Es el primer relato que publico así que me explayaré un poco en lo que llamo "reflexiones del autor". Si no te interesa, salta las cursivas y disfruta el relato.
Lo primero que quisiera aclarar es que éste es un relato que podría catalogarse más exactamente de erótico que de pornográfico pues no describe el coito, aunque muchos lo encontrarán demasiado explícito para los cánones de la literatura erótica convencional. Encuentro altamente probable que el relato sea más agradable al público femenino (quizá porque está orientado a ellas), dada su cadencia lenta y enfoque más… romántico, si se me permite abusar del vocablo. Incluso algunos podrán tildarlo de cursi. No es el tipo de relato que ayuda a sosegar un deseo desenfrenado e incontrolable
Manipulador y despiadado son dos calificativos que podrían describir mi faceta de escritor. Encuentro placer en acomodar las frases de forma que me permita manipular las emociones de mi lector y causarle determinadas sensaciones. En cuanto a esto carezco de escrúpulos. Si mi intención es hacerte odiar a un personaje, no tendré reparos en mostrarlo vil e inhumano, autor de bajezas terribles que rompan los tabúes más arraigados. Algunos podrán juzgarme como un enfermo mental o un ser malvado, para mí es un simple ejercicio mental donde acomodo palabras para causar el efecto deseado.
Y en este relato el efecto es un desliz de lasciva ternura.
La puerta de tu habitación se abre y las luces dentro se apagan, una sombra se desliza sin ser vista; de repente una mano se desliza por tu cintura y te abraza, mientras que otra te tapa la boca impidiéndote gritar, al principio te asustas, no sabes que puede pasar, en ese momento la persona que te sujeta te susurra un "te he extrañado todo el día, amor” al oído, y perversamente acaricia tu oreja con su lengua.
Entonces te suelta y te da la vuelta, volviéndote a abrazar, e, instintivamente localiza tus labios y te besa, pegándote contra su cuerpo, tu lo abrazas y notas que no trae camisa y comienza a meter sus manos extrañamente cálidas por debajo de tu blusa y a acariciar tu espalda, y lentamente, como bailando, te va acercando a la cama donde despacio, sin prisas y al tiempo que besa tus mejillas, tu cuello, tus orejas, te recuesta lentamente sin dejar de abrazarte ni de acariciar tu espalda. La poca luz que se filtra por la ventana te permite ver sus ojos que demuestran una ternura y pasión incontenibles, derritiéndose por ti, tratando de contener al voraz fuego de la lujuria que lo consume por dentro para regalártelo después; y así, tu hombre regresa a tus labios mientras te abraza fuertemente, acariciando y masajeando tu espalda y tus hombros, besa tus orejas, tu cuello, desliza su lengua por tus clavículas hasta morderte los hombros, y sin embargo, sigues vestida, te frustra sentir el contacto de sus labios por sobre la ropa; el poder sentir las caricias excitando tu piel, cada roce sutil, casi imperceptible como entre la tela se siente el calor de su aliento, como su respiración se agita al sentirte tan cerca; y sin embargo, sólo tela al fin, una tela cálida y suave que te roza la piel que no te permite sentir sus labios tocándote, deseándote, excitándote, deleitándose con tu tersa piel tensándose con cada suave roce al abrir la boca. No te queda duda, sabes que soy yo.
Mis manos siguen deslizándose por tu espalda, frotándola, masajeándola, puedes sentir la fuerza de mis brazos cuando las palmas abiertas de mis manos recorren tu espalda de arriba abajo una y otra vez, presionándote contra mí, deseando fundirme contigo en cada presión, disfrutando como te estremeces cuando mis manos suben hasta tu cuello y lo envuelven, o cuando bajan más allá de tu cintura y, por debajo de la ropa, sujetan firmemente tus glúteos, apretándolos, poseyéndolos por un instante, para después liberarlos y recorrer de nuevo tu cuerpo; liberando la atadura del sostén, para tener tu espalda libre, para gozarla a su entero placer. Mientras tanto, mi nariz trata de recorrer lo más posible la abertura de tu camisa, para que sus labios puedan besar tu piel desnuda; sin embargo desiste y te sigo besando por sobre la ropa, de repente, un beso en cada pecho, seco al final, sólo sientes la tela, el calor de su cuerpo a través de ella, y regreso a tus labios, donde mi lengua juega con la tuya en una danza lasciva y seductora, enredándose, bailando la una en torno a la otra dentro de nuestras bocas mientras los labios permanecen unidos, a veces mordidos, a veces succionados por los otros, tiernos, suaves, agresivos, pasionales.
