Este no es un simple relato de una historia de chat. Es mucho más que eso, porque arrancó como siempre, por un intento de garcharme una mina que no conocía y terminó con el mejor sexo que haya tenido en mi vida.
La mano viene más o menos así. Yo tengo un facebook de incógnito que uso en general para ver fotos de minas que estén buenas y hacer el correspondiente intento de amistad. Es como salir a pescar, la mayoría de las veces levantás la caña y ni la carnada te quedó. Para seguir con la delicada metáfora, después de gastar carradas de mojarritas, terminé sacando un tiburón blanco.
Mari, la heroína, la mujer que más me calienta en el mundo, se presentó en mi vida comentado una publicación que yo había hecho en otra página, con uno de los famosos "me gusta". Cuando vi su facebook me pareció una hembra digna de mandarle una solicitud. Rubia, bonita, y con un cuerpo que se insinuaba como exuberante y aunque las fotos no eran muy jugadas, daba la sensación de tener una cola de infarto. En general, por lo que veía de los comentarios de sus fotos, todos sus amigos hacían observaciones acerca de la parte trasera de su cuerpo.
Cuando me dio el sí, comenzamos un diálogo liviano de conocimiento mutuo, pero no había avances. Hasta le mandé una foto mía, cosa que hago no habitualmente, primero porque estoy en pareja y segundo porque, si bien no soy un impresentable, nunca gané por el lado de la pinta. Efectivamente, me dijo que yo no era su tipo. No quiero aburrir con el relato de lo que chateamos, porque es una fantasía que disfrutan mucho los protagonistas, pero tedioso para los que leen, es como cuando te cuentan un sueño. Supe que tenía 23 años, sin novio actual, muy sexual y, cosa que me mataba, le gustaba hacerse la nenita inocente por el chat. Ella sabía que yo estaba en pareja, que le llevaba 15 años, y que portaba una pija de 22 cm en su máximo explendor. Este último dato fue el que abrió las puertas a un futuro encuentro. Me dijo que llevaba 8 años comiendose una de 18.
Las virtudes que la natura no me dio en lo físico a la hora de levantarme una mina, se emparejan (no del todo), si me dejás hablar un ratito, pero mucho más si me dejás escribir unas líneas. Y ella me dejó, y respondía como una nena de secundario inexperta y reconozco que me ganó. Para que mi calentura llegara a límites que yo mismo desconocía, casi sin decir agua va, me envió una foto de su descomunal culo enfundado, o más bien asomando debajo de una pollerita escosesa, y a lo largo de los días me fue mandando más fotos que voy a reproducir más tarde. Pero me decía que era fea, que sus piernas eran muy gordas. Nada en el mundo te puede hacer calentar más. Me pasé días enteros con la pija parada, la punta pegoteada, producto de los díalogos y las fotos. Hubo días en que la calentura post-chat me dejaban un persistente dolor de huevos. La tarde en que le describí un beso negro con ella como alumna aplicada, realmente tuve problemas para caminar.
Y ese fue el plan durante varios días, un “veterano” experto y bien dotado diciendole mitad guarangadas, mitad suaves elogios a una veinteañera que se hacía la nenita y me mandaba fotos de su culo.
Lo postergamos, lo negamos, lo suspendimos, pero era tanta la calentura que algún día nos teníamos que encontrar. Vivimos los dos realmente cerca, en dos ciudades que no puedo mencionar,cercanas entre sí y cercanas a Capital. Y un día nos encontramos, para charlar, para tomar algo y porque en definitiva éramos amigos. Pero ella no ella me había puesto una condición. NADA DE SEXO, ni de lances ni de intentos, porque yo no le gustaba físicamente y además estaba es pareja y eso no le cabía (pero me mandaba fotos de su culo, esa parte no la entendía).
Me safé una tarde de mis obligaciones y recorrí los 30 km que me separaban de esta “nenita inocente” que tanto me calentaba. Vía GPS llegué a la esquina donde me tenía que esperar, puntual, casi tuve que ir frenando en el camino porque la calentura me había hecho rodar más temprano de lo aconsejado.
Llegué a la esquina convenida y ella ya me estaba esperando. Estaba hermosa, con un jean muy ajustado que destacaba sus piernas y su cola, es cierto, no de una modelo, sino de esos que hacen tocar bocina si vez cruzando la calle, de esos que si los llega a tener una compañera de trabajo con la que trabajás 8 horas por día, no te deja dormir de noche, en la foto que está de jean creo que saben a lo que me refiero. Cuando la vi, supe que no iba a cumplir mi promesa de no intentar nada, y que ella se había vestido así para que no cumpla. Ambos sabíamos que su cola y mi verga se iban a ver cara a cara ese día.
