hola gente! volví! esta vez quiero contarles una historia que me sucedió a comienzos de año y recién hoy terminé de escribirla. es un poco extensa, la voy a subir en dos partes. espero que les agrade, no tengo mucha pasta de escritor pero les voy a contar el mejor polvo de mi vida con el hijo del vicepresidente de la empresa donde trabajo.
saludos, dejen comentarios.
Me había quedado en la oficina terminando un trabajo importante. Sabía que Federico, el hijo del vicepresidente de la compañía, siempre era el último en irse, habitualmente no menos de las 21 hs.
Federico es un pibe con muy poca experiencia de vida, malcriado, extremadamente tímido y poco confiable, ya que a comparación de su padre era mejor ser humano, salvo cuando revelaba su mal carácter heredado.
Físicamente no es nada despreciable: 1.75 de altura, flaco (me refiero a poca masa muscular, pero bien proporcionada, sin llegar a una desnutrición óptica), pelo negro, tez blanca típica de una persona que no sale mucho a la luz del día. Sin embargo a sus 23 años, posee un que se yo que lo hace atractivo. Tal vez su personalidad retraída y misteriosa, su habitual sombra de barba negra y dura (lo cual siempre me excitó de los hombres) o sus manos grandes sincronizadas con dedos largos, sexuales y fantasiosos. He comprobado después de mucho andar, que los hombres con dedos largos guardan
una extraña comparación con el tamaño de su miembro, es decir, tienen penes largos y no muy anchos; o al menos no tan proporcionales a la longitud de su miembro. (Un pene de 16x5 suele destacar su anchura en comparación con uno de 25x5 por citar ejemplos).
Me encontraba yo en mi oficina, ya pasaban las 20 horas y todos se habían ido excepto Federico, tal vez su padre y yo. A Federico lo podía ver, ya que ocupaba su oficina frente a la mía y a diferencia la suya tenía una puerta corrediza de vidrio que salía al pasillo que nos dividía.
Guardé mis cosas, acomodé el escritorio y me fui a la cocina a fumar un cigarrillo antes de marcharme, ya que tomaba mi colectivo en la esquina y no me daría tiempo a fumar uno completo.
Al salir de mi oficina pude notar que Federico no estaba la suya. La última vez que lo había visto estaba sentado en su escritorio frente a la puerta con su notebook personal abierta. Era raro que se levantara de su asiento ya que su trabajo le demandaba muchas horas frente al monitor.
Fumé mi cigarrillo y volví a buscarlo para avisarle que me iba, aún estaba en duda si su padre se había marchado o se encontraba en su oficina en el 2º piso.
Busqué por los baños de la planta baja y las oficinas, ya oscuras completamente. Me adentré en el archivo en total penumbra iluminando con mi celular. Ya adentro mío había comenzado un leve deseo o posibilidad de hallarlo en una situación incómoda. Siempre imaginaba que cuando todos se iban y tenía el recinto íntegro y completamente vacío para él, andaría desnudo, masturbándose o en alguna situación parecida.
Al menos eso haría yo en su lugar, me despertaría una morbosidad extrema saber que me encontraba sólo en mi lugar de trabajo y 100% seguro de que nadie me sorprendería.
Seguí revisando los recovecos oscuros de la planta baja con la luz de mi celular, albergaba muy dentro de mi inconsciente que tal vez él se haya creído solo y estaría dando rienda suelta a sus fantasías morbosas sexuales. (O mis fantasías mejor dicho).
Cuando pasé por la puerta del ascensor de la planta baja observé que estaba detenido en el 2º piso. Sopesé dos posibilidades fugaces en mi mente, casi como que salieron sin que yo las creara: o estaba arriba con su padre que aún no se había retirado o bien sabiendo que yo aún me encontraba en la empresa, se marchó a un sitio más privado a dar rienda suelta a su morbo ya que su notebook personal tampoco estaba en su escritorio.
Creo que mis pensamientos sobre él siempre fueron esos ya que me daban, a causa de su personalidad, el perfil de un muchacho aún no debutado en el sexo, con poca iniciativa de revertir la situación a causa de su timidez y sedentarismo social y que lo compensaba con reiteradas sesiones de masturbación en ámbitos privados, como la empresa a altas horas del día, ya que no encontraría la misma privacidad en su casa junto a sus cuatro hermanos menores, sus padres, la mucama y las cocineras con cama adentro. Aunque insisto, esto nunca dejaba de ser un pensamiento de lo que haría yo en su lugar.
Subí al primer piso, advertí una completa oscuridad en todo el piso de oficinas conjuntas. Allí no estaba, era evidente.
Me dispuse a seguir hasta el segundo piso (siempre por escaleras, ya que el ascensor sólo podía usarlo la gerencia).
No sé porque subí sigilosamente ya que mi mente había dispuesto repentinamente que Federico se hallara con su padre, pero una sensación inconciente me revelaba una mínima posibilidad de que no sea así.
En el segundo piso asomaba luz por una puerta entrecerrada, la única en ese sitio. En breves segundos mi morbo salió a relucir sopesando las posibilidades de lo que quería y podía realmente encontrar.
