Hola poringueros y poringueras. Esto ocurrió el año pasado en la fiesta de fín de año de la empresa. Trabajo en el área de compras de una multinacional castigado por participar en los paros que organizó el sindicato. Antes me desenvolvía en el área técnica y operativa pero la empresa me mandó al sector compras con el fín de archivarme de alguna manera. Al principio, salvo una compañera, todas me miraban como si fuera la reencarnación del Che Guevara, no me hacían partícipes de ninguna conversación o encuentro social. Pero a medida que pasaba el tiempo y con el trato amable y fluido de mi parte hacia mis compañeras fui revirtiendo esa situación, a punto tal que poco a poco la gerenta del sector empezó a charlar conmigo, a hacer bromas, apuestas sobre fútbol, etc. Incluso me vinieron a visitar a casa cuando me fracturé la pierna. La gerenta incluso me regaló una botella de Jack Daniel's que alguna vez le comenté como una de mis bebidas preferidas.
Llegó diciembre y con el llegan las fiestas y los brindis con la gente del trabajo. Un viernes organizamos un after office en un bar de Retiro para brindar por el fin de año próximo. Esa reunión fue algo descontrolado por como tomamos ese día. Luego nos fuimos todos a bailar a un boliche por la zona, algo muy gracioso porque la mayoría superaba los 50 años (yo con 39 soy el Benjamín del sector) y estaban muy borrachos.
En el pub me puse a bailar con Lucía, mi compañera del escritorio de enfrente, una veterana muy cuidada, con un físico nada despreciable. Le tiré los galgos pero, con muchísima elegancia me dijo que estaba muy borracha pero aún así le iba ser fiel a su marido (muy respetable lo de la dama porque fui testigo de un par de pendejos que también se le tiraron y los rechazó). Poco después se acercó Silvia, la gerenta, para seguir bailando conmigo. Su pantalón bien ceñido le marcaban sus caderas y su camisa sin mangas le daban un look selorial y sexy a la vez.
-¡Te le tiraste a Lucía, pillín! -me lanzó con sorpresa
-NNN... No, Silvia. Nada que ver.
-Sabés cuantos vi que rebotó esa mina y todos los hombres siempre quedan con la misma cara.
-Y a vos...¿No se te tiró nadie? Jajajajaja!!!!
-Quién va querer algo con una vieja como yo.
Silvia tenía 52 años pero aparentaba tener 15 años menos, sus caderas eran perfectas, sus pechos prominentes (y naturales), siempre bien lookeada y maquillada; su comentario me pareció fuera de lugar y se lo hice notar.
-Pero Silvia, sos un minón!!! Cómo podés decir eso!!??
-Gracias Favio, me hacés sentir bien.
El lunes volvimos al trabajo a vernos nuevamente las caras. Le pedí disculpas a Lucía por mi atrevimiento del viernes pero ella me contestó que se sintió halagada con mi propuesta y charlamos y reímos por como nos divertimos el viernes. Pero Silvia estaba enajenada de esa algarabía de lunes entre compañeros; ella, por más cargo jerárquico que tenía, siempre fue una más en el sector.
Ese mismo día aproveché que teníamos que charlar sobre una compra muy grande para preguntarle que le pasaba. Ella evadió la pregunta pero me agradeció mi preocupación.
A la semana siguiente tuvimos la fiesta de fín de año de la empresa en un club de Vicente López y arreglamos para irnos muy elegantes. Con un buen pantalón de vestir, una linda camisa y los zapatos negros le agregué un rico perfume importado y algo de gel para que marquen más mis rulos me fui para pasarla lindo con ellos.
De a poco fuimos llegando a la fiesta y todos estábamos muy elegantes pero cuando vimos llegar a Silvia nos quedamos boquiabiertos. Con un vestido corto rojo, sandalias con tacos muy altos también rojos y un andar despreocupado irradiaba sensualidad. Su cabello lo llevaba suelto pero se destacaba unos aros bien grandes.
-¡Qué bien que se mantiene la guacha! -comentó con envidia Ana, la chismosa de la oficina.
Los hombres nos peleábamos por estar con ella y los jefes y gerentes de otros sectores se hacían los giles y se acercaban también libidinosos.
