Hola poringueras y poringueros. Así como he compartido mis desventuras con mi mujer, su hija y su cuñada creo que (de no mediar inconvenientes) cerraremos nuestra historia con un final feliz, escribiéndole una carta a ella que, por supuesto, leerá atentamente.
Luego de meses de distanciamiento, de haberme cogido a tu hija, a tu cuñada (que pronto se va a casar con Marcos) y de transformarnos en adictos al sexo promiscuo y fiestero; pusimos fín a nuestras diferencias y decidimos volver a estar juntos.
Fue muy buena tu idea de empezar viendo esa película en el cine; estabas muy bonita con ese jeans muy ajustado que resalta ese hermoso culo que los años no pueden abatir, esa camiseta de algodón escotada y el sweter que acompaña el escote para virtualmente invitar a mirar porciones de esos pechos preciosos que juguetonas esperan ansiosas ser acariciadas, chupadas y admiradas.
Mientras veíamos la peli nuestras manos se buscaban ansiosas para empezar a acaricairase, no respetaban los tiempos ni el lugar; estaban calientes como lo estábamos nosotros. Al llegar a casa no nos importó que los chicos estuvieran en sus cuartos y nos descubran semidesnudos en el living, tan solo te importó bajarme el cierre, desabrochar el botón de mi jeans y sacar mi pene para una dulce mamada; así como solo me preocupé por acariciar tus pechos luego de quitar tu sutién nuevo negro. Ya desnudos nos fuimos a nuestro cuarto, te empujé con violencia mientras te dejabas caer y abrías las piernas invitándome a lamer esa vaginita cuidadamente depilada.
Tus gemidos eran un poema de gozo que sonoramente se escuchaba, torpemente acompañaba en mi gozo y la cama chillaba intolerante con nosotros que festejábamos nuestro retorno.
Cuanto disfrutaba de verte con las piernas abiertas para que, luego de nuestro preludio de amor, te penetrara para que por un espacio breve en el tiempo seas mia. Tu rostro se transformaba extasiada, no bastaba con morderte los labios, era inútil toda resistencia. Era imposible, te delataba tu vaginita que a esa altura ya chorreaba algo de flujo.
Sola te diste vuelta, con la cara en la almohada y con la voz entrecortada me pediste que te la diera por la cola.
Ni si la hubiera planeado saldría tan perfecta, perfecta como tu cola que con esmero y dedicación lubriqué y calenté para poder darle mi grueso pene. tus gritos fueron mucho, los chicos nos pidieron que la cortáramos pero, haciendo caso omiso, nos amamos hasta estar agotados. Como a vos te gusta te largue toda la lechita adentro haciendo de tu saturada cola un volcán en erupción. No nos alcanzó con esa y lo repetimos otra vez hasta que le pusimos prudencia y nos dormimos para hoy ir a nuestros trabajos.
Se que algunba vez te cruzarás con algún hombre (o mujer, que hace poco descubriste el gusto) y cogerás como una perra en celo, así como yo me toparé con alguna mina que me incite a por un momento olvidarte para dar rienda suelta a la lujuria, y por que no prendernos en alguna fiestita swinger, pero de lo que estaremos seguro que al final del día estaremos para amarnos una vz más.
Luego de meses de distanciamiento, de haberme cogido a tu hija, a tu cuñada (que pronto se va a casar con Marcos) y de transformarnos en adictos al sexo promiscuo y fiestero; pusimos fín a nuestras diferencias y decidimos volver a estar juntos.
Fue muy buena tu idea de empezar viendo esa película en el cine; estabas muy bonita con ese jeans muy ajustado que resalta ese hermoso culo que los años no pueden abatir, esa camiseta de algodón escotada y el sweter que acompaña el escote para virtualmente invitar a mirar porciones de esos pechos preciosos que juguetonas esperan ansiosas ser acariciadas, chupadas y admiradas.
Mientras veíamos la peli nuestras manos se buscaban ansiosas para empezar a acaricairase, no respetaban los tiempos ni el lugar; estaban calientes como lo estábamos nosotros. Al llegar a casa no nos importó que los chicos estuvieran en sus cuartos y nos descubran semidesnudos en el living, tan solo te importó bajarme el cierre, desabrochar el botón de mi jeans y sacar mi pene para una dulce mamada; así como solo me preocupé por acariciar tus pechos luego de quitar tu sutién nuevo negro. Ya desnudos nos fuimos a nuestro cuarto, te empujé con violencia mientras te dejabas caer y abrías las piernas invitándome a lamer esa vaginita cuidadamente depilada.
Tus gemidos eran un poema de gozo que sonoramente se escuchaba, torpemente acompañaba en mi gozo y la cama chillaba intolerante con nosotros que festejábamos nuestro retorno.
Cuanto disfrutaba de verte con las piernas abiertas para que, luego de nuestro preludio de amor, te penetrara para que por un espacio breve en el tiempo seas mia. Tu rostro se transformaba extasiada, no bastaba con morderte los labios, era inútil toda resistencia. Era imposible, te delataba tu vaginita que a esa altura ya chorreaba algo de flujo.
Sola te diste vuelta, con la cara en la almohada y con la voz entrecortada me pediste que te la diera por la cola.
Ni si la hubiera planeado saldría tan perfecta, perfecta como tu cola que con esmero y dedicación lubriqué y calenté para poder darle mi grueso pene. tus gritos fueron mucho, los chicos nos pidieron que la cortáramos pero, haciendo caso omiso, nos amamos hasta estar agotados. Como a vos te gusta te largue toda la lechita adentro haciendo de tu saturada cola un volcán en erupción. No nos alcanzó con esa y lo repetimos otra vez hasta que le pusimos prudencia y nos dormimos para hoy ir a nuestros trabajos.
Se que algunba vez te cruzarás con algún hombre (o mujer, que hace poco descubriste el gusto) y cogerás como una perra en celo, así como yo me toparé con alguna mina que me incite a por un momento olvidarte para dar rienda suelta a la lujuria, y por que no prendernos en alguna fiestita swinger, pero de lo que estaremos seguro que al final del día estaremos para amarnos una vz más.
1 comentarios - Volver a empezar (carta a Rocío)