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El Vecino De Enfrente

El vecino de enfrente



El día estaba frío, por eso se estaba preparando un buen café. El ruido de la cafetera le llegó a sus oídos desde el salón, donde estaba poniendo el servicio para tomarlo mientras veía una película.
Se dio cuenta que le faltaba azúcar, no le quedaba más remedio que ir a casa de su vecino, el del piso de enfrente. Habían hablado un par de veces, el chico estaba muy bien. Era más alto que ella, tez morena, pelo corto, espalda ancha, músculos marcados pero no en exceso, ojos castaños, pero que ojos, las veces que se habían cruzado en la escalera su mirada la había derretido en el acto. Esperaba que el no se diera cuenta, se moriría de vergüenza.
Ella tenía puesto un pantalón de deportes negro y una camiseta banca, una vestimenta cómoda para pasar todo el día en casa, su pelo estaba recogido en lo alto en una cola de caballo, su aspecto era aceptable para ir a casa de su vecino y quizás tener el valor de invitarlo a una taza de café.
Abrió la puerta con la esperanza de que alguien le alegrara el día, estaba aburrido en casa y el día no era bueno para salir, hacía frío.
Era la nueva vecina, y que joya!!, su cuerpo lleno de curvas invitaba a acariciarla por todas partes, sus labios carnosos eran una delicia, le encantaría poder saborearlos, pero a penas se habían cruzado un par de veces.
- Hola, Peter estoy preparando café y no tengo azúcar, ¿podrías dejarme un poco?, con este día no me apetece salir de casa.
-Por supuesto Mary. pero pasa, no te quedes en la puerta, ahora mismo te lo traigo.
Al darse la vuelta de camino a la cocina, Mary le echó un vistazo a su trasero, que delicia sería poder tocarselo, el chico estaba completamente como un tren, debería aprovechar la oportunidad e invitarlo a su casa, sería una buena excusa el tomar café y de paso se conocerían. Quizás, quien sabe, el día frío se volvería muy caliente.
-Aquí tienes Mary, y cualquier cosa que quieras ya sabes donde estoy.
-Gracias Peter.
Y dándome la vuelta me dirigí a mi piso, no tenía el valor suficiente para invitarlo, pero debería hacerlo, esta oportunidad era perfecta.
Me giré, y el estaba allí, delante de su puerta, con aquella mirada tan deliciosa..
-Estaba pensando...que si no tienes nada que hacer...te invito a tomar un café y.... ver la tele, pero bueno....si estás ocupado....no pasa nada, quedamos en otro momento.
-La verdad ....es que me parece un buen plan,...no estaba haciendo nada en concreto, dejame coger unas galletas y voy.
Le sonreí abiertamente, y mientras buscaba las galletas, ahogué un grito de alegría, Peter estaría conmigo en pocos minutos, conmigo en el mismo sofá, y eso hacía que me entraran unos escalofríos de deseo, de pasión, por estar entre sus brazos.
Estábamos sentados uno al lado del otro, era ya media tarde y las miradas ya eran continuas, a mi me daba la impresión que me comía con los ojos, pero no hacía ningún movimiento más que diera a entender que me deseaba tal como yo lo deseaba a el. Llevábamos ya varios cafés, la conversación era fluida y variada, y los gustos eran muy parecidos. La revista que estábamos mirando ahora era sobre fotografía, al pasar las páginas nuestros dedos se rozaban y cada vez se hacían más prolongados, la química entre los dos estaba aflorando, se notaba en el ambiente.

