Jorgelina Fasset, es una profesional de 29 años, casada hace poco más de 6 meses. Ella cuanta con una carrera exitosa, fruto de un esmerado estudio universitario con el que obtuvo 9.20 de promedio general.
Es una de las gerentes más jóvenes de su empresa, habiendo ingresado como joven profesional hace 4 años. Durante mucho tiempo, fue la fantasía de mujer para muchos en la empresa. Desde hace medio año
De cabello castaño, flaca, 1,75 metros de altura y una figura esbelta, Jorgelina se ha transformado desde hace poco tiempo (a raíz de su casamiento) en el deseo de muchos que darían al menos 1 año de sus vidas por una noche con ella.
Es el deseo de muchos hombres que la quisieran en su cama, y la envidia de muchas mujeres que quisieran tener un cuerpo como el de ella. Se sabe linda, pero no es histérica, por el contrario, su gran nivel de extroversión y su carisma con la gente, es inversamente proporcional a su fidelidad.
Nunca podría decirse que Jorgelina es una calienta pitos o que "lo que le pasó se lo merecía". Pero la vida a veces es injusta y en el caso de ella, le jugó una mala pasada.
Llegando Diciembre, la compañía había organizado la fiesta de fin de año en uno de los mejores hoteles de la ciudad. Todos los años, y como en todas las empresas, los comentarios del día posterior a la fiesta estaban siempre relacionados con "quien se cogió a quien".
Sobre Jorgelina poco se decía, porque ella se iba temprano de la fiesta, diciendo risueñamente – "Soy como la Cenicienta… hay horas en que debo volver a mi casa".
El año pasado, y con motivo de su casamiento, Jorgelina no asistió a la fiesta, y ello no pasó desapercibido para nadie.
Este año, ya no pudo rehusarse, y se preparó como en años anteriores: con una gran producción en su vestimenta, su maquillaje y su peinado. Nada pomposo, quizás porque todo, hasta el trapo más simple, le quedaba bien.
Pero este año, iba a ser distinto.
La fiesta comenzó temprano, como un Happy hour donde, 5 Gerentes de División tenían la firme intención de hacer realidad su deseo de poseerla por una noche. Y habían preparado una trampa que la llevaría a un camino sin retorno.
Sólo Jorge Pettrallia (uno de los 5 hombres citados) se sentó en la mesa con ella: a su lado, pero constantemente hablando con otras personas de la mesa. Casi como si la presencia de ella fuera intrascendente.
Apenas se levantaron para los primeros bailes, Jorge, adujo un esguince en el tobillo que le impedía bailar, se quedó solo en la mesa y sin que nadie lo mire le mezcló el contenido de un sobre de Éxtasis finamente procesado en la copa de champagne de Jorgelina, en la suya, y en la de Esteban Gonsalez, un gerente de sucursal que se sentó del otro lado de ella.
Aún cuando se equivocara de copa, Jorgelina tomaría la droga que le iniciaría el camino a su perdición.
Cuando la mayoría llegaron a la mesa, se abalanzaron sobre sus respectivas copas por la sed que tenían. Ella estaba radiante, feliz… y sedienta. Tomó de su copa y esperó por más, Jorge volcó a propósito su copa de champagne, haciéndolo pasar como un mero accidente. Y dado que Esteban estaba todavía bailando, le ofrece a Jorgelina la copa de él, diciéndole: - "Tomá vos de ésta que estás sedienta, total Esteban no está. Yo ahora me pido una para mí y otra para él.
Mientras Jorgelina tomaba su segunda copa "preparada", Jorge se ocupó de conseguir otra copa para Esteban y luego dijo a todos: - "Les pido disculpas, pero el dolor del tobillo me está matando, aparte ya es casi la una de la mañana, mejor me marcho a casa".
Frente a todos, Jorge se retiró a su casa a esa hora, cuando en realidad sólo pasó frente a la mesa de sus cuatro amigos de juerga, para dirigirse a un cuarto. En menos de media hora, los 4 restantes y bajo diferentes excusas, se retiraron de la mesa donde estaban.
Jorge se refugió en la suite 924, esperando a que comenzara la fiesta.
