Hace ya cinco años que pido por teléfono a la farmacia y me mandan el pedido a mi estudio.
Unos tres meses atrás, empezó a venir un pendejo muy simpático, de unos 23 años, altura normal, algo de pancita. Pero muy charlador y sonriente. Me empezó a saludar con un beso en la mejilla, le convidé coca, creció la onda.
Siempre se colgada a mirar las fotos que hay en las paredes y ayer me preguntó por una hermosa morocha desnuda que hay cerca de la puerta.
- Es mi esposa. Le dije.
- ¿Y no te da vergüenza que la vean en pelotas?.
- No, porque es artístico y, de hecho no se le ve la cara.
- Pero yo la conozco, ¿No te da vergüenza ahora?.
- No, de hecho me encanta que se la cojan adelante mío. Y chupársela a los tipos que se la cojen.
- Ah bueno! ¿No me la chupás a mí?. Se reía, ni se dió cuenta del desafío que me había soltado.
Le puse la mano en la entrepierna, y le agarré la verga. Se corrió para atrás, impactado. Me esquivó, abrió la puerta y se fue.
Seguí con mi día normalmente. Ni triste ni amargado, estas apuestas, a veces, salen mal, lo sé.
Un par de horas después sonó el tiembre y era él.
No le dije nada. Lo hice entrar, lo senté en una silla, le bajé los pantalones.
Tenía una pija normal, pero extraordinariamente dura. me arrodillé en el pido y se la chupé un rato, tranquilo, llevándolo despacio.
Pasados unos minutos, perdió la timidez. Me puso de pié, me desnudó y me la chupó él a mí, bastante mal, por cierto. Hasta que se enderezó, me giró de espaldas a él, me dobló sobre el resplado de la silla y me abrió los cachetes. Me lubricó con saliva y me la mandó toda.
- Despacio, baby. Le dije.
- Ok, la querés despacio, te la voy a dar despacio.
Me cojió extraordinariamente bien por unos 15 minutos.
Me pajeaba desde atrás y me hizo acabar. Enseguida me dió vuelta, y supe que me quería acabar en la boca.
Le dí el gusto, me regaló un torrente de exquisita leche tibia, que tragué con placer.
Le invité coca, charlamos un rato.
Se la chupé de vuelta y me volvió a acabar en la boca.
- ¿Cuando te cojo con tu esposa?.
- Veremos, baby.
Hermosa tarde.
Unos tres meses atrás, empezó a venir un pendejo muy simpático, de unos 23 años, altura normal, algo de pancita. Pero muy charlador y sonriente. Me empezó a saludar con un beso en la mejilla, le convidé coca, creció la onda.
Siempre se colgada a mirar las fotos que hay en las paredes y ayer me preguntó por una hermosa morocha desnuda que hay cerca de la puerta.
- Es mi esposa. Le dije.
- ¿Y no te da vergüenza que la vean en pelotas?.
- No, porque es artístico y, de hecho no se le ve la cara.
- Pero yo la conozco, ¿No te da vergüenza ahora?.
- No, de hecho me encanta que se la cojan adelante mío. Y chupársela a los tipos que se la cojen.
- Ah bueno! ¿No me la chupás a mí?. Se reía, ni se dió cuenta del desafío que me había soltado.
Le puse la mano en la entrepierna, y le agarré la verga. Se corrió para atrás, impactado. Me esquivó, abrió la puerta y se fue.
Seguí con mi día normalmente. Ni triste ni amargado, estas apuestas, a veces, salen mal, lo sé.
Un par de horas después sonó el tiembre y era él.
No le dije nada. Lo hice entrar, lo senté en una silla, le bajé los pantalones.
Tenía una pija normal, pero extraordinariamente dura. me arrodillé en el pido y se la chupé un rato, tranquilo, llevándolo despacio.
Pasados unos minutos, perdió la timidez. Me puso de pié, me desnudó y me la chupó él a mí, bastante mal, por cierto. Hasta que se enderezó, me giró de espaldas a él, me dobló sobre el resplado de la silla y me abrió los cachetes. Me lubricó con saliva y me la mandó toda.
- Despacio, baby. Le dije.
- Ok, la querés despacio, te la voy a dar despacio.
Me cojió extraordinariamente bien por unos 15 minutos.
Me pajeaba desde atrás y me hizo acabar. Enseguida me dió vuelta, y supe que me quería acabar en la boca.
Le dí el gusto, me regaló un torrente de exquisita leche tibia, que tragué con placer.
Le invité coca, charlamos un rato.
Se la chupé de vuelta y me volvió a acabar en la boca.
- ¿Cuando te cojo con tu esposa?.
- Veremos, baby.
Hermosa tarde.
6 comentarios - El pibe de la farmacia.