Ya me había acostumbrado a esta situación. Debo reconocer que nuestras relaciones mejoraron muchísimo. De hecho lo hacíamos mas seguido y ahora también practicábamos sexo anal. La Primera vez me acuerdo como ella fingía dolor, cuando yo sabía perfectamente que mi verga no era ni comparable con la que la había sodomizado la primera vez. Pero me molestaba enterarme por medio de mi hija que tal o cual amigo habían estado en casa y no la habían encontrado. Yo tomaba siempre la precaución de llamar a casa cuando volvía antes de tiempo, para evitar sorpresas desagradables. Varias veces al llegar noté situaciones muy sospechosas, pero siempre preferí callar. Y ahora descubro que todo fue un error.
Llegó la graduación de mi hija, y concurrimos a la cena como todos los demás padres de los egresados. Me costó hacerme a la idea. Iban a estar allí esos muchachos que se acostaban con mi mujer cada vez que podían.Y yo tenía que simular mientras ellos sonreían y se burlaban con doble sentido. Pero como mi comportamiento no había sido del todo honesto, y mi mujer lo sabía, pensé que era el precio que tenía que pagar para mantener a mi matrimonio unido.
Entramos al salón y nos sentamos en la mesa que teníamos destinada. Nuestra hija se sentó con sus compañeros en otro lugar del salón.
A poco de estar sentados y mientras tomábamos una copa de vino, Fede se acercó a saludar.
- Como están uds. Un gusto verlos, dijo sonriente, y especialmente a Ud, dijo refiriendose a mi esposa. Espero que no se ofenda señor, pero su mujer está realmente hermosa, dijo insinuante.
Y era verdad. Un vestido negro largo, con la espalda abierta hasta la cintura y un escote en el frente que impedía usar cualquier tipo de sostén. La tela era gruesa y no traslucía, pero la punta de sus pezones podían adivinarse.
- No hay problemas, Fede, contesté simulando sonreir.
- Ay Fede, siempre tan atento, pero mira que hay muchas jovenes bonitas por allí que esperan tus atenciones, dijo mi mujer.
- Ud. sabe que lo digo con el respeto de siempre. No lo tome a mal. Espero que sigamos tratándonos como cada vez que fui a su casa, dijo con toda maldad.
- Siempre serás bien recibido, y ahora vete con tus amigos, dijo mi mujer sonrojándose. Le costaba mentir frente a mí, y el jueguito se notaba.
Yo me limité a tomar mi copa, vaciarla y de inmediato servirme otra. Y lo hice durante un rato largo, hasta sentirme mareado. En el interín Lucas y Gerardo también se acercaron a saludarla, a cual más seductor y siempre con doble sentido y riéndose en mi cara. Por dentro mi furia crecía. Pero el límite llegó cuando Fede vino a sacarla a bailar. Ella aceptó de inmediato, pero yo me levante y la detuve.
- Si no te molesta Fede, va a bailar primero conmigo, dije serio, lo que hizo que el muchacho se disculpara y se fuera por donde había venido. No estaba dispuesto a seguir callando.
Fuimos a la pista, y mi mujer estaba enojada.
- No tenías porque tratarlo así, me dijo mientras nos movíamos.
- Viviana, ya basta de este juego, dije un poco por el enojo y otro poco por el alcohol.
- No se de que juego hablas.
- Se todo lo que está pasando, dije decidido
- Me parece que tomaste de más, dijo ella tratando de desviar la conversación.
Y de pronto como una catarata le relaté con pelos y señales todo lo que había visto. Cuando terminé, ella se quedó callada.
- Y ¿ No vas a decir nada? La desafié.
- Me imagino que debes sentirte mal, como yo me sentía cuando las mujeres que se acostaban contigo me llamaban a casa preguntado por vos. Al principio no entendía nada, pero luego les decía que era tu madre, y ellas se presentaban como tus novias o amigas íntimas. A partir de allí, comencé a replantear nuestras relaciones.
- Nunca dijiste nada, traté de defenderme
- ¿ Para qué? La estúpida era yo que era fiel y me privaba de disfrutar del sexo sin compromisos. Nunca imaginé que era tan liberador. Ahora te comprendo, querido, pero a la vez es tarde para que cambie mis gustos.
- ¿ Quiere decir que vas a seguir engañándome?
- ¿ Engañarte? No, no voy a seguir engañándote, porque veo que sabes todo lo que hago, o casi todo al menos, y sin embargo no parece que te haya afectado mucho. Por el contrario, de un tiempo a esta parte está empezando a valer la pena tener sexo contigo. Estás mucho más caliente. Parece que los cuernos te sientan bien, dijo sonriendo, sin dejar de bailar.
- Y si te ordeno que dejes de hacerlo? Pregunté sin demasiada convicción.
- No servirá de nada. Nuestra hija está grande. Me quedan algunos años donde puedo disfrutar de los machos que quiera porque todavía estoy apetecible. Tendrías que escuchar las cosas que me dicen por la calle. Como si se dieran cuenta que estoy totalmente liberada. Si me obligas a elegir, elijo mi vida. Tú decides.
- Yo podría comprender que tuvieras un amante, pero no que te acuestes con tres niñatos amigos de tu hija.
- Al contrario maridito. Al ser varios, hay menos peligro de que te deje. Piénsalo. Y realmente tenía razón. Si se hubiera buscado un solo amante un poco mas grande, seguramente ya me habría abandonado, en cambio con estos jovenes era solo pura diversión. Me quedé callado.
- Me conviertes en la burla de todos ellos.
- Ya terminan la escuela y se van cada uno por su lado. No te preocupes, que ya no se burlarán de tí, después de esta noche. Ya se los dejé en claro. Hoy será la última vez que esté con ellos.
- ¿ Esta noche? ¿ Conmigo aquí? ¿ Y como pensabas hacerlo? Pregunté asustado.
- Dentro de un rato me voy a sentir un poquitín descompuesta y me voy a ir a casa. Tu te quedarás aquí a acompañar a nuestra hija. Antes que termine la noche voy a volver para terminar la fiesta con Uds. Y vas a sonreir sin quejarte, de acuerdo?, dijo dando media vuelta y volviendo a la mesa.
Me quedé en medio de la pista, de una pieza. Mi mujer era un monstruo. Una puta que no tenía ningún escrúpulo. Que me había dicho que iba a acostarse con sus tres amantes esa misma noche y en nuestra casa. Volví despacio a la mesa. Antes de llegar la vi volver a la pista con Fede.