Las primeras palabras tardaron en salir, ya no había un teclado y 30 kms de por medio. El diálogo que otrora fluía, parecía trabado. Tardamos en decir las primeras palabras, hasta que ella rompió el hielo.
-“Hola, señor James”, me dijo utilizando el nick y único nombre por el que ella me conocía. Yo nunca había escuchado su voz. Para los “viejietos” como yo, la manera de decirlo se pareció a cuando Sandra Villarroel le decía a Porcel: “Hola Señor carnicero”, vestida con aquella mini que no le tapaba el culo y seguro más de un poringuero le dedicó una paja.
Su tono me animó.
-“Hola, estás hermosa”, fue todo lo que los nervios me permitieron decir.
-“No me mienta, seguro se decepcionó”, me dijo sin tutearme, como siempre.
-“No, estás hermosa y siempre te lo dije, pero no me hagas decir cosas que violen nuestra promesa. Yo no soy de la zona, decime a que bar podemos ir”, dije yo, que lo que menos quería era ir a un bar, yo quería merendarme ese culo. Ella asintió y comenzo con las directivas.
La charla se distendió un poco y hablamos de esto y lo otro por algunas cuadras pero yo sabía que debía cambiar el rumbo del diálogo y de ser posible, también del auto.
-“Puedo romper un poquito el pacto”, pregunté.
-“Bueno, pero solo un poquito señor James, no sea viejo verde”, respondió haciendose la nenita esta perra de 23 años”
-“La verdad que siempre te elogié la cola, por fotos se veía impresionante, pero cuando te vi acercarte al auto y subirte, te aseguro que es más de lo que pensaba, perdoname, pero cada vez que pueda, te lo voy a mirar, como amigo solamente”, le largué.
“Ah, que vivo, la parte que ud. me quería conocer yo la traje bien a la vista, preparada para que sus ojos se deleiten, pero de la parte suya que a mí me interesa, todavía no tuve noticias”, me respondió, y me miró de disimuladamente el bulto. Esa sola frase alcanzó para que mi miembro empiece a tomar fuerza y consistencia hasta hacerse notar en la tradicional forma de carpa, por sobre mis pantalones de tela demasiado liviana para contenerlo.
Dicen que manejar bajo los efectos de el alcohol es sumante peligroso pero lo es aun mas hacerlo bajo los efectos de una hembra que está ansiosa por conocer tu pija. Casi genero un accidente en cadena.
Me estacioné en el primer lugar libre y sin más palabras empezamos a besarnos. Sus manos llegaron primero a mi verga que las mías a su culo. Nos comimos las bocas por un rato y nos manoseamos lo más que pudimos. Aun sin sacarla del pantalón me dijo:-“Ud. Tampoco me mintió señor James, su pito es tan grande como me dijo, no me hubiera gustado que me mintiera, soy una chica inocente”.
A los 10 minutos, estabamos entrando la la pieza de un telo. Yo, más exitado de lo que nunca había estado antes. Ella, parecía que también. Tranzamos un rato de parados hasta que ella habló.
-“Dejeme empezar a mí señor James, quiero que ud. me diga si lo hago bien, si ya me puedo casar. Ud. Quédese como está”.
Como estaba parado, me quedé parado. Ella, con mucha tranquilidad me bajó la bragueta y desenfundó mi verga, que lucía en su explendor. Vi su cara de sorpresa, aunque estaba preparada, ahí agachada bajo el mástil. Me la empezó a chupar desde la base hasta la punta, cunado llegaba allí, engullía la cabeza entera, que le cabía a duras penas en su boquita. Esta operacón se repitió varias veces, con algunas visitas a mis huevos y algunos meneos con su mano. Me miraba desde abajo, como marcan los libros, se pegaba “cachetazos” con mi pija, se la pasaba como un lápiz de labios, parecía que realmente lo gozaba. Mi vista era magnifica, porque desde arriba, además de ver eso, podía ver su culo todavía vestido, pero ensanchado por la posición en que estaba.
No es que me cansara, pero era mi turno, quería ver ese orto desnudo, amasarlo, besarlo aprovecharlo al máximo. Se desvistío hasta quedar solo en tanga, blanquita. Sus tetas las paso por alto porque yo no soy muy “tetero”, ni tampoco eran lo más destacado de su cuerpo.
