Esa semana pasó y el jueves por la noche me conecté al MSN, pasado un rato me apareció una ventanita "Izan se ha conectado".
Le abrí una ventana de conversación:
* Hola chaval, ¿qué tal?
* Bien, aquí, hablando con Lucía.
* ¿Vas a venir a la playa este sábado como dijimos?
* Sí, claro. Vendré con Lucía, así os conocerá al resto de la familia – ellos hacía poco que salían y nosotros aun no la conocíamos, solo nos la había mostrado en fotos.
* De acuerdo – le dije – entonces os pasamos a buscar el sábado por la noche, ¿vale?
* ¿Tenéis camas suficientes?
* Tranquilo, algo improvisaremos, no te preocupes.
* Vale cuñado, nos vemos el sábado.
* De acuerdo, hasta el sábado – y cerré la conversación.
Pasó el resto de semana y llegó el sábado por la tarde. Me duché, me aseé y me vestí, me puse una camiseta negra ceñida y uno jeans cortos que dejan ver un tatuaje en el gemelo que me hice hace algunos años y unas chanclas blancas nuevas que me compré hacía cosa de un mes, iba cómodo.
Cogí el coche y me dirigí hacia casa de mis suegros. Pasada algo más de media hora de viaje llegué, bajé del coche y toqué el timbre. Mis cuñados estaban preparados, en lo alto de la escalera mi cuñado se despidió de sus padres. Mientras, yo veía unas piernas morenas, jóvenes y bien definidas acompañadas de unos jeans muy cortos, los típicos que suelen llevar las chicas de hoy en día, era mi cuñada. Esta bajó primero y al llegar donde me encontraba, me saludó dándome dos besos en la mejilla y se auto presentó.
* ¡Hola! Me llamo Lucía. Supongo que Izan te habrá hablado de mi…
* Encantado, yo David. Sí, me ha hablado bastante.
Ella era morena de piel, pelo color carbón, media melena, ojos miel, grandes, de baja estatura, poquilla cosa y delgada. Llevaba un top blanco que marcaba su linda figura junto a sus pequeños senos junto a los jeans cortos que acaban un poco más allá de su cintura.
* Bonito tatuaje – me dijo - ¿es un dragón?
* Sí – le dije
* ¡Me encantan los dragones! – dijo arrodillándose para tocarlo. - ¿Has visto Izan?, es grande, suave. Te depilas las piernas eh, me gustan los chicos que se depilan las piernas. Izan también se las depila, se lo pedí yo.
* Es por el gimnasio, es más cómodo y no sudas tanto – añadí quitándole importancia.
* No hace falta que te excuses, cada vez hay más chicos con las piernas depiladas.
Mi cuñado cerró la puerta de su casa.
* ¿Nos vamos? – dijo
* Sí, vámonos – cogí las mochilas de ambos y las dejé en el maletero de mi coche.
Mi cuñado abrió la puerta de atrás para sentarse junto a su novia.
* ¿Por qué no te sientas delante enano? – dije con picardía.
* No, no, es igual, ya me siento detrás.
* Como queráis, ¿qué bonito es el amor eh…? – dije en tono de burla.
Di al contacto y cogí la carretera que da a nuestra ciudad, nos separaban cincuenta kilómetros aproximadamente, algo más de media hora. Pasaron como diez minutos, iba concentrado escuchando la música que la radio me proporcionaba y se me dio por mirar hacia atrás por el retrovisor. Mi cuñada tenía su brazo por detrás del cuerpo de mi cuñado con su cabeza en el hombro de este, estaban muy pegados. No me lo podía creer, la mano de esta estaba encima del paquete de mi cuñado, acariciándoselo ligeramente. No quise decir nada y me concentré en la carretera.
El morbo invadía mi cuerpo, ¿qué limites tendrían esos jóvenes?, me pregunté, no pasaron ni cinco minutos, cuando mi mirada se volvió a desviar por el retrovisor, las caricias sutiles de mi cuñada se habían convertido en una paja por encima de los pantalones, el tronco del pene de su novio era totalmente visible a través de sus pantalones y mi cuñada no cesaba en acariciarlo cogiéndolo en su totalidad. No podía escuchar lo que ambos se decían en voz baja debido a la radio pero la conversación debía ir en torno a que mi cuñada quería hacerlo y Izan, no, él solo daba gestos para apartar las manos de esta, supongo que por la situación, pero ella insistía.
* ¿Cómo podía ser que tan jóvenes y ya estén así? – pensé – yo perdí mi virginidad a los 17, ¡manda huevos la juventud de hoy en día!
Tenía que mirar hacia adelante, estaba conduciendo y muy cachondo, el morbo era tremendo y también se notaba en mis pantalones, mi sexo daba señales que quería salir, lo tenía completamente erecto. Ellos seguían con sus juegos hasta que no pude más. Bajé el volumen de la radio y les dije a través del espejo retrovisor:
* ¡No os cortéis eh!
* ¡Ves te lo dije, estate quieta! – le dijo mi cuñado a mi cuñada en voz baja.
* Si queréis, paro en un descampado y os lo montáis hasta el final – dije con un tono sarcástico – así no habrá ningún peligro. ¡Cortaos un poquito, hombre!. Entiendo que sois jóvenes y vuestras hormonas están revolucionadas, pero, al menos, esperados hasta llegar a casa ¿no?
Mi cuñada se quedó con cara estática. Sus ojos expresaban un "oops", como de hacer algo que no debía estar haciendo en ese mismo momento. No podía pretender que ellos tuvieran sexo dentro de mi coche y yo tuviera un accidente por su culpa.
* ¡Lo siento! - me dijo – ya nos esperamos entonces.
* ¡Lo siento! – añadió mi cuñado con voz baja.
Llegamos a casa y les asignamos una de nuestras habitaciones. La cama estaba hecha y le había preparado una cama supletoria que me había dejado mi padre para la ocasión, para que pudiera dormir Lucía. Ellos se quedaron en la habitación y nosotros nos quedamos en el comedor. En voz baja le conté a mi mujer lo que había pasado, no se lo podía creer.
* ¿Me estás diciendo que si no los interrumpes se lo montan ahí mismo? – me dijo asombrada
* Puede. No creo que lo hicieran pero seguro que tu cuñada le hubiera hecho una buena mamada.
* ¿No nos dijo tu hermano que no había practicado sexo oral con ella? – pregunté recordándole a mi mujer.
* Si ¿verdad?, me acuerdo que lo dijo.
* Si quieren sexo, tendrán sexo – dijo mi embarazada.
* ¿Qué quieres hacer?
* Ya verás….
Pasados uno minutos salieron de su habitación, mi cuñada se dirigió al baño y mi cuñado entró en el comedor.
* David, oye que siento lo de antes, pero desde hace esta semana que está con unas ganas. El Lúnes me practicó sexo oral, ya sabes…
* Izan, no hace falta que me des explicaciones – le dije interrumpiéndole.
* Ya cuñado, pero yo te las quiero dar, me siento mal por lo que ha pasado. Mira, el lunes me practicó sexo oral, me decía que quería probarlo y yo, lógicamente le dejé. Al principio se quedó un poco parada de tener eso delante suyo – dijo señalándose su bragueta – pero al final lo hizo y es que desde entonces es otra, no sé, es como ninfómana, tiene ganas a todas horas.
* Tú eres el primero que la ha "catado" ¿no?
* Si, al menos eso me ha dicho.
* Que te he dicho ¿qué? – dijo mi cuñada apareciendo del baño.
* Nada, que mañana me has dicho que no te quieres levantar muy pronto, ¿no? – dijo mi cuñado disimulando - ¿qué tal si cenamos algo? – añadió.
