo?”
Ana asintió con la cabeza y entro al apartamento, Soraya la tomo de la mano y los tres caminamos hacia la habitación. Adentro Soraya tiro el contenido de la bolsa sobre la cama y me dijo:
“Papi Ana nos esta regalando su tesoro más preciado, su verdadero yo” Ana iba a hablar y Soraya la interrumpió: “Ana quiere mostrarnos que anhela en su interior y hoy Papi te vas a lucir como nunca...”
Sobre la cama estaba varios dildos, uno de ellos con un juego de cinchos para que una mujer se los colocara, habían además sogas, esposas con cadenas cortas y largas, unas varas medianas. Esto era un sueño, Soraya quien ya había sido mía y Ana, quien antes de entrar no era de mi agrado pero ahora me despertaba una curiosidad morbosa.
Soraya comenzó a desnudarse y yo hice lo mismo, ambos frente a Ana, al estar totalmente desnudos la tome por la cintura y empece a besarle el cuello y a sobarle las tetas, ella pasó sus manos por detrás y me sujeto de la verga y las bolas, masturbándome y ambos no apartamos la mirada de Ana. Me acerque a la cama y tome una de las sogas, até a Soraya con las manos detrás y coloque unos almohadones en el piso, hice que se acostara sobre ellos bese sus piernas hasta llegar a su cintura luego las abrí y comencé a lamer su clítoris, ambos no dejábamos de ver a Ana, la mirada dura que tenía se había desvanecido y unas gotas de sudor empapaban su frente, Soraya gemía de una forma muy deliciosa con cada lengüetazo que daba en su clítoris, los jugos de su cuerpo empapaban mi cara, me puse de pie y me coloque sobre ella con una rodilla en el piso y la otra flexionada, acerque mi verga a su boca que se abrió de par en par, mi verga apenas entraba, sus ojos dejaban escapar unas lágrimas y su garganta se contraía con cada penetración, mis bolas golpeaban su mentón cada vez que yo me deja caer sobre ella, me hacía gemir como una bestia poseída, y a cada minuto yo estaba seguro que descubriríamos a un volcán dentro de Ana...
Goce la boca de Soraya por un largo rato, el sudor cubría nuestros cuerpos, y apenas estábamos arrancando, me incorpore y eche una mirada al resto de juguetes sexuales esparcidos sobre la cama, tome un dildo rojo que tenía dos puntas, hice que Soraya se pusiera en cuatro:
“Muñeca para que te acostumbres a mi miembro...” seguidamente introduje la punta grande en su vagina, y la pequeña con dificultad en su culo, se retorcía como una loca con cada penetración, luego, me acosté en el piso e hice que ella de colocara sobre mí, haciendo un sesenta y nueve, en ningún momento retire el dildo de su cuerpo, comenzó a hacerme sexo oral y yo a penetrarla con el dildo y a estimular su clítoris, dando pequeños y suaves toques con uno de mis dedos, nuestros cuerpos se movía con sincronía, por un momento me olvide de nuestra invitada sorpresa, dirigí una mirada hacia ella, sus piernas se cerraban como queriendo contener el fuego que tenía dentro, sus brazos estaban cruzados y su respiración era muy rápida...
Desate las manos de Soraya y acerque los cojines a los pies de Ana, luego acosté a Soraya sobre ellos con las piernas abiertas, inmediatamente introduje mi miembro en su cuerpo, se retorció con la primera embestida, y dio un grito de lo más excitante, seguí entrando en su cuerpo una y otra vez, luego ella se puso en cuatro y se sujeto de los tobillos de Ana, yo rápidamente la volví a penetrar fuertemente, mis bolas chocaban y se pegaban a su pubis, sus nalgas chocaban con mi cuerpo cada vez que dejaba ir mi verga dentro de ella. Hábilmente fue subiendo las manos hasta los muslos de Ana, ella se apretaba contra la silla donde estaba, luego yo también puse las manos sobre esos muslos, su piel era suave y muy caliente, su respiración se agitó más al tenernos a los dos tan cerca...