Decidí acercarme a la puerta y entrar despacio sin golpear previamente. La posición de la puerta entreabierta me habilitaba a hacerlo, en mi experiencia allí sabía que la privacidad gerencial era rotundamente graficada con la hermeticidad que daba una puerta cerrada.
Abrí despacio y me asomé sin decir nada. Ante mí se presentó un cuadro sorprendente e inconcientemente esperado.
Federico se hallaba a escasos metros frente a mí, completamente desnudo y con una erección en su punto máximo. Me miró con ojos desorbitados y su cuerpo empezó a experimentar una sensación de pánico y nerviosismo evidente.
En breves fracciones de segundos quedó inmóvil, denotaba que esa no era su posición al momento de mi entrada y que se estaba acercando a ella seguramente por algún ruido mínimo que yo pude haber hecho irrumpiendo el absoluto silencio que reinaba en ese piso.
En fracciones de segundos llevó su mano izquierda a la punta de su miembro, sujetándolo hacía arriba y contra su pelvis, de modo que el resto de su brazo completara la ocultación. Su larga mano no llegaba a cubrir el miembro completo y generosos centímetros de la base de su tronco quedaban al descubierto y su mano derecha automáticamente fue a cubrirse los testículos, de modo que el perfecto rasurado de pocos milímetros de su pubis quedaba completamente a la vista.
Nos miramos sorprendidos, por varios segundos titubeamos ambos comienzos de posibles enunciados que nunca llegábamos a completar para salvar la situación.
Sin dejar de admirar su cuerpo de pies a cabeza, reparando en sus genitales y en su vello corto del pecho (poco pero abundante en la zona donde crecía, entre medio de sus tetillas y que se descendía en una línea perfecta e ininterrumpida hasta unirse con los de su pubis), articulé largamente y con nerviosas pausas entre sílabas:
- disculpame, te buscaba para avisarte que ya me iba, que podías cerrar tranquilo.
No sé bien que trató de responderme pero solo oí repetidas veces la palabra "disculpa", mis ojos y mi mente estaban trabajando en unos breves milímetros de glande que asomaban de la parte superior de su muñeca, detrás del brazo que ocultaba su pene duro. Mis ojos deleitaban la escena y subían repetidamente a sus ojos juntando la información que reflejaba su nerviosa pero penetrante mirada y mi mente sacaba cuentas de las dimensiones que separaban aquella punta fálica de su base descubierta.
- Quedate tranquilo, no hay drama y disculpame de nuevo, es que vi la puerta entreabierta y pensé que estabas con tu viejo. Respondí largamente y casi sin respirar para que se relajara.
Mi mente perversa comenzó a trabajar a toda velocidad antes que pudiese contestarme, sabía que la situación no tenía una mentira lógica y aceptable como escape o justificación y a juzgar por su mirada Él también lo sabía. Comencé a ser conciente que podía empujar ese cuadro a donde yo quisiese y con cualquier método. Hasta la posibilidad de extorsionarlo y obligarlo a cumplir mis más perversas y morbosas fantasías a cambio de mi silencio reservado y absoluto. Pero decidí llevar la situación despacio, insinuante; si me marchaba no había vuelta atrás y yo dominaba completamente la situación ya que Federico se encontraba en pelotas en todo sentido imaginable. Conciente de dejar en última instancia la extorsión sexual le dije:
- relaje Fede, esto queda entre vos y yo. Hace de cuenta que nunca vi nada. ¡Sabés como me cabe la paja mí también?!
Sonrió nerviosamente pero con una leve mejoría al tiempo que me decía: - Me vine acá porque pensé que no ibas a subir, que te ibas directamente y era ahora o nunca. Mientras giraba su cabeza señalando su computadora personal que descansaba en el escritorio que estaba detrás de él.
Era evidente que me había escuchado llegar justo en el momento que estaba masturbándose en sus anchas (en un Chat con alguien que lo miraba y él deseaba mucho. "era ahora o nunca") y ante la inminencia de mi aparición en la oficina se levantó a cerrar la puerta ya que supuso que no había tiempo para vestirse completamente. (y estaba en lo cierto).
Sin salir de su posición, como si estuviese totalmente paralizado sobre el piso, sacó su mano rápidamente de sus testículos, se rascó un ojo y volvió a sujetarlos. Mis ojos registraron cada fotograma de la maniobra y mi mente comenzó a ordenar el comienzo de una erección a mi miembro al ver la perfección de sus huevos simétricos, de buen tamaño, firmes y rasurados a cero.
- No hay drama, seguí con lo tuyo. Estás en un Chat con alguien o mirando una peli? pregunté dando mi primer paso hacía una inminente retirada, pero al mismo tiempo pronunciando las palabras justas para alargar mi presencia.
- Un Chat. Respondió corto, conciso y con un dejo de que me quede ya que agregó al instante: - Nos estábamos pajeando los dos por la cámara.
