Era una noche como otras, después de un día de descanso. Los dos sentados en el sillón mientras mirábamos la tele, compartíamos una copa de vino y charlábamos de como había pasado la semana. Una semana de poca actividad sexual, por la excesiva actividad laboral. Pero estábamos a tiempo de ponernos al día. Sin saberlo, y sin pensarlo, al menos yo sin pensarlo, esa noche nos íbamos a poner al día.
Estires mis piernas sobre la mesa ratona, mientras me relajaba en el sillón, con una copa de malbec en la mano. De repente mi novia se levantó. “Me voy a bañar”. Nada raro, no era muy tarde todavía.
El baño fue algo más largo de lo habitual, pero con lo cansador de la semana no pareció extraño. Yo seguí con mi copa en mano viendo algo de tele, haciendo un poco de zapping y buscando alguna escena erótica como para relajar un poco más.
Sentí que la ducha se apagó, cuenta regresiva para que ella saliera del baño. Cuenta más larga de lo habitual. Eso sí me extrañó.
De repente volvió del baño. Tenía puesta sus calzas ajustadas y una remera que le resaltaba esas tetas que me enloquecen. Lo sabe y por eso se viste así. La miré de arriba abajo mientras se acercaba sonriendo, un detalle me sorprendí. Estaba descalza, pero en sus pies se dejaban ver unas medias negras. Raro, muy raro.
Me bajó los pies de la mesa y se sentó encima mio viéndome a los ojos. Comenzó a besarme apasionadamente. Me dejé llevar. Mis manos acariciaban su espalda y apretaban sus nalgas mientras ella me besaba y aceleraba mi respiración. De pronto se paró, tomó el control remoto de la tele y puso algo de música. Un rock bien duro comenzó a sonar. Bien duro, también, me había puesto yo.
Sin mediar palabra comenzó a bailar enfrente mio. Movía su cuerpo de una forma muy sensual, mientras en mi cabeza pasaban un montón de cosas que me gustaría hacerle. Pero ya habría tiempo para eso.
Lentamente comenzó a sacarle la remera, al ritmo de la música, mientras dejaba ver sus tetas sostenidas por un corpiño muy trasparente, que dejaban ver sus pezones ya erectos y listo para que mis dientes los acariciaran con cuidado.
Despacio se dio vuelta y comenzó a bajar, lentamente, sus calzas, dejándome ver ese deseado culo. Fui intuitivo. Le di un mordiscón en una de sus nalgas. Giró, se sonrió y empujó mi cabeza para atrás. Ahí vi que llevaba una tanga muy transparente, que dejaba ver su concha que comenzaba a humedecerse, y unas medias con porta liga. Yo explotaba por dentro.
Siguió bailando mientras desabrochaba su corpiño y liberaba esas tetas. Mi temperatura estaba más que alta y tenía la pija dura como nunca. Estaba por explotar viendo semejante mujer bailándome de cerca. Sus manos acariciaban su cuerpo. Pasaban por sus tetas, apretando los pezones, bajaban por la panza hasta llegar a su concha. Su mano entraba por la tanga para acariciar, casi en mi cara, su húmeda concha. Sacó sus dedos y los pasó por su boca. Exploté. Volvió a acariciar su cuerpo hasta su concha, donde su dedo, esta vez, fue mucho más adentro. Sacó la mano y llevó su dedo a mi boca. Yo no podía más.
Continuo bailando mientras desabrochaba los portaligas, para después dejar caer, de frente a mí, su tanga. Quedó completamente desnuda, salvo por las medias.
Se acercó más y tomó mi cabeza llevándola hasta su concha. Con la primer caricia de mi lengua sentí como soltó un leve gemido mientras apretaba mi cabeza. Sentía su mano acariciarme la cabeza y hacer presión contra ella, mientras mi lengua se abría espacio en su cuerpo.
