Hola poringueros y poringueras. A continuación les contaré una historia de cuarteles, oficiales machos pero no tantos y señoras que se la dan de señoras pero no lo son.
En el año 1992, a los 19 años, hice el servicio militar obligatorio en un regimiento de infantería en Argentina (lo que aquí le llamamos colimba). La situación era de por sí algo traumática (o al menos así la veía), cortarme el pelo largo, dejar de ver a mis amigos, suspender el secundario que lo había retomado; y, por las dudas, corté con mi novia para que se la puedan coger tranquilos y no me tenga que hacer la cabeza a la distancia.
Años atrás jugaba al fútbol en las inferiores de un club de Vicente López (siiiiii, los tira piedras) y había quedado libre por lo que estaba bien entrenado, con mi musculatura tonificada.
Ya los primeros dias tuve que renegar con un sargento que era puto y quería que le de carne por atrás. Me bailaba casi todas las noches, me castigaba por boludeces, hasta que empezó a castigar a toda la compañía porque no le quería dar maza. Cuando fuimos a hacer los primeros ejercicios militares casi provocamos algunos accidentes porque estábamos mal dormidos y exhaustos por tanto baile a la noche (para los que no son argentinos, el baile consiste en ejercicios físicos con mucha exigencia, de noche y por lo general vestido con poca ropa o desnudos en medio del frío). Entonces el coronel ordenó al teniente M. a averiguar cual era la razón de tanto baile. Una noche llegó a la barraca cuando estábamos por acostarnos. Él; alto, morrudo, pelo corto bien negro y espeso bigote; tipico milico que se dirige a la tropa con voz varonil y con tiempo imperativo.
De a poco los bailes fueron siendo cada vez más espaciados, el sargento gay lo trasladaron a otro sector para su felicidad pués allí encontró un conscripto que le daba lo que quería y el teniente empezó a aflojar manejando el grupo con más diplomacia y menos rigidez. Así logramos salir del cuartel para distintos menesteres. A mi me encargaron todos los trabajos de mantenimientos de los techos del barrio de oficiales pués tenía experiencia en el rubro. Para mí eso era mejor que andar soportando todos los dias a cualquier oficial o suboficial sorete. Y así también me fui relacionando con los habitantes del barrio, familiarizándome con los familiares de los oficiales. Conocí a la hija del coronel que era muy viciosa y se enfiestaba con sus compañeros de colegio, su hermano que fumaba a escondida de su padre, en fín nada raro.
Un día me mandaron a reparar unas goteras en la casa del teniente M. Allí me recibió su esposa muy amablemente, me invitó a tomar unos mates con ella antes de empezar el trabajo y estaba atenta a cada una de mis necesidades. Todo los dias, lo buscaba al teniente en el Mercedez Benz GD 240 a su casa, lo dejaba en la guarnición y volvía a su casa para trabajar. De a poco la relación con su amable esposa se iba haciendo más fluída y de confianza. Me preguntaba si tenía novia y recuerdo que se largo a reir a carcajadas cuando le expliqué por qué la dejé. Un día noté a esta señora, de unos 35 años bien llevados, muy apagada y triste; no me sentía en confianza de preguntarle los mativos, así que me callé y me dediqué a trabajar y no molestarla. Cuando regresé a la guarnición mis compañeros me contaron que tres chicos se enfiestaron con el teniente M., resultó que el varonil teniente era también gay. Me sorprendió mucho, por su porte varonil y su voz de mando firme no me lo imaginaba teniendo relaciones homosexuales. Al día siguiente vuelvo a la casa y me recibe la señora muy seria, la saludo y le aviso que iba a empezar a trabajar sin tomar los mates que acostumbraba a darme ella.
-Lo que me faltaba!!!! Hasta vos me vas a dejar??!!!!!! -dijo quejosa.
-Perdón señora, no la quise molestar. la vi tan triste que me pareció inoportuno. -fue mi excusa.
En ese instante se acercó y se largo a llorar en mi hombro desconsoladamente. Instintivamente la abracé para contenerla y ella se aferró a mi pecho sin parar de llorar. Acaricié su cabello oscuro y lacio con ternura y besé su cabeza, como un hijo besaría a su madre. Al darme cuenta de mi atrevimiento me disculpe.