En una mesa redonda Silvia se sentó junto a mi y a don Augusto que se había jubilado hacía unos meses. Recuerdo como al viejo se le iban los ojos en el generoso escote de Silvia, si no se infartó fue porque el tipo era un roble.
Cenamos, charlamos y luego se armó el baile. Cumbias, cuartetos, música electrónica y rock nacional figuraban en el repertorio. Sin darme cuenta no me podía despegar de Silvia que prefería bailar conmigo, rechazando incluso al mismo Country Manager de la empresa.
Ya avanzada la noche ella me invita a recorrer el club donde se realizaba la fiesta. Caminamos y al rato lo hacíamos tomándonos de la mano.
-Sos un caballero -me propinó ella
-Gracias. Es lo que merece una mujer tan linda como vos
-Ay!!! Gracias por el cumplido.
-No es ningún cumplido, estás hermosa. ¿No viste como te miraban todos?
-¿Vos también me mirabas? -lanzó fingiendo curiosidad.
-Yo más que nadie...
No terminé la frase que Silvia me toma con firmeza y, estirándose por la diferencia de estatura, me come la boca de un beso.
-Vamos a otro lado. Aca nos van a ver. -me dice ccaliente pero precavida.
Busqué el auto mientras ella me esperaba en la esquina del club, ella subió y nos dirigimos a un hotel en Panamericana y Pelliza. Mientras iba manejando ella me bajó el cierre del pantalón y me metía la mano para agarrar mi pene. Costó llegar pero una vez adentro de la suite nos abrazamos calientes y nos besamos apasionadamente. Mis manos acariciaba su cola mientras ella rodeaba mi cuello con sus brazos y su lengua jugaba dentro de mi boca. Ella se suelta y se agacha para chuparme el pene mientras desde mi perspectiva podía ver sus tetas que aún estaban prisionaras en su sutién. Me desnudo y sin llegar a que ella se desnude la agacho, le quito su tanga blanca y empiezo a lamer su vagina mientras ella empieza a gemir y a moverse espasmodicamente. Cada movimiento de mi lengua parecía llegar a lo más profundo de su ser. Y cada gemido me excitaba mucho más.
Le bajo el bretel de su vestido y le desabrocho el sutién. Me siento en la cama y ella se sienta sobre mi dándome la espalda permitiendo que mi pene ingrese en su lubricada vagina al tiempo que acariciaba sus pechos y sus pezones erectos. Ella ampezó a cabalgar ligeramente dando fuertes gritos y acabando en poco tiempo. A pedido suyo me acuesto boca arriba y ella nuevamente se monta sobre mi pene y se empieza a mover frenéticamente. A esa altura mi calentura era enorme pero tenía en mente penetrar ese culo hermoso que parecía el botín anhelado por la mayoría de mis comapñeros de trabajo. Antes de acabar la empujo y la dejo con la cara en la almohada y su cola esperando impaciente que le den placer ami disposición. Con algo de saliva empiezo a acariciar su ano mientras ella, por la calentura, estaba entregada a lo que le pudiera hacer. Cuando logré dilatar su ano empiezo muy lentamente a ponerle, primero la puntita y luego, siempre de a poquito, el tronco del pene. Ella gritaba de dolor pero me pedía que se la ponga más. Cuando se lo pude poner todo ella jadeaba extasiada, sentirla a ella en mi pene lograba mantenerme caliente y vernos reflejados en el espejo directamente me mató de calentura. Con mi mano acariciaba su vagina mientras paulatinamente empecé a bombear su cola. Al cabo de un rato acabamos juntos en medio de gritos, obsenidades y contorciones.
Nos bañamos y la seguimos en el yacuzzi donde pude disfrutar más de sus enormes pechos. Y nos despedimos con otro polvo más en una noche realmente caliente.
A la mañana siguiente nos volvimos a ver como si nada y en un momento me miró firme mienttras me pidió que me acerque a su oficina.
-Te pido discreción, no le cuentes nada a nadie porque sino nos echan.
-Me dijiste que soy un caballero y un caballero realmente es una persona discreta con su vida privada. Este va ser nuestro secreto.
-Gracias Favio. Ahhh, por cierto... ¿Que tenés que hacer el sábado?
