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Totalmente mojada por vos...

8 de enero de 2012...
Pintaba ser una cena más con mis familiares:pizzas, cerveza, risas, anécdotas familiares que nunca fallan por más trilladas que uno las crea.... y más tarde, vuelta a casa. Me acordé de vos, como todos los días de mi vida desde hace 5 años. Te mandé un texto arriesgándome a que tu mujer lo lea y se arme el mismo quilombo que se armó una vez. No me importó. Mis ganas de saber de vos fueron más fuertes. Me contestaste con dos o tres palabras, como siempre. Me contestaste como sabés que detesto que lo hagas. Tampoco me importó...
Msjs van, msjs vienen, fui tirándote indirectas para verte esa noche. Tardaste en aflojarme como siempre... Odiaba que te hagas el que no entendías, cuando yo sabía perfectamente que era lo contrario... En fin, me fui a casa más temprano, me preparé para vos: completamente depilada, impecable, perfumada, y con tantas ganas de garchar con vos...
Esperé el taxi ansiosa... Siempre esa adrenalina de verte en tu lugar de trabajo. De verte a vos, mi casado, como desde hace 5 años...
Llegué, te vi, el corazón se me salía del pecho. Sentía vergüenza de que lo escuches latir a cuadras de distancia. Entre miradas de desconfianza hacia tu alrededor, me hiciste pasar a tu oficina y más tarde a un cuartito de mala muerte más allá de la oficina principal, donde tenías televisor, una mesita, el termo y el mate. Tomamos mate, hablamos, nos reimos, nos tirábamos indirectas, pero hasta ese momento, parecíamos grandes amigos.
Afuera, en el andén, se escuchaban los pasos y la risa de un par de policías de turno esa noche. Parecía no preocuparte en absoluto.
Me dijiste que en otra oficina me iba a sentir más cómoda, quizás porque veías que cada vez que escuchaba un ruido mi mirada te demostraba todo el miedo que sentía de que te caiga una supervisión nocturna y yo ahí... Con cuidado para que nadie nos viera, salimos de la oficina, cruzamos las vallas de entrada al andén, cruzamos las boleterías, doblamos hacia la izquierda y entramos a otra oficina con muy poco uso. Limpiaste un poco, y seguimos tomando mate. Yo te miraba, miraba el reloj, se hacía tarde y yo quería que me beses, que me toques, que me hagas el amor...
Evidentemente, sentiste la calentura en mi mirada, te levantaste de la silla. Y yo sabía que íbamos a empezar... Me agarraste la cara con ambas manos, me miraste fijo y me besaste con desesperación. Tu lengua se paseaba libremente en mi boca. Mi boca era tuya, siempre tuya.... Me hiciste poner de pie, me abrazaste y me seguiste besando. Me empecé a mojar toda... Sentía un calor impresionante entre mis piernas. Tenía tantas ganas de sentirte adentro mío. Me arrinconaste y empezaste a tocarme. Tus manos subían y bajaban por mi cuerpo. Cada caricia brusca tuya era un estremecer en mi médula espinal. Lograbas ponerme como nadie en este mundo.
Me tocabas fuerte los pechos, los acariciabas por encima de la ropa, los estrujabas con fuerza... Me sacaste la remera fuertemente, me levantaste el corpiño, y me estirabas los pezones, como reclamándolos como propios, me los lamías, los succionabas de maravilla. Tu lengua los rodeaba de memoria, los hacías poner cada vez más erectos... En momentos, los mordías con suavidad, en otros, con ansiedad... Mis manos rodeaban tu torso, tus nalgas, te apretaba contra mí, te la sentía dura. Para ese entones, yo era una catarata. Creo que mis fluidos empezaban a traspasarme el jean...
Por fin me desabrochaste el pantalón y sentí tu mano ahí, en mi entrepierna. Mientras seguías besando sentí tu boca que sonreía, no dijiste una palabra, pero ambos sabíamos que te sorprendió mi humedad vaginal... Era demasiado notoria. Me introdujiste un dedo, después 2. Me hiciste gemir como una perra en celo. ¡Qué bien se sentían tus dedos! Mientras me masturbabas, te empecé a manosear la pija. Ya no daba más, la quería en mi boca. Interrumpí tu trámite con mi concha, y bajé al piso, arrodillándome con total habilidad y destreza. Sabía lo que hacía. (aún lo sé) . Te desabroché el pantalón de vestir que tenías puesto. La podía sentir hinchada, venosa, debajo del calzoncillo. Te la lengüeteé por arriba de la ropa interior, la manoseé, jugué un rato. No diste más, te bajaste el boxer y me la pusiste en la boca con brusquedad. La recibí de mil amores! hacía meses que la esperaba! Te la chupé con tanta calentura, la sentía ir y venir por mi boca y sentía temor de acabar, por el sólo hecho de estar chupándotela. Te lamía la cabeza hinchada, te la rodeaba con la lengua. Mi saliva empezaba a caer al piso. Tu mano en mi cabeza, me hacías sentir presión para estrellarme tu pija en la garganta. Con mis primeras arcadas, aflojaste un poco ... Cuando sentí que los latidos de mi concha no me dejaban en paz, me incorporé, busqué