* Pues sí, ¿qué tal unas pizzas? – propuso mi mujer.
Todos estábamos de acuerdo y eso mismo cenamos. Yo tomé una cerveza, me encantaba muy de cuando en cuando tomarme ese tipo de bebidas con la pizza. Tanto mi mujer como mi cuñado tomaron agua y mi cuñada, al igual que yo, quiso una cerveza pero le dije que no, que era muy pequeña, que mejor una coca-cola y haciéndome caso eso mismo tomó. Durante la cena hablamos de todo, y lógicamente salió en la conversación el tema de la playa del día de mañana.
Aunque suena a casualidad, es totalmente cierto, el destino así lo quiso. Un mes antes de enterarnos de que mi mujer estaba en estado, mi cuñada Cristina, la novia de mi hermano, también nos comunicó a toda su familia su recién embarazo. Para mis padres fue una alegría tremenda pasar de ser padres a abuelos y encima por partida doble, eso lo sabrían un mes y medio después. Actualmente mi mujer está de 6 meses y mí cuñada Cristina de algo más de 7.
Mi cuñada tiene ahora mismo 22 añitos, antes de estar embarazada, era la típica niña que no pasaba viernes o sábado que no visitara ninguna discoteca. Delgadita, con pocas caderas, rubia, pelo liso hasta media melena y aunque al principio es algo tímida, luego realmente es muy cachonda, muy divertida, es el alma de la fiesta por allá donde va, y tiene confianza.
Antes de empezar el verano mi hermano y mi cuñada se compraron una caravana en un camping de Gerona, realmente una verdadera ganga, aprovecharon la ocasión y la adquirieron. Estuvieron un par de meses reformándola hasta que nos dijeron que bajáramos a pasar un día ahí en el camping con ellos que lo tenían todo listo para atender a las visitas.
Había llamado a mi hermano esa misma tarde, antes de ducharme, para avisar que mañana bajaríamos todos al camping y así se lo comunique a los presentes en la mesa. Les expliqué a mis cuñados como era la playa, playa limpia pero rocosa, y de esas que se hundían rápidamente, estuvieron encantados con la idea. Lo único que había una sorpresa que ellos no se esperaban…
Llegó la sobremesa de la cena, ya habíamos acabado de comer cuando mi mujer propuso jugar a las cartas para pasar el tiempo y conocernos un poco mejor.
* ¿Habéis cenado bien? – dijo mi mujer
* Yo sí, ya no me cabe nada mas – dijo mi cuñada.
* Buahh, igual que yo – añadió mi cuñado.
Yo me había dejado un trozo de pizza, ya no podía más.
* ¿Qué tal si jugamos un rato a las cartas? – propuso mi mujer.
* Vale, pero a qué juego – pregunto mi cuñado.
* ¿Sabéis jugar al póker?
* Yo sí – dijo mi cuñado
* Yo también – añadió mi cuñada
* Se puso el paquete de cartas delante de sus labios – Mmmmm, ¿qué tal un strip poker? – dijo con tono insinuante.
Esa era la sorpresa que mi mujer me tenía preparada cuando le comenté lo sucedido en el coche. Hubo un momento de silencio, todos nos mirábamos entre todos.
* Por mi bien – dije yo.
* Yo ya he visto a todo el mundo desnudo aquí – dijo mi cuñado.
Rápidamente hice un gesto ocular con los ojos a mi cuñado y rectificó.
* Mi hermana era algo más pequeña cuando le vi…pero si a ella no le importa… - rectificó este.
* ¿Qué me dices Lucía? ¿te animas? – le dije animándola, quería ver ese cuerpo desnudo, me provocaba un morbo atroz.
* Sí, ¿por qué no? – siempre me han dicho que al menos hay que probar las cosas una vez en la vida.
* Vamos a hacerlo más divertido – dijo mi mujer – a medida que la gente vaya perdiendo tendrá que tocarse su sexo un poco, nada, ponerse cachondo y parar. ¿qué me decís?
* ¡Bufff! a mi me da vergüenza – dijo mi cuñado
* Yo sí que lo haré – añadió Lucía – ¡me da morbo! Vamos Izan, anímate será divertido – dijo pasándole su mano por la nuca – ¡veras como lo pasaremos bien!.
* Y tu cari, ¿qué dices? – me dijo mi mujer.
* Pues qué voy a decir, que por mi bien, ¡os pienso meter una paliza que os dejaré desnudos en menos que canta un gallo y encima no me tendré ni que tocar! – fanfarroneé.
* Venga, va, me animo – al fin dijo mi cuñado.
Contamos el número de prendas de cada uno y los chicos salimos peor parados, ellas llevaban alguna que otra prenda de más si contábamos con la ropa interior así que mi cuñado y yo decidimos ponernos ambos unos calcetines para igualar el juego. Empezó la partida y repartía mi mujer. Poco a poco el juego se iba animando, tras siete u ocho manos, el primero que perdió fue mi cuñado, se quedó totalmente desnudo. Este se levantó de la mesa y se colocó junto a su novia.
* ¿Veis como no quería jugar a este juego absurdo? – dijo mi cuñado algo enfadado.
* Venga tontorrón, si estas súper bueno – dijo mi cuñada sobándole las abdominales – mira que tableta…eso es una tableta y no la de la Nestlé.
* Menudo cuerpo se te ha puesto hermanito – estas hecho todo un machote ¡eh!
Yo no dije nada, me limité a contemplar su cuerpo, era impresionante lo fibrado que estaba. Las puntas del bello de su abdomen se hacían presentes en su piel, estaba totalmente desnudo junto a Lucía, su miembro flácido, reposaba delante de todos nosotros. Empezó a acariciarse un poco por encima, pero estaba muy cortado y su sexo no aumentaba de tamaño.
* Espera cielo que te echare una manita – dijo Lucía.
Le apartó la mano y la suya tomó el relevo de ese blando miembro. Empezó a acariciarle muy suavemente, le subía y bajaba la piel de su glande, pero no reaccionaba.
* ¡Ánimo hermanito!, que no es para tanto, no voy a darlo como válido si no veo eso duro como una piedra ¡eh! – dijo mi mujer sin quitarle ojo a ese aparato.
A las caricias de su sexo, Lucía fue añadió pequeños besos en la parte superior de este para ver si reaccionaba, pero no fue así. Su miembro parecía muerto. Lucia seguía con ese ritual, pero no hubo ningún cambio, así que decidió ponérselo por completo en su juguetona boca. Empezó a comerle su sexo, y con la mano, a juego, le seguía masturbando. Pasaron unos minutos de ese espectáculo, y mi mujer me empezó a meter mano por debajo de la mesa, mi sexo ya estaba totalmente duro. Lucía sacó de su boca el miembro totalmente erecto de mi cuñado.
* ¡Ahhh! No pares, sigue…. – dijo mi cuñado con el placer marcado en sus ojos.
* ¿Habéis visto el poder de unos labios? – dijo Lucía cogiendo el sexo de Izan por la base y mostrándonoslo a todos.
* ¡Ya está bien¡ - ordenó mi mujer - Izan al sofá, quedas eliminado de la partida, lo siento, pero las normas son las normas. ¡Ah! Y recuerda que no te puedes ponerte nada de ropa y tampoco te puedes tocar estando ahí ¿ok?
* Vaaaaaale – contestó mi cuñado.
Así lo hizo este, se tumbó en el sillón, se quedó abierto de piernas, con su miembro erecto y siguió la partida desde ahí. En la mesa quedábamos el resto, a mi cuñada y a mi mujer, a ambas, solo les quedaba el tanga, aunque a esta última también le quedaba el sujetado. Pasaron unas cuantas manos más y mi mujer fue la siguiente, así que tuvo que seguir el ritual.