-Disculpeme señora. -dije avergonzado
-Tranquilo. Fue muy tierno. Me hacía falta.
Más tranquilo me explicó sus problemas con su marido y las discusiones diarias. Ella sospechaba que tenía otra mujer y que con ella no solo no tenía sexo sino que también el trato era cada vez más frío. Me pareció una crueldad contarle las andanzas de su marido en el cuartel así que me hice el tonto y solo me dediqué a comentarle que me parecía un pecado no darle la felicidad que merece (por no decirlo de otra manera) a una mujer tan buena y tan bella.
-Ayyy!!!!! Gracias por el cumplido.
-No fue un cumplido, realmente usted es una mujer no solo muy bella sino también muy apetecible
La vi que se sonrojó con el comentario, me lo agrdeció y me dijo que le levante la autoestima que lo tenía muy dañada. Tu marido tiene dañado otra cosa, pensé para mi.
Al día siguinte busqué al teniente M. , lo llevé y cuando regresaba me dijo con tono imperativo:
-Soldado, esta noche no regreso a casa. Quédese a dormir allá y cuide que a mi esposa no le falte nada. Cuando regrese no me quiero enterar que a mi señora le falto nada. ¿Entendió soldado? -preguntó de un grito.
-¡¡¡¡¡Si, señor!!!!!! - respondí con energía.
Volví a la casa y cuando llegué me recibió vestida con un baby doll negro. Sin salir de mi asombro me besa apasionadamente y me acaricia el pecho.
-Tranquilo nene, tenemos todo el día para nosotros. Mi marido no vuelve hasta mañana.
De inmediato me quita la campera y la tricota verde oliva mientras me besaba con desenfreno cada parte que desnudaba.
Me quité los borceguies, el pantalón y el boxer y, sin proponérmelo, cuando agarró mi pene largué todo el esperma que por meses acumulé.
-No te preocupes. A tu edad te recuperas enseguida.
Y así fue, ella empezó a chupar los restos de semen que quedaron en mi pene dejándolo bien limpio. Sin dejar de besar su cuerpo le quito el baby doll y un delicadísima bombacha tipo culote que hacía juego con el baby doll, empecé a lamer su vagina húmeda para delicia de ella que no paraba de retorcerse de placer. Mi lengua jugaba con su clítoris y por momentos la metía lo más al fondo posible mientras ella gemía a los gritos.
-Qué bien lo hacés neneeeeeé!!!! Ahhh!!! AYYYYYYY!!!!! -fue su grito por su orgasmo.
Con mi pene bien erecto y duro como roca empiezo a jugar con su vagina amagando a meterla pero dejándola ahí en la puerta de su vagina tiene otro orgasmo más.
-¡¡¡¡No me hagas esto, metemela!!!!!
-Pedime por favor!!!.
-Por favor metemela nene. -fue su súplica.
Mi grueso pene entró sin dificultad a la lubricadísima vagina de la esposa del teniente. Bombeaba con lentitud, prolongando la excitación sin eyacular. Los dos disfrutábamos amándonos lentamente, disfrutando el tiempo que teníamos todo para nosotros. Como no tenía profiláctico le aviso que iba a acabar y me pidió que le largue todo en sus pechos. Ver sus pezones bien erectos me facilitaron el trabajo. Con sus dedos tomaba el esperma que tenía en sus tetas y se lo metía en la boca. Me besó y se quizo dar vuelta para agarrar el paquete de cigarrillos que estaba en la mesita de luz pero sin perder tiempo ensalivé mis dedos y empecé a jugar con su ano.
-Ay, no me hagas esto. No por fav...
No termino de decir la frase que mi dedo mayor entro en su ano y ella me agarró de la muñeca para que no le saque el dedo, que luego fueron dos y así fui sumando un tercero.
Cuando pude zafar mi muñeca, saqué los dedos, la puse en cuatro y empecé a penetrar de a poco su ano con mi pene que en ningún momento aflojó (también hacía meses que ni masturbarme pude). Cuando logré meterlo del todo, dolorida me dijo que me mantenga quieto para sentir mi pene dentro suyo. Con paciencia (porque le dolía) empecé a bombear. Cuando se calmo empezó a gozar con fuertes gemidos con su cara en la almohada y su culo a mi entera disposición. Hasta ese momento nunca le había podido hacerle la cola a ninguna mujer y sentir el contacto firme de aquella mujer me resultó de lo más placentero. Luego de un rato le aviso que voy a acabar y me pide que le llene la cola de leche. Cuando acababa mis músculos se estiraban y me agarraban calambres pero no paraba de llenar esa cola que desbordaba en capacidad. Nos bañamos y nos acostamos desnudos fumándonos unos cigarrillos. Me besaba con pasión y ternura a la vez.