- Uh que bueno eso, respondí sin dejar de alternar mi mirada entre su cara y esos milímetros de glande que aún seguían asomando de su brazo exactamente en el mismo sitio, lo cual me revelaba que los nervios de la situación no lo habían desanimado en absoluto y hasta creo que le gustaba que estuviese yo ahí frente a su cuerpo desnudo y erecto.
- Y está buena la mina? pregunté con descaro. - Yo también soy habitué de esos chats, está bárbaro! agregué sonriendo buscando que entrara en confianza. Caí en la cuenta de inmediato que mi pregunta había sido algo osada para la situación reciente, que había subido mucho el tono del presunto preludio innecesario que estaba haciendo de mi supuesta retirada de esa oficina, pero que su próxima respuesta sería determinante para seguir o irme definitivamente.
- Ya sé habrá desconectado, respondió al tiempo que se daba media vuelta velozmente y sacando su mano de la pija, bajaba la tapa de su portátil.
Alcancé a ver un flash de su miembro duro caer al vació y rebotar en el aire para subir rápidamente sobre sí mismo a causa de la repentina ida de la mano que lo sujetaba firmemente. Se dio la vuelta de nuevo, ya con su mano otra vez sobre el pene, pero esta vez los centímetros de la base del tronco que quedaban al descubierto se habían duplicado. Su mano se cerraba a lo largo de la punta de su pija dura y palpitante, el resto de su brazo ya no cumplía la función de ocultar nada más; solo su mano húmeda abrazaba su verga como si estuviese haciéndose la famosa paja paragûita.
Si bien su accionar y respuesta habían sido cortantes, su nueva postura adoptada para cubrir su pija era más relajada y me incitaba a quedarme otro instante más.
- bueno, te dejo con lo tuyo, respondí. -Seguís a full y te podes resfriar así. Agregué sonriendo y señalando con un breve movimiento de mi cabeza hacía su miembro.
- Si, respondió con una sonrisa más distendida, estaba en lo mejor cuando entraste.
- Ja, ja, ja...perdón de nuevo, dije mientras amagaba a salir lentamente por la puerta, igual te lo decía porque se te asomó la cabeza de verga por la mano. Se vé que ya está lubricando mal y se patina.
Estaba en lo cierto, su glande se había resbalado imperceptiblemente fuera de la palma de su mano y asomaba brillante y rígida. Su Líquido pre seminal estaba irrumpiendo su uretra y eso me daba la plena seguridad de que la situación lo había excitado por completo. Más aún que la masturbación simultánea con su acompañante de género incierto por cámara.
Rió nuevamente mientras miraba su glande empapado de fluidos, volvió a cubrirlo con la mano. - Cuesta agarrarla.
- ya lo creo, le dije mientras me volvía abandonando mi salida, la tenés larga eh, te felicito! Acomodé con la mano mi erección que estallaba en mis jeans negros con el sutil, pero justo movimiento, que hiciera marcar mi miembro a través de la tela para que él lo advirtiese. Era un mensaje determinante: estoy igual de caliente que vos, me quedo o me voy?.
No sé si lo habrá advertido pero su pregunta me abrió camino a plantar una conversación algo extraña: él en pelotas y yo vestido; pero igual de excitados.
- Alguna vez te hiciste una acá? a tiempo que me asentía un leve gracias con la sonrisa agradeciendo mi cumplido.
- Nunca, respondí mentirosamente, pero me daría más morbo y calentura que a vos si pudiese. Tengo un master en pajas desde pendejo, me falta hacérmela en el laburo y saco el doctorado. (Y reí ya totalmente desinhibido).
Se rió totalmente relajado, parecía que toda la tensión de ser sorprendido desnudo y erecto en el despacho de su padre por un compañero de trabajo, había desaparecido.
- Yo lo hago casi siempre acá. En mi casa no tengo un momento de privacidad con toda la familia encima.
- Y siempre te la hacés en la oficina de tu viejo? le vas a plastificar la alfombra!
Se volvió a reír con más soltura, parecía que fuésemos dos amigos compinches de la infancia recordando travesuras. En los dos años que llevábamos trabajando juntos no habíamos tenido tanto diálogo seguido y menos aún por cuestiones no laborales. Ser el hijo de la jerarquía máxima de la empresa generaba en los demás un recelo cuidadoso. A pesar de que no era igual a los dos imberbes de su padre y tío, tenía ciertos matices parecidos que hacían pensar a cualquiera si querían mantener el trabajo antes de enfrentarse con un posible informante de su padre. No era para menos, si quería podía hacerlo sin reparo.
Mi trato con él siempre fué así, como con mi jefe, de manera respetuosa y sin demasiados acercamientos amistosos. Delimitando siempre quién era cada uno en la empresa. Pero al llevarnos con Federico 4 años de edad y no 40 como con mis superiores se deslizaba alguna que otra complicidad esporádica e ínfima propia de la edad, en la que hacíamos algún chiste o conversábamos trivialidades que se cortaban repentinamente ante su timidez y poca capacidad de relaciones sociales.