Poco a poco subimos nuestras manos y la falda de Ana hasta su cintura, yo seguía penetrando a Soraya, ella gemía y gritaba sobre Ana a la vez que yo sujetaba sus muslos, en un momento Soraya se sujeto al cuerpo de Ana, yo entendí su mensaje e hice lo mismo simulando que había acabado en ese instante, yo seguía sobando sus piernas y Soraya jadeaba sobre su pecho, ambos empezamos a sentir el movimiento de Ana, nos miraba, ambos nos acercamos a su boca, nuestras lenguas y labios húmedos jugaban, mientras rápidamente despojábamos a Ana se toda prenda, ella no sabía que hacer y Soraya empezó a dirigir este nuevo encuentro...
Estando Ana de pie empezamos a mamar cada una de sus grandes tetas, eran mucho más grandes que las de Soraya, ella estaba en la izquierda y yo en la derecha, nos tomamos de la mano y comenzamos a tocar el pubis de Ana, trato de dar un paso atrás pero la sujetamos de las nalgas, y ella ya no opuso más resistencia. Tenía un culo redondo y bien formado, su cuerpo tenía más curvas que el de Soraya, y pensar que siempre lo había escondido en esos flojos y largos vestidos. Sus pezones estaban duros, nuestras bocas se derretían en esas grandes tetas, nuestras manos jugueteaban sobre su concha, se sentía el calor que tenía por dentro. Con la mano que tenía libre me aferraba a sus nalgas y en un momento inesperado sentí una mano de Ana tratando de masturbarme, la otra mano estaba ya en la concha de Soraya.
Después de tocarnos por un buen rato, Soraya hizo que Ana se acostara en la cama dejando a un lado los juguetes que había traído para nuestro inesperado trío. La concha de Ana estaba cubierta por una gruesa capa de cabellos rizados, Soraya empezó a abrirle de forma delicada las piernas, me tomo de la mano y la acerco a la esa nueva concha que tenía a mi disposición, comencé a meter uno de mis dedos, estaba muy húmeda y apretada, con la otra mano hice lo mismo con Soraya, ambas hembras estaban literalmente en mis manos, gimiendo y retorciéndose, empezaron a besarse, Soraya se puso sobre Ana con las piernas abiertas, yo comencé a meter mi verga en medio de ambas, se retorcían y gemían, estaba ya muy caliente y comencé un delicioso juego con ambas, hice que se pusieran en forma de sesenta y nueve, las dos se comían mutuamente el clítoris, empece a penetrar a Soraya, la lengua de Ana nos lamía a ambos con cada penetración, después Ana tomo mi verga y la introdujo en su boca y yo sujete a Soraya de las caderas y seguí haciendo el sexo oral que Ana había interrumpido, formábamos un triángulo muy delicioso, al final deje ir una gran carga de semen en la boca de Ana, Soraya se incorporo y acudió a los labios de nuestra vecina, ambas terminaron empapadas con mi leche, yo todavía tenía el miembro muy duro, abrí las piernas de Ana que apenas estaba terminando de tragarse mi leche y comencé a penetrarla de manera muy fuerte, ella gritaba con cada embestida de mi verga, Soraya se puso sobre la cara de Ana, frotando su concha sobre esa boca que cambio los gritos por fuertes lengüetazos, la cara de Soraya estaba inmersa en un gran placer, volví a acabar después de varias embestidas, me puse de pie con la verga goteando y la introduje en la boca de Soraya, seguí metiéndola y sacándola, Ana se había puesto de pie, me besaba el cuello, como una loca, bajo por mi espalda hasta llegar a mis nalgas y empezó a meterme la lengua, yo sentía que casi me desmayaba de tanto placer, para tomar aire me recosté en la cama, Soraya llamo mi atención diciendo:
“Que bien Papi, toma un poco de aire mientras que yo juego con nuestra nueva amiga...”
Continuara...