La puse en cuatro sobre el sommier, y corriendo la bombachita que había sido comida por su cola, le abrí los cachetes empecé a chuparle la concha por detrás, para tener el mejor panorama que una mujer le puede regalar a un hombre.
Ella me había dicho que no era muy proclive a dejarse chupar la concha, pero en eso me mintió. Gritó como una gata en celo, mojándose y delirando de placer. También me había dicho que su culo era virgen y que no había negociación posible, pero nada me impedía meterle medio cm de lengua en ese cerrado y sabroso agujero. Se dejó hacer delirando de placer. Yo alternaba las chupaditas entre su culo y su concha, aun en contra de lo que aconsejan los expertos en higiene, que parece que nunca en su vida hubieran tenido una mina en 4 patas delante suyo.
La dejé así para penetrala.
-“Cojame la conchita señor James, pero despacio que su pito es muy grande”, me deciá.
Me puse el preservativo y empecé a penetrar, y me di cuenta que tan errada no estaba, costaba hacerla entrar. Centímetro a centímetro se la fue comiendo por la concha hasta que el ritmo se hizo normal. Si bien he cogido varias minas en mi vida, ninguna con ese orto, no quería acabar, era al mismo tiempo protagonista y espectador de una obra maravillosa.
Tras un rato largo de delirio y orgasmos, y cuando intuyó que ya me estaba por acabar, volvió a pronuciar palabras.
-“Señor James, no se olvide que soy una nena, son las cinco de la tarde y yo todavía no tomé la leche, señor James”.
Se la saqué, me senté en la cama, ella se puso frente a mí, para disfrutar otra vez de mi pija. Me la chupo ayudada con sus 2 manos hasta que mi descarga láctea llegó sin avisar. Juro que no vi ni una gotita de mi semen. Todo terminó dentro de su hermosa boca, con la que, acto seguido, me estampó un beso que recuerdo cada día.
Yo tenía que volverme, tengo pareja, así que fue imposible repetir ese día, pero creo que ya nunca dejaremos este vicio que nació con una inocente invitación en facebook
Una aclaración para los queridos lectores, las fotos son completamente reales de mi amiga Mari, lástima que la historia es solo real mientras se mantuvo en forma virtual. Quizás, si este relato le gusta, lo pueda hacer realidad.
La mano viene más o menos así. Yo tengo un facebook de incógnito que uso en general para ver fotos de minas que estén buenas y hacer el correspondiente intento de amistad. Es como salir a pescar, la mayoría de las veces levantás la caña y ni la carnada te quedó. Para seguir con la delicada metáfora, después de gastar carradas de mojarritas, terminé sacando un tiburón blanco.
Mari, la heroína, la mujer que más me calienta en el mundo, se presentó en mi vida comentado una publicación que yo había hecho en otra página, con uno de los famosos "me gusta". Cuando vi su facebook me pareció una hembra digna de mandarle una solicitud. Rubia, bonita, y con un cuerpo que se insinuaba como exuberante y aunque las fotos no eran muy jugadas, daba la sensación de tener una cola de infarto. En general, por lo que veía de los comentarios de sus fotos, todos sus amigos hacían observaciones acerca de la parte trasera de su cuerpo.
Cuando me dio el sí, comenzamos un diálogo liviano de conocimiento mutuo, pero no había avances. Hasta le mandé una foto mía, cosa que hago no habitualmente, primero porque estoy en pareja y segundo porque, si bien no soy un impresentable, nunca gané por el lado de la pinta. Efectivamente, me dijo que yo no era su tipo. No quiero aburrir con el relato de lo que chateamos, porque es una fantasía que disfrutan mucho los protagonistas, pero tedioso para los que leen, es como cuando te cuentan un sueño. Supe que tenía 23 años, sin novio actual, muy sexual y, cosa que me mataba, le gustaba hacerse la nenita inocente por el chat. Ella sabía que yo estaba en pareja, que le llevaba 15 años, y que portaba una pija de 22 cm en su máximo explendor. Este último dato fue el que abrió las puertas a un futuro encuentro. Me dijo que llevaba 8 años comiendose una de 18.
Las virtudes que la natura no me dio en lo físico a la hora de levantarme una mina, se emparejan (no del todo), si me dejás hablar un ratito, pero mucho más si me dejás escribir unas líneas. Y ella me dejó, y respondía como una nena de secundario inexperta y reconozco que me ganó. Para que mi calentura llegara a límites que yo mismo desconocía, casi sin decir agua va, me envió una foto de su descomunal culo enfundado, o más bien asomando debajo de una pollerita escosesa, y a lo largo de los días me fue mandando más fotos que voy a reproducir más tarde. Pero me decía que era fea, que sus piernas eran muy gordas. Nada en el mundo te puede hacer calentar más. Me pasé días enteros con la pija parada, la punta pegoteada, producto de los díalogos y las fotos. Hubo días en que la calentura post-chat me dejaban un persistente dolor de huevos. La tarde en que le describí un beso negro con ella como alumna aplicada, realmente tuve problemas para caminar.
