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un secuestro placentero

Soy un ama de casa normal, casada desde hace mucho tiempo, y con una vida
aburrida. Me gusta el sadomasoquismo, y en secreto leía artículos sobre ello, pero nunca había tenido una experiencia con eso hasta que…

Cerca de donde vivo, había un matrimonio; yo notaba que el hombre me miraba y buscaba saludarme siempre, no le di importancia, hasta un día en que tuve que ir a hacer unas compras y noté que él me seguía en su camioneta, me alcanzó y me dijo que él me llevaba, lo cual acepté.

Después de saludarnos y charlar él me miró intensamente, y bajó la mirada a
mis piernas, yo empecé a ponerme nerviosa. Noté que el rumbo que llevábamos no era correcto, y se lo dije. A lo cual me respondió: callate perra.

Aún me asombra cómo en vez de asustarme me excité, era tan masculino y
dominante que empecé a fantasear con él, pero no dije nada, estaba tan
caliente que casi podía escucharme gemir. El no dijo nada hasta que
llegamos a un despoblado. No había casas ni nada, solo desierto.

Paró la camioneta y me ordenó bajar lo cual hice sin protestar. Hacía mucho
calor, pero me llevó a la sombra de la misma camioneta.
Allí me pidió que me desnude y que intensase escapar, que llevaba mucho tiempo deseándolo, así que le obedeciera y no lo hiciera enojar.

Me quité la ropa y quedé desnuda ante él, me miraba despacio como saboreando cada rincón y pedazo de piel. Yo sentía cada vez más húmeda mi vulva, y los pezones erectos. Estaba tan excita mirándolo, sabiéndome vulnerable y a su merced, además tenía un bulto tremendo en el pantalón, según podía ver su pija era enorme, casi podía relamerla.
-No estás mal, estas mejor de lo que pensé- dijo, y entonces comenzó a bajar
la bragueta del pantalón, sacando por fin su deliciosa verga, dura y firme.
-¡Arrodíllate y tragatela! ¡Si te atrevés a morderme te mato a golpes!
Yo me arrodille y tome su verga en mis manos, era enorme como pensé, y empecé a darle besitos. No me di cuenta de la bofetada hasta que me vi en el suelo y la mejilla me ardía.
Me gritó y zamarreó, que eso no era una mamada y, que me iba a enseñar a comportarme. Le supliqué desesperada, y rápidamente me volví a poner de rodillas entonces me la tragué entera, hasta el fondo, sentía la punta en mi garganta, ahogándome, y empecé a paladearla con la lengua y a chupar como un bebé.

Noté que cada vez estaba más dura, incluso él me guiaba de vez en cuando
tomándome de los pelos y hundiendo aún más su pija en la garganta.
De pronto me ordenó parar, y se apartó para desnudarse.

Me puse de pie y me acerqué, él buscó con sus dedos mi concha y los hundió
en ella, encontrándola toda húmeda por la excitación.
Diciéndome que ya sabía que era un perra y una puta, me tomó de la
cabeza y me besó apasionadamente, introduciendo su lengua, yo le correspondí con desesperación, lo único que quería era sentir su verga en mí, no pensaba en nada más. Sus manos me acariciaban y me encendían, nunca sentí nada igual. Yo le correspondía con ardor, tocando y besando todo su cuerpo.

Se detuvo y abrió la camioneta, de ahí sacó una colcha que extendió en el
suelo. Me hizo poner en cuatro patas, y no me tocaba, sólo me observaba en
silencio. Yo no dije nada para no hacerlo enojar. De pronto me dijo que me iba a empezar a castigar porque no me había portado bien, al tiempo que
tomaba el cinturón.

Asentí con la cabeza, y esperé, él no me hizo esperar mucho, empezó a azotar
mi trasero, pero no muy fuerte, lo suficiente para hacerme gemir, después
fue aumentando la intensidad hasta hacer brotar lágrimas, pero no se detuvo.
Cuando creí que ya no podía más paró, se puso detrás de mí y me tocó la concha, me metió los dedos y me acarició.

Luego sacó los dedos y sentí la punta de su verga ahora tratando de entrar,
lo hizo de una embestida, me tomó de las nalgas doloridas y me ordenó
moverme. Era delicioso, su pija me tocaba hasta el fondo y me hacía sentir
tanto placer que empecé a gemir como una zorra.

No tardó mucho en vaciarse dentro de mí, su leche caliente me llenó y me
excitó aún más si es posible. Cuando la sacó me puso a limpiársela, lo cual hice, tragándome los restos de semen y mis propios jugos de su nabo.

Luego me dijo que iba me haría una prueba de obediencia, que me iba a mear en la boca y que tenía que tragármelo todo, que si derramaba una gota iba a castigarme.

Yo abrí la boca y cerré los ojos, pero él me ordenó abrirlos, me preparé a
beber toda su orina. Sentí como el chorro de pis caliente llenaba mi boca y
tragué desesperada, sin pensar en el sabor, sólo deseando no derramar nada,
pero aún así cayó buena parte al suelo y también me escurrió por la cara, el
estomago y las piernas. Sentí el líquido caliente en mis entrañas al tragar
pero no le preste atención a la sensación, sólo seguí hasta que él terminó
de orinar, y acercó la verga a mi cara, restregándola para limpiar las
últimas gotas de orina en mi cara.
Me recriminó que lo había hecho muy mal y me ordenó que me agachara y parara el culo.

Obedecí y él se puso detrás de mí, yo estaba con la cara pegada al suelo y mi
culo al aire, a su disposición. Empezó a darme unas nalgadas un poco
fuertes, pero luego usó el cinturón, yo gritaba, pero no tuvo piedad, continuó hasta que le pareció suficiente y se puso delante de mí.
Mi cara estaba llena de lágrimas y sudor. Mi culo me ardía tan fuerte que
crecía mi desesperación al pensar en que podía llegar a continuar con el
castigo.

De inmediato me incliné y comencé a besar sus pies varias veces, creo que le
agradó verme así humillada al límite porque su pija estaba dura de nuevo,
como pude darme cuenta cuando volvió a ordenarme que me parara y me puso de espaldas, apoyándome en la camioneta, y me la metió de nuevo en el culo
dolorido.

Esta vez sentí gran placer con su verga en mí, tuve varios orgasmos con sus
embestidas. Termine tan cansada que no tenía fuerzas de nada, y me quedé al
final tirada en el suelo, rendida a sus pies. Creo que me dormí un poco.

Cuando por fin me llevó a mi casa, me explicó en el camino las condiciones
de nuestra relación. Yo le debía obediencia absoluta, iría con él a donde él
quisiera, me inventaría algo, cualquier cosa, pero estaba a su disposición
cuando mi esposo fuera a trabajar. Aceptaría ya fueran golpes o caricias, y
si obedecía me premiaría con unas buenas cogidas.

Por supuesto yo ya era una perra en celo para él, me excitaba de pensar en
otra buena cogida, si me lo hubiera permitido le besaría el cuerpo
entero, pero me indicó muy claro que sólo haría lo que él me dijera así que
me contuve.

A partir de ese día fui su feliz esclava y amante, totalmente a espaldas de mi pobre, ingenuo y cornudo marido.

fuente : marqueze

1 comentarios - un secuestro placentero

angieyruben
Una tremenda iniciación en la sumisión !!!

Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!

un secuestro placentero
Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!