Carlos Bentevecchia, era ahora el encargado de "seguir" al objetivo. Sacó a bailar a Jorgelina para que la droga se mezclara más rápidamente en su cuerpo y fuera una presa fácil en poco tiempo.
Y así fue. No pasaron dos temas que Jorgelina le miró a Carlos y le dijo: "Sabés?, no me siento muy bien… me voy a pedir un remise para que me lleve a casa". Carlos asintió y le dijo, "OK pero si no te sentís bien, dejame que te acompañe hasta que tomes el remise". – "OK gracias", dijo ella con una sonrisa de gratitud y seducción.
Ella misma llamó a la compañía de remise y le prometieron un auto en media hora. Sentados en el lobby del hotel, Jorgelina cada vez podía modular menos su voz y la mezcla de droga con champagne le había dejado casi dormida.
Allí entró en acción Julián Galves (el tercero de los cinco) que llega con un auto alquilado color azul, similar a un remise. Carlos le dijo: - "Llego tu auto, Jor" y ella caminó con dificultad hasta él. La droga ya le había afectado casi todos sus sentidos. Tanto que no reconoció a Julián como chofer. Le dio la dirección de su casa, y se limitó a cerrar un poco los ojos para ver si se sentía mejor así.
Julián dio varias vueltas con el auto, hasta que Jorgelina estaba casi desmayada. En ese instante, enfiló con el auto hacia el estacionamiento subterráneo y paró cerca del ascensor más lejano, a bordo del cual estaba Lisandro ( el cuarto de los 5 hombres). Éste abrió la puerta trasera del auto y sacó a Jorgelina que balbuceaba algunas palabras sin sentido, entrándola con él en el ascensor.
Apretó el piso 9. Y de allí se dirigió al cuarto 924, donde esperaban Jorge, y Nicolás (el 5to hombre).
La suite estaba con muy poca luz. Llevaron a Jorgelina al dormitorio y el mismo Julián comenzó a desvestirla. Poco a poco, la ropa de ella iba cayendo al piso. Blazer, blusa, zapatos y pantalones. Quedó en ropa interior, tirada en el medio de la cama, solo para que Julián llamara a sus otros 4 socios para que la vieran por última vez semi-vestida. Parecían 5 lobos hambrientos relamiéndose ante la próxima comida.
Luego que los 4 se fueron al living, Julián terminó de desvestir a Jorgelina, le abrió las piernas, untó su vagina con un gel lubricante y comenzó a cogerla suavemente. Ella balbuceaba cosas sin sentido, pero todavía parecía estar poco conciente.
En 10 minutos, Julián había llenado su vagina de semen, sin que ella notara nada. Apenas abrió la puerta del dormitorio, Jorge tomó el lugar de Julián y subiéndole las piernas la penetro aprovechando la lubricación del gel y la buena descarga de leche que ésta había recibido.
De esa forma, Jorgelina fue recibiendo a uno y otro, que en diferentes posiciones cumplieron el sueño de su vida.
En poco más de media hora, la muchacha tenía la matriz y la vagina completamente llena del semen de sus 5 compañeros de trabajo.
Quizás todo hubiera terminado aquí. Pero Nicolás había traído más droga para hacer fructífera la noche. Comenzó colocando a Jorgelina en posición decúbito dorsal (como una perrita, bah) y ayudado por algunos de sus compañeros que le tapaban la boca y un orificio nasal, le hicieron aspirar unas líneas de cocaína.
Esto hizo que Jorgelina se despertara casi de golpe, pero solo para revolear los ojos casi incrédula y muda. No podía creer que estaba desnuda, con la parte interna de los muslos bañada en leche y totalmente mareada. 5 tipos la rodeaban. No sabía donde estaba. Casi no tenía conciencia de lo que estaba pasando.
Carlos le dijo suavemente al oído -"sólo es un sueño, disfrútalo". A lo que Jorgelina respondió con una suave y leve sonrisa. Por un momento creyó que sólo era un sueño, y que como una cenicienta, ya estaba acostada en su cama al lado de su marido.
