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Querido diario (2da. parte) ( Y final?)

Obediente, me senté. Giró medio cuerpo y lentamente comenzó a acariciar mis pechos, suavemente, de tal manera que en poco tiempo ese roce hizo que mis pezones se endurecieran, mostrando cual era mi estado. Atrajo mi cabeza hacia él y me besó tomando posesión de mi boca, y yo sentí como si solamente hubiera existido para ese momento. Su mano mientras me besaba dejó mi pecho para recorrer mi cuerpo y perderse en mi entrepierna. Uno de sus dedos se deslizó entre mis labios vaginales varias veces para terminar incrustándose dentro de mi cuerpo. La sensación era agradable.
Separó su boca de la mía y tomando mi mano la dirigió hacia el bulto que inflaba sus boxer. Mi mano se dejó llevar y lentamente recorrí esa dureza arriba y abajo, sintiendo el calor a traves de su fina prenda interior. También noté como se humedecía la prenda por los líquidos que manaban de su vara.
-Desnúdame del todo, me dijo al oído, y yo arrodillándome en el suelo tomé la cintura de sus boxer y lo deslicé hacia abajo, hasta sacárselos por completo. El separó sus piernas y yo me encontré frente a frente con la verga mas impresionante que había visto en mi vida. No menos de 20 cms por 5 cm de diámetro. A mi mano le costaba trabajo envolverlo para masturbarlo. Matías tirado hacia atrás con los ojos cerrados me dejaba hacer.
Lentamente acerqué mi boca y timidamente lamí la punta luego de descapucharlo. Su sabor salado me gustó. Mi lengua volvió a recorrer la cabeza y bajó por el tronco, para volver a subir lentamente. Matías suspiraba mostrando cuanto placer le producía mi tratamiento.
Por fin lo metí en mi boca. La sensación era extraordinaria. Estaba caliente y latía. Traté de comerlo todo pero era una tarea imposible, así que me contenté con abarcar poco más de la mitad. Mi otra mano sopesó sus pelotas, las que eran grandes y estaban duras como piedras.
Lo más llamativo era que estaba totalmente depilado, lo que hacía que sus partes íntimas se destacaran aún mas, y parecieran mas grandes de lo que eran, si esto era posible. Senti como me mojaba y a la vez como quedaba al borde del orgasmo. Necesitaba que me poseyera, pero no era esa la idea de Matías, por lo menos en ese momento.
Me tomo por debajo de los brazos e hizo que me levantara para sentarme sobre sus rodillas. Me hizo girar hasta que quedé de espaldas a él, y cuando pensé que iba a acomodarse para penetrarme, me obligó a levantar las rodillas y dejando que mis manos se apoyaran en el suelo, levantó mis caderas hasta que quedaron a la altura de su cara y en esa posición, totalmente entregada, comenzó a meterme la lengua en mi sexo. La pasaba de arriba a a bajo, separaba mis labios, jugueteaba con mi clítoris y por fin la introducía, moviéndola velozmente. Yo estaba ya tan descontrolada que en unos minutos me aferré a las piernas del macho y tuve un orgasmo fabuloso. Jamás me había pasado. Mis parejas anteriores nunca habían conseguido hacerme acabar con sexo oral, y algunas ni siquiera penetrándome, pero ahora, de pronto, estaba allí, acabando como una marrana sobre la lengua de un desconocido. Cuando sintió que me iba siguió con su tarea unos segundos más y luego me dejó acabar a gusto. Quedé tan floja que de no haberme tenido él tomada por las piernas me hubiera deslizado al suelo. Cuando recuperé el aliento me levantó y tomándome entre sus brazos se levantó y me llevó al dormitorio. Nos íbamos besando en el camino. Cuando llegó al borde de la cama, me bajó al suelo y me indicó que subiera al lecho y me pusiera en cuatro patas en el borde, cosa que hice con gusto. Se acomodó a mi grupa, de pie al lado de la cama y tomando su soberbia herramienta comenzó a frotarla en mi entrepierna, desde mi sexo hasta el culo ida y vuelta. Enseguida se mojó toda.
Por fin, abrió un poco mi concha y acomodó la cabeza de su pene entre mis labios. Sentía como si me hubieran apoyado una barra de hierro al rojo vivo, por el calor que emanaba. Me tomó de las caderas y con un pequeño empujón acomodó la cabeza dentro de mi cuerpo. Dí un respingo al sentirme tan llena y dilatada, pero me aferré a las sabanas con mis manos y agaché la cabeza hasta apoyarla en la cama. No estaba dispuesta a renunciar a nada de lo que quisiera darme.
