-“Cielo, estas muy callada hoy. Hace un rato hacías más ruido. ¿Todo bien?” me preguntó con una sonrisa casi burlona.
-“Si papá, estoy bien. Sólo pensaba en mis cosas, puedes estar tranquilo”, atiné a decirle, pensando que no era precisamente él el que estaba falto de tranquilidad.
Me pareció notar que mi padre suspiraba de alivio. Notaba como me miraba de reojo. Me estudiaba. Algo tramaba.
-“Te he comprado unas cosas para que te lo pases aún mejor pero creo que antes de dártelas tendrías que hacer algo para ganártelas, ¿no crees?”.
-“ Papá, sabes que estoy a tu disposición”. No sabía muy bien que tenía mi padre en mente pero quería divertirse y yo seguía con la calentura del sex shop. Empecé a tocarle el paquete por encima del pantalón y su polla no tardó en ponerse dura. Mi padre abrió las piernas y se concentró en la conducción. A pesar de su cara, sabía que estaba disfrutando del momento. Le abrí el pantalón, le bajé los bóxers y le saqué su polla. Cuanto más la veía más la deseaba. Comencé a pajearla y vi como mi padre ya no podía disimular el placer que yo le estaba proporcionando. Me cogió de la cabeza y me dirigió a su polla. Yo no hacía cuentas de comérsela allí mismo, en el coche. Por mucho que fuéramos por la carretera alguien nos podía ver … pero la idea me excitó y me la metí en la boca todo lo que pude. Comencé a comérmela como pude, no era la posición ideal, pero por su respiración y sus gestos de placer sin duda no lo estaba haciendo nada mal. Mientras jugaba por encima de la ropa con mis tetas y mi coño. Lo notaba caliente, palpitante y deseoso de sentir la polla de mi padre dentro.
Cuando ya creía que estaría a punto de correrse, noté como el coche se detenía. Habíamos llegado a casa. Mi padre se compuso la ropa y yo el pelo.
Nada más cerrar la puerta de casa mi padre tiró la bolsa al suelo y me empujó contra la pared y comenzó a comerme la boca. Era el primer beso en mucho tiempo y mi lengua y mis labios ya le echaban en falta. Me cogió en peso de culo y yo le rodeé con mis piernas. Pude sentir como su polla seguía tan dura como minutos antes cuando estaba en mi boca. Así, en peso, me dejó caer en la alfombra. Estaba fuera de sí. Que se la comiera en el coche, a plena luz del día y sin poderme hacer nada le había puesto a mil. Me bajé el pantalón y antes de que pudiera quitarme nada más mi padre Mi padre se bajó el pantalón y yo hice lo mismo, pero antes de que pudiera quitarme nada más mi padre echó a un lado mi tanga, se puso encima de mí y me la metió sin más. Me cogió nuevamente las muñecas, poniéndolas por encima de cabeza y usándolas de apoyo. Yo abrí las piernas todo lo que pude y mi padre empezó a follarme de forma salvaje … fuerte, duro, sin parar, sin miramientos … Me gustaba, lo estaba disfrutando. Me sentía satisfecha de haber puesto tan caliente a mi padre que no respondiera, que sólo quisiera follarme y usarme. Era diferente pero también era placentero. Se corrió sin más. Gimió como no lo había hecho antes y aunque estaba vez yo no me corrí, estaba más que satisfecha del polvo que acabábamos de pegar.
Estuvimos un rato recostados sobre la alfombra, recobrando el aliento y las fuerzas. Mirábamos al techo, sin hablar. Simplemente estábamos. Estaba relajada, casi dormida. Cuando se levantó me sobresalté. Al poco volvió con el conjunto de lencería que había comprado en el sex shop.
-“Es hora de comer. Ponte esto y avísame cuando esté lista la comida”, dijo antes de marcharse a su dormitorio.
Yo me incorporé y me limpié como pude. Goteaban de mi coño y mis piernas su corrida y mis flujos. Puse la pasta a hervir y fui a ducharme. Estaba hambrienta y cansada. Quería comer y hacer algo de siesta, aunque sabía que lo que hiciera o dejara de hacer no dependía de mi voluntad. Al salir de la ducha me vestí con lo que me había dado mi padre: un ajustado conjunto de criada compuesto por cofia, medias blancas de rejilla, bragas con una abertura delantera, un minidelantal blanco y un top muy ajustado que marcaba mis pezones. Me miré al espero y me sentí sexy. Me recogí el cabello en un moño y me puse unos zapatos de tacón. Me vi muy provocativa.
Terminé de esa guisa de hacer la comida, puse la mesa y serví los platos. Ya estaba todo listo. Llamé a mi padre y cuando entró en el comedor y me vio puso cara de aprobación.
-“Me gusta como queda, he acertado en la elección” me dijo.
-“Sabía que acertarías”, respondí.