- No me extrañes querido, que ya vuelvo, dijo sonriente cuando nos cruzamos.
Me senté en la mesa mientras mi mujer bailaba con el muchacho. Podia notar como el la rozaba sugestivamente y ella se reía a carcajadas. En otra mesa, Gerardo y Lucas miraban con lujuria la escena, y al verme me saludaron sonriendo con su mano.
No habían pasado diez minutos cuando mi mujer volvió a la mesa.
- Querido no me siento bien, necesito recostarme un rato. Quédate tú que Fede me va a llevar hasta casa. Dile a la nena que no se preocupe que en un rato vuelvo, dijo y sin esperar respuesta tomó su bolso y salió del brazo de Fede.
¿ Que hubieran hecho en mi lugar? Me quedé allí sentado, tomando y cenando mientras el tiempo pasaba. Sin embargo decidí hacérselas dificil. Fui y me senté con Gerardo y Lucas. Estaba decidido a no dejarlos solos y a ver como se la apañaban para escaparse con mi esposa.
Estuvimos tomando y charlando. No se en que momento vi que Fede había regresado, ni me importó.
Ni Gerardo ni Lucas se fueron de la fiesta. Conversamos animadamente y en ningún momento hicieron intento alguno por retirarse. Estuve siempre con ellos. A las 4 de la mañana mi mujer volvió. Estaba sonriente, pero se la notaba cansada.
Se acercó a la mesa donde estaba mi hija con los chicos y yo.
- ¿ Cómo estás mamá? le preguntó mi hija
- Bien querida, seguramente algo que comí me cayó mal, dijo con inocencia.
- Si, hay que tener cuidado con lo que uno se lleva a la boca, dijo Gerardo con inocencia, pero lo bueno es que un rato de cama enseguida nos carga las pilas, y lo miraba con picardía a Lucas.
- Es verdad Gerardo. Lo importante es la cama y un poco de ejercicio, para mantenerse en forma, dijo Lucas siempre con doble sentido.
Viviana sonrió y me miró. Yo me hice el desentendido. No dije una sola palabra.
Hacia las 6 de la mañana volvimos a casa, y sin decir palabra, nos acostamos.
Al principio me dio asco acostarme en esa cama imaginando lo que había pasado hacía un rato, pero el exceso de vino hizo que me durmiera por fin. Soñé con Gerardo y Lucas masturbándose ante la calentura de no haberse podido aprovechar de mi esposa, y me sentí bien.
Al otro día dormí hasta tarde. Mi mujer se levantó antes que yo y ayudó a mi hija a preparar sus cosas, ya que iban a reunirse con sus compañeros en la casa de otra amiga. Y sobre el mediodia partió quedando los dos solos en la casa.
Viviana volvió al dormitorio, y se sentó en la cama de mi lado, esperando que me despertara. Yo estaba despierto pero seguí fingiendo un rato hasta que al final abrí los ojos.
- Buen día, dormilón, dijo como si nada pasara.
- Buenos días, contesté secamente.
- ¿ Quieres comer algo?
- No, realmente no tengo hambre, dije serio.
- Ya pasó querido. Todo ha terminado. No volverás a ver a los amigos de tu hija por esta casa. Cumplo lo que te dije ayer.
- ¿ La pasaste bien? Pregunté convencido de que me iba a mentir. Sus amiguitos no habían estado con ella. Yo los vigilé personalmente.
- Sinceramente, mejor de lo que esperaba. Debo reconocer que por un momento me dio pena haberte dejado en la fiesta, y privarte de ver lo que aquí ocurría, sabiendo que te excita mirar ( dijo aprovechando para hacerme sentir más culpable). Te contaré solo el comienzo. Salimos de la fiesta y subimos al auto de Fede. Apenas nos sentamos comenzó a besarme. El auto estaba estacionado en el parque, en un lugar muy oscuro y lejos de la vista de todos. Traté de frenarlo diciendole que teníamos toda mi casa para nosotros solos, pero no se detuvo.
- me pone tenerte en mi auto, sabes? Y dime ¿ Cuanto hace que no te cogen en un auto? ¿ No quieres revivirlo? Me dijo mientras comenzó a acariciarme las tetas y una de sus manos se perdía entre mis piernas. Luego de un rato me pidió que pasáramos al asiento trasero. Miré para todos lados y no había nadie cerca, así que bajé del auto y abrí la puerta trasera. En ese momento, Fede que había bajado y estaba a mi lado me detuvo e hizo que me arrodillara sobre el asiento trasero, y allí detrás mío abrió su bragueta, extrajo su verga y levantando mi vestido sobre mi espalda, corrió mi tanga y de una me clavó hasta el fondo. Tuve que aferrarme del respaldo del asiento para no caer hacia adelante. La sensación fue fabulosa, debo confesar. Así en esa posición me bombeó durante varios minutos para terminar vaciándose dentro mío. Todo fue rápido y bestial. Me sentí como si de nuevo tuviera 18 años y hubiera estado con mi noviecito. No llegué a acabar pero te aseguro que quedé muy excitada. Cuando terminó me hizo sentar de nuevo adelante. Y partimos. Apenas salimos del estacionamiento me tomó del cuello y me bajó para que le chupara la pija, cosa que hice con placer. Su verga estaba húmeda de su corrida, y morcillona, pero con mi tratamiento, cuando llegamos a casa estaba más dura que antes. En fin, me dio pena que te perdieras lo que pasaría, así que lo convencí a Fede de que instalara una cámara y filmamos todo.
- Estás mintiendo para hacerte la importante, ya te descubrí. A tus amiguitos los vigilé toda la noche y nunca vinieron aquí, así que deja de actuar para darme celos, dije con total seguridad.
Viviana me miró sorprendida, y su sorpresa se transformó en una risa contagiosa y mordaz.
- No te puedo creer, jijijii, ¿ Así que vigilaste a los muchachos toda la noche? Eres increíble, mira, en el living tienes el dvd colocado. Si te interesa puedes sacarte las dudas. Si no eres tan consentidor como yo pienso, lo puedes sacar y tirar. Yo me voy a caminar un rato, vuelvo esta tarde, cuando hayas digerido bien la situación. Y dándome un beso en la boca salió de la casa.
Me quedé allí acostado. Tenía una erección insoportable. No podía ser que me excitara imaginando a mi mujer con otros hombres. Y a la vez me sentía humillado. Mi mujer pensaba que era un cornudo consciente y que disfrutaba de mis cuernos, y me dejaba un video para que yo viera lo puta que era. Pero yo estaba seguro que solo fanfarroneaba haciéndose la comehombres.