Mi entrega le gustó, y con otro empujón otros cuantos centímetros de verga me llenaron. En ese momento se retiró hasta casi salir de mi cuerpo y volvió a entrar hasta el mismo punto anterior. La sensación era increíble, pero yo la quería toda. Se la pedí, y no me contestó, le rogué y siguió sin contestarme mientras continuaba con su mete y saca tan medido. Comencé a desesperarme, necesitaba esa verga dentro mío. Mi mano se metió bajo mi cuerpo y llegó hasta la conjunción de los sexos. Acaricié su verga húmeda y caliente y sumergiéndome más llegué hasta sus pelotas comenzando a acariciarlas.
Matías comenzó a suspirar mientras seguía con sus movimientos, hasta que por fin apreté sus pelotas con desesperación y entonces diciendo “ ¿ La querés toda? ¿ La vas a aguantar? ¿ Estás segura? Y yo respondiendo a todo que sí con desesperación, en un solo empujón me llenó de verga como nunca antes me habían llenado. Juraría que llegó hasta mi útero. La sensación de plenitud casi hizo que me orinara de placer, pero pude contenerme. Lo que nunca imagine la forma brutal en que empezó su pistoneo que me sacudía como si estuviera en un terremoto. Dejó mis caderas para aferrarse a mis hombros y profundizar sus embestidas. Luego de unos minutos envolvió mis cabellos en una de sus manos como si fuera una rienda y me siguió penetrando, diciendo que me estaba cogiendo como a una yegua, lo que me calentó aún más e hizo que volviera a correrme. Cuando sintió que me venía me la enterró hasta el fondo y la dejó allí.
Luego la retiró e hizo que me acostara boca arriba. Se acostó encima mío y nos besamos por largo rato. Por fin, separó mis piernas y levantándolas sobre sus hombros se acomodó para volver a ensartarme. Le rogué que me dejara bajar las piernas porque me iba a partir, pero el muy hijo de puta sonrió y me dijo “ Viniste para que te parta, simplemente te voy a dar el gusto” y dejándose caer me volvió a clavar por completo. Gemí del dolor y de la impresión de sentirme arponeada de esa manera. Cuando estuvo bien adentro comenzó otra vez el mete y saca cada vez más rápido.
Yo gemía y lloraba de placer . No se si acabé nuevamente o si fue un solo orgasmo continuo, pero estuvimos así un buen rato, hasta que Matías desmontó. Agitado se acostó a mi lado. Miró su reloj. Son las 14,30 dijo, ya no tenemos más tiempo. Sigue un poco más, le rogué, pero sonriendo me dijo que no fuera tan ansiosa, que ya me había dado para que tuviera por unos días, y que ahora mi tarea era hacer que le bajara la verga. Con desgano la tomé y comencé a masturbarla, y Matías me dijo que así no, que usara la boquita porque además era la hora de la merienda y el me iba a dar de comer. Nunca lo había hecho. Nunca quise que me acabaran en la boca y menos tragarme el semen de un macho, pero hoy era diferente. La tomé en mi boca y seguí masturbándolo, notando como se iba endureciendo a medida que pasaban los minutos.
Por fin, Matías suspiró, tensionó las piernas y un poderoso chorro se semen se estrelló en el fondo de mi garganta y corrió hacia mi estómago. No tuve ni tiempo de reaccionar. A ese lo siguieron otro y otro y otro, hasta que se vació por completo, y me llenó el estómago.
Cuando terminé de limpiarle la verga, volvimos a besarnos, y Matías se levantó y fue a darse una ducha. Yo comencé a vestirme lentamente. Matías salió del baño y se vistió de prisa. Nos dimos un beso en la puerta y después cada uno se fue por su lado.
Esa noche mi madre volvió sobre el tema de la cena con Matías y le dije que yo me iba a dormir de una compañera y no volvería hasta el domingo a la tarde. Trató de disimular la felicidad cuando le dije que yo no estaría y no volvería a dormir, pero sus ojos la traicionaron.



Domingo 29 de abril

El sábado me desperté contenta. Luego de la sesión con Matías del día anterior, me sentía bien. Por un lado lo había disfrutado, pero además seguramente había conseguido alejarlo de mi madre al menos por un tiempo. Mientras ella estaba nerviosa y alterada por que Matías iba a venir a cenar esa noche, yo me reía por dentro pensando en el chasco que se iba a llevar. Se lo había dejado bien vacío.