Sabía por comentarios que tenía 4 hermanos más chicos, que su padre le había impuesto trabajar en su empresa, que tenía un puñado de amigos todos de sus mismas características y que no salía mucho.
Si bien no lo odiaba, a veces tenía ganas de pegarle un par de sopapos cuando hacía abuso de delegación de su trabajo por ser "el hijo de", pero otras veces relucía matices que me despertaban mucha compasión, o ternura y agradecimiento como cuando me contó que nunca había podido festejar su cumpleaños de chico con los compañeros de colegio ya que era época no escolar y estaba siempre de viaje con sus padres, o como cuando me pidió un cigarrillo a escondidas en una cena de fin de año de la empresa porque su padre no quería que fumara o como cuando me dió un abrazo sincero y cálido el día que perdí un familiar muy cercano en circunstancias terribles justo el día de su cumpleaños y al otro día cuando le pedí disculpas por no haberlo saludado me retribuyó su despreocupación con ese gesto y palabras de aliento.
- Esperá que me visto y seguimos hablando, bah...si querés..., me dijo al tiempo que sin sacarse las manos de los genitales, se agachaba a un costado para intentar recoger su ropa tirada en el piso.
Me acerqué, junté su bóxer de tela blanco, amplio y holgado y se lo extendí ante él. -Igual vas a tener que soltarte algo, le dije sonriendo. - Si querés te espero afuera, pero mirá que a mi no me jode.
Soltó su pija tímidamente y tomó el bóxer. Si bien podría haber optado agarrarlo con la mano que cubría sus gruesas pelotas o bien pedirme que lo espere afuera, optó, no sin un dejo de leve timidez relucir ante mí su larga verga aún durísima, con el prepucio totalmente retraído y el glande, algo grande para su miembro, con una leve capa de líquido preseminal en todo su esplendor.
Bajé mi mirada hacía su pija y volví a subirla con una sonrisa cómplice. - Cuánto te mide Fede? te envidio loco, posta.
Sonrió - 23.
- Que animal, lo que daría por tenerla así. Reí seriamente, como con preocupación mientras volvía a bajar la mirada a su pene.
- Tan chica no parece, me respondió mientras señalaba levemente con el dedo mi entrepierna.
Mi pija estaba en su punto máximo inclinada hacía la derecha. Sobre la tela del jean se delineaba perfectamente su contorno a lo largo y ancho. Hasta podía dibujarse el contorno del glande en la punta.
Si bien mi pija mide 16x5, siempre me han asegurado que parece más debido a una leve curvatura hacía arriba, como si fuese una banana. Si bien eso la hace más corta a la hora de medirla con una regla recta, el grueso es algo por encima de lo normal y destaca la sensación visual de una herramienta por encima de las medidas normales.
- La tengo a full igual que vos. Pensé que no se notaba, disculpá.
- Todo bien, no te puedo recriminar nada. Mirame como me encontraste, dijo con una sonrisa que parecía eterna ya que entre frase y frase apenas amainaba.
- Posta te vas a vestir? me puedo poner igual que vos ahora así no te sentís mal. A parte me está estallando la bragueta, dije totalmente jugado. Sabía que aunque tuviera un no rotundo por respuesta, o se enojase y me echase, jamás podría decir nada de mi lance porque yo podría hundirlo más. En mi pantalón también se marcaba mi celular, justo al lado de mi pija y podía sacarle una foto tranquilamente antes que intentase ponerse siquiera el calzoncillo.
- Nno sé...dijo dudando. Nunca lo hice eso.
- Relajate, no vas a ver nada nuevo, pero este jean me mata cada vez que se me para. A parte me podes cumplir el morbo de ponerme en bolas en el trabajo.
Siempre con una sonrisa cómplice me respondió. - No era una paja el morbo tuyo con la oficina?
- Tenés razón. Además de ponerme en bolas te voy a tener que ayudar a plastificarle la alfombra a la oficina de tu viejo.
Se rió estrepitosamente pero no contestó nada.
- alguna vez te la hiciste con un amigo?.
- no
- dá?
- no sé, dudo nerviosamente de nuevo. Sin duda eran nervios, la proposición no lo enojaba en absoluto.
- sin embargo parece que tu pija dice que si.
Se rió de nuevo con una carcajada. Su pija había pegado un último estirón repentino. Involuntariamente su pene dió un respingo y bajó en un vaivén repetitivo y paulatino hacia arriba y abajo hasta asentarse en la posición recta en la que estaba, como si aceptara algo.
Un signo habitual de excitación. Una contracción involuntaria del esfínter que denota el punto máximo de erección. Siguió sin contestar, un silencio incómodo apareció en la oficina por largos segundos. El silencio que anuncia que ya no hay más que decir y es hora de hacer o irse al mazo.
Sin movernos de nuestras posiciones y mirándonos las entrepiernas, corté el silencio. Era a todo o nada, su vacilación ante mis propuestas me generaba ternura. Sabía que quería que me desnude frente a él,
Sabía que deseaba que nos masturbáramos juntos. Amagando un movimiento de agarrarle la pija a punto de estallarle, frené en seco a escasos centímetros de su tronco y le pregunté:
- puedo?
continuará.....
saludos, dejen comentarios.