Mientras dos de ellos la sostenían por los hombros, Carlos se puso detrás de ella y untando el ano con el gel, introdujo despacio, pero sin detenerse, todo su dedo índice, hasta el nudillo.
Ella lanzó un quejido de molestia. Se notaba que su culo era virgen, pero un dedo al fin y al cabo es tan ancho como pequeño sorete, con el cual, la molestia no era por la distensión del anillo del culo, sino de sentir un pedazo de carne que le entre por atrás.
Carlos sacó su dedo y comenzó a introducirle la cabeza de la pija. Jorgelina se estremeció, pero los dos que la sujetaban redoblaron su fuerza y no la dejaron ni moverse ni gritar.
Una vez que la cabeza ya se había acomodado en su recto, de golpe le introdujo el resto, lo que le produjo un pequeño llanto a la muchacha que ya se comenzaba a dar cuenta de lo que estaba pasando. El efecto de la droga hacía que no pudiera gritar. Ya la habían soltado y entonces quedaba solamente Carlos que tomándola suavemente ahora de la cintura le bombeaba dentro del recto más de 16 centímetros de una pija lo suficientemente ancha como para estar agrandándole el recto.
Como la vez anterior, cada uno de ellos, le fue llenando el culo de leche, uno a uno tuvieron cuidado que la leche del anterior no se perdiera y de ese modo, al finalizar el último, Jorgelina –casi sin querer- y como efecto del aire acumulado en sus tripas con tanto bombeo, lanzó un par de pedos acompañados por leche. El último de los cuales, ya tenía un color medianamente amarronado.
Jorgelina alcanzaba a decir "basta…. Basta" pero casi como un susurro.
La entrecruzaron en la cama, puesta boca arriba y mientras Nicolás le flexionaba las piernas hacia arriba, Julián se posicionaba cerca de su cabeza, colocándole su pija en la boca de ella, quien ofreció poca resistencia.
Nicolás comenzó a cogerla por el culo, y cuando ella se quejó, la pija de Julián le tapó las palabras que surgían de su boca. Nicolás comenzó a cambiar de agujero a discreción. Tres metidas por la concha, otras por el culo y así sucesivamente. Apenas ella sintió que la pija intercambiaba agujeros indiscriminadamente, zafó su boca de la pija de Julián y les pidió casi rogando: -"por favor, no me cambies de agujero, por los dos, no, que me voy a enfermar de cistitis".
Lisandro apareció entonces en el cuarto con una pequeñísima jeringa. Mientras Nicolás le sostenía su pié izquierdo fuertemente, aquél le inyectó cocaína por una vena cercana al tobillo.
Fueron los últimos momentos de lucidez de ella. Al poco tiempo se desmayó, casi al mismo momento que Julián le mandaba sus últimos restos de leche en la garganta.
A Nicolás, ya no le quedaba semen para darle, por lo que se le ocurrió ensartarle la pija hasta el fondo del culo, flexionarle las piernas, y comenzó a mearle los intestinos.
La idea de Nicolás prendió en el resto de los 4, quienes tomaron al cuerpo inmóvil de la muchacha como un mingitorio en el cual descargaron más de medio litro de orina cada uno.
Al término de tres horas, los 5 habían no solo alcanzado su fantasía, sino que además la habían desvirgado analmente y terminado con una perversión digna del Marqués de Sade.
Seis horas después, Jorgelina despertó por efecto del sol que entraba por una de las ventanas del cuarto. Sentía que la cabeza le reventaba, y apenas se pudo incorporar un poco, sintió el dolor en su vagina y ano.
Se agarró la panza, por los retorcijones que comenzó a sentir. Cuando se incorporó sentándose en la cama, vio con mucho asco, que alrededor de su vagina, las sábanas se encontraban húmedas y completamente manchadas con semen.
Comenzó a correrse de la cama para intentar bajar, y notó también que del ano había perdido semen, algo de mierda líquida y algunas aureolas amarillas coloreaban la sábana. Ya los retorcijones eran insoportables.
Corrió al baño, intentando aguantar el caudal de mierda líquida que en pocos instantes vació de sus tripas. Ni el olor hediondo de su mierda mezclada con la orina de sus compañeros le hizo imaginar siquiera que había sido objeto de una enorme enema humana.