* ¡Vaya, ahora me toca a mí! – dijo sonriendo
Sin cortarse, se sentó encima de la mesa, se abrió de piernas de cara a los presentes y empezó a masturbarse, su barrigón de embarazada era mucho más visible que sus pechos que descendían a cada lado por el peso de estos. De su sexo se deslizaban gotas de placer que se acumulaban encima de la mesa. Yo estaba cardíaco, tenía ganas de meter mi lengua por su entrepierna, pero el juego era el juego, mi pene quería salirse del slip pero me mantuve de tocarlo. Lucía también estaba disfrutando con el espectáculo, sus pequeños pezones estaban totalmente duros y no era precisamente por el frio que se respiraba en ese comedor. Cuando vi que los ojos de mi mujer se iban de la órbita fui yo el que le ordené que parara.
* Se acabó el tiempo, al sofá – le dije
* ¡Ahhhh, cabrón!, déjame que siga – dijo masturbándose.
* Las normas son las normas – le recordé – si no has dejado a tu hermano hacerlo tu tampoco vas a ser menos.
* Entonces paso de sofá, me voy al sillón con mi hermanito – dijo esta pasándome sus dedos mojados por delante de mi nariz. - ¿no quieres que siga cielo?
* Si – dije – pero no ahora. Ve con tu hermanito anda….
Decidió sentarse al lado de mi cuñado, abierta de piernas fijándose en el aún erecto sexo de su hermano. Ambos seguían excitados, mi mujer hacía para tocarse pero yo le iba recordando las reglas del juego. Ya en la mesa quedábamos dos, ambos solo con una prenda.
* Tranquilo que no me vas a ver ni mi conejito ni cómo me masturbo – me dijo mi cuñada con un tono pedante y en voz baja – ¿sabes? tengo mi entrepierna ardiendo.
* No fanfarronees tanto por qué vas a perder enana y tendrás que hacerlo de todos modos – dije con tono desafiante.
Seguimos esa partida y acabé perdiendo.
* Jajajaja. Te lo dije, vas a tener que desnudarte tú – me dijo.
* En la vida a veces se gana y otras veces se pierde y hay que aceptarlo – dije resignado
* Lo que tú quieras, pero te voy a ver el rabo antes que tu a mí el conejito.
Me puse en medio del comedor, no me tocó más remedio que bajarme los slips y dejar a la vista mi pene que estaba totalmente erecto. Mi mano acompañaba este acariciándolo, todos los presentes clavaban su mirada en el, al estar así un rato, mi mujer se levantó del sillón y me interrumpió.
* Déjame, ya te ayudo yo cielo – dijo esta – ¡acércate!
Así lo hice, me acerqué a ella, con la polla en mi mano, llevaba un calentón tremendo. Me la cogió y se la puso en la boca, estuvo un rato mamándomela, cerré los ojos, estuve un rato así, me sentía genial. Al abrirlos vi como mi cuñado aun tenía la suya totalmente erecta.
Un par de minutos y saqué mi polla de esa boca, no me quería correr delante de todos, estaba muy caliente, pero no les quería dedicar esa corrida.
* Las normas son las normas ¿no? – dije – no sería justo que me corriera.
Todos estábamos muy calientes, andábamos desnudos por el comedor a excepción de mi cuñada que solo le quedaba el pequeño tanga.
* ¡Ha sido divertido! – dijo mi cuñada frotándose los pequeños pechos - ¡y caliente!
* Sí, creo que todos nos lo hemos pasado bien – añadí - ¿queréis que os traiga algo de la cocina?, me ha entrado sed.
* Un vaso de agua – escuché de camino a esta – y me preparas un sandwich de queso, me ha entrado hambre – me dijo mi mujer.
* A mi tráeme Una Coca-Cola – dijo mi cuñado.
Yo andaba aun con el rabo tieso y así fui hacia la cocina. Nuestro comedor está muy separado de esta, entre ellos los separa un largo pasillo. Llegué, encendí la luz y empecé a servir las bebidas cuando oí una voz femenina.
* ¿Quieres que te ayude en algo? – esa voz era la de Lucía, que había entrado en topless, solo con su tanga, tal y como se había quedado de la partida de póker.
* No, no, tranquila, me apaño solo – dije
* ¡Vaya!, es una pena que te apañes solo con eso así – mirando hacia mi falo aun erecto.
* Jajajaja, como eres – dije – ¡ya bajará! no te preocupes – añadí quitándole importancia.
* ¿Tú crees?, estando yo así seguro que no ayudo mucho, ¿verdad?
* Tranquila, es cuestión de no pensar en nada referente al sexo y automáticamente vuelve a su posición. Por cierto, ¿qué quieres tomar? – le pregunté.
* Por mi no te preocupes, ya lo cogeré yo.
* Como quieras…
Iba de arriba para abajo cogiendo los ingredientes para hacerle el sándwich a mi mujer, no me fijaba en Lucía, me ponía algo nervioso su presencia ahí y más como andaba, estaba riquísima, con su cuerpo joven y atlético era una auténtica belleza.
Cuando ya tuve todos los ingredientes me dispuse a hacerlo pero algo me entretuvo.
* ¿Cuánto tarda eso en bajar?, ¡me está poniendo mala!
* Más tonta eres tú, no la mires.
* No puedo, no soy de piedra – me dijo.
En el momento que la miré con las manos en el pan de molde, Lucía tenía su mano por debajo de su tanga tocándose su sexo.
* ¡Mira como me tienes! – me dijo enseñándome sus dedos llenos de flujo.
* ¿Duchita fría quizá? – dije mirándola.
* ¡No!, algo mejor.
Lucía se acercó a mí, se arrodilló y directamente empezó a comerme mi rabo.
* ¿Qué haces? ¿estás loca? – le dije en tono bajo.
* Calla, si a los hombres os gusta. He probado la de Izan, pero la tuya es más grande, prefiero la tuya – me dijo quitándose mi sexo de su boca – mmm, es tan gorda…
* ¡Levántate! – le dije – ¿sabes los problemas que me puedes ocasionar si nos pillan?
* ¡Está bien!, pero déjame que me corra mirando tu polla, ¿vale? – decía mientras se acariciaba su entrepierna – vamos, no te cuesta nada.
* ¡Estate quieta! – le dije – vete hacia el comedor que ahora vengo.
* Tu mismo, pero si no me dejas, gemiré más alto y se enteraran y entonces sí que tendrás un problema.
* ¡Eres una niñata, no serás capaz! – le dije.
En esos momentos Lucía bajó su tanga, se abrió un poco de piernas y empezó a acariciárselo con más fuerza.
* ¡Ahhhm! ¡siiii! ¡qué polla! ¡ohhh que dura! – sus gemidos eran cada vez más intensos.
* ¡Vale! ¡está bien! ¡tú ganas! – le dije – ¡eres una guarra! ya que quieres hacerlo, vamos a hacerlo bien.
Pensé que si tomaba cierta decisión acabaría antes y me dejaría en paz.
* ¡Bájate el tanga y súbete en el mármol! – le dije.
Así lo hizo, se quitó el tanga y la muy cerda me lo hizo oler, su olor era muy fuerte, olía a hembra en celo y eso me excitó mucho más.
* ¡Al final has caído! sabía que acabarías follando conmigo esta noche – me dijo.
* A base de chantajes no me extraña – le dije con tono de enfado - ¡me vas a buscar la ruina!