“Ana, eso de ver y no participar no es muy cortés, pero puedes ver si gustas, pero te vas hasta que terminemos...” La vecina se dio la vuelta y se fue hacia su apartamento, cerramos la puerta y volvimos a lo nuestro, cuando otra vez el timbre, al abrir estaba la vecina con una bolsa en la mano, entro un poco nerviosa y dijo:
“Me gustaría que usen lo que tengo aquí...” Soraya tomo la bolsa y sonrío, diciéndole a Ana: “Muy bien, pero debes prometer que Ana la soltera mojigata y amargada se queda fuera de esta puerta, si entras lo harás como una nueva Ana, sin remordimientos o culpas, ¿Estás de acuerdo?”
Ana asintió con la cabeza y entro al apartamento, Soraya la tomo de la mano y los tres caminamos hacia la habitación. Adentro Soraya tiro el contenido de la bolsa sobre la cama y me dijo:
“Papi Ana nos esta regalando su tesoro más preciado, su verdadero yo” Ana iba a hablar y Soraya la interrumpió: “Ana quiere mostrarnos que anhela en su interior y hoy Papi te vas a lucir como nunca...”
Sobre la cama estaba varios dildos, uno de ellos con un juego de cinchos para que una mujer se los colocara, habían además sogas, esposas con cadenas cortas y largas, unas varas medianas. Esto era un sueño, Soraya quien ya había sido mía y Ana, quien antes de entrar no era de mi agrado pero ahora me despertaba una curiosidad morbosa.
Soraya comenzó a desnudarse y yo hice lo mismo, ambos frente a Ana, al estar totalmente desnudos la tome por la cintura y empece a besarle el cuello y a sobarle las tetas, ella pasó sus manos por detrás y me sujeto de la verga y las bolas, masturbándome y ambos no apartamos la mirada de Ana. Me acerque a la cama y tome una de las sogas, até a Soraya con las manos detrás y coloque unos almohadones en el piso, hice que se acostara sobre ellos bese sus piernas hasta llegar a su cintura luego las abrí y comencé a lamer su clítoris, ambos no dejábamos de ver a Ana, la mirada dura que tenía se había desvanecido y unas gotas de sudor empapaban su frente, Soraya gemía de una forma muy deliciosa con cada lengüetazo que daba en su clítoris, los jugos de su cuerpo empapaban mi cara, me puse de pie y me coloque sobre ella con una rodilla en el piso y la otra flexionada, acerque mi verga a su boca que se abrió de par en par, mi verga apenas entraba, sus ojos dejaban escapar unas lágrimas y su garganta se contraía con cada penetración, mis bolas golpeaban su mentón cada vez que yo me deja caer sobre ella, me hacía gemir como una bestia poseída, y a cada minuto yo estaba seguro que descubriríamos a un volcán dentro de Ana...
Goce la boca de Soraya por un largo rato, el sudor cubría nuestros cuerpos, y apenas estábamos arrancando, me incorpore y eche una mirada al resto de juguetes sexuales esparcidos sobre la cama, tome un dildo rojo que tenía dos puntas, hice que Soraya se pusiera en cuatro:
“Muñeca para que te acostumbres a mi miembro...” seguidamente introduje la punta grande en su vagina, y la pequeña con dificultad en su culo, se retorcía como una loca con cada penetración, luego, me acosté en el piso e hice que ella de colocara sobre mí, haciendo un sesenta y nueve, en ningún momento retire el dildo de su cuerpo, comenzó a hacerme sexo oral y yo a penetrarla con el dildo y a estimular su clítoris, dando pequeños y suaves toques con uno de mis dedos, nuestros cuerpos se movía con sincronía, por un momento me olvide de nuestra invitada sorpresa, dirigí una mirada hacia ella, sus piernas se cerraban como queriendo contener el fuego que tenía dentro, sus brazos estaban cruzados y su respiración era muy rápida...
Desate las manos de Soraya y acerque los cojines a los pies de Ana, luego acosté a Soraya sobre ellos con las piernas abiertas, inmediatamente introduje mi miembro en su cuerpo, se retorció con la primera embestida, y dio un grito de lo más excitante, seguí entrando en su cuerpo una y otra vez, luego ella se puso en cuatro y se sujeto de los tobillos de Ana, yo rápidamente la volví a penetrar fuertemente, mis bolas chocaban y se pegaban a su pubis, sus nalgas chocaban con mi cuerpo cada vez que dejaba ir mi verga dentro de ella. Hábilmente fue subiendo las manos hasta los muslos de Ana, ella se apretaba contra la silla donde estaba, luego yo también puse las manos sobre esos muslos, su piel era suave y muy caliente, su respiración se agitó más al tenernos a los dos tan cerca...
