Esta historia la publiqué hace bastante tiempo en otra página, en forma parcial. Ahora la publicaré completa. Les pido paciencia porque son varias partes. Al relato, entonces
CAPITULO I
Otro día igual a los demás.
Cuando iba llegando al trabajo, no podía menos que pensar en las cosas que hay que soportar por dinero.
No era feliz en ese lugar. Realmente el estilo que el Gerente le imponía a esa oficina era deprimente. Y no es que fuera malo, pero no tenía idea de cómo tratar a la gente.
Nico, era un tipo común y corriente, sin ningún detalle sobresaliente sobre los demás.
Compartía el sector de oficinas con Luis, con quien también se repartía las tareas , aunque el gozaba de un trato preferencial por parte de la gerencia, y en la oficina de al lado estaba Griselda, una rubia treintañera, casada, y con un cuerpo interesante, según se marcaba a través de su ropa. No tenía piernas perfectas pero su espalda y su cola hacían que fuera imposible no mirarla cuando pasaba.
Todos en la oficina sabían que su marido la engañaba y que ella lo sabía, y también sabían que ese resentimiento terminaría liberándose a través de un amante, pero todos los intentos de los compañeros de trabajo habían resultado hasta allí, inútiles.
En otro sector trabajaba Rodolfo, un muchacho joven que permanentemente estaba buscando alguna nueva conquista, y que trabajaba en su sección junto a Marta, Ana y Gloria, todas lindas chicas, aunque todas casadas, y con personalidades distintas.
Marta era la más retraída y silenciosa. Ana era una rubia alta y voluptuosa y Gloria, rubia y menuda, y las dos simpáticas y extrovertidas, aunque Gloria mostraba una mayor pacatería. Era de las que se iba cuando se tocaba algún tema picante.
La gerencia estaba a cargo del Sr. Hernández, un sesentón serio y de pocas pulgas que se manejaba con una secretaria de confianza, Mirta, que tenía desde hacía muchos años, y que prácticamente era la vicejefa, y hacía poco había incorporado una telefonista, Susana, joven y retraída, que no tenía casi contacto con el resto de personal.
Llamaba la atención el poder que Betty, la secretaría de Hernández tenía sobre él, pero suponían que era debido al mucho tiempo que llevaba en la empresa.
Luis tenía una personalidad un poco extraña. En realidad resultaba llamativo que no le interesaran las mujeres, aunque como vivía en la Iglesia uno pensaba que su vocación religiosa le impedía abrirle paso a la lujuria. Además estaba de novio y era inminente su casamiento.
Este grupo de gente, algunos amigos entre sí, pero todos compitiendo, como suele ocurrir en la vida, verían trastornadas sus vidas a partir de la llegada de un nuevo integrante.
Cuando Adolfo ingresó a la empresa, provocó una verdadera revolución entre las mujeres. Joven, alto, de una buena familia, con una posición social acomodada, y dedicado casi exclusivamente a las fiestas y la noche, no podía menos que llamar la atención en un panorama tan anodino y rutinario como el de esta oficina.
Se instaló en el área de trabajo de Nico, e inmediatamente comenzó a notarse una singular atracción entre Griselda y él, lo que motivó el odio de más de un empleado, al conseguir él una atención que los demás jamás habían logrado
Comenzaron a tejerse muchas historias, pero no pasaban de ser el deseo de muchos de ser parte de esas historias, de uno u otro lado. Nada pudo sacarse en claro. Hasta que Rodolfo, genio de la electrónica tuvo una brillante idea.
A través de un amigo, consiguió una cámara pequeña inalambrica que transmitía señales a una notebook que instaló en su oficina, dentro de un armario, y el recorrido de esta cámara permitió conocer más intimamente las personalidades de cada uno de los compañeros de trabajo.
El horario de trabajo concluía a las 15 horas, pero todos los días un grupo de empleados se quedaba trabajando para adelantar el trabajo específico de algun área. Cuando Rodolfo sabía que sección iba a quedarse, entonces ubicaba su cámara de forma que pasara desapercibida y grababa todo lo que pasaba. Así juntaba todos los videos de la semana y el fin de semana, se dedicaba a revisar que era lo que había obtenido.
Por supuesto, las primeras víctimas fueron Griselda y Adolfo. Cada vez que coincidía que debían quedarse trabajando después de hora, Rodolfo ubicaba la cámara y esperaba impaciente el fin de semana para ver que había capturado.
