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La esposa de Mi Amigo

La Esposa de Mi Amigo

Esto sucedio antes y no habia podido comentarlo.

Después de nuestra primera relación, se cruzo el fin de semana y no fui a casa de mi amigo hasta el lunes siguiente, por lo que tuve ese fin de semana para reflexionar de lo que había pasado con Karina… pero no había duda, la mujer me había cautivado y ahora a ver qué pasaba en cuanto nos volviéramos a encontrar.

En cuanto llegué su actitud parecía muy normal nos saludamos como de costumbre y me fui a trabajar, pensé que las cosas habían tomado su sitio y no volveríamos a tocar el tema, pero cuando llegó la hora de sentarnos a la mesa, ella se notaba un tanto nerviosa, situación que me contagió. Durante algunos minutos ninguno de los dos nos atrevíamos a mirarnos mucho menos a decir algo.

Hasta que cruzamos nuestras miradas y nos sonreímos tibiamente, de pronto que me suelta a boca de jarro, "es un cabrón, todo el fin de semana no he tenido paz nada mas de estar pensando lo que hicimos. Fue tan agradable ¡nunca me había pasado! Jamás había disfrutado tan plenamente una cogida de tan poquito tiempo. ¡Vaya que lo sabe hacer! A cada rato tenía que ir al baño a limpiarme las piernas, porque sentía como me escurría su leche, de tanto que me llenó la concha, llevo tres días sintiéndolo."

Aunque en sus palabras había convencimiento y ningún reproche hacía mí, yo había analizado y pensado que Karina era una mujer muy abandonada sexualmente por su esposo y por ello buscaba en mi el desahogo de su pasión contenida por años. Me había dado cuenta que a pesar de su condición de casada no era diestra en el manejo del cachondeo entre una mujer y un hombre, todo lo que le había hecho en nuestro contacto sexual, le parecía asombroso y se dejaba hacer con gusto, esperando impaciente lo que seguía.

Pero regresando al momento, me concrete a levantarme, acercarme a ella, darle un beso en su linda boca y le agradecí el comentario, diciéndole que no era para tanto y que le iba a ir enseñando poco a poco todos los secretos de una relación íntima.

Aunque esa tarde nos comportamos porque Salomón iba a llegar más temprano que de costumbre, a partir de esa fecha se volvió una experta en los "Rapidines" por la misma situación de que no contábamos con mucho tiempo y no se podía salir de su casa. Creo que no hubo lugar de su casa en el que no cogiéramos, (en la sala, en el comedor, en el baño, en la cocina, en el patio etc.) Cogíamos en el piso, contra la pared, sobre los sillones, sillas, mesa, inodoro. Había hecho dos posiciones sus favoritas "de perrito" y de pie cargada de frente a mí con sus piernas suspendidas por mis brazos mientras ella se colgaba y se daba sus sentones en mi miembro hasta que nos veníamos.

Así durante varios meses lo estuvimos haciendo, siempre vestidos, yo me moría de ganas por desnudarla completamente y disfrutar plenamente de su hermoso cuerpo de 33 años, nada fuera de lugar, quería mamar a mis anchas esos melones tan exquisitos, pero me tenía que conformar con lo que se podía.

Hasta que un día que llegué como de costumbre y sin esperar nada de inmediato me abordó diciendo, “tengo la tarde libre, Salomón se fue afueras de la ciudad a ver un familiar que lo llamó y regresa hasta el domingo.”

Era viernes, ella había pensado que podíamos coger en su casa sin prisas como siempre, pero de inmediato le dije que se cambiara rápido para salir a dar una vuelta y que la regresaría en la noche (mentira vil,) no quería hacerlo en su casa porque había el riesgo de que algún familiar o amiga llegara a buscarla, sin replicar lo hizo y en breve salimos a la calle y sin preguntar nada nos dirigimos de inmediato a un hotel relativamente cercano pero muy escondido.

En cuanto entramos a la habitación y cerré la puerta Karina estaba temblando de nervios y de inmediato se abalanzó a mis brazos para empezar nuestro cachondeo entre besos y caricias, tan acostumbrada ya estaba a lo rápido que se prendió de inmediato. Yo le dije que se calmara que teníamos mucho tiempo para disfrutarnos el uno al otro, así que lentamente la fui desnudando para disfrutar cada parte de su cuerpo, que por meses nada más me lo había imaginado y aunque lo había recorrido de punta a punta con mis manos siempre fue sobre la ropa. Cuando quedó únicamente con su corpiño y sus calzones, me separé un tanto pidiéndole que me modelara, quería llenarme la vista de su escultural cuerpo que hasta ese momento estaba descubriendo en su totalidad, le pedí que se quitara el corpiño y luego su calzón.

