A los 18 años recién cumplidos, estaba desesperado. Mis huevos llenos de leche todo el día, inflamados. Cada 10 minutos la verga se me hinchaba, y me daba verguenza que la gente a mi alrededor lo notara ya que tengo una verga enorme. Cada verano, como ustedes saben lo pasaba en la casa de mi tía y en esa epoca ella tenía una casa en el campo, alejada de cualquier posibilidad de que yo conociera una chica con la que salir alguna noche. La castidad se presentaba ante mis ojos, y sobre todo mis manos.
Ella sabía de mi "problemita", me lo había observado varias veces mientras dormía. Se asomaba a mi habitación fumando y se quedaba viendo mi verga inflamada un largo rato. Después me llevaba un jugo de naranja a la cama y hacía chistes sobre el tamaño de mi pija... Me llamaba " mi sobrino vergón" y reíamos juntos. En esa época ella aún usaba al go de ropita, bueno, digamos un tanguita negro de hilo dental, tacones altísimos de yegua puta y una blusa transparente que dejaba ver sus tetas enormes coronadas de unos pezones redondos y puntiagudos. Sabía que me calentaba pero lo disimulaba como una perra sumisa. Yo acostumbraba a dormir desnudo y creo que a ella eso en el fondo la excitaba.
- Las pendejas que te vas a cojer con ese aparato sobrino...!- me susurraba mientras miraba mi nabo erecto.
-No podés andar así todo el día, te va a hacer mal...! jajaa- reía la muy yegua.
-Y que querés Tía, no puedo evitarlo- le decía con mi trozo en las manos mostrándoselo y agitándolo...
-Pero, imaginate que mis amistades te vean así al palo todo el día...queda mal mi amor... - me aconsejaba mientras saboreaba un cigarrillo entre sus labios con las piernas cruzadas, frotándoselas...- ya idearémos algo para que puedas aliviarte sobrino querido-. La muy hija de puta mientras decía esto hacía que mi trozo se inflamara aún más.
Así fueron pasando algunos días, hasta que una mañana me despertó con una sonrisa espectacular y susurrándome que tenía la solución...
- Voy a hacerte un favor, porque eres mi sobrinito querido, pero no pienses mal de tu tía...he pensado que si te froto cada mañana tu verga, quizás te alivie un poco y puedas hacer una vida normal-.
No podía creer lo que la hija de puta me estaba proponiendo pero asentí de mil amores. - Sí Tía, es un gran idea, y te lo agradeceré de mil amores...
Sin mediar más palabras, agarró mi pija entre sus manos y mientras me miraba fijo a los ojos empezó a masajearme la chota suavemente pero con firmeza, arriba y abajo... Se hacía la desentendida pero sus ojos la delataban, y su piel se había puesto sonrojada, caliente.
Mi chota estaba enorme al sentir otras manos que no fueran las mías, con una me apretaba los huevos y con otra estiraba la carne como si fuera de goma...siempre mirándome a los ojos. No iba aguantar mucho.
-Avisame cuando te vaya a salir la lechita, sobri- dijo con la voz entrecortada.
-Ahora ahg...Tía así...!- la leche salió a borbotones mientras ella seguía masajeando con fuerza, embadurnadole ambas manos.
-Bien Sobri, así mi amor....ahora es otra cosa no..así, así...- con una sonrisa se levantó y me mostró sus manos....
-Chanchito! mirá lo que le hiciste tu Tía preferida, malote...!- luego se fue al baño a ducharse.
Cada mañana a partir de ese día se repetía la historia, a veces me sorprendía durmiendo y me hacía el trabajito sin que casi me despierte...al abrir los ojos me encontraba con la leche en mi pancita y ella ya en la cocina tomando café y fumando. Era alucinante desayunar con ella, que ya me esperaba desnudita y ansiosa por contarme como había sido, con detalles, diciéndome la cantidad increíble de leche que me había salido, fumábamos y reíamos juntos...
La sorpresa fue que lejos de clamar mi calentura, esta actividad la incrementó, a tal punto que en el mismo desayuno ya la verga se me paraba de nuevo.
-No lo puedo creer sobrino!- decía la yegua tetona.- Qué voy a hacer contigo!?- se preguntaba desconcertada.
- Ya sé!-afirmó resuelta -aplicaremos una dosis de emergencia, una terapia de choque, pero no debes confundirte, soy tu Tía y lo hago por vos- aclaró mientras se arrodillaba ante mi chota y se la metía toda adentro succionándola desesperada, siempre mirándome a los ojos. Masajeandola con su mandíbula babeante mientras las gotas de saliva caían entre sus tetas. Así sin parar hasta ordeñarme los huevos y tragándose hasta la última gota de leche caliente. era una puta experta y me estaba desquiciando.