En fin, me levanté y lentamente me dirigí al living. La luz roja del dvd encendido me llamaba como si fuera un faro. Dudé unos segundos. Fui hasta la puerta y cerré por dentro. No quería que ella volviera y me sorprendiera . Me dispuse a ver lo que había hecho, aunque dudaba de que fuera mucho más de lo que ya me había contado.
Una imagen que se movía. Claramente alguien estaba regulando la cámara para que tomara bien la escena. Era mi dormitorio. Estaba en un rincón y tomaba casi todo el ambiente y la puerta de ingreso. La cama quedaba en el medio de la pantalla. En ese momento, mi mujer entró en cuadro. Tenía puesto el vestido de fiesta, pero rápidamente comenzó a desnudarse.
- No quiero que se arrugue el vestido. Tengo que volver a la fiesta, dijo sonriendo a alguién que estaba al lado de la cámara. Un hombre salió de un costado y se dirigió al medio de la habitación. Era Fede. Se sentó en la cama del otro lado, mientras mi mujer se desnudaba.
- Trato de imaginarme como serías a los 20 años, y no puedo creer que pudieras ser más hermosa que ahora, dijo mientras comenzaba a desabrocharse la camisa.
- No te burles, dijo mi esposa sonriendo pero a a la vez halagada por la frase del joven, mientras terminaba de desnudarse, sacándose toda la ropa que tenía.
- Ven, termina de desnudarme, dijo Fede, y mi esposa de forma muy sensual se acercó al joven y terminó de desabrocharle la camisa y se la quitó. Luego se arrodilló y desabrochó el cinto y el pantalón. Le quitó los zapatos y los calcetines y luego le bajó los pantalones y el slip,maniobra que Fede acompañó levantándose un poco para facilitar la tarea.
- Acuestate, le dijo el joven, y mi esposa le obedeció.
Fede se levantó, mostrando una erección plena. Subió a la cama y se acomodó entre las piernas de mi esposa, que las separó y las flexionó. El joven comenzó a besar su cuerpo y fue subiendo hasta llegar a su cara.
- Te aviso que voy a durar mucho esta vez, ya que es mi segundo polvo. Vamos guiala a su lugar le dijo acariciando su rostro. Y la mano de mi mujer buscó entre ambos cuerpos. Cuando consiguió dirigirla, el joven avanzó unos centímetros, y cuando aseguró estar en buena posición, tomando los hombros de mi esposa se hundió hasta el fondo. Despacio comenzó a poseerla con movimientos profundos y eróticos. Mi esposa lo recibía con suspiros y gemidos. Debía sentirse llena.
Tiraron durante varios minutos. En un momento giraron y de costado siguieron. Fede alternaba besos y caricias por todo el cuerpo de mi esposa que quedaba a su alcance. Luego de un rato, otro medio giro y mi esposa comenzó a cabalgarlo. Acomodó sus rodillas y empezó a subir y bajar por ese mástil que se veía cada vez mas duro y húmedo. Se decían cosas al oído que la cámara no llegaba a definir. Suspiros, gemidos, grititos, era toda una fiesta de sexo. Por fin, ella desmontó y se acomodó en cuatro patas sobre la cama, y Fede levantándose se acomodó a su grupa y la volvió a penetrar hasta el fondo. Tomándola de la cintura siguió penetrándola con ganas. Una mano de mi esposa se acomodó entre sus piernas y cuando la penetraban hasta el fondo, acariciaba las pelotas del macho que disfrutaba de ese tratamiento. Miré el reloj. Hacía media hora que la había ensartado por primera vez, y no había miras de que esto terminara pronto.
Al rato, el macho desmontó y hizo que se pusiera de costado, de frente a la cámara, y colocándose detrás de ella, levantó una de sus piernas y acomodándose volvió a clavarla. La cara de goce de mi mujer era digna de un cuadro. El le tomó las tetas mientras aceleraba sus penetraciones. Mi mujer con su mano apretaba el muslo del macho, como si le pidiera que le diera más y mas. Por fin Fede comenzó a gritar.
- ¡ Puta, puta! ¡ Te llleno, tómate todo! Y sonidos guturales reflejaban la fuerza de la acabada que estaba consiguiendo y la leche que estaba soltando. Mi mujer con los ojos cerrados, llegó al climax y acompañaba con gemidos esa leche que seguramente la estaba quemando. Luego de varias convulsiones, los dos se quedaron quietos, recuperándose. 45 minutos de puro sexo.
Lentamente Fede salió de mi mujer y se quedó boca arriba, con una expresión de placer muy comprensible. Uno no se tira semejante hembra todos los días.
- Bueno, tengo que volver a la fiesta, Vivi, además tendrás otras visitas, dijo sonriendo.
- Si, en un rato vendrán Gerardo y Lucas, dijo mi mujer. Interiormente me sonreí de satisfacción.
- No Vivi, hubo un cambio de planes
-¿ Qué cambio? Dijo mi mujer alarmada. Y yo abrí los ojos mas alarmado que ella.
- Tus chicos me debían unos favores así que les cambié el espacio. Tengo unos amigos que desean conocerte. Ni Gerardo ni Lucas vendrán esta noche, los dejé encargados de que se aseguraran de que tu esposo no apareciera por acá, pero te aseguro que no estarás sola.
- ¿ Estás loco? Dijo Viviana sentándose en la cama.
- Espera y verás, dijo saliendo de dormitorio. Mi mujer, sorprendida, se tapó con la sábana. Se la veía un poco asustada. En ese momento Fede volvió a entrar, acompañado de otro muchacho que no reconocí. Moreno, alto, alrededor de 20 años.
- Franco es mi compañero de Volley y le prometí que serías muy buena y complaciente. ¿ No de defraudarás, verdad? Dijo mientras se acercaba a la cama. Mi mujer estaba muda. Fede se sentó juntó a ella y tomándola de la cara se apoderó de su boca salvajemente. Luego de unos instantes mi mujer comenzó a responder a sus besos, y en ese momento el otro muchacho se desnudó rápidamente. Tenía un cuerpo atlético y una verga de buen tamaño. Por lo menos 18 cm. Y un grosor respetable. Se acercó a la cama y rápidamente quitó la sabana que cubría a mi esposa , para comenzar a chuparle las tetas con desesperación. Mi mujer intentó oponerse pero Fede no le soltaba la boca. Al sentirse entre dos machos fue perdiendo el control y sus intentos de protestar desaparecieron. Cuando Fede notó su entrega la dejó. Franco la tomó de la cintura y la levantó de la cama de un solo envión. Se sentó en la cama, y poniéndola de espaldas a él, lentamente la hizo descender sobre su verga, ensartándola lentamente. Mi mujer no podía creer lo que estaba pasando. La habían manejado como una muñeca y nuevamente estaba empalada por un macho, y prácticamente desconocido.