Durante semanas nada pasó. Pero un día registró a Adolfo acercándose al escritorio de Griselda y hablar con ella muy suavemente ( la cámara no tenía un micrófono muy poderoso así que no se escuchaba con claridad lo que hablaban). Luego fue Griselda la que fue a su encuentro, y sentándose sobre el escritorio volvieron a conversar muy animadamente.
Luego de un rato, vuelven a hablar y entonces Griselda sale de la oficina. Pocos minutos después es Adolfo el que se va.
Pasan varios minutos, casi media hora, regresa Adolfo y al rato Griselda. Se los ve muy sonrientes y comentan algo. Al finalizar el horario de trabajo Griselda se acerca a Adolfo y le da un profundo y largo beso en la boca, mientras éste la toma de las nalgas, casi levántandola del suelo ( Adolfo era bastante más alto que Griselda).
Era evidente que algo había pasado mientras no estuvieron en la oficina, y luego de analizar posibilidades Rodolfo concluyó que en el baño de damas debía estar la respuesta.
Cuando a la semana volvieron a coincidir después de hora Adolfo y Griselda, Rodolfo ya sabía que hacer.
Costó trabajo poder ingresar al baño de damas y encontrar un lugar apto para ubicar la cámara, pero la habilidad de Rodolfo lo hizo posible, y la suerte lo acompañó, más de lo que esperaba.
CAPÍTULO 2
El sábado por la tarde Rodolfo se sentó a revisar el material grabado y realmente estaba impaciente. No iba a salir defraudado.
Luego de casi una hora sin que la cámara registrara más que un cuarto vacío, la puerta del baño se abrió, y entró Griselda. Vestía sus habituales jeans ajustados que tan bien le marcaban el trasero, y una camisa a cuadros mangas largas.
Fue hasta el espejo , se retocó el pelo y se quedó alli, apoyada en el lavabo.
Minutos después la puerta volvió a abrirse y, esta vez, era Adolfo quien entraba. Despacio, se dirigió hasta Griselda y tomándola de atrás comenzó a besarla en el cuello.
-No sabés las ganas que te tengo , mientras le desabotonaba la camisa, liberando unos senos pequeños, pero levantados que estaban sostenidos por un corpiño que se desabrochaba por adelante.
Mientras Adolfo realizaba esta tarea, las manos de Griselda se perdían a su espalda, buscando, hasta encontrar el bulto que se ocultaba dentro del pantalón de su pareja.
- No hace falta que me lo digas, me doy cuenta que estás caliente.
Adolfo le manoseaba los pechos y esta presión era acompañada por otra igual pero en su verga y sus huevos.
Cuando ya no pudo más, Adolfo se separó y dándola vuelta la besó en la boca como si quisiera dejarla sin aire. Así se quedaron por varios minutos. Se separó y le dijo " Chupámela" y tomándola por los hombros la obligó a arrodillarse, y Griselda, desde esa posición comenzó a desabrocharle el cinturón, el pantalón , se los bajó, y sacó por la abertura de sus calzoncillos una verga dura y húmeda , y lo miró a los ojos.
-No se te ocurra acabar porque necesito que me montes, y sin más trámite se lo metió en la boca.
La fuerza con que succionaba enloquecía a Adolfo. Su cabeza giraba como un trompo, y tomándola de la nuca empujaba para que toda su pija fuera absorbida, a lo que Griselda le daba el gusto.
-Eres genial, nunca me la chuparon así. Nadie la chupa como vos.
-Y esto no es nada, contestó Griselda. Dejó ella su trabajo, le bajó los calzoncillos y comenzó a chuparles los huevos que se veían distendidos y duros. Podía verse en la pantalla como pasaba su lengua por los dos y luego se metía la verga en la boca hasta la raíz. Adolfo le rogaba que siguiera, mientras la empujaba de la nuca.
Esta situación siguió por unos cinco minutos.
-Bueno, basta, ahora te la voy a poner. La hizo levantarse, y una vez parada, le aflojó los jean, se los bajó junto a la bombacha y la hizo darse vuelta y apoyarse contra el lavabo.
- Que lindo culo que tenés, dijo Adolfo respirando profundo.
Realmente, el culo de Griselda era todo lo que uno podía imaginarse.
Adolfo, masturbándose, se colocó detrás de ella.-
- Ponete un forro porque hoy quiero que me acabés adentro, y Adolfo, haciéndole caso, luego de ponerse un forro, la tomó por los hombros, le colocó la verga entre las piernas y comenzó a frotarle la entrepierna con un movimiento de atrás hacia delante. Este roce iba transformado a Griselda.
-Dámela toda , dijo, y como respuesta, Adolfo la penetró de un solo golpe. El respingo que pegó Griselda fue evidente.