Se subió al mármol con sus piernas abiertas por completo, se apoyo junto a la pared que da a la nevera, su sexo era más bien pequeño, aunque lo tenía totalmente depilado, de él fluían pequeñas gotas de líquido, estaba hinchado, una delicia que no tarde en probar. Empecé a pasar mi lengua por él, limpiándole esas pequeñas gotas que emanaban. Seguidamente le metí un dedo y actos seguido otro, la zorra de mi cuñada no hacía más que gemir y de su conejo no paraba de salir gotitas blanquecinas de flujo.
* ¡Ahh! ¡Diosss! ¡Qué bien me follas el coño con tus dedos!
* ¿Es esto lo que querías no? – le dije en voz baja y sin cesar de masturbarla.
* ¡Ohhhh! ¡Siiii! No pares.
Empecé a masturbarla cada vez con más fuerza, más rápido, buscaba su punto G, le masturbaba muy bruscamente pero no se quejaba. De repente su cuerpo se empezó a estremecer, sus gemidos eran cada vez más altos y no tuve más remedio que taparle la boca con mi otra mano. Sorprendentemente, un chorro de flujo a presión salió hacia mi cara, me la dejó empapada.
Cuando sus movimientos cesaron, esta se tranquilizó, la miré y le dije:
* ¡Joder! ¡menuda corrida! – le dije saboreando esos líquidos.
* Es que cuando me tocan por ahí abajo me excito muchísimo y tú, cuñado, lo haces de muerte – me dijo aún con la respiración exaltada.
* A mí también me excita mucho hacerlo y también me excita cuando soltáis esa gran cantidad de líquido.
* No lo suelto con facilidad, solo cuando estoy muy cachonda y me saben estimular bien.
* ¡Me alegro de que te haya gustado!
* ¡Mucho!, ¡me ha gustado mucho! – me dijo – y tu sin bajarse eso.
* Tranquila, ya bajará.
* ¿Quieres que te ayude a bajarla? – repitió
* Me gustaría sinceramente, me has dejado cachondo perdido, pero hemos tardado mucho y puede que sospechen.
* Como quieras, lo decía por ti. Te lo mereces realmente.
Lucía me ayudo con el sándwich de su cuñada y se sirvió algo de horchata fresquita de la nevera. Cuando llegamos al comedor, mi mujer me miró y me dijo:
* ¿Qué? ¿estamos animados eh? – dijo mirando mi aún erecto pene
* Ya bajará – le contesté.
* A tu cuñado ya se le ha bajado – me dijo señalando su sexo.
* Si, si, ya veo. ¿pero con ayuda o sin ayuda?
* Sin, sin…por sus propios medios.
* ¿Por sus propios medios? ¿Y esa mancha de ahí que es? ¿eso no es semen?
* ¿Semen? ¿dónde? – dijo mi mujer mirándose el barrigón de embarazada.
* Ahí – señalé.
Una gota de semen residía en el lateral de la barriga de mi mujer, al estar embarazada, lo más seguro es que no se diera cuenta al correrse mi cuñado.
* ¡Eres un cerdo Izan! – le dijo mi cuñada bastante enfadada – pensé que era un juego divertido y tú te has aprovechado de la situación – añadió.
* Es que al tenerla tanto rato dura ya me dolía y mi hermana me ha echado una mano.
* Lo he hecho por él – añadió mi mujer – al pobre le dolía y no he visto otra solución que ayudarle a correrse.
* ¿Y no me podías haber llamado a mí? – dijo Lucía.
* Es que tú estabas en la cocina y claro….
* Eres un cabrón Izan – dijo interrumpiéndole y muy mosqueada.
* Pues la verdad que sí, ahí cuñado te has pasado – dijo esta – Y tu eres un poco guarra, ¿no? ¡mira que hacértelo con tu propio hermano!
* Lo he hecho por su bien – me contesto Natalia.
* Si claro, por su bien y por el tuyo –le dije algo mosqueado. Yo ya sabía que podían pasar este tipos de cosas, la semana anterior, cuando Natalia se folló literalmente a su hermano, abrimos una puerta, una puerta que jamás se volvería a cerrar.
* Lo justo sería que tu le hicieras lo mismo a David – dijo mi cuñado dirigiéndose a su novia. – A él le va a estallar y puedes ayudarlo con ello ¿te parece bien?
* Está bien – dijo ella - ¿tu quieres que te lo haga David?
* ¡Sí….quiero! – dije en tono de burla imitando a los rituales matrimoniales.
Aunque estuviera cabreada, Lucía aun llevaba bastante calentón, sus pezones seguían erectos, yo no dejaba de mirarlos, supongo que era por eso y la vista de su trasero que seguía como hacía 15 minutos.
Lucía se sentó en el sofá frente a su novio y me hizo ir.
* ¡David, ven! – me dijo Lucia mientras se quitaba el tanga.
Fui como un mandado. Seguía muy caliente y mi polla empezaba a dolerme. Me cogió mi rabo y empezó a masturbarlo despacito, de arriba para abajo, lo acariciaba, mamaba mis huevos, me sentía estupendo. Si según dijo mi cuñado esa niña hacía poco que mamaba, realmente lo hacía de vicio.
* ¿Te sientes mejor? – me preguntó.
* ¡Sí! Por supuesto, lo haces muy bien, no pares.
No tardo apenas en metérsela en la boca, la chupaba de muerte, se la metía y se la sacaba de la boca a su merced, jugaba con su lengua a lo largo de todo el tronco de mi sexo, llegaba a los huevos y los lamía mientras no dejaba de masturbarme a mi ni masturbarse a ella.
Después de aquel calentón tremendo y esa felación que me estaba haciendo esa cría avisé que me venía, me iba a correr.
* ¡Ahhh, que voy, que voy! – dije – ¡échate en el sofá! – le ordené.
Mi cuñada echó todo su cuerpo en el sofá, sus piernas estaban totalmente abiertas y ella no dejaba de tocarse su entrepierna, se masturbaba con fuerza metiéndose dos dedos. Tiré toda mi abundante corrida por encima de su joven y atractivo cuerpo.
* ¡Dios, qué a gusto me he quedado! ¡Lo necesitaba! – dije.
* Ni que lo digas, has bañado a mi cuñada – dijo Natalia
Esta seguía en la misma posición masturbándose con una mano y con la otra refregaba toda mi leche con su cuerpo, lamiendo sus dedos llenos de esta. Así estuvo como cinco minutos largos, todos estábamos pendientes de ella, era morbosa la situación, y supongo que para ella aún más, sus claros ojos estaban abiertos, miraban a su novio y me miraban a mí. Llamé a mi cuñado para que se pusiera delante de ella, su pene estaba a medio tamaño. Ambos cogimos nuestros sexos y empezamos a jugar con ellos delante de Lucía, para que los viera, para que se excitara y vamos si lo hizo. Subió sus piernas en el borde del sofá y empezó a correrse, a correrse como lo había hecho en la cocina, sus líquidos salían con fuerza hacia nosotros, sus gemidos eran fuertes, excitantes, así estuvo unos cuantos segundos, mojando de sus líquidos a su novio y a su cuñado.
Después de semejante corrida, se sentó de nuevo en el sofá, con sus pies en el suelo y lo único que dijo fue:
* Lo siento, os he manchado el sofá.
* Tranquila – dije – eso es una mezcla de agua y orín, no te preocupes, con un poco de espuma seca sale – dije quitándole importancia.
* Bueno, entonces aquí se ha corrido todo el mundo menos yo, ¡qué morro que tenéis!
* Pues ahora que lo dices si hermanita, jajajaja.
* Bueno, creo que es hora de que nos vayamos a dormir, mañana hay que levantarse temprano y ¡nos espera un día de playa! – dije - ¡Vamos! Que a las 7 os quiero ver a todos en pié.