Me había quedado en la oficina terminando un trabajo importante. Sabía que Federico, el hijo del vicepresidente de la compañía, siempre era el último en irse, habitualmente no menos de las 21 hs.
Federico es un pibe con muy poca experiencia de vida, malcriado, extremadamente tímido y poco confiable, ya que a comparación de su padre era mejor ser humano, salvo cuando revelaba su mal carácter heredado.
Físicamente no es nada despreciable: 1.75 de altura, flaco (me refiero a poca masa muscular, pero bien proporcionada, sin llegar a una desnutrición óptica), pelo negro, tez blanca típica de una persona que no sale mucho a la luz del día. Sin embargo a sus 23 años, posee un que se yo que lo hace atractivo. Tal vez su personalidad retraída y misteriosa, su habitual sombra de barba negra y dura (lo cual siempre me excitó de los hombres) o sus manos grandes sincronizadas con dedos largos, sexuales y fantasiosos. He comprobado después de mucho andar, que los hombres con dedos largos guardan
una extraña comparación con el tamaño de su miembro, es decir, tienen penes largos y no muy anchos; o al menos no tan proporcionales a la longitud de su miembro. (Un pene de 16x5 suele destacar su anchura en comparación con uno de 25x5 por citar ejemplos).
Me encontraba yo en mi oficina, ya pasaban las 20 horas y todos se habían ido excepto Federico, tal vez su padre y yo. A Federico lo podía ver, ya que ocupaba su oficina frente a la mía y a diferencia la suya tenía una puerta corrediza de vidrio que salía al pasillo que nos dividía.
Guardé mis cosas, acomodé el escritorio y me fui a la cocina a fumar un cigarrillo antes de marcharme, ya que tomaba mi colectivo en la esquina y no me daría tiempo a fumar uno completo.
Al salir de mi oficina pude notar que Federico no estaba la suya. La última vez que lo había visto estaba sentado en su escritorio frente a la puerta con su notebook personal abierta. Era raro que se levantara de su asiento ya que su trabajo le demandaba muchas horas frente al monitor.
Fumé mi cigarrillo y volví a buscarlo para avisarle que me iba, aún estaba en duda si su padre se había marchado o se encontraba en su oficina en el 2º piso.
Busqué por los baños de la planta baja y las oficinas, ya oscuras completamente. Me adentré en el archivo en total penumbra iluminando con mi celular. Ya adentro mío había comenzado un leve deseo o posibilidad de hallarlo en una situación incómoda. Siempre imaginaba que cuando todos se iban y tenía el recinto íntegro y completamente vacío para él, andaría desnudo, masturbándose o en alguna situación parecida.
Al menos eso haría yo en su lugar, me despertaría una morbosidad extrema saber que me encontraba sólo en mi lugar de trabajo y 100% seguro de que nadie me sorprendería.
Seguí revisando los recovecos oscuros de la planta baja con la luz de mi celular, albergaba muy dentro de mi inconsciente que tal vez él se haya creído solo y estaría dando rienda suelta a sus fantasías morbosas sexuales. (O mis fantasías mejor dicho).
Cuando pasé por la puerta del ascensor de la planta baja observé que estaba detenido en el 2º piso. Sopesé dos posibilidades fugaces en mi mente, casi como que salieron sin que yo las creara: o estaba arriba con su padre que aún no se había retirado o bien sabiendo que yo aún me encontraba en la empresa, se marchó a un sitio más privado a dar rienda suelta a su morbo ya que su notebook personal tampoco estaba en su escritorio.
Creo que mis pensamientos sobre él siempre fueron esos ya que me daban, a causa de su personalidad, el perfil de un muchacho aún no debutado en el sexo, con poca iniciativa de revertir la situación a causa de su timidez y sedentarismo social y que lo compensaba con reiteradas sesiones de masturbación en ámbitos privados, como la empresa a altas horas del día, ya que no encontraría la misma privacidad en su casa junto a sus cuatro hermanos menores, sus padres, la mucama y las cocineras con cama adentro. Aunque insisto, esto nunca dejaba de ser un pensamiento de lo que haría yo en su lugar.
Subí al primer piso, advertí una completa oscuridad en todo el piso de oficinas conjuntas. Allí no estaba, era evidente.
Me dispuse a seguir hasta el segundo piso (siempre por escaleras, ya que el ascensor sólo podía usarlo la gerencia).
No sé porque subí sigilosamente ya que mi mente había dispuesto repentinamente que Federico se hallara con su padre, pero una sensación inconciente me revelaba una mínima posibilidad de que no sea así.
En el segundo piso asomaba luz por una puerta entrecerrada, la única en ese sitio. En breves segundos mi morbo salió a relucir sopesando las posibilidades de lo que quería y podía realmente encontrar.