Llegó diciembre y con el llegan las fiestas y los brindis con la gente del trabajo. Un viernes organizamos un after office en un bar de Retiro para brindar por el fin de año próximo. Esa reunión fue algo descontrolado por como tomamos ese día. Luego nos fuimos todos a bailar a un boliche por la zona, algo muy gracioso porque la mayoría superaba los 50 años (yo con 39 soy el Benjamín del sector) y estaban muy borrachos.
En el pub me puse a bailar con Lucía, mi compañera del escritorio de enfrente, una veterana muy cuidada, con un físico nada despreciable. Le tiré los galgos pero, con muchísima elegancia me dijo que estaba muy borracha pero aún así le iba ser fiel a su marido (muy respetable lo de la dama porque fui testigo de un par de pendejos que también se le tiraron y los rechazó). Poco después se acercó Silvia, la gerenta, para seguir bailando conmigo. Su pantalón bien ceñido le marcaban sus caderas y su camisa sin mangas le daban un look selorial y sexy a la vez.
-¡Te le tiraste a Lucía, pillín! -me lanzó con sorpresa
-NNN... No, Silvia. Nada que ver.
-Sabés cuantos vi que rebotó esa mina y todos los hombres siempre quedan con la misma cara.
-Y a vos...¿No se te tiró nadie? Jajajajaja!!!!
-Quién va querer algo con una vieja como yo.
Silvia tenía 52 años pero aparentaba tener 15 años menos, sus caderas eran perfectas, sus pechos prominentes (y naturales), siempre bien lookeada y maquillada; su comentario me pareció fuera de lugar y se lo hice notar.
-Pero Silvia, sos un minón!!! Cómo podés decir eso!!??
-Gracias Favio, me hacés sentir bien.
El lunes volvimos al trabajo a vernos nuevamente las caras. Le pedí disculpas a Lucía por mi atrevimiento del viernes pero ella me contestó que se sintió halagada con mi propuesta y charlamos y reímos por como nos divertimos el viernes. Pero Silvia estaba enajenada de esa algarabía de lunes entre compañeros; ella, por más cargo jerárquico que tenía, siempre fue una más en el sector.
Ese mismo día aproveché que teníamos que charlar sobre una compra muy grande para preguntarle que le pasaba. Ella evadió la pregunta pero me agradeció mi preocupación.
A la semana siguiente tuvimos la fiesta de fín de año de la empresa en un club de Vicente López y arreglamos para irnos muy elegantes. Con un buen pantalón de vestir, una linda camisa y los zapatos negros le agregué un rico perfume importado y algo de gel para que marquen más mis rulos me fui para pasarla lindo con ellos.
De a poco fuimos llegando a la fiesta y todos estábamos muy elegantes pero cuando vimos llegar a Silvia nos quedamos boquiabiertos. Con un vestido corto rojo, sandalias con tacos muy altos también rojos y un andar despreocupado irradiaba sensualidad. Su cabello lo llevaba suelto pero se destacaba unos aros bien grandes.
-¡Qué bien que se mantiene la guacha! -comentó con envidia Ana, la chismosa de la oficina.
Los hombres nos peleábamos por estar con ella y los jefes y gerentes de otros sectores se hacían los giles y se acercaban también libidinosos.
En una mesa redonda Silvia se sentó junto a mi y a don Augusto que se había jubilado hacía unos meses. Recuerdo como al viejo se le iban los ojos en el generoso escote de Silvia, si no se infartó fue porque el tipo era un roble.
Cenamos, charlamos y luego se armó el baile. Cumbias, cuartetos, música electrónica y rock nacional figuraban en el repertorio. Sin darme cuenta no me podía despegar de Silvia que prefería bailar conmigo, rechazando incluso al mismo Country Manager de la empresa.
Ya avanzada la noche ella me invita a recorrer el club donde se realizaba la fiesta. Caminamos y al rato lo hacíamos tomándonos de la mano.
-Sos un caballero -me propinó ella
-Gracias. Es lo que merece una mujer tan linda como vos
-Ay!!! Gracias por el cumplido.
-No es ningún cumplido, estás hermosa. ¿No viste como te miraban todos?