Mis labios buscan entonces más allá, recorren tus mejillas hasta llegar a tus orejas, donde te susurro lo que te espera, cada detalle de lo que pienso hacerte, de cómo tengo planeado hacerte gozar, y recordándote con cada jadeo tuyo lo mucho que te deseo y te amo; entonces doy rienda suelta a mis dientes, que mordisquean tus orejas a placer; primero los lóbulos, luego más arriba; recorriendo su estructura con la lengua, es círculos, en espiral, encerrándola con los labios y succionándola, o de cualquier forma que te produzca placer, y en conjunto con mis manos, te mantenga con pasmadas convulsiones y estremecimientos de placer; todo, dentro de mis brazos, mientras tus manos tocan mi espalda desnuda, deseando que tu pecho pueda sentir mi calor, placer que yo, por el momento, me rehusó a darte.
Y poco a poco comienzo a bajar entre besos, mordidas y lengüetazos hacia tus hombros, comenzando por tu nuca, besándote, describiendo espirales descendientes con la lengua, poco a poco recorro tu cuello, disfrutando cada centímetro de su extensión; permitiéndote sentir mi respiración acompasada sobre la piel desnuda de este; todo mientras mis manos le brindan un generoso masaje a tus glúteos, rozando ocasionalmente tu vulva, robándote un gemido. Tiempo que aprovechas para despegarte un poco de mí y desabotonar tu camisa, rápidamente, antes de que pueda detenerte y frustrar tu intento de liberarte de la prenda que te apresa y te priva del placer de sentir mi piel en contacto con tu cuerpo desnudo; y de un solo movimiento la retiras. Ahora puedo avanzar más, besando y mordiendo tus trapecios, hasta llegar a una prenda que me detiene, el resorte de tu sostén me impide continuar así que lo sujeto con los dientes y lo hago a un lado, dejándote sentir mi aliento hasta llegar al hombro derecho, el cual beso, succiono, muerdo.
Ahora mis manos se entretienen masajeando tu cadera, subiendo por tu vientre de la misma forma que lo hicieron con la espalda, presionando, acercándote a mí, deseándote, y así te recorren desde las costillas hasta la cadera, disfrutando tu cintura, para volver de nuevo a tu bajo abdomen, que masajean hábilmente. Es entonces cuando mi lengua aflora de entre los dientes, y, deslizándose por sobre tus clavículas va de un hombro a otro un par de veces, deteniéndose esta vez en el hombro izquierdo; me pides un beso, sin embargo, no pienso complacerte de inmediato; comienzo el lento camino de regreso hacia tu boca; y nuevamente me detiene un tirante de tu sostén, y de la misma forma que hice con el otro, lo sujeto con los dientes y lo deslizo a tu hombro para que caiga; y, con esto, lo último que detenía esta prenda tuya desaparece, permitiendo que caiga al piso, y dejando a tu pecho a merced del calor que abrasa el mío, endureciendo tus pezones e invitándome a abrazarte por la espalda y pegarte más a mí. Mientras tanto, mis labios, recorren tu cuello hacia arriba, besando, mordiendo, hasta llegar a tus labios, que beso con deleite y placer.
