Mis reseñas en la oficina, la cual hace 13 años no trabajo ahí.
Por cosas del destino me hablaron hace 3 meses para que recomendara a una persona por lo que llevé a una estudiante para que hiciera sus prácticas ahí.
Entré y no pude evitar pensar en tantas vivencias. Recorrí todos los rincones, la de cómputo donde les he contado algunas de las experiencias mas placenteras que te tenido.
Cuando me paré en la puerta del archivo reviví un encuentro con mi compañero:
Estábamos clasificando información para un informe.
Trabajando y platicando del tópico que ya se había hecho un hábito entre los dos cuando estábamos solos: El sexo.
Entre varios roces siempre era el que me tocaba mis pechos, mi vagina, mis nalgas. Ya conocía por medio del tacto toda mi intimidad, mis gestos, mis ruidos. Pero yo nunca le había visto a el su pene, solo lo había sentido.
Ese día hablamos y hablamos hasta que le dije: “Nunca te he visto sin ropa”
Me dijo: ¿La quieres ver? Obvio que le dije que si y ni tardo ni perezoso se paró y se fue a un rincón, se bajó los pantalones y me enseñó su pene bien erecto, con las venas que parecían reventarse de tan gruesas.
Empezó a moverla para excitarme. Me quedé estática viendo y me mojé toda.
Me dijo: ¿Quieres tocarla? Me acerqué a el sin medir los riesgos que corríamos, sin importar nada.
La acaricié con suavidad empezando de su cabeza, recorriéndola toda hasta llegar a su pubis.
Solo cerré los ojos sintiendo en mis manos semejante palo imaginando que sería sentirlo adentro de mi.
Lo acariciaba de adelante para atrás como un juguete preciado el cual crecía mas hasta que me dijo: “Dame una chupadita”
Me bajé para probarlo delicadamente. Era la primera vez que llevaba a mi boca una verga y que mas bonita experiencia que con la de mi amigo
.
Despúes la chupé en forma desesperada, no me cabía ya en la boca. La recorrí por los lados, de frente, por abajo. Saboreando la cabeza como si fuera mi paleta que tanto me gustaba. Con mi lengua ávida de descubrir sus sabores íntimos.
De pronto me levantó la cabeza y me besó abriéndome la blusa me tocó los senos, empezó a lamer y morder los pezones metiendo su mano por debajo de mi falda, rompió mi pantaleta metiendo sus dedos en mi vagina ya bien mojada, excitada y deseosa de ser tocada, follada. Ya no era dueña de mi misma.
No se que tanto tiempo estuvimos asi. Yo acariciando, apretando su verga y el estrujando mi raja.Nos estábamos follando con las manos en un frenesí tal que nos venimos juntos ahí parados los dos. Recibí en mis manos su leche caliente mientras me contorsionaba de la excitación sintiendo ese cosquilleo de placer al recibir sus caricias dentro de mí.
Después vino un abrazo y un beso de cómplicidad. No se como no nos pillaron en plena acción.
Al recordar todo esto ahí parada, no pude evitar mojarme y pensé: Si el archivo hablara…
Por cosas del destino me hablaron hace 3 meses para que recomendara a una persona por lo que llevé a una estudiante para que hiciera sus prácticas ahí.
Entré y no pude evitar pensar en tantas vivencias. Recorrí todos los rincones, la de cómputo donde les he contado algunas de las experiencias mas placenteras que te tenido.
Cuando me paré en la puerta del archivo reviví un encuentro con mi compañero:
Estábamos clasificando información para un informe.
Trabajando y platicando del tópico que ya se había hecho un hábito entre los dos cuando estábamos solos: El sexo.
Entre varios roces siempre era el que me tocaba mis pechos, mi vagina, mis nalgas. Ya conocía por medio del tacto toda mi intimidad, mis gestos, mis ruidos. Pero yo nunca le había visto a el su pene, solo lo había sentido.
Ese día hablamos y hablamos hasta que le dije: “Nunca te he visto sin ropa”
Me dijo: ¿La quieres ver? Obvio que le dije que si y ni tardo ni perezoso se paró y se fue a un rincón, se bajó los pantalones y me enseñó su pene bien erecto, con las venas que parecían reventarse de tan gruesas.
Empezó a moverla para excitarme. Me quedé estática viendo y me mojé toda.
Me dijo: ¿Quieres tocarla? Me acerqué a el sin medir los riesgos que corríamos, sin importar nada.
La acaricié con suavidad empezando de su cabeza, recorriéndola toda hasta llegar a su pubis.
Solo cerré los ojos sintiendo en mis manos semejante palo imaginando que sería sentirlo adentro de mi.
Lo acariciaba de adelante para atrás como un juguete preciado el cual crecía mas hasta que me dijo: “Dame una chupadita”
Me bajé para probarlo delicadamente. Era la primera vez que llevaba a mi boca una verga y que mas bonita experiencia que con la de mi amigo
.
Despúes la chupé en forma desesperada, no me cabía ya en la boca. La recorrí por los lados, de frente, por abajo. Saboreando la cabeza como si fuera mi paleta que tanto me gustaba. Con mi lengua ávida de descubrir sus sabores íntimos.
De pronto me levantó la cabeza y me besó abriéndome la blusa me tocó los senos, empezó a lamer y morder los pezones metiendo su mano por debajo de mi falda, rompió mi pantaleta metiendo sus dedos en mi vagina ya bien mojada, excitada y deseosa de ser tocada, follada. Ya no era dueña de mi misma.
No se que tanto tiempo estuvimos asi. Yo acariciando, apretando su verga y el estrujando mi raja.Nos estábamos follando con las manos en un frenesí tal que nos venimos juntos ahí parados los dos. Recibí en mis manos su leche caliente mientras me contorsionaba de la excitación sintiendo ese cosquilleo de placer al recibir sus caricias dentro de mí.
Después vino un abrazo y un beso de cómplicidad. No se como no nos pillaron en plena acción.
Al recordar todo esto ahí parada, no pude evitar mojarme y pensé: Si el archivo hablara…
9 comentarios - Si la oficina hablara.
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