tu boca con desesperación y te acerqué a la mesa... Me tiré en la mesa, me saqué el jean, me corrí la tanga y dejé que veas mi concha toda mojada. Supiste qué hacer instantáneamente. Te arrodillaste, y sin rodeos ni vueltas me la empezaste a chupar. Realmente, envidio a la hija de puta de tu mujer. ¡Cómo la chupás! Es impresionante. Lo mejor de lo mejor en mi vida. Me fui del mundo en el preciso instante en que apoyaste tu lengua en mi concha. Me hiciste mojar aún más, si eso era todavía posible... Sentía que tragabas mi fluido, que lo chupabas, metías tu lengua hasta el fondo. Literalmente me estabas cogiendo con la lengua. Yo no lograba creer lo que me estabas haciendo. Nunca habías sido tan ardiente como esa noche...
Mi cuerpo estaba a punto de explotar de tanta calentura. Mientras tomaba tu cabeza y la presionaba para que sigas chupando, vos me agarraste de los hombros, me levantaste de la mesa. Me abracé con las piernas a tu torso. Sentía mi concha húmeda rozando con tu vientre... Te sentaste en la silla, me acomodaste encima tuyo y me empezaste a penetrar con fuerza. Sentía que moría de placer. En tanta cabalgata,y con tanta lubricación natural tu pija se zafaba a cada rato de mi concha. Me levanté, te tiré en el piso, y te empecé a coger yo... Amo tener el control, amo estar arriba... Sentía tu pija como una roca adentro mío. Te escuché gemir varias veces. Jamás habías gemido conmigo. Siempre la jugaste de callado. Escucharte aumentó más mi nivel de calentura. Me movía arriba tuyo como si nunca me hubieran garchado. Locura. Fue una locura. Rozaba mi clítoris con tu pija, me estaba enloqueciendo. quería acabar como jamás lo había hecho, y así sucedió... Después de una larga cabalgata, tu lengua en mis pechos, tu dedo en mi culo... La catarata se hizo presente. Acabé en tu pija, y los dos sentimos cómo mis líquidos caían sobre ella... fue una sensación de putísima madre... Todos sabemos lo que se siente al acabar, pero esta vez había sido IMPRESIONANTE. Dos segundos después quería más... Quería acabar de nuevo, con la misma intensidad. Seguí mi tremenda faena. Quería que acabes conmigo. Mis ganas y mis movimientos fueron más fuertes. Me desgarraba de placer. Otra vez, la misma sensación mientras vos, me apretabas las nalgas con una fuerza que casi me causaba dolor.
Nos paramos, me empujaste contra la mesa, me diste vuelta y de inmediato me la volviste a clavar, con más desespesperación que antes... Ahora eras vos el que me quería enlechar...
Me tomabas de las caderas y me bombeabas sin parar. Tu pija era un taladro imparable. Me enloquecía. Sentir nuestro cuerpos pegoteados por el sudor, la calentura, el deseo, lo prohibido, me volvía loca. Sentir el golpeteo de tus testículos contra mi orto, era demencial... Soñado. Cada vez, me penetrabas más fuerte, cada vez con más ganas. La sentía dentro mío cada vez más hinchada, más venosa.... El frenesí era impresionante... Cuando sentiste que ya estabas a punto de enlecharme toda, la sacaste, me diste vuelta, me agarraste del pelo, me arrodillaste y me diste de tomar toda tu leche... Abrí la boca, ya habías empezado a largar toda tu producción láctea. Me tragué todo. Me encantó. Me encanta tomarla toda.... Me mirabas extasiado. Te la chupé hasta dejártela sin nada de leche. Momento soñado, momento tan deseado lo que habíamos experimentado... Tan imaginado durante tanto tiempo. Hacía meses que no nos veíamos. Las ganas que habíamos acumulado habían complotado para que yo pase la mejor experiencia sexual de mi vida ... hasta ahora...
Me vestí. Te vestiste. Ya era hora de irme. Me colgué de tu boca, te empujé contra la pared y nos besamos por largos pero nunca suficientes minutos. Mi lengua y tu lengua que se conocen a la perfección sabían que iba a ser la última vez. De alguna manera vos y yo sabíamos que si todo había sido tan perfecto, iba a ser la despedida que durante tantos años nos propusimos, sin ponernos de acuerdo, posponer... Te miré fijo, te pedí que no te perdieras, que sigamos en contacto, como si con esas palabras hubiese podido torcer el destino que ambos veíamos. Nuestras voces se entrecortaron. Te besé largamente una vez más. Quería retener en mi retina y en mi cuerpo, todas las imágenes y sensaciones de ese momento... Llevarlas por siempre conmigo...
Nos despedimos. Y esa fue la última vez que te vi. Decidimos que ya estamos grandes para jugar a las escondidas.
Jamás me voy a olvidar de esa noche que viví con vos en esa estación de tren. Jamás voy a olvidar al hombre que durante 5 años supo complacerme sexualmente como ningún otro...
Estoy a la espera de que alguien más me haga vibrar de esa manera. A la espera de alguien que con un pijazo me haga olvidar de todo lo que antes he degustado...




HISTORIA MÁS QUE VERÍDICA...

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