-Hijo de puta, susurró, pero lejos de resistirse, se aflojó para que la penetración fuera total.
Una vez enterrada la verga hasta la raíz, comenzó lentamente a bombearla. Se veía como la pija salía casi por completo y entraba hasta los huevos, y por el espejo, a Griselda con los ojos cerrados y tomada fuertemente de las llaves del agua, tratando de aguantar los embates de semejante herramienta.
Dije que Adolfo era más alto que Griselda, y esto hizo que debiera agacharse un poco para penetrarla, pero una vez que la colocó toda, en cada bombeo prácticamente la levantaba del suelo enterrándosela hasta el pelo.
Este juego de mete y saca siguió por unos diez minutos y se notaba como Adolfo iba poniéndose más tenso, mientras le susurraba cosas al oído y el ida y vuelta se hacía más frenético, hasta que con un grito , se metió hasta los huevos y acabó, teniéndola a su compañera casi ensartada en el aire. Mientras Griselda gritando " ahí voy ", también llegaba a un orgasmo bestial que la dejaba floja como una muñeca de trapo.
Quedaron unos minutos uno sobre el otro, hasta que Adolfo, sacando su verga aún bastante dura, le retiró el forro, y lavándose en el lavabo, se vistió mientras hablaba con su amante.
-¿Tu marido no sospecha nada de esta relación?.
-El cornudo de mi marido, se cree que no sé que se está cogiendo a otra mujer, pero así disfrutamos los dos, le dijo ella , sonriente. Se arregló la ropa, y comenzó a peinarse.
Adolfo se retiró y unos minutos después Griselda hizo lo mismo.
Ahí tenía la prueba que toda la oficina buscaba. Eran amantes. Pero Rodolfo sabía que nada podía decir. Aunque ¿ Quién sabe ?
La película siguió corriendo mientras buscaba en la heladera algo para comer, y trataba que la pija se le bajara sin tener que masturbarse. Cuando volvió al rato al comedor notó que había dejado la notebook encendida.
Sorpresivamente, y antes que alcanzar a apagarla, vio a Marta ingresar al baño. Le llamó la atención. Si bien había varios empleados que como consecuencia de trabajar fuera de hora tenían llave de las oficinas, no figuraba que Marta ese día tuviera que trabajar.
CAPITULO I
Otro día igual a los demás.
Cuando iba llegando al trabajo, no podía menos que pensar en las cosas que hay que soportar por dinero.
No era feliz en ese lugar. Realmente el estilo que el Gerente le imponía a esa oficina era deprimente. Y no es que fuera malo, pero no tenía idea de cómo tratar a la gente.
Nico, era un tipo común y corriente, sin ningún detalle sobresaliente sobre los demás.
Compartía el sector de oficinas con Luis, con quien también se repartía las tareas , aunque el gozaba de un trato preferencial por parte de la gerencia, y en la oficina de al lado estaba Griselda, una rubia treintañera, casada, y con un cuerpo interesante, según se marcaba a través de su ropa. No tenía piernas perfectas pero su espalda y su cola hacían que fuera imposible no mirarla cuando pasaba.
Todos en la oficina sabían que su marido la engañaba y que ella lo sabía, y también sabían que ese resentimiento terminaría liberándose a través de un amante, pero todos los intentos de los compañeros de trabajo habían resultado hasta allí, inútiles.
En otro sector trabajaba Rodolfo, un muchacho joven que permanentemente estaba buscando alguna nueva conquista, y que trabajaba en su sección junto a Marta, Ana y Gloria, todas lindas chicas, aunque todas casadas, y con personalidades distintas.
Marta era la más retraída y silenciosa. Ana era una rubia alta y voluptuosa y Gloria, rubia y menuda, y las dos simpáticas y extrovertidas, aunque Gloria mostraba una mayor pacatería. Era de las que se iba cuando se tocaba algún tema picante.
La gerencia estaba a cargo del Sr. Hernández, un sesentón serio y de pocas pulgas que se manejaba con una secretaria de confianza, Mirta, que tenía desde hacía muchos años, y que prácticamente era la vicejefa, y hacía poco había incorporado una telefonista, Susana, joven y retraída, que no tenía casi contacto con el resto de personal.
Llamaba la atención el poder que Betty, la secretaría de Hernández tenía sobre él, pero suponían que era debido al mucho tiempo que llevaba en la empresa.