Se metió en la ducha, se sentó, y abrió la llave. El agua comenzó a limpiarle el cuerpo, mientras un pequeño sollozo se transformó en un ataque de llanto que le duró más de media hora.
Cuando comenzó a secarse el cuerpo, sintió un dolor fuerte al pasar su toalla por el culo. Se pasó entonces un dedo por el ano, y descubrió asustada que su pequeño orificio anal parecía ahora una roseta hinchada (lo que le confirmaba que había sido cogida por el orto por varias personas, aunque no podía determinar cuántos ni quienes).
Rápidamente se vistió y no se atrevió a ir primero a su casa por temor que su marido se diera cuenta de lo que había pasado.
Llegó a su trabajo, y desde su oficina llamó a su casa, pidiéndole disculpas a su esposo por no haber llamado antes. "Me quedé a dormir en casa de Micaela", fue su excusa. Y dada la buena reputación de ella, su marido le creyó, sobre todo cuando ella le dijo: "no me sentía bien, por ahí algo me cayó mal y no quería molestarte tan tarde. Te juro que no va a volver a pasar. Te quiero".
Jorgelina colgó el teléfono y todavía su mente le daba vueltas. Podía recordarse subiéndose al remise y varias dos personas cogiéndola por culo y boca, pero no podía saber bien qué le había pasado.
Llamó a la agencia de remise para averiguar, y le dijeron que el auto había llegado al hotel a los 20 minutos, pero que no la había encontrado.
En su desesperación por huir, no había recabado en el número de cuarto, y solamente recordaba que había estado en un piso alto, pero no sabía cual.
El quinteto sexual, había cubierto cada pista que podría llevarlos a ellos. Todos tenían una coartada y a Jorgelina probablemente nada le cerraría.
Durante un tiempo, Jorgelina buscó con sus ojos, alguna mirada cómplice o casi delatora de quienes habían sido sus victimarios.
Como 5 caballeros, ninguno de ellos entrecruzó una mirada demás y guardaron para sí el recuerdo de esa noche de placer, probablemente esperando una próxima fiesta de fin de año.
Es una de las gerentes más jóvenes de su empresa, habiendo ingresado como joven profesional hace 4 años. Durante mucho tiempo, fue la fantasía de mujer para muchos en la empresa. Desde hace medio año
De cabello castaño, flaca, 1,75 metros de altura y una figura esbelta, Jorgelina se ha transformado desde hace poco tiempo (a raíz de su casamiento) en el deseo de muchos que darían al menos 1 año de sus vidas por una noche con ella.
Es el deseo de muchos hombres que la quisieran en su cama, y la envidia de muchas mujeres que quisieran tener un cuerpo como el de ella. Se sabe linda, pero no es histérica, por el contrario, su gran nivel de extroversión y su carisma con la gente, es inversamente proporcional a su fidelidad.
Nunca podría decirse que Jorgelina es una calienta pitos o que "lo que le pasó se lo merecía". Pero la vida a veces es injusta y en el caso de ella, le jugó una mala pasada.
Llegando Diciembre, la compañía había organizado la fiesta de fin de año en uno de los mejores hoteles de la ciudad. Todos los años, y como en todas las empresas, los comentarios del día posterior a la fiesta estaban siempre relacionados con "quien se cogió a quien".
Sobre Jorgelina poco se decía, porque ella se iba temprano de la fiesta, diciendo risueñamente – "Soy como la Cenicienta… hay horas en que debo volver a mi casa".
El año pasado, y con motivo de su casamiento, Jorgelina no asistió a la fiesta, y ello no pasó desapercibido para nadie.
Este año, ya no pudo rehusarse, y se preparó como en años anteriores: con una gran producción en su vestimenta, su maquillaje y su peinado. Nada pomposo, quizás porque todo, hasta el trapo más simple, le quedaba bien.
Pero este año, iba a ser distinto.
La fiesta comenzó temprano, como un Happy hour donde, 5 Gerentes de División tenían la firme intención de hacer realidad su deseo de poseerla por una noche. Y habían preparado una trampa que la llevaría a un camino sin retorno.