Poco a poco subimos nuestras manos y la falda de Ana hasta su cintura, yo seguía penetrando a Soraya, ella gemía y gritaba sobre Ana a la vez que yo sujetaba sus muslos, en un momento Soraya se sujeto al cuerpo de Ana, yo entendí su mensaje e hice lo mismo simulando que había acabado en ese instante, yo seguía sobando sus piernas y Soraya jadeaba sobre su pecho, ambos empezamos a sentir el movimiento de Ana, nos miraba, ambos nos acercamos a su boca, nuestras lenguas y labios húmedos jugaban, mientras rápidamente despojábamos a Ana se toda prenda, ella no sabía que hacer y Soraya empezó a dirigir este nuevo encuentro...
Estando Ana de pie empezamos a mamar cada una de sus grandes tetas, eran mucho más grandes que las de Soraya, ella estaba en la izquierda y yo en la derecha, nos tomamos de la mano y comenzamos a tocar el pubis de Ana, trato de dar un paso atrás pero la sujetamos de las nalgas, y ella ya no opuso más resistencia. Tenía un culo redondo y bien formado, su cuerpo tenía más curvas que el de Soraya, y pensar que siempre lo había escondido en esos flojos y largos vestidos. Sus pezones estaban duros, nuestras bocas se derretían en esas grandes tetas, nuestras manos jugueteaban sobre su concha, se sentía el calor que tenía por dentro. Con la mano que tenía libre me aferraba a sus nalgas y en un momento inesperado sentí una mano de Ana tratando de masturbarme, la otra mano estaba ya en la concha de Soraya.
Después de tocarnos por un buen rato, Soraya hizo que Ana se acostara en la cama dejando a un lado los juguetes que había traído para nuestro inesperado trío. La concha de Ana estaba cubierta por una gruesa capa de cabellos rizados, Soraya empezó a abrirle de forma delicada las piernas, me tomo de la mano y la acerco a la esa nueva concha que tenía a mi disposición, comencé a meter uno de mis dedos, estaba muy húmeda y apretada, con la otra mano hice lo mismo con Soraya, ambas hembras estaban literalmente en mis manos, gimiendo y retorciéndose, empezaron a besarse, Soraya se puso sobre Ana con las piernas abiertas, yo comencé a meter mi verga en medio de ambas, se retorcían y gemían, estaba ya muy caliente y comencé un delicioso juego con ambas, hice que se pusieran en forma de sesenta y nueve, las dos se comían mutuamente el clítoris, empece a penetrar a Soraya, la lengua de Ana nos lamía a ambos con cada penetración, después Ana tomo mi verga y la introdujo en su boca y yo sujete a Soraya de las caderas y seguí haciendo el sexo oral que Ana había interrumpido, formábamos un triángulo muy delicioso, al final deje ir una gran carga de semen en la boca de Ana, Soraya se incorporo y acudió a los labios de nuestra vecina, ambas terminaron empapadas con mi leche, yo todavía tenía el miembro muy duro, abrí las piernas de Ana que apenas estaba terminando de tragarse mi leche y comencé a penetrarla de manera muy fuerte, ella gritaba con cada embestida de mi verga, Soraya se puso sobre la cara de Ana, frotando su concha sobre esa boca que cambio los gritos por fuertes lengüetazos, la cara de Soraya estaba inmersa en un gran placer, volví a acabar después de varias embestidas, me puse de pie con la verga goteando y la introduje en la boca de Soraya, seguí metiéndola y sacándola, Ana se había puesto de pie, me besaba el cuello, como una loca, bajo por mi espalda hasta llegar a mis nalgas y empezó a meterme la lengua, yo sentía que casi me desmayaba de tanto placer, para tomar aire me recosté en la cama, Soraya llamo mi atención diciendo:
“Que bien Papi, toma un poco de aire mientras que yo juego con nuestra nueva amiga...”
Continuara...
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