Mientras nuestras bocas juegan, mis manos se deslizan por tu costado, acariciando tu figura, recorriendo tu cuerpo hasta la cadera, donde, presionando tu vientre se aproximan la una a la otra por el frente, recorriendo por sobre la orilla de la prenda que cubre tu piel; y al llegar al centro, desabotonan rápidamente esta; para después, volver a correr sobre tu piel, graciosas y rápidas, acariciándote sólo con la yema de los dedos, hasta ubicarse en tu costado, sobre la cadera, y, de un solo movimiento, firme, rápido, fuerte, tiran de esta hacia abajo, retirándola por completo y descalzándote al final. Al saberte sin esta prenda, dejo tus labios, mi cabeza se mueve hacia abajo y rea mordisquear tu cuello donde no me detengo mucho tiempo, recorro con mi lengua tu esternón hasta el final, subiendo de nuevo hasta la comisura de tu pecho, donde me desvío, rodeándolo con la lengua y comenzando a describir espirales con ella, aproximándome lentamente al centro y, justo cuando creías que besaría tu pezón, me detengo, y comienzo a mordisquear tu seno cerca de ese punto, besándolo, mordiéndolo, dejando que tu hermoso botón sienta mi aliento y desee entrar en mi boca, ser acariciado por mis labios; esta tortura te arranca un hilo de voz que muere como gemido. Mientras tanto, mis dedos se deslizan traviesamente sobre la última prenda que te cubre y guarda tu monte de Venus, robándote un gemido con cada roce. Con la lengua me deslizo hacia tu otro pecho, describiendo espirales de la misma forma en este, torturando tu otro pezón de la misma manera, dejándole sentir mi calor sin tocarlo; mientras tanto, me he desprendido de mi pantalón y he colocado mi cuerpo entre tus piernas, con mi pubis a la altura del tuyo, y con movimientos acompasados y sincrónicos a tu respiración, presiono con él tu vulva, bailando lentamente sobre ella, frotando mi cuerpo contra el tuyo, logrando que me abraces con tus piernas y me sujetes, impidiéndome escapar; sintiendo a través de mi única prenda como te humedeces y sintiéndote vibrar, estremecerte de placer en mis brazos.
Al fin decido detener mi tortura, pues parece encenderte más el vaivén de mi cadera con la tuya, y pienso en otorgarle a tus senos un placer indescriptible, así que atrapo uno de tus pezones entre mis labios, lo beso primero tiernamente, mientras masajeo con mis manos uno de tus senos y tu cadera; comienzo a sentir como se endurece al contacto con mis labios, comienzo a acariciarlo con la lengua, despacio primero, subiendo la velocidad con cada caricia haciendo que el ritmo de tu cadera se acelere; finalmente, lo envuelvo en mis labios y comienzo a succionarlo, con más fuerza cada vez, y al tiempo que lo mantengo sujeto dentro de mi boca, mi legua lo acaricia y se pasea sobre él frenéticamente, deseando causarte mucho placer. Mientras tanto, la mano que deje sobre tu pecho se entretiene jugando con él, al principio, masajea el seno completo, envolviéndolo y apretándolo, después, mis dedos comienzan a jugar con tu pezón, lo sujetan entre dos y lo presionan suavemente, sin lastimarlo, mientras un tercero lo acaricia dibujando siluetas sobre él, para luego, dejarlo libre y sujetar tu seno, apoyando la palma de mi mano sobre tu pezón y acariciarle con esta; comenzando al final de nuevo la operación. Y así cambio de pecho.
Ahora mi ropa interior se encuentra empapada, ha puedo sentir mis piernas húmedas con el elixir de tu placer, te encuentras enloquecida y me quieres dentro de ti, más que quererme, me necesitas formando parte de tu cuerpo; así que retiro la única prenda que te quedaba y masajeo tus senos con las yemas de mis dedos mientras mi lengua aflora y se desliza por tu vientre, deteniéndose un instante en tu ombligo y en tus caderas para besarlas y morderlas. Llego a tu pubis, completamente húmedo y fresco, pidiéndome con cada movimiento que te penetre, pero aun no estás lista; así que comienzo por abrir tus labios con mi lengua y me excito al sentir tu calor, tu embriagador aroma; aproximo mis labios a tu vulva para abrirla y acceder a sus secretos; esta cede sin problemas y me permite gozar de lo que hay dentro; mi lengua comienza a recorrerla de arriba abajo una y otra vez, incansable, sin detenerse, tus piernas atrapan mi cabeza y la presionan contra tu nicho, y, tras besar cada uno de tus labios menores, comienzo a introducir mi lengua en tu vagina, metiéndola una vez, y al sacarla recorrer tu vulva hacia arriba y estimular tu clítoris una vez, bajando de nuevo estimulándolo más para volver a tu vagina e introducir mi lengua de nuevo, realizo esto varias veces; entonces cambio la estrategia, le doy un beso con ternura a tu botón y después lo envuelvo con los labios, tal y como hice con tus pezones, pero sin morder, sin fuerza, sólo con una sutil presión y lo succiono lo suficiente para introducirlo dentro de mi boca y dejarlo a merced de mi lengua, quien comienza a acariciarlo, lamerlo, una y otra vez, despacio, mas rápido, una vez más y aumentando la velocidad con cada pasada, dejándome sentir como tiemblan tus piernas cada vez que lo succiono y lo acaricio, perdiéndome en el éxtasis de darte placer.