-Ahora sí! sobrino, de esta manera vas a aguantar por lo menos la mañana entera no?-dijo riendo con la cara embadurnada de mi semen espeso y tibio...
(continuará)
Ella sabía de mi "problemita", me lo había observado varias veces mientras dormía. Se asomaba a mi habitación fumando y se quedaba viendo mi verga inflamada un largo rato. Después me llevaba un jugo de naranja a la cama y hacía chistes sobre el tamaño de mi pija... Me llamaba " mi sobrino vergón" y reíamos juntos. En esa época ella aún usaba al go de ropita, bueno, digamos un tanguita negro de hilo dental, tacones altísimos de yegua puta y una blusa transparente que dejaba ver sus tetas enormes coronadas de unos pezones redondos y puntiagudos. Sabía que me calentaba pero lo disimulaba como una perra sumisa. Yo acostumbraba a dormir desnudo y creo que a ella eso en el fondo la excitaba.
- Las pendejas que te vas a cojer con ese aparato sobrino...!- me susurraba mientras miraba mi nabo erecto.
-No podés andar así todo el día, te va a hacer mal...! jajaa- reía la muy yegua.
-Y que querés Tía, no puedo evitarlo- le decía con mi trozo en las manos mostrándoselo y agitándolo...
-Pero, imaginate que mis amistades te vean así al palo todo el día...queda mal mi amor... - me aconsejaba mientras saboreaba un cigarrillo entre sus labios con las piernas cruzadas, frotándoselas...- ya idearémos algo para que puedas aliviarte sobrino querido-. La muy hija de puta mientras decía esto hacía que mi trozo se inflamara aún más.
Así fueron pasando algunos días, hasta que una mañana me despertó con una sonrisa espectacular y susurrándome que tenía la solución...
- Voy a hacerte un favor, porque eres mi sobrinito querido, pero no pienses mal de tu tía...he pensado que si te froto cada mañana tu verga, quizás te alivie un poco y puedas hacer una vida normal-.
No podía creer lo que la hija de puta me estaba proponiendo pero asentí de mil amores. - Sí Tía, es un gran idea, y te lo agradeceré de mil amores...
Sin mediar más palabras, agarró mi pija entre sus manos y mientras me miraba fijo a los ojos empezó a masajearme la chota suavemente pero con firmeza, arriba y abajo... Se hacía la desentendida pero sus ojos la delataban, y su piel se había puesto sonrojada, caliente.
Mi chota estaba enorme al sentir otras manos que no fueran las mías, con una me apretaba los huevos y con otra estiraba la carne como si fuera de goma...siempre mirándome a los ojos. No iba aguantar mucho.
-Avisame cuando te vaya a salir la lechita, sobri- dijo con la voz entrecortada.
-Ahora ahg...Tía así...!- la leche salió a borbotones mientras ella seguía masajeando con fuerza, embadurnadole ambas manos.
-Bien Sobri, así mi amor....ahora es otra cosa no..así, así...- con una sonrisa se levantó y me mostró sus manos....
-Chanchito! mirá lo que le hiciste tu Tía preferida, malote...!- luego se fue al baño a ducharse.
Cada mañana a partir de ese día se repetía la historia, a veces me sorprendía durmiendo y me hacía el trabajito sin que casi me despierte...al abrir los ojos me encontraba con la leche en mi pancita y ella ya en la cocina tomando café y fumando. Era alucinante desayunar con ella, que ya me esperaba desnudita y ansiosa por contarme como había sido, con detalles, diciéndome la cantidad increíble de leche que me había salido, fumábamos y reíamos juntos...
La sorpresa fue que lejos de clamar mi calentura, esta actividad la incrementó, a tal punto que en el mismo desayuno ya la verga se me paraba de nuevo.
-No lo puedo creer sobrino!- decía la yegua tetona.- Qué voy a hacer contigo!?- se preguntaba desconcertada.
- Ya sé!-afirmó resuelta -aplicaremos una dosis de emergencia, una terapia de choque, pero no debes confundirte, soy tu Tía y lo hago por vos- aclaró mientras se arrodillaba ante mi chota y se la metía toda adentro succionándola desesperada, siempre mirándome a los ojos. Masajeandola con su mandíbula babeante mientras las gotas de saliva caían entre sus tetas. Así sin parar hasta ordeñarme los huevos y tragándose hasta la última gota de leche caliente. era una puta experta y me estaba desquiciando.
-Ahora sí! sobrino, de esta manera vas a aguantar por lo menos la mañana entera no?-dijo riendo con la cara embadurnada de mi semen espeso y tibio...
(continuará)
4 comentarios - Mi Tía me ayuda...(Episodio I)
Saludos.