Me sentía caliente entre mis piernas, con ganas de que el me tocase y me besara con los labios que tanto estaba viendo y deseaba.. Deseaba que el me abrazara con sus brazos y sus manos no dejasen de tocar mi cuerpo, que lo acariciara lento pero intensamente, que me llevara al clímax total, pero todo estaba en mi mente, y era un sueño, un deseo, nada más.
Su mano estaba sobre la mía, la acariciaba despacio, creo que no se daba cuenta; al querer pasar la página, me la agarró y acercandose hacia mi me besó. Fue un beso tierno, nuestros labios se separaron pero nuestra mirada no, entonces se incorporó de nuevo y su boca entro de nuevo en contacto con mis labios.
El beso era más profundo, con más fricción, su lengua se abrió camino para penetrar en mi boca y buscar mi propia lengua para poder acariciarla.
La sensación de calentura entre mis piernas se hizo más latente, seguro que estaba mojadísima, y solo de pensarlo hacia que la sensación fuera mas peligrosa.
Sus manos acariciaban mi cara, mi pelo y mi cuello.
Las caricias eran lentas y suaves, los besos en mi cuello y cara eran pequeños y deliciosos.
Con una mano deslizó la goma de mi pelo, dejandolo caer sobre mis hombros, entonces introdujo los dedos de su mano entre mi cabello y agarrandome por la nuca, seguimos devorandonos el uno al otro.
No había manera de parar aquella pasión, y ninguno de los dos lo quería, al contrario, el ambiente se estaba poniendo caliente y excitante.
Su mano apartó la manga de mi camiseta y acariciando mi hombro, empezó a besarlo lentamente, no tenía prisa, lo estaba haciendo todo lentamente, como si quisiera saborearme completamente.
Nuestros labios se encontraban frecuentemente, y cada beso era una nueva explosión dentro de mi cuerpo, lo deseaba, de eso no había duda, deseaba tenerlo pegado a mi sin que nuestra ropa se interpusiera, su lentitud me estaba poniendo frenética, al borde del abismo, el lo sabía, o eso pensaba yo.
Empezó a acariciar mis pechos por encima de la camiseta, presionaba con sus dedos caricias lentas y circulares sobre mis pezones. Estos se pusieron duros y erguidos.
En mi camiseta se dibujaron fácilmente y con sus dientes empezó a darles pequeños mordiscos.
Me estorbaba la camiseta, pero lo que me hacía también me gustaba, ya sabía lo que quería, el llevaba la iniciativa y lo hacía bien, yo me dejaba llevar.
Introdujo su mano por debajo de mi camiseta después de tenerla mojada por sus labios, y la cerró sobre mi pecho, un gemido escapó de mi garganta y el volvió a repetir el movimiento. Esta vez el gemido fue acallado con su boca, nos devoramos mutuamente. Eramos dos hambrientos de sexo, de pasión y de desenfreno.
Siguió masajeandome el pecho pero con caricias más rápidas, su mano desabrochó mi sujetador y sentir el contacto de su mano en mi pecho fue como un latigazo de pasión, de locura extrema, me excité mas de lo que estaba, necesitaba más, quería que el siguiera haciendo lo mismo con mi otro pecho. No tardó mucho en seguir mis deseos, no dejaba de beber de uno y del otro.
Mi camiseta estaba arrugada encima de mis pechos, levanté los brazos y el me la quitó por encima de mi cabeza, el sujetador siguió el mismo camino y juntos acabaron en la alfombra de mi sala.
El se quitó también su camiseta, su pecho era maravilloso, pura fibra, mis manos empezaron a acariciarlo. Note que le gustaban mis caricias, sus pantalones lo reflejaban fácilmente.
Me recostó más en el sofá, y levantando mis piernas, me quitó también el pantalón.
Se sentó en medio de mis piernas que estaban a lo largo del sofá, y echandose sobre mi empezó de nuevo a succionar mis pechos, besar mi barriga, chupar mi ombligo......