Comencé a acelerar los movimientos y pude sentir como fluía de ella todo ese líquido interno. Aceleré más el ritmo y sentí como su respiración aumentaba y los gemidos eran cada vez más fuertes, hasta que soltó un gran gemido y sus piernas temblaron.
Me empujó hacia atrás y se arrodilló frente a mí. Abrió mi pantalón y sacó mi pija que estaba al borde de explotar. Comenzó a pasar su lengua por ella y a jugar con la punta en su boca. Sentía como mi pija se mojaba cada vez más con su saliva mientras con la lengua la acariciaba. Con una de sus manos tomó mi pija comenzó a moverla con suavidad, pero cada vez más rápido dentro de su boca hasta el momento justo en que iba a llegar. Allí la sacó de su boca y la explotar por fuera echándose encima toda la leche.
Mientras me recuperaba se dio vuelta para agarrar algo con que limpiarse. Allí se descuido. Era tiempo de que yo tomara el control.
Me corrí a un costado y de un tirón la senté en el sillón. Me arrodillé delante de ella y comencé, nuevamente, a acariciar su concha con mi lengua. Recorría toda su concha sintiendo como latía y se mojaba cada vez más. Una de mis manos fue hasta su teta y comencé a pellizcar uno de sus pezones mientras sus manos se posicionaban en mi cabeza y hacían presión contra su cuerpo. Mi lengua comenzó a recorrerla desde la concha hasta el culo y pude sentir como los gemidos iban en aumento a medida que mi lengua se aceleraba. La sentí llegar nuevamente y sentí como acababa mojándome todo.
La levante, ya bastante recuperado, y la arrodillé sobre el sillón. De un saque metí mi pija, todavía húmeda en su concha empapada y comencé a moverme con violencia. Cada vez más fuerte. Cada empujón era un gemido. A los pocos gemidos se soltó y la sentí llegar. Mientras sentía sus latidos internos exploté y solté lo que me quedaba en su interior.
Caímos abatidos en el sillón. Vimos la ropa desparramada por el piso y algo de vino en las copas. Sonreímos. Nos besamos. Terminamos el vino y compartimos un cigarrillo, para recuperarnos. Y fuimos a seguir la noche en la cama. Pero esa es historio para otro día.
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Estires mis piernas sobre la mesa ratona, mientras me relajaba en el sillón, con una copa de malbec en la mano. De repente mi novia se levantó. “Me voy a bañar”. Nada raro, no era muy tarde todavía.
El baño fue algo más largo de lo habitual, pero con lo cansador de la semana no pareció extraño. Yo seguí con mi copa en mano viendo algo de tele, haciendo un poco de zapping y buscando alguna escena erótica como para relajar un poco más.
Sentí que la ducha se apagó, cuenta regresiva para que ella saliera del baño. Cuenta más larga de lo habitual. Eso sí me extrañó.
De repente volvió del baño. Tenía puesta sus calzas ajustadas y una remera que le resaltaba esas tetas que me enloquecen. Lo sabe y por eso se viste así. La miré de arriba abajo mientras se acercaba sonriendo, un detalle me sorprendí. Estaba descalza, pero en sus pies se dejaban ver unas medias negras. Raro, muy raro.
Me bajó los pies de la mesa y se sentó encima mio viéndome a los ojos. Comenzó a besarme apasionadamente. Me dejé llevar. Mis manos acariciaban su espalda y apretaban sus nalgas mientras ella me besaba y aceleraba mi respiración. De pronto se paró, tomó el control remoto de la tele y puso algo de música. Un rock bien duro comenzó a sonar. Bien duro, también, me había puesto yo.
Sin mediar palabra comenzó a bailar enfrente mio. Movía su cuerpo de una forma muy sensual, mientras en mi cabeza pasaban un montón de cosas que me gustaría hacerle. Pero ya habría tiempo para eso.
Lentamente comenzó a sacarle la remera, al ritmo de la música, mientras dejaba ver sus tetas sostenidas por un corpiño muy trasparente, que dejaban ver sus pezones ya erectos y listo para que mis dientes los acariciaran con cuidado.