Esa tarde sonó el teléfono y se notaba que era Matías. Mi madre contestaba con monosílabos. Así que dejé el salón y me fui a mi dormitorio y allí levanté la otra extensión sin hacer ruido. Al saberse sola mi madre comenzó a liberarse.
- Si Mati, no te preocupes, mi hija no va a estar en toda la noche. Se queda de una amiga.
- O sea que tenemos toda la noche para nosotros. Que bien. Se me ocurren algunas cosas interesantes.
- Me haces poner colorada
- Y no sabés como te vas a poner cuando te cuente lo que se me ocurrió. Te vas a volver loca, te lo aseguro.
- No puedo esperar que llegue el sábado. Nunca me sentí así.
- Lo que necesito saber es si me vas a complacer. Tengo unas fantasías locas contigo.
- Soy toda tuya bebé, no te preocupes.
- Bueno, nos vemos el sábado entonces.
- Te espero a las 9 Mati.
- Un beso
-También para tí, y colgaron.
Me quede helada. ¿ Es que este degenerado pensaba emputecer totalmente a mi madre? ¿ Eso era lo que lo calentaba? ¿ Corromper mujeres honestas?
Ahora, me sorprendía que una mujer grande y con experiencia como mi madre estuviera tan desesperada por ese hombre, y eso me despertaba mas curiosidad y morbo. Y mi curiosidad fue mas fuerte. Evidentemente no tengo tanta voluntad.
Tenía que ver lo que pasaba y afortunadamente mi casa me daba la posibilidad de ocultarme sin que me vieran. Haría que me iba y me quedaría en el pasillo de servicio. Desde allí podría seguir todos los acontecimientos.
Por esa razón esa noche esperé que el llegará. Lo saludé como si nada, aunque su sonrisa socarrona mostraba que sentía que dominaba la situación y simulé salir de casa, quedándome en el pasillo que comunicaba la entrada con el cuarto de depósito y los dormitorios.
Mi madre sirvió la cena y la misma transcurrió tranquilamente, solo algunas caricias y besos, pero nada fuera de lo normal. Luego de cenar pasaron al salón y se sentaron juntos conversando. Me quedé escondida y vi como mi madre se levantó y comenzó a llevar los platos a la cocina. Matías se ofreció a ayudarla y juntos comenzaron a liberar la mesa. En la cocina se escuchaban las risas de los dos, pero yo no tenía forma de acceder a la misma. Por fin salieron y se volvieron a sentar .
- Te ha gustado la cena? Preguntó mi madre.
- La verdad que estuvo muy buena. Eres una excelente cocinera.
- Trato de ser buena en todo lo que hago, dijo mi madre con picardía.
- Y lo eres, no tengas dudas, dijo Matías acariciándole una pierna.
- Mi hija en cambio no demuestra ningún interés por la cocina
- Es joven aún, pero va a seguir tus pasos, te lo puedo asegurar.
- Hmmm, mucha seguridad de tu parte. ¿ Hay algo que debiera saber?
- ¿ Cómo ser?
- No se. Me parece que a mi hija le gustas, y no estoy muy seguro de lo que sientes tú.
- A ver. Nuestra relación está clara desde el primer día, no es cierto?
- Si , no lo digo por eso, pero me molestaría que te enredaras con mi hija.
- ¿ Por qué? Con ella también sería una relación muy abierta. No me voy a casar con ella.
- Te la has tirado. Eres un cabrón, dijo mi madre poniéndose seria.
- No es para tanto. Apenas si le he echado un polvito, como para que tenga, dijo Matías sonriendo.
- Eres un bromista, casi me lo creo, sonrió mi madre.
- Miento muy bien, eso es lo que pasa, dijo Matías cambiando de tema.
Mi madre se acercó a él y lo beso en la boca. El macho respondió de inmediato. Se siguieron besando un rato largo. Por fin Matías la separó.
- Te gusta mucho el sexo. Me gustaría verte como te comportas con otro hombre.
- No seas degenerado, sabes que no tendría relaciones con gente mirando, dijo mi madre
- Vamos, dime que no has tenido la fantasía de participar de una orgía con varios machos.
- ¿ Y que mujer no la ha tenido? Pero no pasó nunca de ahí.
- Pues es un error, sabes? Ya eres grandecita y hay ciertos gustos que debieras darte, al menos para sentir la experiencia.