Regreso a tu boca, la beso tiernamente mientras tú me envuelves con tus piernas, ahora los dos estamos completamente desnudos, tu espalda esta empapada, puedo sentirlo al abrazarte, y te estrecho contra mi pecho, entre un beso y otro, te susurro al oído cuanto te amo, lo mucho que me gustas y cuan me fascina hacerte esto. Con un movimiento de cadera, coloco mi pene en dirección a tu vagina y moviendo lentamente la cadera comienzo a entrar en ti mientras te beso, apretándote más a mi cuerpo, sintiendo tu pecho desnudo, tu espalda mojada y nuestros pubis húmedos; entonces comenzamos nuevamente a bailar, con cada vaivén entro y salgo de ti, tus ojos están cerrados, estas gozando cada paso de nuestro camino al orgasmo, perdiéndote cada vez más en el placer que te doy y desconectándome con cada movimiento de tu cadera a mi del mundo real, existiendo sólo tú y yo como un solo ser capaz solo de sentir amor. Nos entregamos el uno al otro, moviendo nuestros cuerpos al mismo ritmo que laten nuestros corazones, un solo ritmo, sintiendo un placer indescriptible con cada movimiento; te siento entre mis brazos y es lo único que importa: tú, entregarme a ti, ser tuyo. De repente, comienzas a vibrar, a estremecerte entre mis brazos, puedo sentir como me presionas y me llamas para entrar más dentro de ti, como sube la temperatura de tu sexo y como comienzas a llegar al punto de máximo placer, esto termina de excitarme. Y así, abrazados y mirándonos a los ojos, en un tierno beso, llegamos juntos al punto donde dos almas se funden en una y, por un instante, somos un solo ser.
Lo primero que quisiera aclarar es que éste es un relato que podría catalogarse más exactamente de erótico que de pornográfico pues no describe el coito, aunque muchos lo encontrarán demasiado explícito para los cánones de la literatura erótica convencional. Encuentro altamente probable que el relato sea más agradable al público femenino (quizá porque está orientado a ellas), dada su cadencia lenta y enfoque más… romántico, si se me permite abusar del vocablo. Incluso algunos podrán tildarlo de cursi. No es el tipo de relato que ayuda a sosegar un deseo desenfrenado e incontrolable
Manipulador y despiadado son dos calificativos que podrían describir mi faceta de escritor. Encuentro placer en acomodar las frases de forma que me permita manipular las emociones de mi lector y causarle determinadas sensaciones. En cuanto a esto carezco de escrúpulos. Si mi intención es hacerte odiar a un personaje, no tendré reparos en mostrarlo vil e inhumano, autor de bajezas terribles que rompan los tabúes más arraigados. Algunos podrán juzgarme como un enfermo mental o un ser malvado, para mí es un simple ejercicio mental donde acomodo palabras para causar el efecto deseado.
Y en este relato el efecto es un desliz de lasciva ternura.
La puerta de tu habitación se abre y las luces dentro se apagan, una sombra se desliza sin ser vista; de repente una mano se desliza por tu cintura y te abraza, mientras que otra te tapa la boca impidiéndote gritar, al principio te asustas, no sabes que puede pasar, en ese momento la persona que te sujeta te susurra un "te he extrañado todo el día, amor” al oído, y perversamente acaricia tu oreja con su lengua.