Así lo hicimos, cada uno se fue a su respectiva habitación y nos acostamos hasta el día siguiente.
Le abrí una ventana de conversación:
* Hola chaval, ¿qué tal?
* Bien, aquí, hablando con Lucía.
* ¿Vas a venir a la playa este sábado como dijimos?
* Sí, claro. Vendré con Lucía, así os conocerá al resto de la familia – ellos hacía poco que salían y nosotros aun no la conocíamos, solo nos la había mostrado en fotos.
* De acuerdo – le dije – entonces os pasamos a buscar el sábado por la noche, ¿vale?
* ¿Tenéis camas suficientes?
* Tranquilo, algo improvisaremos, no te preocupes.
* Vale cuñado, nos vemos el sábado.
* De acuerdo, hasta el sábado – y cerré la conversación.
Pasó el resto de semana y llegó el sábado por la tarde. Me duché, me aseé y me vestí, me puse una camiseta negra ceñida y uno jeans cortos que dejan ver un tatuaje en el gemelo que me hice hace algunos años y unas chanclas blancas nuevas que me compré hacía cosa de un mes, iba cómodo.
Cogí el coche y me dirigí hacia casa de mis suegros. Pasada algo más de media hora de viaje llegué, bajé del coche y toqué el timbre. Mis cuñados estaban preparados, en lo alto de la escalera mi cuñado se despidió de sus padres. Mientras, yo veía unas piernas morenas, jóvenes y bien definidas acompañadas de unos jeans muy cortos, los típicos que suelen llevar las chicas de hoy en día, era mi cuñada. Esta bajó primero y al llegar donde me encontraba, me saludó dándome dos besos en la mejilla y se auto presentó.
* ¡Hola! Me llamo Lucía. Supongo que Izan te habrá hablado de mi…
* Encantado, yo David. Sí, me ha hablado bastante.
Ella era morena de piel, pelo color carbón, media melena, ojos miel, grandes, de baja estatura, poquilla cosa y delgada. Llevaba un top blanco que marcaba su linda figura junto a sus pequeños senos junto a los jeans cortos que acaban un poco más allá de su cintura.
* Bonito tatuaje – me dijo - ¿es un dragón?
* Sí – le dije
* ¡Me encantan los dragones! – dijo arrodillándose para tocarlo. - ¿Has visto Izan?, es grande, suave. Te depilas las piernas eh, me gustan los chicos que se depilan las piernas. Izan también se las depila, se lo pedí yo.
* Es por el gimnasio, es más cómodo y no sudas tanto – añadí quitándole importancia.
* No hace falta que te excuses, cada vez hay más chicos con las piernas depiladas.
Mi cuñado cerró la puerta de su casa.
* ¿Nos vamos? – dijo
* Sí, vámonos – cogí las mochilas de ambos y las dejé en el maletero de mi coche.
Mi cuñado abrió la puerta de atrás para sentarse junto a su novia.
* ¿Por qué no te sientas delante enano? – dije con picardía.
* No, no, es igual, ya me siento detrás.
* Como queráis, ¿qué bonito es el amor eh…? – dije en tono de burla.
Di al contacto y cogí la carretera que da a nuestra ciudad, nos separaban cincuenta kilómetros aproximadamente, algo más de media hora. Pasaron como diez minutos, iba concentrado escuchando la música que la radio me proporcionaba y se me dio por mirar hacia atrás por el retrovisor. Mi cuñada tenía su brazo por detrás del cuerpo de mi cuñado con su cabeza en el hombro de este, estaban muy pegados. No me lo podía creer, la mano de esta estaba encima del paquete de mi cuñado, acariciándoselo ligeramente. No quise decir nada y me concentré en la carretera.
El morbo invadía mi cuerpo, ¿qué limites tendrían esos jóvenes?, me pregunté, no pasaron ni cinco minutos, cuando mi mirada se volvió a desviar por el retrovisor, las caricias sutiles de mi cuñada se habían convertido en una paja por encima de los pantalones, el tronco del pene de su novio era totalmente visible a través de sus pantalones y mi cuñada no cesaba en acariciarlo cogiéndolo en su totalidad. No podía escuchar lo que ambos se decían en voz baja debido a la radio pero la conversación debía ir en torno a que mi cuñada quería hacerlo y Izan, no, él solo daba gestos para apartar las manos de esta, supongo que por la situación, pero ella insistía.
* ¿Cómo podía ser que tan jóvenes y ya estén así? – pensé – yo perdí mi virginidad a los 17, ¡manda huevos la juventud de hoy en día!
Tenía que mirar hacia adelante, estaba conduciendo y muy cachondo, el morbo era tremendo y también se notaba en mis pantalones, mi sexo daba señales que quería salir, lo tenía completamente erecto. Ellos seguían con sus juegos hasta que no pude más. Bajé el volumen de la radio y les dije a través del espejo retrovisor:
* ¡No os cortéis eh!
* ¡Ves te lo dije, estate quieta! – le dijo mi cuñado a mi cuñada en voz baja.
* Si queréis, paro en un descampado y os lo montáis hasta el final – dije con un tono sarcástico – así no habrá ningún peligro. ¡Cortaos un poquito, hombre!. Entiendo que sois jóvenes y vuestras hormonas están revolucionadas, pero, al menos, esperados hasta llegar a casa ¿no?
Mi cuñada se quedó con cara estática. Sus ojos expresaban un "oops", como de hacer algo que no debía estar haciendo en ese mismo momento. No podía pretender que ellos tuvieran sexo dentro de mi coche y yo tuviera un accidente por su culpa.
* ¡Lo siento! - me dijo – ya nos esperamos entonces.
* ¡Lo siento! – añadió mi cuñado con voz baja.
Llegamos a casa y les asignamos una de nuestras habitaciones. La cama estaba hecha y le había preparado una cama supletoria que me había dejado mi padre para la ocasión, para que pudiera dormir Lucía. Ellos se quedaron en la habitación y nosotros nos quedamos en el comedor. En voz baja le conté a mi mujer lo que había pasado, no se lo podía creer.
* ¿Me estás diciendo que si no los interrumpes se lo montan ahí mismo? – me dijo asombrada
* Puede. No creo que lo hicieran pero seguro que tu cuñada le hubiera hecho una buena mamada.
* ¿No nos dijo tu hermano que no había practicado sexo oral con ella? – pregunté recordándole a mi mujer.
* Si ¿verdad?, me acuerdo que lo dijo.
* Si quieren sexo, tendrán sexo – dijo mi embarazada.
* ¿Qué quieres hacer?
* Ya verás….
Pasados uno minutos salieron de su habitación, mi cuñada se dirigió al baño y mi cuñado entró en el comedor.
* David, oye que siento lo de antes, pero desde hace esta semana que está con unas ganas. El Lúnes me practicó sexo oral, ya sabes…
* Izan, no hace falta que me des explicaciones – le dije interrumpiéndole.
* Ya cuñado, pero yo te las quiero dar, me siento mal por lo que ha pasado. Mira, el lunes me practicó sexo oral, me decía que quería probarlo y yo, lógicamente le dejé. Al principio se quedó un poco parada de tener eso delante suyo – dijo señalándose su bragueta – pero al final lo hizo y es que desde entonces es otra, no sé, es como ninfómana, tiene ganas a todas horas.
* Tú eres el primero que la ha "catado" ¿no?
* Si, al menos eso me ha dicho.
* Que te he dicho ¿qué? – dijo mi cuñada apareciendo del baño.
* Nada, que mañana me has dicho que no te quieres levantar muy pronto, ¿no? – dijo mi cuñado disimulando - ¿qué tal si cenamos algo? – añadió.
* Pues sí, ¿qué tal unas pizzas? – propuso mi mujer.