Y ese fue el plan durante varios días, un “veterano” experto y bien dotado diciendole mitad guarangadas, mitad suaves elogios a una veinteañera que se hacía la nenita y me mandaba fotos de su culo.
Lo postergamos, lo negamos, lo suspendimos, pero era tanta la calentura que algún día nos teníamos que encontrar. Vivimos los dos realmente cerca, en dos ciudades que no puedo mencionar,cercanas entre sí y cercanas a Capital. Y un día nos encontramos, para charlar, para tomar algo y porque en definitiva éramos amigos. Pero ella no ella me había puesto una condición. NADA DE SEXO, ni de lances ni de intentos, porque yo no le gustaba físicamente y además estaba es pareja y eso no le cabía (pero me mandaba fotos de su culo, esa parte no la entendía).
Me safé una tarde de mis obligaciones y recorrí los 30 km que me separaban de esta “nenita inocente” que tanto me calentaba. Vía GPS llegué a la esquina donde me tenía que esperar, puntual, casi tuve que ir frenando en el camino porque la calentura me había hecho rodar más temprano de lo aconsejado.
Llegué a la esquina convenida y ella ya me estaba esperando. Estaba hermosa, con un jean muy ajustado que destacaba sus piernas y su cola, es cierto, no de una modelo, sino de esos que hacen tocar bocina si vez cruzando la calle, de esos que si los llega a tener una compañera de trabajo con la que trabajás 8 horas por día, no te deja dormir de noche, en la foto que está de jean creo que saben a lo que me refiero. Cuando la vi, supe que no iba a cumplir mi promesa de no intentar nada, y que ella se había vestido así para que no cumpla. Ambos sabíamos que su cola y mi verga se iban a ver cara a cara ese día.
Las primeras palabras tardaron en salir, ya no había un teclado y 30 kms de por medio. El diálogo que otrora fluía, parecía trabado. Tardamos en decir las primeras palabras, hasta que ella rompió el hielo.
-“Hola, señor James”, me dijo utilizando el nick y único nombre por el que ella me conocía. Yo nunca había escuchado su voz. Para los “viejietos” como yo, la manera de decirlo se pareció a cuando Sandra Villarroel le decía a Porcel: “Hola Señor carnicero”, vestida con aquella mini que no le tapaba el culo y seguro más de un poringuero le dedicó una paja.
Su tono me animó.
-“Hola, estás hermosa”, fue todo lo que los nervios me permitieron decir.
-“No me mienta, seguro se decepcionó”, me dijo sin tutearme, como siempre.
-“No, estás hermosa y siempre te lo dije, pero no me hagas decir cosas que violen nuestra promesa. Yo no soy de la zona, decime a que bar podemos ir”, dije yo, que lo que menos quería era ir a un bar, yo quería merendarme ese culo. Ella asintió y comenzo con las directivas.
La charla se distendió un poco y hablamos de esto y lo otro por algunas cuadras pero yo sabía que debía cambiar el rumbo del diálogo y de ser posible, también del auto.
-“Puedo romper un poquito el pacto”, pregunté.
-“Bueno, pero solo un poquito señor James, no sea viejo verde”, respondió haciendose la nenita esta perra de 23 años”
-“La verdad que siempre te elogié la cola, por fotos se veía impresionante, pero cuando te vi acercarte al auto y subirte, te aseguro que es más de lo que pensaba, perdoname, pero cada vez que pueda, te lo voy a mirar, como amigo solamente”, le largué.
“Ah, que vivo, la parte que ud. me quería conocer yo la traje bien a la vista, preparada para que sus ojos se deleiten, pero de la parte suya que a mí me interesa, todavía no tuve noticias”, me respondió, y me miró de disimuladamente el bulto. Esa sola frase alcanzó para que mi miembro empiece a tomar fuerza y consistencia hasta hacerse notar en la tradicional forma de carpa, por sobre mis pantalones de tela demasiado liviana para contenerlo.
Dicen que manejar bajo los efectos de el alcohol es sumante peligroso pero lo es aun mas hacerlo bajo los efectos de una hembra que está ansiosa por conocer tu pija. Casi genero un accidente en cadena.