Entonces te suelta y te da la vuelta, volviéndote a abrazar, e, instintivamente localiza tus labios y te besa, pegándote contra su cuerpo, tu lo abrazas y notas que no trae camisa y comienza a meter sus manos extrañamente cálidas por debajo de tu blusa y a acariciar tu espalda, y lentamente, como bailando, te va acercando a la cama donde despacio, sin prisas y al tiempo que besa tus mejillas, tu cuello, tus orejas, te recuesta lentamente sin dejar de abrazarte ni de acariciar tu espalda. La poca luz que se filtra por la ventana te permite ver sus ojos que demuestran una ternura y pasión incontenibles, derritiéndose por ti, tratando de contener al voraz fuego de la lujuria que lo consume por dentro para regalártelo después; y así, tu hombre regresa a tus labios mientras te abraza fuertemente, acariciando y masajeando tu espalda y tus hombros, besa tus orejas, tu cuello, desliza su lengua por tus clavículas hasta morderte los hombros, y sin embargo, sigues vestida, te frustra sentir el contacto de sus labios por sobre la ropa; el poder sentir las caricias excitando tu piel, cada roce sutil, casi imperceptible como entre la tela se siente el calor de su aliento, como su respiración se agita al sentirte tan cerca; y sin embargo, sólo tela al fin, una tela cálida y suave que te roza la piel que no te permite sentir sus labios tocándote, deseándote, excitándote, deleitándose con tu tersa piel tensándose con cada suave roce al abrir la boca. No te queda duda, sabes que soy yo.
Mis manos siguen deslizándose por tu espalda, frotándola, masajeándola, puedes sentir la fuerza de mis brazos cuando las palmas abiertas de mis manos recorren tu espalda de arriba abajo una y otra vez, presionándote contra mí, deseando fundirme contigo en cada presión, disfrutando como te estremeces cuando mis manos suben hasta tu cuello y lo envuelven, o cuando bajan más allá de tu cintura y, por debajo de la ropa, sujetan firmemente tus glúteos, apretándolos, poseyéndolos por un instante, para después liberarlos y recorrer de nuevo tu cuerpo; liberando la atadura del sostén, para tener tu espalda libre, para gozarla a su entero placer. Mientras tanto, mi nariz trata de recorrer lo más posible la abertura de tu camisa, para que sus labios puedan besar tu piel desnuda; sin embargo desiste y te sigo besando por sobre la ropa, de repente, un beso en cada pecho, seco al final, sólo sientes la tela, el calor de su cuerpo a través de ella, y regreso a tus labios, donde mi lengua juega con la tuya en una danza lasciva y seductora, enredándose, bailando la una en torno a la otra dentro de nuestras bocas mientras los labios permanecen unidos, a veces mordidos, a veces succionados por los otros, tiernos, suaves, agresivos, pasionales.
Mis labios buscan entonces más allá, recorren tus mejillas hasta llegar a tus orejas, donde te susurro lo que te espera, cada detalle de lo que pienso hacerte, de cómo tengo planeado hacerte gozar, y recordándote con cada jadeo tuyo lo mucho que te deseo y te amo; entonces doy rienda suelta a mis dientes, que mordisquean tus orejas a placer; primero los lóbulos, luego más arriba; recorriendo su estructura con la lengua, es círculos, en espiral, encerrándola con los labios y succionándola, o de cualquier forma que te produzca placer, y en conjunto con mis manos, te mantenga con pasmadas convulsiones y estremecimientos de placer; todo, dentro de mis brazos, mientras tus manos tocan mi espalda desnuda, deseando que tu pecho pueda sentir mi calor, placer que yo, por el momento, me rehusó a darte.
Y poco a poco comienzo a bajar entre besos, mordidas y lengüetazos hacia tus hombros, comenzando por tu nuca, besándote, describiendo espirales descendientes con la lengua, poco a poco recorro tu cuello, disfrutando cada centímetro de su extensión; permitiéndote sentir mi respiración acompasada sobre la piel desnuda de este; todo mientras mis manos le brindan un generoso masaje a tus glúteos, rozando ocasionalmente tu vulva, robándote un gemido. Tiempo que aprovechas para despegarte un poco de mí y desabotonar tu camisa, rápidamente, antes de que pueda detenerte y frustrar tu intento de liberarte de la prenda que te apresa y te priva del placer de sentir mi piel en contacto con tu cuerpo desnudo; y de un solo movimiento la retiras. Ahora puedo avanzar más, besando y mordiendo tus trapecios, hasta llegar a una prenda que me detiene, el resorte de tu sostén me impide continuar así que lo sujeto con los dientes y lo hago a un lado, dejándote sentir mi aliento hasta llegar al hombro derecho, el cual beso, succiono, muerdo.