Decidí acercarme a la puerta y entrar despacio sin golpear previamente. La posición de la puerta entreabierta me habilitaba a hacerlo, en mi experiencia allí sabía que la privacidad gerencial era rotundamente graficada con la hermeticidad que daba una puerta cerrada.
Abrí despacio y me asomé sin decir nada. Ante mí se presentó un cuadro sorprendente e inconcientemente esperado.
Federico se hallaba a escasos metros frente a mí, completamente desnudo y con una erección en su punto máximo. Me miró con ojos desorbitados y su cuerpo empezó a experimentar una sensación de pánico y nerviosismo evidente.
En breves fracciones de segundos quedó inmóvil, denotaba que esa no era su posición al momento de mi entrada y que se estaba acercando a ella seguramente por algún ruido mínimo que yo pude haber hecho irrumpiendo el absoluto silencio que reinaba en ese piso.
En fracciones de segundos llevó su mano izquierda a la punta de su miembro, sujetándolo hacía arriba y contra su pelvis, de modo que el resto de su brazo completara la ocultación. Su larga mano no llegaba a cubrir el miembro completo y generosos centímetros de la base de su tronco quedaban al descubierto y su mano derecha automáticamente fue a cubrirse los testículos, de modo que el perfecto rasurado de pocos milímetros de su pubis quedaba completamente a la vista.
Nos miramos sorprendidos, por varios segundos titubeamos ambos comienzos de posibles enunciados que nunca llegábamos a completar para salvar la situación.
Sin dejar de admirar su cuerpo de pies a cabeza, reparando en sus genitales y en su vello corto del pecho (poco pero abundante en la zona donde crecía, entre medio de sus tetillas y que se descendía en una línea perfecta e ininterrumpida hasta unirse con los de su pubis), articulé largamente y con nerviosas pausas entre sílabas:
- disculpame, te buscaba para avisarte que ya me iba, que podías cerrar tranquilo.
No sé bien que trató de responderme pero solo oí repetidas veces la palabra "disculpa", mis ojos y mi mente estaban trabajando en unos breves milímetros de glande que asomaban de la parte superior de su muñeca, detrás del brazo que ocultaba su pene duro. Mis ojos deleitaban la escena y subían repetidamente a sus ojos juntando la información que reflejaba su nerviosa pero penetrante mirada y mi mente sacaba cuentas de las dimensiones que separaban aquella punta fálica de su base descubierta.
- Quedate tranquilo, no hay drama y disculpame de nuevo, es que vi la puerta entreabierta y pensé que estabas con tu viejo. Respondí largamente y casi sin respirar para que se relajara.
Mi mente perversa comenzó a trabajar a toda velocidad antes que pudiese contestarme, sabía que la situación no tenía una mentira lógica y aceptable como escape o justificación y a juzgar por su mirada Él también lo sabía. Comencé a ser conciente que podía empujar ese cuadro a donde yo quisiese y con cualquier método. Hasta la posibilidad de extorsionarlo y obligarlo a cumplir mis más perversas y morbosas fantasías a cambio de mi silencio reservado y absoluto. Pero decidí llevar la situación despacio, insinuante; si me marchaba no había vuelta atrás y yo dominaba completamente la situación ya que Federico se encontraba en pelotas en todo sentido imaginable. Conciente de dejar en última instancia la extorsión sexual le dije:
- relaje Fede, esto queda entre vos y yo. Hace de cuenta que nunca vi nada. ¡Sabés como me cabe la paja mí también?!
Sonrió nerviosamente pero con una leve mejoría al tiempo que me decía: - Me vine acá porque pensé que no ibas a subir, que te ibas directamente y era ahora o nunca. Mientras giraba su cabeza señalando su computadora personal que descansaba en el escritorio que estaba detrás de él.
Era evidente que me había escuchado llegar justo en el momento que estaba masturbándose en sus anchas (en un Chat con alguien que lo miraba y él deseaba mucho. "era ahora o nunca") y ante la inminencia de mi aparición en la oficina se levantó a cerrar la puerta ya que supuso que no había tiempo para vestirse completamente. (y estaba en lo cierto).
Sin salir de su posición, como si estuviese totalmente paralizado sobre el piso, sacó su mano rápidamente de sus testículos, se rascó un ojo y volvió a sujetarlos. Mis ojos registraron cada fotograma de la maniobra y mi mente comenzó a ordenar el comienzo de una erección a mi miembro al ver la perfección de sus huevos simétricos, de buen tamaño, firmes y rasurados a cero.
- No hay drama, seguí con lo tuyo. Estás en un Chat con alguien o mirando una peli? pregunté dando mi primer paso hacía una inminente retirada, pero al mismo tiempo pronunciando las palabras justas para alargar mi presencia.
- Un Chat. Respondió corto, conciso y con un dejo de que me quede ya que agregó al instante: - Nos estábamos pajeando los dos por la cámara.
- Uh que bueno eso, respondí sin dejar de alternar mi mirada entre su cara y esos milímetros de glande que aún seguían asomando de su brazo exactamente en el mismo sitio, lo cual me revelaba que los nervios de la situación no lo habían desanimado en absoluto y hasta creo que le gustaba que estuviese yo ahí frente a su cuerpo desnudo y erecto.