Me estacioné en el primer lugar libre y sin más palabras empezamos a besarnos. Sus manos llegaron primero a mi verga que las mías a su culo. Nos comimos las bocas por un rato y nos manoseamos lo más que pudimos. Aun sin sacarla del pantalón me dijo:-“Ud. Tampoco me mintió señor James, su pito es tan grande como me dijo, no me hubiera gustado que me mintiera, soy una chica inocente”.
A los 10 minutos, estabamos entrando la la pieza de un telo. Yo, más exitado de lo que nunca había estado antes. Ella, parecía que también. Tranzamos un rato de parados hasta que ella habló.
-“Dejeme empezar a mí señor James, quiero que ud. me diga si lo hago bien, si ya me puedo casar. Ud. Quédese como está”.
Como estaba parado, me quedé parado. Ella, con mucha tranquilidad me bajó la bragueta y desenfundó mi verga, que lucía en su explendor. Vi su cara de sorpresa, aunque estaba preparada, ahí agachada bajo el mástil. Me la empezó a chupar desde la base hasta la punta, cunado llegaba allí, engullía la cabeza entera, que le cabía a duras penas en su boquita. Esta operacón se repitió varias veces, con algunas visitas a mis huevos y algunos meneos con su mano. Me miraba desde abajo, como marcan los libros, se pegaba “cachetazos” con mi pija, se la pasaba como un lápiz de labios, parecía que realmente lo gozaba. Mi vista era magnifica, porque desde arriba, además de ver eso, podía ver su culo todavía vestido, pero ensanchado por la posición en que estaba.
No es que me cansara, pero era mi turno, quería ver ese orto desnudo, amasarlo, besarlo aprovecharlo al máximo. Se desvistío hasta quedar solo en tanga, blanquita. Sus tetas las paso por alto porque yo no soy muy “tetero”, ni tampoco eran lo más destacado de su cuerpo.
La puse en cuatro sobre el sommier, y corriendo la bombachita que había sido comida por su cola, le abrí los cachetes empecé a chuparle la concha por detrás, para tener el mejor panorama que una mujer le puede regalar a un hombre.
Ella me había dicho que no era muy proclive a dejarse chupar la concha, pero en eso me mintió. Gritó como una gata en celo, mojándose y delirando de placer. También me había dicho que su culo era virgen y que no había negociación posible, pero nada me impedía meterle medio cm de lengua en ese cerrado y sabroso agujero. Se dejó hacer delirando de placer. Yo alternaba las chupaditas entre su culo y su concha, aun en contra de lo que aconsejan los expertos en higiene, que parece que nunca en su vida hubieran tenido una mina en 4 patas delante suyo.
La dejé así para penetrala.
-“Cojame la conchita señor James, pero despacio que su pito es muy grande”, me deciá.
Me puse el preservativo y empecé a penetrar, y me di cuenta que tan errada no estaba, costaba hacerla entrar. Centímetro a centímetro se la fue comiendo por la concha hasta que el ritmo se hizo normal. Si bien he cogido varias minas en mi vida, ninguna con ese orto, no quería acabar, era al mismo tiempo protagonista y espectador de una obra maravillosa.
Tras un rato largo de delirio y orgasmos, y cuando intuyó que ya me estaba por acabar, volvió a pronuciar palabras.
-“Señor James, no se olvide que soy una nena, son las cinco de la tarde y yo todavía no tomé la leche, señor James”.
Se la saqué, me senté en la cama, ella se puso frente a mí, para disfrutar otra vez de mi pija. Me la chupo ayudada con sus 2 manos hasta que mi descarga láctea llegó sin avisar. Juro que no vi ni una gotita de mi semen. Todo terminó dentro de su hermosa boca, con la que, acto seguido, me estampó un beso que recuerdo cada día.
Yo tenía que volverme, tengo pareja, así que fue imposible repetir ese día, pero creo que ya nunca dejaremos este vicio que nació con una inocente invitación en facebook
Una aclaración para los queridos lectores, las fotos son completamente reales de mi amiga Mari, lástima que la historia es solo real mientras se mantuvo en forma virtual. Quizás, si este relato le gusta, lo pueda hacer realidad.
15 comentarios - La perra que se hacía la inocente (con fotos)
Te espero en mi post!
Besos
Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!
La mejor forma de agradecer la buena onda que se recibe es comentando, al menos al que te comenta. Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
Muy buen relato!
Hermosa mami!!! 😉
Ese culo vale 30 km y toda la fantasia del mundo, ojalá hayas hecho realidad este relato.