Me puse a trabajar con las piernas temblándome de la debilidad por esa mañana de sexo con aquella mujer. A la noche, antes de cenar lo hicimos de nuevo sin prisa pero sin pausa. Dormí aquella noche como un niño feliz.
A la mañana llamó por teléfono el teniente M. y su esposa lo atendió.
-Hola!! A mi amor, si el soldado V. no me hizo faltar nada; espero me lo envíes cada vez que te ausentes por las noches. Chau!!!!
Aún entredormido no salía de mi asombro por la manera que atendió aquella mujer a su esposo militar. Cuando desayunamos, y luego de otra frenética sesión de buen sexo, me explicó que su marido le confesó que era gay pero que no quería desarmar su matrimonio para no levantar sospecha en el ejército, a cambio iba a mandar un conscripto de confianza para satisfacer a la dama. Por la tarde llamó el teniente M. para que lo pase a buscar y regrese a la guarnición. Cuando lo traía de regreso al teniente M. no se inmutó, solo cuando llegamos se atrevió a decirme con tono imperativo.
-Cumplió con lo que le ordené soldado.
-Si señor.
-Me imagino que no le hizo faltar nada a la señora. ¿Nooo?
- No señor.
Así fueron mis meses antes que me den la baja y regresar a la vida de ciudadano. Volví a mis amigos, a escuchar heavy metal, con el tiempo me dejé el pelo largo de nuevo, me amigué con mi novia (pero no volvimos a ponernos de novios); pero perdí a aquella mujer dulce y bella que con placer tu el más placentero sexo hasta ese momento vivido.
En el año 1992, a los 19 años, hice el servicio militar obligatorio en un regimiento de infantería en Argentina (lo que aquí le llamamos colimba). La situación era de por sí algo traumática (o al menos así la veía), cortarme el pelo largo, dejar de ver a mis amigos, suspender el secundario que lo había retomado; y, por las dudas, corté con mi novia para que se la puedan coger tranquilos y no me tenga que hacer la cabeza a la distancia.
Años atrás jugaba al fútbol en las inferiores de un club de Vicente López (siiiiii, los tira piedras) y había quedado libre por lo que estaba bien entrenado, con mi musculatura tonificada.
Ya los primeros dias tuve que renegar con un sargento que era puto y quería que le de carne por atrás. Me bailaba casi todas las noches, me castigaba por boludeces, hasta que empezó a castigar a toda la compañía porque no le quería dar maza. Cuando fuimos a hacer los primeros ejercicios militares casi provocamos algunos accidentes porque estábamos mal dormidos y exhaustos por tanto baile a la noche (para los que no son argentinos, el baile consiste en ejercicios físicos con mucha exigencia, de noche y por lo general vestido con poca ropa o desnudos en medio del frío). Entonces el coronel ordenó al teniente M. a averiguar cual era la razón de tanto baile. Una noche llegó a la barraca cuando estábamos por acostarnos. Él; alto, morrudo, pelo corto bien negro y espeso bigote; tipico milico que se dirige a la tropa con voz varonil y con tiempo imperativo.
De a poco los bailes fueron siendo cada vez más espaciados, el sargento gay lo trasladaron a otro sector para su felicidad pués allí encontró un conscripto que le daba lo que quería y el teniente empezó a aflojar manejando el grupo con más diplomacia y menos rigidez. Así logramos salir del cuartel para distintos menesteres. A mi me encargaron todos los trabajos de mantenimientos de los techos del barrio de oficiales pués tenía experiencia en el rubro. Para mí eso era mejor que andar soportando todos los dias a cualquier oficial o suboficial sorete. Y así también me fui relacionando con los habitantes del barrio, familiarizándome con los familiares de los oficiales. Conocí a la hija del coronel que era muy viciosa y se enfiestaba con sus compañeros de colegio, su hermano que fumaba a escondida de su padre, en fín nada raro.