- Y está buena la mina? pregunté con descaro. - Yo también soy habitué de esos chats, está bárbaro! agregué sonriendo buscando que entrara en confianza. Caí en la cuenta de inmediato que mi pregunta había sido algo osada para la situación reciente, que había subido mucho el tono del presunto preludio innecesario que estaba haciendo de mi supuesta retirada de esa oficina, pero que su próxima respuesta sería determinante para seguir o irme definitivamente.
- Ya sé habrá desconectado, respondió al tiempo que se daba media vuelta velozmente y sacando su mano de la pija, bajaba la tapa de su portátil.
Alcancé a ver un flash de su miembro duro caer al vació y rebotar en el aire para subir rápidamente sobre sí mismo a causa de la repentina ida de la mano que lo sujetaba firmemente. Se dio la vuelta de nuevo, ya con su mano otra vez sobre el pene, pero esta vez los centímetros de la base del tronco que quedaban al descubierto se habían duplicado. Su mano se cerraba a lo largo de la punta de su pija dura y palpitante, el resto de su brazo ya no cumplía la función de ocultar nada más; solo su mano húmeda abrazaba su verga como si estuviese haciéndose la famosa paja paragûita.
Si bien su accionar y respuesta habían sido cortantes, su nueva postura adoptada para cubrir su pija era más relajada y me incitaba a quedarme otro instante más.
- bueno, te dejo con lo tuyo, respondí. -Seguís a full y te podes resfriar así. Agregué sonriendo y señalando con un breve movimiento de mi cabeza hacía su miembro.
- Si, respondió con una sonrisa más distendida, estaba en lo mejor cuando entraste.
- Ja, ja, ja...perdón de nuevo, dije mientras amagaba a salir lentamente por la puerta, igual te lo decía porque se te asomó la cabeza de verga por la mano. Se vé que ya está lubricando mal y se patina.
Estaba en lo cierto, su glande se había resbalado imperceptiblemente fuera de la palma de su mano y asomaba brillante y rígida. Su Líquido pre seminal estaba irrumpiendo su uretra y eso me daba la plena seguridad de que la situación lo había excitado por completo. Más aún que la masturbación simultánea con su acompañante de género incierto por cámara.
Rió nuevamente mientras miraba su glande empapado de fluidos, volvió a cubrirlo con la mano. - Cuesta agarrarla.
- ya lo creo, le dije mientras me volvía abandonando mi salida, la tenés larga eh, te felicito! Acomodé con la mano mi erección que estallaba en mis jeans negros con el sutil, pero justo movimiento, que hiciera marcar mi miembro a través de la tela para que él lo advirtiese. Era un mensaje determinante: estoy igual de caliente que vos, me quedo o me voy?.
No sé si lo habrá advertido pero su pregunta me abrió camino a plantar una conversación algo extraña: él en pelotas y yo vestido; pero igual de excitados.
- Alguna vez te hiciste una acá? a tiempo que me asentía un leve gracias con la sonrisa agradeciendo mi cumplido.
- Nunca, respondí mentirosamente, pero me daría más morbo y calentura que a vos si pudiese. Tengo un master en pajas desde pendejo, me falta hacérmela en el laburo y saco el doctorado. (Y reí ya totalmente desinhibido).
Se rió totalmente relajado, parecía que toda la tensión de ser sorprendido desnudo y erecto en el despacho de su padre por un compañero de trabajo, había desaparecido.
- Yo lo hago casi siempre acá. En mi casa no tengo un momento de privacidad con toda la familia encima.
- Y siempre te la hacés en la oficina de tu viejo? le vas a plastificar la alfombra!
Se volvió a reír con más soltura, parecía que fuésemos dos amigos compinches de la infancia recordando travesuras. En los dos años que llevábamos trabajando juntos no habíamos tenido tanto diálogo seguido y menos aún por cuestiones no laborales. Ser el hijo de la jerarquía máxima de la empresa generaba en los demás un recelo cuidadoso. A pesar de que no era igual a los dos imberbes de su padre y tío, tenía ciertos matices parecidos que hacían pensar a cualquiera si querían mantener el trabajo antes de enfrentarse con un posible informante de su padre. No era para menos, si quería podía hacerlo sin reparo.
Mi trato con él siempre fué así, como con mi jefe, de manera respetuosa y sin demasiados acercamientos amistosos. Delimitando siempre quién era cada uno en la empresa. Pero al llevarnos con Federico 4 años de edad y no 40 como con mis superiores se deslizaba alguna que otra complicidad esporádica e ínfima propia de la edad, en la que hacíamos algún chiste o conversábamos trivialidades que se cortaban repentinamente ante su timidez y poca capacidad de relaciones sociales.
Sabía por comentarios que tenía 4 hermanos más chicos, que su padre le había impuesto trabajar en su empresa, que tenía un puñado de amigos todos de sus mismas características y que no salía mucho.