Karina se apenó y con su voz cachonda me dijo, “me da vergüenza mejor quítamelos tu.”

Me acerque la abracé y entre besos y caricias le quité su corpiño (por cierto era de media copa y que apenas podía contener ese par de toronjas) sentí como sus palomitas se sintieron libres de volar. Eran hermosas, redondas, duras como piedras con una areola cafecita algo grande y sus pezones grandes y voluminosos. Estaban en todo lo alto pidiendo una boca para su placer, no pude menos que hacerles el honor, jugándolos con mi lengua alternadamente para luego chuparlos con verdadera devoción, al tiempo que bajaba hasta sus tobillos su calzón. Karina estaba gimiendo placenteramente como nunca antes la había escuchado se podía escuchar hasta fuera del cuarto, esto me estaba calentando sobre manera.

La recosté sobre la cama y comencé a besar desde su rostro hasta sus pies, deteniéndome a cada instante brevemente en los sitios de mayor sensibilidad (cuello, senos, costillas, ingles, muslos) ella se retorcía como lombriz. Luego la volteé para hacer lo propio con su nuca, espalda, nalgas ¡que hermosura! Así la dejé por un momento mientras me desvestía tan rápido como pude y volví a la carga. Volvimos a la posición inicial y comencé a besar sus piernas desde sus pantorrillas y conforme me iba subiendo le fui separando sus muslos, dejando a la vista la hermosa rajada de su panocha que ya relumbraba de sus jugos emanados, coronada por una fina mata de vellos un tanto escasos. Fui recorriendo la parte interna de sus muslos hasta casi llegar a su pucha, que en cuanto sintió mi aliento se quiso levantar diciendo:

“¿Que va hacer? ¡No! Deténgase, esas son cochinadas…”

Pero como no le hice caso, mi lengua se apoderó de su vulva recorriéndola a todo lo largo y pude escuchar sus palabras lastimeras al tiempo que intentaba zafarse.

“No, no, no, no... ¡No!” Repetidamente hasta que mi lengua logró cambiar sus palabras por un, “si, si, si, si... ¡Sí!”

Al tiempo que clavaba sus talones en la cama y me empujaba su panocha contra mi boca restregándose hasta que le vino un orgasmo fortísimo que la cimbró de pies a cabeza, más que gimiendo, ¡gritando!

Hasta escuché la voz de una mujer en el pasillo fuera del cuarto, que dijo riéndose, “no que no ¡ya se vino!”

Aprovechando su estado de excitación me acomodé y le introduje mi pija tallando primero lento para volverla a meter en ritmo y poco a poco aceleré para sacarle el siguiente orgasmo más intenso que el anterior, ella me abrazó con sus piernas por la cintura y me prendí de su boca para acallar sus duros gemidos, nos quedamos toda esa noche haciendo el amor hasta caer vencidos por el cansancio.
La Esposa De Mi Amigo: 3


… después de esa noche.
Después de esa fabulosa noche donde nos entregamos a la pasión sin mesura, estaba convencido que a Karina todavía le faltaba aprender más acerca del sexo, ya que poco a poco le iba quitando sus atavismos al respecto. Yo quería tener en la cama o donde fuera a una hembra cachonda y que se entregara total y plena al sexo.

Días posteriores continuamos con nuestras rutinas de sexo rápido en su casa antes de que su marido llegara, siempre se la dejaba bien despachadita. Aunque Karina había cambiado un tanto, y ya sin ningún recato me dejaba a veces hacerle el amor oral hasta hacerla venir, le fascinaba que mientras le mamaba su panochita le acariciara sus hermosas nalgas y como no queriendo me dejaba jugar con el remolino de su culito. Cosa que anteriormente no se dejaba, ni por equivocación y así seguíamos avanzando en mis propósitos… porque yo no iba a parar hasta cogérmela por el culo.

En una ocasión debido a la cantidad de trabajo que tenía en el despacho, hable con Salomón para que nos viéramos el día domingo para sacar el trabajo. Me comentó que ya tenía planes para salir fueras de la ciudad a ver unos familiares, pero que me dejaba las llaves de su casa para que yo pudiera entrar a trabajar y así quedamos. Llegó el domingo y pensé que si me iba desde temprano tal vez yo solo podría sacar el trabajo adelante, por lo que llegue a su casa pensando que no iba a estar nadie, abrí y me dirigí casi sin hacer ruido hasta nuestra área de trabajo. Me puse a dibujar y como a la hora de pronto escuché unos quejidos y hasta me alarmé por lo que de manera sigilosa me fui acercado al interior de la casa y cual va siendo mi gran sorpresa…