- No me veo buscando hombres por la calle para una fiestita, dijo mi madre, sin notar para donde iba la conversación, cosa que yo noté al instante.
- ¿ te gustaría o no te gustaría?
- Pues, no lo se. Podría ser muy excitante, dijo mi madre sonrojándose.
- Supongamos que pudiera hacer realidad tu sueño, aceptarías?
Mi madre lo miró asombrada.
- Es que me gustaría verte tirar con otros hombres, dijo Matías justificándose.
¿ Y cómo sería? Preguntó mi madre.
- Muy simple. Llamo a un par de amigos para que vengan. Tu te vas al dormitorio y te pones sexy, y luego los 4 nos divertimos toda la noche. Te aseguro que va a ser inolvidable, y me demostrarías de lo que eres capaz, dijo Matías desafiándola.
- No se, no se.
- Al final, tanto dártela de liberal y terminaste siendo una monja. No tienes que rendirle cuentas a nadie, no te olvides. Y estos hombres no te conocen y no te volverán a ver. Es solo una noche de placer para todos.
- Creeras que soy una puta
- Creere que eres una mujer muy caliente y juguetona, dijo Matías volviendo a besarla.
El muy hijo de puta estaba decidido a emputecer a mi madre, y yo no podia hacer nada para evitarlo. Estaba a punto de ceder.
- ¿ Y quienes son?
- Dos compañeros de trabajo. Uno de mi edad y el otro unos añitos mayor, pero tengo entendido que compensa la edad con la herramienta que tiene. Nunca habrás probado una así, le dijo sonriendo.
- La verdad que siempre fue mi fantasía, pero realmente te gustaría verme con otro?
- No sabes cuanto me gustaría y como me calentaría. Piensa en el sexo que tendríamos despues recordando esos momentos sublimes, dijo llenándole la cabeza.
- ¿ De verdad te calentaría tanto?
- Si haces eso por mí, es algo que ninguna mujer ha hecho antes, y lo apreciaría mucho, le dijo sellando la maniobra.
Matías volvió a besarla. Luego tomó el móvil y esperó la reacción de mi madre. Ella nada dijo así que marcó el número de su amigo.
- Si Emilio, tenemos una fiestita privada. Dos pisos arriba de mi casa. Avísale a Ramiro. Si, los espero. Por supuesto que vale la pena, Es una mujer increíble. No te vas a olvidar nunca de esta noche, dijo mirando a mi madre, quien se notaba halagada por las expresiones de Matías.
Colgó y volvió a besar a mi madre.
- Ahora irás al dormitorio y te pondrás muy sexy. Vas a ser una verdadera comehombres esta noche y gozarás como nunca, y volvió a besarla.
En ese momento aprovechando el descuido, por el pasillo fui al dormitorio de mi madre y me escondí en el placard. Como tenía las puertas de ratán, a través del tejido podía ver todo lo que pasaba en el cuarto.
Mi madre mientras tanto entró al cuarto, tomó unas cosas de su cómoda y comenzó a desvestirse.
Se quitó la ropa de la cena y se colocó ligas, portaligas medias color carne y un camisón rojo corto que apenas tapaba sus nalgas. La muy zorra no se puso bombacha. Jugó un rato frente al espejo, y luego se sentó y se peinó, completando su atuendo de prostituta de categoría con pintura de ojos y rimmel. Debo reconocer que la imagen era muy sensual. Cuando terminó su arreglo se recostó en la cama. Se la notaba nerviosa pero a la vez muy decidida. Este macho había conseguido sacar la perra que tenía adentro y encima ella lo disfrutaba.
Matías entró y volvió a besarla y a acariciarla íntimamente. Era evidente que no quería que se enfriara y cambiara de decisión. Siguieron hasta que tocaron el timbre. Rápidamente Matías fue a abrir. Unas voces se escucharon en el salón, y Matías volvió a entrar.
- Mis amigos llegaron. Los dejé que esperaran mientras yo me divierto un rato, quiero ser el primero que goce contigo, y comenzó a devestirse. Cuando quedó totalmente desnudo, se subió a la cama y avanzando colocó una rodilla a cada lado de la cabeza de mi madre, y le ofreció su verga, que mi madre absorbió con su boca rápidamente. Mientras la chupaba, a la vez la masturbaba, era una imagen con mucho morbo y debo reconocer que me mojé toda.