Ahora mis manos se entretienen masajeando tu cadera, subiendo por tu vientre de la misma forma que lo hicieron con la espalda, presionando, acercándote a mí, deseándote, y así te recorren desde las costillas hasta la cadera, disfrutando tu cintura, para volver de nuevo a tu bajo abdomen, que masajean hábilmente. Es entonces cuando mi lengua aflora de entre los dientes, y, deslizándose por sobre tus clavículas va de un hombro a otro un par de veces, deteniéndose esta vez en el hombro izquierdo; me pides un beso, sin embargo, no pienso complacerte de inmediato; comienzo el lento camino de regreso hacia tu boca; y nuevamente me detiene un tirante de tu sostén, y de la misma forma que hice con el otro, lo sujeto con los dientes y lo deslizo a tu hombro para que caiga; y, con esto, lo último que detenía esta prenda tuya desaparece, permitiendo que caiga al piso, y dejando a tu pecho a merced del calor que abrasa el mío, endureciendo tus pezones e invitándome a abrazarte por la espalda y pegarte más a mí. Mientras tanto, mis labios, recorren tu cuello hacia arriba, besando, mordiendo, hasta llegar a tus labios, que beso con deleite y placer.
Mientras nuestras bocas juegan, mis manos se deslizan por tu costado, acariciando tu figura, recorriendo tu cuerpo hasta la cadera, donde, presionando tu vientre se aproximan la una a la otra por el frente, recorriendo por sobre la orilla de la prenda que cubre tu piel; y al llegar al centro, desabotonan rápidamente esta; para después, volver a correr sobre tu piel, graciosas y rápidas, acariciándote sólo con la yema de los dedos, hasta ubicarse en tu costado, sobre la cadera, y, de un solo movimiento, firme, rápido, fuerte, tiran de esta hacia abajo, retirándola por completo y descalzándote al final. Al saberte sin esta prenda, dejo tus labios, mi cabeza se mueve hacia abajo y rea mordisquear tu cuello donde no me detengo mucho tiempo, recorro con mi lengua tu esternón hasta el final, subiendo de nuevo hasta la comisura de tu pecho, donde me desvío, rodeándolo con la lengua y comenzando a describir espirales con ella, aproximándome lentamente al centro y, justo cuando creías que besaría tu pezón, me detengo, y comienzo a mordisquear tu seno cerca de ese punto, besándolo, mordiéndolo, dejando que tu hermoso botón sienta mi aliento y desee entrar en mi boca, ser acariciado por mis labios; esta tortura te arranca un hilo de voz que muere como gemido. Mientras tanto, mis dedos se deslizan traviesamente sobre la última prenda que te cubre y guarda tu monte de Venus, robándote un gemido con cada roce. Con la lengua me deslizo hacia tu otro pecho, describiendo espirales de la misma forma en este, torturando tu otro pezón de la misma manera, dejándole sentir mi calor sin tocarlo; mientras tanto, me he desprendido de mi pantalón y he colocado mi cuerpo entre tus piernas, con mi pubis a la altura del tuyo, y con movimientos acompasados y sincrónicos a tu respiración, presiono con él tu vulva, bailando lentamente sobre ella, frotando mi cuerpo contra el tuyo, logrando que me abraces con tus piernas y me sujetes, impidiéndome escapar; sintiendo a través de mi única prenda como te humedeces y sintiéndote vibrar, estremecerte de placer en mis brazos.
Al fin decido detener mi tortura, pues parece encenderte más el vaivén de mi cadera con la tuya, y pienso en otorgarle a tus senos un placer indescriptible, así que atrapo uno de tus pezones entre mis labios, lo beso primero tiernamente, mientras masajeo con mis manos uno de tus senos y tu cadera; comienzo a sentir como se endurece al contacto con mis labios, comienzo a acariciarlo con la lengua, despacio primero, subiendo la velocidad con cada caricia haciendo que el ritmo de tu cadera se acelere; finalmente, lo envuelvo en mis labios y comienzo a succionarlo, con más fuerza cada vez, y al tiempo que lo mantengo sujeto dentro de mi boca, mi legua lo acaricia y se pasea sobre él frenéticamente, deseando causarte mucho placer. Mientras tanto, la mano que deje sobre tu pecho se entretiene jugando con él, al principio, masajea el seno completo, envolviéndolo y apretándolo, después, mis dedos comienzan a jugar con tu pezón, lo sujetan entre dos y lo presionan suavemente, sin lastimarlo, mientras un tercero lo acaricia dibujando siluetas sobre él, para luego, dejarlo libre y sujetar tu seno, apoyando la palma de mi mano sobre tu pezón y acariciarle con esta; comenzando al final de nuevo la operación. Y así cambio de pecho.