Un día me mandaron a reparar unas goteras en la casa del teniente M. Allí me recibió su esposa muy amablemente, me invitó a tomar unos mates con ella antes de empezar el trabajo y estaba atenta a cada una de mis necesidades. Todo los dias, lo buscaba al teniente en el Mercedez Benz GD 240 a su casa, lo dejaba en la guarnición y volvía a su casa para trabajar. De a poco la relación con su amable esposa se iba haciendo más fluída y de confianza. Me preguntaba si tenía novia y recuerdo que se largo a reir a carcajadas cuando le expliqué por qué la dejé. Un día noté a esta señora, de unos 35 años bien llevados, muy apagada y triste; no me sentía en confianza de preguntarle los mativos, así que me callé y me dediqué a trabajar y no molestarla. Cuando regresé a la guarnición mis compañeros me contaron que tres chicos se enfiestaron con el teniente M., resultó que el varonil teniente era también gay. Me sorprendió mucho, por su porte varonil y su voz de mando firme no me lo imaginaba teniendo relaciones homosexuales. Al día siguiente vuelvo a la casa y me recibe la señora muy seria, la saludo y le aviso que iba a empezar a trabajar sin tomar los mates que acostumbraba a darme ella.
-Lo que me faltaba!!!! Hasta vos me vas a dejar??!!!!!! -dijo quejosa.
-Perdón señora, no la quise molestar. la vi tan triste que me pareció inoportuno. -fue mi excusa.
En ese instante se acercó y se largo a llorar en mi hombro desconsoladamente. Instintivamente la abracé para contenerla y ella se aferró a mi pecho sin parar de llorar. Acaricié su cabello oscuro y lacio con ternura y besé su cabeza, como un hijo besaría a su madre. Al darme cuenta de mi atrevimiento me disculpe.
-Disculpeme señora. -dije avergonzado
-Tranquilo. Fue muy tierno. Me hacía falta.
Más tranquilo me explicó sus problemas con su marido y las discusiones diarias. Ella sospechaba que tenía otra mujer y que con ella no solo no tenía sexo sino que también el trato era cada vez más frío. Me pareció una crueldad contarle las andanzas de su marido en el cuartel así que me hice el tonto y solo me dediqué a comentarle que me parecía un pecado no darle la felicidad que merece (por no decirlo de otra manera) a una mujer tan buena y tan bella.
-Ayyy!!!!! Gracias por el cumplido.
-No fue un cumplido, realmente usted es una mujer no solo muy bella sino también muy apetecible
La vi que se sonrojó con el comentario, me lo agrdeció y me dijo que le levante la autoestima que lo tenía muy dañada. Tu marido tiene dañado otra cosa, pensé para mi.
Al día siguinte busqué al teniente M. , lo llevé y cuando regresaba me dijo con tono imperativo:
-Soldado, esta noche no regreso a casa. Quédese a dormir allá y cuide que a mi esposa no le falte nada. Cuando regrese no me quiero enterar que a mi señora le falto nada. ¿Entendió soldado? -preguntó de un grito.
-¡¡¡¡¡Si, señor!!!!!! - respondí con energía.
Volví a la casa y cuando llegué me recibió vestida con un baby doll negro. Sin salir de mi asombro me besa apasionadamente y me acaricia el pecho.
-Tranquilo nene, tenemos todo el día para nosotros. Mi marido no vuelve hasta mañana.
De inmediato me quita la campera y la tricota verde oliva mientras me besaba con desenfreno cada parte que desnudaba.
Me quité los borceguies, el pantalón y el boxer y, sin proponérmelo, cuando agarró mi pene largué todo el esperma que por meses acumulé.
-No te preocupes. A tu edad te recuperas enseguida.
Y así fue, ella empezó a chupar los restos de semen que quedaron en mi pene dejándolo bien limpio. Sin dejar de besar su cuerpo le quito el baby doll y un delicadísima bombacha tipo culote que hacía juego con el baby doll, empecé a lamer su vagina húmeda para delicia de ella que no paraba de retorcerse de placer. Mi lengua jugaba con su clítoris y por momentos la metía lo más al fondo posible mientras ella gemía a los gritos.
-Qué bien lo hacés neneeeeeé!!!! Ahhh!!! AYYYYYYY!!!!! -fue su grito por su orgasmo.