- Despacito que no me quiero correr todavía, le dijo Matías para que bajara un poco los decibeles. Ahora chupame las pelotas, le ordenó y mi madre obediente se sacó la verga de la boca y bajando más comenzó a meter alternativamente cada uno de sus huevos en la boca.
Por fin, acostándose sobre ella volvió a besarla profundamente, se colocó entre sus piernas, las levantó un poco, y apuntando, la ensartó hasta el fondo de un solo golpe. El aullido de mi madre fue bestial pero Matías le selló la boca con la suya. Ahí comenzó un furioso pistoneo y se ve que era la señal que los demás esperaban, porque dos hombres entraron al dormitorio, y se quedaron de pie no perdiendo detalle del encuentro que se producía en la cama. Uno era rubio, un poco más alto que Matías e igual de delgado, y el otro en cambio era mas bajo, con un poco de pancita, y semicalvo. Por sus caras se veía que disfrutaban lo que estaban viendo, y lentamente comenzaron a desnudarse. Mi madre, totalmente sometida por la verga de Matías no se había enterado de nada. Pude observar en detalle a los hombres que se desnudaban, El rubio era muy atractivo y tenía un equipo algo más chico que el de Matías, pero igual de apetecible. El mas viejo, en cambio tenía un cuerpo mas gordo, no tan bello estéticamente, pero lo que tenía colgando entre las piernas compensaba todo lo demás. Era un aparato monstruoso. No estaba totalmente distendido, pero superaba fácil los 25 cms, con un grosor proporcionado al largo.
El rubio se acercó al costado de la cama y le ofreció su verga a mi madre para que la chupara. Ella lo miró, sonrió y comenzó a engullirla.
- Les dije o no les dije como era, comentó orgulloso Matías.
- Tenías razón Mati. La madurita es una zorra y hoy le vamos a dar para que tenga, dijo el amigo riendo. Mi madre mientras tanto luchaba por tragarse toda la polla, lo que se complicaba por las sacudidas del mete y saca de Matías.
Por fin éste aceleró y se vació dentro de mi madre, lo que provocó un ruidoso orgasmo por parte de ella. Cuando terminó de correrse Matías la sacó y la obligó a ponerse en cuatro patas y seguir chupando la vara de su amigo, que subió a la cama y se arrodilló en la cabecera para facilitar la fellatio.
El tercero subió a la cama y se colocó en la grupa de mi madre y su enorme pedazo quedó entre sus piernas. Tomó una mano de mi madre y la obligó a bajar, hasta encontrarse con su verga.
Mi madre bajó su mano lentamente y cuando tomó contacto con el monstruo se puso pálida. Lo palpaba sin poder creer lo que tocaba. Dejó de chupar y lo miró por debajo de su cuerpo.
- No, es demasiado , nunca me dieron con algo así, dijo tratando de evitar lo que vendría, pero la muy puta debió pensarlo antes. El burro se corrió hacia atrás hasta conseguir que la punta de su verga se apoyara entre los labios vaginales de mi madre. Cuando ella sintió el calor de esa cabeza en ese lugar, intentó retirarse, pero el rubio la tomó de los pelos y la obligó a que siguiera chupando, y el viejo la aferró fuertemente de la cintura. En ese momento avanzó unos centímetros y pude ver como esa cabeza separaba los pliegues de la vagina de mi madre y se metía despacio. Mi madre gimió al sentirse empalada. Otro empujón y unos cuantos centímetros más encontraron su lugar dentro de la puta de mi madre. Ella empezó a sollozar. El macho se quedó allí, retrocediendo y avanzando centímetros para que se fuera dilatando.
- Ahora te la vas a comer toda, le dijo
- No que me vas a partir, sollozaba mi madre.
- Tu me vas a agarrar los huevos y vas a acompañar el empuje, le dijo
Mi madre metió una de sus manos debajo de su cuerpo y estirandose hacia atrás apenas alcanzó los huevos del macho que se veían llenos y duros. Los acarició y los apretó y en ese momento, el macho se dejó ir hasta el fondo. Vi como toda esa verga entraba como un cuchillo caliente en mantequilla. No creí que mi madre tuviera ese aguante. Por fin los cuerpos de pegaron. Mi madre bramaba de dolor y de placer.
Ahora, el viejo comenzó a jugar con sus tetas y a pellizcarle los pezones.
- Tienes buenas tetas. Te mantienes bien la verdad, pero es una pena que no hayas conocido mi verga 20 años antes. Te hubiera encantado mas que ahora. En esa época podía echarme dos o tres polvos sin sacarla. Hoy ya estoy un poco viejo, pero haré mi mejor esfuerzo, no lo dudes, dijo comenzando con el pistoneo.