-“¿Qué más?, preguntó.
-“¿Qué más qué?, le dije.
-“Ahora eres mi criada y por lo tanto yo tu señor, ¿entendido?”, me indicó.
-“Entendido mi señor” admití.
Se sentó y comenzó a comer. Yo aún estaba asimilando la nueva situación cuando me volvió a hablar.
-“No te equivoques, el servicio no come con los señores. Llévate tu plato a la cocina y come allí”, me indicó.
Yo no me lo terminaba de creer. Me sentía humillada. Había pasado de ser su amante a su criada sin darme cuenta y ya no podía ni comer a su lado. Cogí mi plato presa de la confusión y me fui a la cocina. A pesar del hambre que tenía hasta ese momento fui incapaz de probar bocado. Al rato mi padre me llamó y acudí obediente al salón.
-“La comida estaba muy buena pero me he manchado y quiero que me limpies”, me indicó a mi padre. Él se había desnudado y seguí sentado. Pude ver como sobre su polla, aún flácida, había algo de salsa, así que me arrodillé delante de él y se la lamí. Él dio un respingo y apoyo una mano sobre mi cabeza, impidiendo que me levantara. Entendí que quería que se la volviera a comer y así lo hice. Su polla apenas tardó en volver a estar dura y yo la lamía de arriba abajo mientras lo pajeaba. Levanté la mirada y vi como estaba recostado sobre la silla. Su cara era de completo placer. Me la metí en la boca y empecé a comérsela … poco a poco, pero su mano cada vez empujaba mi cabeza más abajo haciendo que su polla cada vez entrase más en mi boca. Tuve alguna arcada pero no pareció importarle demasiado.
-“Creo que ya está bien limpia”, me dijo mientras apartaba mi cara de su polla y comenzó a acariciar mi coño, que ya estaba empapado otra vez, con su pie. “Veo que te gusta ser mi criada. Ahora quiero que limpies todo esto y luego vengas a mi cuarto, ¿entendido?”.
-“Sí señor”, dije bajando la mirada. Mientras recogía todo mi cabeza daba mil vueltas. No sabía muy bien como asimilar la nueva situación. Era todo muy diferente a la noche anterior. Todo esto me confundía pero también me excitaba.
Cuando entré en el dormitorio de mi padre pude ver como sobre la mesita y por el suelo estaban las cosas que había comprado en el sex shop. No pude distinguir algunas de ellas pero otras sí: allí había unos lazos, el consolador y creí ver también una crema.
-“Si papá, estoy bien. Sólo pensaba en mis cosas, puedes estar tranquilo”, atiné a decirle, pensando que no era precisamente él el que estaba falto de tranquilidad.
Me pareció notar que mi padre suspiraba de alivio. Notaba como me miraba de reojo. Me estudiaba. Algo tramaba.
-“Te he comprado unas cosas para que te lo pases aún mejor pero creo que antes de dártelas tendrías que hacer algo para ganártelas, ¿no crees?”.
-“ Papá, sabes que estoy a tu disposición”. No sabía muy bien que tenía mi padre en mente pero quería divertirse y yo seguía con la calentura del sex shop. Empecé a tocarle el paquete por encima del pantalón y su polla no tardó en ponerse dura. Mi padre abrió las piernas y se concentró en la conducción. A pesar de su cara, sabía que estaba disfrutando del momento. Le abrí el pantalón, le bajé los bóxers y le saqué su polla. Cuanto más la veía más la deseaba. Comencé a pajearla y vi como mi padre ya no podía disimular el placer que yo le estaba proporcionando. Me cogió de la cabeza y me dirigió a su polla. Yo no hacía cuentas de comérsela allí mismo, en el coche. Por mucho que fuéramos por la carretera alguien nos podía ver … pero la idea me excitó y me la metí en la boca todo lo que pude. Comencé a comérmela como pude, no era la posición ideal, pero por su respiración y sus gestos de placer sin duda no lo estaba haciendo nada mal. Mientras jugaba por encima de la ropa con mis tetas y mi coño. Lo notaba caliente, palpitante y deseoso de sentir la polla de mi padre dentro.
Cuando ya creía que estaría a punto de correrse, noté como el coche se detenía. Habíamos llegado a casa. Mi padre se compuso la ropa y yo el pelo.