¡Karina estaba masturbándose, totalmente desnuda sobre su cama! Como tenía sus ojos cerrados nunca se dio cuenta que la estaba observando a unos cuantos metros, ¡qué bello espectáculo! Me quedé fascinado viendo como con una mano se restregaba furiosamente su panocha y con la otra se masajeaba y jalaba sus enormes pezones. Sí yo le hubiera pedido que me diera ese show, ni soñando lo hubiera hecho, por lo que decidí dejarla que terminara pero sin perder detalle, así que me recargue sobre la pared sin hacer ruido. Podía escuchar claramente el chacualeo de sus dedos introduciéndose en su mojada panochita, como clavaba sus talones elevando su vientre hacia el cielo buscando el consuelo de sus hábiles dedos, ¡eso estaba demasiado caliente! Tuve que sacarme el miembro y me lo empecé a acariciar lentamente, pocos minutos después Karina alcanzó su orgasmo tan intenso que estaba boqueando y sacudiendo su cabeza de un lado al otro sin parar hasta que gimió muy fuerte alcanzando un segundo orgasmo. Se quedó con la boca abierta jalando aire por ella, su cuerpo todavía temblaba de pies a cabeza.

Para ese momento yo estaba a mil por lo que me acerque a ella con el miembro más tieso que nunca y al llegar a la orilla de la cama me asaltó la idea de metérselo en su boca abierta, cuando me hinqué sobre la cama y le acerque mi miembro a la cara, Karina abrió los ojos súbitamente y hasta con espanto pero al verme casi sobre ella y lo que más cerca tenía era mi fierro en todo lo alto, no le di tiempo de nada. Tome su rostro con una mano y con la otra le dirigí el miembro para rosarle su toda su cara con él, su rostro enrojecido perlándole el sudor y su aliento caliente que resoplaba los estertores del clímax fueron el paliativo para que ella accediera a mi caricia sin chistar.

Poco a poco le fui acercando el glande a su boca, recorriendo el contorno de sus labios como si fuera lápiz labial. Al percatarse de mis intensiones disimuladamente cerró su boca apretando un tanto sus labios, pero no fue mucha su resistencia ante mi constancia de pasarle una y otra vez el glande por sus labios, además de que ya me estaban escurriendo algunas gotas de líquido cristalino y se estaban depositando en su labios, haciendo más fácil el recorrido. Poco a poco fue cediendo y abriendo ligeramente su boca hasta que por fin la abrió y me permitió metérselo con mucha delicadeza.

Le metí un tramo, pero ella no hacía nada ¡no sabía mamar! Cuando lo tuvo dentro abrió sus lindos ojos con cierta angustia como preguntando que hacía, con voz serena le dije que no se preocupara y que lo disfrutara, chupándolo como si fuera el más sabroso de sus dulces preferidos. Al tiempo que comencé a meterlo y sacarlo de su boca con singular cadencia, su instinto de inmediato le ordeno lo que tenía que hacer y tomó mi miembro con una mano mientras yo alcanzaba su panochita (toda mojada) para iniciar un nuevo juego. Al principio sus chupadas eran torpes hasta me llegó a clavar sus dientes, pero en cuanto mi mano que estaba dándole dedo en su rajita comenzó a surtir efecto, sus mamadas se fueron haciendo diestras. Empezó a utilizar su lengua rodeando como remolino mi glande y pronto descubrió el lugar donde me hacía hasta brincar, metiéndosela un poco más, en breves minutos los dos ya estábamos fuera de sí. Sus chupadas eran tan fuertes que me tenía al borde de la venida, por lo que yo también le estaba metiendo los dedos lo más profundo que podía en su panocha haciéndola que volviera a levantar una y otra vez su vientre hacia el cielo.

Cuando Ester se volvió a venir antes que yo y justo en ese momento me dio la mamada de campeonato haciéndome venir en su boca, y sin soltarme siguió chupando hasta que me saco la última gota de semen que traía. Me derrumbe a un costado de ella y acariciando sus lindos pezones fuimos dejando que la calma nos llegara, ¡de pronto! Me asalto la duda ¡si no se fueron fuera de la cuidad! ¿Donde está Salomón? Me incorporé rápido y le pregunte (la respuesta fue lo de menos) estábamos solos y yo con ganas de seguir cogiendo, así que toda la mañana y parte de la tarde nos dedicamos a coger de lo lindo.