Mi madre se aferró a las sábanas para aguantar las arremetidas. La sensación debe ser increíble pensé, mientras me mojaba por completo.
Matías de pie al lado de la cama, se masturbaba mientras disfrutaba la escena.
- Mi sueño se está cumpliendo. Quería verte ensartada por otros, mujer, vamos goza, goza, le decía y mi madre mirándolo de reojo, comenzó a experimentar un orgasmo detrás de otro.
El rubio gritó y se corrió en la boca de mi madre, hundiéndose hasta el fondo. Pensé que iba a ahogarla pero mi madre aguantó bien y se tragó todo sin chistar. No terminaba de sorprenderme lo puta que era.
- Matías debo reconocer que es muy, muy puta, comentó el amigo cuando se bajó de la cama con la verga reluciente.
-Y esto no es nada, espera que termine Ramiro con ella y estará lista para todo lo que se te ocurra. Y cuando digo todo es todo, recalcó. No entendí de que iba la cosa.
Pasaron largos 15 minutos en los que El viejo serruchaba a mi madre y esta gemía y cada tanto acababa, hasta que por fin, se afirmó, se metió hasta el fondo y sus piernas se tensaron.
-Ahí te va mamita, come, come, le dijo sujetándola por los hombros.
- Me quemas, me quemas, gemía mi madre. Los chorros de semen debían ser impresionantes por la forma en que ambos gemían. Por fin el macho se derrumbo sobre su espalda,y ella sobre la cama y luego de unos minutos sacó su verga ya morcillona del cuerpo de mi madre.
- Hacía rato que no encontraba una conchita que pudiera con toda mi herramienta, pero lo de hoy ha hecho que valga la pena la espera, dijo el más viejo bajándose de la cama.
Matías se acostó al lado de mi madre y comenzó a besarla en el cuello.
- ¿ Qué quieres que te hagamos mamita? Pide que se te concederá, le decía en un murmullo.
- Hago lo que quieran, Mati, lo que quieran.
- Bueno para empezar, vas a trabajar un poco levantando el armamento que ha quedado un poco caído. Empecemos con Emilio, ven muchacho, dijo y El rubio subió a la cama. Mi madre se dio vuelta y tomó la herramienta comenzando a masturbarla. Cuando se empezó a levantar se la metió en la boca y siguió masturbándola con una mano. Por fin se puso dura .
- Bueno ahora es mi turno, dijo Matías tomando el lugar de Emilio que se quedó acostado boca arriba al lado de mi madre. Ella repitió el procedimiento, consiguiendo que a Matías se le endureciera también.
- Ahora mamita, ven encima mío a cabalgarme, le dijo Emilio, y mi madre obediente pasó una pierna por encima del joven y tomando su verga se empaló sola. Cuando la tuvo adentro, Emilio la atrajo hacia él y se adueñó de su boca metiéndole la lengua hasta la garganta.
- Hmm que gusto a verga que tenés en la boca, querida, te vas a empalagar hoy, me parece, dijo soltándola.
- Bueno Ramiro es tu turno de que te la soben, y Ramiro ubicándose detrás de Emilio le dio su verga. Mi madre la tomó con ambas manos y comenzó a besarla y pasarle la lengua. Se la metió en la boca, pero apenas le entraba la cabeza. Era increíble como iba creciendo a ojos vista. Debo reconocer que me sentía muy excitada por lo que veía. Pero lo peor estaba por venir. Matías fue hasta el baño y volvió con un pote de crema, y lentamente comenzó a encremar el trasero de mi madre. Casi grito y salgo a interrumpir pero pude controlarme. La quería encular, pero mi madre no lo permitiría. Lentamente fue mentiendo un dedo en su culo, luego dos y comenzó a entrar y salir con sus dedos. Mi madre montada en la verga del rubio y con la boca llena de verga del viejo parecía no darse cuenta de lo que estaba pasando. El viejo la tomó del cuello y la obligó a tragar más verga. Debía tener toda la boca ocupada y había entrado poco mas que la cabeza. Emilio comenzó a levantarse y penetrarla furiosamente, lo que hizo que mi madre alcanzar un ruidoso orgasmo. Para gritar tuvo que soltar la verga del viejo y se despachó a gusto con gritos y gemidos que temí se escucharan en todo el edificio. Cuando terminó el viejo le volvió a meter la verga en la boca.