Cuando la clavó totalmente, dejó su cintura y la tomó de las tetas.
- Puedes empezar a moverte cuando quieras, le dijo, y mi mujer como una autómata, apoyándose en las piernas de macho comenzó a subir y bajar. Se podía ver como esa verga entraba y salía. En ese momento dos muchachos mas entraron a la habitación, mientras Fede salía lentamente. Mi mujer que evidentemente estaba con los ojos cerrados disfrutando de las sensaciones no se había dado cuenta de los nuevos invitados, los que rápidamente se desnudaron, y se quedaron al pie de la cama masturbándose mientras disfrutaban de la escena. Uno de ellos, el mas alto tenía una verga más corta, calculo unos 15 cms. Pero de un grosor importante. El otro, en cambio, superaba holgadamente la verga de Frando tanto en largo como en grosor.En un momento el de la verga mas corta se paró frente a mi esposa, y dejó su verga frente a su cara. En ese momento se nota que mi mujer abrió los ojos y se encontró con esa herramienta que la desafiaba. Se tiró para atrás pero el joven la tomo de los cabellos y la obligó a ir hacia adelante e introducirse la verga en la boca. Cuando empezó a chupar se quedó quieta, y es que no podía moverse pues no tenía lugar para hacerlo.
- Espera que así no puede cogerme, le dijo Franco al joven el que se retiró con pocas ganas. Rápidamente se levantó, sin sacar su verga del sexo de mi esposa, y fue dándose vuelta hasta que la hizo arrodillarse en la cama. En esa posición siguió el mete y saca, y otro joven dio la vuelta y se arrodilló sobre la cama, ofreciéndole nuevamente su verga, y mi mujer ahora con decisión la tomó de una y comenzó a tragarsela.
- Ahora si vamos a alguna parte, dijo Franco riendo.
- Es toda una puta, Franco, toda una puta, decía el joven que disfrutaba de la fellatio.
- Voy a probar esa boquita, cambiemos, dijo sacando su verga de mi mujer. Dio la vuelta y mientras se acomodaban cada uno en el lugar del otro, siguieron con esa escena digna de una pelicula porno. Mi mujer era simplemente un objeto puesto ahí para satisfacer a esos muchachos cargados de hormonas.
- Realmente chupa muy bien, Creo que le voy a dar de comer a esta putita, dijo Franco y comenzó a gritar mientras se vaciaba en la boca de mi mujer. Las sensaciones eran muy fuertes y mi mujer comenzó a acabar mientras tragaba el semen del macho y unas lágrimas se escapaban de sus ojos. En ese momento el que estaba a su grupa aceleró y se vació también completamente. Se quedaron allí un minuto. Por fin Franco sacó su verga reluciente y se sentó en la cama. El otro dio la vuelta y le ofreció su verga chorreante para que se la limpiara. El tercero dejó de masturbarse y acercándose tomó los líquidos que salían del cuerpo de mi esposa y comenzó a lubricar su culo con dos dedos. Luego de un rato apoyó su verga y lentamente fue sodomizándola. Mi mujer gemía con la verga del segundo en la boca , verga que había comenzado a endurecerse nuevamente, llenándole toda la boca. El dueño de la verga le sostenía la cara y no la dejaba soltarla, por lo que ella estaba obligada a soportar la sodomización sin chistar. Franco miraba todo y era evidente que se estaba volviendo a excitar.
- Bien Emiliano, ¿ Se siente bien el culito? Hmmm. Que noche hermosa que estamos pasando, dale, dale llenalo de una vez que también quiero probarlo, vamos dale fuerte, dale fuerte, alentaba Franco.
Emiliano el que estaba enculando a mi esposa, notó que ella ya lo recibía sin dolor y aceleró sus enviones para terminar vaciándose en sus entrañas. Gimió como si tuviera un ataque y al terminar de vaciarse cayó al suelo totalmente agotado. Rápidamente Franco dio la vuelta y poniéndose detrás de mi esposa la enculó salvajemente. Por suerte el culo ya estaba abierto de la sesión anterior.
- Que hermoso culo, señora. Como se lo vamos a llenar esta noche, decía Franco mientras aceleraba sus penetraciones. Mi mujer solo podía gemir. La verga en su boca había alcanzado su máxima distensión y el dueño la estaba cogiendo por la boca, entrando y saliendo. Por fin, Franco alcanzó también su orgasmo y se retiró.
- Ahora me toca a mí, señora, dijo el tercero. ¿ me permite que la encule? Dijo sacando la verga de la boca de mi mujer.
- Hazlo, por favor, hazlo, suplicó mi mujer, totalmente emputecida.
- Espera, hagámoslo más entretenido dijo Emiliano y acostándose en la cama, le indicó a mi esposa que lo montara. Mi mujer lo hizo y se empaló rápidamente con la lanza del joven,nuevamente dura y caliente. Este la tiró hacia adelante de manera que su culo quedó en pompa a disposición del otro, que subió a la cama, se acomodó y la penetró. Allí estaba mi mujer doblemente penetrada por unos jovenes incansables. Cuando se sintió totalmente empalada, comenzó a alcanzar un orgasmo detrás de otro, a sollozar y gemir, pidiendo que la partieran en dos, y de a ratos pidiendo que la dejaran que no daba mas. Los jovenes por supuesto se reían y no le hacían caso mientras le daban como para que tenga.
Por fin, el que estaba en su culo se vació a los gritos, y unos minutos después fue el turno de Emiliano que la llenó sin contemplaciones. Todo había terminado.
Los jovenes se vistieron bromeando entre ellos y elogiando lo puta que era mi mujer.
Franco se acercó a ella.
- Querida, ve a bañarte que tenemos que llevarte de nuevo a la fiesta. Mi mujer se levantó y se fue al baño. Volvió envuelta en la toalla.
- La verdad que eres toda una yegua. Te volvería a dar masa, pero se hace muy tarde. Vamos vístete, le dijo Franco sonriendo. Ella se vistió, se arregló y salieron de la habitación. Uno de los jóvenes apagó la cámara y todo quedó a oscuras.
