Cuando en el taxi de Madrid me anime a besarla, a pesar de su edad tenia la candidez de la mujer que es descubierta infraganti, ante un taxista que por el retrovisor no podía dejar de mirarnos.
Por esas razones inevitables de esa época iba a un hotel bastante decente de la Gran Vía casi Pasaje del Carmen. Había ido con mi ex mujer hace dos años y lo había contratado desde mi país, por lo tanto era parte de un paquete turístico que ni yo sabia que era.
Pero dos meses después, quizás tres me fui con una mujer española que habíamos quedado en encontrarnos en la terminal domestica de Barajas, en Madrid, entre la parte organizativa, me dijo, niño tu te encargas de venir, yo me encargo de las reservas.
Cuando tomamos un taxi y la mujer muy tranquila dijo La Gran Vía y Pasaje del Carmen me corrió frio, ya que somos bastante de tratarnos con los empleados y había dado propinas, y realmente me atendieron bien la primera vez y uno puede manifestar esa situación.
Ahora no era mi mujer, sino una extraña y que también en un paquete había contratado le mismo hotel.
Cuando se acercó el botones y tomo el equipaje y me dijo como esta don fulano, me quería morir. La mujer que me acompañaba y sabia que era mi segunda vez en España empezó a dudar de mi y lo primero que le asalto de como era tan conocido, ya que en la registración la empleada de recepción me seguía dando charla como un viejo amigo que retorna.
En el caso de mi tercera ocasión debo ser preciso, llegamos luego del atentado del subte a Madrid, y todo estaba medio convulsionado.
Dije, bajo silencio a la chica de Turismo, “búsqueme un hotelito tres estrellas en Madrid que no sea el de Gran Vía y Pasaje del Carmen. La muchacha busco y me dijo, Señor, debo informarle que están casi cubiertas todas las plazas de hotel y no hay lo que Ud. pide. Eso si hay un pequeño cuarto para dos con la caída del techo porque esta en un último piso, lo cual lo hace bajo hacia la ventana, pero es el hotel de La Gran Vía y Pasaje del Carmen.
Obviamente sin elección termine allí y otra vez la misma escena, no pude evitar saludar a los asombrados ojos de los empleados que ya debería estar suponiendo que era un taxi boy internacional y algo gastado.
Pero volvamos a la candidez, Fernanda, así se llamaba, se ríe de mi y me achaca que era ella la mejor de todas según mi criterio porque luego de tres cesares bien llevadas se había ligado las trompas y que por eso, la primera vez con ella me fui en su vagina ampliamente ante la seguridad de que no la iba a dejar embarazada de ninguna manera.
Bueno, tampoco eso fue un logro, pues su sexo oral se convirtió en berretín y tragarse mi leche una fiesta juntos.
A la semana de estar juntos y sin decir nada habiendo deslizado varias veces mis dedos en su culo, se me ocurre pedirle que si me dejaba hacerle la cola.
Ahí mismo dijo, creí que nunca me lo ibas a pedir…………..” Así llenado de saliva mis dedos y forzando de a uno, de a dos de a tres, quedo su ano abierto como para que mi pija pasara. No dijo nada, no se molesto, me pidió que fuera a fondo y luego me confirmo que le gusto mucho. Yo tampoco me puedo quejar su culo delgado y pequeño con su agujero lleno de mi semen es una fiesta en mi recuerdo.
La vida fue haciendo más habituales los encuentros y mucho más intensos. Puedo decir que nos gustaba hasta pajearnos mirándonos el uno al otro. Toda una experiencia de vida
Por esas razones inevitables de esa época iba a un hotel bastante decente de la Gran Vía casi Pasaje del Carmen. Había ido con mi ex mujer hace dos años y lo había contratado desde mi país, por lo tanto era parte de un paquete turístico que ni yo sabia que era.
Pero dos meses después, quizás tres me fui con una mujer española que habíamos quedado en encontrarnos en la terminal domestica de Barajas, en Madrid, entre la parte organizativa, me dijo, niño tu te encargas de venir, yo me encargo de las reservas.
Cuando tomamos un taxi y la mujer muy tranquila dijo La Gran Vía y Pasaje del Carmen me corrió frio, ya que somos bastante de tratarnos con los empleados y había dado propinas, y realmente me atendieron bien la primera vez y uno puede manifestar esa situación.
Ahora no era mi mujer, sino una extraña y que también en un paquete había contratado le mismo hotel.
Cuando se acercó el botones y tomo el equipaje y me dijo como esta don fulano, me quería morir. La mujer que me acompañaba y sabia que era mi segunda vez en España empezó a dudar de mi y lo primero que le asalto de como era tan conocido, ya que en la registración la empleada de recepción me seguía dando charla como un viejo amigo que retorna.
En el caso de mi tercera ocasión debo ser preciso, llegamos luego del atentado del subte a Madrid, y todo estaba medio convulsionado.
Dije, bajo silencio a la chica de Turismo, “búsqueme un hotelito tres estrellas en Madrid que no sea el de Gran Vía y Pasaje del Carmen. La muchacha busco y me dijo, Señor, debo informarle que están casi cubiertas todas las plazas de hotel y no hay lo que Ud. pide. Eso si hay un pequeño cuarto para dos con la caída del techo porque esta en un último piso, lo cual lo hace bajo hacia la ventana, pero es el hotel de La Gran Vía y Pasaje del Carmen.
Obviamente sin elección termine allí y otra vez la misma escena, no pude evitar saludar a los asombrados ojos de los empleados que ya debería estar suponiendo que era un taxi boy internacional y algo gastado.
Pero volvamos a la candidez, Fernanda, así se llamaba, se ríe de mi y me achaca que era ella la mejor de todas según mi criterio porque luego de tres cesares bien llevadas se había ligado las trompas y que por eso, la primera vez con ella me fui en su vagina ampliamente ante la seguridad de que no la iba a dejar embarazada de ninguna manera.
Bueno, tampoco eso fue un logro, pues su sexo oral se convirtió en berretín y tragarse mi leche una fiesta juntos.
A la semana de estar juntos y sin decir nada habiendo deslizado varias veces mis dedos en su culo, se me ocurre pedirle que si me dejaba hacerle la cola.
Ahí mismo dijo, creí que nunca me lo ibas a pedir…………..” Así llenado de saliva mis dedos y forzando de a uno, de a dos de a tres, quedo su ano abierto como para que mi pija pasara. No dijo nada, no se molesto, me pidió que fuera a fondo y luego me confirmo que le gusto mucho. Yo tampoco me puedo quejar su culo delgado y pequeño con su agujero lleno de mi semen es una fiesta en mi recuerdo.
La vida fue haciendo más habituales los encuentros y mucho más intensos. Puedo decir que nos gustaba hasta pajearnos mirándonos el uno al otro. Toda una experiencia de vida
0 comentarios - Gran Via y Pasaje del Carmen