Nada más cerrar la puerta de casa mi padre tiró la bolsa al suelo y me empujó contra la pared y comenzó a comerme la boca. Era el primer beso en mucho tiempo y mi lengua y mis labios ya le echaban en falta. Me cogió en peso de culo y yo le rodeé con mis piernas. Pude sentir como su polla seguía tan dura como minutos antes cuando estaba en mi boca. Así, en peso, me dejó caer en la alfombra. Estaba fuera de sí. Que se la comiera en el coche, a plena luz del día y sin poderme hacer nada le había puesto a mil. Me bajé el pantalón y antes de que pudiera quitarme nada más mi padre Mi padre se bajó el pantalón y yo hice lo mismo, pero antes de que pudiera quitarme nada más mi padre echó a un lado mi tanga, se puso encima de mí y me la metió sin más. Me cogió nuevamente las muñecas, poniéndolas por encima de cabeza y usándolas de apoyo. Yo abrí las piernas todo lo que pude y mi padre empezó a follarme de forma salvaje … fuerte, duro, sin parar, sin miramientos … Me gustaba, lo estaba disfrutando. Me sentía satisfecha de haber puesto tan caliente a mi padre que no respondiera, que sólo quisiera follarme y usarme. Era diferente pero también era placentero. Se corrió sin más. Gimió como no lo había hecho antes y aunque estaba vez yo no me corrí, estaba más que satisfecha del polvo que acabábamos de pegar.
Estuvimos un rato recostados sobre la alfombra, recobrando el aliento y las fuerzas. Mirábamos al techo, sin hablar. Simplemente estábamos. Estaba relajada, casi dormida. Cuando se levantó me sobresalté. Al poco volvió con el conjunto de lencería que había comprado en el sex shop.
-“Es hora de comer. Ponte esto y avísame cuando esté lista la comida”, dijo antes de marcharse a su dormitorio.
Yo me incorporé y me limpié como pude. Goteaban de mi coño y mis piernas su corrida y mis flujos. Puse la pasta a hervir y fui a ducharme. Estaba hambrienta y cansada. Quería comer y hacer algo de siesta, aunque sabía que lo que hiciera o dejara de hacer no dependía de mi voluntad. Al salir de la ducha me vestí con lo que me había dado mi padre: un ajustado conjunto de criada compuesto por cofia, medias blancas de rejilla, bragas con una abertura delantera, un minidelantal blanco y un top muy ajustado que marcaba mis pezones. Me miré al espero y me sentí sexy. Me recogí el cabello en un moño y me puse unos zapatos de tacón. Me vi muy provocativa.
Terminé de esa guisa de hacer la comida, puse la mesa y serví los platos. Ya estaba todo listo. Llamé a mi padre y cuando entró en el comedor y me vio puso cara de aprobación.
-“Me gusta como queda, he acertado en la elección” me dijo.
-“Sabía que acertarías”, respondí.
-“¿Qué más?, preguntó.
-“¿Qué más qué?, le dije.
-“Ahora eres mi criada y por lo tanto yo tu señor, ¿entendido?”, me indicó.
-“Entendido mi señor” admití.
Se sentó y comenzó a comer. Yo aún estaba asimilando la nueva situación cuando me volvió a hablar.
-“No te equivoques, el servicio no come con los señores. Llévate tu plato a la cocina y come allí”, me indicó.
Yo no me lo terminaba de creer. Me sentía humillada. Había pasado de ser su amante a su criada sin darme cuenta y ya no podía ni comer a su lado. Cogí mi plato presa de la confusión y me fui a la cocina. A pesar del hambre que tenía hasta ese momento fui incapaz de probar bocado. Al rato mi padre me llamó y acudí obediente al salón.
-“La comida estaba muy buena pero me he manchado y quiero que me limpies”, me indicó a mi padre. Él se había desnudado y seguí sentado. Pude ver como sobre su polla, aún flácida, había algo de salsa, así que me arrodillé delante de él y se la lamí. Él dio un respingo y apoyo una mano sobre mi cabeza, impidiendo que me levantara. Entendí que quería que se la volviera a comer y así lo hice. Su polla apenas tardó en volver a estar dura y yo la lamía de arriba abajo mientras lo pajeaba. Levanté la mirada y vi como estaba recostado sobre la silla. Su cara era de completo placer. Me la metí en la boca y empecé a comérsela … poco a poco, pero su mano cada vez empujaba mi cabeza más abajo haciendo que su polla cada vez entrase más en mi boca. Tuve alguna arcada pero no pareció importarle demasiado.
-“Creo que ya está bien limpia”, me dijo mientras apartaba mi cara de su polla y comenzó a acariciar mi coño, que ya estaba empapado otra vez, con su pie. “Veo que te gusta ser mi criada. Ahora quiero que limpies todo esto y luego vengas a mi cuarto, ¿entendido?”.
-“Sí señor”, dije bajando la mirada. Mientras recogía todo mi cabeza daba mil vueltas. No sabía muy bien como asimilar la nueva situación. Era todo muy diferente a la noche anterior. Todo esto me confundía pero también me excitaba.
Cuando entré en el dormitorio de mi padre pude ver como sobre la mesita y por el suelo estaban las cosas que había comprado en el sex shop. No pude distinguir algunas de ellas pero otras sí: allí había unos lazos, el consolador y creí ver también una crema.
1 comentarios - Como mi papa me follo el culo Parte 3 :D