Ahora mi ropa interior se encuentra empapada, ha puedo sentir mis piernas húmedas con el elixir de tu placer, te encuentras enloquecida y me quieres dentro de ti, más que quererme, me necesitas formando parte de tu cuerpo; así que retiro la única prenda que te quedaba y masajeo tus senos con las yemas de mis dedos mientras mi lengua aflora y se desliza por tu vientre, deteniéndose un instante en tu ombligo y en tus caderas para besarlas y morderlas. Llego a tu pubis, completamente húmedo y fresco, pidiéndome con cada movimiento que te penetre, pero aun no estás lista; así que comienzo por abrir tus labios con mi lengua y me excito al sentir tu calor, tu embriagador aroma; aproximo mis labios a tu vulva para abrirla y acceder a sus secretos; esta cede sin problemas y me permite gozar de lo que hay dentro; mi lengua comienza a recorrerla de arriba abajo una y otra vez, incansable, sin detenerse, tus piernas atrapan mi cabeza y la presionan contra tu nicho, y, tras besar cada uno de tus labios menores, comienzo a introducir mi lengua en tu vagina, metiéndola una vez, y al sacarla recorrer tu vulva hacia arriba y estimular tu clítoris una vez, bajando de nuevo estimulándolo más para volver a tu vagina e introducir mi lengua de nuevo, realizo esto varias veces; entonces cambio la estrategia, le doy un beso con ternura a tu botón y después lo envuelvo con los labios, tal y como hice con tus pezones, pero sin morder, sin fuerza, sólo con una sutil presión y lo succiono lo suficiente para introducirlo dentro de mi boca y dejarlo a merced de mi lengua, quien comienza a acariciarlo, lamerlo, una y otra vez, despacio, mas rápido, una vez más y aumentando la velocidad con cada pasada, dejándome sentir como tiemblan tus piernas cada vez que lo succiono y lo acaricio, perdiéndome en el éxtasis de darte placer.
Regreso a tu boca, la beso tiernamente mientras tú me envuelves con tus piernas, ahora los dos estamos completamente desnudos, tu espalda esta empapada, puedo sentirlo al abrazarte, y te estrecho contra mi pecho, entre un beso y otro, te susurro al oído cuanto te amo, lo mucho que me gustas y cuan me fascina hacerte esto. Con un movimiento de cadera, coloco mi pene en dirección a tu vagina y moviendo lentamente la cadera comienzo a entrar en ti mientras te beso, apretándote más a mi cuerpo, sintiendo tu pecho desnudo, tu espalda mojada y nuestros pubis húmedos; entonces comenzamos nuevamente a bailar, con cada vaivén entro y salgo de ti, tus ojos están cerrados, estas gozando cada paso de nuestro camino al orgasmo, perdiéndote cada vez más en el placer que te doy y desconectándome con cada movimiento de tu cadera a mi del mundo real, existiendo sólo tú y yo como un solo ser capaz solo de sentir amor. Nos entregamos el uno al otro, moviendo nuestros cuerpos al mismo ritmo que laten nuestros corazones, un solo ritmo, sintiendo un placer indescriptible con cada movimiento; te siento entre mis brazos y es lo único que importa: tú, entregarme a ti, ser tuyo. De repente, comienzas a vibrar, a estremecerte entre mis brazos, puedo sentir como me presionas y me llamas para entrar más dentro de ti, como sube la temperatura de tu sexo y como comienzas a llegar al punto de máximo placer, esto termina de excitarme. Y así, abrazados y mirándonos a los ojos, en un tierno beso, llegamos juntos al punto donde dos almas se funden en una y, por un instante, somos un solo ser.
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