La Esposa De Mi Amigo: 4


Llegó el día de mi cumpleaños…
Cuando nos estábamos acostumbrando al sexo a escondidas y rápido, se llegó el día de mi cumpleaños. Para esa fecha mi amigo por cuestiones de su trabajo se había ausentado de la ciudad, y lo que menos me esperaba es que Karina me iba a llamar a la oficina donde trabajaba formalmente. Aunque tenía algunos compromisos los dejé por salir con ella, ya que nunca me llamaba y en esta ocasión me pidió que la invitara al cine, aprovechando que se encontraba sola en su casa. Así que quede de verme con ella relativamente cerca de mi oficina que estaba en el centro de la ciudad.

Yo llegué a la cita primero que ella, cuando la vi llegar no se pueden imaginar lo preciosa que se había puesto para mí. Llevaba un vestido de dos piezas bastante ceñido a su cuerpo, dejando al descubierto sus formas, a pesar de ser chaparrita estaba muy bien formada. Sus enormes senos se erguían majestuosos, haciendo voltear a más de cinco a su paso, sus piernas torneadas sobre unas zapatillas de correas que las hacían lucir mejor. Ante mi sorpresa me recibió con un apasionado beso, sin impórtale absolutamente nada ni nadie.

Le pregunté a donde quería que fuéramos, pensé que lo de la invitación al cine había sido un pretexto para vernos, pero no efectivamente quería ir al cine y nuevamente le pregunte qué película quería ver.

Karina se me acerco al oído y dijo, “quiero ir a ver una película porno, a ver qué aprendo,” y soltó una risa picara.

Ante su petición de inmediato me puse brioso y nos dirigimos a un cine donde exhibían películas porno. Al entrar nos enviaron a la planta alta, donde era exclusivo para las parejas, para que no fuéramos molestados por otras personas. En la obscuridad de la sala como pudimos llegamos hasta ocupar un lugar, Karina iba aferrada a mi brazo como si en ello le fuera la vida. La película ya había empezado y a los pocos minutos de sentarnos comenzaron las escenas candentes.

Karina no quitaba la vista de la pantalla mirando cómo se cogían entre dos a una mujer, yo la tenía abrazada y le tenía una mano sobre uno de sus majestuosos senos, que de inmediato reaccionaron haciendo brotar sus abultados pezones. Así estuvimos varios minutos hasta que ella volteo hacia su costado, y una fila debajo de nosotros había otra pareja que ya se habían prendido con las escenas… él le estaba mamando las tetas a su compañera, haciéndola gemir de placer.

Karina me hizo señas y me dijo, “que barbaros a estos ya le urge,” y esbozo una sonrisa. Definitivamente la película y el espectáculo de varias de las parejas asistentes ya habían surtido efecto en Karina y no había pasado ni media hora cuando me dio un beso y me dijo: “Mejor llévame a un hotel, estos cabrones y la película ya me pusieron bien cachonda,” no me lo dijo dos veces de inmediato salimos y nos dirigimos a un hotel cercano.

En cuanto estuvimos en el cuarto del hotel, mientras ella se metió al baño yo prendí la TV en el canal de las películas porno, para que no decayera su ánimo, cuando salió se quedó viendo la TV y me dijo: “porque no me habías dicho que también aquí pasaban de esas películas, mejor no hubiéramos venido para acá. “Al tiempo que se me iba acercando y me daba un rico beso, continuo diciendo, “mi amor hoy por ser tu cumpleaños te voy a complacer en todo lo que tú quieras, sí quieres que sea tu puta hoy lo voy a ser, cógeme como tú quieras y cuantas veces quieras, se volvió a prender de mis labios y se me fue encima tirándome sobre la cama.

Como gata me restregaba su cuerpo y me acariciaba las nalgas y la verga, hizo un alto y me preguntó, “que quieres que haga, tu pídemelo soy tu esclava.”

Quise conjugar una fantasía que había tenido con ella, y este era el momento para llevarla a cabo, así que le pedí que se fuera desvistiendo muy lentamente mientras yo sentado en un sillón la observaba. Le pedí que lo hiciera de la forma más cachonda que pudiera. Karina se paró cerca de la puerta y empezó a quitarse el vestido, cuando se lo levantó, ¡Madre! traía medias negras sujetas con un breve liguero, un calzón negro muy transparente que permitía ver su fina mata de vellos púbicos a través de la tela, al aparecer sus enormes volcanes aprisionados por un corpiño negro de encaje de media copa, dejando de fuera gran parte de sus enormes y rosadas areolas.

Tuve que contener el aliento para seguir con la fantasía, le pedí que se quitara el corpiño y que jugara un momento con sus erguidos pezones rodándolos entre sus yemas de sus dedos. Karina esto no lo podía aguantar era su zona más sensible y cerró sus ojos abandonándose a sus caricias, en breves minutos su cara se había transformado su rostro estaba enrojecido de excitación. Luego le dije que se recostara sobre la cama se quitara el calzón y se abriera de piernas mostrándome como se masturbaba cuando no estaba yo.