Quedé allí de una pieza. Quizás era cierto que mi mujer no volvería a verse con los compañeros de mi hija, pero luego de ver su cara de lujuria, tomé conciencia que estaba destinado a ser cornudo todos los días de mi vida. Ella no iba a poder vivir sin verga, y me iba a engañar todas las veces que pudiera.
Debía decidir si estaba dispuesto a vivir con esa convicción.
Llegó la graduación de mi hija, y concurrimos a la cena como todos los demás padres de los egresados. Me costó hacerme a la idea. Iban a estar allí esos muchachos que se acostaban con mi mujer cada vez que podían.Y yo tenía que simular mientras ellos sonreían y se burlaban con doble sentido. Pero como mi comportamiento no había sido del todo honesto, y mi mujer lo sabía, pensé que era el precio que tenía que pagar para mantener a mi matrimonio unido.
Entramos al salón y nos sentamos en la mesa que teníamos destinada. Nuestra hija se sentó con sus compañeros en otro lugar del salón.
A poco de estar sentados y mientras tomábamos una copa de vino, Fede se acercó a saludar.
- Como están uds. Un gusto verlos, dijo sonriente, y especialmente a Ud, dijo refiriendose a mi esposa. Espero que no se ofenda señor, pero su mujer está realmente hermosa, dijo insinuante.
Y era verdad. Un vestido negro largo, con la espalda abierta hasta la cintura y un escote en el frente que impedía usar cualquier tipo de sostén. La tela era gruesa y no traslucía, pero la punta de sus pezones podían adivinarse.
- No hay problemas, Fede, contesté simulando sonreir.
- Ay Fede, siempre tan atento, pero mira que hay muchas jovenes bonitas por allí que esperan tus atenciones, dijo mi mujer.
- Ud. sabe que lo digo con el respeto de siempre. No lo tome a mal. Espero que sigamos tratándonos como cada vez que fui a su casa, dijo con toda maldad.
- Siempre serás bien recibido, y ahora vete con tus amigos, dijo mi mujer sonrojándose. Le costaba mentir frente a mí, y el jueguito se notaba.
Yo me limité a tomar mi copa, vaciarla y de inmediato servirme otra. Y lo hice durante un rato largo, hasta sentirme mareado. En el interín Lucas y Gerardo también se acercaron a saludarla, a cual más seductor y siempre con doble sentido y riéndose en mi cara. Por dentro mi furia crecía. Pero el límite llegó cuando Fede vino a sacarla a bailar. Ella aceptó de inmediato, pero yo me levante y la detuve.
- Si no te molesta Fede, va a bailar primero conmigo, dije serio, lo que hizo que el muchacho se disculpara y se fuera por donde había venido. No estaba dispuesto a seguir callando.
Fuimos a la pista, y mi mujer estaba enojada.
- No tenías porque tratarlo así, me dijo mientras nos movíamos.
- Viviana, ya basta de este juego, dije un poco por el enojo y otro poco por el alcohol.
- No se de que juego hablas.
- Se todo lo que está pasando, dije decidido
- Me parece que tomaste de más, dijo ella tratando de desviar la conversación.
Y de pronto como una catarata le relaté con pelos y señales todo lo que había visto. Cuando terminé, ella se quedó callada.
- Y ¿ No vas a decir nada? La desafié.
- Me imagino que debes sentirte mal, como yo me sentía cuando las mujeres que se acostaban contigo me llamaban a casa preguntado por vos. Al principio no entendía nada, pero luego les decía que era tu madre, y ellas se presentaban como tus novias o amigas íntimas. A partir de allí, comencé a replantear nuestras relaciones.
- Nunca dijiste nada, traté de defenderme
- ¿ Para qué? La estúpida era yo que era fiel y me privaba de disfrutar del sexo sin compromisos. Nunca imaginé que era tan liberador. Ahora te comprendo, querido, pero a la vez es tarde para que cambie mis gustos.
- ¿ Quiere decir que vas a seguir engañándome?
- ¿ Engañarte? No, no voy a seguir engañándote, porque veo que sabes todo lo que hago, o casi todo al menos, y sin embargo no parece que te haya afectado mucho. Por el contrario, de un tiempo a esta parte está empezando a valer la pena tener sexo contigo. Estás mucho más caliente. Parece que los cuernos te sientan bien, dijo sonriendo, sin dejar de bailar.
- Y si te ordeno que dejes de hacerlo? Pregunté sin demasiada convicción.
- No servirá de nada. Nuestra hija está grande. Me quedan algunos años donde puedo disfrutar de los machos que quiera porque todavía estoy apetecible. Tendrías que escuchar las cosas que me dicen por la calle. Como si se dieran cuenta que estoy totalmente liberada. Si me obligas a elegir, elijo mi vida. Tú decides.
- Yo podría comprender que tuvieras un amante, pero no que te acuestes con tres niñatos amigos de tu hija.
- Al contrario maridito. Al ser varios, hay menos peligro de que te deje. Piénsalo. Y realmente tenía razón. Si se hubiera buscado un solo amante un poco mas grande, seguramente ya me habría abandonado, en cambio con estos jovenes era solo pura diversión. Me quedé callado.
- Me conviertes en la burla de todos ellos.
- Ya terminan la escuela y se van cada uno por su lado. No te preocupes, que ya no se burlarán de tí, después de esta noche. Ya se los dejé en claro. Hoy será la última vez que esté con ellos.
- ¿ Esta noche? ¿ Conmigo aquí? ¿ Y como pensabas hacerlo? Pregunté asustado.
- Dentro de un rato me voy a sentir un poquitín descompuesta y me voy a ir a casa. Tu te quedarás aquí a acompañar a nuestra hija. Antes que termine la noche voy a volver para terminar la fiesta con Uds. Y vas a sonreir sin quejarte, de acuerdo?, dijo dando media vuelta y volviendo a la mesa.
Me quedé en medio de la pista, de una pieza. Mi mujer era un monstruo. Una puta que no tenía ningún escrúpulo. Que me había dicho que iba a acostarse con sus tres amantes esa misma noche y en nuestra casa. Volví despacio a la mesa. Antes de llegar la vi volver a la pista con Fede.
- No me extrañes querido, que ya vuelvo, dijo sonriente cuando nos cruzamos.
Me senté en la mesa mientras mi mujer bailaba con el muchacho. Podia notar como el la rozaba sugestivamente y ella se reía a carcajadas. En otra mesa, Gerardo y Lucas miraban con lujuria la escena, y al verme me saludaron sonriendo con su mano.
No habían pasado diez minutos cuando mi mujer volvió a la mesa.