Luis tenía una personalidad un poco extraña. En realidad resultaba llamativo que no le interesaran las mujeres, aunque como vivía en la Iglesia uno pensaba que su vocación religiosa le impedía abrirle paso a la lujuria. Además estaba de novio y era inminente su casamiento.
Este grupo de gente, algunos amigos entre sí, pero todos compitiendo, como suele ocurrir en la vida, verían trastornadas sus vidas a partir de la llegada de un nuevo integrante.
Cuando Adolfo ingresó a la empresa, provocó una verdadera revolución entre las mujeres. Joven, alto, de una buena familia, con una posición social acomodada, y dedicado casi exclusivamente a las fiestas y la noche, no podía menos que llamar la atención en un panorama tan anodino y rutinario como el de esta oficina.
Se instaló en el área de trabajo de Nico, e inmediatamente comenzó a notarse una singular atracción entre Griselda y él, lo que motivó el odio de más de un empleado, al conseguir él una atención que los demás jamás habían logrado
Comenzaron a tejerse muchas historias, pero no pasaban de ser el deseo de muchos de ser parte de esas historias, de uno u otro lado. Nada pudo sacarse en claro. Hasta que Rodolfo, genio de la electrónica tuvo una brillante idea.
A través de un amigo, consiguió una cámara pequeña inalambrica que transmitía señales a una notebook que instaló en su oficina, dentro de un armario, y el recorrido de esta cámara permitió conocer más intimamente las personalidades de cada uno de los compañeros de trabajo.
El horario de trabajo concluía a las 15 horas, pero todos los días un grupo de empleados se quedaba trabajando para adelantar el trabajo específico de algun área. Cuando Rodolfo sabía que sección iba a quedarse, entonces ubicaba su cámara de forma que pasara desapercibida y grababa todo lo que pasaba. Así juntaba todos los videos de la semana y el fin de semana, se dedicaba a revisar que era lo que había obtenido.
Por supuesto, las primeras víctimas fueron Griselda y Adolfo. Cada vez que coincidía que debían quedarse trabajando después de hora, Rodolfo ubicaba la cámara y esperaba impaciente el fin de semana para ver que había capturado.
Durante semanas nada pasó. Pero un día registró a Adolfo acercándose al escritorio de Griselda y hablar con ella muy suavemente ( la cámara no tenía un micrófono muy poderoso así que no se escuchaba con claridad lo que hablaban). Luego fue Griselda la que fue a su encuentro, y sentándose sobre el escritorio volvieron a conversar muy animadamente.
Luego de un rato, vuelven a hablar y entonces Griselda sale de la oficina. Pocos minutos después es Adolfo el que se va.
Pasan varios minutos, casi media hora, regresa Adolfo y al rato Griselda. Se los ve muy sonrientes y comentan algo. Al finalizar el horario de trabajo Griselda se acerca a Adolfo y le da un profundo y largo beso en la boca, mientras éste la toma de las nalgas, casi levántandola del suelo ( Adolfo era bastante más alto que Griselda).
Era evidente que algo había pasado mientras no estuvieron en la oficina, y luego de analizar posibilidades Rodolfo concluyó que en el baño de damas debía estar la respuesta.
Cuando a la semana volvieron a coincidir después de hora Adolfo y Griselda, Rodolfo ya sabía que hacer.
Costó trabajo poder ingresar al baño de damas y encontrar un lugar apto para ubicar la cámara, pero la habilidad de Rodolfo lo hizo posible, y la suerte lo acompañó, más de lo que esperaba.
CAPÍTULO 2
El sábado por la tarde Rodolfo se sentó a revisar el material grabado y realmente estaba impaciente. No iba a salir defraudado.
Luego de casi una hora sin que la cámara registrara más que un cuarto vacío, la puerta del baño se abrió, y entró Griselda. Vestía sus habituales jeans ajustados que tan bien le marcaban el trasero, y una camisa a cuadros mangas largas.
Fue hasta el espejo , se retocó el pelo y se quedó alli, apoyada en el lavabo.
Minutos después la puerta volvió a abrirse y, esta vez, era Adolfo quien entraba. Despacio, se dirigió hasta Griselda y tomándola de atrás comenzó a besarla en el cuello.
-No sabés las ganas que te tengo , mientras le desabotonaba la camisa, liberando unos senos pequeños, pero levantados que estaban sostenidos por un corpiño que se desabrochaba por adelante.
Mientras Adolfo realizaba esta tarea, las manos de Griselda se perdían a su espalda, buscando, hasta encontrar el bulto que se ocultaba dentro del pantalón de su pareja.
- No hace falta que me lo digas, me doy cuenta que estás caliente.