Se acomodó frente de mí y sin protestar comenzó a sobarse su panocha la cual ya tenía bien mojada, desde mi lugar podía ver el brillo de sus jugos y escuchar como sus dedos hacían ruido al introducirse en su intimidad. Karina mantenía sus ojos cerrados y poco a poco fue aumentando el ritmo de su mano derecha para procurarse un orgasmo mientras su mano izquierda veces apretaba y jalaba sus pezones, y otras se aferraba a la colcha de la cama en señal de la proximidad del clímax, hasta que se vino sacudiendo su cuerpo de pies a cabeza y jadeando fuertemente. Ese fue el momento en el que aproveche para acercarme a su panochita y le propine una mamada de antología recorriendo sus labios vaginales a todo lo largo y ancho, lengüeteando su ano y dándole piquetitos con mi dedo, introduciendo mi lengua para arrancarle otro orgasmo.

Se vino un par de veces en mi boca y de pronto se incorporó y me dijo: “ya mi rey! no me hagas sufrir quiero tu verga ¡métemela!”

Pero como yo quería mas placer para ella antes de penetrarla, me subí hacia sus lindos melones. Después de chuparlos ávidamente le tomé sus manos para que juntara sus promontorios de carne tibia al tiempo que le metía entre ellos mi trozo de carne ardiente y brillosa por mis líquidos pre-seminales que se le embarraban entre sus dos montañas haciendo más fácil el desplazamiento de mi verga entre ellos. Karina cada que aparecía mi glande cerca de su rostro quería atraparlo con su boca, propinándome deliciosas lengüeteadas, después le pedí que se volteara boca abajo y recorrí con mi verga todo su cuerpo pasándosela por su nuca y espina dorsal, lo que hacía que se revolcara como tlaconete.

Al llegar a sus preciosas y paradas nalgas se las separé para darle una buena sesión de besos negros que la hacían gemir placenteramente, para luego acomodar mi tolete entre sus nalgas bien apretaditas, para tallárselo una y otra vez hasta que ella dijo: “ ¡ya mi amor! si quieres mi culo, ¡es tuyo! este es mi regalo, quiero sentirte dentro de él, quiero que me cojas por ahí, no sabes cuánto lo deseo, va ser mi primera vez por ahí y quiero que sea tuyo nada mas, de nadie más.”

Sus palabras fueron música celestial para mi, pues yo también lo deseaba, así que le lubrique un poco su entrada con saliva y apunte al objetivo y empecé a hacer presión para meterme pero dos intentos y nada. El culito estaba muy apretado, y no me dejaba pasar, por lo que le dije que se relajara y que aflojara sus nalgas, que no las apretara, además de ponerla en posición de "Perrito" al tercer intento sentí como su esfínter empezó a ceder y mi verga a abrirse pasó.

Karina pujaba y decía con voz lastimera, “¡hay no! ¡Hay no!” Repetidamente y cuando pasó mi glande la puerta principal Karina lanzó un grito fuerte de dolor.

Le dije que lo difícil ya había pasado, y que se fuera acostumbrando al intruso porque quería llegar hasta el fondo. Mis palabras la tranquilizaron un tanto, aunque seguía quejándose. Poco a poco empecé a entrar y salir de su ano y cada vez me iba metiendo más profundamente hasta que por fin llegó hasta el tope.

En ese momento Karina dijo, “por fin esta todo dentro, como duele al principio pero que rico estoy sintiendo,” el ondular de sus caderas comenzó a expulsar y meter mi verga.

Yo deje que ella se despachara, podía sentir como ahorcaba literalmente mi verga con su esfínter hasta que me hizo venir, nunca me había vaciado como esta vez, ella también lo hizo al sentir mis espermas calientes en sus intestinos.

Nota del Autor: Esa noche le tomó tal afición al sexo por el ano que solo quería más y más veces, hasta que yo ya no tenía ni fuerza ni una gota más para llenarle el culo. Fue un excelente regalo de cumpleaños, pero como todo lo que empieza en algún momento tiene que acabarse, y Karina ya se había obsesionado conmigo, me hablaba de separase de su marido para vivir conmigo y lo que era peor se quería dejar embarazar para tener un hijo mío. Yo no pensaba de esa manera y poco a poco me fui alejando hasta poner fin a sus intensiones.

Aquí se acaba esta historia con la esposa de mi amigo, espero les haya agradado y no los haya aburrido.

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