- Querido no me siento bien, necesito recostarme un rato. Quédate tú que Fede me va a llevar hasta casa. Dile a la nena que no se preocupe que en un rato vuelvo, dijo y sin esperar respuesta tomó su bolso y salió del brazo de Fede.
¿ Que hubieran hecho en mi lugar? Me quedé allí sentado, tomando y cenando mientras el tiempo pasaba. Sin embargo decidí hacérselas dificil. Fui y me senté con Gerardo y Lucas. Estaba decidido a no dejarlos solos y a ver como se la apañaban para escaparse con mi esposa.
Estuvimos tomando y charlando. No se en que momento vi que Fede había regresado, ni me importó.
Ni Gerardo ni Lucas se fueron de la fiesta. Conversamos animadamente y en ningún momento hicieron intento alguno por retirarse. Estuve siempre con ellos. A las 4 de la mañana mi mujer volvió. Estaba sonriente, pero se la notaba cansada.
Se acercó a la mesa donde estaba mi hija con los chicos y yo.
- ¿ Cómo estás mamá? le preguntó mi hija
- Bien querida, seguramente algo que comí me cayó mal, dijo con inocencia.
- Si, hay que tener cuidado con lo que uno se lleva a la boca, dijo Gerardo con inocencia, pero lo bueno es que un rato de cama enseguida nos carga las pilas, y lo miraba con picardía a Lucas.
- Es verdad Gerardo. Lo importante es la cama y un poco de ejercicio, para mantenerse en forma, dijo Lucas siempre con doble sentido.
Viviana sonrió y me miró. Yo me hice el desentendido. No dije una sola palabra.
Hacia las 6 de la mañana volvimos a casa, y sin decir palabra, nos acostamos.
Al principio me dio asco acostarme en esa cama imaginando lo que había pasado hacía un rato, pero el exceso de vino hizo que me durmiera por fin. Soñé con Gerardo y Lucas masturbándose ante la calentura de no haberse podido aprovechar de mi esposa, y me sentí bien.
Al otro día dormí hasta tarde. Mi mujer se levantó antes que yo y ayudó a mi hija a preparar sus cosas, ya que iban a reunirse con sus compañeros en la casa de otra amiga. Y sobre el mediodia partió quedando los dos solos en la casa.
Viviana volvió al dormitorio, y se sentó en la cama de mi lado, esperando que me despertara. Yo estaba despierto pero seguí fingiendo un rato hasta que al final abrí los ojos.
- Buen día, dormilón, dijo como si nada pasara.
- Buenos días, contesté secamente.
- ¿ Quieres comer algo?
- No, realmente no tengo hambre, dije serio.
- Ya pasó querido. Todo ha terminado. No volverás a ver a los amigos de tu hija por esta casa. Cumplo lo que te dije ayer.
- ¿ La pasaste bien? Pregunté convencido de que me iba a mentir. Sus amiguitos no habían estado con ella. Yo los vigilé personalmente.
- Sinceramente, mejor de lo que esperaba. Debo reconocer que por un momento me dio pena haberte dejado en la fiesta, y privarte de ver lo que aquí ocurría, sabiendo que te excita mirar ( dijo aprovechando para hacerme sentir más culpable). Te contaré solo el comienzo. Salimos de la fiesta y subimos al auto de Fede. Apenas nos sentamos comenzó a besarme. El auto estaba estacionado en el parque, en un lugar muy oscuro y lejos de la vista de todos. Traté de frenarlo diciendole que teníamos toda mi casa para nosotros solos, pero no se detuvo.
- me pone tenerte en mi auto, sabes? Y dime ¿ Cuanto hace que no te cogen en un auto? ¿ No quieres revivirlo? Me dijo mientras comenzó a acariciarme las tetas y una de sus manos se perdía entre mis piernas. Luego de un rato me pidió que pasáramos al asiento trasero. Miré para todos lados y no había nadie cerca, así que bajé del auto y abrí la puerta trasera. En ese momento, Fede que había bajado y estaba a mi lado me detuvo e hizo que me arrodillara sobre el asiento trasero, y allí detrás mío abrió su bragueta, extrajo su verga y levantando mi vestido sobre mi espalda, corrió mi tanga y de una me clavó hasta el fondo. Tuve que aferrarme del respaldo del asiento para no caer hacia adelante. La sensación fue fabulosa, debo confesar. Así en esa posición me bombeó durante varios minutos para terminar vaciándose dentro mío. Todo fue rápido y bestial. Me sentí como si de nuevo tuviera 18 años y hubiera estado con mi noviecito. No llegué a acabar pero te aseguro que quedé muy excitada. Cuando terminó me hizo sentar de nuevo adelante. Y partimos. Apenas salimos del estacionamiento me tomó del cuello y me bajó para que le chupara la pija, cosa que hice con placer. Su verga estaba húmeda de su corrida, y morcillona, pero con mi tratamiento, cuando llegamos a casa estaba más dura que antes. En fin, me dio pena que te perdieras lo que pasaría, así que lo convencí a Fede de que instalara una cámara y filmamos todo.
- Estás mintiendo para hacerte la importante, ya te descubrí. A tus amiguitos los vigilé toda la noche y nunca vinieron aquí, así que deja de actuar para darme celos, dije con total seguridad.
Viviana me miró sorprendida, y su sorpresa se transformó en una risa contagiosa y mordaz.
- No te puedo creer, jijijii, ¿ Así que vigilaste a los muchachos toda la noche? Eres increíble, mira, en el living tienes el dvd colocado. Si te interesa puedes sacarte las dudas. Si no eres tan consentidor como yo pienso, lo puedes sacar y tirar. Yo me voy a caminar un rato, vuelvo esta tarde, cuando hayas digerido bien la situación. Y dándome un beso en la boca salió de la casa.
Me quedé allí acostado. Tenía una erección insoportable. No podía ser que me excitara imaginando a mi mujer con otros hombres. Y a la vez me sentía humillado. Mi mujer pensaba que era un cornudo consciente y que disfrutaba de mis cuernos, y me dejaba un video para que yo viera lo puta que era. Pero yo estaba seguro que solo fanfarroneaba haciéndose la comehombres.
En fin, me levanté y lentamente me dirigí al living. La luz roja del dvd encendido me llamaba como si fuera un faro. Dudé unos segundos. Fui hasta la puerta y cerré por dentro. No quería que ella volviera y me sorprendiera . Me dispuse a ver lo que había hecho, aunque dudaba de que fuera mucho más de lo que ya me había contado.