-¿Vos también me mirabas? -lanzó fingiendo curiosidad.
-Yo más que nadie...
No terminé la frase que Silvia me toma con firmeza y, estirándose por la diferencia de estatura, me come la boca de un beso.
-Vamos a otro lado. Aca nos van a ver. -me dice ccaliente pero precavida.
Busqué el auto mientras ella me esperaba en la esquina del club, ella subió y nos dirigimos a un hotel en Panamericana y Pelliza. Mientras iba manejando ella me bajó el cierre del pantalón y me metía la mano para agarrar mi pene. Costó llegar pero una vez adentro de la suite nos abrazamos calientes y nos besamos apasionadamente. Mis manos acariciaba su cola mientras ella rodeaba mi cuello con sus brazos y su lengua jugaba dentro de mi boca. Ella se suelta y se agacha para chuparme el pene mientras desde mi perspectiva podía ver sus tetas que aún estaban prisionaras en su sutién. Me desnudo y sin llegar a que ella se desnude la agacho, le quito su tanga blanca y empiezo a lamer su vagina mientras ella empieza a gemir y a moverse espasmodicamente. Cada movimiento de mi lengua parecía llegar a lo más profundo de su ser. Y cada gemido me excitaba mucho más.
Le bajo el bretel de su vestido y le desabrocho el sutién. Me siento en la cama y ella se sienta sobre mi dándome la espalda permitiendo que mi pene ingrese en su lubricada vagina al tiempo que acariciaba sus pechos y sus pezones erectos. Ella ampezó a cabalgar ligeramente dando fuertes gritos y acabando en poco tiempo. A pedido suyo me acuesto boca arriba y ella nuevamente se monta sobre mi pene y se empieza a mover frenéticamente. A esa altura mi calentura era enorme pero tenía en mente penetrar ese culo hermoso que parecía el botín anhelado por la mayoría de mis comapñeros de trabajo. Antes de acabar la empujo y la dejo con la cara en la almohada y su cola esperando impaciente que le den placer ami disposición. Con algo de saliva empiezo a acariciar su ano mientras ella, por la calentura, estaba entregada a lo que le pudiera hacer. Cuando logré dilatar su ano empiezo muy lentamente a ponerle, primero la puntita y luego, siempre de a poquito, el tronco del pene. Ella gritaba de dolor pero me pedía que se la ponga más. Cuando se lo pude poner todo ella jadeaba extasiada, sentirla a ella en mi pene lograba mantenerme caliente y vernos reflejados en el espejo directamente me mató de calentura. Con mi mano acariciaba su vagina mientras paulatinamente empecé a bombear su cola. Al cabo de un rato acabamos juntos en medio de gritos, obsenidades y contorciones.
Nos bañamos y la seguimos en el yacuzzi donde pude disfrutar más de sus enormes pechos. Y nos despedimos con otro polvo más en una noche realmente caliente.
A la mañana siguiente nos volvimos a ver como si nada y en un momento me miró firme mienttras me pidió que me acerque a su oficina.
-Te pido discreción, no le cuentes nada a nadie porque sino nos echan.
-Me dijiste que soy un caballero y un caballero realmente es una persona discreta con su vida privada. Este va ser nuestro secreto.
-Gracias Favio. Ahhh, por cierto... ¿Que tenés que hacer el sábado?
18 comentarios - Cogiendo a la gerenta de compras
muy buen relato, caliente y detallado, un lujito !
Yo comenté tu post, por favor comentá el mio.
Los comentarios son caricias al alma de los posteadores
Te agrego a favs y te recomiendo, cuando tenga puntos paso a dejar algo, porque este relato merece reconocimiento en puntos!
:buenpost:
Felicitaciones!
te sigo viejo!
saludos!!
Te agradezco los puntos. Se valoran mucho!!!!
no recuerdo si te dejé puntos, pero por las dudas volveré cuando recargue, me encanta ayudar a desnovatizar a quienes se lo merecen ❤️
Yo comenté tu post, por favor comentá el mio.
Los comentarios son caricias al alma de los posteadores
Te voy a agradecer los puntos porque los valoro, pero valoro también tus comentarios y tu ganas de desnovatizarme.