Estaba muy excitada, más de lo que yo pensé que podía llegar, tal era la excitación que no respondía de mi posible resistencia a un orgasmo, mis gemidos eran regulares y sensuales.
De vez en cuando también a el se le escaba alguno, pero tenía más autocontrol.
Su polla presionaba mi monte de Venus, notaba que estaba empapadísima, deseaba que el me tocase con sus manos, lo necesitaba, deseaba que su lengua me lamiese, y sus labios comieran mis jugos sexuales.
Quería que saborease mi clítoris, que lo hiciera salir de su guarida, que me lo pusiera muy duro, que lo lamiese, chupase....
Sequía chupando mi cuerpo y una mano se deslizó hacia los rizos de entre mis piernas, introdujo la mano por debajo de mis bragas y empezó a frotarme, la sensación era exquisita, notaba palpitaciones en mi coño, quería , no necesitaba, que introdujera sus dedos dentro de mi, y un gemido profundo se lo hizo saber.
Su dedo entro lento pero se deslizó fácilmente, no había resistencia, estaba empapadísima y lo deseaba locamente.
Notó que un dedo no era suficiente, lo deslizó hacia fuera e inmediatamente introdujo dos; los movía circularmente dentro de mi coño, que delicia, mis gemidos eran muy seguidos, subidos ya de tono, muy excitantes.
Le dije al oído desesperada que me diera más, se lo roge salvajemente, y el besandome el cuello, hizo que sus dedos se moviesen más rápido.
Mis gritos de lujuria fueron acallados con sus labios, su lengua se movía dentro de mi boca a su antojo y yo se lo agradecí ofreciendole mi lengua que no dejaba de succionar, mientras mis convulsiones altas envolvían y mojaban mas sus dedos.
No retiró sus dedos hasta que sintió que mis convulsiones habían cesado, me dio un beso dulce y apasionado, el también había disfrutado con mi total entrega hacia el.
Se levantó del sofá y le ayude a quitarse los pantalones, y se quedo de pie y desnudo ante mi, arrodillandome ante el cogí su polla con mi mano dulcemente, su capullo estaba húmedo y mi lengua la secó con varias caricias, un gemido profundo salió de su garganta, le había gustado.
Seguí masturbandolo, mi mano se movía regularmente de arriba hacia abajo introduciendola en mi boca, mi lengua acariciaba su capullo, y poco a poco devoraba el jugo que expulsaba.
Sus manos sobre mi cabeza me acariciaban dulcemente, se notaba que le gustaba mi succión.
Su polla estaba muy dura y jugosa, y eso me hacía querer sentirlo dentro de mis piernas, sus gemidos estaban despertando en mi de nuevo la necesidad de querer desearlo, pero esta vez era su polla lo que quería que me introdujera, quería que me llevara de nuevo al clímax mientras su polla estuviera dentro de mi, y quería que el alcanzase el mismo final, que me llenase de su semen.
La masturbación estaba en un punto alto, si seguía así se correría dentro de mi boca, y eso no era lo que yo quería, entonces paré con una gran chupada de toda su polla y lo senté en el sofá.
Me senté encima de el, quería cabalgarlo.
Introduje su polla dentro de mi lentamente, la sensación fue exquisita para los dos , nuestros gemidos de satisfacción se unieron al mismo tiempo.
Mi lengua lamió sus pezones, y poniendose duros los chupé largamente.
Mis movimientos empezaron a darle placer lentamente, el me susurraba palabras de amor, de deseo, los dos lo estábamos disfrutando.
Sus manos agarraron mis nalgas y entre los dos empezamos un nuevo ritmo, un ritmo que iva a mas , un ritmo seguido y continuado.
Los gemidos iban al mismo unísono, los dos estábamos muy excitados.
El se incorporó un poco, y su boca tomó posesión de mi pecho, lo succionó con mucho deseo, jugó con mi pezón hasta ponerlo totalmente duro, cuando lo consiguió, tomo mi otro pecho y repitió la misma acción.

Era tal la excitación que me provocó , que mis primeras convulsiones empezaron a apretar su polla dentro de mi, la sentía totalmente dura y erguida.
Me abandoné totalmente a sus movimientos, yo, ya no podía seguir, el agarrando mis nalgas fue el que mantenía el movimiento, hasta que notó ya bien mis convulsiones, entonces el se unió con unos gemidos fuertes, los dos estábamos totalmente descontrolados.
Nuestra satisfacción tardó varios minutos en ser saciada.
Me recosté hacia el, no podía moverme, mis músculos estaban agotados.
El me acogió entre sus brazos, y me besó dulcemente en el cuello.
Tras varias caricias, me recostó en el sofá y el se puso a mi lado, entando abrazados dejamos que la tarde fría fuera solo en la calle.

Fin.


2 comentarios - El Vecino De Enfrente

swan28
Excitante relato, el deseo sexual es la mejor de las emociones!

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