Les cuento que mi nombre es Diego, tengo 25 años y vivo en La Francia, una pequeña localidad, en la provincia de Córdoba, Argentina. Estoy felizmente de novio desde hace 4 años y, aunque ustedes no lo crean, nunca le había sido infiel a mi novia. Todo hasta que ocurrió lo que ahora pasaré a relatarles.
Un cálido fin de semana de enero de este año, mi novia viajó a Santa Fe con la finalidad de realizar un curso intensivo sobre Derecho Laboral. Ella iba a permanecer allí hasta el domingo, por lo que yo iba a estar solo ese fin de semana.
El sábado por la noche decidí ir al único boliche del pueblo. Allí no tardé en encontrarme con amigos y conocidos que no dejaban de asombrarse y gastarme bromas por mi "soltería". Al promediar la noche vi en la pista de baile a una morocha que me quitaba el sueño desde antes de que me pusiera de novio. Desde lejos (y luego de mis insistentes miradas) me sonrió. Ese fue mi pasaporte inmediato para lanzarme hacia ella. Pese a mi falta de costumbre en estas lides, no tardé en estar bailando junto a ella. Cuando estaba en tan grata tarea, siento que alguien me tapa los ojos, mientras apoya (no se si voluntaria o involuntariamente) sus calientes tetas en mi espalda.
¡Portate bien, cuñadito! – me dijo alegremente al oido.
Se trataba de Verónica, la hermana menor de mi novia. Rubia, de 19 años, con cabello ondulado que le cae graciosamente hasta los hombros. Su figura era excelente, sus tetas de ensueño; de un gran tamaño.
Siempre me había calentado mucho mi cuñadita. Pero nunca había pasado nada entre nosotros. Salvo una ocasión donde (sin querer) observó como su hermana me chupaba delicadamente mi pija. U otra donde luego de haberse peleado de un novio le apoyé al abrazarla para consolarla mi pija sobre su pubis.
Pero volviendo al hilo de la historia, les cuento que luego de ese incidente, la morocha decidió dejar de bailar conmigo aduciendo que "no quería tener problemas con mi novia".
Masticando bronca me dirigí hacia la barra. Al rato vuelve a acercarse mi cuñada y me dijo alegremente:
Disculpame Diego si te cagué la noche.
Al escucharla me di cuenta que había bebido demasiado. Que mi cuñada estaba bastante borrachita.
Inmediatamente pergenié un plan. Salí del boliche y me fui hacia mi auto. Allí guardaba en mi botiquín de médico recién recibido unas drogas que había traído de mi recientes prácticas en el bosque chaqueño.
Allí esperé hasta que salió mi cuñada en un evidente estado de embriaguez. La llamé hasta el auto y al asomarse por la ventanilla pude observar sus exquisitos melones que luchaban por salirse de su top blanco.
Subí que te llevo – le dije.
No, Dieguito! Yo me quedo, la noche recién comienza – me respondió con una sonrisa picara.
¡Subí que en ese estado te va terminar cojiendo cualquiera! – le grité.
Ante eso, mi cuñada Verónica subió asustada. Le ofrecí lo que quedaba de cerveza en la misma lata donde había puesto la sustancia que ya les mencioné.
Al tomarla quedó en un estado de semi-inconciencia, lo que yo aproveché para desviarme hasta un desolado camino.
Allí la yudé a bajar del auto y, mientras le acariciaba su colita por encima de la minifalda, le dije: "No te preocupes Vero... Aca tu cuñadito te va a cuidar".
Ahí me di cuenta que la tenía a mi merced.
Dame un besito le pedí... Y nuestras bocas se entrelazaron.
Sacate el top, continué. Y ella liberó esas hermosas tetas que siempre haba deseado.
Rapidamente la despojé de toda su ropa mientras la seguía besando por todo el cuerpo. La acosté sobre la hierba y la penetré. Era hermoso ver como entraba y salía mi pija de su rubia concha. Tenía muchos pelitos, lo que me excitaba más todavía. AL rato de estarla cojiendo acabé copiosamente en su interior. Luego de un merecido descanso, la dí vuelta y sin ningún tipo de lubricantes ni de miramientos se la puse por el culo.
En ese instante, Verónica pareció reaccionar y me grito:
Pero Diego... Para!!! ¿Qué me estas haciendo?
¿Qué estamos haciendo querrás decir? Ya que si estamos así fue porque vos me lo pediste – mentí mientras no dejaba de moverme.
Pará por favor! – Me suplicó.
Inmediatamente se la saqué y le dije que no entendía su actitud. Que me había estado provocando durante todo el camino, que habíamos cojido durante 40 minutos, que ella había acabado 2 veces y que cuando yo estaba en lo mejor me pide que pare.
Verónica se puso a llorar desconsoladamente. Estaba arrepentida de su " "supuesta" actitud y me juraba que no se acordaba de nada.
Me pidió que no le dijese nada a su hermana, ya que no creía que fuese a perdonárselo.
Entonces le propuse un pacto. Qué me la chupara y ayudara a descargar mis bolas porque me había dejado re caliente y no había acabado aún (mentí).
Verónica aceptó el pacto y empezó chuparme la pija con devoción y lágrimas en los ojos.