Sólo Jorge Pettrallia (uno de los 5 hombres citados) se sentó en la mesa con ella: a su lado, pero constantemente hablando con otras personas de la mesa. Casi como si la presencia de ella fuera intrascendente.
Apenas se levantaron para los primeros bailes, Jorge, adujo un esguince en el tobillo que le impedía bailar, se quedó solo en la mesa y sin que nadie lo mire le mezcló el contenido de un sobre de Éxtasis finamente procesado en la copa de champagne de Jorgelina, en la suya, y en la de Esteban Gonsalez, un gerente de sucursal que se sentó del otro lado de ella.
Aún cuando se equivocara de copa, Jorgelina tomaría la droga que le iniciaría el camino a su perdición.
Cuando la mayoría llegaron a la mesa, se abalanzaron sobre sus respectivas copas por la sed que tenían. Ella estaba radiante, feliz… y sedienta. Tomó de su copa y esperó por más, Jorge volcó a propósito su copa de champagne, haciéndolo pasar como un mero accidente. Y dado que Esteban estaba todavía bailando, le ofrece a Jorgelina la copa de él, diciéndole: - "Tomá vos de ésta que estás sedienta, total Esteban no está. Yo ahora me pido una para mí y otra para él.
Mientras Jorgelina tomaba su segunda copa "preparada", Jorge se ocupó de conseguir otra copa para Esteban y luego dijo a todos: - "Les pido disculpas, pero el dolor del tobillo me está matando, aparte ya es casi la una de la mañana, mejor me marcho a casa".
Frente a todos, Jorge se retiró a su casa a esa hora, cuando en realidad sólo pasó frente a la mesa de sus cuatro amigos de juerga, para dirigirse a un cuarto. En menos de media hora, los 4 restantes y bajo diferentes excusas, se retiraron de la mesa donde estaban.
Jorge se refugió en la suite 924, esperando a que comenzara la fiesta.
Carlos Bentevecchia, era ahora el encargado de "seguir" al objetivo. Sacó a bailar a Jorgelina para que la droga se mezclara más rápidamente en su cuerpo y fuera una presa fácil en poco tiempo.
Y así fue. No pasaron dos temas que Jorgelina le miró a Carlos y le dijo: "Sabés?, no me siento muy bien… me voy a pedir un remise para que me lleve a casa". Carlos asintió y le dijo, "OK pero si no te sentís bien, dejame que te acompañe hasta que tomes el remise". – "OK gracias", dijo ella con una sonrisa de gratitud y seducción.
Ella misma llamó a la compañía de remise y le prometieron un auto en media hora. Sentados en el lobby del hotel, Jorgelina cada vez podía modular menos su voz y la mezcla de droga con champagne le había dejado casi dormida.
Allí entró en acción Julián Galves (el tercero de los cinco) que llega con un auto alquilado color azul, similar a un remise. Carlos le dijo: - "Llego tu auto, Jor" y ella caminó con dificultad hasta él. La droga ya le había afectado casi todos sus sentidos. Tanto que no reconoció a Julián como chofer. Le dio la dirección de su casa, y se limitó a cerrar un poco los ojos para ver si se sentía mejor así.
Julián dio varias vueltas con el auto, hasta que Jorgelina estaba casi desmayada. En ese instante, enfiló con el auto hacia el estacionamiento subterráneo y paró cerca del ascensor más lejano, a bordo del cual estaba Lisandro ( el cuarto de los 5 hombres). Éste abrió la puerta trasera del auto y sacó a Jorgelina que balbuceaba algunas palabras sin sentido, entrándola con él en el ascensor.
Apretó el piso 9. Y de allí se dirigió al cuarto 924, donde esperaban Jorge, y Nicolás (el 5to hombre).
La suite estaba con muy poca luz. Llevaron a Jorgelina al dormitorio y el mismo Julián comenzó a desvestirla. Poco a poco, la ropa de ella iba cayendo al piso. Blazer, blusa, zapatos y pantalones. Quedó en ropa interior, tirada en el medio de la cama, solo para que Julián llamara a sus otros 4 socios para que la vieran por última vez semi-vestida. Parecían 5 lobos hambrientos relamiéndose ante la próxima comida.