Adolfo le manoseaba los pechos y esta presión era acompañada por otra igual pero en su verga y sus huevos.
Cuando ya no pudo más, Adolfo se separó y dándola vuelta la besó en la boca como si quisiera dejarla sin aire. Así se quedaron por varios minutos. Se separó y le dijo " Chupámela" y tomándola por los hombros la obligó a arrodillarse, y Griselda, desde esa posición comenzó a desabrocharle el cinturón, el pantalón , se los bajó, y sacó por la abertura de sus calzoncillos una verga dura y húmeda , y lo miró a los ojos.
-No se te ocurra acabar porque necesito que me montes, y sin más trámite se lo metió en la boca.
La fuerza con que succionaba enloquecía a Adolfo. Su cabeza giraba como un trompo, y tomándola de la nuca empujaba para que toda su pija fuera absorbida, a lo que Griselda le daba el gusto.
-Eres genial, nunca me la chuparon así. Nadie la chupa como vos.
-Y esto no es nada, contestó Griselda. Dejó ella su trabajo, le bajó los calzoncillos y comenzó a chuparles los huevos que se veían distendidos y duros. Podía verse en la pantalla como pasaba su lengua por los dos y luego se metía la verga en la boca hasta la raíz. Adolfo le rogaba que siguiera, mientras la empujaba de la nuca.
Esta situación siguió por unos cinco minutos.
-Bueno, basta, ahora te la voy a poner. La hizo levantarse, y una vez parada, le aflojó los jean, se los bajó junto a la bombacha y la hizo darse vuelta y apoyarse contra el lavabo.
- Que lindo culo que tenés, dijo Adolfo respirando profundo.
Realmente, el culo de Griselda era todo lo que uno podía imaginarse.
Adolfo, masturbándose, se colocó detrás de ella.-
- Ponete un forro porque hoy quiero que me acabés adentro, y Adolfo, haciéndole caso, luego de ponerse un forro, la tomó por los hombros, le colocó la verga entre las piernas y comenzó a frotarle la entrepierna con un movimiento de atrás hacia delante. Este roce iba transformado a Griselda.
-Dámela toda , dijo, y como respuesta, Adolfo la penetró de un solo golpe. El respingo que pegó Griselda fue evidente.
-Hijo de puta, susurró, pero lejos de resistirse, se aflojó para que la penetración fuera total.
Una vez enterrada la verga hasta la raíz, comenzó lentamente a bombearla. Se veía como la pija salía casi por completo y entraba hasta los huevos, y por el espejo, a Griselda con los ojos cerrados y tomada fuertemente de las llaves del agua, tratando de aguantar los embates de semejante herramienta.
Dije que Adolfo era más alto que Griselda, y esto hizo que debiera agacharse un poco para penetrarla, pero una vez que la colocó toda, en cada bombeo prácticamente la levantaba del suelo enterrándosela hasta el pelo.
Este juego de mete y saca siguió por unos diez minutos y se notaba como Adolfo iba poniéndose más tenso, mientras le susurraba cosas al oído y el ida y vuelta se hacía más frenético, hasta que con un grito , se metió hasta los huevos y acabó, teniéndola a su compañera casi ensartada en el aire. Mientras Griselda gritando " ahí voy ", también llegaba a un orgasmo bestial que la dejaba floja como una muñeca de trapo.
Quedaron unos minutos uno sobre el otro, hasta que Adolfo, sacando su verga aún bastante dura, le retiró el forro, y lavándose en el lavabo, se vistió mientras hablaba con su amante.
-¿Tu marido no sospecha nada de esta relación?.
-El cornudo de mi marido, se cree que no sé que se está cogiendo a otra mujer, pero así disfrutamos los dos, le dijo ella , sonriente. Se arregló la ropa, y comenzó a peinarse.
Adolfo se retiró y unos minutos después Griselda hizo lo mismo.
Ahí tenía la prueba que toda la oficina buscaba. Eran amantes. Pero Rodolfo sabía que nada podía decir. Aunque ¿ Quién sabe ?
La película siguió corriendo mientras buscaba en la heladera algo para comer, y trataba que la pija se le bajara sin tener que masturbarse. Cuando volvió al rato al comedor notó que había dejado la notebook encendida.
Sorpresivamente, y antes que alcanzar a apagarla, vio a Marta ingresar al baño. Le llamó la atención. Si bien había varios empleados que como consecuencia de trabajar fuera de hora tenían llave de las oficinas, no figuraba que Marta ese día tuviera que trabajar.
1 comentarios - Ofuckcina (parte 1)