Todos estábamos de acuerdo y eso mismo cenamos. Yo tomé una cerveza, me encantaba muy de cuando en cuando tomarme ese tipo de bebidas con la pizza. Tanto mi mujer como mi cuñado tomaron agua y mi cuñada, al igual que yo, quiso una cerveza pero le dije que no, que era muy pequeña, que mejor una coca-cola y haciéndome caso eso mismo tomó. Durante la cena hablamos de todo, y lógicamente salió en la conversación el tema de la playa del día de mañana.
Aunque suena a casualidad, es totalmente cierto, el destino así lo quiso. Un mes antes de enterarnos de que mi mujer estaba en estado, mi cuñada Cristina, la novia de mi hermano, también nos comunicó a toda su familia su recién embarazo. Para mis padres fue una alegría tremenda pasar de ser padres a abuelos y encima por partida doble, eso lo sabrían un mes y medio después. Actualmente mi mujer está de 6 meses y mí cuñada Cristina de algo más de 7.
Mi cuñada tiene ahora mismo 22 añitos, antes de estar embarazada, era la típica niña que no pasaba viernes o sábado que no visitara ninguna discoteca. Delgadita, con pocas caderas, rubia, pelo liso hasta media melena y aunque al principio es algo tímida, luego realmente es muy cachonda, muy divertida, es el alma de la fiesta por allá donde va, y tiene confianza.
Antes de empezar el verano mi hermano y mi cuñada se compraron una caravana en un camping de Gerona, realmente una verdadera ganga, aprovecharon la ocasión y la adquirieron. Estuvieron un par de meses reformándola hasta que nos dijeron que bajáramos a pasar un día ahí en el camping con ellos que lo tenían todo listo para atender a las visitas.
Había llamado a mi hermano esa misma tarde, antes de ducharme, para avisar que mañana bajaríamos todos al camping y así se lo comunique a los presentes en la mesa. Les expliqué a mis cuñados como era la playa, playa limpia pero rocosa, y de esas que se hundían rápidamente, estuvieron encantados con la idea. Lo único que había una sorpresa que ellos no se esperaban…
Llegó la sobremesa de la cena, ya habíamos acabado de comer cuando mi mujer propuso jugar a las cartas para pasar el tiempo y conocernos un poco mejor.
* ¿Habéis cenado bien? – dijo mi mujer
* Yo sí, ya no me cabe nada mas – dijo mi cuñada.
* Buahh, igual que yo – añadió mi cuñado.
Yo me había dejado un trozo de pizza, ya no podía más.
* ¿Qué tal si jugamos un rato a las cartas? – propuso mi mujer.
* Vale, pero a qué juego – pregunto mi cuñado.
* ¿Sabéis jugar al póker?
* Yo sí – dijo mi cuñado
* Yo también – añadió mi cuñada
* Se puso el paquete de cartas delante de sus labios – Mmmmm, ¿qué tal un strip poker? – dijo con tono insinuante.
Esa era la sorpresa que mi mujer me tenía preparada cuando le comenté lo sucedido en el coche. Hubo un momento de silencio, todos nos mirábamos entre todos.
* Por mi bien – dije yo.
* Yo ya he visto a todo el mundo desnudo aquí – dijo mi cuñado.
Rápidamente hice un gesto ocular con los ojos a mi cuñado y rectificó.
* Mi hermana era algo más pequeña cuando le vi…pero si a ella no le importa… - rectificó este.
* ¿Qué me dices Lucía? ¿te animas? – le dije animándola, quería ver ese cuerpo desnudo, me provocaba un morbo atroz.
* Sí, ¿por qué no? – siempre me han dicho que al menos hay que probar las cosas una vez en la vida.
* Vamos a hacerlo más divertido – dijo mi mujer – a medida que la gente vaya perdiendo tendrá que tocarse su sexo un poco, nada, ponerse cachondo y parar. ¿qué me decís?
* ¡Bufff! a mi me da vergüenza – dijo mi cuñado
* Yo sí que lo haré – añadió Lucía – ¡me da morbo! Vamos Izan, anímate será divertido – dijo pasándole su mano por la nuca – ¡veras como lo pasaremos bien!.
* Y tu cari, ¿qué dices? – me dijo mi mujer.
* Pues qué voy a decir, que por mi bien, ¡os pienso meter una paliza que os dejaré desnudos en menos que canta un gallo y encima no me tendré ni que tocar! – fanfarroneé.
* Venga, va, me animo – al fin dijo mi cuñado.
Contamos el número de prendas de cada uno y los chicos salimos peor parados, ellas llevaban alguna que otra prenda de más si contábamos con la ropa interior así que mi cuñado y yo decidimos ponernos ambos unos calcetines para igualar el juego. Empezó la partida y repartía mi mujer. Poco a poco el juego se iba animando, tras siete u ocho manos, el primero que perdió fue mi cuñado, se quedó totalmente desnudo. Este se levantó de la mesa y se colocó junto a su novia.
* ¿Veis como no quería jugar a este juego absurdo? – dijo mi cuñado algo enfadado.
* Venga tontorrón, si estas súper bueno – dijo mi cuñada sobándole las abdominales – mira que tableta…eso es una tableta y no la de la Nestlé.
* Menudo cuerpo se te ha puesto hermanito – estas hecho todo un machote ¡eh!
Yo no dije nada, me limité a contemplar su cuerpo, era impresionante lo fibrado que estaba. Las puntas del bello de su abdomen se hacían presentes en su piel, estaba totalmente desnudo junto a Lucía, su miembro flácido, reposaba delante de todos nosotros. Empezó a acariciarse un poco por encima, pero estaba muy cortado y su sexo no aumentaba de tamaño.
* Espera cielo que te echare una manita – dijo Lucía.
Le apartó la mano y la suya tomó el relevo de ese blando miembro. Empezó a acariciarle muy suavemente, le subía y bajaba la piel de su glande, pero no reaccionaba.
* ¡Ánimo hermanito!, que no es para tanto, no voy a darlo como válido si no veo eso duro como una piedra ¡eh! – dijo mi mujer sin quitarle ojo a ese aparato.
A las caricias de su sexo, Lucía fue añadió pequeños besos en la parte superior de este para ver si reaccionaba, pero no fue así. Su miembro parecía muerto. Lucia seguía con ese ritual, pero no hubo ningún cambio, así que decidió ponérselo por completo en su juguetona boca. Empezó a comerle su sexo, y con la mano, a juego, le seguía masturbando. Pasaron unos minutos de ese espectáculo, y mi mujer me empezó a meter mano por debajo de la mesa, mi sexo ya estaba totalmente duro. Lucía sacó de su boca el miembro totalmente erecto de mi cuñado.
* ¡Ahhh! No pares, sigue…. – dijo mi cuñado con el placer marcado en sus ojos.
* ¿Habéis visto el poder de unos labios? – dijo Lucía cogiendo el sexo de Izan por la base y mostrándonoslo a todos.
* ¡Ya está bien¡ - ordenó mi mujer - Izan al sofá, quedas eliminado de la partida, lo siento, pero las normas son las normas. ¡Ah! Y recuerda que no te puedes ponerte nada de ropa y tampoco te puedes tocar estando ahí ¿ok?
* Vaaaaaale – contestó mi cuñado.
Así lo hizo este, se tumbó en el sillón, se quedó abierto de piernas, con su miembro erecto y siguió la partida desde ahí. En la mesa quedábamos el resto, a mi cuñada y a mi mujer, a ambas, solo les quedaba el tanga, aunque a esta última también le quedaba el sujetado. Pasaron unas cuantas manos más y mi mujer fue la siguiente, así que tuvo que seguir el ritual.