Luego que los 4 se fueron al living, Julián terminó de desvestir a Jorgelina, le abrió las piernas, untó su vagina con un gel lubricante y comenzó a cogerla suavemente. Ella balbuceaba cosas sin sentido, pero todavía parecía estar poco conciente.
En 10 minutos, Julián había llenado su vagina de semen, sin que ella notara nada. Apenas abrió la puerta del dormitorio, Jorge tomó el lugar de Julián y subiéndole las piernas la penetro aprovechando la lubricación del gel y la buena descarga de leche que ésta había recibido.
De esa forma, Jorgelina fue recibiendo a uno y otro, que en diferentes posiciones cumplieron el sueño de su vida.
En poco más de media hora, la muchacha tenía la matriz y la vagina completamente llena del semen de sus 5 compañeros de trabajo.
Quizás todo hubiera terminado aquí. Pero Nicolás había traído más droga para hacer fructífera la noche. Comenzó colocando a Jorgelina en posición decúbito dorsal (como una perrita, bah) y ayudado por algunos de sus compañeros que le tapaban la boca y un orificio nasal, le hicieron aspirar unas líneas de cocaína.
Esto hizo que Jorgelina se despertara casi de golpe, pero solo para revolear los ojos casi incrédula y muda. No podía creer que estaba desnuda, con la parte interna de los muslos bañada en leche y totalmente mareada. 5 tipos la rodeaban. No sabía donde estaba. Casi no tenía conciencia de lo que estaba pasando.
Carlos le dijo suavemente al oído -"sólo es un sueño, disfrútalo". A lo que Jorgelina respondió con una suave y leve sonrisa. Por un momento creyó que sólo era un sueño, y que como una cenicienta, ya estaba acostada en su cama al lado de su marido.
Mientras dos de ellos la sostenían por los hombros, Carlos se puso detrás de ella y untando el ano con el gel, introdujo despacio, pero sin detenerse, todo su dedo índice, hasta el nudillo.
Ella lanzó un quejido de molestia. Se notaba que su culo era virgen, pero un dedo al fin y al cabo es tan ancho como pequeño sorete, con el cual, la molestia no era por la distensión del anillo del culo, sino de sentir un pedazo de carne que le entre por atrás.
Carlos sacó su dedo y comenzó a introducirle la cabeza de la pija. Jorgelina se estremeció, pero los dos que la sujetaban redoblaron su fuerza y no la dejaron ni moverse ni gritar.
Una vez que la cabeza ya se había acomodado en su recto, de golpe le introdujo el resto, lo que le produjo un pequeño llanto a la muchacha que ya se comenzaba a dar cuenta de lo que estaba pasando. El efecto de la droga hacía que no pudiera gritar. Ya la habían soltado y entonces quedaba solamente Carlos que tomándola suavemente ahora de la cintura le bombeaba dentro del recto más de 16 centímetros de una pija lo suficientemente ancha como para estar agrandándole el recto.
Como la vez anterior, cada uno de ellos, le fue llenando el culo de leche, uno a uno tuvieron cuidado que la leche del anterior no se perdiera y de ese modo, al finalizar el último, Jorgelina –casi sin querer- y como efecto del aire acumulado en sus tripas con tanto bombeo, lanzó un par de pedos acompañados por leche. El último de los cuales, ya tenía un color medianamente amarronado.
Jorgelina alcanzaba a decir "basta…. Basta" pero casi como un susurro.
La entrecruzaron en la cama, puesta boca arriba y mientras Nicolás le flexionaba las piernas hacia arriba, Julián se posicionaba cerca de su cabeza, colocándole su pija en la boca de ella, quien ofreció poca resistencia.
Nicolás comenzó a cogerla por el culo, y cuando ella se quejó, la pija de Julián le tapó las palabras que surgían de su boca. Nicolás comenzó a cambiar de agujero a discreción. Tres metidas por la concha, otras por el culo y así sucesivamente. Apenas ella sintió que la pija intercambiaba agujeros indiscriminadamente, zafó su boca de la pija de Julián y les pidió casi rogando: -"por favor, no me cambies de agujero, por los dos, no, que me voy a enfermar de cistitis".