Una imagen que se movía. Claramente alguien estaba regulando la cámara para que tomara bien la escena. Era mi dormitorio. Estaba en un rincón y tomaba casi todo el ambiente y la puerta de ingreso. La cama quedaba en el medio de la pantalla. En ese momento, mi mujer entró en cuadro. Tenía puesto el vestido de fiesta, pero rápidamente comenzó a desnudarse.
- No quiero que se arrugue el vestido. Tengo que volver a la fiesta, dijo sonriendo a alguién que estaba al lado de la cámara. Un hombre salió de un costado y se dirigió al medio de la habitación. Era Fede. Se sentó en la cama del otro lado, mientras mi mujer se desnudaba.
- Trato de imaginarme como serías a los 20 años, y no puedo creer que pudieras ser más hermosa que ahora, dijo mientras comenzaba a desabrocharse la camisa.
- No te burles, dijo mi esposa sonriendo pero a a la vez halagada por la frase del joven, mientras terminaba de desnudarse, sacándose toda la ropa que tenía.
- Ven, termina de desnudarme, dijo Fede, y mi esposa de forma muy sensual se acercó al joven y terminó de desabrocharle la camisa y se la quitó. Luego se arrodilló y desabrochó el cinto y el pantalón. Le quitó los zapatos y los calcetines y luego le bajó los pantalones y el slip,maniobra que Fede acompañó levantándose un poco para facilitar la tarea.
- Acuestate, le dijo el joven, y mi esposa le obedeció.
Fede se levantó, mostrando una erección plena. Subió a la cama y se acomodó entre las piernas de mi esposa, que las separó y las flexionó. El joven comenzó a besar su cuerpo y fue subiendo hasta llegar a su cara.
- Te aviso que voy a durar mucho esta vez, ya que es mi segundo polvo. Vamos guiala a su lugar le dijo acariciando su rostro. Y la mano de mi mujer buscó entre ambos cuerpos. Cuando consiguió dirigirla, el joven avanzó unos centímetros, y cuando aseguró estar en buena posición, tomando los hombros de mi esposa se hundió hasta el fondo. Despacio comenzó a poseerla con movimientos profundos y eróticos. Mi esposa lo recibía con suspiros y gemidos. Debía sentirse llena.
Tiraron durante varios minutos. En un momento giraron y de costado siguieron. Fede alternaba besos y caricias por todo el cuerpo de mi esposa que quedaba a su alcance. Luego de un rato, otro medio giro y mi esposa comenzó a cabalgarlo. Acomodó sus rodillas y empezó a subir y bajar por ese mástil que se veía cada vez mas duro y húmedo. Se decían cosas al oído que la cámara no llegaba a definir. Suspiros, gemidos, grititos, era toda una fiesta de sexo. Por fin, ella desmontó y se acomodó en cuatro patas sobre la cama, y Fede levantándose se acomodó a su grupa y la volvió a penetrar hasta el fondo. Tomándola de la cintura siguió penetrándola con ganas. Una mano de mi esposa se acomodó entre sus piernas y cuando la penetraban hasta el fondo, acariciaba las pelotas del macho que disfrutaba de ese tratamiento. Miré el reloj. Hacía media hora que la había ensartado por primera vez, y no había miras de que esto terminara pronto.
Al rato, el macho desmontó y hizo que se pusiera de costado, de frente a la cámara, y colocándose detrás de ella, levantó una de sus piernas y acomodándose volvió a clavarla. La cara de goce de mi mujer era digna de un cuadro. El le tomó las tetas mientras aceleraba sus penetraciones. Mi mujer con su mano apretaba el muslo del macho, como si le pidiera que le diera más y mas. Por fin Fede comenzó a gritar.
- ¡ Puta, puta! ¡ Te llleno, tómate todo! Y sonidos guturales reflejaban la fuerza de la acabada que estaba consiguiendo y la leche que estaba soltando. Mi mujer con los ojos cerrados, llegó al climax y acompañaba con gemidos esa leche que seguramente la estaba quemando. Luego de varias convulsiones, los dos se quedaron quietos, recuperándose. 45 minutos de puro sexo.
Lentamente Fede salió de mi mujer y se quedó boca arriba, con una expresión de placer muy comprensible. Uno no se tira semejante hembra todos los días.
- Bueno, tengo que volver a la fiesta, Vivi, además tendrás otras visitas, dijo sonriendo.
- Si, en un rato vendrán Gerardo y Lucas, dijo mi mujer. Interiormente me sonreí de satisfacción.
- No Vivi, hubo un cambio de planes
-¿ Qué cambio? Dijo mi mujer alarmada. Y yo abrí los ojos mas alarmado que ella.
- Tus chicos me debían unos favores así que les cambié el espacio. Tengo unos amigos que desean conocerte. Ni Gerardo ni Lucas vendrán esta noche, los dejé encargados de que se aseguraran de que tu esposo no apareciera por acá, pero te aseguro que no estarás sola.
- ¿ Estás loco? Dijo Viviana sentándose en la cama.
- Espera y verás, dijo saliendo de dormitorio. Mi mujer, sorprendida, se tapó con la sábana. Se la veía un poco asustada. En ese momento Fede volvió a entrar, acompañado de otro muchacho que no reconocí. Moreno, alto, alrededor de 20 años.
- Franco es mi compañero de Volley y le prometí que serías muy buena y complaciente. ¿ No de defraudarás, verdad? Dijo mientras se acercaba a la cama. Mi mujer estaba muda. Fede se sentó juntó a ella y tomándola de la cara se apoderó de su boca salvajemente. Luego de unos instantes mi mujer comenzó a responder a sus besos, y en ese momento el otro muchacho se desnudó rápidamente. Tenía un cuerpo atlético y una verga de buen tamaño. Por lo menos 18 cm. Y un grosor respetable. Se acercó a la cama y rápidamente quitó la sabana que cubría a mi esposa , para comenzar a chuparle las tetas con desesperación. Mi mujer intentó oponerse pero Fede no le soltaba la boca. Al sentirse entre dos machos fue perdiendo el control y sus intentos de protestar desaparecieron. Cuando Fede notó su entrega la dejó. Franco la tomó de la cintura y la levantó de la cama de un solo envión. Se sentó en la cama, y poniéndola de espaldas a él, lentamente la hizo descender sobre su verga, ensartándola lentamente. Mi mujer no podía creer lo que estaba pasando. La habían manejado como una muñeca y nuevamente estaba empalada por un macho, y prácticamente desconocido.
Cuando la clavó totalmente, dejó su cintura y la tomó de las tetas.