* ¡Vaya, ahora me toca a mí! – dijo sonriendo
Sin cortarse, se sentó encima de la mesa, se abrió de piernas de cara a los presentes y empezó a masturbarse, su barrigón de embarazada era mucho más visible que sus pechos que descendían a cada lado por el peso de estos. De su sexo se deslizaban gotas de placer que se acumulaban encima de la mesa. Yo estaba cardíaco, tenía ganas de meter mi lengua por su entrepierna, pero el juego era el juego, mi pene quería salirse del slip pero me mantuve de tocarlo. Lucía también estaba disfrutando con el espectáculo, sus pequeños pezones estaban totalmente duros y no era precisamente por el frio que se respiraba en ese comedor. Cuando vi que los ojos de mi mujer se iban de la órbita fui yo el que le ordené que parara.
* Se acabó el tiempo, al sofá – le dije
* ¡Ahhhh, cabrón!, déjame que siga – dijo masturbándose.
* Las normas son las normas – le recordé – si no has dejado a tu hermano hacerlo tu tampoco vas a ser menos.
* Entonces paso de sofá, me voy al sillón con mi hermanito – dijo esta pasándome sus dedos mojados por delante de mi nariz. - ¿no quieres que siga cielo?
* Si – dije – pero no ahora. Ve con tu hermanito anda….
Decidió sentarse al lado de mi cuñado, abierta de piernas fijándose en el aún erecto sexo de su hermano. Ambos seguían excitados, mi mujer hacía para tocarse pero yo le iba recordando las reglas del juego. Ya en la mesa quedábamos dos, ambos solo con una prenda.
* Tranquilo que no me vas a ver ni mi conejito ni cómo me masturbo – me dijo mi cuñada con un tono pedante y en voz baja – ¿sabes? tengo mi entrepierna ardiendo.
* No fanfarronees tanto por qué vas a perder enana y tendrás que hacerlo de todos modos – dije con tono desafiante.
Seguimos esa partida y acabé perdiendo.
* Jajajaja. Te lo dije, vas a tener que desnudarte tú – me dijo.
* En la vida a veces se gana y otras veces se pierde y hay que aceptarlo – dije resignado
* Lo que tú quieras, pero te voy a ver el rabo antes que tu a mí el conejito.
Me puse en medio del comedor, no me tocó más remedio que bajarme los slips y dejar a la vista mi pene que estaba totalmente erecto. Mi mano acompañaba este acariciándolo, todos los presentes clavaban su mirada en el, al estar así un rato, mi mujer se levantó del sillón y me interrumpió.
* Déjame, ya te ayudo yo cielo – dijo esta – ¡acércate!
Así lo hice, me acerqué a ella, con la polla en mi mano, llevaba un calentón tremendo. Me la cogió y se la puso en la boca, estuvo un rato mamándomela, cerré los ojos, estuve un rato así, me sentía genial. Al abrirlos vi como mi cuñado aun tenía la suya totalmente erecta.
Un par de minutos y saqué mi polla de esa boca, no me quería correr delante de todos, estaba muy caliente, pero no les quería dedicar esa corrida.
* Las normas son las normas ¿no? – dije – no sería justo que me corriera.
Todos estábamos muy calientes, andábamos desnudos por el comedor a excepción de mi cuñada que solo le quedaba el pequeño tanga.
* ¡Ha sido divertido! – dijo mi cuñada frotándose los pequeños pechos - ¡y caliente!
* Sí, creo que todos nos lo hemos pasado bien – añadí - ¿queréis que os traiga algo de la cocina?, me ha entrado sed.
* Un vaso de agua – escuché de camino a esta – y me preparas un sandwich de queso, me ha entrado hambre – me dijo mi mujer.
* A mi tráeme Una Coca-Cola – dijo mi cuñado.
Yo andaba aun con el rabo tieso y así fui hacia la cocina. Nuestro comedor está muy separado de esta, entre ellos los separa un largo pasillo. Llegué, encendí la luz y empecé a servir las bebidas cuando oí una voz femenina.
* ¿Quieres que te ayude en algo? – esa voz era la de Lucía, que había entrado en topless, solo con su tanga, tal y como se había quedado de la partida de póker.
* No, no, tranquila, me apaño solo – dije
* ¡Vaya!, es una pena que te apañes solo con eso así – mirando hacia mi falo aun erecto.
* Jajajaja, como eres – dije – ¡ya bajará! no te preocupes – añadí quitándole importancia.
* ¿Tú crees?, estando yo así seguro que no ayudo mucho, ¿verdad?
* Tranquila, es cuestión de no pensar en nada referente al sexo y automáticamente vuelve a su posición. Por cierto, ¿qué quieres tomar? – le pregunté.
* Por mi no te preocupes, ya lo cogeré yo.
* Como quieras…
Iba de arriba para abajo cogiendo los ingredientes para hacerle el sándwich a mi mujer, no me fijaba en Lucía, me ponía algo nervioso su presencia ahí y más como andaba, estaba riquísima, con su cuerpo joven y atlético era una auténtica belleza.
Cuando ya tuve todos los ingredientes me dispuse a hacerlo pero algo me entretuvo.
* ¿Cuánto tarda eso en bajar?, ¡me está poniendo mala!
* Más tonta eres tú, no la mires.
* No puedo, no soy de piedra – me dijo.
En el momento que la miré con las manos en el pan de molde, Lucía tenía su mano por debajo de su tanga tocándose su sexo.
* ¡Mira como me tienes! – me dijo enseñándome sus dedos llenos de flujo.
* ¿Duchita fría quizá? – dije mirándola.
* ¡No!, algo mejor.
Lucía se acercó a mí, se arrodilló y directamente empezó a comerme mi rabo.
* ¿Qué haces? ¿estás loca? – le dije en tono bajo.
* Calla, si a los hombres os gusta. He probado la de Izan, pero la tuya es más grande, prefiero la tuya – me dijo quitándose mi sexo de su boca – mmm, es tan gorda…
* ¡Levántate! – le dije – ¿sabes los problemas que me puedes ocasionar si nos pillan?
* ¡Está bien!, pero déjame que me corra mirando tu polla, ¿vale? – decía mientras se acariciaba su entrepierna – vamos, no te cuesta nada.
* ¡Estate quieta! – le dije – vete hacia el comedor que ahora vengo.
* Tu mismo, pero si no me dejas, gemiré más alto y se enteraran y entonces sí que tendrás un problema.
* ¡Eres una niñata, no serás capaz! – le dije.
En esos momentos Lucía bajó su tanga, se abrió un poco de piernas y empezó a acariciárselo con más fuerza.
* ¡Ahhhm! ¡siiii! ¡qué polla! ¡ohhh que dura! – sus gemidos eran cada vez más intensos.
* ¡Vale! ¡está bien! ¡tú ganas! – le dije – ¡eres una guarra! ya que quieres hacerlo, vamos a hacerlo bien.
Pensé que si tomaba cierta decisión acabaría antes y me dejaría en paz.
* ¡Bájate el tanga y súbete en el mármol! – le dije.
Así lo hizo, se quitó el tanga y la muy cerda me lo hizo oler, su olor era muy fuerte, olía a hembra en celo y eso me excitó mucho más.
* ¡Al final has caído! sabía que acabarías follando conmigo esta noche – me dijo.
* A base de chantajes no me extraña – le dije con tono de enfado - ¡me vas a buscar la ruina!