- Así me gusta mamita, que acabes mucho, mucho. Esta noche vas a perder la cuenta de los orgasmos que vas a tener, y desde mañana no vas a poder vivir sin noches como esta, le decía el viejo mientras le acariciaba el cabello y se movía masturbándose en su boca.
Creo que recién en ese momento mi madre notó que algo raro pasaba, pero ya era tarde. Matías se había acomodado a su grupa y apoyó la punta de su verga en su culo.
- No, por ahí no, suplicó mi madre, en un segundo que consiguió liberar su boca..
- Dijiste que hiciéramos lo que queríamos, y lo que queremos en encularte como nunca te han enculado. Después de hoy vas a pedir que te hagan la colita todos los días. Tu disfruta nada mas, dijo Matías empujando un poco hacia adelante y consiguiendo que su cabeza atravesara el esfinter de mi madre, la que no pudo gritar porque tenía la boca taponada de verga. Se quedó unos segundos allí, hasta que mi madre se acostumbró y cuando la sintió relajada volvió a empujar, y empujar, y empujar, hasta terminar por conseguir que sus cuerpos se chocaran. Yo no podía creer lo que veía. Mi madre se había convertido en una verdadera puta.
En ese momento Emilio le desgarró el camisón en dos partes y tomó posesión de sus tetas, empezando a chuparselas con desesperación. Mi madre nada podía hacer. Era un simple objeto sexual al servico de unos machos voraces y desalmados. Totalmente enculada, cuando Matías empezó el pistoneo, mi madre comenzó a acabar casi en forma continua.
- te gusta putita eh ? Yo sabía que te iba a gustar, tenías cara de viciosa, nada mas que no habías encontrado el ambiente, goza, goza, que la noche es joven y recién empieza.
Por fin Emilio no aguantó mas y con fuertes gritos se corrió dentro de mi madre, lo que la hizo acabar de nuevo al sentir esa leche caliente que la quemaba. El macho se quedó allí, acostado tratando de recuperarse.
Pasaron varios minutos hasta que por fin Matías se corrió en su culo.
- Ayyy, te siento Mati, te siento, gemía mi madre.
- Y no sabes cuanto te estoy echando putita, no sabes cuanto.
Mi madre alcanzó un nuevo orgasmo y quedó prácticamente inconsciente.
- Espera que falto yo, dijo Ramiro.
- No te preocupes que tendrás lo tuyo, espera un momento.
Realmente agradecí que Matías lo detuviera. Si la hubiera querido ensartar con esa herramienta en ese momento la hubiera mandado al hospital.
Emilio salió de debajo de mi madre y comentó lo bien que la había pasado.
- No se apuren que la noche es joven. Tenemos hasta mañana al mediodía para darle marcha a esta cabrona. Ahora llevenla al salón y que tome algo fuerte, dijo Matías, y los otros dos alzaron a mi madre y se la llevaron.
- Ramiro, cuando la dejes con Emilio vuelve, le dijo Matías.
Se fueron y el se quedó acostado. Al rato entró Ramiro, con su verga totalmente distendida.
- Espero que se recupere rápido, mira como estoy dijo masturbándose lentamente.
- Tendrás tu premio no te preocupes, y diciendo esto se levantó y se alejó para ir al baño, pero sorpresivamente volvió sobre sus pasos y abrió la puerta del placard donde yo estaba escondida.
- Mira lo que trajo el gato, dijo mientras me sacaba de un brazo.
- Sueltame dije, en voz baja para que mi madre no escuchara.
- ¿ Como tomará tu madre que estuvieras espiando? Vamos a preguntarle, dijo haciendo además de alejarse
- Espera, no digas nada, supliqué.
Se acercó y sorpresivamente me besó metiéndome la lengua bien adentro. El beso duró varios minutos y verdaderamente no me desagradó.
Cuando me soltó comenzó a desvestirme. Traté de oponerme pero era más fuerte y temí que rompiera mi ropa así que lo dejé. Cuando quedé en ropa interior, metió una de sus manos entre mis piernas.
- Vaya, vaya, estás mojadita, princesa. Me parece que necesitas un tratamiento parecido al de la reina, dijo sonriendo.
- Ni lo pienses.
- Mira, tal como yo lo veo, o le explicas a tu madre que hacías acá, o le das una alegría a mi amigo Ramiro que le gustan las maduritas, pero tiene debilidad por la carne fresca, y habrás visto que tiene con que. No se si podrás aguantarla como tu madre, pero podemos probar, y tomándome del brazo, me arrojó a la cama, donde Ramiro muy hábilmente me recibió e inmovilizándome comenzó a acariciarme las tetas.