Mientras le acariciaba sus rubios rulos y acababa copiosamente en su boquita, le dije: " Y pensar que creía que me habías cagado la noche!!"
Un cálido fin de semana de enero de este año, mi novia viajó a Santa Fe con la finalidad de realizar un curso intensivo sobre Derecho Laboral. Ella iba a permanecer allí hasta el domingo, por lo que yo iba a estar solo ese fin de semana.
El sábado por la noche decidí ir al único boliche del pueblo. Allí no tardé en encontrarme con amigos y conocidos que no dejaban de asombrarse y gastarme bromas por mi "soltería". Al promediar la noche vi en la pista de baile a una morocha que me quitaba el sueño desde antes de que me pusiera de novio. Desde lejos (y luego de mis insistentes miradas) me sonrió. Ese fue mi pasaporte inmediato para lanzarme hacia ella. Pese a mi falta de costumbre en estas lides, no tardé en estar bailando junto a ella. Cuando estaba en tan grata tarea, siento que alguien me tapa los ojos, mientras apoya (no se si voluntaria o involuntariamente) sus calientes tetas en mi espalda.
¡Portate bien, cuñadito! – me dijo alegremente al oido.
Se trataba de Verónica, la hermana menor de mi novia. Rubia, de 19 años, con cabello ondulado que le cae graciosamente hasta los hombros. Su figura era excelente, sus tetas de ensueño; de un gran tamaño.
Siempre me había calentado mucho mi cuñadita. Pero nunca había pasado nada entre nosotros. Salvo una ocasión donde (sin querer) observó como su hermana me chupaba delicadamente mi pija. U otra donde luego de haberse peleado de un novio le apoyé al abrazarla para consolarla mi pija sobre su pubis.
Pero volviendo al hilo de la historia, les cuento que luego de ese incidente, la morocha decidió dejar de bailar conmigo aduciendo que "no quería tener problemas con mi novia".
Masticando bronca me dirigí hacia la barra. Al rato vuelve a acercarse mi cuñada y me dijo alegremente:
Disculpame Diego si te cagué la noche.
Al escucharla me di cuenta que había bebido demasiado. Que mi cuñada estaba bastante borrachita.
Inmediatamente pergenié un plan. Salí del boliche y me fui hacia mi auto. Allí guardaba en mi botiquín de médico recién recibido unas drogas que había traído de mi recientes prácticas en el bosque chaqueño.
Allí esperé hasta que salió mi cuñada en un evidente estado de embriaguez. La llamé hasta el auto y al asomarse por la ventanilla pude observar sus exquisitos melones que luchaban por salirse de su top blanco.
Subí que te llevo – le dije.
No, Dieguito! Yo me quedo, la noche recién comienza – me respondió con una sonrisa picara.
¡Subí que en ese estado te va terminar cojiendo cualquiera! – le grité.
Ante eso, mi cuñada Verónica subió asustada. Le ofrecí lo que quedaba de cerveza en la misma lata donde había puesto la sustancia que ya les mencioné.
Al tomarla quedó en un estado de semi-inconciencia, lo que yo aproveché para desviarme hasta un desolado camino.
Allí la yudé a bajar del auto y, mientras le acariciaba su colita por encima de la minifalda, le dije: "No te preocupes Vero... Aca tu cuñadito te va a cuidar".
Ahí me di cuenta que la tenía a mi merced.
Dame un besito le pedí... Y nuestras bocas se entrelazaron.
Sacate el top, continué. Y ella liberó esas hermosas tetas que siempre haba deseado.
Rapidamente la despojé de toda su ropa mientras la seguía besando por todo el cuerpo. La acosté sobre la hierba y la penetré. Era hermoso ver como entraba y salía mi pija de su rubia concha. Tenía muchos pelitos, lo que me excitaba más todavía. AL rato de estarla cojiendo acabé copiosamente en su interior. Luego de un merecido descanso, la dí vuelta y sin ningún tipo de lubricantes ni de miramientos se la puse por el culo.
En ese instante, Verónica pareció reaccionar y me grito:
Pero Diego... Para!!! ¿Qué me estas haciendo?
¿Qué estamos haciendo querrás decir? Ya que si estamos así fue porque vos me lo pediste – mentí mientras no dejaba de moverme.
Pará por favor! – Me suplicó.
Inmediatamente se la saqué y le dije que no entendía su actitud. Que me había estado provocando durante todo el camino, que habíamos cojido durante 40 minutos, que ella había acabado 2 veces y que cuando yo estaba en lo mejor me pide que pare.
Verónica se puso a llorar desconsoladamente. Estaba arrepentida de su " "supuesta" actitud y me juraba que no se acordaba de nada.
Me pidió que no le dijese nada a su hermana, ya que no creía que fuese a perdonárselo.
Entonces le propuse un pacto. Qué me la chupara y ayudara a descargar mis bolas porque me había dejado re caliente y no había acabado aún (mentí).
Verónica aceptó el pacto y empezó chuparme la pija con devoción y lágrimas en los ojos.
Mientras le acariciaba sus rubios rulos y acababa copiosamente en su boquita, le dije: " Y pensar que creía que me habías cagado la noche!!"
7 comentarios - ¿Me cagaste la noche?
Que momento loco, Lo bueno es que dejo que le acabes en la boquita 😉