Despacio se dio vuelta y comenzó a bajar, lentamente, sus calzas, dejándome ver ese deseado culo. Fui intuitivo. Le di un mordiscón en una de sus nalgas. Giró, se sonrió y empujó mi cabeza para atrás. Ahí vi que llevaba una tanga muy transparente, que dejaba ver su concha que comenzaba a humedecerse, y unas medias con porta liga. Yo explotaba por dentro.
Siguió bailando mientras desabrochaba su corpiño y liberaba esas tetas. Mi temperatura estaba más que alta y tenía la pija dura como nunca. Estaba por explotar viendo semejante mujer bailándome de cerca. Sus manos acariciaban su cuerpo. Pasaban por sus tetas, apretando los pezones, bajaban por la panza hasta llegar a su concha. Su mano entraba por la tanga para acariciar, casi en mi cara, su húmeda concha. Sacó sus dedos y los pasó por su boca. Exploté. Volvió a acariciar su cuerpo hasta su concha, donde su dedo, esta vez, fue mucho más adentro. Sacó la mano y llevó su dedo a mi boca. Yo no podía más.
Continuo bailando mientras desabrochaba los portaligas, para después dejar caer, de frente a mí, su tanga. Quedó completamente desnuda, salvo por las medias.
Se acercó más y tomó mi cabeza llevándola hasta su concha. Con la primer caricia de mi lengua sentí como soltó un leve gemido mientras apretaba mi cabeza. Sentía su mano acariciarme la cabeza y hacer presión contra ella, mientras mi lengua se abría espacio en su cuerpo.
Comencé a acelerar los movimientos y pude sentir como fluía de ella todo ese líquido interno. Aceleré más el ritmo y sentí como su respiración aumentaba y los gemidos eran cada vez más fuertes, hasta que soltó un gran gemido y sus piernas temblaron.
Me empujó hacia atrás y se arrodilló frente a mí. Abrió mi pantalón y sacó mi pija que estaba al borde de explotar. Comenzó a pasar su lengua por ella y a jugar con la punta en su boca. Sentía como mi pija se mojaba cada vez más con su saliva mientras con la lengua la acariciaba. Con una de sus manos tomó mi pija comenzó a moverla con suavidad, pero cada vez más rápido dentro de su boca hasta el momento justo en que iba a llegar. Allí la sacó de su boca y la explotar por fuera echándose encima toda la leche.
Mientras me recuperaba se dio vuelta para agarrar algo con que limpiarse. Allí se descuido. Era tiempo de que yo tomara el control.
Me corrí a un costado y de un tirón la senté en el sillón. Me arrodillé delante de ella y comencé, nuevamente, a acariciar su concha con mi lengua. Recorría toda su concha sintiendo como latía y se mojaba cada vez más. Una de mis manos fue hasta su teta y comencé a pellizcar uno de sus pezones mientras sus manos se posicionaban en mi cabeza y hacían presión contra su cuerpo. Mi lengua comenzó a recorrerla desde la concha hasta el culo y pude sentir como los gemidos iban en aumento a medida que mi lengua se aceleraba. La sentí llegar nuevamente y sentí como acababa mojándome todo.
La levante, ya bastante recuperado, y la arrodillé sobre el sillón. De un saque metí mi pija, todavía húmeda en su concha empapada y comencé a moverme con violencia. Cada vez más fuerte. Cada empujón era un gemido. A los pocos gemidos se soltó y la sentí llegar. Mientras sentía sus latidos internos exploté y solté lo que me quedaba en su interior.
Caímos abatidos en el sillón. Vimos la ropa desparramada por el piso y algo de vino en las copas. Sonreímos. Nos besamos. Terminamos el vino y compartimos un cigarrillo, para recuperarnos. Y fuimos a seguir la noche en la cama. Pero esa es historio para otro día.
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