Se subió al mármol con sus piernas abiertas por completo, se apoyo junto a la pared que da a la nevera, su sexo era más bien pequeño, aunque lo tenía totalmente depilado, de él fluían pequeñas gotas de líquido, estaba hinchado, una delicia que no tarde en probar. Empecé a pasar mi lengua por él, limpiándole esas pequeñas gotas que emanaban. Seguidamente le metí un dedo y actos seguido otro, la zorra de mi cuñada no hacía más que gemir y de su conejo no paraba de salir gotitas blanquecinas de flujo.
* ¡Ahh! ¡Diosss! ¡Qué bien me follas el coño con tus dedos!
* ¿Es esto lo que querías no? – le dije en voz baja y sin cesar de masturbarla.
* ¡Ohhhh! ¡Siiii! No pares.
Empecé a masturbarla cada vez con más fuerza, más rápido, buscaba su punto G, le masturbaba muy bruscamente pero no se quejaba. De repente su cuerpo se empezó a estremecer, sus gemidos eran cada vez más altos y no tuve más remedio que taparle la boca con mi otra mano. Sorprendentemente, un chorro de flujo a presión salió hacia mi cara, me la dejó empapada.
Cuando sus movimientos cesaron, esta se tranquilizó, la miré y le dije:
* ¡Joder! ¡menuda corrida! – le dije saboreando esos líquidos.
* Es que cuando me tocan por ahí abajo me excito muchísimo y tú, cuñado, lo haces de muerte – me dijo aún con la respiración exaltada.
* A mí también me excita mucho hacerlo y también me excita cuando soltáis esa gran cantidad de líquido.
* No lo suelto con facilidad, solo cuando estoy muy cachonda y me saben estimular bien.
* ¡Me alegro de que te haya gustado!
* ¡Mucho!, ¡me ha gustado mucho! – me dijo – y tu sin bajarse eso.
* Tranquila, ya bajará.
* ¿Quieres que te ayude a bajarla? – repitió
* Me gustaría sinceramente, me has dejado cachondo perdido, pero hemos tardado mucho y puede que sospechen.
* Como quieras, lo decía por ti. Te lo mereces realmente.
Lucía me ayudo con el sándwich de su cuñada y se sirvió algo de horchata fresquita de la nevera. Cuando llegamos al comedor, mi mujer me miró y me dijo:
* ¿Qué? ¿estamos animados eh? – dijo mirando mi aún erecto pene
* Ya bajará – le contesté.
* A tu cuñado ya se le ha bajado – me dijo señalando su sexo.
* Si, si, ya veo. ¿pero con ayuda o sin ayuda?
* Sin, sin…por sus propios medios.
* ¿Por sus propios medios? ¿Y esa mancha de ahí que es? ¿eso no es semen?
* ¿Semen? ¿dónde? – dijo mi mujer mirándose el barrigón de embarazada.
* Ahí – señalé.
Una gota de semen residía en el lateral de la barriga de mi mujer, al estar embarazada, lo más seguro es que no se diera cuenta al correrse mi cuñado.
* ¡Eres un cerdo Izan! – le dijo mi cuñada bastante enfadada – pensé que era un juego divertido y tú te has aprovechado de la situación – añadió.
* Es que al tenerla tanto rato dura ya me dolía y mi hermana me ha echado una mano.
* Lo he hecho por él – añadió mi mujer – al pobre le dolía y no he visto otra solución que ayudarle a correrse.
* ¿Y no me podías haber llamado a mí? – dijo Lucía.
* Es que tú estabas en la cocina y claro….
* Eres un cabrón Izan – dijo interrumpiéndole y muy mosqueada.
* Pues la verdad que sí, ahí cuñado te has pasado – dijo esta – Y tu eres un poco guarra, ¿no? ¡mira que hacértelo con tu propio hermano!
* Lo he hecho por su bien – me contesto Natalia.
* Si claro, por su bien y por el tuyo –le dije algo mosqueado. Yo ya sabía que podían pasar este tipos de cosas, la semana anterior, cuando Natalia se folló literalmente a su hermano, abrimos una puerta, una puerta que jamás se volvería a cerrar.
* Lo justo sería que tu le hicieras lo mismo a David – dijo mi cuñado dirigiéndose a su novia. – A él le va a estallar y puedes ayudarlo con ello ¿te parece bien?
* Está bien – dijo ella - ¿tu quieres que te lo haga David?
* ¡Sí….quiero! – dije en tono de burla imitando a los rituales matrimoniales.
Aunque estuviera cabreada, Lucía aun llevaba bastante calentón, sus pezones seguían erectos, yo no dejaba de mirarlos, supongo que era por eso y la vista de su trasero que seguía como hacía 15 minutos.
Lucía se sentó en el sofá frente a su novio y me hizo ir.
* ¡David, ven! – me dijo Lucia mientras se quitaba el tanga.
Fui como un mandado. Seguía muy caliente y mi polla empezaba a dolerme. Me cogió mi rabo y empezó a masturbarlo despacito, de arriba para abajo, lo acariciaba, mamaba mis huevos, me sentía estupendo. Si según dijo mi cuñado esa niña hacía poco que mamaba, realmente lo hacía de vicio.
* ¿Te sientes mejor? – me preguntó.
* ¡Sí! Por supuesto, lo haces muy bien, no pares.
No tardo apenas en metérsela en la boca, la chupaba de muerte, se la metía y se la sacaba de la boca a su merced, jugaba con su lengua a lo largo de todo el tronco de mi sexo, llegaba a los huevos y los lamía mientras no dejaba de masturbarme a mi ni masturbarse a ella.
Después de aquel calentón tremendo y esa felación que me estaba haciendo esa cría avisé que me venía, me iba a correr.
* ¡Ahhh, que voy, que voy! – dije – ¡échate en el sofá! – le ordené.
Mi cuñada echó todo su cuerpo en el sofá, sus piernas estaban totalmente abiertas y ella no dejaba de tocarse su entrepierna, se masturbaba con fuerza metiéndose dos dedos. Tiré toda mi abundante corrida por encima de su joven y atractivo cuerpo.
* ¡Dios, qué a gusto me he quedado! ¡Lo necesitaba! – dije.
* Ni que lo digas, has bañado a mi cuñada – dijo Natalia
Esta seguía en la misma posición masturbándose con una mano y con la otra refregaba toda mi leche con su cuerpo, lamiendo sus dedos llenos de esta. Así estuvo como cinco minutos largos, todos estábamos pendientes de ella, era morbosa la situación, y supongo que para ella aún más, sus claros ojos estaban abiertos, miraban a su novio y me miraban a mí. Llamé a mi cuñado para que se pusiera delante de ella, su pene estaba a medio tamaño. Ambos cogimos nuestros sexos y empezamos a jugar con ellos delante de Lucía, para que los viera, para que se excitara y vamos si lo hizo. Subió sus piernas en el borde del sofá y empezó a correrse, a correrse como lo había hecho en la cocina, sus líquidos salían con fuerza hacia nosotros, sus gemidos eran fuertes, excitantes, así estuvo unos cuantos segundos, mojando de sus líquidos a su novio y a su cuñado.
Después de semejante corrida, se sentó de nuevo en el sofá, con sus pies en el suelo y lo único que dijo fue:
* Lo siento, os he manchado el sofá.
* Tranquila – dije – eso es una mezcla de agua y orín, no te preocupes, con un poco de espuma seca sale – dije quitándole importancia.
* Bueno, entonces aquí se ha corrido todo el mundo menos yo, ¡qué morro que tenéis!
* Pues ahora que lo dices si hermanita, jajajaja.
* Bueno, creo que es hora de que nos vayamos a dormir, mañana hay que levantarse temprano y ¡nos espera un día de playa! – dije - ¡Vamos! Que a las 7 os quiero ver a todos en pié.
Así lo hicimos, cada uno se fue a su respectiva habitación y nos acostamos hasta el día siguiente.
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