- dejenme, por favor, supliqué
- Si gritas, te soltamos,dijo Ramiro, si no gritas, querida, vas a conocer la gloria, me dijo mientras corría mi sujetador para estrujar mis pezones.
Reconozco que debí oponer más resistencia pero las escenas que había visto y lo morboso de la situación, hizo que dejara hacer, y me dedicara a sentir y disfrutar de lo que sentía. Cuando la mano del viejo se perdió entre mis piernas las separé y comencé a suspirar.
- Vaya, vaya, la hija sale a la madre, dijo Ramiro.
- la dejó en tus manos. Yo voy a ver que pasa con los tortolitos, dijo Matías, saliendo del dormitorio.
Yo me sentía un juguete en manos de ese hombre. Lentamente me acostó en la cama y se posicionó entre mis piernas. Corrió mi bombacha y apoyó su verga en la entrada de mi cuevita. Sentí como el elástico de mi ropa interior cedía ante el grueso objeto que lo desplazaba, y supe que no iba a poder usarla mas, de como iba a quedar estirada.
- Podría desnudarte, pero me pone a mil correrte la bombachita y bombearte. Prometo regalarte ropa interior nueva para reemplazar esta, dijo mientras de un tirón me arrancaba también el sujetador. Por un minuto vino a mi memoria las escenas de violaciones de la edad media y eso me calentó aún mas.
Por fin, se acomodó sobre mí y comenzó a pugnar para entrar. Yo no soy virgen, pero sentí como si lo fuera nuevamente. Separé mis piernas todo lo que pude, pero a pesar de estar mojada y dispuesta, la verga rebotaba y no encontraba el camino. Ramiro mostró una gran paciencia a pesar de la calentura que tenía y por fin, consiguió que su cabeza separara mis labios y cruzara la frontera. Al principio, solo la mitad de la cabeza, pero enseguida la sentí entrar toda. Me mordí los labios para no gritar. No quería que mi madre escuchara. Ramiro se acomodó nuevamente, tomo mis piernas con sus manos y levantándolas un poco, consiguió que otro pedazo de su vara entrara en mi cuerpo. Yo inconscientemente me movía como si fuera un pez tratando de escapar de ese arpón, pero en el tercer empujón, cuando más de la mitad había entrado, supe que ya no tenía forma de liberarme. Allí empezó un mete y saca muy suave.
- Shh, chiquita, tranquila, que no te voy a dar mas de lo que puedas comer. Ahora te voy a distender un poco, dijo mientras comenzaba a moverla en círculos dentro mío, eso , así, y cuando te sientas capaz de recibir más, pídela, me dijo mientras continuaba con sus movimientos, empujando y rotando alternativamente. Luego de unos minutos mis manos presionaron en su espalda para que me diera mas, cosa que hizo, y en unos cuantos minutos ya estaba casi toda en mi cuerpo.
Ramiro comenzó a acelerar. Le pedí por favor que no me acabara adentro, porque no quería quedar preñada, y el me dijo que me tranquilizara y gozara, mientras seguía arremetiendo contra mi cuerpo.
Fue acelerando y me llevó a un climax increíble. Nunca sentí acabar de esa manera. Dolía de tanto placer, y Ramiro, cumpliendo su palabra, la sacó y subiendo por mi cuerpo, comenzó a masturbarse frente a mi cara, para terminar escupiendo su caliente semen en mi rostro, mi cuello, mis tetas. Me sentí puta y sucia. Y me gustó.
- Bueno chiquita, ahora te vas a vestir y te vas a ir de esta casa. No queremos que nada complique las cosas, entendiste? . Asentí y rápidamente fui a mi pieza, me cambié de ropa y salí sin que me oyeran. Al pasar vi a mi madre arrodillada en el suelo haciéndole una fellatio a Matías que estaba sentado en el sillón, conversando con Emilio.
Cuando volví esta tarde, todo estaba en orden. Mi madre encerrada en su pieza dormía. Y no era para menos. Le deben haber dado sin parar toda la noche. Ahora se había convertido en una puta. Matías lo había conseguido. Y yo no estaba demasiado lejos.

1 comentarios - Querido diario (2da. parte) ( Y final?)

kramalo
mmmmm.....estaria bueno que pusieras una fotito de tu concha bien abierta..... muy bueno el relato....