Si bien no lo odiaba, a veces tenía ganas de pegarle un par de sopapos cuando hacía abuso de delegación de su trabajo por ser "el hijo de", pero otras veces relucía matices que me despertaban mucha compasión, o ternura y agradecimiento como cuando me contó que nunca había podido festejar su cumpleaños de chico con los compañeros de colegio ya que era época no escolar y estaba siempre de viaje con sus padres, o como cuando me pidió un cigarrillo a escondidas en una cena de fin de año de la empresa porque su padre no quería que fumara o como cuando me dió un abrazo sincero y cálido el día que perdí un familiar muy cercano en circunstancias terribles justo el día de su cumpleaños y al otro día cuando le pedí disculpas por no haberlo saludado me retribuyó su despreocupación con ese gesto y palabras de aliento.
- Esperá que me visto y seguimos hablando, bah...si querés..., me dijo al tiempo que sin sacarse las manos de los genitales, se agachaba a un costado para intentar recoger su ropa tirada en el piso.
Me acerqué, junté su bóxer de tela blanco, amplio y holgado y se lo extendí ante él. -Igual vas a tener que soltarte algo, le dije sonriendo. - Si querés te espero afuera, pero mirá que a mi no me jode.
Soltó su pija tímidamente y tomó el bóxer. Si bien podría haber optado agarrarlo con la mano que cubría sus gruesas pelotas o bien pedirme que lo espere afuera, optó, no sin un dejo de leve timidez relucir ante mí su larga verga aún durísima, con el prepucio totalmente retraído y el glande, algo grande para su miembro, con una leve capa de líquido preseminal en todo su esplendor.
Bajé mi mirada hacía su pija y volví a subirla con una sonrisa cómplice. - Cuánto te mide Fede? te envidio loco, posta.
Sonrió - 23.
- Que animal, lo que daría por tenerla así. Reí seriamente, como con preocupación mientras volvía a bajar la mirada a su pene.
- Tan chica no parece, me respondió mientras señalaba levemente con el dedo mi entrepierna.
Mi pija estaba en su punto máximo inclinada hacía la derecha. Sobre la tela del jean se delineaba perfectamente su contorno a lo largo y ancho. Hasta podía dibujarse el contorno del glande en la punta.
Si bien mi pija mide 16x5, siempre me han asegurado que parece más debido a una leve curvatura hacía arriba, como si fuese una banana. Si bien eso la hace más corta a la hora de medirla con una regla recta, el grueso es algo por encima de lo normal y destaca la sensación visual de una herramienta por encima de las medidas normales.
- La tengo a full igual que vos. Pensé que no se notaba, disculpá.
- Todo bien, no te puedo recriminar nada. Mirame como me encontraste, dijo con una sonrisa que parecía eterna ya que entre frase y frase apenas amainaba.
- Posta te vas a vestir? me puedo poner igual que vos ahora así no te sentís mal. A parte me está estallando la bragueta, dije totalmente jugado. Sabía que aunque tuviera un no rotundo por respuesta, o se enojase y me echase, jamás podría decir nada de mi lance porque yo podría hundirlo más. En mi pantalón también se marcaba mi celular, justo al lado de mi pija y podía sacarle una foto tranquilamente antes que intentase ponerse siquiera el calzoncillo.
- Nno sé...dijo dudando. Nunca lo hice eso.
- Relajate, no vas a ver nada nuevo, pero este jean me mata cada vez que se me para. A parte me podes cumplir el morbo de ponerme en bolas en el trabajo.
Siempre con una sonrisa cómplice me respondió. - No era una paja el morbo tuyo con la oficina?
- Tenés razón. Además de ponerme en bolas te voy a tener que ayudar a plastificarle la alfombra a la oficina de tu viejo.
Se rió estrepitosamente pero no contestó nada.
- alguna vez te la hiciste con un amigo?.
- no
- dá?
- no sé, dudo nerviosamente de nuevo. Sin duda eran nervios, la proposición no lo enojaba en absoluto.
- sin embargo parece que tu pija dice que si.
Se rió de nuevo con una carcajada. Su pija había pegado un último estirón repentino. Involuntariamente su pene dió un respingo y bajó en un vaivén repetitivo y paulatino hacia arriba y abajo hasta asentarse en la posición recta en la que estaba, como si aceptara algo.
Un signo habitual de excitación. Una contracción involuntaria del esfínter que denota el punto máximo de erección. Siguió sin contestar, un silencio incómodo apareció en la oficina por largos segundos. El silencio que anuncia que ya no hay más que decir y es hora de hacer o irse al mazo.
Sin movernos de nuestras posiciones y mirándonos las entrepiernas, corté el silencio. Era a todo o nada, su vacilación ante mis propuestas me generaba ternura. Sabía que quería que me desnude frente a él,
Sabía que deseaba que nos masturbáramos juntos. Amagando un movimiento de agarrarle la pija a punto de estallarle, frené en seco a escasos centímetros de su tronco y le pregunté:
- puedo?
continuará.....
3 comentarios - [Relato] El mejor polvo de mi vida (1º Parte).