Con mi pene bien erecto y duro como roca empiezo a jugar con su vagina amagando a meterla pero dejándola ahí en la puerta de su vagina tiene otro orgasmo más.
-¡¡¡¡No me hagas esto, metemela!!!!!
-Pedime por favor!!!.
-Por favor metemela nene. -fue su súplica.
Mi grueso pene entró sin dificultad a la lubricadísima vagina de la esposa del teniente. Bombeaba con lentitud, prolongando la excitación sin eyacular. Los dos disfrutábamos amándonos lentamente, disfrutando el tiempo que teníamos todo para nosotros. Como no tenía profiláctico le aviso que iba a acabar y me pidió que le largue todo en sus pechos. Ver sus pezones bien erectos me facilitaron el trabajo. Con sus dedos tomaba el esperma que tenía en sus tetas y se lo metía en la boca. Me besó y se quizo dar vuelta para agarrar el paquete de cigarrillos que estaba en la mesita de luz pero sin perder tiempo ensalivé mis dedos y empecé a jugar con su ano.
-Ay, no me hagas esto. No por fav...
No termino de decir la frase que mi dedo mayor entro en su ano y ella me agarró de la muñeca para que no le saque el dedo, que luego fueron dos y así fui sumando un tercero.
Cuando pude zafar mi muñeca, saqué los dedos, la puse en cuatro y empecé a penetrar de a poco su ano con mi pene que en ningún momento aflojó (también hacía meses que ni masturbarme pude). Cuando logré meterlo del todo, dolorida me dijo que me mantenga quieto para sentir mi pene dentro suyo. Con paciencia (porque le dolía) empecé a bombear. Cuando se calmo empezó a gozar con fuertes gemidos con su cara en la almohada y su culo a mi entera disposición. Hasta ese momento nunca le había podido hacerle la cola a ninguna mujer y sentir el contacto firme de aquella mujer me resultó de lo más placentero. Luego de un rato le aviso que voy a acabar y me pide que le llene la cola de leche. Cuando acababa mis músculos se estiraban y me agarraban calambres pero no paraba de llenar esa cola que desbordaba en capacidad. Nos bañamos y nos acostamos desnudos fumándonos unos cigarrillos. Me besaba con pasión y ternura a la vez.
Me puse a trabajar con las piernas temblándome de la debilidad por esa mañana de sexo con aquella mujer. A la noche, antes de cenar lo hicimos de nuevo sin prisa pero sin pausa. Dormí aquella noche como un niño feliz.
A la mañana llamó por teléfono el teniente M. y su esposa lo atendió.
-Hola!! A mi amor, si el soldado V. no me hizo faltar nada; espero me lo envíes cada vez que te ausentes por las noches. Chau!!!!
Aún entredormido no salía de mi asombro por la manera que atendió aquella mujer a su esposo militar. Cuando desayunamos, y luego de otra frenética sesión de buen sexo, me explicó que su marido le confesó que era gay pero que no quería desarmar su matrimonio para no levantar sospecha en el ejército, a cambio iba a mandar un conscripto de confianza para satisfacer a la dama. Por la tarde llamó el teniente M. para que lo pase a buscar y regrese a la guarnición. Cuando lo traía de regreso al teniente M. no se inmutó, solo cuando llegamos se atrevió a decirme con tono imperativo.
-Cumplió con lo que le ordené soldado.
-Si señor.
-Me imagino que no le hizo faltar nada a la señora. ¿Nooo?
- No señor.
Así fueron mis meses antes que me den la baja y regresar a la vida de ciudadano. Volví a mis amigos, a escuchar heavy metal, con el tiempo me dejé el pelo largo de nuevo, me amigué con mi novia (pero no volvimos a ponernos de novios); pero perdí a aquella mujer dulce y bella que con placer tu el más placentero sexo hasta ese momento vivido.
12 comentarios - Encamado con la esposa del teniente M...
seguí posteando así.
yo-elnine te sigo >>>> <<<<< para que me sigas.
Gracias por los comentarios, creo que te estoy siguiendo e incluso he visto uno de tus post.
Se valora y se agradece
Muchas gracias por el diego!!!!!!!
En muchos cuarteles pasaban cosas parecidas...
Había muchos oficiales putos que tenían que disimular para no perder la carrera de ascenso...