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La chica de la calza y la mordaza.

Vos estás vestida sólo con una calza rosa y una musculosa blanca.
Estas ahí, dispuesta aparentando lo contrario.
Me acerco y estando cara a cara me mirás, sonreís y te hacés la gatita inocente, corriendo los ojos cada tanto y soltando risitas. De golpe te agarro abrazándote y te llevo hacia mi. Disfranzadote apoyás los brazos sobre mi pecho y te reís susurrando no… pero el juego ya está prepado, la verdad es que ya estamos jugando.
Te beso.
Te beso, de nuevo.
Me abrazás.
La tijera en el suelo, la silla, las correas y la mordaza.
De sopetón te siento en la silla, me oculto tras tu espalda, de rodillas y acaricio tu cuerpo… para comenzar arremolindando tu pelo, acariciando tu cuello, besando tu nuca agarando tus pechos, con suavidad, primero, fuerza… pasión. Tus pezones erectos acarician mis dedos, éstos responden apretándolos las manos firmemente agarran las tetas, enteras y las hacen bailar. Instintivamente muevo la cadera frotándo la pelvis contra la silla. Ahora bajo hacia tu abdomen, caricias. Los muslos. Agarro las correas y ato tus piernas contra las patas de la silla. Bien abierta te quiero. Ahora tus brazos contra el respaldo.
Ahora. De frente me acerco y casi sentándome encima tuyo, apoyo contra tus tetas mi bulto, mostrándo mi excitanción, mostrándote como el líquido preseminal escapa por entre la tela. Cara de trola, ojos lujuriosos. La mordaza te tapa la sonrisa.
Tijera, tijeretazo, la musculosa rota, los pezones libres atentos a los mimos, a los besos, a los lenguetazos. Tu respiración agitada que tu abdomen delata, y esas tetas que me vuelven loco. Las muerdo con ganas… adoro sentir tu piel suave, ese peso de tus tetas en sobre mi lengua, la textura de tu pezón. Me arrodillo y bajo, despacio… por tu panza, mientras te agarro con fuerza y te toco la cola llevándote hacia mi. Ya se siente el calor. El infierno desatado entre tus pieras está delante mi boca. Un beso, otro beso más y un tercero. Tu cola se estremece, se retuerce, intento controlarla con mis manos y los besos que no te dejan. Entre las fibras de la calza tu jugo asoma, lo capturo con mi lengua y me lo bebo todo.
Tijera, tijeretazo y te soplo con aire frío ahí, en tu entrepierna… te derretís. con las manos agrando el tajo y te veo completamente empapada.
El juego sigue y vos ya estás totalmente agitada. Todavía falta.
Pego mi cara a tu entrepierna. Te lleno besos el monte de venus, rosándote el clítoris con mi labio inferior… gemís, no soportás más, se que sino fuese por la mordaza estarías pidiendo a gritos que te la coma toda, que me beba todo tu jugo.
Me alejo juego con tu pelo una vez más, te toco las tetas, mientras me das la espalda y acaricio tus muslos abriéndolos más, apretándotelos, beso tu cola. Casi sin querer yendo de un muslo a otro te rosa la concha febril y te pego suave.
¡Estás a punto de romper la silla con tus movimientos!
Tu clítoris en mi boca, sobre mi lengua, mimos, mimazos… lametones, chupetones y el jugo que fluye a borbotones, sobre mis dedos que separan tus labios, que te hacen el amague, pero que no entran. Y vos como loca, moviéndote, mientras los gemidos escapan a la captora mordaza…

Acabás y la miel brota. De pie, mirándote a los ojos me chupo despacio los dedos. Me acerco, despacito, llevandote la pija a la cara y me fronto, dejándote las mejillas con juguito. Me bajo el pantalón y dejo mi pija libre, le golpeo los labios, los cachetes y te la froto sobre la boca presa.
Otra vez abajo… una segunda vez, una segunda paja pero esta vez sólo con los dedos. Curbándolos, llamándote.
Vení, vení… venite, te quiero acá. Contracciones, la silla cruje tu respiración entrecortada y acabás otra vez. Te la sigo chupando mientras tanto secos los dedos contra tus pezones.
Una acaba más y te cojo, te grito, acabás una vez más y te recontra cojo.
Antes de que acabes, en una pose incómoda, pero efectiva te meto la pija, de golpe, de una hasta el fondo y me quedo quieto. Salgo. te desato de las piernas, las manos, te tiro al piso, como la puta que sos levantás la cola hacia el techo. Te ato las manos y te empiezo a coger. Agarrándote la cola, empapada en sudor y flujo. Te cojo fuerte, pero con paciencia, no me puedo apurar mucho, siento la leche que quiere escapar. Salgo y me tomo un tiempo, mientras te toco la cola, con el pulgar y te apreto las nalgas, con la derecha te toco la concha y cargo mis dedos con tu miel... estoy listo para seguir.
Te sigo cojiendo y te masajeo el ojete, un dedo... mientras te cojo. Acabo, pataléas, estás acabando, gemís, el calor es insoportable. El dedo en tu culo, la pija en tu concha, vos acabás por tercera vez, como la reina de las putas te merecés tu coronación... te la saco y te grito desesperado que te pongas de rodillas. Arrebatada entre los espasmos no querés o no podés... no sé. caigo de rodillas sobre tu cara. Me mirás y cerrás los ojos. Recibís mi leche en tu cara, uno, dos... no sé cuantos chorros y las gotas que siguen cayendo mientras esta cae de tu mejilla hasta, pasando por tus labios, filtrándose por la mordaza.

1 comentarios - La chica de la calza y la mordaza.

dagno +1
rico relato.