Lisandro apareció entonces en el cuarto con una pequeñísima jeringa. Mientras Nicolás le sostenía su pié izquierdo fuertemente, aquél le inyectó cocaína por una vena cercana al tobillo.
Fueron los últimos momentos de lucidez de ella. Al poco tiempo se desmayó, casi al mismo momento que Julián le mandaba sus últimos restos de leche en la garganta.
A Nicolás, ya no le quedaba semen para darle, por lo que se le ocurrió ensartarle la pija hasta el fondo del culo, flexionarle las piernas, y comenzó a mearle los intestinos.
La idea de Nicolás prendió en el resto de los 4, quienes tomaron al cuerpo inmóvil de la muchacha como un mingitorio en el cual descargaron más de medio litro de orina cada uno.
Al término de tres horas, los 5 habían no solo alcanzado su fantasía, sino que además la habían desvirgado analmente y terminado con una perversión digna del Marqués de Sade.
Seis horas después, Jorgelina despertó por efecto del sol que entraba por una de las ventanas del cuarto. Sentía que la cabeza le reventaba, y apenas se pudo incorporar un poco, sintió el dolor en su vagina y ano.
Se agarró la panza, por los retorcijones que comenzó a sentir. Cuando se incorporó sentándose en la cama, vio con mucho asco, que alrededor de su vagina, las sábanas se encontraban húmedas y completamente manchadas con semen.
Comenzó a correrse de la cama para intentar bajar, y notó también que del ano había perdido semen, algo de mierda líquida y algunas aureolas amarillas coloreaban la sábana. Ya los retorcijones eran insoportables.
Corrió al baño, intentando aguantar el caudal de mierda líquida que en pocos instantes vació de sus tripas. Ni el olor hediondo de su mierda mezclada con la orina de sus compañeros le hizo imaginar siquiera que había sido objeto de una enorme enema humana.
Se metió en la ducha, se sentó, y abrió la llave. El agua comenzó a limpiarle el cuerpo, mientras un pequeño sollozo se transformó en un ataque de llanto que le duró más de media hora.
Cuando comenzó a secarse el cuerpo, sintió un dolor fuerte al pasar su toalla por el culo. Se pasó entonces un dedo por el ano, y descubrió asustada que su pequeño orificio anal parecía ahora una roseta hinchada (lo que le confirmaba que había sido cogida por el orto por varias personas, aunque no podía determinar cuántos ni quienes).
Rápidamente se vistió y no se atrevió a ir primero a su casa por temor que su marido se diera cuenta de lo que había pasado.
Llegó a su trabajo, y desde su oficina llamó a su casa, pidiéndole disculpas a su esposo por no haber llamado antes. "Me quedé a dormir en casa de Micaela", fue su excusa. Y dada la buena reputación de ella, su marido le creyó, sobre todo cuando ella le dijo: "no me sentía bien, por ahí algo me cayó mal y no quería molestarte tan tarde. Te juro que no va a volver a pasar. Te quiero".
Jorgelina colgó el teléfono y todavía su mente le daba vueltas. Podía recordarse subiéndose al remise y varias dos personas cogiéndola por culo y boca, pero no podía saber bien qué le había pasado.
Llamó a la agencia de remise para averiguar, y le dijeron que el auto había llegado al hotel a los 20 minutos, pero que no la había encontrado.
En su desesperación por huir, no había recabado en el número de cuarto, y solamente recordaba que había estado en un piso alto, pero no sabía cual.
El quinteto sexual, había cubierto cada pista que podría llevarlos a ellos. Todos tenían una coartada y a Jorgelina probablemente nada le cerraría.
Durante un tiempo, Jorgelina buscó con sus ojos, alguna mirada cómplice o casi delatora de quienes habían sido sus victimarios.
Como 5 caballeros, ninguno de ellos entrecruzó una mirada demás y guardaron para sí el recuerdo de esa noche de placer, probablemente esperando una próxima fiesta de fin de año.
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