- Puedes empezar a moverte cuando quieras, le dijo, y mi mujer como una autómata, apoyándose en las piernas de macho comenzó a subir y bajar. Se podía ver como esa verga entraba y salía. En ese momento dos muchachos mas entraron a la habitación, mientras Fede salía lentamente. Mi mujer que evidentemente estaba con los ojos cerrados disfrutando de las sensaciones no se había dado cuenta de los nuevos invitados, los que rápidamente se desnudaron, y se quedaron al pie de la cama masturbándose mientras disfrutaban de la escena. Uno de ellos, el mas alto tenía una verga más corta, calculo unos 15 cms. Pero de un grosor importante. El otro, en cambio, superaba holgadamente la verga de Frando tanto en largo como en grosor.En un momento el de la verga mas corta se paró frente a mi esposa, y dejó su verga frente a su cara. En ese momento se nota que mi mujer abrió los ojos y se encontró con esa herramienta que la desafiaba. Se tiró para atrás pero el joven la tomo de los cabellos y la obligó a ir hacia adelante e introducirse la verga en la boca. Cuando empezó a chupar se quedó quieta, y es que no podía moverse pues no tenía lugar para hacerlo.
- Espera que así no puede cogerme, le dijo Franco al joven el que se retiró con pocas ganas. Rápidamente se levantó, sin sacar su verga del sexo de mi esposa, y fue dándose vuelta hasta que la hizo arrodillarse en la cama. En esa posición siguió el mete y saca, y otro joven dio la vuelta y se arrodilló sobre la cama, ofreciéndole nuevamente su verga, y mi mujer ahora con decisión la tomó de una y comenzó a tragarsela.
- Ahora si vamos a alguna parte, dijo Franco riendo.
- Es toda una puta, Franco, toda una puta, decía el joven que disfrutaba de la fellatio.
- Voy a probar esa boquita, cambiemos, dijo sacando su verga de mi mujer. Dio la vuelta y mientras se acomodaban cada uno en el lugar del otro, siguieron con esa escena digna de una pelicula porno. Mi mujer era simplemente un objeto puesto ahí para satisfacer a esos muchachos cargados de hormonas.
- Realmente chupa muy bien, Creo que le voy a dar de comer a esta putita, dijo Franco y comenzó a gritar mientras se vaciaba en la boca de mi mujer. Las sensaciones eran muy fuertes y mi mujer comenzó a acabar mientras tragaba el semen del macho y unas lágrimas se escapaban de sus ojos. En ese momento el que estaba a su grupa aceleró y se vació también completamente. Se quedaron allí un minuto. Por fin Franco sacó su verga reluciente y se sentó en la cama. El otro dio la vuelta y le ofreció su verga chorreante para que se la limpiara. El tercero dejó de masturbarse y acercándose tomó los líquidos que salían del cuerpo de mi esposa y comenzó a lubricar su culo con dos dedos. Luego de un rato apoyó su verga y lentamente fue sodomizándola. Mi mujer gemía con la verga del segundo en la boca , verga que había comenzado a endurecerse nuevamente, llenándole toda la boca. El dueño de la verga le sostenía la cara y no la dejaba soltarla, por lo que ella estaba obligada a soportar la sodomización sin chistar. Franco miraba todo y era evidente que se estaba volviendo a excitar.
- Bien Emiliano, ¿ Se siente bien el culito? Hmmm. Que noche hermosa que estamos pasando, dale, dale llenalo de una vez que también quiero probarlo, vamos dale fuerte, dale fuerte, alentaba Franco.
Emiliano el que estaba enculando a mi esposa, notó que ella ya lo recibía sin dolor y aceleró sus enviones para terminar vaciándose en sus entrañas. Gimió como si tuviera un ataque y al terminar de vaciarse cayó al suelo totalmente agotado. Rápidamente Franco dio la vuelta y poniéndose detrás de mi esposa la enculó salvajemente. Por suerte el culo ya estaba abierto de la sesión anterior.
- Que hermoso culo, señora. Como se lo vamos a llenar esta noche, decía Franco mientras aceleraba sus penetraciones. Mi mujer solo podía gemir. La verga en su boca había alcanzado su máxima distensión y el dueño la estaba cogiendo por la boca, entrando y saliendo. Por fin, Franco alcanzó también su orgasmo y se retiró.
- Ahora me toca a mí, señora, dijo el tercero. ¿ me permite que la encule? Dijo sacando la verga de la boca de mi mujer.
- Hazlo, por favor, hazlo, suplicó mi mujer, totalmente emputecida.
- Espera, hagámoslo más entretenido dijo Emiliano y acostándose en la cama, le indicó a mi esposa que lo montara. Mi mujer lo hizo y se empaló rápidamente con la lanza del joven,nuevamente dura y caliente. Este la tiró hacia adelante de manera que su culo quedó en pompa a disposición del otro, que subió a la cama, se acomodó y la penetró. Allí estaba mi mujer doblemente penetrada por unos jovenes incansables. Cuando se sintió totalmente empalada, comenzó a alcanzar un orgasmo detrás de otro, a sollozar y gemir, pidiendo que la partieran en dos, y de a ratos pidiendo que la dejaran que no daba mas. Los jovenes por supuesto se reían y no le hacían caso mientras le daban como para que tenga.
Por fin, el que estaba en su culo se vació a los gritos, y unos minutos después fue el turno de Emiliano que la llenó sin contemplaciones. Todo había terminado.
Los jovenes se vistieron bromeando entre ellos y elogiando lo puta que era mi mujer.
Franco se acercó a ella.
- Querida, ve a bañarte que tenemos que llevarte de nuevo a la fiesta. Mi mujer se levantó y se fue al baño. Volvió envuelta en la toalla.
- La verdad que eres toda una yegua. Te volvería a dar masa, pero se hace muy tarde. Vamos vístete, le dijo Franco sonriendo. Ella se vistió, se arregló y salieron de la habitación. Uno de los jóvenes apagó la cámara y todo quedó a oscuras.
Quedé allí de una pieza. Quizás era cierto que mi mujer no volvería a verse con los compañeros de mi hija, pero luego de ver su cara de lujuria, tomé conciencia que estaba destinado a ser cornudo todos los días de mi vida. Ella no iba a poder vivir sin verga, y me iba a engañar todas las veces que pudiera.
Debía decidir si estaba dispuesto a vivir con esa convicción.
6 comentarios - Mi mujer atiende a dos amigos de mi hija ( 3ra. y final)
Saludos Misko
Saludos! Buen regalo repito!